"Comenzando a amar"
"Por Sumire-chan"
Capítulo 6: "Decisiones"
Orphen se asomó por arriba de un pedazo de pared, mientras sentía que Cleo se aferraba a su brazo atemorizaba. Leki, que estaba más allá, se acercó corriendo a ellos, nunca se separaba de la rubia. Los ojos azulados de la joven miraban con terror hacia todos lados.
- Será mejor salir de aquí - dijo el hechicero y la sostuvo de la mano para sacarla al pasillo.
Los estudiantes corrían hacia todos lados, acatando las órdenes que Artia les daba al verlos pasar. Entonces, Orphen y Cleo se acercaron a él, cuando atendía con magia a una de sus estudiantes, la sangre se escurría de la cabeza del maestro hechicero y su ceño estaba levemente fruncido.
- Son dragones - murmuró a ellos sin mirarlos - todos los estudiantes van a la sala de resguardo, si quieres llevar a Cleo allí, nosotros estaremos recorriendo la torre. Están atacando desde el cielo. Listo, Nuri, ve rápido, no mires atrás.
La niña asintió y salió corriendo.
- No quiero ir a esa sala, voy a pelear también.
Antes de que Orphen pudiera detenerla, ella estaba corriendo por el pasillo y apenas le dio tiempo de seguirla. Cleo se metió en su cuarto y sacó su espada, por primera vez desde su golpe, volvía a sostenerla y a tratar de hacer algo con ella, sentía la fuerza que emanaba el arma y se introducía en su cuerpo.
- ¿qué pretendes hacer con eso?
- Luchar, ¿No es obvio?
- Aún estás débil, te prohibo que toques esa espada y te hagas la testaruda, sólo conseguirás que te vuelvan a mandar a la cama.
- ¿Prohibirme? ¡¿TU?! Tu no puedes prohibirme nada porque... porque... - de pronto Orphen sintió que su corazón daba un brinco. Pensó que ella iba a decirle que porque no era su hermano pero ella se quedó muda, mirándolo confundida.
- ¿Porqué?
- ¿Qué cosa?
- Me estabas diciendo algo...
- Oh, lo olvidé. No importa, hermano. No peleemos, yo quiero luchar, es algo que tengo que hacer.
Orphen decidió no contradecirla más, le tomó la mano que tenía libre y la arrastró hacia el lado opuesto por donde Artia se había marchado, se sentía tan pequeñita esa manita dentro de la suya, resguardada por él. La miró de reojo mientras corría, con todo y espada, Cleo se veía indefensa, aunque su rostro de niña había cambiado, se permitió detallarse el cuerpo de la mujer que estaba amando, era una mujer... sus ojos azules brillaban intesamente, su cabello rubio se escondía entre el hueco de su cuello y sus hombros, y él aspiraba ese aroma repentinamente agradable que emanaba de Cleo.
De pronto se encontró con los grandes ojos azules que le observaban confundidos.
- Orphen... - murmuró ella.
- ¿Qué?
- ¿Me quieres?
¡Sería posible...! Buscó en su mirada pero no supo qué estaba tratando de encontrar, se detuvo repentinamente y tomó a la rubia de los hombros, pensando que quizás ella le gritaría, aunque sea se enfadaría con ella, la antigua Cleo daría alaridos.
- ¿Quién eres? ¿Qué Cleo eres?
- Yo. ¿Quién más? Sólo hay una Cleo, Orphen.
- ¿A qué te...?
De repente una figura erguida en dos patas con uñas puntiagudas se lanzó sobre ellos y Orphen tuvo escaso tiempo para protegerlos con un escudo sencillo. El dragón tenía ojos rojos furiosos y un humeante vapor era despedido por su nariz, mientras que en las manos deformes llevaba un tridente algo cómico pero con todo y la expresión era espantoso.
- La muerte está en esta torre - gruñó el dragón.
Cleo salió del escudo y le hizo frente con su espada, era muy hábil y a Orphen le hizo recordar a la antigua rubia, quizás era su amiga que había vuelto la que controlaba esta vez ese cuerpo que le volvía loco. Hizo todo lo posible por trasladar su escudo hacia ella, impidiendo que saliera lastimada pero un segundo dragón le atacó y no pudo concentrarse en ambas batallas.
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- maldita sea - gruñó Ellis cerrando un ojo con expresión de dolor y sosteniéndose el brazo izquierdo, de donde emanaba sangre que se deslizaba hacia el piso goteando. Se agachó a la altura de un cuerpo, se trataba de Kenichi que estaba herido en las piernas. Había un dragón frente a ellos.
- ¡Vete Ellis! - exclamó Ken.
No sabía en qué momento, pero ella había llegado a su lado y él se había descuidado dejando que el dragón le apuñalara la pierna con su tridente, le dolía mucho. Tenía una herida profunda y la sangre se escurría lentamente, cosa que le preocupaba, además, no tenía fuerzas para curarse.
- ¡¡Que no!! ¡Maldito Maldito!! - gritó mientas una bola de energía de extraño color negro se producía en su mano derecha.
El dragón hizo un grito horrorozo antes de sucumbir a ese hechizo. El mismo que Ellis utilizó en los pasillos de la torre de los colmillos mientras llevaba a Ken apoyado en sus hombros y tratando de llevarlo hasta donde los demás estudiantes jóvenes se guarecían.
Cuando lo dejó él le sonrió con agradecimiento antes de verla partir nuevamente hacia los demás pisos de la torre, Ellis, aunque herida, tenía toda la energía revolucionando su cuerpo. Quería llegar a la terraza de la escuela de hechicería, quería acabar con todos los demonios y también necesitaba encontrar a Majik, se habían separado hacia unas horas y aún no lo había cruzado. Rogaba que se encontrase bien.
Se deslizó bajo una roca que estaba enganchada a punto de caer y subió las escaleras que conducían a la terraza, pensando que, ahora que no estaba junto al rubio, notaba su ausencia y se daba cuenta que realmente lo quería. Aunque hubiesen pasados unos años, seguía amando a Majik tanto o más como cuando lo conoció. Pero él... ¿Realmente era ella la única mujer en su vida? Escuchó gritos.
- ¡¡¡Eres un niño, Ja, Ja, Ja!!! ¿Pretendes acabar conmigo?
- Lo haré
- ¡Bromeas!
- ¡¡Mal nacido!!
- ¡¡Cleo aléjate!!
Ellis terminó de subir y se encontró con Cleo en los brazos de Orphen siendo retenida por el hechicero oscuro mientras que Majik empuñaba una espada mágica a duras penas, estaban haciendo frente a una extraña figura, que ella... ella reconoció inmediatamente.
¿Porqué?
¿Había vuelto?
¿Por ella? Quizás por ella... ¡¡NO!! Tuvo miedo, pero no pudo escapar, no... su Majik estaba allí, luchando, entonces, recordó...
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Era uno de los días más hermosos en la torre de los colmillos, los estudiantes más grandes tenían el día libre y una muchacha bastante jovencita bajaba las escaleras a toda prisa, tarareando alguna canción y cubriendo su cabello con un pañuelo. La seguían dos muchachos que cargaban una canasta cada uno, repleta de manjares.
Los campos estaban verdes y rebosaban de flores y animales, aves y colibris, todo era muy hermoso. La niña de amplios y bellos ojos castaños sonreía, era una chiquilla entre tanta hermosura natural.
- Ellis, deja de correr que no podemos seguirte - protestó uno de los muchachos, tenía los ojos rojos y el cabello castaño amarrado en una colita baja. - Ven... Kenichi y yo no tenemos tu energía.
- Oh, son un par de viejos.
- Como tu digas, pero regresa - dijo Ken, se veía mucho más joven.
Ella se les acercó y le quitó la canasta al otro joven, sin dejar de cantar feliz.
- ¿Desde cuándo estás tan contenta? - preguntó Kenichi.
- Sí, hace días te ví deprimida por algo especial que no quisiste contarnos. Cuéntanos, ¿porqué ahora has cambiado tu humor?
- Oh, simplemente adoro los dias libres. Artia será todo un gran hechicero... pero tiene sus cosas - rió.
- Eres rara, niña.
- ¡Callate Tamuro y no me digas niña!
El muchacho de ojos como rubíes soltó una risita y poniéndose ambas manos tras la cabeza caminó con aire despreocupado.
- Ellis, ven, quiero mostrarte algo.
- Claaro, abandónenme - bromeó Ken sentándose a la sombra de un árbol y mordiendo despistado un sandwich.
- Ni que tuvieras miedo.
- ¡Tamuro no seas tan malo con Ken!
- Si no seas malo con Ken, Ja, ja, ja.
- Oh vamos, sólo quiero hablar con Ellis de algo importante. Enseguida regresamos.
- Ya... yaa... vayan. No se pierdan ni se olviden de mí porque es probable que me coma toda la comida.
- ¡Ni te atrevas! ¡O te pondré un hechizo de jaqueca!
- Lo que digas, Ellis - se acobardó moviendo las manos frente a él.
Tamuro la sostuvo de una mano y la condujo hacia un bosquecito, anduvieron un buen rato hasta que llegaron a un lago donde la luz del sol se reflejaba deleitándolos. Se sentaron a las orillas, en silencio. Al parecer, Tamuro estaba buscando las palabras para hablar pero le costaba encontrarlas.
- Ya está bien de suspenso, Tamu, dime, ¿qué pasa?
- Soy un tonto.
- ¿Qué? Si para eso me llamaste nomás, pierdes tu tiempo, siempre lo supe, ja,ja, ja, es una broma. ¿Qué pasa?
- Que soy un tonto. Yo... me cuesta tanto decirte lo que me pasa.
- Somos amigos, puedes decirme lo que sea.
- Ese es el problema. Ellis, somos amigos y por eso me cuesta más decirte. Oye, yo.. sabes que te quiero, ¿No? Mucho. Eres una gran hechicera y quizás te debo demasiadas cosas. Por eso, no pude evitarlo. De pronto dejaste de ser sólo mi pequeña amiga, aprendiz principal de Artia y comenzaste a ser Ellis, a ser hechicera, a ser la bella mujer quien me ayudaba. Principalmente, me di cuenta que eres una mujer hermosa y bueno yo... comencé a quererte más. Por eso ahora me gustas. Te quiero, Ellis.
El corazón de la hechicera se detuvo... Dios, ¿qué podía hacer ella? No. Su corazón no le correspondía, ¿y entonces?
- Lo siento, Tamu. Yo te quiero mucho, pero no de esa forma. Para mí no puedes ser más que un amigo.
- ¡¿pero porqué?!
- No puedes preguntarme eso. No es nada contra ti... es que yo... amo a otra persona.
- ¿A quien? ¡¿A Kenichi?! ¡No puedes estar enamorada de él! - dijo en tono de broma, despectivamente. Cosa que enfadó mucho a Ellis y se contuvo por no golpearle. A él no le incumbían sus temas románticos, no tenía porqué saber que aún amaba a aquel joven de cabellos rubios.
- ¿Y porqué no puedo?
- ¡Porque es un niño! ¡Es un imbécil! Y a mí que soy un hombre y te puedo ofrecer muchas cosas más, no me quieres.
- ¡No puedes estar hablando así de él! ¡Es tu amigo!
- ¡¡Eso no me importa si es que tu estás enamorada de él!!
- Pues no es él, Tamuro. Y no es de lo que estamos hablando, no lo metas en esto. Yo... estoy enamorada de otro muchacho que tu no conoces. Por eso no puedo corresponderte.
- ¡Quiero saber quien es! - bramó - Dime ya quién es, voy a matarlo.
- ¡Estás loco!
- Sí, pero te quiero.
- ¡¡Deja de decírmelo!! ¿Crees que no me duele dañarte?
Hizo ademán de irse pero Tamuro la tomó del brazo con crueldad y brutalidad.
- ¡Suéltame, pedazo de animal, me estás lastimando!
- Que bien si lo hago. Al menos probarás algo de tu mismo veneno. Pero no te irás de mi lado, Ellis, serás mía, pase lo que pase.
Ella se aterró al ver los ojos del muchacho, retorciéndose le pegó donde más le podía doler y corrió con todas sus fuerzas hacia la salida del bosque, escuchando sus gritos lejanos, la seguía a pocos metros de distancia. Ya fuera de la espesura se apresuró a encontrarse con Ken. Esto no le llevó mucho, al parecer estaba buscándolos.
- ¿Qué pasa? ¿Porqué corrías? - la tomó de los hombros - ¿te encuentras bien?
- ¡NO! ¡Tamuro! Tamuro está loco... quiere... no sé qué demonios quiere, pero no es nada bueno. Él está loco.
- ¿Te hizo algo?
- Según él me ama, pero no me gustaron las cosas que me ha dicho y aunque quise irme no me ha dejado. Quería propasarce conmigo.
- Ven, Ellis, yo te cuidaré.
- ¡¡No dudaste en correr hacia él, perra!!
- ¡Tamuro!, ¡¿Qué te pasa?! ¿Porqué actúas así?
- No te metas y suelta a la chiquilla. Ella será mía quiera o no.
- ¡¡Estás demente si piensas que te voy a dejar!! Amigo, piensa, recapacita, no te dejes vencer por tus malos pensamientos. Ellis es nuestra amiga, no puedes querer hacer algo en contra de su voluntad.
Ellis apenas tuvo tiempo de protegerlos con un escudo cuando Tamuro lanzó una bola de fuego hacia ellos, que estalló en el campo que los mantenía resguardados. Luego, Ellis convocó una espada con magia y controlándola con magia la condujo hacia el que había sido su mejor amigo. Golpeó a Tamuro y el escudo se desvaneció.
- Voy a matarte, desgraciada - gruñó intentando sostener la sangre que emanaba de su hombro. - Volveré y te mataré... lo prometo. ¡Ninguno de ustedes se salvará de mí y tu, Ellis, serás mía, por el mismo demonio que serás mía!
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Ellis sintió verdadero miedo. De pronto, su mirada castaña se cruzó con los temibles ojos fríos y rojos de Tamuro. Era el mismo Tamuro, el tiempo no había pasado para él, quizás porque ahora era una especie de monstruo extraño.
- ¡¡Ellis!! - exclamó modificando sus labios en una sonrisa espectral - ¡Estás hermosa! ¡No sabes cuanto te he extrañado! ¡¿has pensando en mí?!
- Tamuro...
- Yo si he pensado mucho en ti...
- Pero eres un demonio.
- ¡Eso no me importa! - gruñó frunciendo el ceño e inmediatamente volvió a sonreír, relajando su rostro - estás tan linda, ven... dime que sí volverás conmigo.
Tamuro intentó acercarse a ella pero una flecha pasó entre medio de ambos y Artia, apareció por la puerta, corrió hacia Ellis.
- Tamuro, debes dejar de hacer esto.
- No hasta que tu vengas conmigo.
- ¿esa es la única condición? - miró a Majik, sonrió con tristeza, luego sintió la mano de su maestro en su hombro. Junto a él había llegado Asali quien estaba curando a Orphen, este tenía unos raspones en la mano, ella miró directo en los ojos del hechicero
- no te atrevas... no lo hagas – susurró Artia.
Ellis se dio vuelta bruscamente y le empujó, mirándole con una expresión que jamás había estado en su rostro sincero, ella sonrió amargamente y dio unos pasos hacia atrás. Dios, estaba aterrorizada.
- ¿Qué lograrás con tenerme junto a ti si realmente no voy a estar? – le preguntó Ellis a Tamuro.
- ¿A-A qué te refieres?
- Que aunque yo este junto a ti jamás pensaré en ti, jamás te amaré... lo siento.
- ¡¿Porqué?! ¡¡¿Porqué no puedes hacerlo?!!
- Iré contigo – dijo firmemente la hechicera – pero jamás, nunca, me tendrás de verdad. Pues yo amo a otra persona y esa se ganó mi amor, cosa que tu no tuviste el valor de hacer.
El muchacho la miró confundido y la hechicera de cabellos castaños lo entendía en cierto modo, Tamuro jamás se puso a pensar en si ella no le querría en algún momento o si tendría la oportunidad en un futuro, no, él simplemente odió. Aunque ahora que lo pensaba, ese sujeto que estaba frente a ella, de aspecto demacrado, a pesar de que conservaba la misma figura de años atrás, no era su amigo.
No, ese sujeto tenía mucho odio en la mirada.
Y estaba a punto de llevarla a quién sabe donde.
Se acercó a él pero se detuvo a la mitad de camino, miró a Majik. ¡Cuanta confusión leía en sus ojos! Sonrió con tristeza infinita y pensó que el destino le había jugado una muy mala pasada, porque ellos estaban destinados a estar juntos, incluso el rubio había descubierto sentimientos por ella, pero finalmente nada había sucedido. Todo eso era muy triste.
- "Perdoname..." – pensó mirando al suelo, volvió a internarse en esos ojos celestes y le pareció que el mar la succionaba y flotaba en un mar donde estaban solo ellos dos.
- ¿Qué tienes pensado hacer? – finalmente habló sin prestar atención a nadie más, como si estuvieran solos.
- Yo no puedo seguir acá y pensar que todo se resolverá, tampoco puedo estar todos los días aguardando a que alguien llegue y todo lo que construí se arruine. De alguna forma ha llegado mi hora y mi momento para partir, una vez escuché que a todos nos llega.
- No puedo entenderlo – murmuró muy suave Majik y corrió la vista.
- No, ni podrás. Son las extrañas sensaciones de mi mente, que me dice que es el momento para que yo abandone este lugar, y los deje a ustedes para que sean felices.
- ¡No voy a ser feliz sin ti!
Tamuro levantó la vista, había una sonrisa cínica dibujada en sus labios, el placer de saber que se llevaría a Ellis con él, finalmente su odio había cosechado frutos.
- ¡¡Callate!! – gritó Ellis en un pequeño arranque de histeria. - ¡¡No quiero que me digas nada de eso!! ¡¡No quiero escuchar!! ¡¡Sólo... Sólo olvídame!! Yo también voy a olvidarte para siempre...
Majik se quedó de piedra, quietecito, sin saber qué decirle. Entonces, ella había hecho promesas vanas, había arrojado su amor a cualquier lado y estaba entregándose a un demonio por la seguridad de todos. ¡¿Qué tenía que ver su amor en todo eso?! No, simplemente no iba a entenderlo, porque amaba a Ellis y se suponía que esa era su oportunidad para ser felices, que iban a estar juntos y serían grandes hechiceros.
Miró a la mujer de ojos azulados que estaba frente a él, las lágrimas se deslizaban de sus ojos, su cabello castaño jugaba con el viento que repentinamente se había levantado, se mordía el labio seguramente insegura de lo que estaba por hacer. Esa mujer era tan distinta a la chica amable y tímida que había conocido tiempo atrás, a excepción de esa mirada llena de calidez, eso era lo único que la hacía ser ella. Una de las cosas que lo hacía quererla así.
- Yo no podré... lo siento, pero yo no... no voy a olvidarte.
Ellis dio la vuelta, decidida, estiró sus brazos dispuesta a abrazar a Tamuro.
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Cleo no entendía bien lo que sucedía, Orphen la cubría con sus brazos heridos, había un fuerte olor a sangre impregnado en sus túnicas y un hilillo rojo corría de su cuello, donde un hechizo había rozado.
Pero de pronto, cuando Ellis empezó a hablar ella entendió todo...
- Dios, no puede estar pensando hacer eso.
- ¿Qué cosa? ¿Qué sabes?
- Hermano, las mujeres somos muy raras... pero hacer algo así
- Dime, ¡¡Puedo detenerla!!
- Ya es tarde...
Y lo hizo. ¡¡Tal como ella lo presintió!! El cuerpo de Ellis se aferró al de Tamuro en un abrazo, y tomó impulso hasta caer de la torre, al vacío, directamente al vacío. En ese instante, un has de luz emergió de las manos de la hechicera y se incrustó en el pecho del joven, arrancándole un grito de dolor.
Pero ella también estaba cayendo, y sus gritos eran inevitables...
Majik, que apenas había podido reaccionar corrió al borde de la torre, y un grito desgarrador salió directo de su corazón hacia fuera...
... Y todo se detuvo.
Fin del capitulo 6Mil perdones por la tardanza, ya estoy en vacaciones así que ya voy a poder actualizar más seguidamente, pero de verda, es que tuve muchas obligaciones que cumplir y aunque ahorita también tengo muchas voy a intentar hacer todo. Quizás me vuelva loca, jajaja, es una broma, estoy bien. Ahora paso a los reviews:
Cleoru Misumi: la verdad es que lo de Orphen y Cleo es muy gracioso, y muy trágico lo de Ellis y Majik, pero sin la tragedia no existe el amor, he comenzado a pensar esto. Igualmente, siempre tendremos amor en mis fics, y del divertido. Te cuento que dentro de muy poco se termina el fic, es una tristeza!!!
Giuliana: perdona por la tardanza y me alegro que te haya gustado mi historia, eso me llena de orgullo y de tranquilidad, aunque es más la segunda que la primera. Nos vemos.
Clea Everlasting: Gracias por las cosas lindas que dicen, no creo que este cap este mucho mejor, pero era necesario hacerlo. Besos.
Jeanne: La verdad es que esa idea llegó de pronto a la cabeza de Cleo, ya veremos porqué... y también veremos si Cleo recupera la memoria o no. ¡¿Cómo hará Orphen para lograrlo?!
Eso es todo amigos, debo dejarlos, tengo muchas historias que actualizar.
BYES
Suu-chan
