Capitulo 3. Un lado de la verdad

Seis meses atrás…

- Ya pasaron seis meses, así que dónde esta Shuichi? – El escritor encontró los ojos que lo miraban fijamente.

- No lo se, no se nada de él, Hiro – respondió con un pequeño dejo de irritación en su voz.

- Y todavía no sabes por que se fue? – el mejor amigo de su amante preguntó con preocupación.

- No lo se más que tú. – un golpe suave en la puerta interrumpió su conversación. – Diga? – preguntó Eiri luego de abrir la puerta.

- Es usted Uesugi Eiri-san? – preguntó el muchacho –

- Si, en que puedo ayudarte? –

- Tengo una entrega para usted. Firme aquí, por favor, - dijo el chico y le alcanzó una carpeta. El escritor firmó y le fue entregado un paquete.

- Gracias. – murmuró Yuki y le dio algo de plata al chico del delivery.

- Que tenga un buen día – sonrío el chico y se marchó. Eiri cerró la puerta y volvió al living. Lentamente abrió el paquete y vio el video cassette que contenía junto con una pequeña nota.

- Qué es eso? – preguntó Hiro y observó la extraña mirada en la cara del escritor.

- Es… es de Shuichi. – La nota era corta y muy difícil de leer, ya que la caligrafía era casi inteligible.

- Qué es lo que dice? –

- Lo siento Yuki, mira el video, - el rubio leyó en voz alta y abrazó el casete. – Es todo? – Eiri asintió con la cabeza y lo puso en la VCR. Lleno de malas sensaciones prendió la televisión y apretó play. Por un momento lo único que pudieron ver fue oscuridad pero luego Shuichi apareció apilado sobre almohadas en una cama. El cantante lucía espantoso. Estaba flaco, pálido y sudoroso. Al principio no miró a la cámara pero cuando lo hizo mostró sus ojos lavanda brillando de fiebre y enmarcados en círculos negros. Era sin ninguna duda la imagen de una persona muy enferma.

- Hola Yuki. Lamento mucho haber desaparecido así y lamento aún más el haber enviado una cinta en vez de llamarte o decírtelo personalmente, pero esto es muy difícil de decir y ahora no tengo otra alternativa, - dijo Shuichi con su voz ronca y débil. – Te acuerdas cuando me enviaste al doctor por mi tos? – Aún cuando era una grabación Eiri asintió con la cabeza. – Tenías razón Yuki no era solo un resfriado, ni tampoco la gripe. Siento haberte mentido, es solo que no podía decirte la verdad. Fui al hospital varias veces sin decirte nada. Yo… Yo… - la voz débil estalló en toses (!!! Tengo problemas con el plural de tos ahggg, help me!!!- después cambialo, buuu TT) y una mujer joven vestida de enfermera apareció. Palmeó la espalda del cantante y limpió su frente con una toalla. El rostro de Shuichi se convirtió en una máscara de dolor mientras la tos se hacía cada vez pero. De repente sus labios se tiñeron de rojo y la sábana blanca quedó manchada con pintitas del mismo color. La sangre que Shuichi escupía lo roció todo con puntos rojos y la enfermera los limpió con calma.

- Shuichi – sollozó Eiri y extendió su brazo hacia la imagen de su amante en la TV. Después de un tiempo la tos paró y la enfermera desapareció.

- Siento eso, - jadeo el cantante y trató de recuperar el aliento. – Me diagnosticaron tuberculosis en los dos pulmones y el Doctor Nakayama me envió a una clínica en Inglaterra para el tratamiento. Es allí donde he estado todo este tiempo. Desafortunadamente no estuve respondiendo bien al tratamiento, en vez de ello me he puesto peor y la enfermedad se ha propagado a mi columna. Mis pulmones están dañados y es por eso que toso tanta sangre. – Shuichi comenzó a toser nuevamente pero esta vez la cámara fue apagada después de unos momentos.

- No creía que la TB todavía existiese, - dijo Hiro de repente con miedo en su voz y Yuki giró para mirarlo.

- Tampoco yo – contestó el escritor con lágrimas en sus ojos. La imagen cambió y Shuichi apareció luciendo aún peor, pero de una manera diferente que Eiri no pudo descubrir.

- Nuevamente perdón por las interrupciones. Como dije antes no estoy progresando y es por eso que recibiste este cassette Yuki. Hoy es 15 de mayo y… si… - la voz de Shuichi se quebró y lágrimas comenzaron a arrastrarse por sus mejillas pálidas. Eiri dejó salir un gemido y otra vez extendió su brazo como para tocar la cara del débil hombre. – Yuki hice esta cinta porque tengo miedo. Estoy tan cansado, tan enfermo y no quiero dejarte sin explicártelo todo. Si estas mirando este video significa que no lo logré. La clínica me prometió que te lo mandarían si yo… muero. – El departamento se llenó de repente con un grito desgarrador. Hiro miró al escritor rubio.

- NO! No me lo quiten!! Por favor no!! – Gritó Eiri y corrió a la TV como si de alguna manera pudiera cambiar lo que había escuchado.

- Yuki lo siento, nunca pensé que terminaría así. Te ruego que vayas a ver al Doctor Nakayama tan pronto como puedas. No sé en donde me contagié y no sé si te la pasé. Siempre te amare, donde sea que yo esté, - Shuichi lloró estiró su brazo hacia la cámara con anhelo. – Se que no debería pedírtelo pero por favor Yuki, dile a Hiro que lo extraño. Es mi mejor amigo y lo amo muchísimo. – el pelirrojo escondió su cara entre sus manos y lloró silenciosamente las palabras de su amigo. – Ahora tengo que para esto… lo siento Yuki, lo siento muchísimo. Nunca fue mi intención causarte tanto dolor. Te amare, siempre, - el cantante terminó y la TV se puso negra y silenciosa.

Tiempo presente…

El cuerpo de Eiri se sacudía mientras lloraba. Shuichi se había ido, para siempre. Nunca más oiría aquella voz alegre pronunciar su nombre, nunca más sentiría el suave contacto de su amante. Yuki se abrazó y descansó su frente en sus rodillas. Habían pasado seis meses desde aquel día y todavía no había podido salir adelante, volver a vivir. Shuichi le había mandado una carta a Thoma quien había tomado la responsabilidad de informarle a los fans de Bad Luck lo que había pasado. El destino de Bad Luck había sido sellado y los fans estaban anonadados. Eso es lo mucho que le importan sus ídolos, el escritor sollozó para si mismo. No les importaba una mierda la muerte de Shu, lo único que les importaba era el hecho de que no iban a haber más canciones, no más álbumes.

Pero no era solo Eiri quien estaba desvastado. Nakano Hiroshi había conocido y amado a Shuichi por casi toda su vida y la inesperada noticia de su muerte había hacho trizas al guitarrista. Al igual que Yuki, Hiro no había podido encontrar el camino de regreso a la vida. Los dos amaban a Shuichi de la misma manera aún cuando el cantante le había devuelto ese amor a solo uno de ellos. Una muerte había arruinado tres humanos y solo uno de ellos estaba lejos del dolor, solo Shindou Shuichi era libre de ese dolor.

- No, no – murmuró Eiri en voz alta y se tragó sus lágrimas. Su mente cambió como lo había hecho antes tantas veces. – Shu no se fue realmente, todavía esta allí afuera, no es así? – le preguntó al que siempre le hablaba, el piso. – Cuando crees que volverá? Hoy? Mañana? – El suelo no le dio ninguna respuesta y sin embargo no lo contradijo. – Shu volverá y todo estará bien, no es cierto? – De nuevo el suelo guardó silencio y al hacerlo estuvo de acuerdo. Un golpe en la puerta del frente arrastró a Yuki de vuelta a la realidad o por lo menos cerca de ella. Con un cansado suspiro se levantó y caminó silenciosamente hacia la puerta.

- Shuichi? – preguntó esperanzado mientras abría.

- Eiri, - dijo una voz suave y Thoma entró. – Soy solo yo. –

Thoma suspiró y miró a su cuñado. Algunos días Yuki parecía casi normal, algunos días era simplemente poco confiable pero la mayoría de los días… alternaba entre demencia completa y la más profunda pena agónica. Está en las últimas hoy, el hombre más viejo murmuró en su mente.

- Puedes pasar pero te tienes que ir en cuanto Shu llegue, - dijo en escritor. Eran días como esos los que le rompían el corazón a Thoma. No podía soportar ver a su cuñado tratando desesperadamente de ignorar el hecho de que Shuichi no iba a regresar, de que no podía regresar.

- Eiri tienes que cortarla con esto. Shindou-san se fue, no va a regresar. No ves lo que te estas haciendo? – Enfurecidos ojos dorados lo miraron con odio pero en algún lugar detrás de ese odio Thoma pudo ver que Yuki sabía que Shuichi realmente se había ido.

- Por qué Thoma? Por qué se lo tuvieron que llevar? Él era todo lo que tenía! El único que he amado! Por qué se lo tuvieron que llevar de mi lado? – gritó el escritor con dolor y se abrazó con fuerza mientras lloraba.

- No lo se Eiri, no lo se, - Thoma suspiró y palmeó al hombre más alto en el hombro. Con un gemido Yuki se tiró encima de su cuñado y se aferró a él como un niño. – Eiri tienes que hacer algo o te vas a hundir hasta el fondo. Tengo una sugerencia… - el escritor se apartó del rubio más bajo y lo miró con los ojos llenos de lágrimas.

- Dame una razón para vivir Thoma! Una razón! – Había cambiado de carácter nuevamente, ahora era frío y estaba enojado.

- Qué piensas que diría Shindou-san si te viera ahora? Crees que estaría feliz sabiendo que te mató cuando se fue? Tú sabes que lo hizo para salvarte de todo esto. – Sus palabras hicieron hacer a Yuki una mueca de dolor. –Te amaba más que a nada en este mundo y tú le estas pagando ese amor rindiéndote en la vida? – No puedo creer que este diciendo esto, Thoma gimió para sus adentros. Estoy tratando de salvarlo haciéndolo sentir culpable.

Caminaba lentamente, cojeando, perdido en sus pensamientos. Su espalda tenía una ligera joroba y su cara estaba ensombrecida con dolor. Por un momento se detuvo y miró hacia el cielo oscuro.

- Por qué hice esto? – se preguntó a si mismo en voz alta y bajó su cabeza para mirarse las manos. – Por qué? – Por supuesto, él sabía la respuesta pero no quería oírla. De repente su rostro mostró una sonrisa retorcida. – Aunque, todavía puedo cambiarlo, todavía puedo hacer que todo se vaya. – con una risita suave, casi demente echó un vistazo a su izquierda antes de asentir con su cabeza. – Si, si, haré que todo se vaya. – Un auto corría hacia él y con una sonrisa severa en sus labios dio un paso adelante. Al principio pensó que era muy tarde pero luego escuchó el chirrido de las ruedas contra el asfalto tratando de frenar. Sintió pasar una eternidad antes de que algo lo golpeara y lo hiciera volar por el aire. Su cara se estrelló contra algo duro, pudo oír el sonido de sus huesos rompiéndose y luego… todo comenzó a esfumarse al negro. - Te amaré, donde sea que yo esté, - murmuró antes de que la oscuridad lo tragara.

- Okay, no se cuanto más podemos hacer aquí pero… traigan a un cirujano plástico. Si sobrevive alguien le va a tener que reconstruir la cara. Por cierto, tenemos algún nombre? – una voz cansada murmuró. Trató de entender pero el idioma que hablaba esa voz no era uno que supiera muy bien. – Si Dr. Craw. Su identificación dice Shawn Child, - dijo una segunda voz. Sabía que la segunda persona era una mujer y la primera un hombre pero eso era todo. Sus ojos estaban cerrados y no importaba cuanto tratara no los podía abrir. – Dr. Craw creo que esta despierto. –

- Maldición! – Algo filoso había entrado en su brazo y la oscuridad retornó. Lentamente trató de abrir los ojos y entró en pánico cuando no pudo.

- Tranquilo Sr. Child. Trate de calmarse. – Quien fuera que le estaba hablando lo hacía lo suficientemente lento como para que lo entendiera. – No se cuanto me pueda entender Sr. Child pero estuvo en un accidente de auto. Lo hemos remendado y esta mucho mejor ahora. Pero su cara esta severamente dañada y es por eso que no puede abrir sus ojos ni hablar. Su mandíbula esta rota en varios lugares así que tuvimos que asegurarla con alambres. Ahora, aquí hay un cirujano plástico que vino a verle y él tratará de reconstruirle el rostro usando las fotos de si billetera como modelo. – No entendió cada palabra pero captó el mensaje. Así que había fallado de nuevo? Por qué nunca podía hacer nada bien? Y como demonios podría esa gente saber quién era él de todas las personas de las fotos. Con su suerte ellos supondrían todo al revés y terminaría parecido a… Dejó de pensar. No era momento para esa clase de recuerdos. Con un lento gorgoteo de tristeza se encontró nuevamente siendo arrastrado hacia la oscuridad completa.

Yuki miraba al cielo a través de la diminuta ventana. Thoma le había dicho que hiciera eso y el escritor no estaba seguro si estar agradecido o enojado. Su cuñado se había resistido a dejarlo en paz y finalmente Eiri accedió.

- Ve a Los Ángeles, tomate un tiempo para pensar, olvídate de Shuichi… - murmuró casi sin aliento y sintió la puñalada familiar de pena cuando mencionó en nombre de su amante. – Oh Shuichi… haría cualquier cosa por ver tu rostro, por poder tenerte de nuevo. – El avión estaba a punto de aterrizar así que lentamente se ajustó el cinturón y se recostó todavía pensando en su adorado mocoso de pelo rosa. Un rebote del avión le indicó que habían vuelto a tierra firme.

- Si? – respondió Yuki en Inglés.

- No es usted Yuki Eiri? – Una mujer joven se sentó a su lado y sonrío.

- No Señorita. No soy él, - dijo el rubio fríamente y negó con la cabeza.

- Está seguro? Se parece tanto a él, - insistió la mujer. Yuki apretó sus dientes y le dio una fría mirada enfurecida.

- Qué eres? Estúpida? Dije que no era él! Vete al infierno y déjame tranquilo! – le gruñó con odio. Atónita por las palabras fuertes lo dejó solo. Desde la muerte de Shuichi había estado cambiando de humor más rápido que un pestañeo pero ahora se las había arreglado para ser peor de lo que había sido antes. Cualquier cosa podía provocarlo y nadie se salvaba de su ira, pena o devastación. Yuki suspiró. Ni siquiera sabía si todavía estaba cuerdo, algunas veces pensaba que podía ver a Shuichi sonriéndole. Después de todo, quizás el viaje no era tan mala idea? Thoma le había dado el número de un destacado psicólogo en LA pero el escritor no estaba emocionado con la idea de hablar de sus problemas y sentimientos con una persona completamente desconocida. Pero aún así… si no hacía algo por la situación en la que estuvo por los últimos nueve meses o se volvía completamente loco o terminaría matándose, de una u otra forma