CAPITULO 2- EL ATAQUE
Había pasado una semana desde su cumpleaños del que sus tíos se olvidaron completamente. Durante las noches tenía que hacer los deberes y estudiaba los libros que le habían regalado. Descubrió que cuanto más cansado estaba menos pesadillas tenía. Esto le llevó incluso a ofrecerse a ayudar a su tío en tareas de bricolaje y manutención de la casa. Su labor era de burro de carga, pues su tío nunca le permitiría tener entre las manos algo que pudiera ser peligroso. A saber que extravagante uso le podía dar. En ese tiempo pasó algo extraño pues tío Vernon le empezó a tratar con más amabilidad y se metía menos con sus pintas. La frase desarrapado como su padre ya no acudía a sus labios y Harry lo agradecía pues esos insultos le hacían perder los nervios. No quería de ninguna manera que pasará lo mismo que hace dos años cuando convirtió a la tía Marge en globo. Esta vez no tendría ayuda por parte de Fudge, el ministro de magia había hecho caso a las injurias escritas en el diario El Profeta por Rita Skeeter. Ahora Harry no era visto con buenos ojos por parte del ministro, que incluso lo consideraba peligroso.
Ya se había hecho de noche y acababa de lijar y barnizar el suelo del sótano tenía la espalda destrozada y sus riñones se quejaban de tanto esfuerzo innecesario. Tras asegurarse que la puerta estaba cerrada, sacó el libro de maldiciones y un pergamino. Primero le diría a Ron que iría al callejón Diagon con ellos. Después seguiría con el libro y le daría como último un pequeño retoque a su Saeta de fuego. Pero cinco minutos después de mandar a Hedwig quedo profundamente dormido.
En su sueño acababa de entrar a un cementerio en el que las lápidas eran viejas y estaban cubiertas de musgo. Creía saber donde estaba, cosa que confirmó cuando vio escrito en una lápida; TOM RYDDLE, había vuelto al lugar en el que Voldemort recuperó su cuerpo, donde fue torturado y donde murió Cedric. La pesadilla había vuelto y esta vez de una forma muy real, como si estuviera ahí de verdad. Casi como si fuera sólido lo cual no era posible.
De pronto vio algo que no era igual a otras de sus siempre repetidas pesadillas. A 200 metros de donde se encontraba ahora había un grupo de figuras encapuchadas. Todos vestían de negro y estaban colocados en circulo rodeando a una persona. Cuando le miró la cara supo quien era y se escondió detrás de una de las lápidas. Sabía que era un sueño y no podía verle, pero era preferible no correr riesgos. Ahora sabía que esto no era una de esas pesadillas sino que estaba viendo algo que iba a pasar, estaba pasando o ya había ocurrido. Antes ya había tenido estas experiencias y siempre traían un mal recuerdo y un dolor intensísimo cuando despertará.
El hombre que estaba en medio del circulo paseaba sus rojos ojos por el circulo de encapuchados. Era un hombre alto y delgado, era pálido pero sus mejillas habían cogido algo de color desde la ultima vez que lo vio. Pues el hombre del medio era lord Voldemort, el asesino de sus padres entre otros muchos. Un poco de pelo negro caía ahora por su cabeza, pero sus despiadados ojos eran igual de crueles que la última vez, y de sus labios no salía ninguna sonrisa. Su túnica se empezaba a mover cada vez más rápido, demostrando que su paciencia se acababa por momentos. Parecía que esperaba algo pero Harry no sabía el qué.
De pronto en el medio aparecieron dos encapuchados más que traían entre sus brazos a un hombre que estaba inconsciente y con la cabeza pegada a su pecho. El pelo alborotado le caía por la cara no permitiéndole a Harry saber quien era. La persona en cuestión estaba demacrada y sus ropas hechas jirones. Le recordaba la imagen de Sirius cuando salió de Azkaban y creía que era un asesino. El blanco cabello tocó el suelo cuando los dos mortifagos lo soltaron e hicieron una reverencia a su señor. Al situado en la izquierda le supuso un esfuerzo visible, ya que tenía la pierna izquierda repleta de sangre.
-Avery, Nott. Habéis tardado demasiado tiempo y sabéis que no me gusta esperar. Así es que como esperáis compensar la deuda que tenéis conmigo. –siseó Voldemort mientras los dos mortifagos se estremecían.- Además Nott, tu vienes herido. Y herido por un guiñapo de mago. ¿Es este el poder que tienen mis vasallos?, ¿Es este el grupo con el que pretendo subir al poder?-dijo Voldemort levantando peligrosamente el tono de voz.- Incluso un sangre sucia os podría dar problemas.-Este último comentario produjo murmullos de disgusto por parte del resto de los mortifagos.
-Mi señor. Sentimos el retraso, pero cambió mucho su imagen y me hirió por que nos cogió por sorpresa.-dijo Nott, el herido, con tono de autentico pavor. Pues sabía que contestar era malo, pero peor hubiera sido mantenerse callado, dejando que la cólera de su señor aumentase demasiado.
-Excusas. Yo no quiero excusas. Cuando ordeno algo espero que se cumpla.- después esbozo una sonrisa y cogiendo su varita dijo una sola palabra- ¡CRUCIO!.
La figura de Nott cayo al suelo temblando dolor a causa del hechizo. Siguió haciéndolo incluso después de que el hechizo dejará de actuar sobre él. Harry no pudo concentrarse mucho en las palabras que siguieron pues él estaba luchando con su propio dolor. En su cuerpo la conexión que existía entre Voldemort y él a causa de sus momentos de ira había empezado a actuar. Notaba un dolor enorme en la cicatriz y supo que estaba a punto de despertarse. No lo podía permitir. Tenía que averiguar a quien habían capturado y descubrir porque había sido convocada la reunión. Apretó los dientes y se concentró en desviar el dolor. Después de un gemido de dolor pudo abrir los ojos. Lo que vio no le gusto nada. Los ojos de Voldemort estaban entrecerrados y miraban a donde estaba escondido. Incluso sus miradas se cruzaron.
-Que no me pueda ver, por favor. Que sólo sea un sueño y no me pueda encontrar.- pensó con todas las fuerzas de su ser. Algo pareció escuchar su ruego, Voldemort volvió su concentración hacia el hombre que estaba tumbado a sus pies. Pero algo había cambiado en su cara. Ahora estaba indignado por haber perdido la concentración por algo que no podía ver.
-Bien ahora hagamos que la bella durmiente vuelva de su pacifico sueño y se tope con la realidad de su situación.-Hizo un movimiento con la varita y señalando al caído dijo: ¡ENERVATE!.
El sujeto se levanto del suelo y abrió los ojos, los cuales casi se le salieron de las orbitas al darse cuenta donde estaba y la situación en la que se encontraba. Intento dar unos pasos hacia atrás pero el circulo de mortifagos le bloqueaba el paso. En ese momento le pudo ver la cara y supo que conocía a ese hombre, lo vio el año pasado. Su nombre era...
-Karkarov. Me alegro de verte. Aunque me parece que el hijo pródigo no esta muy contento de volver a juntarse con su familia. Eres muy desconsiderado-dijo en un hiriente tono irónico. Similar al que utilizó durante su injusto duelo del año pasado.
-Se.., se.., señor. No es lo que usted esta pensando. Yo le fui fiel. Yo le busqué, pero..., pero ellos me lo impidieron porque le tenían miedo.-dijo Karkarov con su voz preñada de miedo y señalando al circulo que lo rodeaba.
Un murmullo creciente de indignación y furia fue creciendo entre los mortifagos. Algunos incluso sacaron las varitas para dar una lección al acusador y silenciar su traicionera boca. Pero un ligero movimiento por parte de Voldemort hizo que todos se detuvieran. Todos menos un pobre infeliz que lanzó un rayo rojo que pasó rozando la cabeza de Karkarov. El lanzador del hechizo se quedo petrificado durante un momento viendo que había sido el único que había cedido a la rabia. Giró lentamente la cabeza hacia donde se encontraba su señor y...
-¡CRUCIO!-Grito la voz de Voldemort lanzando por los aires al mortifago mientras se retorcía por el aire. Paro su viaje cuando choco con una lápida que estaba a 150 metros a la derecha de Harry.
-Karkarov, mis vasallos ya respondieron ante mí en su momento, pero por lo menos ellos fueron lo suficientemente sensatos como para presentarse, a pesar de las consecuencias.-comentó Voldemort recuperando la calma. Harry apenas podía seguir la conversación el segundo Cruciatus le estaba martilleando en la cabeza.- Supongo que verías la marca como todos los demás.¿no es así?.
-Esto.., No era mi intención no aparecer, pero... lo que yo quiero decir es que- intentaba explicar Karkarov mientras la sonrisa de Voldemort se hizo fría y sus ojos relampaguearon.
-No te atrevas a mentirme más, Karkarov. Por lo menos sé más hombre ahora que lo que fuiste cuando vendiste a tus hermanos por conservar ese tembloroso pellejo tuyo. Hubiera sido mejor ir a Azkaban que denunciar a tus compañeros para que ocupasen tu lugar. Ellos son mis fieles seguidores. Ellos sabían que volvería.- dijo Voldemort con una fría cólera.- Algo que alegar en tu defensa.
-Sé el nombre de uno de los tuyos que era un espía, Snape era un agente de Dumbledore. Yo lo descubrí. Por eso lo vigilé el año pasado-dijo un tembloroso Karkarov.
-Idiota. Acaso te crees que no lo sabía. Acaso no estaba yo en el cuerpo del profesor Quirell hace cuatro años. No descubrí que Severus amenazaba al que podía devolverme la vida. La traición de Severus fue dura de aceptar pero el también lo pagará a su debido tiempo.-dijo Voldemort.- Y tú rata traidora no querías vigilarlo, querías que te ayudará a salir de esta.
La tensión era demasiado fuerte para Karkarov que cayo de rodillas y suplicaba perdón a su señor. Voldemort le alzó la cabeza poniéndole la varita en la barbilla. Karkarov balbuceó algo que no entendió y el señor tenebroso sonrió alejándolo de una patada en el pecho a laque después le acompaño de una palabra.
-¡ANDIKILIARUS!- de la varita de Voldemort salieron esquirlas de hielo a gran velocidad. Se le clavaban por todo el cuerpo. No muy profundo pero en demasiados lugares haciendo que en unos minutos la perdida de sangre acabase con él. El hechizo no era mortal, pero sí muy doloroso.
-Esto es lo que le pasará a cualquiera que intente traicionarme. No habrá perdón. Sólo pido fidelidad absoluta. Acaso es tanto pedir. ¡WINGARDIUM LEVIOSA!.- El hechizo elevó a Karkarov cuatro metros, tras lo cual lo dejo caer sobre el suelo. El golpe fue tremendo. Karkarov se retorcía en el suelo. Intentaba huir pero resbalaba con su propia sangre que le rodeaba.
-Es una pena que no puedas venir a la fiesta de hoy. Ha sido una alegría verte Karkarov, pero toda esta gente no esta aquí para ver como mueres. Es para atacar a ese maldito Potter y acabar la lección que empecé hace unos meses. Adiós.¡AVADA...!
No pudo acabar de oír el hechizo pero sabía como era el final. Un grito escapó de sus labios. El dolor era terrible, más de lo que pensaba. El intento de resistir había multiplicado el dolor. Estaba débil y sudoroso, no se podía mover de la cama y lo peor es que sabía que aquella misma noche Voldemort iba a ir a por él.. Con un gran esfuerzo logró levantarse, pero cayó de rodillas sobre el suelo. Para colmo de males se oían ruidos furiosos fuera de su habitación. Sus tíos se habían levantado.
-Mierda, lo que me faltaba, meter a mis tíos en esto.-masculló entre dientes.-Me había olvidado de ellos, si logró escapar seguro que Voldemort acabará con ellos para que el digan donde puedo estar. Y cuando no sepan contestar, los matará.-pensaba Harry de forma rápida y angustiosa mientras se arrastraba hasta el rincón secreto en el que guardaba la varita.-No puedo dejarles solos. No quiero que ese bastardo me quite la única familia que me queda. Aunque sean los Dursley. Si vamos a morir, muramos como un hombre y no como el cobarde de Karkarov.
Intento incorporarse sorprendiéndose que la idea de perder a los Dursley le generaba una aprensión que no lograba comprender. Y ese último pensamiento sobre Karkarov no era normal en él. Lo achacó al dolor de cabeza. Fuera del cuarto el huracán de mal humor llamado Vernon se acercaba vociferando, mientras la tía Petunia le chistaba para que no despertase a Dudley. Cuando..
-Maldito chico que tripa se te ha roto ahora. Como no me dejes dormir te iras a dormir al jardín.-La retahíla de quejas se detuvo de seco. Vernon de repente se puso pálido y dio un paso hacia atrás. Harry comprendió lo que veían sus ojos. Su joven sobrino, una anormalidad mágica, estaba despierto a altas horas de la noche. Tenía la varita en la mano y una cara sudorosa y demacrada. Con los extraviados de miedo, aunque él lo achacó a una locura. ¡PLOF!. Una gota de sangre cayó a su mano. Para colmo tenía una hemorragia nasal.
-Bien, perfecto. Encima ahora debo parecerles un demente-pensó Harry, mientras en voz alta decía con voz cascada que no ayudaba a quitar la imagen de sus tíos.-Tíos, ya viene. El asesino de mis padres ya viene. Despertar a Dudley e iros ahora que podéis. Yo cubriré vuestra huida un rato y luego me reuniré con vosotros. Si se retrasa puede que salgamos de esta.
-Pero, niño, que dices. Que has tomado y que es ese extraño cuento que nos..- empezó a decir Tío Vernon de forma enojada.
-¡CALLAY ESCUCHA POR UNA VEZ EN TU VIDA!.¡YO SOY EL QUE ME LA ESTOY JUGANDO Y SI PIERDES TIEMPO DISCUTIÉNDOME NO SALVARÁS A TU FAMILIA!, ¡MUÉVETE!-grito Harry cediendo a la ira y dándose la vuelta para asomarse por la ventana.
Escucho los pasos de su tío y oyó los gruñidos enfadados de su primo al despertarse a tan altas horas. Bajo al salón para poder tener una mejor panorámica y una mejor vía de escape en caso de peligro. La Calle estaba desierta y a Harry le empezaban a entrar las dudas. No sería solo un sueño. El rápido bajar de los Dursley le sacó de ensimismamiento. Dándose la vuelta los encontró ya más o menos preparados con cosas de primera necesidad. Lo miraron extrañados al darse cuenta que Harry no llevaba nada.-Tampoco creo que me haga falta si al final vienen.
-Ir saliendo y cuando lleguéis a la calle echar a correr. No cojáis el coche no sería seguro.-Explico Harry mientras miraba de nuevo por la ventana, y palidecía.
Una veintena de figuras encapuchadas se encontraban paradas a unos 300 metros de la salida. La figura que estaba delante de ellos no llevaba capucha, miro hacia la ventana y una malévola sonrisa se dibujo en sus labios cuando vio a Harry y se ensanchó mucho más cuando vio que éste se llevaba la mano a la cicatriz. El dolor de la cicatriz se fue incrementando, cuando Tío Vernon miro a su lado por la ventana. En ese mismo momento Voldemort dijo unas palabras al mortifago que se encontraba a su derecha y este echo a correr unos pasos hacia delante. De repente el mismo mortifago fue lanzado hacia atrás por una fuerza que no podía ver.
-Bien. Parece que algo les impide llegar. La promesa de ese viejo se ha cumplido. No podrán pasar-dijo visiblemente satisfecho Tío Vernon.
-¿qué promesa...?-empezó a decir Harry cuando unos pasos hacia delante del señor tenebroso dejaron su pregunta en el aire.
Voldemort tenía la varita en la mano y cuando se detuvo extendió el brazo, dijo unas palabras que no llegaba a entender y de repente una luz dorada rodeó toda la casa. Lo que apareció fue una barrera de protección dorada que rodeaba toda la casa. Aquella era una magia muy poderosa. Un campo de contención tan enorme debía requerir una cantidad enorme de poder mágico. Por unos momentos se sintió de nuevo seguro y un poco tonto por no haber confiado en Dumbledore cuando le dijo que ahí estaría seguro. Pero lo que vio paro el torrente de pensamientos alegres. Voldemort empezó a pasar la varita por la barrera haciendo que saltasen chispas. Empezó a murmurar varias palabras y por dónde pasaba la varita se tiznaba de un color verde. Formó la imagen de una gran cerradura y golpeó el centro de ésta. La barrera se rompió y sus fragmentos convertidos en polvo dorado cayeron al suelo.
Tras esto los mortifagos empezaron a caminar. A Harry se le ensombreció la cara y en ese momento se le ocurrió una idea para poder comunicarse con adultos sin necesidad de lechuza. El era menor de edad si hacia magia mandarían a alguien del ministerio y tal vez no viniese sólo. Se agarró a la idea y dijo:
-¡LUMUS!- De la varita salió una luz que iluminaba el salón. Se giro y dijo a los Dursley.-Enseguida abriré la puerta e intentaré entretenerles. No lo lograré mucho tiempo, así que correr y no miréis atrás.
-Pero, ¿y tú?, chico- preguntó Vernon en un tono ¿preocupado?.
-Lleváis quince años sin preocuparos por mí y elegís este momento para empezar, iros ya. Sólo me quieren a mí, ¿entendido?-dijo Harry empezando a exasperarse y cada vez más consciente de que de esta no salía con vida. Se dispuso a abrir la puerta cuando la mano de Vernon le detuvo.
-Déjame en paz y ...-empezó a protestar Harry.
-Ahora calla tú. Han aparecido de repente otro grupo más. Estos van vestidos de dorado y están haciendo retroceder a los encapuchados.-dijo tío Vernon exultante de alegría.
Era cierto una docena de magos habían aparecido y gracias a la sorpresa inicial habían detenido el avance de los mortifagos. A la cabeza de los magos dorados se veía la inconfundible barba de Dumbledore. Los mortifagos algunos heridos empezaron a desaparecer y pudo ver como Dumbledore mantenía unas palabras con Voldemort antes de que éste desapareciese también.
Una alegría inmensa invadió el cuerpo de Harry que se dejó caer de rodillas. Cuando estaba en esta situación la puerta se abrió y entró por ella Albus Dumbledore el director de Hogwarts y según muchos al único que Voldemort temía. Al ver a Harry en el suelo se acercó a él.
-Harry, ¿estas bien?.-preguntó Dumbledore con voz cansada.
-Sí, estoy bien director. Sólo estoy cansado. Hoy había soñado con Voldemort y sabía que esto ocurriría pero verlo de nuevo y sentir otra vez el dolor de la cicatriz me ha dejado extenuado.-se explicó cansinamente Harry mientras Dumbledore asentía.
-Bien si no te importa tengo que hablar unas cosa con tus tíos. Luego hablaremos del sueño cuando te recobres. Mientras te dejo con dos que si no me apartó, me apartaran.-dijo Dumbledore divertido a la vez que le guiñaba un ojo.
Detrás de Dumbledore estaban Sirius y Lupin. Para cuando se quiso dar cuenta estaba entre los brazos de su padrino mientras Remus le daba ligeros golpes en la cabeza. Por fin logró apartarse de los brazos de Sirius y respirar profundamente cuando una misma pregunta fue repetida por tres personas distintas.
-¿Qué tal estás?-preguntaron los tres lo cual provocó unas sonrisas.
-Creo que estás en minoría Harry. Te toca responder a ti primero-dijo sonriendo Sirius.
-Hoy estoy bastante cansado. He soñado con el señor oscuro y he visto como torturaba a Karkarov que a estas alturas seguro que está muerto-dijo Harry bajando progresivamente el tono de voz.-Aguante el dolor de la cicatriz durante un tiempo, pero cuando desperté ya estaba tan debilitado que hasta acabé sangrando por la nariz. Y verlo de nuevo delante de casa en tan poco tiempo. El dolor de nuevo. Esos ojos rojos mirándome.-prosiguió Harry mientras su rostro se iba ensombreciendo por momentos.
-Ya está bien ya pasó. Ahora vuelves a estar a salvo. Y ahora le toca a Sirius responder a tu pregunta.-dijo Remus tratando de aliviar a Harry.
-¿Y por qué yo?. La pregunta también era para ti-dijo Sirius.
-Si no me confundo la pregunta de Harry iba dirigida sólo a ti.-contestó Remus intentando mostrarse ofendido.
-Lo siento prof..., Remus yo no quería decir eso. Yo...-empezó a disculparse Harry.
-Era una broma. Estaba tomándote un poco el pelo que por lo visto últimamente te sobra.-dijo riéndose Remus, contagiando la risa a los otros dos.- La verdad me sorprende comprobar que James tuviese un hijo tan inocente.
-Y que si sigue así acabará pareciendo una fregona.-comentó Sirius haciendo de nuevo explotar en carcajadas al grupo.
Harry no se había parado a pensarlo, pero las dos bromas consecutivos sobre su pelo le hicieron ver que en verdad lo tenía ya largo. No tan largo como Bill, el hermano de Ron, pero la parte de atrás le empezaba a llegar por los hombros. También era cierto que debido al peso de su pelo, éste no parecía tan revuelto y era menos difícil domarlo.
-¿Y bien se puede saber dónde has estado?-preguntó Harry un poco harto de que se rieran de él.
-La verdad es que no. Sólo puedo decirte que he estado con Remus todo este tiempo. No me mires así, yo te lo diría, pero es una misión de Dumbledore y sólo él te lo podría decir si lo cree adecuado.-contesto Sirius.-Sólo puedo decirte que para esta misión se necesitan las habilidades de los siempre sigilosos Canuto y Lunático.-dijo bajando la voz en esta última parte de la frase.
En ese momento Dumbledore acababa de terminar de hablar con sus tíos y le hizo un gesto con la mano para que se acercará.
-Bien Harry. Después de hablar con tus tíos hemos decidido que este lugar no es seguro para ti, y tampoco para tus tíos. Así que aunque ellos seguirán viviendo aquí, tu iras a otro lugar el resto de las vacaciones. Por lo menos este año.-explicó Dumbledore.
-¿Y adónde iré?, ¿a casa de los Weasley?.-preguntó Harry intentando disimular su alegría.
-No sería exponer demasiado a los Weasley. Este riesgo no se lo voy a mandar a otra persona. Lo que queda de verano vendrás a vivir conmigo a mi casa. Si no estás de acuerdo siempre se puede buscar otra solución.-dijo Dumbledore.
Ir a casa de Dumbledore. Librarse de los Dursley e ir a la casa de Dumbledore. No quería menospreciar a los Weasley, a los que quería como a su verdadera familia, pero vivir con Dumbledore era algo simplemente genial.
-Claro director. Estaré encantado de ir a vivir con usted.-Contesto Harry en este mismo momento entusiasmado.
-Recoge tus cosas y nos iremos en un momento, de acuerdo.
Subió a su cuarto a toda prisa. Y se tranquilizó para no olvidarse nada importante. Cuando revisó por tercera vez que no se dejaba nada. Bajo sus cosas ayudado por Sirius, que había subido a ayudar a Harry por orden de Dumbledore. Por lo visto Sirius quería que Vernon respondiera por todas las miserias que le había hecho pasar y Dumbledore se lo impidió de esta forma. Al bajar se colocó al lado de Dumbledore.
-¿Cómo vamos a ir hasta su casa señor director?-preguntó Harry.
-Nos vamos a aparecer. No te preocupes yo te llevaré hasta el lugar ya que todavía es imposible que sepas desaparecerte.-dijo Dumbledore al ver la cara de extrañeza de Harry.-Despídete de tus tíos, a Sirius y Remus los verás de nuevo en mi casa dentro de un tiempo.
-Adiós. El próximo verano tal vez nos volvamos a ver.-dijo Harry a sabiendas de que en realidad no lo deseaba, ¿o sí?
-Eso espero chico. Pásatelo bien y estudia mucho.- contestaron sus tíos.
Debía estar soñando los Dursley se preocupaban por él. Esta si que era buena. La sorpresa hizo que el cambio de paisaje tras el viaje le dejase desorientado. Era peor que viajar en traslador. La imagen que descubrió delante suyo le dejo impresionado.
