Capítulo 3: No se puede escapar al destino
Un día, Sirius y yo mantuvimos una conversación… le conté muchísimas cosas de mí. Le conté todo… como nunca me había sentido valorada por mi familia… como había deseado entrar en Slytherin para que eso cambiara… la mirada de dureza que me lanzó mi madre cuando supo que mi casa era Gryffindor… pero sobre todo recuerdo la mirada de Bellatrix. Narcissa no se preocupaba ya por mí, hacía tiempo que había dejado de hacerlo… pero bellatrix seguía manteniendo la esperanza de que yo fuera más como ella y menos como Sirius…
Al llegar a este punto, detuve mi relato y lo observé, expectante.
-Tú no eres como tu familia, Andrómeda, eres especial… una chica valiente y sincera. No como esas estúpidas de tus hermanas, que verdaderamente se merecen la casa en la que están… -dijo él.
No pude evitar sentirme halagada y seguimos hablando… pronto supe todo lo que hacía con sus amigos… porqué se llevaban tan mal con Severus Snape… ese que iba siempre detrás de mi prima bella como un perrito faldero…
Pronto nos reuníamos todas las noches para hablar… y, a veces, me descubría a mí misma mirando sus ojos negros, perdiéndome en ellos… hasta que una de esas veces…
No sé como describirlo, pero noté que Sirius me miraba intensamente. Empezó a acercar sus labios a los míos… pero yo me puse tensa y él se dio cuenta…
-Lo siento- dijo- es tarde- y salió de mi habitación.
