Películas y palomitas.
By Tenshi Lain
Notas en tinta celeste:
Estos personajes no son míos sino de Hiroyuki Takei (y demás socios comerciales), yo solo los he cogido prestados para jugar un poco - (y por que en la serie nunca hablan de esta pareja)
La historia se sitúa algún tiempo después del torneo de Shamanes y la verdad es que las peleas y luchas no tienen aparición alguna XD
Cap. 1Residencia Asakura. 20:12 P.M. en el salón están Yoh, Anna, Pilika, Horo Horo, Tamao, Manta y Ren reunidos en círculo. Se miran casi sin pestañear, gotas de sudor resbalaban por sus frentes, la tensión puede cortarse con un cuchillo, todos permanecen en silencio.
- ¡Piedra, papel, tijeras! - gritan todos a la vez.
- ¡He ganado, he ganado! –grita Horo horo.
- No hace falta que montes tanto escándalo - le reprende Pilika.
- He ganado, he ganado. Ahora toca ver mi película.
Retrocedamos en el tiempo hasta esa mañana. En el buzón había un panfleto de un vídeo club con una oferta: siete películas durante siete días a 3₮ A Anna le pareció una ganga y los arrastró a todos al vídeo club. Cada uno cogió una película. Ahora tocaba decidir cual se ponía. Ya habían visto la de Tamao: la versión de "Romeo y Julieta" protagonizada por Leonardo Di Caprio. Todo el suelo estaba lleno de pañuelos arrugados y charcos de lágrimas. A excepción de Ren y Anna todos habían llorado a mares. Después de haber pasado el mocho y barrido los pañuelos, se habían disputado la siguiente película y había ganado Horo. Él había elegido "Colmillo blanco".
La disposición del salón era la siguiente: el mueble de la tele en una esquina (a la derecha la puerta del salón y a la izquierda la del patio) y dos sofás delante en forma de L, en la esquina que formaban los sofás había una lámpara de pie y entre los sofás y el mueble una mesa baja con dos recipientes con palomitas y varias bebidas a medias. Anna, Tamao y Pilika se sentaron en el sofá más cercano al patio, Ren estaba a punto de sentarse con ellas cuando Horo le quitó el sitio.
- ¿Se puede saber que haces? - preguntó Ren levantando una ceja.
- Me he sentado para ver la película - respondió el ainu - desde aquí se ve mejor la tele.
- Si antes estabas en el otro lado - dijo Yoh.
- Pero esta es la película que YO elegí y quiero verla bien.
- Dejad ya de discutir - dijo Anna en tono cortante.
Ren se sentó en el otro sofá con Manta y Yoh. Mientras veían los anuncios Horo horo miraba de reojo al joven chino. Anna captó este gesto "¿Qué demonios pasa aquí?" Pensó la sacerdotisa.
La película no es que fuera la octava maravilla, pero nadie se durmió. La película terminó a las 22:00. A esas alturas las palomitas habían desaparecido así que Anna mandó a Tamao y Pilika a hacer más. Anna fue con ellas, al salir captó como Ren las miraba fugazmente. Ya en la cocina, Tamao cogió varios refrescos y los llevó al salón. Pilika y Anna se quedaron solas.
- ¿Crees que sospecha algo? - preguntó Anna en voz baja.
- No estoy segura - respondió su amiga - pero se comporta de un modo muy raro.
- Tenemos que elegir la próxima - dijo Tamao al entrar interrumpiendo.
- Las palomitas casi están - dijo Pilika - enseguida salimos.
Las tres salieron cargadas. Anna ganó la siguiente ronda y pusieron su película: "la red". Esta vez los chicos se sentaron todos juntos, y por alguna extraña razón Horo horo se sentó juntó a Ren. Todos lo miraron algo asombrados, pero nadie dijo nada. Apagaron las luces y le dieron al "play". La película era interesante, pero después de tres horas de film's ininterrumpidas la gente empezó a caer dormida. La primera fue Tamao, se acurrucó sobre el brazo del sofá y se durmió. 5 minutos después Yoh y Manta siguieron su ejemplo. Horo horo no hacía más que dar cabezazos, pero se resistía a dormirse. Pilika se durmió erguida en el sofá con las manos en el regazo. Media hora más tarde, solo quedaban despiertos Anna, Horo y Ren. Este último se levantó y salió de la sala, Horo horo miró en dirección a la puerta, pero volvió a centrar su atención en la película cuando oyó la puerta del baño. Horo horo se durmió antes de que el joven chino volviera.
Ren entró con un botellín de leche en la mano. Se quedó mirando su sitio. Yoh, Manta y Horo horo estaban estirados en el sofá y él ya no tenía donde sentarse. Intentó apartarlos a un lado, pero no hubo manera.
- No podrás moverlos. Siéntate ahí - dijo Anna, señalando el otro lado de la durmiente Pilika.
El chino no dijo nada. Se sentó y miró la pantalla. La habitación, solo estaba iluminada por el resplandor de la pantalla dándole un aspecto extraño a los muebles. Diez minutos después, solo Anna estaba despierta.
Una enorme bola de queso bajaba por la cuesta y Horo horo corría con todas sus fuerzas intentando escapar. Entonces tropezó y cayó al suelo. La bola de queso lo aplastó. El ainu se despertó sobresaltado. "¡Menuda pesadilla! ¿Por qué demonios he soñado con eso?". Miró hacia abajo, ¿Qué demonios tenía sobre el pecho? Se le desencajó la mandíbula. Era el pie de Yoh y lo tenía delante de la cara. Le dio un empujón a su pierna y se incorporó. Yoh estaba completamente estirado en el sofá usando a Manta de almohada. Horo horo miró a su espalda pensando que debía tener a Ren debajo, pero allí solo había un cojín de flores. Miró el televisor, la pantalla estaba llena de nieve, en el sofá de al lado pudo ver a Tamao acurrucada, a su lado distinguió la silueta de Anna, al final también se había dormido. Y al otro lado se veía la silueta de Pilika, pero aunque estuviera tan oscuro aquella silueta era demasiado grande. Tenía un presentimiento. Alargó el brazo y encendió la luz de la lámpara. La mandíbula le cayó hasta el suelo. En el lado más alejado del sofá estaban su hermana y el joven Tao profundamente dormidos. La chica tenía la cabeza apoyada en el hombro del chico y este rodeaba sus hombros con el brazo.
- ¡¡DESGRACIADO!! - gritó el ainu haciendo que todos se despertaran de golpe y sobresaltados.
- Se puede saber que pasa - dijo Yoh frotándose los ojos.
- ¡Chino asqueroso! ¿Cómo te atreves a meterle mano a mi hermana? – dijo Horo horo saltando sobre el medio dormido shaman.
- ¡Suéltame! – dijo Ren mientras el otro le aferraba el cuello de la camisa - ¿Qué mosca te ha picado?
- Hermano, no hagas eso. Estate quieto.
- ¡¿Cómo quieres que esté quieto con el tiburón de la china rondándote?! No soy tonto. Lleva días detrás de ti.
- Deja de decir tonterías - gritó Pilika -, tengo 15 años, soy mayor para cuidarme sola. Y él no es un peligro.
- Si que lo es.
El shaman de la china se soltó del ainu. Con una expresión críptica en el rostro.
- Déjalo estar, Pilika - dijo Ren dándose la vuelta dispuesto a marcharse.
- ¿A donde vas? Aun no he acabado contigo. Y tú –dijo señalando a su hermana - ¿Por qué le defiendes?
- Porque no permitiré que le hables así a mi novio - dijo la chica, acto seguido se puso las manos en la boca mientras sus mejillas iban cogiendo color.
- ¿Qué… qué has dicho? - tartamudeó Horo horo completamente blanco. La chica no respondió, miraba al suelo completamente colorada.
- Es muy tarde. No tengo ganas de seguir discutiendo - dijo Ren y salió de la habitación. Nadie pudo verle la cara.
- ¡No me des la espalda!
- ¡Cállate hermano! Es muy tarde, deja de gritar - y ella también se fue del salón.
- Pero, pero, pero… - decía Horo horo.
- Venga – dijo Anna -, todos a dormir.
Manta apagó el vídeo y la tele. Todos se dirigieron a sus habitaciones en silencio. Anna en su cuarto se puso el pijama, se metió en la cama y suspiró. "Ya era hora de que se lo dijera" pensó. Ella había sido la primera en enterarse de la relación que mantenían los dos.
Casi un mes atrás, Anna volvía de una tarde de compras. Se había puesto a llover de repente y ella esperaba en la entrada de una tienda a que parara. Se había comprado un chubasquero nuevo y decidió estrenarlo "¿qué mejor momento para estrenarlo?". Se estaba mirando en el escaparate para ver como le quedaba, cuando una pareja que venía corriendo se refugió en la misma entrada. Los dos se cubrían con la chaqueta del chico. Anna los miró por el rabillo del ojo, tenía toda la intención de ignorarlos pero no pudo hacerlo. Cuando se quitaron la chaqueta de la cabeza, Anna vio una larga melena azul inconfundible y un cuerno morado que le era muy familiar ¡Eran Pilika y Ren! Con el chubasquero nuevo y la capucha puesta, no la reconocieron y ella no les dijo nada, quería ver donde llegaba la cosa. Los dos miraban como caía la lluvia muy juntitos. Pilika estornudó.
- ¿Tienes frío? - preguntó el chico.
- Un poco, pero no es nada - respondió ella tiritando. Entonces Ren le rodeó la cintura con los brazos y apoyó la barbilla en su hombro.
- ¿Así mejor? - preguntó el chico en su oído.
- Sí - respondió la ainu con las mejillas sonrojadas y cara de felicidad (NdTL: como Sakura cuando está con Yukito).
- Menudo espectáculo estáis dando - soltó Anna sin poderse contener.
- ¡¡ANNA!! – gritó la pareja separándose y mirando a la sacerdotisa - ¿Qu… qué haces aquí?
- Esperar a que pare - dijo con toda la calma que la caracteriza.
- Si, claro - susurró Pilika, parecía avergonzada por haber preguntado algo tan obvio. Miró a Ren y se puso colorada - ¿Cuanto… cuanto hace que esperas?
- Ya estaba aquí cuando llegamos - respondió Ren. Pilika se puso aun más colorada. Se hizo un incómodo silencio.
- ¡Ren! - gritó una voz conocida. Se dieron la vuelta y vieron a Jun que se dirigía a ellos cubriéndose con un paraguas verde mientras sostenía uno azul con la otra mano - ya me parecía que eras tú. Te he visto desde la otra acera. Hola, chicas - saludó.
- Hola - respondieron.
- ¿Qué haces aquí? - preguntó Ren intentando ocultar su nerviosismo.
- Tengo que ir a comprar unas cosas.
-¿Para qué llevas dos paraguas?
- Como me dijiste que estarías por aquí, pensé que tal vez te encontraba y que lo necesitarías. Y he acertado, pero no esperaba encontrar a tanta gente ¿habéis salido los tres juntos? - preguntó con cierta malicia. La pareja se puso rígida.
- Pilika y yo hemos salido de compras - intervino Anna con total tranquilidad -, y cuando se ha puesto a llover nos hemos refugiado aquí. Al rato ha llegado tu hermano.
- Oh, ya veo - contestó la taoísta -. En fin ¿Queréis que os preste el paraguas? Con este Ren y yo nos apañamos.
- Muchas gracias, Jun- dijo Pilika cogiendo el paraguas.
- De nada, mañana Ren ira a buscarlo. Hasta otra.
- Hasta luego - dijo Pilika mirando a Ren. Este solo inclinó la cabeza.
- Adiós - dijo Anna.
Los dos hermanos subieron por la calle y las dos chicas fueron por el otro lado camino a la residencia Asakura. Ninguna de las dos chicas dijo nada hasta dejar la avenida principal.
- ¿Desde cuando salís juntos? - preguntó sin más rodeo la sacerdotisa.
- Desde el mes pasado - respondió la ainu colorada sin levantar la vista del suelo.
- ¿Lo sabe tu hermano?
- No, no se lo hemos dicho a nadie. Tú eres la primera que lo sabe - Pilika la miró un momento y volvió a mirar el suelo -. Hablando de eso – tragó saliva - ¿te… te importaría, bueno… te importaría no decir nada? - Anna la miró un momento y volvió a mirar al frente - veras, estoy preparando a mi hermano para que no le dé un ataque cuando le diga que salgo con Ren. Todavía no está listo. Si se entera ahora, lo más seguro es que se maten el uno al otro.
- No necesitas convencerme - dijo Anna sorprendiendo a la ainu - no diré nada. Pero, prepara bien a tu hermano. Ya hay suficientes almas en pena en mi casa, no quiero que se les unan esos dos.
- Descuida – dijo Pilika sonriendo -, muchas gracias.
Anna no rompió su promesa, e incluso de vez en cuando les echaba una mano disimuladamente. Por ejemplo, mandaba a Pilika a tender la ropa mientras Ren entrenaba en el patio o alejaba a Horo horo cuando se les acercaba en momentos comprometidos. Aunque jamas lo reconocería, en el fondo le divertía encubrir aquella relación. Pero ahora las cartas habían quedado sobre la mesa. Pilika llevaba dos meses preparando a su hermano mayor, pero no parecía suficiente.
