Caray, hace un buen tiempo que no actualizaba. Perdón por haberles dejado con la duda (aunque era la intención, jajajaja) pero aquí lo tienen, por fin, el capítulo diez del fic.
Y antes que todo, las respuestas a sus reviews:
Dark Raxiel: ¡Cielos¡Mucho tiempo! Mil gracias por seguir leyendo y por tu review. Pues sí, como dijiste, nada que fuera demasiado emocionante pero dejando entrever. Supongo que estaba guardando toda la emoción del capítulo nueve para ponerlo en este. Espero que te guste¡no dejes de leer!
amy¡Amy¿Sabías que tu nombre es el mismo que el de mi ídolo? Jajaja, no puedo evitar estar en un total trauma con Amy Lee de Evanescence. Aunque podría ser de tantas cosas... Sailor Moon, etc. Sí, te extrañé desde Plumas Negras, pero me da gusto que hayas vuelto. Gracias por tu review y por volver a seguir la historia. ¡Gracias por tus felicitaciones!
CoNnY-B: Ah, cielos, es terrible cuando se te confunden los fics, y más aún cuando no puedes concentrarte. En este momento mi hermana está viendo Hey, Arnold, y me tiene toda distraída (ejem, debo volver al trabajo¡escribe, vamos, escribe!). ¡Gracias!
Anne M. Riddle: ¡Hola, guapa! De nuevo has sido el review más largo de todos (¡wow!). Mil gracias por seguir mi fic, por dejarme review, y por escribir tú misma tan buenas historias (por cierto, estoy esperando con ansias el siguiente capítulo¿eh?), así que me halaga que aprecies mi forma de escribir, yo también aprecio la tuya. Muchísimo. Cuídate mucho y no dejes de escribir, mujer, me tienes al borde de la silla mordiéndome las uñas y esperando que por fin dejen de dar tantos rodeos y ya se queden juntos Tom y Lisa. ¡Besos!
Asil Black: .. ¿Tú leíste mi historia de pe a pa en una noche? Creo que debo darte un premio o algo, mira que aguantar tanta cursilería en nueve capítulos y con un desvelo encima no es algo que todos puedan hacer. De verdad me da mucho gusto que la hayas leído y más aún que te haya gustado. Espero que eso no cambie y que te vuelva a ver por aquí. ¡Gracias! Y, un consejo, no leas esto cinco horas antes de entrar a la escuela, por experiencia, tal vez acabes respondiendo en un examen que Draco Malfoy descubrió América o algo así, jejejeje.
Lakesys¡Lakesys¡Eres genial¿Cuándo actualizar tu fic que me fascinó? Me dejaste con el ojo cuadrado cuando vi que solo tenías dos capítulos y 40 reviews (seh, me metí recientemente a ver si habías actualizado). La verdad no esperaba menos con tan maravillosa historia, estoy esperando ansiosamente por lo que sigue. Gracias por leer mi fic, te cuidas, come frutas y verduras¡y no dejes de escribir!
:Yuya: Mil gracias por tu review, ojalá que sigas leyendo y te vuelva a ver pronto por aquí. ¡Gracias!
Draco girl: ¡Hola, niña! Nunca me fallas, muchísimas gracias por volver al fic y dejar otro de tus alentadores reviews. No te preocupes si no es muy largo, para mí vale más que dejes aunque fuera tu firma; con lo que tengo para saber que pasaste por aquí y leíste. ¡Besos!
Lira Garbo: Hehehe, Demonio, sí, lo aprendí cuando leí la oración de San Benito en latín. Siempre creí que era por Dragón, pero a juzgar por el nombre de su papá, Lucius, que sería más o menos como Lucifer, creo que sí tiene sentido. ¡Gracias por leer¡Besos!
tynitaUy, me imagino lo atareada que andabas con la escuela, yo también estuve así y por eso tardé tanto en actualizar. Espero que te haya ido bien, y que ahora sí tengas un poco más de tiempo para descansar, aunque no te alcance para leer fics, heh. Es más importante que estés bien a que te llenes de compromisos. ¡Gracias!
claindie¡Pero claro que no la voy a dejar sin final! Digo, puede que me tarde años, pero nunca dejo algo sin final. Espero que te guste, sé feliz y come dulces, jijijji.
KatherinGracias por tu calificativo, me da gusto que hayas disfrutado de la historia. ¡Ojalá te vuelva a ver por aquí¡Gracias!
Ahora sí, que disfruten
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Máscaras
Capítulo X: De pesadillas y promesas
Durante toda la semana, Draco estuvo esperando despertar y encontrar un cuervo en la ventana, con un delgado pergamino atado a la pata derecha. Pero nada. No había sucedido nada fuera de lo normal desde aquella vez en que los cuervos los atacaron en la sala común. Aunque... a decir verdad, todo lo que pasaba era extraño ahora; todo. Desde salir de su habitación y ver que Hermione era más hermosa cada día, hasta revivir en cada sueño la noche de Halloween en que la sacó a bailar, y el día siguiente cuando la besó por primera vez.
Sí, todo era completamente distinto a lo que se hubiera imaginado. Y ahí estaba en ese momento, con la vista clavada en el dosel de su cama divagando cómo había acabado pensando en la persona de la que más le habían pedido se alejara de ella.
Se apoyó en su costado izquierdo y cerró los ojos. Y ni un cuervo que se lo reprochara. Ni una carta amenazadora. Todo era demasiado bueno para ser verdad.
De pronto tocaron a su puerta. Sólo podía ser ella; su corazón latió rápidamente.
—Está abierto.
El chirrido de las goznes al moverse hizo que se pusiera aún más nervioso. Supuso que ni con todos los años de que sucediera eso diariamente se acostumbraría.
—Buenos días—dijo ella con una sonrisa—. Perdón por molestarte.
Él no pudo menos que sonreír.
—Sabes que no es molestia. ¿Qué pasa?
—Nada.
Se acercó a él y se sentó en la orilla de la cama.
—¿Entonces?
—Bueno, es que... ya es un poco tarde, creí que te habías quedado dormido y venía a despertarte.
—¿Y te desilusiona que no sea así?
—No, más bien me confunde.
Draco levantó una ceja, pidiendo silenciosamente una explicación.
—¿Qué hora es?
—Las ocho. A esta hora normalmente ya estás en el comedor desayunando.
—Y lo que te confunde es...
—Que estás bañado y vestido, pero tu cabello sigue mojado y despeinado y estás aquí tirado en la cama como si estuvieras enfermo.
Draco sonrió. Era muy tierno que Hermione se preocupara por él. Se levantó para sentarse junto a ella. Le tomó la mano y entrelazó sus dedos, viéndolos pensativo.
—¿Ves? Algo anda mal, y no quieres decírmelo.—le espetó ella.
—No, nada anda mal, no pienses eso. Solo...
—¿Qué?
—Solo que nunca hubiera esperado que fueras tú a quien quisiera ver antes que nadie cuando abro los ojos en la mañana. Y lo mejor es que sí pasa.—añadió mirándola a los ojos.
Ella sonrió y se acercó para besarlo. Él, obviamente respondió de la misma manera.
—Vamos, tengo hambre—dijo él, haciendo que ella riera un poco; se pasó una mano por el cabello húmedo. Hermione se levantó, sin soltar su mano.
Caminaron de la misma manera fuera de la habitación y hasta la puerta de la sala común. Ahí era donde las cosas cambiaban y se ponían tristes como una lluvia de invierno. Era fingir de nuevo. Como llenarse la boca de agua y no poder tragarla; así se sentía. En el umbral era donde tenían que volver a ponerse la máscara de odio hacia el otro, de desprecio total hacia sus palabras y guardar todos los sentimientos en una caja bajo llave.
—Snape quiere que vayamos de nuevo a su oficina esta tarde—comentó Hermione antes de abrir la puerta—; dice que ahora nos dará un nuevo trabajo.
—¿Limpiar su oficina y el cuarto de utilidades como muggles no fue suficiente?
—Aparentemente sigue creyendo que lo de las pociones que echamos a perder fue a propósito.
—Bueno, todo sea por mantener el récord¿no? Mejor eso a que nos manden a un examen especial.
—Sí.
—Bueno, entonces te veré más tarde.
—Sí.
—Dime¿ya has vuelto a ser la Hermione de antes?
Hermione suspiró enfadada, y Draco reprimió una sonrisa para no desconcentrarla.
—Claro que sí, Malfoy, y además¿qué te importa? Más te vale que te mantengas a raya si no quieres problemas.
—Dímelo a mí, Sangre Sucia.
Hermione rió un poco.
—Sí, ya estamos listos.
Draco le dio un beso en la frente y luego se separaron por completo. A escena.
—Espera—dijo él retractándose de tener que fingir tan pronto—. Tengo que decirte algo.
—¿Qué pasa?
—Quiero darte algo que he guardado por mucho tiempo.
Ella quedó un poco desconcertada. Draco sacó de su bolsillo un saquito de terciopelo. La abrió y la vació sobre la palma de su mano. Lo que obtuvo fue una alhaja brillante de color plata.
—¿Qué es eso?
Draco tomó los extremos y los abrió, poniéndole a Hermione la gargantilla.
—Se lo dio mi abuelo a mi abuela cuando se casaron. Luego ella se lo dio a mi padre, para que hiciera lo mismo. Ahora mi madre me lo ha dado a mí.
Ella rió nerviosamente.
—Draco, no estamos casados, y es probable que no lo hagamos en muchos años.
—Si no es que nunca...
—¿A qué te refieres?
—Mira—tragó saliva—, mi vida no es perfecta, ni segura, y lo sabes. En este momento podría pasarme cualquier cosa, hasta podría morir...
—No digas eso...
—A lo que quiero llegar es a que mientras esté con vida, voy a cuidarte, y quiero que lo recuerdes siempre. Esto es para que lo recuerdes.
—Draco, no necesito joyas para saber que me amas. No tienes que dármelo.
—No, pero quiero hacerlo.
Cuando la tuvo puesta, la examinó, pero la observación pronto se convirtió en asombro. Era una hermosa esmeralda engarzada en plata pura. El contorno tenía la forma de dos serpientes que enlazan sus cuellos en la parte media inferior del engarzado. Parecía como una pequeña punta hacia abajo si no se le veía detenidamente.
—Son los colores de Slytherin.—comentó sin levantar la vista.
—Sí, supongo que ya debes saber que toda mi familia ha sido de esta casa.
—Gracias.—dijo con una sonrisa, y lo besó como agradecimiento. Luego escondió el dije de la gargantilla debajo de su blusa para que nadie pudiera verlo.
—Ahora sí, desgraciadamente tenemos que ir a clase.
Y volvieron a ponerse sus máscaras de frialdad y odio. Unas diez horas más, que les parecieron eternas.
ooo
Afortunadamente para ambos, habían aprendido a ocultar absolutamente todo con la mayor discreción. Sin embargo, cada vez era más difícil toparse en pasillo y forzar una mueca de desagrado. En una ocasión, Hermione había chocado con su hombro y él tuvo que gritarle que se apartara de su camino. Los dos sabían que tenía que ser así. Pero eso nunca eliminó la punzada de dolor que causaba decir o escuchar tales cosas.
Así que cada noche, al volver de todas sus ocupaciones, se pedían disculpas uno al otro, esperando que supiera que de no hacerlo, levantarían más sospechas de las que necesitaban. Harry y Ron nunca se sintieron satisfechos con las mentiras de la chica; y Draco, aunque era un gran actor, ya no representaba el mismo peligro antes sus ojos. Ahora era mayor. Con cada día que pasaba sentían que perdían a su amiga a manos de la persona que más odiaban, y sin embargo eso nunca cambió lo que los Premios Anuales de la generación sintieran el uno por el otro.
De la misma manera que la noche anterior, se pedían perdón, se daban un beso de buenas noches y se iban a dormir. Al día siguiente se enfrentarían con un nuevo reto, pero al menos ese ya lo habían pasado.
ooo
Una noche de cielo nublado y viento tempestuoso, Hermione se levantó de golpe. Había tenido la misma pesadilla que la había perseguido desde el día de los cuervos. De nuevo soñó que la rodeaban y la lastimaban con sus afiladas garras. El sudor frío que le humedecía la frente se lo recordaba a cada momento. El miedo que tenía nunca había sido más grande.
Se apartó las sábanas y se levantó, pisando descalza el suelo. Esta vez tenía que contárselo a Draco; ya no podía seguir tanto tiempo sin dormir. No solo era molesto y agotador, sino además estaba afectando sus notas. No era igual que con el giratiempo, al menos así aprovechaba las horas que no dormía. Esto era distinto.
Caminó con pasos falsos de recién despierta hacia la habitación contigua, y en el momento en que puso un pie fuera de la habitación sintió la ráfaga helada que venía de la ventana. El invierno se acercaba rápidamente, y se sentía más por las noches. Fue hasta el ventanal y echó el cerrojo. Luego corrió las cortinas (una vieja manía que conservaba desde niña) pues le aterraba el aspecto del Bosque Prohibido en la penumbra, no importaba cuántas veces hubiera estado allí. Finalmente fue a la habitación de Draco, deteniéndose frente a la puerta.
Con la mano temblorosa tocó la perilla, y vio que ésta giraba. Siempre esperó encontrar con cerrojo la puerta, pero al parecer nunca había sido así. ¿Debería tocar antes, en caso que él no quisiera que entrara¿Y qué había de su miedo? Él debía estar dormido, sería bastante molesto si lo despertara.
Un nuevo chirrido se coló por la rendija de la ventana recién cerrada. No había vuelta atrás; tenía que entrar.
Abrió con mucho cuidado la puerta y se asomó primero por un resquicio. Draco dormía silenciosamente; la luz que entraba por la ventana sobre la cabecera de su cama le daba un aspecto misterioso y cautivante al mismo tiempo. Ahora realmente quería estar allí, cerca, donde se sintiera segura.
Se acercó a él y se inclinó cuando estuvo a buena distancia. Estiró la mano, poniéndola sobre su hombro, y lo sacudió ligeramente.
—Draco...—murmuró—. Draco...
Él abrió sus ojos grises apenas lo necesario para reconocerla.
—Hermione¿qué pasa¿Se ha hecho tarde?
—No—le dijo rápidamente—. No, no es eso—titubeó antes de seguir—. Tuve una pesadilla.
El ligero temblor que Draco alcanzó a apreciar le dijo que decía la verdad, y que debía haber sido algo horrible para obligarla a comportarse como una niña de siete años espantada por un mal sueño.
Se sentó en la cama y se quitó el cabello de la frente. Estirando su brazo, tomó a Hermione por la muñeca y la atrajo hacia sí.
—Ven, no te preocupes. Solo fue un sueño.
Ella se acomodó contra su pecho, tomando su camiseta y cerrando la mano en un puño para estar segura de que no se quedaría sola. Él enredó sus dedos en un mechón de cabello ondulado y rodeó su espalda con el otro brazo.
—No pasa nada. Yo estoy aquí, si vuelves a tener una pesadilla, te despertaré, lo prometo.
Se quedaron así un rato, hasta que el corazón de Hermione dejó de latir con rapidez y fuerza y se mantuvo en un sopor entre la vigilia y el sueño.
—¿Qué hora era?
—¿Cuándo?—preguntó ella, soñolienta.
—Cuando te despertaste.
—Como media noche, o un poco más tarde.
Ella nunca lo notó, pero los músculos del rostro de Draco se tensaron. No preguntó qué había soñado, pero sabía la relación que tenía con el suceso de hacía más o menos un mes. Respiró profundamente y luego acomodó a Hermione en la cama, cediéndole su mejor almohada. Luego se acomodó el mismo detrás de ella, abrazándola y poniendo su cara contra su nuca. Estaba muy cansado, y ella parecía haberse tranquilizado bastante. No tardaron nada en quedarse profundamente dormidos.
Fuera, las nubes comenzaban a resonar, y los relámpagos anunciaron la tormenta inminente que habría de suceder unas horas después...
ooo
Hermione abrió los ojos lentamente, aún se encontraba donde recordaba. Era como despertar de un sueño para entrar en otro. Miró su mano, y Draco seguía tomándola. Todo era perfecto; sentía su brazo alrededor de sus hombros y su respiración pausada en la nuca.
Estaba a punto de quedarse dormida nuevamente cuando escuchó cómo la hoja de la ventana en la sala común se azotaba por el viento. Juraría que la dejé cerrada antes de irme. Con pesar se separó lentamente del chico para no despertarlo, y una vez que estuvo sentada en el borde de la cama, miró sobre su hombro. De nuevo se fijó en lo tranquilo que se veía durmiendo. Pasó los dedos por su cabello platinado y despeinado y percibió una ligera sonrisa aún dormido. Ella también sonrió y se levantó con cuidado para no molestarlo.
Al salir de la habitación cerró la puerta tras de sí. La ventana se azotaba de vez en cuando con cada ligera ráfaga que entraba.
Hermione caminó hasta la ventana, recordando de pronto la ocasión en que un cuervo la había atacado ahí mismo, tratando de alcanzarla con sus garras. Un escalofrío le recorrió la espalda. No quería que eso volviera a suceder. Estiró su mano para tomar la hoja de la ventana y vio cómo las cortinas se sacudieron violentamente sin que el viento las hubiera movido. Al mismo tiempo escuchó una voz, siseando como una serpiente, venenosa como solo ella podía ser, susurrar una palabra que le heló la sangre.
—Silencio.—dijo.
Las cortinas se movieron violentamente otra vez, obligando a Hermione a retroceder rápidamente. Conforme ella se movía, la ráfaga furiosa la seguía. El mal invisible movía los cojines de los sillones, tirando papeles a su paso, sacudiendo los libros, las hojas de las flores que Draco le había dado la noche anterior. E iba directamente hacia ella.
Cuando estuvo acorralada, gritó por auxilio; primero pensó que su mismo terror la había dejado sorda, pero un segundo más tarde se dio cuenta de que su garganta no producía ningún sonido. Gritó con más fuerza. Nada.
Cerró los ojos cuando la ráfaga la alcanzó. Eran como millares de trocitos de vidrio que no la dejaban respirar y que la herían constantemente, no importaba cuánto se defendiera. El aire era una sola navaja que le hacía desear estar muerta antes que seguir soportando el dolor.
Abrió los ojos y vio una herida en su muslo, justo debajo de la cicatriz que le había dejado el cuervo aquella noche en que Draco la rescató. Uno más en la mejilla izquierda, y otro en el antebrazo.
Se dejó caer en el suelo, hecha un ovillo, llorando con amargura que no pudiera hacer nada para detenerlo, y que nadie la escucharía para ir a ayudarla. La última vez Draco había acudido en cuanto le llamó. Ahora se encontraba dormido tranquilamente, con la puerta cerrada porque ella la había dejado así. ¡Qué estúpida!
Escuchó pasos acercándose lentamente. El sonido de los tacones de unas botas finas se abría paso entre el desorden que había quedado. Desde donde estaba vio la orilla de una capa de piel negra, mismo color que la túnica de seda. Sintió frío y terror. Luchó contra el último, pero supo que pronto se convertiría en pánico.
Vio cómo una mano enguantada de piel negra bajaba hasta la altura de su barbilla y al levantarse, se levantaba ella también; como si la hubieran tomado por la garganta para hacerla ponerse de pie, pero nada la tocaba. Fue obligada por la misma fuerza invisible a levantar la cara. Entre las sombras distinguía un rostro que no reconocía, pero sabía que había visto en alguna parte. Cabello largo y platinado le caía hasta los hombros, enmarcando su rostro frío y pálido. Arrugas rodeaban la boca y los ojos, pero pronto lo supo. Había sido siempre igual. Y esa frialdad gris en sus ojos brillantes la conocía demasiado bien.
Lucius Malfoy.
Ya no podía gritar; no solo no tenía caso, sino además estaba clavada ahí mismo, mientras por la mente le pasaban las maldiciones más temibles que seguramente aquél Mortífago utilizaría en ella.
Lucius tenía ahora la misma expresión que había visto en Narcissa durante el torneo de quidditch en cuarto año. Como si olfateara basura.
—Así que eres tú...—las palabras del mago eran filosas, cortantes. Cada una peor que la anterior. Uno realmente podía morir de escucharlo¿cómo podía Draco haber sobrevivido hasta entonces?— Tienes que ser, apestas a podredumbre.
Hermione comenzó a sollozar sin emitir un solo sonido. Las lágrimas corrían por sus mejillas y le escocían las heridas. Estúpidas lágrimas saladas.
¿Qué era lo que había dicho Draco en su carta¿Por qué estaban ocurriendo sus peores pesadillas, una tras otra? Sería mucho más fácil matarla y acabar con todo... pero no lo haría. Primero se aseguraría de causarle tanto dolor como fuera posible. Solo era cuestión de tiempo, y Draco nunca se enteraría... hasta que estuviera muerta.
—¿Qué es esto?—con la misma fuerza invisible "tomó" el dije que Hermione llevaba. La esmeralda refulgía entre las delgadísimas serpientes plateadas; un detalle que solo los que prestaban atención notaban. De otro modo, sería simplemente una piedra verde engarzada en plata— ¿De dónde lo sacaste, basura? Me atrevo a pensar que tienes unos métodos muy interesantes para lavar el cerebro... Lograr que Draco que diera esto... Pero ya pagará por ello. Y tú también...
Dejó caer la gargantilla, que se sintió excesivamente fría al chocar contra el pecho de Hermione.
—Vamos—continuó con su voz venenosa—, dejemos un mensaje para mi hijo, porque pronto dejará de serlo. Quiero que sepa que a Lucius Malfoy nunca se le dice que no, y que Lord Voldemort lo espera en el ejército de Mortífagos.
Retiró la mano de donde la tenía, virtualmente sosteniendo a Hermione en el aire, y ella cayó provocando un sonido sordo.
—Argh, cállate, ni siquiera puedes caer con gracia. No sirves ni para eso... Señorita Granger, qué buen chiste. ¡Ah, sí! El mensaje para Draco¿cuál será la mejor forma? Ya sé—dio un par de pasos hacia atrás para observarla bien—, tu sangre está tan sucia que la reconocerá enseguida—¿una carta escrita en sangre?—. Grita para mí, Imperius
Hermione comenzó a gritar con tanta fuerza que podría haber despertado a todo el colegio; sin embargo, de su boca no se escuchó un solo lamento, ni un gemido de dolor, ni miedo. Solo la imagen aterradora de verla pedir auxilio sabiendo que no serviría de nada. Era como mirar un filme sin sonido, y de todas maneras se percibía todo el dolor que se intentaba transmitir.
—Grita más fuerte, no puedo escucharte—Hermione obedeció sin voluntad—. Más fuerte...
Su garganta se desgarraba lenta y dolorosamente. Ahora lo comprendía. Quería detenerse, su quijada dolía demasiado, no podía cerrarla, y no podía dejar de gritar sin ningún resultado.
—Ya es suficiente.
Y todo se detuvo. Hermione se apoyó en el suelo y comenzó a toser con fuerza, tomando entre cada espasmo una gran bocanada de aire.
Lucius levantó su mano derecha nuevamente haciendo un movimiento circular. En el acto, la bruja fue levantada del suelo y rodeada de una soga delgadísima que parecía salir de la capa del Malfoy. Eran como alambres que quemaban, pero ya no tenía fuerzas para gritar, ni para defenderse, ni tampoco para luchar contra nada.
—Esto debería ser suficiente—la voz de Lucius llenaba el lugar con el menor esfuerzo—, a menos que el corazón que acabas de darle a ese malagradecido no fuera bastante bueno como para que esto le diera qué pensar. Asquerosa Sangre Sucia, no se suponía que esto saliera así.
Y tan fácilmente como la ráfaga de viento había logrado entrar en la habitación, tan rápidamente como Lucius había logrado burlar a Hermione, desaparecieron sin más rastro que lo que él había dejado al entrar y la sangre de la bruja en el piso.
ooo
Pasaron un par de horas antes que amaneciera, pero no había sol en el cielo: unas espesas nubes grises lo cubrían y dejaban caer sus gruesas gotas al suelo. Se escuchó un relámpago, y Draco despertó bruscamente de una pesadilla. Con la respiración agitada se sacudió el cabello de la frente y miró hacia la ventana. Debían ser las siete de la mañana, pero la luz opalina que alcanzaba a filtrarse no era suficiente de todos modos. Hermione amaba los días como aquellos. Hermione...
—¿Hermione?—echó un vistazo por la habitación. ¿Y si se había levantado temprano? No tenían deberes, ni proyectos, ni nada que pudiera significar estar despierta a esa hora.
Pasó la mano por el lugar en que ella había dormido; estaba frío, igual que la habitación. Un escalofrío le recorrió la espalda. Hermione no solía hacer eso. Habría dejado una nota, o simplemente lo habría despertado para decirle a dónde iba.
Se levantó. Ya no sentía el sueño normal de todas las mañanas. Estaba completamente lúcido y no le gustaba lo que estaba pasando.
Abrió la puerta esperando encontrarla sentada en un sillón, leyendo junto a la chimenea. Cualquier cosa habría sido mejor que lo que vio.
Los papeles de su última asignatura estaban regados por todas partes, la ventana abierta, los libros en el suelo. Movió su mirada en otra dirección. Los cojines rasgados, y un ferroso aroma a sangre.
—¿Hermione!—llamó una vez más, sin respuesta.
Utilizó las habilidades que vivir con Lucius Malfoy le había dejado, y siguió el olor a sangre hasta el rincón entre la pared y el librero. Ahí abajo había rasguños marcados en la madera. Se inclinó. Las uñas que lo habían hecho no eran largas, pero habían tenido razón suficiente para dejar esas marcas en la duela. Junto a éstas había sangre seca, como escupida.
Sangre.
Se levantó de golpe. Miró en todas las direcciones, no había nada más que le pudiera indicar dónde estaba o qué había ocurrido aquella noche. Tal vez todavía podría encontrarla. Ella le había enseñado que la esperanza es lo que muere al último; pues bien, por ella, no dejaría que su esperanza muriera todavía.
Corrió a su habitación. Nunca pensó que tuviera que hacer eso algún día, pero el tiempo apremiaba y no le quedaba opción. Era eso o dejarla morir.
ooo
—¡Harry¡Alguien está gritando tu nombre ahí afuera¿Te importaría salir a callarlo?
Ron ordenó desde la habitación de los chicos de séptimo grado a nombre de todos, que ansiaban seguir durmiendo. Harry, que se encontraba en la sala común terminando los deberes de Astronomía, no tuvo más opción que obedecer. Quien quiera que fuera el que se había pasado gritando durante casi diez minutos a todo pulmón, merecía un regaño. Ya le estaba dando dolor de cabeza.
Abrió la puerta tras el retrato de la Señora Gorda y exclamó.
—¿Podrías callarte por favor!—iba a seguir, pero no pudo al ver quién había estado llamándolo a gritos.
—¡Ah¡Muchísimas gracias!—dijo la Señora Gorda desde el retrato mientras se quitaba unas orejeras improvisadas de ramas y flores pintadas en óleo— Le pedí que se callara, pero nunca me hizo caso. ¡Hasta amenazó con atacarme! Muchacho prepotente...
—¿Qué es lo que estás haciendo aquí?—preguntó Harry obviamente molesto.
Recobrando el aliento de haber corrido y gritado sin tregua, Draco Malfoy tragó saliva intentando hilar las ideas para decirle lo que había sucedido.
—Malfoy, no estoy para bromas¿qué es lo que quieres?
—Es... es Hermione...
—Sí, es bastante obvio que quieres a Hermione, al menos para jugar con ella-
—No, no entiendes.
—¡Claro que entiendo! Era la manera perfecta de vengarte de nosotros, quitándonos a nuestra mejor amiga. ¿Qué sigue¿Qué es lo que quieres tomar ahora?
—¡Cállate, Potter!—estalló Draco— Hermione no está, no sé qué fue lo que pasó con ella, solo sé que no está, y que está lastimada.
Harry volvió en sí mismo al escuchar que se trataba de algo serio. Sin embargo, intentó mantenerse escéptico y no caer ante él.
—Aha, suponiendo que eso fuera cierto¿qué es lo que buscas? Solo falta que quieras mi capa de la invisibilidad.
—¡Al diablo con tu capa de invisibilidad, Diva! No me interesa más que una cosa que tú puedas proporcionarme y no es la capa. Hazlo por ella, quiero tu Mapa del Merodeador.
El Gryffindor se quedó helado.
—¿Cómo sabes del Mapa del Merodeador?
—Eso importa poco, solo quiero que me lo prestes.
—Una cosa a la vez, Malfoy. ¿Cómo sabes del Mapa?
—Mira, tu padre y el mío estuvieron juntos en el colegio, y él conocía las mañas de James Potter...
—Te lo advierto, rata asquerosa...
—Todavía no termino. Ya sea por eso o por lo que contaba el estúpido de Pettigrew acerca del mapa, me enteré de él. ¿Feliz? No hay más. Todo lo que sé es que ese Mapa muestra cada rincón de este colegio y a quienes se encuentran en él, que nunca miente, y que tú lo tienes. Ahora, préstamelo por favor.
—No me convences.
—¡Es tu amiga, caray! Creí que ustedes eran de los que hacen lo que sea por un amigo.
—Y lo somos, Malfoy, solo que tú no eres mi amigo. ¿Y desde cuándo te vistes como muggle?—le espetó al ver sus pantalones de mezclilla y la camisa negra, tal como solían vestir los amigos de Duddley en vacaciones.
—Esa es otra historia que no te incumbe. Solo ayúdame a encontrarla¿quieres?
—No lo sé...
Draco se limpió la cara con la manga de la camisa. Harry notó por primera vez que su cabello estaba despeinado, parecía desesperado y venía a él una mañana lluviosa de Noviembre rogándole que le ayudara. Éste no podía ser Draco Malfoy. ¿Sería eso a lo que se refería Hermione cuando decía que era una persona completamente diferente cuando era él mismo?
—Ya. Voy por el Mapa—abrió nuevamente la puerta, y antes de entrar miró sobre su hombro—. Hombre, realmente me das lástima.
Draco habría respondido con otro insulto, pero no tenía cabeza para ello.
—Ya lo sé.—dijo con amargura.
Cuando Harry entró a la sala común, Ron bajaba las escaleras adormilado.
—¿Qué sucede?—preguntó antes de bostezar— ¿Lograste que se fuera?
—Era Malfoy.—dijo mientras se acercaba a él y subía las escaleras, pasándolo de largo.
—Con más razón. ¿Qué quería el desgraciado? No me digas que ahora es fan tuyo.
—No, Ron.
Lo siguió hasta la habitación. Harry hizo una seña de silencio poniendo el dedo contra la boca. Llegó hasta su baúl y lo abrió sin hacer ruido. Luego sacó el libro de "Quidditch a Través de los Tiempos" y lo cerró de nuevo. Salieron de la habitación despedidos por un sonoro ronquido de Neville y cerraron la puerta tras de sí.
—¿Qué diablos te pasa?—preguntó Ron mientras bajaban rápidamente las escaleras hacia la sala común.
—Malfoy necesita algo.
—Sí, el sujeto necesita un cerebro. ¿Qué rayos está pasando, eh? Tienes esa cara de "Algo malo está pasando pero no te lo quiero decir". Casi como aquella vez en que tenías los sueños de Voldemort y no le querías decir a nadie.
—No es eso, Ron.
—¿Entonces?
Harry se detuvo a la mitad de la sala y lo miró fijamente.
—Hermione está en problemas.
—Bueno, ella se los ha buscado. Déjala que salga solita. Y eso no tiene nada que ver con Malfoy.
—Tiene todo que ver. Mira, Malfoy dijo que no estaba por ninguna parte..., y que sabe que está lastimada y hay que encontrarla.
—Sí, claro. Y tú, Harry Potter, vas a ayudar a tu enemigo eterno, Draco Malfoy.
—Escucha: No sé si es cierto o no, pero pude ver bastantes cosas que hasta ahora no había notado. Malfoy se viste como muggle, pide a gritos ayuda de alguien a quien ni siquiera se molestaría en mirar, y tiene la cara como si hubiera estado llorando. ¿Eso te parece normal? Creo que no podemos correr riesgos con todo esto, no me voy a quedar de brazos cruzados asumiendo que Hermione esté herida.
Ron se quedó boquiabierto y sin habla. Esto era grandioso. Primero Malfoy lograba quitarle a Hermione y ahora iba tras su mejor amigo. ¿Qué seguía¿Su hermana¿Su puesto en el equipo de quidditch? Solo pudo mirar tras los pasos de Harry mientras se dirigía a la puerta y la cerraba tras de sí.
ooo
Harry se sintió como entre la espada y la pared. Podía ser mentira, y podía ser cierto... y de nuevo, podría ser mentira otra vez. Pero era Hermione, y ella había tomado una decisión que aunque a él no le había caído para nada en gracia, colocaba a Draco en una posición un poco más alta que la de él. Y si eso era lo que ella había querido... bueno, le gustara o no, no la iba a dejar sola.
Draco le esperaba frente al cuadro tratando de mantener la compostura. Harry acomodó el libro entre sus manos y lo abrió por la mitad. Entre las páginas se encontraba un pedazo de pergamino amarillento y gastado. Lo tomó y le extendió la mano para dárselo.
—Aquí está.
El Slytherin se hizo del papel y lo observó un rato. Así que ese era el famoso Mapa del Merodeador. Hubiera esperado un poco más, pero ese no era momento para pensar en ello.
—Esto está vacío.
Harry se acercó a él y tomó de nuevo el mapa. Sacó su varita del bolsillo y le apuntó.
—Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.
Las manchas de tinta comenzaron a aparecer rodeando la punta de la varita. Harry lo había hecho muchísimas veces antes, pero Draco solo había escuchado hablar de ello y ahora le parecía realmente un juguete divertido. Así que con esa maravilla se escapaban siempre de Hogwarts; rayos, debería aprender a hacer lo mismo. ¿De qué grado eran James Potter y sus amigos cuando lo hicieron? De verdad eran unos genios, aunque odiara admitirlo.
Los nombres comenzaron a aparecer siguiendo los pequeños puntitos en todo el mapa.
—Escucha, Malfoy—comenzó Harry; obtuvo la atención de Draco, que había estado observando embelesado el mapa—, este mapa solo muestra los terrenos del colegio. Mira—señaló los bordes— se pierden en los atajos a Hogsmeade y los bordes del Bosque Prohibido.
—Sí, ya lo sabía.
—Entonces... si Hermione está en problemas, del tipo que sean... Espera¿cómo sabes que está en problemas y que está herida? Y ¿cómo estás tan seguro de que sigue en los terrenos del colegio?
Draco respiró profundamente y se volvió a frotar la cara con las manos. Luego de pensarlo bien, acomodando lo que estaba a punto de decir, se recordó a sí mismo que había cometido un error desde el primer momento en que había dejado que su relación con Hermione se volviera más cálida. Tomó el mapa entre sus manos y lo dobló.
—Acompáñame.—y comenzó a caminar por el pasillo. Harry lo detuvo antes que se hubiera alejado más de diez pasos.
—¿A dónde¿Pare qué?
—Bueno¿quieres ayudar o no? No tengo tu tiempo y no tengo por qué darte explicaciones. Si quieres saber qué es lo que pasa., ven. Si no, date la vuelta y olvida todo lo que te dije. Te devolveré el mapa cuando termine.
Harry titubeó un poco. Luego señaló el cuadro de la Señora Gorda a modo de puerta.
—Dame cinco minutos, ya regreso.
—Que sea uno, Potter, no tengo tiempo.
Harry asintió con la cabeza. ¿Qué estaba haciendo¿Siguiendo a Draco Malfoy? Hermione le debía una bien grande. Mira que eso de caminar junto a tu peor enemigo... y sin estar siendo amenazado, simplemente no se le daba.
—¿A dónde vas?—preguntó Ron al verlo entrar tan apresurado.
—Tenemos que encontrar a Hermione, Ron. Ya no hay tiempo.
—¿De qué hablas¿Realmente le creíste todas esas mentiras?
—No son mentiras, tengo que apresurarme.
Se ató las cintas de los zapatos y tomó una chaqueta; suerte que se había levantado temprano y ya estaba vestido. Ron lo observaba andar de un lado a otro; sacó la capa de invisibilidad del cofre, se metió la varita al bolsillo, e iba camino a la puerta cuando le detuvo.
—¿Qué-es-lo-que-está-pasando?
Harry recuperó el aliento.
—Vi el mapa, Ron, Hermione no aparece por ninguna parte.—y salió de la torre de Gryffindor cerrando el retrato tras él.
ooo
Draco seguía viendo el mapa, buscando sin encontrar las huellas de tinta de Hermioneen algún lado, sintiendo cómo la esperanza se iba como gotas de rocío al avanzar la mañana. Pronto ya no quedaría nada. Tragó saliva casi ahogándose. No, no la dejaría irse tan fácilmente. Le había prometido que no permitiría que le pasara nada. Ahora se dio cuenta de que su promesa había sido rota, aunque no había quedado en él la menor intención de que lo que sucedió hubiera sido así.
—Malfoy.—dijo Harry tan pronto hubo salido de nuevo, llamando de nuevo su atención.
Draco comenzó a caminar por el pasillo con pasos largos y rápidos; Harry iba dos pasos detrás de él, tratando de imaginarse lo que había pasado para que Draco le hubiera pedido ayuda, y además le hubiera permitido seguirlo. Odiaba cuando las cosas se ponían irremediablemente difíciles y graves. Lo sabía por experiencia, pero quizá esta vez estaba un poco más asustado. ¿Qué habría sido de ella?
Llegaron a la torre de los Delegados; el Slytherin dijo la contraseña y entró, con el otro cerca detrás.
Desde el momento en que entraron sintieron un ambiente incómodo de misterio inevitable, peligro y confusión. Draco le mostró el rincón con las pruebas, y luego le relató con pocas palabras lo que él sabía.
—Entonces... ¿dónde crees que esté?
—No lo sé, ese es el problema. Pero al menos estoy seguro de que no están lejos. Si salieron de Hogwarts, será más complicado encontrarlos, pero no hay seña de que...
—Espera—interrumpió Harry—¿salieron¿Quiénes salieron?
El rubio cerró los ojos con pesar y volvió a abrirlos al cabo de un segundo.
—Hermione... y mi padre, Lucius Malfoy.
El chico de ojos verdes sintió que cómo la sangre se le fue hasta los pies.
—¿QUÉ¿LUCIUS MALFOY!
—Potter, cálmate, no grites tanto...
—¿Cómo puedes pedirme que me calme¿Por qué Lucius tiene a Hermione¡Contéstame!
Silencio.
—¡CONTÉSTAME!
—¡Ya cállate, Potter! Porque él sabe que ella fue una de las causas por las que no quise seguir sus pasos en la magia oscura.
—... ¿Hermione?... ¿Estamos hablando de la misma?
—Mira, no hay tiempo para seguir dándote explicaciones¿bien? Solo necesitaba que me prestaras el mapa, tú insististe en saber todo esto. Ahora, si eres tan amable, vete y déjame trabajar.
—No creo que eso vaya a ocurrir fácilmente—se escuchó una voz desde el marco de la puerta—. Verás, nosotros no abandonamos a nuestros amigos así.
Ambos miraron en esa dirección. Ron estaba completamente vestido y con la varita en la mano, recargado contra el postigo como siempre solía hacerlo.
—¿Ron¿Qué estás haciendo aquí?—preguntó Harry.
—La pregunta se te devuelve. Nunca creí que llegaríamos a esto.
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¡Ah! Se ha terminado... el capítulo, por supuesto. Gracias por haber leído y no olviden dejar un review antes de irse. ¡Gracias¡Hasta el capítulo once!
