Capítulo 11:
Mientras corría pensaba que el cabello rubio no le quedaba, o sea, no era para ella. La personalidad dominante y fuerte que tiene no es nada que ver con una tranquila y dulce jovencita rubia, pero debía andar con ese color de cabello, ya que no hay muchas pelirrojas en Hogwarts y tampoco quería comenzar sospechas de parte de Snape si la veía.
Entró en el Gran Comedor y se paró en seco para revisar con la vista la ambientación.
Ya no estaban las cuatro mesas de cada casa, sino que no las había dejando espacio exclusivamente para bailar. Había serpentinas de color plateado y dorado decorando los pilares y el techo con la bella imagen de un cielo estrellado con la luna menguante. En el fondo estaba la mesa de profesores con ellos sentados mientras conversaban animadamente. En una esquina estaba la mesa de los bocadillos, bebidas, jugos, zumo de calabaza y las cervezas de mantequilla. En la otra esquina estaban "Las Brujas de Macbeth" tocando sus canciones mientras todos los alumnos con sus diferentes disfraces bailaban llenando de colorido el Gran Salón.
Dio un paso lento y siguió caminando entre la gente que bailaba con ya un paso más seguro. Pasaba entre tropezones y empujones hasta que llegó a un sector donde había sillas y algunas mesas para que pudieran descansar con calma o conversar los que no bailaban. Se detuvo y observó a cada persona fijándose en su traje.
Gatas, muñecos, orientales, africanos, perros, jirafas, guerreros, bailarinas de ballet, gimnastas, un dementor, ángeles, diablos¡hasta un chico disfrazado de lápiz encontró! pero nada de príncipes hasta el momento.
Se sentó desanimada en una silla y se cruzo de piernas bruscamente. No podía ser que Harry no estuviera allí, esas dos le habían afirmado que él había asistido así que debía encontrarlo cuesta lo que le cueste.
Poso su mirada en Ron, él muy tonto andaba sin antifaz y estaba conversando con... Colin.
Su hermano andaba vestido como ¡Peter Pan!, ese del cuento del niño que nunca crece, el del país de "Nunca Jamás" y debía aceptarlo, se veía realmente guapo.
Se levantó de su asiento y se dirigió hasta él.
- Disculpa, Ron... – dijo ella poniendo una voz un poco más aguda de la suya y haciéndola en tono dulce.
- ¿Luna? – preguntó el pelirrojo.
- ¡Oh, sí! – afirmó ella intentando sonar como su amiga - ¿Sabes dónde está Harry?
- La verdad no sé, lo perdí de vista hace como unos cinco minutos...¿Por qué tus ojos están cafés? – preguntó señalando los ojos de Ginny.
- Pues...usé un hechizo para cambiarlos, ya que con este vestido se ven mejor así – respondió tratando de sonar convincente con una forzada sonrisa bobalicona y maldiciendo sus ojos – Nos vemos – dijo rápidamente y se perdió entre la multitud que estaba bailando.
Fue a la mesa de los bocadillos y sacó una gran cantidad de frituras. Se las echó a la boca y masticó como lo hacía Ginny Weasley cuando estaba enojada, no como la hermosa princesa que debía comportarse decentemente.
"Al diablo la dieta y los modales..." pensó sirviéndose un gran vaso de Coca-Cola y bebiéndoselo al seco.
Dejó su vaso en la mesa, se dio vuelta y chocó con alguien. Ahora tenía papas fritas en su escote y en el sostén gracias al idiota que estaba frente suyo y con quién había chocado.
- ¡Lo siento mucho! – se disculpó un muchacho sonriendo nerviosamente.
- Da lo mismo – dijo Ginny negando con la cabeza sonriendo al chico y se fijó en un detalle muy importante de él.
"Cabello negro, ojos verdes. Estaba vestido a lo príncipe medieval con una chaqueta blanca y unos bombachos blancos también...¡Harry, mi Harry está delante de mí!" pensó sonriendo satisfecha Ginny.
- Perdón¿tú eres Harry Potter? – preguntó ella.
- Sí, me reconociste... – respondió chasqueando la lengua.
- Es cierto, estás irreconocible. No tienes la cicatriz ni tampoco tus anteojos – comentó señalando la frente del chico.
- Bueno, me apliqué un hechizo y así nadie me molestaría con el 'El Niño que Vivió'.
- Entonces te dejo solo y disculpas si te he molestado... – y dicho esto Ginny se dio vuelta y comenzó a caminar.
- Espera, no quise ser maleducado contigo ni decirte una indirecta para que me dejaras solo – replicó arrepentido Harry tomándola suavemente del brazo.
- Vale, da lo mismo – dijo sonriendo.
"¿Por qué me siento tan nervoso al lado de ella?" se preguntó preocupado y desconcertado a la vez el joven Potter.
Al él le gustaba Ginny y eso estaba más que claro, pero la extraña vestida de princesa tenía algo especial que lo hacía sentirse vulnerable, nervioso y tan feliz estando en compañía suya. Todo eso lo sentía estando al lado de la pelirroja, pero ahora también con la rubia...
¿Acaso Ginny dejó de gustarle y ahora se estaba fijando en la extraña disfrazada de princesa?
Comenzó a tocar una música bastante animada, de esas que de inmediato te mueven los pies y empiezas a bailar, aunque no sepa ni te guste.
- ¿Te gustaría bailar? – preguntó el príncipe ofreciéndole su mano a la princesa.
- De acuerdo – respondió ella sonriendo tomando su mano.
Se acercaron a la pista donde estaba la gran mayoría de los estudiantes bailando. Ginny nunca había visto bailar a Harry y le pareció que lo hacía bastante bien, aunque no era el mejor del mundo. Ella bailaba excelente, se movía perfectamente al compás de la música.
Aquella tonada terminó, pero comenzó a sonar una lenta, de esas que bailan los enamorados. Los dos dejaron de bailar y se quedaron estáticos observando como algunos salían de la pista de baile, otros salían a los jardines para declarársele a su amor y otros se abrazaban para bailar.
Ginny dejó de contemplar a una chica vestida de ángel que bailaba con el vestido de dementor y se encontró con los ojos verdes de Harry mirándola expectante. Se acercó a ella e hizo una leve reverencia ofreciendo su mano.
- ¿Baila conmigo esta pieza, princesa? – preguntó en un tono suave.
- Está bien – murmuró ella aceptando la invitación.
Harry la tomó por la cintura con su mano izquierda y su mano derecha estaba fuertemente entrelazada con la de ella. Ginny puso su mano derecha en al espalda de él con mucha delicadeza. Y comenzaron a moverse lentamente al ritmo de la música.
- Bailas bastante bien – comentó ella al oído de Harry y éste sintió un escalofrío recorrer su cuerpo por la cercanía de sus cuerpos.
- Gracias, comparándolo cuando baile en cuarto año por el Torneo de los Tres Magos, este es un baile decente – respondió sonriendo nerviosamente.
- Es cierto, me reí mucho al verte bailar...Pero mi pareja de baile era espantosa, me pisaba los pies a cada momento, así que me excusaba para no bailar con él...
- Así que eras de cuarto año en esos momentos¿o me equivoco?
- Te equivocas, iba en tercero. Alguien de cuarto me invitó y acepté encantada, ya que no tendría la posibilidad de asistir – contestó Ginny sonriendo.
- Una amiga mía me dijo eso – dijo Harry acordándose la escena cuando estaba con Ron desesperados por sus parejas de baile y hablaron con Ginny y Hermione – Era una oportunidad una en un millón...
- Exacto, esa amiga tuya es muy inteligente – halagándose a ella misma sonrió satisfecha por ser una muchacha sumamente lista – Tienes muy buenos amigos...
- Es cierto, los quiero mucho a los tres – confesó él sonriendo.
- Lo dijiste en un tono muy meloso – reprochó ella levantando la vista a los ojos verdes de él - ¿Acaso te gusta una?
- Emm...No – respondió después de pensar muy bien su respuesta.
- ¿Qué harías si una amiga tuya se te confesara? – preguntó directamente Ginny manteniendo su vista fija en el rostro de un nervioso Harry.
- Eso jamás pasaría – respondió sonriendo Harry – Si se me declarara la rechazaría, porque no me gusta... – Harry pensaba en que si Hermione se le confesara, pero no se le ocurrió la posibilidad que esa amiga podría ser su pelirroja.
Ginny volvió a hundir su rostro en el pecho del joven. No tenía posibilidades, no le gustaba y si se le declaraba iba a cometer una de las humillaciones más grandes en el universo. Se había escapado del castigo de Snape y había corrido todos estos riesgos por nada a cambio...A Harry no le gustaba, sólo la veía como una simple amiga.
Sus ojos comenzaron a arderles ligeramente y unas lágrimas amenazaban con salir. Los cerró fuertemente para que no llorara mientras en su garganta y labios sentía una especia de sabor amargo, el sabor de la desilusión amorosa.
Respiró profundamente el aroma de la chaqueta de Harry y al menos se consoló con el pensamiento de que disfrutaría esta noche al máximo, aunque él la veía sólo como amiga, ella trataría de hacer de esta noche, una inolvidable.
La música dejó de sonar y los dos pararon de bailar. Harry la llevó hasta una de las sillas para que pudieran seguir conversando con más calma.
- A veces creo que los bailes son una total perdida de tiempo, pero debo decir que éste en particular no lo es – comentó Harry sonriéndole a la princesa de su lado.
- Sólo has ido a dos, no puedes tener una opinión así si no has asistido a más de unos diez – le reprochó Ginny chaqueando la lengua.
- Tienes razón, pero yo ya tengo mi opinión bien formada. Odio todo lo que tenga que ver con salir al público y divertirte...
- ¡¿Cómo?! Eres un aburrido...
- ¿Vamos afuera a los jardines para seguir conversando con más tranquilidad?
- Vale – respondió ella y se tomó del brazo de él y se fueron caminando a paso lento.
Cada uno disfrutaba de la compañía del otro y la conversación fluía con mucha calma, había química entre los dos. Y cómo no, eran Harry Potter y Ginny Weasley hablando animadamente caminando entre los arbustos, árboles; bajo el cielo estrellado y la luna menguante estampado en él. Con una suave brisa que movía los mechones del cabello rubio de la princesa y la luz de la luna hacía ver el brillo de sus labios mucho más notable a simple vista.
El silencio era completo, sólo se escuchaban los tacones de Ginny al caminar, el ruido del pasto moviéndose por el viento y la música a la lejanía proveniente del castillo.
- ...Entonces¿cuál sería el panorama perfecto para pasar con una diversión ilimitada de parte del señor Potter? – preguntó arqueando una ceja la rubia.
- Jugar Quiddittch, leer un buen libro o ver una película con un buen paquete de palomitas de maíz.
- ¡Eso es aburrido! Está bien para algunos días, pero si tienes la posibilidad de ir a bailar o a una fiesta debes aprovecharla, porque la vida hay que vivirla como si sólo te quedara el presente y se acabó el futuro...
- Hay que disfrutarla como si no te quedara un segundo más de vida - finalizó Harry deteniéndose junto a una banca que estaba perfectamente alumbrada por la luz de la luna y al frente tenían la bella vista del lago.
Se quedaron en completo silencio y contemplaron el paisaje mientras comenzaba a escucharse la tonada de una música romántica.
Harry en un acto de valor le ofreció bailar allí y ella encantada aceptó al instante.
Ninguno dijo nada mientras bailaban. Ella tenía su cabeza apoyada en el pecho de él y éste tenía su barbilla apoyada en el cabello rubio de la princesa mientras respiraba el agradable aroma de flores de desprendía su cabello.
Ella levantó su rostro para quedar frente a frente con el de Harry. Cada uno comenzó a sentir una especie de calor recorrer su cuerpo y la respiración de ambos se hacía agitada. Sus rostros se empezaron a acercar lentamente hasta que sus labios se fundieron en un beso...
Notas de la autora: Hola a todos! Bueno, ya hice el capítulo del baile y debo decirles que lo escribí con la inspiración floreciendo totalmente mientras mi pobre computador aguantaba el presionar de las teclas una y otra vez...
A mí sí que me ha gustado, lo encontré tan tierno que me enorgullezco de mí misma, aunque en verdad es demasiado empalagoso. Si esto me pasara en la vida real (como si llegara a pasar, como si a mí me fuera a pasar, jaja!) sería tan... romántico ¬¬. Sólo para historias.
Bien, espero sus reviews con muchas ansias y a ver si este capítulo ha sido de su agrado.
Me despido, adiós!
