Capítulo 4. El otro lado de la verdad
- Ahí la tiene Sr. Child. Tan buena como nueva, - dijo la enfermera mientras quitaba la última venda que había estado cubriendo su rostro. Por favor Dios deja que sea mi cara la que vea, rogó antes de abrir sus ojos. Para su alivio su cara lucía bastante normal, a excepción del la piel nueva más rosa, la ligera hinchazón y los moretones alrededor de sus ojos.
- Parezco más joven, - tartamudeó en inglés.
- Bueno todo depende de cuán viejas eran las fotos de su billetera. El Doctor Greymore no tenía medios para saberlo. Pero lucir un poco más joven nunca mató a nadie, -le sonrió la enfermera. Asintió lentamente con su cabeza y arqueó las cejas por su cabeza casi pelada cubierta de las cicatrices de la cirugía. – El cabello volverá a crecer Sr. Child y las cubrirá, - agregó la enfermera cuando vio el disgusto en su cara.
- No me llame así! – murmuró.
- Que no lo llame como? – No respondió. Cómo pudo olvidarse? Shawn Child era su nombre ahora y no… Basta! Te prometiste a ti mismo que nunca volverías a decir tu verdadero nombre otra vez! Súbitamente comenzó a llorar.
- Qué es lo que he hecho?- gritó a través de sus lágrimas. - Cómo pude hacerle esto a él?! – había vuelto a hablar en japonés así que la enfermera lo miró en total confusión. No hubo ninguna respuesta a sus preguntas, por lo menos ninguna que él quisiera escuchar. En realidad, no quería admitir que había hecho todo eso solo porque estaba avergonzado y asustado. La joroba en su espalda, el rengueo, las cicatrices sobre y dentro de su cuerpo… También estaba el hecho de que podía enfermarse en cualquier momento. Su enfermedad era crónica y la próxima vez que floreciera podría fácilmente matarlo, casi lo había hecho la última vez.
- Sr. Child esta usted bien? – preguntó la enfermera preocupada. Negó con la cabeza.
- No creo que alguna vez vuelva a estar bien, - suspiró con tristeza luchando de nuevo con el inglés.
- Si esta hablando sobre su enfermedad no hay ninguna prueba de que vuelva. Puede vivir toda su vida sin que vuelva a ser activa otra vez.
- Shawn? – Preguntó una voz suave y alguien lo palmeo en el hombro.
- Oh lo siento. Que fue lo que dijiste Dean? –
- Te pregunté si querías entrar, - el joven a su lado repitió.
- No gracias pero tú puedes ir, quiero estar aquí sentado un poco más. – Dean asintió con su cabeza y lo dejó solo. En dos semanas sería libre de dejar el hospital pero, a dónde iría? No conocía a nadie más excepto a Dean y las enfermeras que habían cuidado de él. Lágrimas llenaron sus ojos. – Quiero ir a casa, - sollozó. Pero no podía ir a casa. Nadie sabía que estaba vivo, excepto una sola persona, y les había causado a sus amigos, a su familia y a… ÉL suficiente dolor. – Oh Yuki lo siento tanto, tanto el haberte hecho esto pero… no quiero que me veas así. – Eso era lo que siempre pensaba. No quería ver a su amante en el estado en el que estaba, no quería ver lástima en aquellos ojos dorados. La joroba horrible en su espalda, el repulsivo rengueo cuando caminaba, las cicatrices en su cuerpo, el miedo de ser rechazado por asco. Además el no era la misma persona que solía ser.
Yuki suspiró y se dirigió a la sombra de los edificios. El psiquiatra que había estado viendo por semanas no había podido cambiar su forma de ser pero había hecho que aceptara que Shuichi se había marchado. Bueno, en realidad no, pero aunque entendió que su amante no iba a volver, nunca iba aceptar que Shuichi estaba muerto. Por qué no lo puedo aceptar? se preguntó. Porque siento que todavía esta vivo. Su propia respuesta lo asustó. De verdad había ido tan lejos? Estaba tan desesperado que realmente pensaba que Shuichi estaba todavía con vida? Yuki frunció el ceño profundamente y se detuvo. – Pero no se siente como que él hubiese muerto aún cuando el dolor esta allí, - dijo en voz alta. Su celular sonó y Eiri suspiró mientras lo tomaba para contestar. – Diga? –
- Yuki, - una voz suave dijo al otro extremo. Al principio no la reconoció, por un momento parecía que fuera…
- Si – finalmente logró decir después de espantar sus pensamientos.
- Se que ya pasó mucho tiempo y que no hemos hablado pero asumí que querías que continuara. Tú sí dijiste que siguiera buscando hasta que encontrara algo, - balbuceó la voz con acento inglés.
- Así es – asintió.
- Bueno he encontrado algo, o eso creo, aunque no puedo estar seguro. No obstante hay un pequeño problema. Estoy en LA y realmente necesito que vengas aquí. – Eiri casi tira el teléfono.
- Que es eso de que encontraste algo Randy? – exhaló en el teléfono.
- Yuki estas bien? No quiero decirte esto por teléfono. En cuanto tiempo puedes estar en LA? – preguntó Randy.
- Um ya estoy aquí. Dónde nos encontramos? – Randy le dio una dirección, una
hora y colgó. Lo primero que había hecho Yuki después de recomponerse y después
de haber visto el video que Shuichi le había mandado había sido contratar un
Detective Privado. Thoma lo había puesto en contacto con Randy a quien Eiri
había mandado a Londres a confirmar que su amante realmente estaba muerto, pero
nunca había escuchado nada de Randy y ahogándose en tristeza se había
olvidado de todo.
Shawn rengueo hasta su casa tratando de no fijarse en la gente que lo miraba. Todos pensaban que era un monstruo eso era obvio y los que no pensaban eso lo miraban con lástima, que era peor. Era hace una vez cuando yo era un cantante famoso y ahora soy… nada más que un monstruo, se burló de si mismo. Solía cantar frente a cientos de personas y ahora lavo platos para vivir! Las lágrimas habían llenado sus ojos y se negaban a detenerse. Lava-copas era el único trabajo que había podido conseguir puesto que no era tan bueno con el idioma, sin mencionar que a la mayoría de las personas no les interesaba tener a un jorobado cojo trabajando para ellos. Pero al dueño de un restaurante japonés pareciera no importarle siempre y cuando se quedara en la cocina. Shawn suspiró y abrió la puerta de su desagradable departamento. Si las ratas y las cucarachas hubiesen pagado parte del alquiler habría podido contener el hambre que constantemente le quemaba su interior pero como todos los parásitos se negaban a poner dinero.
- Okay estoy en casa! – dijo en voz alta y miró a su alrededor. – Cualquiera que tenga más piernas que yo que se aleje de mi! – Ni las ratas ni las cucarachas hicieron ninguna promesa pero por lo menos no vio ninguno de ellos. Su vida era un infierno o quizás peor que el infierno, era difícil decidirlo. Todo lo que sabía es que realmente deseaba haber muerto el aquel accidente de auto, aunque no hubiese sido un accidente. Pero entonces nuevamente, ese era un error que podría remediar en cuanto juntara nuevamente suficiente coraje.
Un brazo bronceado le hizo señas y se encaminó hacia él empujando a la gente fuera de su camino.
- De donde carajo sale tanta gente? – gruñó y se sentó.
- Esto es LA, - Randy se encogió de hombros. – Um Yuki te importaría si hacemos esto en japonés? – el escritor frunció un poco el ceño pero negó con la cabeza.
- Para nada, - contestó y abandonó el inglés.
- No voy a dar vueltas con esto así que… Pasé meses en Londres tratando de encontrar algo sobre Shindou pero no hallé nada. La clínica confirmó la historia que ambos escuchamos. Incluso tienen una lápida en su cementerio con el nombre de Shindou en ella., - balbuceo Randy y puso un par de fotos frente a Eiri. Eran todas de una lápida redonda con el nombre de Shuichi, fecha de nacimiento y muerte. El escritor cerró sus ojos cuando vio las siete palabras de abajo. TE AMARE, DONDE SEA QUE YO ESTE. – Luego fui al aeropuerto de Londres. Le debo haber mostrado la foto de Shindou a un millón de personas pero nadie lo reconoció. Entonces me di cuenta de que si había algo raro en toda esta historia tendría que haber hecho algo para esconder quien era realmente, no? – Yuki lo miro y asintió lentamente con la cabeza. – Así que hice que un amigo mío le cambiara el color del pelo. Con el pelo castaño tres personas que trabajaban allí lo reconocieron. La foto de un tipo con el cabello rosa distrae a la gente de ver su cara. –
- Que quieres decir con que lo reconocieron? Tiene que haber aterrizado allí cuando llegó a Londres, - objetó Eiri.
- No, a Shindou lo llevaron a Londres en un avión privado. No lo sabías? – preguntó Randy confundido. El escritor negó con la cabeza. – Eso es extraño. – El DP murmuró para si mismo por un momento mientras buscaba algo en su maletín. – Ah aquí esta. Ese avión fue alquilado por un tal Seguchi Thoma, no es tu cuñado? – Repentinamente Yuki sintió nauseas. Thoma le
había mentido todo este tiempo.
- Quieres decir que Thoma esta involucrado en todo esto? –
- Oh todavía no he terminado – Randy rió por lo bajo y sacó un par más de papeles. – Shindou recogió un pasaje reservado en el aeropuerto, el 5 de junio, tres meses antes de que recibieras esa cinta. El pasaje fue pagado con una tarjeta de crédito perteneciente a un Seguchi Thoma.
- Discúlpame, - dijo Eiri, corrió dentro del restaurante y dentro uno de los baños y se tiró sobre sus rodillas y vomitó. Thoma lo sabía todo. Sabía que Shuichi no estaba muerto, pero por qué? Por qué mentiría sobre algo tan importante? Yuki se levantó del suelo temblando y se limpió. Temblando de disgusto, rabia y odio volvió con Randy.
- Estas bien Yuki? –
- No, no lo estoy pero continúa, - el escritor respondió fríamente.
- Okay. Tengo las cintas de los aeropuertos de LA, ahora espero que entiendas que el hecho de que yo tenga estas cintas significa que rompí la ley, - dijo Randy con firmeza. – De todos modos, tómala y mírala con cuidado. Creo que encontrarás a Shindou allí., solo recuerda que ha cambiado mucho. Es muy probable que no te guste lo que veas. Ah casi lo olvido, ha cambiado su nombre, el pasaje fue retirado por un tal… - Randy se calló un momento para ver sus notas, - Ah aquí esta, Shawn Child. Una cosa más antes de que me vaya, Yuki. No quiero escuchar ni una sola pregunta de cómo se todas esta cosas, esta claro? – Eiri lo miró confundido y asintió lentamente. – Bien, bien. Llámame si necesitas algo más. –
Miró la cinta una vez más. Mucha gente iba y venía pero hasta ahora no había visto a nadie conocido.
- Mierda! – maldijo y comenzó de nuevo. Ojos dorados corrían por la TV y de súbitamente se paralizó. Había algo muy familiar en un joven parado en el borde del alcance de la cámara. Por un breve momento el joven miró a la cámara. – Shuichi? – Yuki gimió. Entonces era verdad? Su amante no estaba muerto. Pero por qué todas esas mentiras? Por qué esconderle tanto? Eiri no entendía. Cómo pudo Shuichi infligir tanto dolor en él haciéndole creer que había perdido a cu amante para siempre? No tenía sentido y lo hacía sentirse tan herido y dolido. Yuki tomó su teléfono y marcó el número de Randy. Aunque fuera lo último que hiciese encontraría a Shuichi, lo encontraría y demandaría una explicación y… y lo sostendría en sus brazos otra vez aunque fuera la última vez.
- Soy Randy que hay sobre ti? – contestó balbuceando con una risita, casi divertido con su propia broma.
- Soy Yuki. Quiero encontrar a Shuichi. Te pagaré lo que pidas si puedes rastrear a Shawn Child y darme su dirección – dijo Eiri severamente.
- Estás seguro que quieres que haga eso? Después de ver esa cinta pensé… -
- Encuéntralo Randy! – lo interrumpió Yuki y casi aplasta el teléfono en su mano.
- Como tú quieras, - suspiró el otro hombre. – Me ocuparé de ello y te haré saber en cuanto encuentre algo. – La llamada terminó y Yuki se hundió en una silla. Su infierno personal había sido ascendido a algo mucho peor.
Thoma levantó el teléfono lentamente.
- Lo sabe, - murmuró una voz antes de que pudiera decir algo.
- Y? – preguntó el rubio y se sentó.
- Quiere encontrarlo lo antes posible. Que quieres que haga? – Thoma frunció el ceño por un momento y pensó en sus opciones. Ya no importaba lo que hiciera, su secreto había sido descubierto.
- Hazlo. Eiri lo va a encontrar lo ayudes o no. – El otro hombre colgó.
El rubio bajó el teléfono y suspiró. Por 15 meses le había estado mintiendo a la única persona que le importaba más que nada. Sabía que Yuki pensaría que fue todo par separarlo de Shuichi pero no era… solo eso. El cantante había sido completamente ilógico en su línea de pensamiento aquella noche cuando había aparecido en la ventana del rubio. Shuichi había tenido miedo de contagiarle la TB a su amante, asustado de que su enfermedad fuera demasiado para el rubio escritor. Como si la muerte del genki mocoso no hubiese sido mucho? Thoma quería que estuviesen separados, no podía soportar que alguien más hiciera a Eiri tan feliz, pero no había actuado tan egoístamente como al principio. Había mandado a Yuki a LA, donde sabía que podía encontrar a Shuichi, le había dado bastante información a Randy para que Eiri descubriera la verdad. Por qué? Porque no puedo soportar ver a Eiri tan herido. No puedo soportar ver a Eiri morirse por dentro, suspiró
Thoma para sus adentros.
Un golpe rápido en la puerta lo despertó. Sus músculos se quejaron mientras lentamente se levantaba del sofá. Otro golpe en la puerta, esta vez más fuerte. Frunciendo el ceño abrió y se volvió completamente insensible cuando fríos ojos dorados lo miraron fijamente. El hombre más alto lo empujó rudamente y entró. Yuki, gimió por dentro.
- Cierra la puerta! – gruñó el rubio. Obedientemente hizo lo que le habían dicho. Su visitante se le acercó y sin ninguna advertencia una mano dura se conectó con su cara y lo estrelló contra la puerta. El dolor golpeo su cara, cabeza y espalda pero la expresión vacía en el rostro del cantante ni siquiera cambió. – Realmente pensaste que no te encontraría, no?! No es así Shuichi?! – le gruñó el escritor. El hombre más joven no respondió solamente miraba fijo al piso. Yuki me encontró? Pero cómo? Seguchi-san le debe de haber contado. Pero por qué? Las preguntas pinchaban en su mente. Sabía que lo había arruinado todo pero… pero nunca había querido que Yuki sufriera tanto, no se había dado cuenta que le había causado a su amante tanto dolor. Por supuesto que entendía que estaba lastimando a Yuki con sus acciones pero nunca que hubiese sido tan malo, tan profundo. El lado izquierdo de su cara estaba entumecido por el golpe pero no le importaba, casi no sentía dolor. Se lo merecía. Cuidadosamente enfocó la vista para ver la cara que tanto había extrañado. Pero esa cara no era la que había visto en sus sueños, era diferente. Cinco años antes se había acostumbrado a ella, algo así como brutalmente aparentado a ella. Era el rostro que temía, adoraba… y amaba por sobre todo, pero no era el que quería ver. Sus ojos volvieron al piso y su mente desapareció en algún lugar.
Eiri sintió sus entrañas arder tanto como su mano. Le había pegado a Shuichi, su mente simplemente se había negado a calmarse por nada menos que dolor físico. Quería dejar una marca en esa cara así nunca se olvidaría todo el dolor que había sufrido cada vez que se le aparecía su imagen. Gruñéndose a si mismo el escritor comenzó a pasearse por el diminuto departamento. Hasta entonces no había visto ninguna reacción en el otro hombre.
- Por qué?! – preguntó con su voz suave y peligrosa. Nada. – Contéstame Shuichi! Por qué!?! – Todavía nada. Yuki torció su cara en una horrible máscara de pura cólera. Se le estaba rompiendo el corazón… no eso no podía ser… su corazón se había roto muchos meses antes. Esto era mucho peor, él estaba siendo aplastado, rasgado en pedazos. Sin embargo no podía parar lo que había empezado. Solo quería ver dolor, vergüenza, algo en aquellos ojos lavanda. – Me hiciste pensar que habías muerto! Como demonios pudiste hacerme eso?! – Es… es que no ocurría ni el más mínimo cambio en esos ojos? No, todavía nada. – Bien! No digas nada! Diré lo que he venido a decirte y después me iré. Después de eso nunca, NUNCA más quiero volver a verte Shuichi! Si llego a verte una vez más te mato, esta claro!? – El otro hombre todavía no reaccionaba. – No sé porque hiciste lo que hiciste y realmente ya no me importa pero entérate de esto… destruiste todo con tus juegos y tus mentiras crueles. De ahora en adelante negaré que siquiera hayas existido! En este momento deseo que de verdad te hubieses muerto! Que hubieses tosido hasta la última gota de tu sangre y te hubieses ahogado en ella! – Era como si sus palabras no llegasen a Shuichi quien todavía estaba quieto mirando al piso. Enojado más allá de si mismo Yuki agarró los hombros esbeltos y sacudió al hombre más joven violentamente, golpeándolo contra la puerta una y otra vez. – Dijiste que me amabas, que nunca me lastimarías, que nunca me dejarías! – gritó Eiri y trató de encontrar los ojos del cantante. – No eres más que un patético mentiroso Shuichi! Te odio! Espero que tengas una muerte dolorosa y que te pudras en el infierno! – Con esas palabras tiró a un lado al hombre mucho más pequeño y salió.
Shuichi se enroscó e ignoró el dolor entumecido. Por qué no pudo ver lo que estaba haciendo? Por qué no pudo entender que había destruido a Yuki haciéndolo a un lado, mintiéndole, escondiéndole todo. Finalmente las lágrimas aparecieron y se derramaron por su cara, haciendo que su labio rajado le escociera. Era lo que se merecía. Yuki había dicho que deseaba que estuviese muerto. Bueno por lo menos coincidían en una cosa. Shuichi frotó su cabeza contra la alfombra apestosa y se maldijo a si mismo.
- Una muerte dolorosa – gimoteo en voz alta e hizo una mueca de dolor al sentir el sabor de la sangre en su boca. Pero la muerte era una salida fácil, algo que el no merecía. El cantante reflexionó sobre su vida por un instante. Ahora su vida era realmente un infierno y no era donde debería estar? – Me pudriré en el infierno Yuki, pero siento haberte arrastrado conmigo. – El entumecimiento finalmente desapareció y todo su cuerpo tembló y se retorció del dolor. Súbitamente la tos le robo el aliento. No por favor no esto de nuevo, rogó Shuichi. Por favor cualquier cosa menos esto. Parecía que Yuki tendría lo que deseaba. El cantante casi se ahoga con la tos y silenciosamente deseó morirse.
