¡Hey! Perdón por no haber subido antes. Veamos, mi excusa esta vez será... ¿y para qué les digo mentiras? Estaba esperando unos pocos más de reviews, pero supongo que los que me han llegado hasta ahora son los que de verdad han seguido la historia y siguen con ganas de leerla¿no¿qué más da si son tres personas¿Qué más da si son veinte? Mientras de verdad les guste, y me guste a mí lo que estoy haciendo, no me importa el resto
Bueno, el esperado capítulo 8, con la historia de Draco, y un par de sorpresas más. No dejen de leer y no olviden dejar un review al final¿ok?
CoNnY—B: Mmm, supongo que todos nos hemos vuelto adictos a los fics en algún momento, jeje. No te preocupes, si no se te pasa al rato, entonces tal vez sea tiempo de que vayas haciendo los tuyos propios o eso me pasó a mí. ¡Gracias por leer mi fic! Espero que te guste y que salgas un poco de dudas respecto a Draco. Saludos!
Sly: ¡Que bien que te sigue gustando la historia! Bueno, aquí se explica un poco mejor lo de los cuervos. Lo he hecho tan largo como pude para que quedara la idea principal de la historia, de acuerdo con el título y todo, espero que te guste. ¡Gracias!
Dark Raxiel: Jaja, no te preocupes, a varios se les fue la onda. De hecho, eso me pasa por mimar a cierta gente. Supongo que de ahora en adelante las esperaré a ustedes, que sí han seguido la historia, antes de subir el siguiente capítulo . Si te gustaron los dos anteriores, éste te va a gustar más (espero) porque es como que aclarar todos esos puntos que quedaron sueltos atrás. Sin que falte ese elemento sorpresa que muero porque lean! No olvides dejar un review!
Alici Mlfoy: Errr, espero no haber tardado mucho! Y espero que la historia que cuento aquí compense el tiempo que te hice esperar. Gracias por leerme. No olvides dejar review!
Draco Girl: ¡hey¡Gracias por tu review! Espero que te guste el capítulo, por fin un poco más de romance. Y no, no se va a poner cursi nada más por eso. A ratos sí, pero ya sabes cómo son estos dos, esos ratos duran muy poco ;) La historia de Draco... es muy larga, pero no la cuento toda aquí, si no¿qué me quedaría para el futuro? ;) Besos! Gracias!
Anne M. Riddle: Bueno, bueno¿qué tenemos aquí¡Hola! Acabo de leer tu fic nuevo, me ha encantado, pero eso ya lo sabes porque de seguro ya leíste mi review¿no¡Sigue escribiendo¡vas por muy buen camino! Gracias por todo! Besos!
White Ti99er: ¿Y a ti qué te puedo decir? Gracias por todo y espero que no olvides dejar un review como prometiste. Te veo el lunes en la escuela! ¬¬ sí, ya sé que es terrible, pero ¿qué le vamos a hacer?
lily: Jajaja¡una más que se quedó rezagada! No te preocupes, pasa. Espero que te guste este capítulo a ver si se te quita un poco la intriga, y te deja más ) no te creas, en serio espero que te guste. Besos! Gracias!
alSuvEr: Bueno, ahora leerás la historia de Drak espero que te guste. Saludos!
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Máscaras
Capítulo VIII: Noche de bruja... Y mago (Segunda parte)
Hermione fue hasta su sillón favorito y se sentó, quitándose las sandalias y la tiara, porque ya no podía más. Se hubiera quedado dormida allí mismo si no hubiera sido porque se moría de ganas por escuchar la historia de Malfoy. Siete años había vivido en la ignorancia, sin saber nada más que los rumores que corrían en el colegio y lo que ella misma había logrado averiguar. Por fin la historia completa de su arrogante y lujosa vida, o al menos las suficientes pistas para saberlo.
—Te ves cansada—dijo él, tratando de evadir el tema—. Tal vez deba contarte cuando no te sientas así...
—Tú no vas a ningún lado, Malfoy. No hasta que termines tu historia. Quiero saber a qué me estoy enfrentando cuando cosas extrañas pasan. Porque lo que está destinado a pasarte a ti, siempre me alcanza también.
—No es mi culpa, Granger—se defendió él—. Tú sola te lo buscas, simplemente cada vez que te metes en problemas con Potter.
—Sí, con HARRY, no contigo. NUNCA contigo.
—Bueno, bueno, ya entendí tu punto. ¿Lo ves? Estás tan cansada que te alteras fácilmente. Mejor otro día.
—No. Ahora.
Draco se había acorralado a sí mismo. ¿Cómo puedes negarle una explicación así a alguien que ha sufrido por tu culpa¿Aunque fuera Granger? Sí, quizá se merecía un poco de sufrimiento, pero algo dentro le decía que no tenía la culpa. ¿Inocente? No del todo, pero lo suficiente para ser acreedora de la historia de los Malfoy. ¿Tendría que contarla toda? No, no era necesario, pero quizá lo haría.
Tragó saliva y se acomodó en otro de los sillones junto al fuego, recostándose y cubriendo sus ojos con el antebrazo.
—De nada te servirá hacerte el fatigado. Me lo cuentas, y ahora.—ordenó Hermione.
—Ya, ya. Relájate un poco, lo necesitarás si de todos modos voy a explicarte lo que ha pasado.
Hermione suspiró dejando atrás todas sus tensiones de la semana. Se olvidó por un momento del pleito con Ron, el baile de Halloween, el hecho de haber tenido a Draco así de cerca. Entró en su estado de concentración al que solo llegaba cuando estudiaba, y se dedicó a escuchar atentamente lo que Draco iba a decirle.
—Mi vida no es un cuento de hadas, Granger, aunque todos lo piensen así. Se han basado en lo que escuchan y no lo que es—Hermione sintió su estómago dar un vuelvo; justo lo que ella había hecho toda la vida—. Creen que el apellido Malfoy es corrupto y oscuro, y que vivimos de muertes. Pero no somos buitres, quiero que entiendas eso. Lo que está pasando en este momento no es algo que haya sido siempre así. Sé que estás pensando que mi padre es un mortífago por avaricia y sed de poder, pero no es así. Él tuvo sus razones, y aunque estoy en desacuerdo con ellas, no me queda más que respetarlo por lo que ha hecho—en este punto Hermione quiso reír "¿Por matar gente¿Eso te hace respetarlo?",pero siguió escuchando—.
>>Cuando yo nací, Lord Voldemort estaba ganando muchísima fuerza, como bien sabes. Y aunque la familia Malfoy se ha relacionado con magia oscura desde hace siglos, nunca creerías que no la utilizaban de la manera en que ese Mago obligó a sus seguidores a hacerlo. Mi padre se volvió uno de sus Mortífagos poco antes que yo naciera, no porque quería ser poderoso, sino porque tenía habilidad, tenía la fama que se necesitaba, y Voldemort lo escogió. De la nada. Él se negó, pero tuvo que obedecerlo al fin, porque amenazó con destruir a mi madre, quien entonces estaba embarazada de mí.
>>Ah, pero seguir a Voldemort es caminar por un callejón sin salida, y de un solo sentido. Una vez que entras, ya nunca puedes salir. Mi padre tuvo que soportar todo esto, incluso cuando el poderío de Voldemort se vino abajo. Lo culparon de asesinatos, de los que sí era responsable, pero también lo tacharon de criminal indecible, y eso no es verdad.
>>Cuando yo supe esto, que es la verdadera razón por la que se unió a ese bastardo, no podía creerlo. Voldemort juró una y otra vez que volvería, y que querría encontrar todo como lo había dejado en sus momentos de gloria. Por eso todos sus Mortífagos se dedicaron a educar a sus hijos a la manera que él había querido. Por eso todos nosotros quedamos en Slytherin. Por eso nuestra arrogancia, nuestros extensos conocimientos de magia negra, nuestro desprecio por los Sangre Sucia...
>>Mi padre siempre ha sido tan exigente conmigo como no tienes idea. En toda mi infancia no me permitió un error, ni una caída. Si algo salía mal, era culpa mía, y me hacía pagarlo caro. Quiso volverme resistente al dolor, y también a mi madre, por eso cada vez que me castigaba, lo hacía frente a ella, para que aprendiera a verme sufrir sin inmutarse. Y a mí me enseñó a soportar cada castigo sin pedir ayuda, aunque eso ha significado diecisiete años de dolor.
>>Creo que soy una de las pocas personas que resisten una maldición crucicatus. No creo que quieras saber lo que se siente; y no es un logro del que esté orgulloso. Nunca obtuve de mi padre más que regaños y torturas. Si pensabas que nuestra relación era perfecta, estabas completamente fuera de la realidad.
>>No me había dado cuenta de lo mucho que su maltrato me había afectado hasta la noche en la que te ataqué. Yo tuve que soportar eso día tras día, a veces más de una vez. Aún así, no es excusa, lamento lo que te hice, porque no es culpa tuya.
Se quedó en silencio un momento, como si la siguiente parte del relato fuera tan dolorosa que la evitara hasta donde pudiera. Se sorprendió de lo mucho que le dolían los recuerdos, porque tanto el dolor físico como el mental, se habían quedado grabados en él para siempre. Podía haber pasado cien años lejos de todo, y aún seguiría reviviendo las veces en que lo torturaban hasta casi matarlo.
—Eso explica tu neurosis ese día. Pero¿y los cuervos?
—¡Maldición, Granger¿No puedes esperar un segundo? Lo que te he dicho ya es demasiado, no me presiones. Solo quiero que sepas lo indispensable de lo que sigue. Cualquier detalle te envuelve más en el peligro.
Hermione se arrepintió de haberlo apresurado. Le había tomado tanto tiempo lograr que se lo dijera, como para echarlo todo a perder por una absurda prisa que no podía controlar. Subió las piernas al sillón, envolviéndolas con los brazos y recargando su barbilla en ellas.
—Lo lamento. No quise que sonara así. Creí que ya no me dirías nada más.
—Está bien, entiendo tus ansias. Ahora quiero que entiendas tú también que esto no es nada fácil. Aprende a ser paciente. Pensé que para estas alturas ya sabrías hacerlo.
Siempre Draco Malfoy. Ni siquiera en su estado más vulnerable dejaba de ser grosero y arrogante. Siempre el que tenía la última palabra. Y, últimamente, el que siempre tenía la razón.
—Mi padre—continuó— quería que siguiera sus pasos para hacer feliz a Voldemort. Además, de esa manera aseguraba mi propia vida y la de mi madre. Y¿porqué no? La de las personas que yo apreciara. Cuando él se involucró en esa vida de magia negra, condenó a su descendencia a continuarla. Y yo soy el que lleva el castigo. Si alguna vez pensó que lo que hacía salvaría nuestras vidas, nunca se detuvo a pensar que también las estaba condenando.
>>Yo me negué, como podrás asumir. Pero no, supongo que eres igual que los demás, y que con ese cerebrito tuyo ya habrás deducido lo que me queda de vida como un Mortífago feliz de serlo.
—Pero yo no...—interrumpió Hermione, ofendida de que la llamara "igual que los demás"
—¿Quieres seguir escuchando o qué? Puedo callarme, no tengo porqué seguir con esto.
—Lo siento.
—Así está mejor. Ahora él está intentando por todos los medios hacerme cambiar de opinión, u obligarme en el último de los casos (y sí es capaz de hacerlo). Solo que nunca contó que sus palabras ya no tienen efecto en mí. Se cerró todas las puertas cuando me volvió tan "resistente" como él mismo había querido. Nada de lo que haga ahora servirá. Así que, pensando que eso podría resultar, me ha estado amenazando físicamente, llegando a varias agresiones, como la de los cuervos.
Guardó silencio nuevamente. Hermione se sintió confusamente dolida. Tal vez su nivel de empatía era tan alto que había acabado por entender a Malfoy. ¡Ha¡Entender a Malfoy¡Estaba loca! Sí, lo estaba, desde hacía tiempo, pero no podía determinar la causa. Quizá más tarde.
—¿Eso es todo?—preguntó, en un tono tranquilo y bajo, no queriendo romper el respetuoso silencio que se había formado a su alrededor.
—Sí.
Pero Hermione no se quería quedar con dudas, y ese era el momento perfecto para aclararlas todas.
—Una cosa más.
—Depende de lo que sea.—respondió él, no se había quitado el antebrazo de los ojos.
—Esa noche, cuando los cuervos nos atacaron¿porqué no te defendiste?
—¿Acaso no me viste defenderme?
—Me refiero a que no usaste magia.
—No quería hacerlo.
—Pero eran solo cuervos, no pasaba nada. Incluso yo detuve a uno con un hechizo muy simple...
Draco se levantó de pronto, mirándola con odio, y agitó las manos poniendo énfasis a sus palabras.
—¡No eran solo cuervos! Mira, si hubiera querido, hubiera sido demasiado fácil deshacerme de ellos. Si no utilicé magia es porque sabía con qué me estaba enfrentando. Esa es la diferencia entre tú y yo, Granger, tú nunca sabes en lo que te metes, y entras en la boca del lobo como si nada. No te detienes a pensar en lo que pasaría, solo lo haces y ya. Yo no soy así¡entiende!
Hermione se mordió el labio inferior, conteniéndose. Había herido su ego, y eso era lo peor que le podían hacer. Que no pensaba en lo que hacía¿la tomaba por tonta? Draco siguió, sin importarle ese gesto de debilidad y tristeza:
—No alcanzas a comprender esto. Para nada. Tu padre nunca mandó a sus aliados a atacarte, sabiendo que no podrías defenderte. Si no me mataron aquella noche, fue solo para dejarme escarmentado. Él quiere que lo obedezca y no funcionó. Esa vez ya fue bastante grave, la siguiente intentará quitarme la vida. ¡Eso no te lo harían a ti, Granger¡Nunca han intentado quitarte la vida por no obedecer¡Y menos tu propia familia!
Luego escondió su rostro entre las manos. Hermione solo pudo observarlo. No parecía que fuera a llorar, Draco Malfoy nunca lloraba, y mucho menos frente a ella. En vez de eso parecía tener ganas de gritar todo lo que le habían hecho en sus cortos diecisiete años de vida. Daba la impresión de tener tanto encerrado en su corazón, que estallaría de pronto. Se puso a pensar en todo lo que le había dicho. ¿Habría recibido alguna vez el cariño que todo padre daba? Lo dudaba. ¿Hacía cuánto tiempo que su madre lo veía ser maltratado sin hacer nada?
Contra todo lo que hubiera esperado hacer, se levantó, fue hasta el sillón donde se encontraba su compañero de cuarto y peor enemigo en toda su vida escolar, y se sentó junto a él. Al sentir su peso en el sillón, Draco sacó la cara de entre sus manos y la miró con cierto asco.
—¿Qué te pasa?
—¿Hace cuánto que me odias, Malfoy?—preguntó ella.
—¿Qué clase de pregunta es esa? Desde siempre, por supuesto.
—¿Y porqué me has contado todo esto?
Él dudó un momento. Sin mirarla a los ojos, respondió:
—Te odio, Granger, pero no por eso voy a dejar que ellos te lastimen por mi culpa. Es una cosa muy diferente a si lo hiciera yo.
Hermione estaba indignada:
—¿Quieres decir que no te quedaría en la conciencia si me lastimaras tú?
Draco estaba a punto de responder que no cuando recordó el día en que su desesperación lo llevó al punto de agredirla. Si no quedaba en su conciencia¿por qué le había pedido perdón? Tragó saliva y clavó la vista en el suelo. Estaba agotado, tanto física como moralmente. Lo que más le molestaba era el hecho de que la única persona que sabía la historia ahora era aquella a quien más había odiado desde que había entrado a Hogwarts.
Estaba seguro de que Hermione recordaría ese día como "El día en que Draco Malfoy soltó toda la sopa, se quedó sin respuestas, y confesó que tiene alma". Humillante. Totalmente humillante.
—Si alguien llega a saber lo que te conté esta noche, Granger, te arrancaré las uñas yo mismo, y sabes que soy capaz.
Ella asintió con la cabeza, recargándose en el sillón, sin inmutarse por su amenaza. Sí, sabía que era capaz, pero también sabía su lado débil, y eso era muy útil cuando alguien quiere defenderse.
—¿Y tu historia?—preguntó él después de un momento de silencio.
—¿A qué te refieres?
—Nadie es perfecto¿no? Ni siquiera tú. ¿Cuál es tu tragedia?
Hermione volvió a recoger sus piernas y a recargar su barbilla sobre sus rodillas. Le ardían los ojos por la hora y el humo y el calor que habían desprendido las velas muggle del Comedor.
—Esa. Que no soy perfecta.
—¿Esa puede ser una tragedia, Granger¿No tienes nada mejor en qué pensar?
Pero ella no se ofendió por la pregunta. Comprendía perfectamente que no le creyera. Sin embargo, él también había sido sometido al dolor de no ser perfecto, con medidas distintas a las suyas, porque los Malfoy eran magos, y ella era solo una Sangre Sucia.
—Soy hija única, igual que tú, y yo también he pasado por la frustración de no ser como el mundo espera que sea. Antes de saber que era una bruja, intentaba por todos los medios agradar a mi familia siendo la mejor estudiante, sabiendo todo cuanto podía, y con cosas así. Más que nada intentaba reparar el daño que hacía cuando accidentalmente rompía un plato con magia o tiraba los cuadros de las paredes más altas.
>>Cuando tenía unos siete años fui a un museo con el resto de mi clase e hice que se cayera una escultura porque uno de los niños me hizo enojar. Era tanta mi rabia que alcanzó la escultura y se cayó, rompiéndose en pedazos. Nadie supo que había sido yo, pero para compensarlo indirectamente me esforcé tanto en la escuela que los maestros tuvieron que hablar con mis padres, diciéndoles que no me presionaran tanto.
>>Aunque no lo creas, es un vicio terrible, querer ser siempre la mejor. Cuando me di cuenta porqué lo hacía era demasiado tarde, ya había recibido mi carta de Hogwarts y me encargué de investigar todo lo posible, aprendiéndome los libros un día antes de subir al tren, para que los demás no pensaran que era incompetente. Siendo hija de muggles e ignorante de mis cualidades durante once años, era lo menos que se esperaría de mi: ser una completa inútil. Me prometí a mi misma que les probaría lo equivocados que estaban, pero hasta la fecha no lo he logrado.
—¿A qué te refieres con eso?—preguntó Draco, completamente absorto en el relato—¿Cómo que no has logrado demostrarlo?—¿No era Hermione acaso, la mejor alumna de todo Hogwarts?
—Bueno—respondió ella—, no he logrado que dejes de llamarme Sangre Sucia¿no? Ni con todo lo que pueda saber, o aprender a hacer, dejaré de estar en esa categoría, de las personas a las que no te les acercas porque conoces su linaje y piensas que son demasiado poco para estar cerca de ellas.
—Yo no dije que...
—¡Claro que lo dijiste, Malfoy¡Miles de veces¡Aún ahora no dejas de decirlo! Siempre he sido y seré Sangre Sucia Granger.
Draco recordó con cierta amargura la conversación que había tenido con ella durante el baile. Nunca se detuvo a pensar en lo que decía, solo había dejado que las palabras fluyeran... La fuerza de la costumbre, la llamarían algunos. El colmo de la estupidez, la llamaba él.
—No quise que sonara así.
—Sí quisiste, para eso inventaste ese apodo. Y para eso acostumbraste a todos tus estúpidos seguidores a llamarme así, o dirigirse así conmigo.
Draco se dejó ir contra el respaldo del sillón y se cruzó de brazos.
—Pues ya que estamos en el trance de la desvelada y las disculpas, te pido que me perdones también por eso. Pero no sabes lo que estás diciendo. Si prestas suficiente atención, te darás cuenta de que solo yo te llamo Sangre Sucia.
—Sí, en mi cara. No quiero ni imaginarme todas las cosas que se dirán de mi a mis espaldas, empezando por ti.
—La verdad no parece importarte.
—¿Has escuchado una maldita palabra de lo que te he contado¡Soy actriz de tiempo completo!
Draco pareció pensar su siguiente respuesta. Su voz permanecía tranquila, y su mirada estaba ahora clavada en los ojos marrones de Hermione, inquisidora.
—¿Incluso ahora?
La chica pareció hundirse en sí misma. No, en ese momento estaba siendo sincera. Había contado lo que ni siquiera se habría atrevido a decir a Harry y a Ron, eso que, se suponía, eran sus mejores amigos. En todo caso, los únicos. ¿Por qué, entonces, no había dicho nada de esto¿Y por qué a Malfoy sí¿Qué diferencia había? Que los primeros eran sus amigos desde hacía seis, años, nunca le habían dado la espalda, y contaban con ella siempre. Mientras el segundo, había representado una piedra en el zapato incluso antes de tener que compartir clases en el colegio.
No tenía ningún sentido, pero por alguna razón tampoco lo estaba buscando.
A veces es mejor dejar que todo corra, y no intentar retener nada. Sabía que algún día se arrepentiría, pero también le quedaba claro que en el momento en que lo hiciera, se olvidaría de todo lo demás y sería feliz al menos un momento.
—Contéstame, Granger.
Hermione fijó la vista en el suelo, evitando a toda costa esos ojos grises que la interrogaban.
—No. Ahora no estoy actuando.
—Bien—respondió él con una débil sonrisa que al menos aparentaba tener un halo de sinceridad—. Yo tampoco.
Pero ella ya no podía más. Quería reír a carcajadas y llorar a todo pulmón al mismo tiempo. Quería dejarse caer al suelo de rodillas y gritar todo lo que había contenido durante tantos años. Miró hacia la ventana; el alba se acercaba. Las últimas trazas de negro azulado se estaban aclarando al punto de verse todo en tonos desde azul rey hasta cerúleo. Había pasado la noche entera hablando con Malfoy, y aún no podía creerlo.
Sabía que no iba a dormir, pero se levantó de todas maneras.
—¿A dónde vas?—preguntó él, simplemente queriendo saber, no había nada más de intención en su tono de voz.
—A mi habitación. ¿Tú te quedarás despierto?
—Tal vez—respondió—. Puede que al final me decida por irme a dormir también.
¿Dónde había quedado toda la hostilidad que se profesaban¿Y el odio¿Y los insultos?
Nada. Todo se desvanecía como la niebla en una mañana de Octubre, y quedaba olvidado en un pasado demasiado doloroso para ambos como para traerlo de nuevo a la vida. Mejor así. Todo estaba mejor ahora, y no sabían explicarlo.
—Dulces sueños.—agregó Draco cuando Hermione ya había cerrado su puerta. No sabía si lo había escuchado o no, pero por alguna razón necesitaba decirlo. Sintió como si un peso enorme le oprimiera el pecho, y se recostó en el sillón igual que antes de comenzar a contar su relato.
Cerró los ojos, y, sin darse cuenta, se quedó dormido con la tonada de Unwell dándole vueltas en la cabeza.
Hermione se despertó cuando el sol ya entraba por su ventana y le daba de lleno en la cara. Había olvidado lo bien que se sentía dormir sin preocupaciones al menos una noche. Vio su reloj. Once de la mañana. De modo que había tenido unas cinco horas de sueño, estaba bien. Se sentía completamente despierta y viva. Le podrían haber puesto un examen de Pociones Avanzadas en ese momento, y su humor no habría cambiado.
Nada podía ser mejor que eso. Y nada podía arruinarlo. O al menos eso pensaba.
Salió de su habitación, cerrando la puerta tras de sí, y aún tallándose los ojos a pesar de que ya se había ido a lavar. Esperaba no encontrar a Draco, así que fue a la ventana y se asomó. Fuera, grupos de alumnos se habían juntado a almorzar o a jugar quidditch. Por un momento sintió cierta envidia. No sabía siquiera volar en una escoba, mucho menos tener la suficiente capacidad para lanzarse al vació por una snitch o esquivar el golpe de una bludger.
Cuando se dio la vuelta, vio sobre la mesilla de la sala un sobre cerrado con su nombre escrito en él. La letra era de Harry. ¿Qué estaría haciendo esa carta allí¿Y Malfoy? Quizá se había ido a dormir después de todo. Bueno, le daba igual. Se acercó a la mesilla y tomó la carta. El sello de cera estaba cerrado, y la tomó por sorpresa el hecho de que Draco ni siquiera se hubiera molestado en leerla antes, si es que él la había puesto allí. ¿De qué otro modo, si no, había llegado a esa mesilla?
La abrió sin más, y leyó. Seguramente había estado apresurado cuando la escribió, por el desorden de letra que era. Lo que estaba en esa carta, se lo confirmó más tarde.
Hermione:
Vine temprano a visitarte para ver cómo estabas luego de la ocupada noche que tuviste ayer. (obviamente me refiero a lo de Ron y Malfoy) Por la razón que hubieras tenido, quería asegurarme de conseguir las dos versiones de la historia, y Ron está demasiado molesto como para intentar explicarme objetivamente lo que pasó anoche. De todos modos creo que para ti la fiesta siguió más tarde, porque cuando vine a buscarte, Malfoy me dijo que te habías ido a dormir muy tarde y que no te habías despertado. Incluso se ofreció a asomarse a tu habitación para asegurarse. ¿Desde cuándo hay esa confianza entre ustedes dos? La verdad, todo esto me está dando que pensar, pero quiero hablar de todo ello en persona, Herms, me preocupas, y no quiero que nuestra amistad se vea lastimada por culpa de esa serpiente. Te ruego que en cuanto estés lista, me lo hagas saber, pasaré por ti a tu torre para que podamos discutir esto de forma más calmada. Ansío saber lo que está pasando, y sobre todo, lo que te orilló a entablar una "amistad" con Draco Malfoy. Respóndeme pronto.
Harry
Hermione no cabía en sí de asombro y molestia. Guardó con furia la carta dentro del sobre nuevamente y, entrujándola en su puño, fue hasta la puerta de la habitación de Malfoy. Estaba a punto de golpearla para despertarlo, cuando escuchó una voz fría y dura como el metal que venía de la puerta de la torre.
—¿A dónde vas?
Se volvió. Era Malfoy. Parecía haberse levantado hacía mucho tiempo porque había tomado un baño (su cabello húmedo lo demostraba), y se veía completamente despierto. Estaba vestido todo de negro, y sus ojos grises brillaban con seriedad. Parecía haber recuperado la expresión altanera que siempre había tenido, como si nunca hubiera ocurrido entre ellos la noche anterior, ni aquella distorsionada forma de reconciliación y nuevo comienzo. La noche de brujas había pasado, y con ella todos los sucesos que podrían haber cambiado la vida de ambos, en cierto sentido, al menos.
—¿Qué demonios es esto, Malfoy?—exigió Hermione. Le mostraba la carta, mientras su otra mano estaba apoyada en su cintura. No se avergonzaba de encontrarse todavía en camisón, despeinada y descalza. Solo pensaba en lo mucho que lo odiaba por lo que había dicho.
—¿De qué estás hablando¿Y adónde ibas tan apresuradamente?
—Creí que estabas todavía dormido. E iba precisamente a pedirte una explicación.
Draco fue hasta un sillón individual que se encontraba junto a la chimenea. EL fuego estaba apagado, y las cenizas frías estaban inmóviles.
—¿Otra más?—preguntó desganado. Ella casi se distrajo al notar que no estaba siendo realmente grosero. Se veía cansado, moralmente, como si alguien le hubiera exprimido el cerebro, y ya no diera más; sin embargo, no cedía.
—¿Así que vino Harry más temprano?
—Sí—respondió seca y tranquilamente—, de hecho fue él quien me despertó. Llamaba con tanta insistencia que tuve que abrirle. Quería verte en ese momento, y le dije que estabas dormida.
—¿Qué más le dijiste?
—Que te habías quedado despierta hasta muy tarde, y que seguías durmiendo, nada más. Le dije que si quería, me asomaría a tu habitación para asegurarme.
—¿Y desde cuándo crees que tienes derecho a hacer eso, Malfoy!
Draco la miró confundido. ¿Porqué tanta hostilidad?
—Él no me creyó que estabas dormida. Lo único que hice fue...
Pero Hermione no le dio tiempo para terminar. Montó en cólera, levantando nuevamente la voz.
—¡No tenías derecho a decirle eso¡Él ha pensado otra cosa¿Cómo te atreves? Lo único que hice anoche fue bailar contigo media hora¡no volverme tu amiga!
—¿Y quién dijo eso?—se defendió él. También se estaba enojando.
—¡No sé! Supongo que tú, puesto que yo estaba dormida¿no? El punto es que él ha creído que entre tú y yo se ha terminado el odio, y eso no sucedió nunca. Que hayamos tenido una tregua por un par de horas, no quiere decir de ninguna manera que ahora confíe en ti ni nada parecido.
—Mira, si aún estás demasiado adormilada para entender razones, te ruego que te vayas a tu habitación hasta que se te pase. No estoy de humor para tus reproches ni para hacerte entender que yo no hice nada malo. Si tu amigo, Potty está enojado porque ellos no fueron lo bastante listos como para sacarte a bailar ayer, es su problema y no el mío. Estoy cansado—y con esto su rostro pareció cambiar tan radicalmente, que daba la impresión de que se desplomaría en el suelo de no ser porque estaba recostado en el sillón—, y no tengo ningunas ganas de entrar en discusiones contigo, Granger. Déjame en paz.
Y desvió la vista hacia la ventana. Hermione tenía ahora mil dudas más que antes. ¿Por qué habría creído Harry que entre ella y Malfoy había algo¿Le estaría contando mentiras el rubio? Y su rostro¿por qué mostraba tanta aflicción¿Le habría ocurrido algo mientras ella estaba dormida¿Quizá otra carta de Lucius? No lo sabía, y tampoco quería preguntar.
—Ah, por cierto—dijo al fin Draco, cuando vio que Hermione guardaba silencio—. Te tengo muy malas noticias. Solo te pido un favor: no vayas a gritar o armar un alboroto, tengo una terrible migraña.
Hermione tragó saliva. Con un movimiento de la cabeza le pidió que le diera la mala noticia. Su mente estaba tan llena de otras cosas, como su posible pelea con Harry, que nada la preparó para lo que Draco iba a decirle.
—Ayer estábamos tan entrados en las confesiones y las historias trágicas (que jamás debimos contar) que olvidamos por completo la tarea de pociones—fue entonces cuando a la chica le cayó la noticia como piedra en el estómago, la sangre se le fue a los pies, y sus hombros cayeron, con los brazos inanimados a sus costados—. Debimos haber agitado los frascos en cuanto volvimos de las guardias. Ni tú ni yo contábamos con que iban a durar tanto, y tampoco con que la noche se nos iría en historias tristes. Lo recordé hoy cuando Potter se fue, y los saqué con la esperanza de reparar el daño, pero los polvos se habían asentado. Me pasé la mañana en la biblioteca buscando una solución, pero no hallé ninguna. Ya no pude hacer nada.
Hermione se llevó las manos al rostro para esconderlo. Sus orejas estaban rojas por el coraje y la impotencia al mismo tiempo. No podía culpar a nadie, a ambos se les había olvidado agitar los benditos frascos, y ahora sería demasiado tarde. Les había tomado dos semanas llegar a donde estaban, y con mucho trabajo y esfuerzo, les estaba yendo de maravilla. Tendrían que presentar el trabajo terminado al día siguiente; ya no tenían tiempo de volver a comenzar.
—Claro que tenemos una muy buena coartada—dijo Draco, pausadamente—. Snape sabe que somos los encargados de todos los prefectos y prefectas, tenemos una muy buena razón para no haber estado de regreso a tiempo y hacer el paso que faltaba. Él entenderá, además nos ha ido muy bien en todo, un error no nos mandará a exámenes especiales, Granger.
Pero ella ya no escuchaba. Su récord perfecto, que tanto le había costado, de nunca fallar en Pociones, y menos aún en Pociones Avanzadas, se había roto. Todo su esfuerzo durante esas semanas, en las que había demostrado ser capaz de mantener el control de todas sus actividades, se había ido al diablo.
Claro que podían decirle a Snape lo que había pasado, tenían esa opción, como única salida del túnel al que se había metido la chica. Pero entonces¿dónde estaba su mérito? Si eso fuera, se habría pasado la vida dando excusas y seguiría al frente de todos modos. Una de las pocas cosas de que estaba orgullosa todavía era de esa lista de logros sin tropezones, porque había habido manejar todo fríamente. No, ya no valía. Sería su primera derrota contra Snape, y sabía que él no lo olvidaría, sino que se lo recordaría a cada oportunidad.
Con la cabeza gacha y la cara aún cubierta por sus manos, sintió un nudo en la garganta. No llores, se dijo, no frente a él. No llores por una tontería así, por mucho que te duela. Los ojos le ardían, y su garganta le reclamaba. Su rostro se desfiguró, sin que nadie pudiera verlo, en la expresión más terrible que existía para ella; la de la derrota, la auto-decepción, porque no podía culpar a nadie sino a sí misma.
Sintió que las paredes de piedra se cerraban contra ella, frías, hasta que se dio cuenta de que en lugar de eso se sentía un poco más cálida por fuera, porque algo la envolvía, así como una manta envuelve un pedazo de hielo, hasta que, lentamente, el hielo cede, y se desmorona.
Draco apoyó su barbilla contra la frente de Hermione, mientras la abrazaba más fuertemente, en silencio. Ella apretó los ojos, haciendo un último intento, y luego, al volver a abrirlos, saladas y tibias lágrimas le rodaron por las mejillas. Con uno de sus brazos, devolvió en abrazo, y con la mano que le quedaba libre, se aferró a la camisa negra del Slytherin, y comenzó a sollozar contra su pecho. Todo en silencio. Solo se distinguían la respiración entrecortada de ella y el ligero balancearse de él, que con cada movimiento se escuchaba el rozar de su pantalón contra el respaldo de un sillón que estaba muy cerca de ellos.
Ocho horas antes, a Draco le hubiera parecido la cosa más estúpida llorar por un trabajo mal terminado, o peor aún, consolar a alguien que lloraba por eso. Pero ya no. No podía seguir pretendiendo que no la conocía, y que no le dolía verla así. Y¿realmente le dolía¿O por qué estaba entonces así? Ya no podía fingir que no le importaba verla perder, porque ahora se daba cuenta que verla en la cima era lo que lo había impulsado a subir. Antes había querido tumbarla, ahora quería contemplarla de cerca.
En su pecho sintió algo que no alcanzaba a comprender. Se sentía fríamente unido a esa persona que se sentía tan pequeña en sus brazos, y que cabía tan perfectamente en ellos. Se sentía feliz de tenerla tan cerca, y de ser el único que la conocía. Y al mismo tiempo, se sentía tan molesto consigo mismo por permitírselo, que habría podido apuntarse la varita y murmurar crucicatus con esa voz de hielo que la hacía temblar incluso a ella.
—Todo se va a arreglar, verás.—le murmuró al oído.
—No, no es cierto—respondió ella con la voz entrecortada. Levantó su rostro enrojecido por el llanto y lo miró a los ojos por primera vez en mucho tiempo, y vio que en ellos no había rencor—. No sabes cómo se siente, decepcionarte a ti mismo de esta manera.
—¿Se te olvida lo que sabes¿Ya no recuerdas nada de lo que te dije ayer, Granger?
La pregunta golpeó de frente a la chica. Él sabía, porque ella se lo había contado, y porque él mismo lo había vivido. Se sintió, pues, de cierta forma, frente a su igual, y eso ni siquiera había logrado sentirlo con Harry o Ron, o ninguna de las amigas que hubiera podido tener en su vida antes de Hogwarts.
Inexplicablemente, Draco levantó su mano y limpió las lágrimas de Hermione, sin dejar nunca de mirarla a los ojos. Ella casi se sintió avergonzada. Y él, bueno, no alcanzaba a comprender lo que pasaba. Solo obedecía una fuerza que, más allá de su propia conciencia, le ordenaba hacer eso. No entendía porqué sus sentimientos habían cambiado, o si habían sido siempre los mismos, pero tampoco entonces lo había sabido entender.
Besó su frente retirando los rizos castaños que caían sobre ella, y la volvió a mirar a los ojos.
Ahora no sabía si la odiaba al punto de amarla, o siempre la había amado, llegando al punto de odiarla.
Entrecerró los ojos y se acercó más a ella. Titubeó un poco al principio, pero de nuevo se sintió empujado por algo que no podía definir, y sin soltarla de su abrazo, la besó.
Todas las máscaras estaban ahora rotas.
Ella lo besó también, demasiado confundida y al mismo tiempo feliz como para preguntarse lo que estaba pasando realmente. Un par de segundos después, Draco separó su rostro del de ella y lo escondió contra su cuello, encorvándose para poder apoyarse del todo.
Hermione acarició lentamente su nuca, jugando con los mechones de cabello rubio que caían sobre el cuello de la camisa negra. Cerró los ojos conservando ese momento para siempre. Era como si todo lo que hubiera esperado del mundo estuviera en sus brazos en ese instante.
Él quería decirle tantas cosas..., pero no sabía por donde comenzar. Quería no soltarla nunca e ir de la mano con ella a donde tuviera que ir, porque así ya no sentía más miedo que estar solo. Entonces lo supo, no quería perder nunca a la única persona que realmente lo conocía, porque sin ella, no le quedaba nada más.
Tragó saliva, y haciendo acopio de todo su valor, murmuró:
—No me dejes, Hermione.
Ya lo había hecho. La había llamado por su nombre. Ahora estaba vendido. Se había perdido a sí mismo.
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Bueno, me quedo sin tiempo, debo correr. No olviden dejar un review¿ok?
Gracias!
Eledhwen
