EXPLOSIÓN DE GALAXIAS
Capítulo 8: ¿Boda?
-¡Listo!
Shura acababa de dar el último retoque a la gigantesca tarta nupcial. Tenía 10 pisos y arriba del todo había colocado dos figuritas de chocolate: un dragón y un carnero.
Los invitados estaban empezando a llegar porque oía voces en el bar. Sólo tenía que cambiarse de ropa (no iba a acudir a la boda con el delantal de cocinar...) y para ello fue a salir de la cocina, ya que la había dejado en el cuarto de la limpieza, pero justo al llegar a la puerta tropezó con alguien. Era Hyoga. Intentó esquivarlo para seguir con su camino, pero el Cisne le puso una mano en el pecho y lo empujó haciéndolo entrar de nuevo en la cocina.
-¿Qué estás haciendo? -preguntó Shura, mosqueado.
-Tengo que hablar contigo -respondió Hyoga, muy serio, mientras cerraba la puerta para que nadie les oyera.
-¿Sobre qué?
-Sobre Shun.
-¿Sobre Shun? -preguntó Shura, extrañado.
-¿Cómo te atreves a jugar con él?
-¿De qué diablos hablas? - Shura estaba empezando a enfadarse. Bastante tenía él con intentar olvidarse del chico como para que viniese Hyoga a vacilarle.
-Me lo ha contado todo lo vuestro -explicó el rubio mirándole con fiereza.
-¿Ah, sí? -esto sí sorprendió al Caballero de Capricornio. ¿Por qué se lo habría dicho?
-¿Y bien? -preguntó Shura, desafiante. A Hyoga le molestó esa actitud:
-Quizá tú no le des importancia a un beso, pero Shun es muy sensible, y lo sabes. ¡Más te vale no hacerle más daño!
-¿Hacerle daño? ¿Yo? -Shura no entendía nada- ¿No debería ser al revés? ¡Él es quien está jugando con nosotros dos! ¿No estás enfadado con él?
La cara de absoluta extrañeza de Hyoga le hizo llegar a la conclusión de que estaban hablando de cosas diferentes. Se acercó una silla y se sentó en ella.
-¿Por qué no empezamos desde el principio? -preguntó.
Hyoga pareció calmarse un poco y se sentó enfrente de él.
-Shun me contó ayer que le besaste pero que ahora estás enfadado con él.
-Eso es cierto.
-¿Y por qué? ¡Él no te ha hecho nada! No haría daño ni a una mosca... -Hyoga empezaba otra vez con su monólogo en defensa de su amigo, pero Shura le interrumpió.
-¿Y a tí? ¿Acaso no te importa que te ponga los cuernos? Para tu información él me correspondió al beso...
Hyoga rió.
-¿Ponerme los cuernos? ¿Cómo me va a poner los cuernos si no estamos juntos?
"Ya me gustaría a mí" pensaba.
-Eso es mentira. Os vi besándoos el día de la cena.
-Eso es impos... -empezó a decir Hyoga, pero luego recordó- Tal vez me viste a mí besándole a él, pero se apartó.
Si no hubiese estado sentado, Shura se habría caído al suelo al comprender su enorme equivocación.
-Entonces...él... yo.... ¡mierda!
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Saga estaba sentado solo en un rincón de la sala, observando a los invitados ir y venir, charlar, reír y beber mientras esperaban a que diese comienzo la ceremonia. Tenía que reconocer que el lugar había quedado bastante bonito, quizá demasiadas flores, pero bonito al fin y al cabo,y habían conseguido arreglar las luces que iluminaban la sala de distintos colores dándole un ambiente festivo.
-¡Saga! -quien lo llamaba era Aioria que estaba junto a Death Mask- ¿Qué haces ahí? ¡Ven a beber unos chupitos!
Saga levantó una ceja:
-¿Ya vais a emborracharos a estas horas?
El frío comentario hizo que los dos dorados de alejaran dejándolo de nuevo a solas, y cuando volvió a dirigir su mirada hacia la gente vio que Mu y Shiryu ya estaban allí. Realmente hacían buena pareja, los dos con sus trajes blancos. Mu sonreía. Era una sonrisa falsa, pero eso sólo lo sabía Saga.
Suspiró. Al menos él no tenía que molestarse en fingir alegría. Aunque quisiera no podría fingir. En pocos minutos habría perdido a Mu para siempre y ya no habría nada que hacer. Probablamente ya lo había perdido, ignorándole cuando vino a verlo a casa, pero eso era precisamente lo que pretendía.
¡Si no me amas, dímelo! -le había pedido Mu.
Y él había sido incapaz de pronunciar esas simples tres palabras: "No te amo", había sido incapaz de mentir hasta tal punto. Si le hubiera dicho lo que sentía habría tenido que decir "Te amo con todo mi ser". Pero también había sido incapaz de decir eso. En parte por Mu, porque Shiryu era lo mejor para él, el Dragón podía darle estabilidad, algo que él no sabía si sería capaz de dar. Pero sobretodo por sí mismo. Saga de Géminis tenía miedo. Miedo de esos nuevos sentimientos que le enloquecían y le hacían perder el control y miedo de que Mu se equivocara, de que él sólo fuese un capricho y de que al final se arrepintiese de no haberse casado con Shiryu.
Los novios estaban hablando ahora con Saori, que debía de estar felicitándolos. Y estaban cogidos de la mano.
-Hola, Saga... -ahora se le había acercado Afrodita- Estás muy serio. ¿Quieres un poco de compañía?
-No, gracias -gruñó Saga.
-Saori te está buscando, deberías ir a saludarla -le advirtió el Caballero de Piscis.
"Lo que me faltaba" -pensó Saga- "Soportar a Saori..." No estaba de humor como para sonreír y hacerle la pelota a la Diosa, así que se levantó, y empujando a Afrodita para poder pasar, fue a buscar otro "escondite" más seguro, desde donde además no pudiese ver a la ¿feliz? pareja de novios.
La primera puerta que encontró fue la del cuarto donde trabajaba Shiryu, y esto le hizo dudar, pero al final entró. Nadie le molestaría allí. Se sentó en la silla que había ante la mesa del ordenador y apoyó los codos en ésta. Con gusto se quedaría ahí durante toda la ceremonia, pero tarde o temprano tendría que reunirse con los demás.
Por casualidad se fijó en que uno de los cajones del escritorio estaba un poco abierto y lo empujó distraídamente con una mano para cerrarlo, pero el cajón no cerraba del todo, parecía chocar con algo. Como no tenía nada mejor que hacer, intentó arreglarlo. Para ello metió una mano hasta el fondo del cajón, palpando qué era lo que le impedía cerrarse, y se encontró con algo que parecía un envoltorio. Tiró de él con fuerza y lo sacó. Empujó el cajón, que ahora sí cerraba bien, y se fijó en lo que tenía en la mano. Era un paquete de los de guardar fotos. Curioso, lo abrió y sacó un taco de fotografías. Comenzó a pasarlas despacio. Esperaba que fuesen de Shiryu y Mu juntos, las típicas fotos que se hacen los enamorados, pero el Caballero de Aries no salía en ninguna. Eran todas de Shiryu y... Seiya. Algunas habían sido hechas en fotomatones y ambos sonreían a la cámara, en otras aparecían ambos posando sonrientes, en la playa, en una casa, junto a un coche...
Saga sentía un creciente malestar. Las fotos no eran comprometedoras, pero ¿por qué guardaba Shiryu todas estas fotos de Pegaso? En ese momento oyó voces que se acercaban a la puerta y, con una velocidad sorprendente, guardó las fotografías donde las había encontrado y se ocultó agachándose detrás de la mesa. Justo cuando su pie izquierdo desaparecía detrás del mueble, se abrió la puerta y alguien entró. Enseguida reconoció las voces: eran precisamente Seiya y Shiryu. Shiryu parecía bastante alterado:
-¡Te dije que no te me acercaras hoy!
-¿Y pretendes que me quede mirando mientras te casas con él?
-¡Sí! ¡Te dije que lo nuestro se terminó! -gritó el Dragón.
-Siempre que nos acostamos dices lo mismo...
-Esta vez va en serio. La de anoche fue la última vez.
Saga permanecía atento a la conversación sin poder creer que lo que escuchaba fuera cierto. Tras estas últimas palabras de Shiryu, oyó un forcejeo y no volvieron a hablar más. Con cuidado, asomó la cabeza por encima de la mesa y vio que se estaban besando. Al principio era Seiya el que le besaba mientras Shiryu trataba de apartarse, pero el Dragón pronto dejó de resistirse...
Avergonzado, Saga lo que le había dicho a Mu anoche: "Shiryu te ama, y puede hacerte feliz" y mientras, ¡Shiryu estaba con Seiya! El Caballero de Géminis sintió cómo la rabia iba creciendo en su interior...
-¡Hijo de puta! -gritó, saliendo de detrás de la mesa. Con una mano apartó a Seiya del Dragón y con la otra golpeó a Shiryu en la cara con un tremendo derechazo que le hizo caer al suelo. Seiya intentó defender a su amante pero no pudo ni tocar a Saga, porque éste al ver sus intenciones le golpeó a él también, lanzándolo contra la pared del cuarto. Mientras, Shiryu se levantaba tocándose la nariz, por la que sangraba abundantemente.
-¿Qué... haces? -jadeó. Saga lo empujó contra la pared y le asestó otro golpe, esta vez en las costillas. El Dragón dobló las rodillas pero esta vez no cayó, y se las arregló para soltar un puñetazo a la cara de Saga. Éste lo esquivó y a cambio le pegó una fuerte patada en el estómago. Shiryu gimió y cayó al suelo; ahora sangraba también por la boca. Saga le cogió del cuello con una mano y lo levantó así hasta poner su cara a la altura de la suya.
-Cabrón -le dijo entre dientes, apretando la fuerza que hacía con la mano y viendo como el Dragón luchaba por respirar. Estuvo a punto de partirle el cuello, pero según el ataque de rabia iba remitiendo, aflojó la mano hasta que lo dejó caer al suelo. Shiryu tosió, escupía sangre que manchaba su elegante traje blanco.
-¿Por... qué? -consiguió decir el Dragón, que aún no entendía la furia de Saga contra él. Saga le contestó con otra pregunta:
-¿Cuánto tiempo hace que engañas a Mu?
Shiryu no contestó. Patada.
-Ugh! No sé... unos meses...
-¿Meses? ¡Hijo de puta! -murmuró Saga, pero esta vez se contuvo y no le golpeó más. Iba a tener problemas por dejar malherido a otro Caballero de Atenea.
-¿Y por qué diablos le pediste que se casara contigo? -preguntó.
-Porque le amo -contestó Shiryu. Saga soltó una carcajada amarga.
-¿Dices que le amas? Y ese de ahí, ¿qué? -preguntó, señalando con la cabeza a Seiya, que les miraba aterrado desde el otro extremo de la habitación.
-También... también le amo. ¡Les amo a los dos!
Saga le miró con infinito desprecio.
-Si de verdad piensas que les amas a los dos, entonces es que no amas a ninguno -sentenció, y salió del cuarto dando un portazo.
Fuera, los asistentes a la boda habían oído gritos y ruido de lucha, y estaban congregados junto a la puerta.
-¿Qué demonios ha pasado? -preguntó Ikki. Saga no contestó, estaba buscando a alguien entre los presentes, entonces fue Saori quien se acercó a él exigiendo explicaciones:
-Caballero de Géminis, ¿qué ha ocurrido ahí?
Pero ni siquiera ella pudo sacarle una respuesta, Saga la ignoró y preguntó, mirando a sus compañeros:
-¿Dónde está Mu?
Éstos, sorprendidos, se miraron unos a otros.
-No sabemos... hace un rato estaba aquí -dijo Afrodita. Saga se hizo paso entre ellos e inspeccionó todo el local, pero el Caballero de Aries había desaparecido.
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-Entonces, ¿hay boda o no hay boda? -preguntaba Shaka.
-Si no hay boda, ¿me puedo comer la tarta igual? -decía Aldebarán.
Shun estaba limpiando la nariz de Shiryu y los demás Caballeros no paraban de hacer preguntas a su alrededor.
-No lo sé ¡dejadme en paz! -gruñó Shiryu, cansado.
-Si bebes un poco de whisky seguro que te encuentras mucho mejor -comentó Death Mask.
-Es mejor que no le agobiéis, chicos -sugirió Shun dulcemente, y luego, echando un último vistazo a la nariz de Shiryu, le dijo- Ya está. No te la toques, pero ya tiene mejor pinta.
-Gracias, Shun -le dijo el Dragón.
Shura aprovechó el momento para acercarse. Le tocó un brazo a Shun y le preguntó al oído si podían hablar a solas. Shun, aunque sorprendido, respondió que sí, y ambos entraron en la cocina. Shura se apoyó contra el mármol de la cocina y miró al joven que se había quedado casi junto a la puerta.
-Puedes acercarte, no muerdo... -le dijo Shura- ...a no ser que me dejes, claro.
Shun se acercó con cautela, sorprendido por esta nueva actitud del dorado. Shura se puso entonces más serio.
-Quiero pedirte perdón -dijo- He estado muy desagradable estos días.
-Ah... bueno, pues, estás perdonado -contestó Shun tímidamente.
-No. No estoy perdonado aún -dijo Shura, a la vez que le cogía de la mano y lo atraía suavemente hacia él.
-El día de la cena -explicó- vi que Hyoga te besaba, y creí que estabais juntos. Me enfadé, porque... porque para mí... cuando nos besamos... yo sentí algo y al verte con Hyoga pensé que tú no, y me sentí engañado y...
No siguió hablando porque Shun le puso un dedo sobre los labios. Shura miró al dulce joven, que le sonreía, y se sintió inmensamente feliz. Le cogió la mano que tenía sobre sus labios y se la besó, luego le cogió la cara con las dos manos y le besó en la boca.
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Hyoga les había visto entrar juntos en la cocina, y ya se imaginaba lo que estaba pasando. Tenía gracia, al final había sido gracias a él que se habían reconciliado. Pero prefería mil veces eso que ver a Shun destrozado como ayer. En cuanto a él...tendría que acostumbrarse a verlos juntos.
De momento ya tenía algo pensado... Miró a su aldededor: todos, incluidos Camus y Milo, estaban entretenidos hablando sobre lo de Saga y Shiryu, y preguntándose dónde estaría Mu ahora. Vio que era su oportunidad y se acercó disimuladamente a las unas perchas donde habían colgado los abrigos. Enseguida encontró el que buscaba: el de su Maestro. Echó un último vistazo para asegurarse de que nadie le veía y metió la mano en el bolsillo. Mierda. Estaba vacío, ¿dónde estaría lo que buscaba...? Probó con otro y sonrió. Aquí estaban. Sacó algo del abrigo de Camus y se lo guardó en el pantalón. Luego volvió junto a los demás.
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Mu no estaba muy lejos de allí. No se había enterado de nada de lo de la pelea, porque cuando Shiryu le dijo que iba "al baño" y que vendría en seguida, había aprovechado para salir a tomar el aire. Incapaz de estarse quieto, estuvo paseando por todo el barrio como en trance. Aún no se había recuperado de la decepción de que Saga le echara de su casa, y estaba cansado de sonreír cuando le felicitaban por su boda, una boda que no deseaba pero que no se atrevía a cancela porque Shiryu no se lo perdonaría nunca.
Miró su reloj y vio que hacía casi media hora que había salido. No le quedaba otro remedio que volver y casarse. Y olvidar a Saga. ¡Ja! Lo primero podía hacerlo, pero lo segundo nunca lo conseguiría.
Vio el bar al final de la calle. Ya estaba cerca, pero inconscientemente caminaba cada vez más despacio, intentando retrasar lo inevitable. Unos metros más y estaba casi junto a la puerta, pero en ese momento tuvo que apoyarse en la pared. Estaba mareado. Tal vez porque no había dormido nada, tal vez porque llevaba días sin comer apenas, pero el caso es que se sentía fatal. Le temblaron las piernas y se le nubló la vista. Sintió que iba a desmayarse, pero no pudo hacer nada por evitarlo. Justo cuando se le doblaban las rodillas y su cuerpo caía inerte al suelo, unos fuertes brazos lo sujetaron.
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Tenía escrito este capítulo hace tiempo, pero lo subí al foro y se me olvidó completamente que no lo había publicado aquí, sorry! He estado fuera de vacaciones y ahora que entré a mirar los reviews me di cuenta...
Lady Grayson creo que no te va a gustar mucho este capi porque eres fan de Shiryu... ah me he reído mucho con vuestro review, saludos para Lady Gloria, encantada de leerte! Saludos también para lunawood, kainekito, kitkat y alba-chan, que si no me equivoco me vienen dejando reviews siempre ;) Y a las nuevas, ¡hola! y gracias por leer, me alegro de que os guste la historia.
