TITULO: Siempre En Tu Corazón
ADVERTENCIAS: Esto es slash, además de contener m-preg, quedas advertido de eso y si eres sensible a estos temas, por favor no lo leas, si decides leerlo, es bajo tu propio riesgo, no queremos quejas al respecto.
DISCLAIMER: Todos los derechos de Harry Potter le pertenecen a J.K. Rowling y demás implicados. Nosotras no obtenemos ningún beneficio económico con ello, sólo los cogemos prestados para divertirnos y jugar un poquito con sus personajes.
RESUMEN: 8 años después de terminar su séptimo año, y de vivir alejado de todos, Harry regresa a Hogwarts muy cambiado en todos los aspectos. Severus, aunque sorprendido por el cambio, continua tratándole hostilmente, pero algo le hará cambiar su modo de ver al Gryffindor,...
NOTA: Este fic está escrito por Sailor Earth y María, quien es la otra parte de Alima21, por el cumpleaños de nuestra querida amiguita Ali. Debemos comenzar a subirlo ahora para que el día de dicho cumpleños le podamos dar una sorpresita.
¡¡Mami, para ti con mucho cariño de estas dos hijas tan locas y latosas!!
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tercy-S-Scloe.- Nos alegra mucho que te haya gustado. Y sip, Harry regresó hecho un sexsimbol, jajaja. Y claro, no podíamos permitirnos el cambiar a nuestro "querido" Profesor de Pociones. Nos vemos
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CAPITULO DOS.- Desirée
Afortunadamente para Severus, Potter prácticamente se pasaba los días antes del inicio de clases encerrado en sus habitaciones, sólo salía para las reuniones del profesorado, y cuando había alguna, era el último en llegar y el primero en salir, algo, que según Severus, demostraba su más absoluta falta de responsabilidad, opinión que se aseguraba muy bien en mencionarle al Director cada vez que tenía oportunidad.
Llegó el primero de septiembre, y con ello los alumnos. La selección de las casas para los nuevos alumnos transcurrió entre murmullos de excitación y sorpresa por ver al Salvador del Mundo mágico luego de prácticamente haber desaparecido durante ocho años.
Pero las sorpresas no quedaron ahí.
En cuanto la selección terminó, hubo un cambio en el usual programa del Director. Antes de que la cena fuera servida, el Profesor Dumbledore anunció a Potter como el nuevo Profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, sobra decir que el Gran Comedor se llenó de aplausos por parte de todas las casas, incluyendo a algunos Slytherin. El banquete de bienvenida transcurrió tranquilamente, y cuando algunos aún estaban con el postre, Harry se retiró a sus habitaciones para no salir hasta el día siguiente, dejando a todo el mundo perplejo en el Gran Comedor.
Esa sería la rutina que el Gran Harry Potter seguiría: sólo se le veía salir para impartir clases, sus alimentos los tomaba en sus habitaciones y no en el Gran Comedor, a excepción del banquete de bienvenida. Lo que ocasionó el inicio de ciertos rumores que iban desde enfermedades hasta la inminente locura del Salvador del Mundo Mágico, Severus se inclinaba más por ésta última hipótesis y como a él poco le importaba la salud tanto mental como física del señor Potter, simplemente se limitó a ignorar esos hechos.
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-¿Te vas otra vez? – preguntó una dulce voz.
-Ya hemos hablado de esto Ma belle - respondió Harry utilizando el sobrenombre francés que tanto le gustaba, terminando de abotonar su túnica.
-Pero... pero...
-Nada de peros Ma belle, sabías que esto sería así y aceptaste, ¿no es así? – el silencio fue la única respuesta que recibió –. Si gustas, puedes venir conmigo.
-No quiero.
-¿Y eso? El castillo es hermoso, harías bien en salir a pasear de vez en cuando, y como hay clases, seguro no te encontrarás con algún alumno travieso.
-No, me quedo con Dobby.
-Como desees – Harry se acercó a ella y le acarició el largo cabello negro –. ¿Sabes que te amo, cierto?
-Si – le dijo con una sonrisa –, y yo también.
Tras darle un beso en la blanca piel, Harry salió de sus habitaciones.
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Caminaba con paso enérgico hacia el aula donde impartiría clases, era viernes y justo en ese momento iniciaba su clase de pociones que sería con los Gryffindor del primer curso, y como siempre estaba el 'nuevo desastre imitación de Longbotton' que sólo con ponerse frente a un caldero lo hacía estallar ocasionando todo tipo de accidentes.
Finalmente llegó al calabozo donde impartiría sus clases. Hacía mucho más frío allí que arriba, en la parte principal del castillo, pero, contrario a la creencia popular, no impartía clases ahí porque le gustara el frío y el aspecto lúgubre de ahí, sino porque la temperatura era idónea para la conservación de la mayoría de los ingredientes que necesitaba.
Su sola presencia impuso el silencio, terminaba de pasar lista, cuando unos suaves golpes en la puerta lo hicieron detenerse.
¿Quién estaba tan loco como para llamar a la puerta de Severus Snape en una clase de pociones con los Gryffindor? Esperaban oír gritos en cualquier momento, pero los gritos nunca llegaron.
-Adelante – fue la escueta orden de parte de Severus.
La puerta se abrió despacio, hasta revelar una pequeña figura de larga cabellera negra y piel pálida, de rostro afilado y finas ropitas. Era una niña de unos cinco años aproximadamente quien miraba intrigada a su alrededor, con unos hermosos ojos verdes, como si buscara a alguien.
-Bu... buenos días... buscaba a... mi papá, mi abuelito Albus dijo que estaría por aquí – su voz, al principio titubeante, terminó siendo más segura.
-Obviamente, su padre no se encuentra aquí, a menos que sea la hija de algún puberto aquí presente – la ironía en la voz del Profesor no pasó desapercibida para la niña, quien inmediatamente reaccionó ante la hostilidad, irguiéndose y mirando de forma desafiante al hombre. Severus no pudo evitar una mueca burlona, ¿esa pequeña niña que apenas medía 80 centímetros osaba desafiarlo? Bien, sería divertido verla hacerlo.
-Están haciendo pociones – declaró la niña, observando los calderos humeantes con gran deleite –. ¿Puedo quedarme a ver?
-¿Qué te hace pensar que te permitiré quedarte? – le inquirió sin saber como reaccionar ante la inusual petición en una niña de esa edad.
-¿El que me portaré bien y ataré mi cabello para que alguna hebra no interfiera en la... la… con-sis-ten-cia de la poción?
Esta vez Severus si que estaba sorprendido. Esa niña de 5 años sabía más de pociones que los mocosos a los cuales enseñaba.
-De acuerdo, veamos si es capaz de comportarse – y como si lo dicho por Snape fuera una ofensa a su pequeño orgullo, la niña se irguió y caminó desafiante hacia él. Todos los alumnos de Gryffindor de esa clase observaban pasmados la escena, una niña de cinco años había desafiado a Severus Snape y encima le permitía ver la clase. Ahora si estaban seguro de que los vapores de las pociones habían afectado al Profesor.
La niña llegó hasta el escritorio del Profesor, deteniéndose a un lado, se giró y se dispuso a observar.
Severus fingió que la niña no estaba ahí, si ella sufría algún accidente, no sería su culpa, sino del padre irresponsable que le permitía vagar por el castillo mientras él hacía sabe Merlín que cosa. Internamente se preguntó si era verdad que Albus era el abuelo de esa niña.
-Ustedes están aquí para aprender la sutil ciencia y el arte exacto de hacer pociones —comenzó. La niña notó que el Profesor hablaba casi en susurros, pero se le entendía todo, manteniendo a la clase en silencio, sin ningún esfuerzo—. Aquí habrá muy pocos estúpidos movimientos de varita y muchos de vosotros dudaréis que esto sea magia. No espero que lleguéis a entender la belleza de un caldero hirviendo suavemente, con sus vapores relucientes, el delicado poder de los líquidos que se deslizan a través de las venas humanas, hechizando la mente, engañando los sentidos... – conforme las palabras llegaban a sus oídos, sus pequeños ojos se iluminaban. Él si sabía lo que realmente significaba hacer pociones. En su interior comenzó a formarse una palpable admiración por aquel hombre –. Puedo enseñarles cómo embotellar la fama, preparar la gloria, hasta detener la muerte... si son algo más que los alcornoques a los que habitualmente tengo que enseñar.
-¡Qué alguien me diga...! —Continuó Snape—. ¿Qué obtendré si añado polvo de raíces de asfódelo a una infusión de ajenjo?
Más silencio siguió a aquella pegunta.
-Nadie – murmuró, sus labios se curvaron en un gesto burlón.
-Yo lo sé – vino una suave voz. Todos se giraron para ver a la pequeña niña que había hablado.
-¿Usted lo sabe señorita...? – preguntó Snape.
-Desirée.
-Bien, y la respuesta es...
-El as-fó-delo y el a-je-njo se usan para hacer una poción para dormir.
La respuesta causó un 'oohh' general, que fue acallado por un movimiento de la mano de Snape.
-Vaya, parece que alguien aquí si leyó Mil hierbas mágicas y hongos, curioso que quien lo hizo sea una niña de 5 años y no quienes se suponen debieron hacerlo para esta clase – el comentario provocó que todos los alumnos se hundieran en sus asientos. Desirée sonrió orgullosa de sí misma –. Vamos a intentarlo de nuevo, señorita Desirée. ¿Dónde buscarías si te digo que me encuentres un bezoar?
La niña frunció el ceño tratando de recordar las palabras de su padre al respecto.
-Un... be... be... be-zo-ar es una piedra sacada del estó…mago de una cabra.
En los finos labios de Snape se dibujó una sonrisa complacida.
-Bien, ¿por qué no lo están apuntando todo?- inmediatamente se produjo un súbito movimiento de plumas y pergaminos-. Ah, y 10 puntos menos para Gryffindor por no saber las respuestas.
Enseguida, Severus los puso en parejas, para que mezclaran una poción sencilla para curar forúnculos. Se paseó con su larga capa negra, observando cómo pesaban ortiga seca y aplastaban colmillos de serpiente, terminando una ronda, regresó a su escritorio, donde la niña continuaba de pie observando la clase.
Severus observaba entre divertido y sorprendido la aguzada mirada de la niña a su lado, los pequeños ojos verdes observaban a su alrededor y cuando encontraban alguna anomalía, como un ingrediente agregado en mal momento, la pequeña frente se fruncía con desagrado, pero no decía nada, guardándose sus comentarios. Sin duda eso denotaba un carácter prudente.
Desirée observaba con atención como los vapores de las pociones se elevaban, a sus oídos llegaba el sonido del líquido hirviendo, y eso era algo que siempre le había gustado.
A ella le gustaban las pociones. Bueno, en realidad gustar era una palabra que no alcanza a describir lo que sentía cuando veía a alguien preparar una poción. La palabra correcta sería "fascinaban".
Podía recordar que desde que era un bebé, su papá la llevaba con él para verlo hacer pociones. A él también le gustaba hacer pociones, decía que era un arte, algo hermoso y de mucha ayuda, y ella creía todo lo que su padre decía. Él fue quien le enseñó a mezclar pociones y le explicaba con paciencia las propiedades de cada cosa que usaba y las posibles cosas que podrían pasar si se hacía mal. Tal vez no sabía leer ni escribir muy bien, pero sabía las propiedades de muchas hierbas mágicas que se utilizaban en pociones. A ella le gustaba pasar el tiempo con su padre en el laboratorio, las horas pasaban y ellos seguían ahí hasta que algún elfo o su papá fuera a sacarlos de ahí...
Una expresión de tristeza surcó sus finas facciones.
Pero esos tiempos habían terminado. Ella había dejado de a ir al laboratorio de su casa, en realidad, había decidido nunca más ver a alguien haciendo pociones... hasta ese momento...
Pasados 30 minutos, el Profesor notó como la niña cambiaba disimuladamente su peso de un pie a otro. Sonrió internamente, ella estaba cansada más no decía nada al respecto, lo que hablaba de mucho orgullo. Con un movimiento disimulado de su varita, hizo aparecer un cómodo silloncito. La niña lo observó con cierta reticencia, para luego mirarlo a él con una curiosa mezcla entre ofendida y agradecida, Severus sonrió de lado cuando la niña se sentó y alisó su túnica para que no quedaran arrugas.
La clase continuó como era habitual, Gryffindor perdió algunos puntos entre regaños, sanciones y suaves risas provenientes de la niña misteriosa. Al finalizar la clase, Severus se dispuso a averiguar todo de esa niña, sin embargo, la misma había desaparecido junto con todos los alumnos, dejándole intrigado por quien sería esa pequeña que poseía tal inteligencia y ese toque… Slytherin...
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-¿Y qué hiciste mientras no estuve? – preguntó Harry.
-Salí.
-Oh – una suave sonrisa se dibujó en el rostro del Profesor de Defensa –. ¿En serio? – un ligero asentimiento fue su respuesta –. ¿Y te gustó lo que viste? – esta vez una sonrisa le confirmó lo que sospechaba –. Me alegro.
-¿Puedo salir de nuevo?
-Por supuesto Ma belle, todas las veces que lo desees, sólo ten cuidado de no tener o provocar un accidente.
-¿Quién crees que soy? – preguntó ofendida, lo que arrancó una carcajada de parte de Harry.
-Sólo lo digo para que no te metas en problemas, y si llega a suceder llama a Dobby o a alguno de los fantasmas e irán a avisarme, ¿de acuerdo?
-Sí.
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Pronto ver a Desirée en muchas clases de pociones se hizo costumbre. Entraba junto con los alumnos, se sentaba en ese pequeño sillón y observaba para luego salir junto con ellos de nuevo. Algunas veces, llevaba un pequeño caldero y un mini kit de ingredientes, y bajo la atenta mirada del Profesor Snape, hacía alguna sencilla poción que éste le encomendaba.
Obviamente esto desató todo tipo de rumores, desde que Desirée no era más que el fantasma de una niña muerta en un accidente de pociones por lo que ahora estaba condenada a seguir haciéndolo, cosa que los Ravenclaw desmintieron pues era muy sólida como para ser un fantasma; otros aseguraban que era una hija de Snape, pero la niña era demasiado bonita para serlo, así continuaban los rumores, desde los más descabellados hasta los más simples y comunes, pero ninguno acertaba a la verdad.
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Ya habían pasado varias semanas y casi no había visto a Potter, prácticamente no salía de sus habitaciones salvo para dar clase, y por más que los rumores respecto a su inminente locura seguían, nadie hacia nada para desmentirlos, ni siquiera Dumbledore, quien estaba sumamente complacido por el desempeño de su ex pupilo.
Se dirigía rumbo a la sala de Profesores, era aún muy temprano para que algún otro profesor estuviera ahí, así que podría corregir un par de ensayos que aún le faltaban, y tomar una taza de café sin ser molestado. Llegó al salón y entró, sorprendiéndose al ver que no era el único que había pensando en adelantarse a sus compañeros de trabajo.
-Buenos días Severus – lo saludó Harry.
-¡Señor Potter! – Murmuró sarcásticamente, haciendo especial énfasis en el apellido – Vaya, por fin se digna a dejarse ver nuestra... celebridad.
El eco del sarcasmo quedó flotando en el aire como una nube de humo. Ambos recordaban perfectamente el terrible primer día de Harry en clase de pociones, al que aludían las palabras de Snape. Pero Harry no deseaba remembrar ese tipo de situaciones, ni mucho ayudar a desarrollarse una pelea con un colega.
-Sí, es obvio que lo sigo siendo.
Snape palideció ligeramente. La respuesta dada por Potter, no era ni remotamente parecida a la que esperaba.
-No pensé que los leones fueran tan madrugadores – murmuró, tomando una taza y llenándola de café, al mismo tiempo que intentaba que la presencia de ese hombre no le afectara.
-Bueno, la mayoría no lo son, pero yo no me he caracterizado por seguir los estereotipos, ¿cierto? – le respondió, colocando unos cuantos libros que le servirían para su clase de la próxima semana. Ambos se sentaron en la mesa, frente a frente.
-Cierto. Los Gryffindor suelen ser bastante emocionales e incontrolados, algo que por supuesto usted debe saber mejor que yo.
Los ojos de Harry se llenaron de cólera durante un segundo, Severus sonrió ante ello, esto era algo que podía manejar mejor la cólera, el odio... pero con lo que Severus no contó, fue con que esa cólera fuera rápidamente desechada, lo que sorprendió enormemente al Profesor de Pociones.
-Ciertamente puedo concordar en ese punto... sin embargo yo no soy exactamente un Gryffindor, tomando en cuenta que la primera opción del Sombrero Seleccionador fue enviarme a Slytherin – la revelación tomó por sorpresa a Severus.
-Sin embargo – respondió reponiéndose de la sorpresa –, su comportamiento durante los pasados años desmienten una actitud Slytherin – le respondió –. Siempre jugando al héroe, tal y como lo haría un Gryffindor.
-Yo no jugaba al héroe, si bien es cierto que tengo un complejo de heroísmo – aceptó haciendo una mueca de disgusto –, no se trataba de un juego, simplemente hacía lo que podía. En primer año en Hogwarts, nadie, salvo Ron y Hermione, me creyeron acerca del peligro que corría la Piedra Filosofal, obviamente tuve que actuar; en segundo... Ginny era la hermana de mi mejor amigo, las circunstancias nos envolvieron, pues cuando fuimos a pedir ayudar a Lockhart, éste quiso desmemorizarnos, así que no nos quedó más remedio que ir nosotros, además, si no hubiera enfrentado al basilisco probablemente todos hubieran pensado que yo era el heredero de Slytherin, por otra parte la alternativa era que la escuela cerrara y yo ciertamente no tenia ningún deseo de volver a casa de los Dursley...
-En tercero, los hechos me envolvieron y actué como considere seria mejor y en los años subsecuentes... bueno, nuevamente no tuve demasiadas opciones, además debes convenir conmigo que en todas esas ocasiones no tuve toda la información adecuada para cambiar mis actos.
Severus miro estrechamente al joven de cabellos negros, él ciertamente nunca había visto las cosas desde ese punto de vista, y tenía que aceptar que Potter tenía mucha razón en lo que decía. Siempre se le ocultó información y con lo que sabía, era lógico que actuara de esa forma tan precipitada...
-Me disculpo entonces por asumir que tratabas de cumplir con tu papel de héroe engreído – le dijo con tono neutro.
El comentario provocó una sonrisa genuina en el rostro de Harry, lo que provocó que un escalofrío recorriera la espina dorsal de Severus, al saberse el receptor de esa sonrisa. Sin embargo, su rostro no expreso expresión alguna que delatara su estremecimiento.
Nunca antes hubiera pensado que algún día escucharía una disculpa de labios de Severus Snape... Aunque interiormente se dijo, que ese hombre sentado frente a él, no era el mismo que había tratado de hacer su vida miserable durante su época estudiantil; Severus Snape de cierta manera le parecía mas humano... y eso le gustaba.
-Siendo así, me disculpo por todas las veces que actué como un héroe al más puro estilo Gryffindor y asumí que eras un viejo grasoso y amargado.
Severus abrió los ojos, Harry se había disculpado con él y al mismo tiempo le había dicho en la cara lo que probablemente dos tercios de la población estudiantil deseaban, muy Slytherin de su parte.
Harry sonrió ante la evidente confusión del hombre.
-Ahora si me disculpas, Severus, tengo que dar clase. Con tu permiso – y sin más, tomó sus cosas y salió, dejando a un Profesor de Pociones totalmente confundido en ideas y sentimientos.
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Estaba por llegar a sus habitaciones, realmente necesitaba un descanso, la conversación que había sostenido con Potter esa mañana, había sido más exhausta que algunas de sus misiones como Mortifago. Bueno, de acuerdo, estaba exagerando, pero es que realmente nunca se había imaginado poder tener una conversación civilizada, entiéndase: sin insultos, sin golpes, sin hechizos, sin amenazas, y el sólo hecho de haber sucedido, lo había desgastado, pues todo el día estuvo remembrando cada detalle de esa conversación, desde las palabras, el tono de voz calmo, los ojos verdes que refulgían con braveza para luego hacerlo de forma más pacifica, pero sobre todo… las sonrisas.
Nunca había visto sonreír a Potter, o al menos no una sonrisa que fuera dirigida a él, pues lo menos que se dirigían eran maldiciones, y el haber recibido una sonrisa de parte de él, lo había alterado un sin fin de emociones que hicieron mella en él en ese microsegundo.
Algo, que sin duda lo tenía alterado.
Sus pensamientos seguían girando en torno a Potter, el radical cambio que había sufrido en esa larga ausencia, la madurez y la belleza habían hecho mella en él…
De un momento a otro el ruido de una explosión que venía de los calabozos lo hizo saltar.
Rápidamente se acercó al lugar de donde provino, abriendo la puerta de un golpe, teniendo que retroceder unos pasos y cubrirse los ojos debido a la fuerte luz que casi lo deja ciego.
Cuando la intensidad disminuyó y pudo abrir los ojos se encontró con la habitación intacta. No había rastros de ninguna explosión, la única diferencia era que toda ésta estaba brillando. Bueno, no propiamente brillando. Era como una especie de destellos en tonos tornasol, sin bien en algunas partes podían ser de un color rosado, en otras podía ser azul, amarillo o verde. Cada mesa, cada silla, cada muro, casa cosa de aquella habitación estaba lanzando esos destellos, dando la apariencia de un extraño firmamento. Incluyendo a la niña que se encontraba sentada en medio de la habitación, presa de un ataque de tos debido a los resquicios de la explosión.
-¡¡Desirée!! – La llamó el Profesor Snape, a la vez que se acercaba a ella para comprobar que no estuviera herida – ¡¿Qué hiciste?!
-¡Profesor Snape! – gritó la niña al mismo tiempo que se levantaba con un movimiento que intentó ser elegante, pero que falló al ser presa de un nuevo ataque de tos –. Intenté hacer la Solución Chispeante. ¿Lo hice bien? – le preguntó a Severus, quien tuvo que suprimir una carcajada que amenazaba con salir de sus labios.
-Me parece que no mediste bien algún ingrediente
-Si lo hice – respondió en el acto, ofendida porque se le insinuara no haber hecho algo bien. Snape, notando el cambio de actitud, se irguió haciendo más notoria su altura en comparación con esa pequeña y le preguntó con tonó práctico
-¿Qué cantidad agregaste de polvos de Hadas?
-Un octavo de onza – respondió con presteza. Severus asintió conforme
-¿Cuántas gotas de agua de lluvia?
-17
-¿Pétalos de orquídea salvaje?
-Dos
-¿Utilizaste arista luminiscente o Marcasita con Cuarzo?
Desirée estuvo a punto de responder, pero en el último momento, guardó silencio, lo que provocó que Severus elevara una ceja de forma un tanto burlona, que provocó el sonrojo de la niña.
-Marcasita con Cuarzo – murmuró ella
-Lo supuse – le dijo él observando los destellos a su alrededor –. Los polvos de la Marcasita con Cuarzo hicieron que el vapor se extendiera y afectará todo lo que tocaba – explicó Severus.
-Pero cuando hicieron la Solución Chispeante, usted dijo que no importaba si era Marcasita con Cuarzo o arista luminiscente.
-Sí, pero la diferencia entre uno y otro, radica en…
-La ines-ta-bi… bili-dad de sus propiedades – balbuceó ligeramente apenada
-Exacto, debiste preparar antes la Marcasita con Cuarzo para que no se expandiera con los vapores.
-Oh – Desirée lo miró con grandes ojos llenos de admiración
-Ven, vamos a reparar este desastre y a quitarte todo ese brillo, cuando intentes hacer la poción nuevamente, toma en cuenta lo que te dije.
-Si Profesor.
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Varios días habían pasado desde su conversación con Potter, la cual no había dejado de perseguirlo en todo momento, con el deseo oculto de que volviese a repetirse. Pero, al parecer, el destino estaba en su contra, pues no volvió a encontrarse a solas con el Profesor de Defensa.
Aunque el destino le tenía preparado un encuentro, lejos de ser agradable para él.
En esos momentos caminaba con paso enérgico hacia su primera clase de pociones del día que sería con los Gryffindor y Slytherin de cuarto curso. Tan ensimismado iba que no se percató de que alguien se acercaba en sentido contrario a él, hasta que chocó contra esa persona, ocasionando que un par de libros cayeran de sus manos.
Ambas personas se inclinaron para recoger los libros, y Severus se encontró con una mano fuerte en donde una sortija de oro con símbolos celtas grabados en su superficie rodeaba el dedo corazón. Severus conocía ese tipo de símbolos, los cuales representaban un enlace, un matrimonio.
Inmediatamente levantó su vista, para encontrarse con unos ojos verdes que le miraban de forma interrogante.
-¿Algún problema, Severus? – le preguntó Harry, notando la expresión de sorpresa en el adusto rostro del Profesor.
Rápidamente la sorpresa fue sustituida por una expresión arisca, ocultando de igual forma la creciente ira que se agolpaba en su pecho.
-¿Y... dónde se encuentra la señora Potter? – le preguntó sin romper el contacto visual. Harry frunció el ceño –. No me engañe Potter, esa sortija sólo significa una cosa: matrimonio.
-Muy cierto, eso es lo que significa – fue la tranquila respuesta – Y si me disculpas Severus, tengo que ir a dar clase.
Y sin permitirle decir palabra alguna, Harry se retiró, dejando a un Severus lleno de emociones contradictorias.
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(Sailor y María se refugian bajo el escritorio huyendo de las maldiciones de Ali)
Sailor Earth: ¡No te enojes mami! ¡Era necesario! Además María me obligó
María: ¿Yo? De eso nada maja, lo hiciste tú, como siempre
Sailor Earth: ¡Se los advertí! ¡Draquito haría de las suyas! Jajajaja.
(El filo de la guadaña de Ali encajándose en el escritorio las hizo callarse de repente)
Sailor Earth: Eeehh… entendimos la indirecta
María: Mejor nos vamos
Sailor Earth: Si, antes de que mejore su puntería.
María: No olviden sus comentarios, los necesitamos para seguir vivas
