Al fin se encontraban, parecían presa y cazador. Acorralados en la esquina de la vacía estancia Él clamó la exclusividad de su cuello, de aquella esencia que sabía solo suya, de su cuerpo.

Bajó sus dedos introduciéndose dentro de la molesta túnica, hacia aquella zona que tanto tiempo le había sido negada y ahora parecía rendirse. Cuando su mano tocó el objeto de deseo su victima no pudo evitar un gemido de placer. Ahora era suya, era su presa, su premio. Algo tan etéreo y tan puro que hacía que su cuerpo se encendiera tan solo pensar en poder corromperlo una vez más.

Indefensa ante las manos desnudas de Él, su victima se debatía entre placenteros espasmos cuando sus dedos decidían jugar con la zona prohibida.

Con la otra mano el cazador se peleó con los botones en la oscuridad hasta que también estos quedaron obsoletos como la resistencia de la victima, dejando al descubierto la belleza de su cuerpo perfecto y frágil, dejándolo a su merced que no desaprovecharía, no esa noche.

Poco a poco las piernas de su presa fueron cediendo a los experimentados movimientos del cuerpo del cazador y le hicieron tumbarse en el suelo, sobre la túnica.

Ahora en una postura más cómoda Él se inclino sobre su víctima, dispuesto a provocarle más que simples gemidos. Posó sus labios sobre los del cuerpo sometido a su voluntad e introdujo la lengua en su boca, explorando cada rincón, batiéndose en feroz batalla con la otra.

Observó mientras los ojos delirantes de su víctima, pedían más y más aunque no decían nada. Decidió pasar a otro juego. Fue bajando por el cuerpo de la presa rendida, acariciando con su boca cada rincón escondido, deleitándose en los rosados puntos en el centro del pecho, bajando hasta encontrarse cara a cara con la fruta prohibida, solo pensar que realmente podía mancillar ese punto una vez más lo volvía loco de excitación.

Su boca avanzó como un ciclón hacía el centro del abismo. Jugando con su lengua conseguía provocar gritos de placer a la presa, frases incoherentes, espasmos de violenta lujuria...

-¡Harry!...-gritaba su víctima apenas sin aliento.

Potter se despertó sudando y confundido en su cama, había tenido ese sueño otra vez y otra vez había disfrutado como nunca.

Observó la imponente erección bajo las sabanas, después cogió de nuevo la foto, el rostro que a su pesar tanto deseaba

-Draco...-dijo en un susurro