EXPLOSIÓN DE GALAXIAS
Capítulo 7: Lágrimas
Había pasado una semana, y sólo quedaba un día para la boda. Todo estaba ya listo. La boda sería allí mismo en el bar y los demás Caballeros colaboraban a su manera: Shaka sería el encargado de casarlos por algún extraño ritual budista, Shura estaba preparando una tarta cuya receta era ultra-secreta, Afrodita decoraría el lugar... Precisamente por esto último se encontraba Mu ahora en el bar. El lugar ya estaba cerrado al público y Afrodita estaba enseñándole distintos tipos de flores para que eligiera cuáles prefería para adornar el local.
-Las rojas -dijo Mu distraído. Tenía otras cosas en que pensar: cada minuto que pasaba estaba más aterrado. La boda ya era inminente, inevitable. Y cuanto más se acercaban a la fecha (mañana, oh, Dioses, ya era mañana) más se arrepentía de haber aceptado casarse con Shiryu. ¡No podía casarse guardando ese horrible secreto! Y no podía ignorar el cosquilleo que sentía cada vez que veía a Saga... Pero tampoco podía decirle a Shiryu a estas alturas que no quería casarse con él, ¡le destrozaría!
-¿Las rojas? ¿Estás seguro?
Cerca de ellos estaban Ikki, Seiya y Shiryu colocando unas luces de colores en el techo por orden de Afrodita. Seiya estaba subido en una escalera mientras Ikki la sujetaba y Shiryu daba órdenes::
-Conecta ese cable ahí...¡No, ese no! El otro...
En ese momento se oyó un chisporroteo y las luces se apagaron de repente, pero no sólo las de adorno sino las de todo el local. Quedaron completamente a oscuras, y en el ambiente olía a quemado.
-¿Qué has hecho, idiota? -le gritó Ikki a Seiya.
-¡No lo sé! -respondió el Pegaso, bajando lentamente por la escalera, tarea difícil sin luz. Dos sombras se acercaron a ellos: eran Afrodita y Mu, preguntando también qué había pasado.
-Éste se ha cargado la instalación eléctrica -dijo Ikki señalando a Seiya. Entonces oyeron un ruido como de muebles cayendo al suelo seguido de un grito de dolor. Era Shura, que había tropezado con una mesa.
-¿Dónde estáis? ¡No veo nada! -dijo.
-¡Aquí! -dijo Shiryu levantando los brazos y Shura pudo distinguir unas sombras que se movían: eran ellos. Cuando llegó junto a los demás, hizo la misma pregunta:
-¿Qué diablos habéis hecho?
Pero no le hicieron caso, estaban pensando cómo solucionarlo.
-¿Alguno de vosotros sabe de electricidad? -preguntó Seiya.
-¡No, idiota! Somos Caballeros, no electricistas -contestó Ikki.
-¿Ni siquiera tú, Mu? Tú reparas armaduras...
-¿Qué tendrá que ver reparar armaduras con la electricidad? ¡Dejad de decir tonterías y haced algo!
Ikki se quedó pensativo un momento...
-Creo que en uno de los armarios de detrás la barra hay velas -dijo, pero no se movió de donde estaba.
-¿Por qué no vas a por ellas? -preguntó Shura.
-¡Porque no quiero que me pase lo mismo que a tí! No tengo visión nocturna, me voy a tropezar con todo...
Mu ya estaba lo bastante nervioso con la boda, no necesitaba más problemas como éste, así que se ofreció voluntario:
-Está bien, ¡voy yo!
Y empezó a andar en dirección a la barra (o a donde se suponía que debería estar) lentamente y con las manos extendidas por delante de él.
-¡Cuidado con los bordes de las mesas! -le avisó Shura, frotándose el muslo dolorido.
Mientras esperaban el regreso de Mu, los demás consiguieron encontrar unas sillas y se acomodaron, charlando en la oscuridad. El Caballero de Aries consiguió llegar a la barra sin tropezar con nada, pero una vez allí sólo encontraba botellas y más botellas, no había velas por ningún lado. Para colmo, la barra quitaba luz y allí estaba más oscuro aún que en el resto del bar.
Se puso en cuclillas para mirar en los cajones de abajo cuando le pareció oír un ruido a su izquierda, pero pensó que se lo había imaginado, ya que oía las voces de todos los demás lejos, no había nadie allí. Pero mientras revolvía lo que había en el último cajón volvió a oírlo otra vez, esta vez más cerca, y se le puso la piel de gallina. ¿Fantasmas?
-¿Hay... hay alguien ahí? -preguntó, muy bajo para que los demás no le oyeran y no se burlaran de él. No esperaba respuesta, pero para su sorpresa alguien contestó:
-¿Mu?
Al oír su nombre se asustó y se cayó hacia atrás, quedando sentado de culo en el suelo.
-¿Quién...quién eres? -balbuceó.
-¿Qué diablos haces aquí? -contestó la voz, y una sombra se deslizó por el suelo hacia él. No pudo reconocerlo hasta que lo tuvo justo al lado. Era Saga.
-Yo... busco velas. ¿Y tú qué haces aquí? -acertó a decir Mu.
-Lo mismo que tú. Estaba mirando unos papeles cuando se apagaron las luces y... -Saga no terminó la frase, pero daba igual porque Mu no le estaba escuchando.
Estaba hechizado por la presencia de Saga, tan cerca suyo, le intimidaba y le excitaba a la vez. Saga le miraba fijamente, apenas podía ver el pálido rostro de Mu, todo estaba tan oscuro... pero el brillo de sus ojos verdes destacaba en la oscuridad, y esos ojos le miraban... sí, le miraban con deseo, y Saga no podía más que complacerle... sólo tuvo que acercar un poco más su cara a la Mu y dirigir su mirada hacia sus labios, para que el propio Caballero de Aries fuera quien rompiera la poca distancia que los separaba, atrapando sus labios entre los suyos. Saga se dejó caer hasta que quedó sentado en el suelo, y atrajo a Mu hacia él hasta que éste quedó sentado en su regazo. Con una mano le cogió por la nuca para hacer más profundo el beso, y con la otra le acarició la espalda, sintiendo como Mu se estremecía entre sus brazos.
-¡Mu! ¿No hay velas?
La voz de Shiryu interrumpió el momento, y ambos se separaron con rapidez. Shiryu debía estar a pocos pasos de ellos porque la voz sonaba muy cerca... gracias a Dioses que estaban a oscuras y no les había visto... Saga se levantó y le dio la mano a Mu para ayudarlo a incorporarse también.
-No...no las encuentro -dijo Mu contestando a la pregunta de Shiryu. Entonces éste, guiado por su voz, le encontró y le cogió de la mano.
-Entonces volvamos con los demás -dijo el Dragón- ya pensaremos otra cosa.
Mu se giró para mirar a Saga, pero el Caballero de Géminis ya no estaba allí.
-¿Te ocurre algo?
-No, nada. Vamos.
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-¡Hola! ¡Mira qué peli he encontrado en el videoclub! -dijo Hyoga sonriente, cuando Shun le abrió la puerta de su casa, mostrándole una cinta de vídeo. Era una de las películas favoritas de Shun, y seguro que le encantaría volver a verla, pero para su sorpresa el joven no empezó a dar saltos de alegría, sino que sonrió débilmente y dijo:
-Qué bien. Mi favorita.
Hyoga se fijó mejor en él. Tenía los ojos enrojecidos y la cara húmeda.
-¡Shun! ¿Estabas llorando?
-No.
Hyoga entró en la casa y cerró la puerta tras de sí.
-Estabas llorando -afirmó con tono de reproche por intentar ocultárselo. Lo cogió de la mano y lo llevó al salón, luego le hizo sentarse y le habló con seriedad.
-¿Qué te pasa?
-Nada, Hyoga, de verdad... -contestó Shun, pero se le quebró la voz y no pudo terminar la frase; estaba llorando de nuevo. Hyoga creyó que se le partiría el corazón al ver así a su Shun y lo abrazó, susurrando palabras de consuelo inútiles, puesto que Shun lloraba cada vez con más fuerza,
Pasados unos minutos Shun comenzó a calmarse y se separó de él.. El Cisne sacó un paquete de kleenex, y se los pasó.
-Gracias -dijo Shun, limpiándose la cara.
-Ahora vas a contarme lo que te pasa.
Shun apartó la mirada.
-No puedo contártelo.
-¿Por qué?
Shun no contestó, pero Hyoga ya se imaginaba lo que ocurría.
-Es por esa persona... de la que estás enamorado, ¿verdad?
Su amigo asintió sin mirarle.
-Shun, puedes contármelo. Somos amigos.
-Pero...
-Pero nada. Si crees...si crees que me vas a hacer daño contándomelo te equivocas. Yo ya superé que tú... que seamos sólo amigos.
Shun le miró un poco más alegre:
-¿De verdad?
-De verdad -mintió Hyoga. Entonces Shun se lo contó. Le habló de Shura, de sus sentimientos por él, de lo que había pasado entre ellos, y que de repente Shura le ignoraba.
-Me da la impresión de que está enfadado conmigo -dijo Shun- Pero no entiendo por qué, no le he hecho nada. Yo pensé que él... que él sentía algo por mí cuando me besó, pero ya veo que no... Hyoga, lo estoy pasando muy mal, quiero estar con él, no puedo dejar de pensar en aquel día...
En este punto volvieron a caérsele las lágrimas de nuevo, y Hyoga apretó los puños con rabia. ¡Maldito Shura! ¿Cómo se atrevía a hacerle daño a su Shun? ¡Shun era puro e inocente, no merecía que jugasen con él! Mañana le diría unas cuantas cosas a ese imbécil.
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Eran casi las cuatro de la madrugada. Mu estaba cansado de dar vueltas en la cama, sin poder dormir. Tenía los ojos fijos en los números del reloj digital, que brillaban sobre la mesita, recordándole que sólo faltaban 9 horas para la boda, ya que ésta sería al mediodía. Shiryu había intentado pasar la noche con él, pero Mu se había excusado diciendo que quería descansar, cosa que no haría si Shiryu estaba con él... El pobre Dragón se lo había creído.
Pero sería la última noche que podría decir algo así, a partir de ahora tendría que pasar todas las noches de su vida con él. Se le hacía un nudo en el estómago sólo con pensarlo: no quería. No. ¡No quería! Él quería pasar toda su vida con alguien, pero ese alguien era Saga. Se estremeció al recordar el beso en la oscuridad y lo cerca que había estado Shiryu de pillarlos. Y lo rápido que había desaparecido el Caballero de Géminis. ¿A qué estaba jugando? No era justo que le besara y luego hiciera como si no hubiese pasado nada. ¿Por qué lo hacía? Tenía que saber, saber si Saga sentía algo por él o sólo se divertía... tenía que saberlo antes de que fuera demasiado tarde. Antes de... 8 horas y 55 minutos.
Entonces tomó una decisión. Sin pensar muy bien en lo que hacía, se levantó y se vistió. Buscó la agenda que tenía junto al teléfono: allí estaban apuntados los teléfonos y las direcciones de los demás Caballeros, incluida la de Saga. La anotó en un papel y se lo guardó en el bolsillo trasero del pantalón. Llamó a un taxi y bajó a la calle a esperarlo.
Hacía mucho frío y no había cogido ni siquiera un abrigo. Se rodeó con sus brazos para darse calor, y entonces se le vino a la mente otro tipo de calor: el que transmitía el Caballero de Géminis... Dudó. ¿Qué iba a hacer? ¿Presentarse en su casa a estas horas de la noche y decirle que lo amaba, que quería estar con él, que le abrazara e hiciera desaparecer todos sus problemas? Dio un paso atrás, decidido a volver a la cama, decidido a aceptar su destino con Shiryu, pero en ese momento llegó el taxi. Se mordió el labio inferior, indeciso, pero luego corrió hasta el automóvil.
Diez minutos más tarde estaba ante el edificio donde vivía Saga. Mientras iba hacia el portal le temblaban las piernas. Estaba definitivamente loco. Consultó el papelito. 2ºA. Llamó al timbre, casi esperando que Saga estuviera durmiendo y no se molestase en contestar, pero se oyó un pequeño chirrido y luego la voz grave de Saga.
-¿Sí?
Por un momento Mu creyó que no se atrevería a contestar.
-¿Sí? -repitió Saga, impaciente.
-Soy... soy Mu -contestó, sintiendo los latidos del corazón en las sienes. Pasaron cinco interminables segundos, y luego la puerta tembló y hizo un clic. Saga le había abierto. La empujó y entról. El portal era moderno, bastante más lujoso que el suyo, y había dos ascensores, pero subió por las escaleras. Odiaba los ascensores. Un día se había quedado encerrado en uno y lo había pasado fatal...
Cuando llegó al 2º Saga estaba esperándole ante su puerta. Estaba vestido. ¿Él tampoco dormía?
-Hola -dijo el Caballero de Géminis, y se hizo a un lado para dejarlo pasar.
-Hola.
-¿No deberías estar descansando? Vas a tener ojeras el día de tu boda.
Mu ignoró el comentario y le preguntó lo que había venido a averiguar.
-¿Por qué haces esto?
-¿Por qué hago qué?
-¡Esto! ¡Fingir que no ha pasado nada!
Ambos sabían perfectamente de lo que hablaban.
-¿Prefieres que se lo cuente a todo el mundo? ¿Quieres que se lo diga a Shiryu? -preguntó Saga.
Mu bajó la mirada.
-No.
Hubo unos segundos de silencio total, durante los cuales se podía oír el tic-tac del reloj que había en la pared, y que le recordó a Mu que sólo quedaban 8 horas y 15 minutos...
-Pero yo no quiero casarme con Shiryu -confesó, desesperado.
-Shiryu te ama, y puede hacerte feliz.
-¡No puede! No puede, porque yo no le amo... yo te amo a tí.
Ya está. Lo había dicho. Miró a los ojos de Saga, esperando una reacción, esperando oír un "yo no te amo" o, algo más improbable, un "yo también...", pero Saga no dijo nada de eso. Sólo desvió la mirada y contestó, en voz muy baja.
-Ve a casa y duerme. Te casas dentro de unas horas.
Mu se quedó quieto, mirándole, Saga no parecía tener nada más que decir. Pero Mu no podía irse así, necesitaba una respuesta, necesitaba saber qué diablos sentía ese hombre.
-No me has contestado -le dijo.
-No me has preguntado nada.
-¿Tú me amas?
Saga no respondió.
-¡Necesito saberlo! ¡Si no me amas, dímelo! Y mírame a la cara, por favor...
Extendió la mano y la puso en su mejilla, obligándole a volverse hacia él y mirarle a los ojos.
-Dime que no me amas.
-Vete, por favor.
-¡No! -gimió Mu, y tomándole la cara con las dos manos, se acercó a él e intentó besarle, pero Saga lo apartó con firmeza, mirándole como mira un profesor a un niño que ha hecho algo malo. Mu siguió mirándole a los ojos, buscando una respuesta, hasta que se le empañó la vista: estaba llorando. Cerró los ojos y dejó que las lágrimas rodaran por sus mejillas, luego suspiró hondo y recuperó el valor suficiente para salir de la casa.
Saga oyó el ruido de sus pasos, bajaba las escaleras corriendo. Cerró la puerta con suavidad, y se apoyó en ella. Él también estaba llorando.
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Este capi me quedó bastante triste... pero será el último que haga así, prefiero escribir cosas más alegres! Aunque haya sido casi entero de Saga&Mu no me he olvidado de las otras parejas, en el siguiente capi las retomaré... y gracias por los reviews!! Y besitos para Lady Grayson, que siempre me deja reviews bien largos, me alegro de que te esté interesando la trama ;)
