EXPLOSIÓN DE GALAXIAS
Capítulo 9: Un regalo sorpresa
Advertencia: Este capítulo contiene lemon (sexo explícito) (y mucho jeje). Si eres menor de edad o no te gustan este tipo de contenidos, por favor no lo leas.
Eran casi las tres de la tarde y Mu no había vuelto.
-Me voy a casa -decidió Shiryu.
-Te acompaño -dijo Seiya, y ambos se marcharon. Saori, Tatsumi y la mayoría de los invitados decidieron irse también, pero no todos...
-Es una pena desperdiciar toda la comida del banquete -se lamentaba Aldebarán.
-Y la bebida... -murmuró Death Mask.
-Vosotros lo que queréis es montar una fiesta -les acusó Ikki, que estaba apoyado contra la pared con los brazos cruzados, sonriendo a medias. En el fondo él tampoco tenía ganas de irse a casa.
-Yo creo que sería una falta de respeto hacia los novios -opinó Shun, que estaba sentado sobre las rodillas de Shura.
-A mí me da pena que no se hayan casado... pero no les ayudamos en nada aunque estemos aburriéndonos en casa -respondió Afrodita.
-Pues yo creo que Shun tiene razón -habló Shaka por primera vez.
-Porque tú eres un aburrido -dijo Milo- Vamos, Shura, Shun, ¿por qué no celebramos lo vuestro?
Todos les miraron sonrientes y Shun se ruborizó...
-¿Quieres celebrarlo? -le preguntó Shura al oído. Shun dudó pero luego asintió suavemente y... comenzó la fiesta.
--------
-¡Eh, Ikki! ¡Ponme un vaso de agua! -le pidió Aldebarán al Fénix, que estaba sentado junto a la barra. Ikki le miró con cara de pocos amigos:
-No estoy trabajando. Si quieres algo te lo sirves tú. Además, ¿agua? ¿Desde cuando bebes agua en las fiestas?
-Es para tomar unos medicamentos -explicó el Caballero de Tauro, mientras llenaba un vaso- ¿Cucharas?
-En el tercer cajón.
-Gracias.
Aldebarán vació un sobre de polvos blancos en el vaso de agua y comenzó a revolverlo, pero Shura llegó, interrumpiéndole:
-¡Alde! ¡Ven a hacernos una foto a mí y a Shun!
-Espera un momento -contestó el otro- Tengo que tomarme esto...
-¡Luego te lo tomas! -dijo Shura, le hizo posar el vaso sobre la barra y se lo llevó a rastras de allí.
Ikki no se quedó solo mucho tiempo, Afrodita se acercó a él en cuanto vio que los otros se alejaban.
-¿Necesitas compañía?
Ikki gruñó un "no", pero el Caballero de Piscis le ignoró: había visto el vaso de Aldebarán.
-¿Qué es esto? ¿Un nuevo cóctel? -preguntó, y antes de que Ikki pudiera advertirle nada, se lo bebió de un trago- ¿Qué pasa? -dijo al ver la cara del Fénix.
-Te recomiendo que no bebas alcohol hoy.
-¿Por qué?
-Porque te acabas de beber los medicamentos de Aldebarán.
-¡Puaj! -Afrodita hizo un gesto de asco- ¿Para qué son?
-Ni idea, pero no hace falta que te diga que medicamentos y alcohol es una mala mezcla.
-Tonterías.
Afrodita pareció molesto por el consejo y se alejó. Pocos minutos después Ikki le vio empinando una botella de whisky. Por otro lado, Aldebarán estaba comiéndose la tarta nupcial y ya no se acordaba de su medicina. "Están todos locos" pensó Ikki, como hacía muchas veces. Menos mal que aún quedaban Caballeros serios y responsables, como él... estaba pensando esto cuando sus ojos se posaron en Shaka accidentalmente. Shaka también solía ser serio y responsable, como él, pero ambos habían sido de todo menos serios aquella noche que...
No, no debía pensar en eso. Recordó que Shaka se había acostado con él para ganar una apuesta con Afrodita. Y tenía que apartar ya la mirada del espectacular rubio, antes se diera cuenta de que lo miraba... muy tarde. Shaka giró la cabeza y se encontró con sus ojos. Ikki se apresuró a mirar hacia otro lado, pero vio por el rabillo del ojo cómo el Caballero de Virgo se acercaba a él.
-¿Sigues enfadado? -le preguntó Shaka. Ikki no respondió.
-Está bien -dijo el dorado- No me contestes si no quieres, pero tengo que decírtelo. Que hiciera aquel... trato con Afrodita no quiere decir que no te respete. Comprendo que haya herido tu orgullo, pero...
-Déjame en paz -le contestó Ikki, y después se levantó y se alejó en dirección al baño, dejando a Shaka con la palabra en la boca.
"Maldito orgulloso testarudo" pensó el rubio.
-Pues no pienso arrastrarme más. Si quieres seguir enfadado, allá tú -dijo en voz alta, pero Ikki ya no le oía.
-------
Mu se despertó sintiendo algo frío resbalar por su espalda. Abrió los ojos lentamente, preguntándose dónde estaba. Enseguida se dio cuenta de que era un sitio desconocido para él e intentó levantarse, pero una mano en su pecho se lo impidió. Giró la cabeza y vio que Saga estaba de pie detrás de él.
-No te levantes. -le ordenó- Estás débil.
El Caballero de Géminis llevaba un trapo húmedo en la mano y Mu comprendió lo que le había despertado. Apartándole el pelo, Saga le había colocado el trapo en la nuca para que despertara de su desmayo. Sin decir nada más, Saga desapareció de su vista y volvió al poco con un plato con un sandwich.
-No tengo hambre... -empezó a decir Mu, pero la mirada de Saga le hizo ver que no tenía elección- Esta bien...
Lo tomó y comió en silencio. Saga se sentó en el sillón junto a él, y se quedó mirando al suelo mientras esperaba a que Mu terminase de comer. Cuando lo hizo, el Caballero de Aries dejó el plato sobre una mesa que había junto a ellos y se giró a mirar a Saga.
-Me desmayé, ¿verdad?
-Sí –contestó el otro, sin mirarle.
-¿Y dónde están los demás? Quiero decir... ¿la boda? Ayer mismo me dijiste que debía casarme, ¿por qué me has traído aquí?
-Hay algo que debo contarte –el tono de la voz de Saga le asustó.
-¿El qué?
-Es sobre Shiryu.
-¿Qué ocurre? Acaso... ¿le has contado lo que... lo que ocurrió?
-No. No le he contado nada. Pero tuvimos una pelea.
Mu abrió mucho los ojos.
-¿Una pelea?
-Bueno, en realidad yo le golpeé. Él... no consiguió defenderse.
-¿Por qué hiciste eso? –preguntó Mu, primero en voz baja, pero luego estalló- ¿Cómo te atreves? ¡Shiryu no se lo merece! ¿Dónde está? ¿Está bien? ¡Llévame con él!
Mientras gritaba esto último, se levantó y fue hacia la puerta, pero al ver que Saga no le seguía, volvió atrás y le agarró por el brazo con fuerza, obligándolo a levantarse.
-¡Llévame con él! –exigió.
-Mu, cálmate y escúchame.
La voz seria, triste de Saga le hizo obedecerle.
-Siento haberle pegado, no debí hacerlo, pero no pude contenerme. Descubrí algo sobre Shiryu que no esperaba.
-¿Qué descubriste? –Mu tenía un mal presentimiento, una sensación de que no le iba a gustar lo que Saga iba a decir a continuación. Y estaba en lo cierto:
-Está liado con Seiya.
Mu se quedó más pálido aún si cabe, mirándole incrédulo a los ojos, como esperando a que Saga riese y dijera "Es una broma" pero eso no ocurrió. Transcurridos unos segundos, se dejó caer de nuevo en el sofá y apoyó la cabeza entre las manos.
-¿Desde cuándo? –preguntó, con voz débil.
-No lo sé exactamente. Unos meses.
Saga miraba dolorido la figura de Mu encogida en el sillón. No le veía la cara, pero era evidente que la noticia le había afectado. Por desgracia, estaba en lo cierto cuando pensaba que él era un capricho y que realmente Mu estaba enamorado de Shiryu. Había sido una tontería traerlo a su casa.
-Vamos –dijo con voz quebrada- Te llevo a tu casa.
Entonces Mu levantó la mirada. Al menos tenía los ojos secos.
-No quiero ir a casa. Quiero quedarme contigo.
-Pero...
-Ayer te dije que te amaba y hoy sigo pensando lo mismo. Y pienso que... si reaccionaste así al enterarte es... es porque tú...
Al oír esto Saga se puso en cuclillas delante de Mu, de forma que sus caras quedaron a la misma altura.
-No lo digas –le pidió a Mu, cortando su frase- Quiero decírtelo yo.
Mu se quedó mirando fijamente esos ojos oscuros en los que por fin veía lo que deseaba. Saga tomó una de sus manos y la apretó contra su pecho.
-Te amo –dijo por fin. Mu sonrió dulcemente y Saga apretó más la presión de su mano, transmitiéndole con gestos lo que con palabras era difícil decir. "Amar" se quedaba corto para expresar lo que ambos sentían.
Sin que ninguno de los dos recordara haberse movido, sus bocas se acercaron como atraídas por un imán, y en el momento que sus labios se juntaron el resto del mundo desapareció. Saga fue inclinándose sobre él, tumbándolo en el sofá mientras se besaban con tal intensidad que lo más probable era que terminaran sangrando.
Las manos del Caballero de Géminis recorrían el cuerpo de Mu con decisión pero con delicadeza, mientras el Caballero de Aries se sujetaba con fuerza a su espalda, intentando dejarse llevar por las caricias expertas del mayor. Pero había algo en su conciencia que no le dejaba tranquilo.
-Saga... –jadeó, separándose como pudo de la boca de éste. El Caballero de Géminis atacó entonces su cuello, poniéndole más difícil la situación.
-Saga, detente, por favor –rogó Mu. Si Saga continuaba un solo minuto más, ya no sería capaz de separarse de él. Y debía hacerlo.
-¿Qué te pasa?
-Tengo que solucionar algo –contestó Mu tímidamente.
-¿Ahora?
-Sí. Necesito... quiero que todo esté en orden antes de...
-Entiendo. Quieres hablar con Shiryu.
-Lo siento.
-No importa.
------
Camus y Milo fueron los primeros en marcharse de la fiesta y regresar a casa. Una vez ante la puerta Camus rebuscó por todos sus bolsillos, pero no encontraba las llaves del apartamento.
-Milo, ¿tienes tú mis llaves? -le preguntó a su novio, extrañado. Siempre las llevaba encima, y juraría que hoy las había cogido también.
-No. Las habrás perdido -respondió Milo sacando sus propias llaves. Abrió la puerta y entró en el apartamento.
-Seguro... -murmuró Camus por lo bajo, siguiéndole, y luego habló en alto- Voy al baño.
-No tardes mucho -le pidió el Escorpión con voz pícara. Se quitó el abrigo, que dejó sobre una silla, y fue hacia el salón.
Camus se estaba lavando las manos cuando oyó que Milo lo llamaba.
-¡Camus! ¡Ven aquí!
-¡Ya voy! -gritó, sonriendo ante la impaciencia de su novio. Al salir al pasillo vio a Milo parado junto a la puerta abierta del salón.
-¿Por qué no entras...? -comenzó a preguntar, pero Milo le interrumpió.
-Creo que tenemos un regalito.
Camus lo alcanzó y miró al interior de la sala, siguiendo la dirección de la mirada de Milo. No pudo contener una exclamación de sorpresa... Hyoga estaba sentado en el sofá, leyendo un libro. Antes de que alguno de los dorados pudiese reaccionar, habló el rubio, mientras dejaba el libro a un lado.
-Por fin. Pensé que no llegabais nunca.
Sin más explicaciones se levantó y avanzó directo hacia ellos, mirando alternativamente a uno y a otro, como decidiendo algo. Pronto supieron lo que estaba decidiendo: a quién besaba primero. El elegido fue Camus, ya que Hyoga se desvió hacia éste. Se quedó parado un momento delante de él y luego se estiró y le besó en la boca; un beso rápido pero profundo que dejó al Caballero de Acuario sin saber qué decir.
Después de besar a su Maestro, Hyoga miró a Milo, como buscando su aprobación, y al ver que éste sonreía lujuriosamente, se acercó a él y le besó también. Iba a retirarse enseguida como hizo con Camus pero Milo ya había tenido tiempo de reaccionar y lo cogió por la cintura para que no escapara.
-Veo que has cambiado de opinión –dijo el Escorpión. Hyoga asintió moviendo la cabeza. Una voz habló junto a su oído:
-Me alegro –era Camus, que ya se había repuesto de la sorpresa. Tras decir esto, lo rodeó con sus brazos, pegándose a su espalda y comenzó a besarle el cuello. Milo se pegó a Hyoga pero por delante y le besó mientras acariciaba uno de los brazos de Camus.
Hyoga cerró los ojos y esta vez sí se dejó llevar. La boca ansiosa de Milo devoraba la suya, los labios suaves de su Maestro le erizaban la piel. Llevó sus manos temblorosas por la excitación al pecho de Milo y comenzó a desabrocharle los botones, uno por uno, hasta que por fin pudo tocar sin estorbos el musculoso pecho del Escorpión. Dibujó con sus dedos el contorno de sus pectorales, pellizcó sus pezones y deslizó su mano por el vientre firme. Sintió como la presión de las manos de Milo en su cintura se acentuaba, le agarraba con más fuerza, invitándolo a continuar. Hyoga bajó su mano hasta la entrepierna del dorado y acarició su miembro por encima del pantalón, primero con timidez, luego con más atrevimiento. En respuesta Milo le mordió el labio inferior, suspirando.
Mientras Camus había metido sus manos bajo la camisa de Hyoga y exploraba el cuerpo del rubio. Éste levantó los brazos un momento para que pudiera quitársela, y el dorado lo hizo, arrojándola al suelo. Luego Camus se libró de su propia camisa para a continuación volver a atacar la piel ahora desnuda del Cisne. Sus besos pasaron del cuello a los hombros, dando pequeños mordiscos, mientras sus manos agarraron con fuerza las perfectas nalgas del rubio.
Pronto decidieron que el resto de la ropa sobraba y se la quitaron como pudieron, sin dejar de besarse, sin dejar de tocarse en ningún momento. La tarea fue difícil, sobretodo teniendo en cuenta que hicieron todo esto avanzando hacia el cuarto de los dorados. Por el pasillo quedó un rastro de ropas arrugadas que indicaban el camino hacia dicha habitación.
Se dejaron caer en la cama y pronto los tres se convirtieron un revoltijo de cuerpos sudorosos rodando por la cama, besando, tocando, mordiendo. Camus fue el primero en decidir que no aguantaba más y atrapó a Hyoga debajo de su cuerpo. Milo adivinó sus intenciones y se apartó un poco para disfrutar del espectáculo. Hyoga también supuso lo que iba a ocurrir a continuación y por primera vez tuvo miedo. Después de todo el travieso Cisne era virgen.
Camus notó su temor y le besó para tranquilizarlo. Luego se acomodó entre sus piernas y levantó las del rubio poniéndolas sobre sus hombros. Le miró a los ojos y lo penetró lentamente, sin apartar la mirada de él en ningún momento. Según avanzaba en su interior, a Hyoga se le hacía más difícil sostener la mirada de Camus, el dolor le pedía cerrar los ojos y gritar, pero la mirada intensa de su Maestro le tenía como hipnotizado. El dolor pasaba a un segundo plano, lo único importante eran los ojos de Camus, tan azules, tan profundos.
Una vez en su interior, Camus comenzó a moverse suavemente, intentando no lastimarlo, mas era imposible. Los ojos celestes de Hyoga se empañaron con lágrimas de dolor. Milo acudió para consolarle, repartiendo pequeños besos por su cara y por su cuello, acariciándole. Camus aceleró sus movimientos y Hyoga gritó. Milo le tomó una mano y el rubio se la apretó con fuerza, mientras unas lágrimas resbalaban por sus mejillas. Por suerte lo peor había pasado ya, y el dolor fue remitiendo dejando paso al placer. Milo lo notó cuando Hyoga relajó la presión de su mano y sus mejillas se encendieron. Continuó besándole el cuello hasta que el rubio giró la cara, buscando su boca.
Camus observó cómo se besaban y esto lo excitó aún más, haciéndole embestir con fuerza contra el cuerpo del Cisne, que se arqueaba de placer. Milo deslizó una de sus manos hasta el miembro de Hyoga, y empezó a masturbarle. Hyoga tuvo que dejar de besar al Escorpión, necesitaba coger aire... Dioses... se cogió a los barrotes de la cama, sintiendo que iba a estallar en cualquier momento. Camus también estaba al límite, su miembro ardiente entraba y salía de Hyoga cada vez con más velocidad, y unas gotas de sudor resbalaban por su frente. Gimió roncamente mientras lo penetraba por última vez y se descargó en el interior de Hyoga. Éste, al sentir el semen caliente de su Maestro, llegó también al clímax, y terminó manchando la mano de Milo y su propio vientre.
Todavía jadeante, Camus se inclinó sobre él y le besó. Hyoga le correspondió con ardor, pero ninguno de los dos se olvidaba de Milo... Tras besarse entre ellos, ambos atacaron al Escorpión, tirándolo en la cama debajo de ellos, besándolo por todas partes y arrancándole gemidos de excitación. Milo les acariciaba el pelo a ambos cuando notó que se detenían en sus travesuras y que se dedicaban una mirada cómplice. "¿Qué irán a hacer ahora?" se preguntó el Escorpión. Pronto comprobó de qué se trataba. Los dos Caballeros de hielo bajaron por su torso dándole besos y pequeños mordiscos hasta que llegaron a su entrepierna. Allí se detuvieron y Camus fue el primero en lamerle juguetonamente el miembro, mirando a Hyoga mientras lo hacía. Luego se apartó y dejó al rubio el camino libre. El Cisne hizo lo mismo que había visto hacer a su Maestro. Milo estaba como en un sueño, observando (y sintiendo) encantado esta improvisada clase de sexo.
Camus tomó de nuevo el mando y lamió el miembro de Milo desde la base hasta la punta, luego se lo metió en la boca y succionó con ansia, haciendo que el Escorpión jadeara de placer. Ahora le tocaba el turno a Hyoga, que hizo lo mismo, con menos experiencia pero con muchas ganas... Milo cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, pero volvió a mirar en cuando sintió que ahora eran dos lenguas las que le lamían a la vez. Camus y Hyoga habían dejado de hacerlo por turnos...Dioses... si lo que querían era volverle loco, lo estaban consiguiendo.
Milo no aguantó mucho más esta excitante situación y se incorporó de repente. Besó a ambos y luego se colocó detrás de Camus. Éste sabía muy bien lo que su novio quería, y se colocó a cuatro patas sobre la cama. Milo lo penetró sin contemplaciones, pero Camus no se quejó.
Hyoga se recostó en la cama frente a ellos, observando fascinado a su Maestro en esa situación. Camus estaba más hermoso que nunca, su cuerpo se arqueaba con cada embestida, su rostro, con las mejillas rojas y los labios apretados, transmitía un inmenso placer.
Cuando se dio cuenta de que Hyoga le miraba, Camus le hizo un gesto para que se acercara a él. El rubio obedeció, caminó a gatas por la cama hasta él y le besó, pero Camus tenía otras intenciones, y le hizo levantarse sobre las rodillas para tener su entrepierna a la altura de su rostro... Acercó su boca al miembro erecto de Hyoga y jugueteó con él, dándole rápidos lametazos que hacían suspirar al Caballero de bronce. Después adaptó su boca al ritmo que le imponían las embestidas de Milo contra su trasero, y los tres cuerpos se compenetraron perfectamente, mientras los jadeos iban subiendo de tono. Milo fue el primero en estallar: lo que salió de su garganta en ese momento fue casi un grito, y Hyoga pudo ver una expresión en su rostro que nunca olvidaría. Camus y el rubio terminaron casi a la vez: los labios expertos de Camus llevaron a Hyoga al orgasmo, llenándole la boca con su semen mientras el dorado alcanzaba el éxtasis también.
Agotados, los tres Caballeros se dejaron caer en la cama y no se movieron durante un buen rato. Tampoco dijeron nada. Sobraban las palabras.
---------
¡Hola! Lo primero gracias por leer y por la paciencia para esperar a este capi, porque he tardado bastante en actualizar, pero cuando no estoy inspirada no puedo hacer nada!
¿Os ha gustado el trío? Sé que algunas estabais impacientes por leerlo jeje a mí me encantan estostres y este fue el resultado de mi pervertida imaginación...
Sobre Shiryu&Seiya, a mí tampoco me gusta mucho la pareja, pero me apetecía poner alguna sorpresa, y ese fue el resultado... Lady Grayson, espero que no sigas de mal humor, realmente tu review me dio miedo jajaja
