"Comenzando a amar"

"Por Sumire-chan"

Capítulo 1: "Problemas en la Torre de los Colmillos"

Cleo estaba recostada en la hierba levemente mojada por el rocío, aún era muy temprano para que ella, Orphen y Majik continuase el viaje pero tampoco tenía deseos de continuar durmiendo como el resto de su grupo. Según el hechicero originario de la torre de los colmillos su próximo punto podría ser la misma, deseaba volver a ver a Artia. Ya que después de la última batalla con el demonio Esmeralda no habían vuelto a saber nada del "Hombre cangrejo" ni de la "Mujer cangrejo" como ellos mismos les llamaban.

Sus ojos celestes tan profundos y brillantes como el mismo cielo se fijaron en la inmensidad del firmamento y del constante movimiento de las hojas de los árboles que caían sobre su cuerpo frágil y pequeño, eso creía el resto, pero desde hacía tiempo que ya no era más una chiquilla. Un ronroneo acompañado de una caricia peluda en su brazo derecho la hizo levantarse de pronto, Leki le miraba sonriente, mientras jugaba pasando de un lado a otro de su cuerpo.

- "es una mañana muy hermosa" - pensó sintiendo la brisa en sus cabellos.

- ¿Ya estás levantada Cleo? - preguntó una voz detrás suyo.

Y ahí estaba él. Sus ojos castaños mirándola directamente a ella, sus cabellos alborotados como de costumbre y esa forma de sonreír, sarcástica, que helaba su cuerpo de manera brutal.

- Si, no tengo más sueño - ella le dijo casi en un susurro antes de volver a recostarse en el suelo, con Leki acurrucado a su lado.

- ¿Qué te pasa? - le preguntó enojado, ella había sido muy seria con él.

- Nada - le contestó tranquilamente.

- Sí, algo te pasa.

- ¡¡¡Que nada!!!

- Oye, ¡¡¡¡A mí no me gritas chiquilla!!!! - se alejó nuevamente hacia el campamento a buscar algo de comer, murmurando- encima que uno le pregunta amablemente, se atreve a contestarme mal.

- ¡¡¡CALLATE!!! - le gritó sin moverse de donde estaba - baka...

- ¡¡¡Busu!!!

Ella de pronto sintió su corazón encojerse. "Chiquilla..." Si eso era lo único que él pensaba de ella... ¿Cómo podía sentirse bien? Cleo no podía dejar de pensar que desde que lo había conocido, Orphen sólo la había mirado como a una chiquilla, incluso aquella vez en que le había entragado el otro objeto para que la espada fuera perfecta, incluso entonces... su mirada era hacia su pequeña amiga... su hermanita.

- "Es una baka... " - pensó cerrando los ojos - ¡¡¡ARG!!!

Orphen la escuchaba desde donde estaba, le gustaba hacerla enfadar, sus ojos celestes se ponían brillosos, más firmes, directos a él, y eso le hacía sentir...

- "¡¡¡Diablos!!! ¿En qué estoy pensando? Es una estupidez... ya basta" - pensó para sí mismo.

- Oye, ¡¡tú hechicero!! - le dijo la joven que venía llegando - ¿Porqué no preparas algo de comer?

- ¿Eh? ¿Estás loca? Haz tú algo de comer ¿Quién te crees que soy? - pareció pensarlo un poco- ¡¡Mejor no!! No hagas de comer, no quiero morir aún.

- ¿¿Qué?? - e inmediatamente le golpeó en el rostro dejándolo medio aturdido contra un árbol.

Con tanto alboroto, Majik, que estab dormido, despertó algo enfadado. No le gustaba despertar de esa forma, aunque siempre era él quien se levantaba primero, anoche se había quedado hasta tarde pensando en varias cosas... en la "Mujer Cangrejo" que jamás le dijo su verdadero nombre y él se quedó bastante mal por ello.

- ¿Qué les pasa? - preguntó tullándose los ojos con pereza- ¿AH? ¿Porqué hacen tanto escándolo?

- Es es hechicero de pacotilla que no quiere preparar el desayuno - comentó señalándolo acusadoramente- y dice que si yo lo preparo moriremos todos.

- bueno... - pensó un poco lo que iba a decir y se calló - voy a preparlo yo, para que estemos todos contentos.

Cleo sonrió, Majik siempre era amable muy al contrario de Orphen, aunque aveces lograba sacarla de sus casillas con tanta adoración que le tenía a su maestro. El joven aprendiz se dirigió al lago cercano en busca de un poco de agua.

- Majik sí que es amable... es dulce... atento... sabe cocinar... - comentó Cleo como si fuera una conversación normal, intentando que Orphen le escuchara- al contrario de ciertos magos...

Ya estaban iniciando una nueva pelea cuando el rubio volvió con una olla llena de agua y una sonrisa de oreja a oreja, venía tarareando una canción.

- ¿Pasa algo Majik? - le preguntó Cleo sentándose contra un árbol de manera que su espalda estuviera cómoda- ¿Ah?

- No, nada - miró a su maestro- ¿A dónde iremos ahora, Maestro?

- Estaba pensando...

- Cosa nueva... - susurró Cleo a lo que Orphen le miró fríamente.

- ... que podemos pasar por la torre de los colmillos. ¿Qué les parece?

Cleo ya lo sabía, por más que intentara negarlo el hechicero, ella sabía que esa idea venía desde hacía mucho tiempo y que también se debía a que Asali podía volver en cualquier momento a la torre. Aunque fuese su hermana... aunque tuviera un pequeño niño en su vientre... que ya debía haber nacido.

- "Soy una tonta... otra vez teniendo esas ilusiones..." - su rostro se ensombreció por un momento pero, según ella, nadie lo había notado.

- ¿qué les parece? - preguntó el hechicero usurero.

- Si, a mí me parece bien - dijo Majik probando lo que era el desayuno.

- A mi también - contestó ella de mala gana mirando al interior de la cacerola, el contenido se veía y olía delicioso, ella jamás podría cocinar así, lo sabía.

Luego del desayuno, que transcurrió, sorpresivamente, bastante tranquilo emprendieron el camino hacia la torre de colmillos, no quedaba muy lejos de allí y podían ver, en su recorrido, los campos bellamente cultivados, los pastizales que sobrevivían de los animales sueltos. El pueblo cercano a la escuela de hechiceros estaba prácticamente vacío, sólo había unos cuantos aldeanos que praparaban sus cosas para marcharse del pueblo también. La razón se debía a que había corrido un rumor de que era peligroso estar cerca, que los hechiceros de ese lugar no eran muy amigables y asesinos sobre todas las cosas.

Había habido muchos rumores corriendo por el pueblo, así que, finalmente, todos acabaron mudándose hacia tierras más tranquilas, primeros los comerciantes, luegos los negocios y por último las personas que vivían sencillamente allí.

- No entiendo quién habrá corrido ese tipo de rumores - dijo Cleo subiendo unas escaleras inmensas desde donde se divisaba el edificio de la torre de los colmillos, imponente - ¿tú qué crees Orphen?

- No lo sé, algún enemigo de la torre - le dijo mirando los peldaños, ocultado sus ojos con su flequillo.

- uff!!! ¡¡¡Estoy cansado!!! - dijo al estilo Cleo.

- -____________- sí, yo también.

- -_______________________-**** ¡¡¡Estamos cansados!!!

- O_______o - Orphen les miró a punto de caerse de espaldas- está bien... descansen, pero yo continuaré porque no falta mucho.

Ellos tampoco se pudieron detener, lo poco que faltaba les pareció eterno cuando al fín llegaron al inmenso edificio, el patio en su frente estaba lleno de niños y niñas que practicaban sus hechizos mutuamente pero no alcanzaban a tocarse ya que estos se disolvían en el aire antes de sentir la piel del otro. Sus miradas se cruzaron con algunos de ellos, que los miraron, Orphen y Majik llevaban sus colgantes por lo que despertaban los murmullos en los estudiantes.

Una figura conocida se acercó a ellos entre las demás, se trataba de Artia, el tiempo tampoco había pasado para él, su mirada era afable aunque seria y su cabello rojizo oscuro era igual de corto que antes.

- ¡¡Crillancelot!!! - gritó abrazándolo - perdón, Orphen. ¿Cómo estás amigo?

- Bien, Artia, ¿tú?

- Bien. - miró a los demás- ¡¡Buenas amigos!!

Artia podía tener muy buen humor sin estar bajo la máscara del "hombre cangrejo".

- Hola, Artia - le saludó Cleo mirando a su alrededor- ¿Ellis? - preguntó por la que se había vuelto una amiga para ella.

- Está dentro, vamos - miró a Orphen- tengo una sorpresa para ti.

Magik salto con la mención del nombre de la hechicera, su amiga... la recordaba triste al dejarla en este mismo lugar, casi llorando y él había seguido el impuslo de abrazarla, y enterrar su rostro en su corto cabello, olía a sakuras. También había sentido su cálida respiración acompañando al compás al latido del corazón. Esa sensación que había tenido había sido magia en la noche.

Artia los hizo pasar a la que era la sede de los hechiceros más pretigiosos conocidos y los condujo por los pasillos hasta un cuarto en la zona oeste de la puerta principal. Desde fuera, se escuchaban las voces de una coversación.

- ¡¡Esto no puede seguir así!! ¡¡Debemos hacer algo!! - dijo la voz de una mujer con seguridad y la fuerza interior que parecía pertenecer a una joven, mas no la reconocían.

- Y haremos algo - le contestó otra más madura, esa sí la conocieron, se trataba de Leticia, la joven de cabellos entre azulados y violáceos que se encargaba de la torre de los colmillos ahora que Childman se había sacrificado por Azari, ahora que él volvería a nacer.

- Pasemos - dijo Artia sin tocar la puerta.

Dentro, una muchacha de largos cabellos castaños muy claros hasta la cintura estaba apoyada sobre un escritorio de manera autoritaria, sus ojos clavados en la mujer que se encontraba detrás de este, Leticia.

- ¿¿Me estás escuchando Leticia?? - le preguntó, su voz era muy suave y melódica.

- Sí, te escucho, sí... - le contestó ella impacientada - pero ya te he dicho mil veces que haremos algo.

En silencio, Artia levantó un dedo con una pequeña pero bastante peligrosa bola de fuego que brilló apenas y la lanzó contra la chica que estaba de espaldas a él. Todos se sorprendieron por tal acto, sabiendo que la chica sufriría gravemente el impacto de ese ataque cerraron los ojos. Nada. Ni un grito ni un sollozo ni el más mínimo sonido.

Cuando volvieron a abrir los ojos, ella sostenía entre sus manos la bola de fuego que se iba disolviendo lentamente, tenía una sonrisa sarcástica en los labios.

- Acaso... ¿Crees que podrás atacarme por la espalda tan fácilmente? Maestro - dijo sonriendo- eres demasiado soñador.

- Y tú... muy testaruda- le contestó él- ¿Cuántas veces hemos hablado acerca de la situación de los demonios?

- Muchas veces, sensei, muchas veces. - ella le dijo resignada, la bola de fuego se extinguió por completo- pero me niego a acepta que no haremos nada... ¡¡¡Algo se podrá hacer!!! ¿uh?

Ella volteó a verlos y sus ojos tan azules como el mismo cielo se iluminaron sorpresivamente, dibujándose en sus labios también una bella sonrisa.

- ¿Majik? ¿Cleo? ¿Orphen? - pestañeó varias veces- ¿Son ustedes?

- Soy yo... - susurró Cleo algo confundida- ¿y tú quién eres?

- ¡¡Oh Cleo tanto tiempo!! - dijo lanzándose a sus brazos, pese a todo, la rubia correspondió el abrazo, más por instinto que por reconocimiento- ¿Acaso no me recuerdas? Soy yo... soy Ellis.

- ¿Ellis? - se separó de ella para mirarla bien- ¡¡Has cambiado mucho!!

La hechicera sonrió. Sí, era ella. Majik estaba en estado de shock, pero bajo ese cambio estaba le Ellis que había conocido, sin duda... su sonrisa, su mirada, toda ella. Ellis se acercó y le abrazó con fuerza, posando sus brazos alrededor de su cuello, y él la encerró contra sí acariciando su espalda. Parecieron horas de esa sensación delicada, aunque en realidad sólo habían sido unos mínimos segundos.

- ¿Cómo has estado? - le preguntó él.

- Muy bien, ¿y tú?

- Bien, también - miró hacia los demás y se separó de ella, algo sonrojado.

Ellis también saludó a Orphen mientras este le guiñaba un ojo refiriéndose a Majik, ella sólo sonrió con dulzura con un coloreado precioso en sus mejillas.

- Maestro, no te salvas, ven acá - le dijo a Artia que estaba saliendo por la puerta, le tomó de la túnica.

- O_______o

- ¬¬ ¿A dónde te estabas yendo?

- ¿YO? - dijo inocentemente- tengo que dar clases...

- ¡¡¡No seas mentiroso!!! ¡¡Que a esta hora no tienes clases!!! ¡¡¡ARTIA!!!

- Está bien... - se resignó- ¿Qué quieres?

- Que me prometas que vas a hacer algo con el problema de los demonios...

- ufff... v_______v está bien - le contestó.

- ¡¡Gracias!! ^-^

- ¿Demonios? - preguntó Orphen.

Leticia se levantó de su asiento interviniendo en la conversación con un libro viejo en mano.

- Sí, hemos recibido noticias de los pueblos vecinos, dicen que hay demonios que atacan a la gente, destruyen cocechas, amenazan la salud de los habitantes, asesinan - comentó ella- la torre de los colmillos no ha decidido qué hacer. En realidad...

- En realidad no quieren hacer nada - intervino Ellis.

- pero esta niña no ha dejado de insistir en que debemos hacernos cargo de la situación y encontrar la fuente del problema, así que tomaremos este conflicto con los demonios, además... está nuestra reputación en juego. Sin contar, que ha habido ataques aquí también.

- ¿Podemos ayudar en algo? - preguntó Majik.

- Sí, serían de mucha ayuda. ¿Orphen? - dijo Artia, el hechicero negro asintió.

Entonces, tocaron la puerta repetidas veces y el más cercano a la puerta, es decir, Orphen abrió. Sus ojos se agrandaron, su mirada se nubló por momentos, su corazón pareció quererse salir de su cuerpo que comenzó a temblar, como si fuese un niño...

Fin del capítulo

Bueno, en realidad es muy obvio quién ha entrado por la puerta, pero igual espero que me dejen sus mensajes con sus sospechas, ja, ja. También ojalá les guste el fic, estoy provando tipos de redacción, así que no me maten. Es la primera vez que publico algo de Sorcerous Staber Orphen and Revenge, pero ya tengo fics en otros animes, como Rurouni Kenshin, Slayers, Gundam Wing, Shaman King, Dragon Ball e Inuyasha. Les invito a leerlos, sólo busquen a "Sumire-chan" ji, ji. No tengo mucho más para decir, nos veremos en el próximo cap.

MATA NE!!!!!!

Sumire-chan

Miko no Ai

Naitemo iiyo donna kanashimimo tsubasa ni kawarunosa sono mune de