Capítulo 2. Abandonado
Tiempo Presente
Yuki suspiró y volvió a la realidad por un tiempo. Lentamente se levantó de su
silla y comenzó a pasearse por el departamento vacío. Después de haber caminado
de aquí para allá por diez minutos se detuvo en frente del estereo y puso un
CD. La voz suave que cantaba para él comúnmente le calmaba la mente. Era uno de
los hits de Bad Luck, una balada triste sobre amantes abandonados que no era
exactamente lo que quería escuchar. El escritor frunció el ceño y eligió otra
canción. La poderosa voz de Shuichi junto con la música alegre llenó el
departamento. Satisfecho con la música Yuki se perdió en el tiempo nuevamente
Un año atrás…
- Idiotas! – Gruñó Eiri mientras se abría paso por la multitud. Realmente odiaba caminar a través de alfombras humanas, especialmente cuando estaba apurado. Su avión se había demorado tres horas y el escritor estaba al borde de un ataque de nervios, listo para pegarle al próximo rostro que se cruzara en su camino. Cuando finalmente logró salir del aeropuerto suspiró aliviado. – Ahora, dónde esta Thoma? – murmuró y miró a su alrededor. Su cuñado había prometido ir a buscarlo. Frunciendo el ceño Yuki se dio cuenta que nadie lo iba a ir a buscar. Gruñendo y molesto más allá de lo imaginable le hizo señas a un taxi y casi le arranca la puerta en su deseo por meterse al auto. Le dio al conductor la dirección de su casa y se recostó en el asiento. Le voy a cortar la cabeza a Thoma por esto, Yuki se prometió a si mismo mientras el taxi lo llevaba a casa. Y después de eso voy a pasar una semana en la cama con Shuichi!. El escritor se sonrió con esa idea. Había extrañado a su amante como un loco y todavía estaba un poco preocupado ya que no había tenido ni noticias de él. Bueno, si el cantante se había recuperado de la gripe probablemente K lo tendría secuestrado en el estudio. Yuki hizo una mueca cuando se acordó del manager de su amante.
- Americano loco agitador de armas, - murmuró en voz alta. El conductor estacionó en frente de su edificio y el rubio le pagó antes de correr dentro. Con una sonrisa en su rostro abrió la puerta y casi se tropieza con la pila de cartas tiradas en el suelo. – Hm esto es raro, - frunció el ceño y se inclinó para levantarlas. Todavía extrañado cerró la puerta y miró a su alrededor. Algo no estaba bien con su departamento. Sentía como que todo había sido movido. – Shuichi? – Ninguna respuesta. Yuki buscó por todo el departamento solo para darse cuenta que su amante no se encontraba allí. Esto no esta bien, suspiró para si mismo, algo esta mal. El rubio se detuvo en el dormitorio y echó un vistazo. Otra vez tuvo la sensación de que todo había sido movido aunque parecía que todo estaba en su lugar. Frunciendo el ceño Yuki fue hasta su mesa de luz y abrió uno de los cajones. El gesto de sus cejas se hizo más profundo cuando vio que las cosas que estaban en el cajón habían sido ordenadas. – Quién demonios hizo esto? – Preguntó en voz alta y tiró su saco en la cama. – Shuichi? – No, su amante nunca revisaría sus cosas, especialmente las cosas de ese cajón. Sonó el timbre y lo distrajo de sus preguntas. Yuki miró fijamente al hombre parado en su puerta. Por un momento quiso arrancarle la cabeza pero desistió y se hizo a un lado.
- Supuse que ya estarías en casa Eiri. – El otro hombre entró y tomó asiento.
- No se suponía que me irías a buscar al aeropuerto? – El escritor preguntó pausadamente y le hecho una mirada furiosa a su cuñado.
- Eiri algo pasó mientras estabas fuera. Traté de avisarte pero… -
- Termina con esa mierda Thoma! Dónde esta Shuichi y quién carajo estuvo revisando el departamento? – El rubio más pequeño bajó su cara hacia el piso y suspiró profundamente.
- La policía estuvo revisando tu departamento. Han estado buscando a Shindou-san por cuatro días. – Yuki se tiró en el sofá y negó con la cabeza.
- Qué quieres decir con buscar a Shuichi? En donde esta? –
- No lo sabemos Eiri, desapareció en día en que te fuiste. La policía piensa que podría haber sido secuestrado o… - Thoma no terminó la oración pero los dos sabían que era lo que quería decir. Yuki dejó escapar un gemido y se abrazó. Habían pasado ya más de cuatro años desde que Aizawa había puesto sus manos encima de Shuichi y lo había violado pero el recuerdo todavía estaba fresco y también el miedo de que pasara de nuevo. – Eiri todavía no sabemos si le pasó algo quizás él solo… se olvidó de decir a donde iba? – El escritor levantó la vista y miró a su cuñado desesperadamente.
- Olvidarse? – murmuró Yuki. – Me ha dejado. Debería haberlo viso venir… Ha estado actuando tan raro últimamente. – El escritor ya no le estaba hablando mas al hombre más viejo, solo estaba divagando. – Es por eso que se negaba a dormir en la misma cama conmigo, es por eso que no me estaba permitido tocarlo. Shuichi ya no me ama, me ha dejado. – Una mano lo sacudió y trajo a Yuki de vuelta a la realidad.
- Cálmate Eiri. Shindou-san te ama más que a nada así que tiene que haber otra explicación. Ve a hacer té para los dos que yo voy a llamar a la policía a ver si encontraron algo. – Thoma dijo esto con una voz suave. Incapaz de hacer otra cosa más que obedecer Yuki asintió con la cabeza y fue a la cocina. Sin saber lo que estaba haciendo puso agua en la estufa y agarró la caja de té. Cuando el agua hirvió la apartó a un lado y abrió la caja de té. Había algo dentro. En vez de la cuchara que debería estar dentro sus dedos tomaron un pedazo de papel.
- Qué es esto? – Confuso miró fijamente el papel, tenía su nombre escrito en él. Los kanji desprolijos le dijeron a Yuki que la nota era de Shuichi.
- Ya está el té Eiri? – Preguntó Thoma y fue con él.
- Él, él me ha dejado una nota en la caja del té, - murmuró el escritor perdido en total confusión.
- No la vas a leer? – Si Yuki no hubiese estado tan fuera de si y preocupado se hubiese dado cuenta del tono extraño en la voz de Thoma.
Querido Yuki:
Siento haberme ido sin decirte adiós y siento haber escondido a nota pero sabía que la policía revisaría el departamento cuando se dieran cuenta que había desaparecido. No te he dejado por nada. Volveremos a estar juntos. Es solo que tengo que irme por unos meses, seis por lo menos. Después de eso volveré y te lo explicaré todo. No trates de encontrarme, por favor Yuki. Entenderás cuando vuelva. Si no me crees revisa el departamento, no me he llevado todas mis cosas. Te amo más que a nada y te extrañaré mucho. Nos vemos cuando vuelva.
Shuichi
Eiri frunció el ceño y releyó la carta. Su cerebro había comenzado a funcionar nuevamente y no tardó mucho tiempo en juntar dos y dos.
- Así que, Thoma, cuando te dijo que se iba? – Preguntó el escritor con un tono severo en su fría voz. Su cuñado le sonrío levemente.
- Qué te hace pensar que él me dijo algo? –
- Yo no tomo té Thoma! Me dijiste que haga té para que encontrara la nota, no es así? – Thoma negó con la cabeza. – No me mientas – El rubio más alto escupió con ira.
- Eiri cálmate. Sí Shindou-san me dijo donde estaba la nota. –
- Cuándo te dijo que se iba?! –
- Me lo dijo dos días antes de que yo te mandara en esa gira de promoción. –
- Que me mandaras? Me tendiste una trampa, no es así? Tú y Shuichi hicieron eso para que yo no estuviese en casa cuando él se fuera, no es así?!? – Rugió Yuki.
- Sí Eiri lo hicimos. Yo no quería pero Shindou-san me hizo prometer que no te diría nada, - Se defendió Thoma.
- Entonces, dónde esta?! – Yuki miró enfurecido y con odio al otro hombre. - Dónde carajo esta! –
- Yo… yo no lo sé. No me lo dijo. Lo llevé al aeropuerto pero no se que avión tomó, - Respondió Thoma lentamente. Eiri lo miró con furia por un largo tiempo tratando de decidir si estaba diciendo la verdad o no.
Tiempo Presente
Yuki suspiró y se recostó en el sofá. Por supuesto que había buscado a Shuichi pero no había encontrado ni una sola pista de a donde había ido su amante. La policía dejó de buscarlo cuando leyeron la nota. En definitiva no era ilegal desaparecer, siempre y cuando lo hiciera por propia voluntad. Thoma insistía con que no sabía a donde estaba Shuichi y a Eiri no le quedó otra que creerle. El escritor se estremeció. Su vida había sido un infierno mientras esperaba a que su amante regresase de donde sea que había ido. Pero no era nada comparado con el infierno que tuvo que vivir desde que descubrió la verdad. Una verdad de la que él se había tratado de ocultar, que había pasado mucho tiempo negando. Cuidadosamente se levantó y eligió un video casete de un estante y lentamente lo acarició. Sus ojos lo miraban fijamente con un anhelo que poca gente entendería y aún menos gente creería que era cuerdo. Por tercera vez ese día, noche o quizás era la mañana, su mente se extravió en el pasado.
