DONDE SEA QUE YO ESTE

Capitulo 1. El principio del fin

Yuki Eiri miró en torno a su departamento y le dio otra pitada a su cigarrillo. Ya casi estaba amaneciendo y todavía no se había ido a dormir. En realidad hacía dos días que no dormía pero el cansancio que sentía no era por la falta de sueño. Su Laptop zumbaba frente suyo pero él no la había tocado en meses, solo la había prendido para tener algo para mirar. El escritorio estaba lleno de paquetes de cigarrillos y latas de cervezas vacíos. Lentamente el escritor cerró sus ojos y con tristeza reflexionó sobre el último año de su vida

Un año antes…

Una voz cortó el aire mientras un joven saltaba por el departamento oscuro.

-YUKI!- gritó y más o menos se tiró encima de su amante. El hombre más alto giró sus ojos y más o menos sonrió.

-Shuichi, vas a despertar a todo el edificio si no te calmas,- susurró el escritor pero abrazó el cuerpo apretado al suyo.

- Lo siento Yuki. Olvidé lo tarde que era, - el torbellino de energía se desvaneció entes de que empezara a toser. – Odio estar enfermo. – Eiri pasó su mano por el cabello rosa.

- No deberías cantar cuando tienes esa tos, - dijo suavemente.

- Lo se pero necesitamos terminar el disco esta semana así que la tos tendrá que esperar. – Yuki giró sus ojos nuevamente.

- Hazte un poco de té, estaré contigo en cuanto termine este capítulo, - dijo el rubio antes de separarse gentilmente de la genki (animado, jovial G.L.) masa rosa que tenía sobre su falda. .

- Esta bien, - asintió Shuichi y trotó fuera del pequeño cuarto. Si hubiese sabido desde el principio que Shuichi lo habría dejado solo para poder hacer su trabajo en paz, si solo lo hubiese preguntado gentilmente, probablemente las cosas hubiesen sido mucho más fáciles.

Cinco años antes Yuki había actuado diferente con su joven amante pero el tiempo se las había arreglado para romper parte del muro que lo rodeaba. Eiri no era el único que había cambiado con los años. El cantante se había vuelto más fuerte y se había calmado un poco, solo un poquito pero esto también significaba que el mundo se había convertido en un lugar más seguro para los oídos sensitivos, también había dejado de llorar cada vez que el escritor le hacía algo frió o malo. Eso no pasaba tan a menudo como antes. El rubio le sonrió a su amante y volvió con la Laptop. Siempre le había sorprendido que se las hubiesen arreglado para seguir juntos todo ese tiempo y él sabía muy bien que quien había luchado más duro para llegar a esa meta fue Shuichi. El cantante se había negado a renunciar aún cuando había sido herido tantas veces por todas las palabras duras y las maldades que Yuki le había hecho. Todavía se peleaban y el escritor todavía podía perder los estribos pero nunca como antes. Un cantante genki había cambado su estilo de vida y a Eiri no le importaba para nada. El escritor se sonrió. Se dio cuenta que no iba a poder escribir nada más esa tarde así que apagó su laptop y se alejó de la silla en donde había estado sentado por horas.

Un ruido lo sacó de su sueño y frunció el ceño. Usualmente Shuichi no se levantaba tan temprano como él así que Yuki abrió sus ojos para ver si su amante estaba todavía en la cama. Escucho el ruido de nuevo. Tos. El escritor frunció profundamente el ceño y se levantó de la cama. No le gustaba el sonido de esa tos y lo siguió hacia el baño. Lentamente empujó la puerta y lo que vio, lo paralizó. Una figura pequeña inclinada sobre el inodoro sacudiéndose por la tos que sonaba como si tratara de sacarle las entrañas afuera.

- Shu? – preguntó Yuki suavemente y se arrodilló a su lado. Su amante jadeó y lo miró. Estaba a punto de decir algo cuando otra ola de tos seca profunda lo interrumpió. Era tan fuerte que tuvo que vomitar. El escritor rodeó los hombros de Shuichi con su brazo y trató de calmarlo. – Hace cuanto tiempo que es tan fuerte? – preguntó aunque sabía que su amante lo le iba a poder responder. Las ropas del hombre más pequeño estaban empapadas con sudor y sus ojos inyectados en sangre por el toser tan fuerte. Después de lo que pareció la mitad de una vida la tos finalmente murió y Shuichi se hundió en el suelo. Preocupado y asustado Eiri levantó a su amante y lo llevó a la cama. Cuidadosamente el escritor le quitó la camisa y los pantalones empapados y comenzó a limpiarlo con una toalla húmeda. Shuichi todavía estaba luchando para conseguir suficiente aire y su cara estaba pálida.

- Yo… siento haberte despertado, - jadeó y se estremeció debajo de la toalla fría. Yuki frunció el ceño.

- No seas estúpido Shu! Hace cuanto tiempo que es tan fuerte? – La voz del rubio era dura pero no de enojo.

- Solo esta semana. No es nada, en serio Yuki. Estaré bien en un par de días. – Yuki lo miró enfurecido.

- Vas a ir al doctor mañana! Si no es solo, vas conmigo! – gruñó – No es normal la tos que tienes. –

- Pero yo… -

- Nada de peros Shuichi! Mañana llamo al medico a primera hora de la mañana y te voy a arrastrar gritando y pataleando si es necesario! – El hombre más pequeño hizo pucheros y le devolvió la mirada enfurecida a su amante.

- Esta bien! Voy a ir pero solo… si eso esta bien para ti Mami, - el cantante murmuró sarcásticamente con su voz cansada. Se ganó otra mirada iracunda del rubio. En vez de contestarle Yuki lo arropó con el acolchado y se fue a buscar una manta. Estaba preocupado por Shuichi. Los resfriados eran una cosa pero esa tos era algo más.

Shuichi salió lentamente del hospital y se dirigió a casa. Tenía cara seria y sus ojos llenos de lágrimas. Las palabras del doctor todavía le hacían eco en su cabeza y trato desesperadamente de quitárselas de la mente. Era la tercera vez que iba al hospital esa semana y todavía no le había dicho a Yuki. No podía, no quería. Mientras se acercaba a su edificio borró la mirada triste de su cara y la remplazó por su sonrisa alegre de siempre. Se sintió culpable por un momento antes de abrir la puerta y entrar a su departamento.

- Ah aquí estás,- dijo una voz suave y Shuichi sonrió a su amante.

- Siento llegar tarde me retuvieron mucho tiempo. Los fans no tienen piedad. – Yuki gruñó algo y se le acercó. Pero en vez de venir deseoso de ser besado y abrasado, como lo hacía normalmente, el cantante se dirigió a la cocina. – Voy a cenar ahora mismo. – Ignoró la mirada confusa que le dio el escritor quien lo siguió y puso una mano en su hombro.

- Pasa algo malo Shu? – preguntó y giró al hombre más pequeño para verlo a la cara.

- No, todo esta bien, - Shuichi sonrío y siguió su camino. – Es solo que estoy realmente hambriento.-

- Hn – Pudo sentir la mirada de Yuki clavada en su espalda por un momento antes de que se fuera. En cuanto estuvo solo Shuichi dejó caer su sonrisa. Por que no puedo decírselo? El cantante se preguntó a si mismo.

Eiri tanteó por su amante y se despertó cuando sus manos no encontraron nada. Era la cuarta vez esa semana que se levantaba y se encontraba solo en su cama. Pero algo le dijo que había estado durmiendo solo por un tiempo. Silenciosamente se levantó y fue al living. Igual que las otras veces encontró a Shuichi dormido en el sofá. Algo no estaba bien pero por alguna extraña razón su amante se rehusaba a hablar de ello. No habían estado juntos por más de una semana y cada vez que el rubio intentaba acercarse el cantante lo rechazaba, inventando excusas. Para alguien que amaba tanto el contacto físico, como Shuichi, no era un comportamiento normal pero no importaba cuan fuerte lo presionara Yuki para decirle que pasaba, el hombre más joven no cedía.

- Shu que es lo que pasa? – el rubio le preguntó a su amante dormido. – Es algo que yo hice, no es así? – Dolía no saberlo, ser excluido así, pero que podía hacer? Tendría que esperar hasta que Shuichi estuviese listo para contarle.

Con un suspiro triste y profundo Yuki volvió a la cama. Quizás él no quiere que me contagie el resfriado? Reflexionó en escritor mientras clavaba la mirada en el techo. Quizás no me ama más? Eiri se estremeció ante esa idea. Perder a Shuichi sería más de lo que él podía manejar. Durante esos últimos años su amor por el cantante genki había crecido tanto que la mera idea de estar sin él hacía al novelista completamente insensible. La tos familiar lo sacó de sus pensamientos. Sin embargo paró rápidamente y después de un tiempo Yuki escuchó que se cerraba la puerta del frente. Confundido se levantó nuevamente y se fue a la ventana. Vio a su amante caminar lentamente fuera del edificio e inclinarse. Aunque el rubio no podía escucharlo sabía que estaba tosiendo muy fuerte.

- Por que estás tratando de esconderme esto? – Preguntó Yuki mientras miraba al cantante de cabello rosa desaparecer en la esquina.

Cansado de toser Shuichi calló de rodillas mientras vomitaba una y otra vez. Era peor que nunca y lo único que lograba escupir era flema mezclada con sangre. Le dolían la cabeza y los pulmones y su cuerpo estaba empapado de sudor. Temblando se secó la cara. El cantante sabía que no iba a poder ocultarle su secreto a su amante por mucho más tiempo pero él no sabía que decirle, como explicarle. Sin embargo iba a tener que decirle algo ya que en tres días se iba del país. Tenía que haber alguna manera, alguna en la que Yuki no se tuviese que enterar. Cansado y con dolor en todas partes Shuichi se levantó del suelo y comenzó a caminar lentamente. Tenía que hablar con alguien. Pero en quién podía confiar? Después de un momento asintió con la cabeza. El cantante se detuvo en la vereda y esperó pacientemente hasta que vio un taxi y le hizo señas. Resoplaba cada vez que respiraba y tuvo que repetir dos veces antes de que el conductor entendiese a donde quería ir. Cuando el auto paró nuevamente le pagó al hombre y lentamente se dirigió a la casa que estaba frente suyo. Era tarde pero todavía había luz en uno de los cuartos. En vez de tocar el timbre Shuichi fue hacia la ventana y discretamente la golpeo. Una cara se asomó y lo miró confundido.

- Qué estás haciendo aquí? – Preguntó el hombre después de haber abierto la ventana.

- Necesito hablarte, por favor, - El cantante suplicó

- Te dejaré entrar. –

Thoma sonrío a su cuñado.

- Por supuesto que tienes que ir Eiri, - objetó y recibió una mirada furiosa del hombre más alto.

- No puedo dejar a Shuichi, él no esta bien! –

- Eiri él no es un niño! Y si tú estás tan preocupado por él te prometo cuidarlo en tu lugar, - suspiró Thoma. – Estarás fuera solo por cinco días. – Sabía que Yuki cedería si él insistía bastante. – Además Shindou-san y el resto de la banda estará en Kyoto del miércoles al viernes. –

- No creo que debería ir Thoma. Él no esta bien! – El rubio más alto gruñó disgustado. – Él tendría que estar en cama! –

- Te has convertido en toda una Madre Eiri, - Thoma rió por lo bajo suavemente. – Te dije que lo cuidaría, él estará bien y tú también. – Por un momento Yuki lo miró antes de suspirar.

- Está bien, está bien iré! Pero solo porque me estas criticando por ello, - El escritor gruñó. Thoma sonrío cálidamente y palmeo el hombro del hombre más joven. – Y asegúrate de que descanse lo suficiente! –

- Lo haré Eiri, lo haré. Ahora ve a empacar que la limousine te vendrá a buscar en media hora. – Yuki lo miró por un momento y luego sacudió sus manos en el aire. – Por qué nadie se ocupa de sus propios problemas? – preguntó en voz alta y corrió al cuarto a empacar. En el instante en que el escritor salió la sonrisa en la cara de Thoma murió.

- Siento engañarte así Eiri pero hice una promesa. –