TITULO: Siempre En Tu Corazón
GENERO: Romance y Drama
RATING: R
ADVERTENCIAS: Esto es slash, además de contener m-preg, quedas advertido de eso y si eres sensible a estos temas, por favor no lo leas, si decides leerlo, es bajo tu propio riesgo, no queremos quejas al respecto.
DISCLAIMER: Todos los derechos de Harry Potter le pertenecen a J.K. Rowling y demás implicados. Nosotras no obtenemos ningún beneficio económico con ello, sólo los cogemos prestados para divertirnos y jugar un poquito con sus personajes.
RESUMEN: 8 años después de terminar su séptimo año, y de vivir alejado de todos, Harry regresa a Hogwarts muy cambiado en todos los aspectos. Severus, aunque sorprendido por el cambio, continua tratándole hostilmente, pero algo le hará cambiar su modo de ver al Gryffindor,...
NOTA: Este fic está escrito por Sailor Earth y María, quien la otra parte de Alima21, por el cumpleaños de nuestra querida amiguita Ali. Debemos comenzar a subirlo ahora para que el día de dicho cumpleños le podamos dar una sorpresita.
¡¡Mami, para ti con mucho cariño de estas dos hijas tan locas y latosas!!
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CAPITULO UNO.- Reencuentros
-¡No! ¡Me niego rotundamente, Albus!
-Severus, por favor.
-¡Te he pedido esa asignatura desde que tengo memoria y siempre te has negado! ¡Y ahora resulta que se la darás a un mocoso impertinente al cual no hemos visto desde hace 8 años!
-Lo vimos hace año y medio, cuando destruyó a Voldemort y fue el…
-Entierro del Sr. Malfoy – lo cortó Severus. Apoyó sus manos sobre el escritorio, acercando su rostro al del Director, para sisearle peligrosamente –. El cual, debo recordarte, murió por salvar el pellejo de ese cabeza dura con complejo de héroe. ¡¡Y después de eso, ese mocoso impertinente volvió a desaparecer!! – terminó dando un fuerte golpe a la superficie del escritorio.
Fawkes agitó sus alas con desaprobación ante los gritos que profería el Profesor de Pociones, obteniendo una mirada asesina a cambio del mago.
Estaba por anochecer, y la discusión que en ese momento se desarrollaba, se estaba llevando a cabo en el despacho del Profesor Albus Dumbledore, Director Hogwarts, el Colegio de Magia y Hechicería.
-Harry no es un mocoso impertinente – la voz de Dumbledore denotaba que estaba comenzando a cansarse de esa discusión
-¡Si lo es!
-No, no lo soy – vino la tranquila voz a espaldas del Profesor de Pociones.
Ambos magos se sobresaltaron ante la intromisión, los dos se giraron para observar a la figura que los veía desde la entrada del despacho del Director.
Se trataba de un hombre alto, fuerte, y de rasgos estilizados. Portaba con galanura un pantalón negro y una camisa en azul marino con puños bordados en hilos plateados, y sobre sus hombros, pendía una capa negra de verano, todas las prendas denotaban clase y una posición económica por de más desahogada. El cabello negro ya no se veía tan indomable como en su época de estudiante, era un poco más largo a como ambos magos recordaban, no demasiado, y ahora caía con gracia alrededor de su rostro, ya no usaba más esas horribles gafas, sus ojos estaban libres de ellas y parecían brillar con luz propia, mostrando una mirada madura y serena. La postura del individuo daba a notar la seguridad que poseía en sí mismo
El fénix dejó su percha para dirigirse hacia el recién llegado, éste inmediatamente levantó su brazo permitiéndole posar sus garras sobre él, para luego entonar unas notas, alegre por su llegada.
-Harry, que bueno que estas aquí – lo saludó Dumbledore, con una sonrisa amable, a la vez que señalaba la silla frente a él.
Harry avanzó con movimientos fluidos y extrañamente elegantes, pasando al lado del Profesor de Pociones, saludándolo con una inclinación de cabeza que fue respondida por un gruñido.
-A mi también da gusto verlo Profesor – le dijo con absoluta calma a la vez que tomaba asiento frente al Director.
En cuanto tomó asiento, Fawkes se posó sobre sus rodillas, permitiéndole a Harry acariciarlo con libertad. Severus frunció el ceño al notar la expresión calmada de su ex pupilo. Él recordaba al Harry Potter de hace 8 años, un chiquillo arrogante que estallaba ante la menor provocación, pero ese hombre que estaba sentado a su lado, no parecía ser el mismo chico que recordaba.
-Espero que ya se hayan instalado – inquirió el viejo Director
-Si, Dobby esta arreglando eso
-Vaya, el Salvador del Mundo Mágico no es capaz de hacer algo por sí mismo y ahora tiene que cargar a todos lados con su elfo doméstico – gruñó Snape
Harry se giró hacia él y Severus no pudo evitar sentir un escalofrío al verse reflejado en esos ojos verdes tan similares a las esmeraldas, el rostro del hombre más joven era casi inexpresivo, salvo por la ceja que se elevaba con cierta elegancia desconocida en él, pero curiosamente familiar en otra persona.
-Si Dobby viene conmigo – comenzó Harry con voz calmada y ligeramente sarcástica –, es porque su presencia es absolutamente necesaria, no para consentir los caprichos de algún Salvador.
Antes de que Severus pudiera replicar algo, Dumbledore se adelantó a la probable discusión.
-Justo le comentaba a Severus que serías tu quien impartiría la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras.
-Y Seguramente eso provocó el estallido donde me llamaron mocoso impertinente, era de esperarse – terminó con una sonrisa ladeada
Ahora fue el turno de Severus para levantar una ceja, esa respuesta no era propia de un Gryffindor, sino más bien de un Slytherin. ¿Qué le había pasado a Potter en esos 8 años para provocar ese cambio?
-Supongo que debes tener prisa – inquirió Dumbledore, intentando evitar a toda costa una confrontación entre sus dos profesores.
-Si – Harry asintió –, me gustaría terminar de desempacar y dar un paseo por el castillo, quisiera ver cuanto ha cambiado
-Comprendo – un extraño brillo inundó los ojos azules del Director –. Cuando sea necesaria tu presencia fuera de las clases se te llamará, y recuerda que cualquier cosa que necesites estaremos gustoso de ayudar, ¿cierto Severus?
El aludido le mandó una mirada asesina a Dumbrledore, que ignoró olímpicamente
-Gracias, con su permiso – sacudió un poco sus piernas, indicándole al fénix que necesitaba ponerse de pie, cuando éste se lo permitió, se puso de pie y tras una corta inclinación de cabeza, salió del despacho
-¡Ni pienses que voy a hacerla de niñera! – gritó Severus en cuanto Harry cerró la puerta
-Harry ya no es un niño Severus, es un hombre de 25 años
-¡Claro que lo es! ¡No importa que edad tenga, siempre será el mismo chiquillo altanero!
-Si le dieras una oportunidad…
-¡Nunca! Y entre menos lo vea, ¡mejor! – y diciendo eso, salió del despacho dando un portazo.
Dumbledore suspiró abatido.
-Si tan sólo supieras Severus
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Deslizó con lentitud los dedos de su mano sobre uno de los muros, acariciando las piedras que conformaban los pasillos. Se estremeció al sentir su tacto ligeramente templado, imperceptiblemente vibrante, como si el castillo mismo le estuviera dando la bienvenida. Se acercó hacia uno de los ventanales, y miró hacia el exterior.
Eran finales de agosto. La noche iba cayendo sobre el lago y sus alrededores, convirtiendo el calor en bruma. Harry sintió un escalofrío de nostalgia y de felicidad.
Sentía que pertenecía a aquel lugar.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo allí, ocho largos años para ser exactos; pero Harry estaba conciente de que no había transcurrido ni un solo día de su vida sin que recordara su estadía en Hogwarts.
Cuando se graduó, asistió a la Universidad Mágica Especialista en Auroría de Francia, quería poner un poco de distancia entre él y la Comunicad Mágica de Inglaterra que sólo esperaban que derrotara a Voldemort, le costó trabajo hacer que le permitieran irse, pero después de todo, siendo mayor de edad no podían impedírselo, y por esa razón aceptó la invitación de Madame Maxime para radicar allá por un tiempo.
La Universidad marcó una importante etapa en su vida, no sólo se había divertido un poco, también había aprendido mucho y había hecho algunas buenas amistades, pero sobre todo, había encontrado el amor, lo que ocasionaría un colapso nervioso a más de uno si se enteraran de la identidad de la persona de quien se había enamorado, en realidad, eso era algo que muy pocos sabían, porque lo habían mantenido en el más absoluto de los secretos.
Una suave vibración lo hizo volver a la realidad. Observó la palma de su mano posada sobre uno de los muros: un ligero calor emanaba de la gruesa piedra, envolviendo su mano, sonrió. Eso era lo que añoraba de Hogwarts, las sensaciones que todo despertaba en él: el desafío de subirse a las altas torres esquivando la vigilancia, el laberinto de pasillos y escaleras donde todo era posible, la algarabía del campo de Quidditch adornado con los colores de las cuatro casas; el calor de la sala común de Gryffindor...
Por esa razón había aceptado el puesto de Profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras que Dumbledore le había ofrecido, porque necesitaba revivir esas sensaciones, volver a tener un motivo más para sonreír, porque desde que la muerte le había arrebatado su amor; las sensaciones y los desafíos habían casi desaparecido.
Su garganta pareció cerrarse y su pecho se apretó mientras recordaba fuertemente cómo se había sentido cuando había estado por primera vez esta magnífica estructura. No, realmente estructura no era la palabra correcta, Hogwarts era mucho más que sólo piedra y cemento; estaba casi vivo, como lo demostraba esa magnifica calidez que le envolvía.
Según avanzaba hacia las que serían sus habitaciones, todos los recuerdos de su época escolar regresaban a todo color, vívidos y cálidos. Cuánto había echado de menos aquel lugar...
Las dudas sobre si estaba haciendo lo correcto o no, junto con otras dudas aún más serias sobre si estaba preparado mentalmente para hacer esto o no, amenazaron con atosigarlo.
¿Era lo correcto...?
¿Sería bueno para ella estar ahí...?
¿Sería lo que ambos necesitaban para recobrarse por completo...?
Más dudas como esas bombardeaban su cabeza, preguntas que no tenían respuestas, respuestas que se obtendrían con el pasar de los días. Y sin darse cuenta, ya estaba frente a las puertas de sus habitaciones. Respiró profundamente antes de abrirlas, y la vista que lo recibió, fue suficiente para hacerle saber que estaba haciendo lo correcto.
-¡¡C'est beau!! (N.A: ¡¡Es bonito!!) – gritó una voz femenina, antes de abalanzarse contra él.
Si, definitivamente era lo correcto.
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Severus azotó la puerta de sus habitaciones.
Estaba furioso.
Más que furioso, estaba iracundo.
Por fin tenía la oportunidad de impartir la materia que tanto había añorado, y llega "Nuestra nueva celebración" y se lo arrebata. No le bastó con amargarle la vida durante siete años, poner su vida en peligro por él, soportar su altanería; sino que además le arrebataba lo que tanto había deseado por años.
Bufó irritado.
Se dirigió hacia el minibar al fondo de la estancia y tomó una botella de wisky de fuego y una copa, se sirvió un trago y lo bebió de un solo movimiento. La bebida pasó a través de su garganta, quemando todo a su paso y bajando un poco la furia.
Pasó una mano por su largo cabello y suspiró.
Debía de controlarse, después de todo eran muchos años desde que Dumbledore le hacía lo mismo.
-Ya debería de estar acostumbrado – murmuró con amargura.
Pero no lo estaba.
Llenó nuevamente su copa y bebió su contenido.
No pudo por menos de acordarse de un Harry Potter adulto y maduro, muy diferente de lo que recordaba.
Dumbledore tenía razón.
Potter ya no era un niño.
Ahora era un reconocido Auror en el área de Planificación y Estrategias de Vigilancia Mágica. Había derrotado a uno de los Magos Oscuros más temidos de las últimas décadas, lo que había ocasionado que su fama aumentara a dimensiones estratosferitas, lo mismo que sus cuentas en Gringotts, en ese caso, ¿por qué dejó todo eso para un simple empleo como Profesor?
Eso era algo que le intrigaba, sin contar el actual aspecto del nuevo Profesor de Defensa: era un poco más alto que cuando salió de Hogwarts, su cuerpo se había fortalecido seguramente a los entrenamientos en la Universidad de Aurores, y sus rasgos se habían estilizado. Se parecía menos a James Potter, aunque conservaba los grandes ojos de Lily. Y no sólo eso: su actitud ya no era la del niño atolondrado e irrespetuoso, sino la de un adulto que ha superado el sufrimiento y lo ha utilizado para crecer. Y Snape se vio obligado a reconocer que estaba mucho más atractivo que nunca, con esa mirada madura y serena, de movimientos seguros y elegantes...
¡¡Maldición!! ¡¡¡Estaba pensando en Potter como si fuera una estúpida colegiala!!!
Un nuevo trago y estaba seguro que si seguía terminaría ebrio, así que dejó tanto la botella como la copa y se dirigió hacia la sala, sentándose en un sofá frente a la chimenea.
Enterró su rostro entre sus manos.
Su vida no era de color de rosa, como lo llamaban los muggles; nunca lo había sido, y sinceramente esperaba que nunca lo fuera, simplemente para él sería algo… intolerable. Una vida llena de amor y dulzura desbordantes no era para él. Por supuesto que eso no significaba que quisiera pasar los años que le restan de vida estando solo, siempre había estado solo y no quería morir estándolo.
Para ser sincero consigo mismo, ese era su mayor temor: el morir solo.
No tenía muchos amigos, bueno, en realidad, no tenía ningún amigo.
Cuando la guerra concluyó y el mundo mágico venció los viejos odios y rencores, pudo comenzar su recuperación. Pero se habían perdido muchas vidas, que entregaron su existencia por la causa, y entre esas vidas estaba una sumamente valiosa para él: Draco Malfoy.
Draco no sólo era su alumno preferido, era la representación de aquel hijo que nunca llegaría a tener. Cuando terminó sus estudios en Hogwarts, se fue a Francia a estudiar para ser Auror, sabía que la guerra era inminente, y necesitaba prepararse lo mejor posible, y siendo el último Malfoy con vida era su deber limpiar su apellido y devolverle la grandeza que una vez poseyó.
Se graduó con honores, para iniciar a trabajar como Investigador y Asesor en el área de Pociones, el salario de ese trabajo no le era necesario, pues conservaba todas las riquezas que le pertenecían a su familia, pero el trabajar como Investigador, no sólo le daría más fama a su nombre, sino que limpiaría su apellido como era su deseo. Con el pasar de los años, Draco Malfoy se convirtió en una eminencia en Pociones, reconocido por muchos por su labor y conocimientos, olvidando de quien era hijo, y la gran ascendencia de Magos Oscuros que su familia poseía.
Pese a la distancia, constantemente estaban en contacto, si no era a través de cartas vía lechuza, entonces era por esporádicas visitas, y conociéndolo como lo conocía, no le fue difícil para Severus saber que 'algo' importante le había ocurrido a su ex pupilo: se había enamorado.
Claro que nunca supo de quien se trataba, la discreción era una de las virtudes más arraigadas de Draco, pero sabía que se trataba de un hombre que lo hacía extremadamente feliz, y él se alegró por Draco.
Pero inició la guerra...
Las muertes aumentaron...
Potter logró acabar con esa oscuridad que amenazaba con invadirlos a todos, pero tuvo un alto precio para Severus Snape: la muerte de Draco.
Draco se había interpuesto en el camino de una maldición mortal lanzada a Harry Potter. Se había sacrificado. Y muchos atribuyeron ese sacrificio por la causa, pero Severus pensaba algo diferente. Él sabía que Draco no se había sacrificado por la causa, sino para que aquel hombre al que amaba pudiera tener una vida sin el temor de morir a manos de los mortifagos, y Draco sabía a la perfección que sólo Potter podía lograr eso.
Y para ser sincero consigo mismo, envidiaba a Draco por ello.
Lo envidiaba porque él sí sabía lo que era amar hasta el grado de dar su vida por aquel al que amaba.
Lo envidiaba porque seguro y él era amado de la misma forma.
Porque él, Severus Snape, deseaba tener una familia más que nada en el mundo, alguien con quien compartir los años restantes de su vida, alguien con quien envejecer, un par de niños que alegraran sus días, pero este deseo solo invocaba al lado oscuro de su sentido del humor, ¿quién, en su sano juicio, llegaría a amarlo?
Aceptémoslo, no era precisamente lo que podía catalogarse como un "hombre atractivo", con esa nariz ganchuda, su piel cetrina y ese cabello grasoso, sumándole su personalidad oscura y agria, sería un milagro, por no decir suicidio, que alguien intentara acercarse a él con otras intenciones que no fueran el insultarlo o el golpearlo.
Después de todo se lo tenía bien merecido, permitió que el rencor y el odio lo dominarán por demasiado tiempo, negándose así mismo la oportunidad de ver más allá de esos sentimientos, y condenándose a una vida cubierta de sangre y soledad. Él mismo había buscado a la soledad en un afán de protegerse de las humillaciones que había sufrido a lo largo de su vida… y la había encontrado… y ahora se rehusaba a abandonarlo…
Tal vez esa era su condena:
Vivir solo y…
Morir solo…
FIN DEL CAPITULO
María: Mira mami, por fin convencí a Sailor de hacer un Harry/Severus, claro, tuve que tomar tu guadaña prestada, jijiji, pero se las arregló para meter a Draco en el fic, sorry, pero me aseguraré de que sea un Harry/Sev, aunque esquive todos los lances de tu guadaña, jajaja.
Sailor Earth: Eeyy!! Eso no es justo, mi cuarto esta lleno de cortes, además, Draquito no ha hecho nada malo... aún, jajaja.
Sailor esquiva otro lance de guadaña.
Sailor Earth: Adiós mami, a ver si salgo viva de esta. Nos vemos en el próximo capítulo y no olviden sus reviews.
