Capitulo 5- Decisiones
Nota del autor: Por comodidad en la escritura prescindiré de utilizar el acento de Fleur Delacour en sus posteriores diálogos.
La comida había sido estupenda. Estaba totalmente lleno. Los elfos domésticos se habían superado a sí mismos. El cansancio empezaba a dejarse notar en los bostezos de sus compañeros. Por fin los profesores les dieron permiso para ir a las salas de sus respectivas casas. Alguien se acercaba por su derecha, era Fleur, y se dirigía directamente hacia él. Pero la profesora McGonagall se interpuso en su camino y llamo con gestos a Hermione y a Harry.
-Señorita Granger como prefecta de Gryfindor es su deber guiar a los alumnos de primero a la sala común de Gryfindor e indicarles dónde estarán sus dormitorios. La contraseña es "Caronte". Tengo mucha confianza en usted señorita Granger, espero que este año no salga ningún alumno de su casa por la noche.-dijo la profesora McGonagall echando una mirada enojada a Harry.-Ya puede retirarse.
Hermione obedeció rápidamente a la profesora y se puso a gritar para hacerse oír entre el griterío. Tras unos minutos logro su objetivo y los nuevos alumnos le siguieron., acompañados de los veteranos que todavía desconocían la contraseña para entrar a la sala común.
-Bien y ahora usted señor Potter. El director me ha pedido que le diga que debe ir a visitarlo esta noche. Tan pronto se anda metiendo en líos. Espero que haya captado que parte de los comentarios hechos a la señorita Granger iban dirigidos a usted. No quiero que salga de noche. Quiero que cualquier cosa que pueda ser peligrosa me sea comunicada. Respete las normas por una vez.-dijo la profesora McGonagall con los labios crispados.-La contraseña para entrar en el despacho del director es "piruletas de colores". Nos veremos en clase Potter.
La profesora le dio la espalda y por fin Harry pudo desahogarse. Piruletas de colores, vaya contraseña pensaba Harry mientras se reía para sus adentros. Pero los comentarios de McGonagall le dejaban intranquilo. La profesora siempre había sido severa y estricta pero nunca le había hablado de esa forma sin hacer él nada. Ese rapapolvo no venía a cuento. Estaba enfrascado en sus pensamientos cuando chocó con alguien. Llevaba puesta una túnica de profesor, tenía el pelo grasiento y la nariz ganchuda. Era el profesor de pociones, Snape. Este odiaba a Harry de una manera sólo igualada por la manera que Harry odiaba a Snape. En el pasado el padre de Harry y Snape eran enemigos. Snape nunca perdonó al padre de Harry que le salvará, porque quería odiarlo en paz. Cosa que logró en el primer año de Harry al intentar salvarle la vida.
-Potter, ¿Qué hace por los pasillos a estas horas y a solas?. Pensando tan pronto en una correría. Cinco puntos menos para Gryfindor. Y ahora vuélvase y vaya a su casa antes que le quite cincuenta puntos.-gruñó Snape con una sonrisa retadora.
-Pero profesor, el director Dumbledore me ha citado en su despacho. Esa es la razón por la que camino por los pasillos a estas horas.-se explicó Harry.
-Diez puntos menos para Gryfindor por contestarme, y ahora aléjese de mi vista.- murmuró Snape.
Harry siguió avanzando por los pasillos mientras murmuraba insultos que le hubieran hecho hervir de furia a Snape. Quince puntos menos nada más empezar las clases y sólo por hacer lo que le habían pedido. Eso era más injusto de lo normal, incluso en Snape. Sería posible que todavía lo odiase más después de este verano. No lo creía posible pero por su culpa Gryfindor llevaba quince puntos menos que el resto de las casas. Iban últimos y todavía no había empezado la primera clase. Malhumorado pasó por delante del despacho del director y lo pasó de largo. Cuando se dio cuenta le costo otros cinco minutos encontrarlo otra vez.
Se topó con la gárgola que obstruía el camino al despacho del director. Dijo la contraseña y no pudo evitar reírse. La gárgola se echó aun lado dejándole libre el paso al despacho. Harry empezó a subir las escaleras y escuchó la voz de Lupin que hablaba con Dumbledore. Se acercó sigilosamente para escuchar algo de la conversación.
-Le digo que lo he visto. No lo creía posible pero usted tenía razón en lo respectivo a Harry.-dijo Lupin.
-Entiendes ahora porque Voldemort heredero de Salazar Slytherin tiene tanto interés en la muerte temprana del niño.-comento Dumbledore.
-Para que nunca llegue a desarrollar sus poderes. Pero todavía se le puede detener,¿no es cierto?.-dijo Lupin.
-Sí, pero su poder ha crecido. No el general como antes de su caída sino el personal. Ahora Voldemort es más poderoso porque... Espera me parece mi invitado ya ha llegado. Adelante Harry.-dijo Dumbledore serio.
-Lo siento profesor, yo no pretendía escuchar su conversación.-empezó a explicar Harry rojo como un tomate por haber sido descubierto.
-Claro que lo pretendías. Pero no importa estábamos hablando de algo importante que podrá esperar. No, Lupin, no te vayas quédate para que Sirius no crea que intentó forzar al niño.-dijo Dumbledore.
-Albus sabes que Sirius no pretendía decir eso. Sólo estaba preocupado por Harry.-explicó Lupin.
-Lo sé, Remus, lo sé, pero yo también me encuentro cansado y de vez en cuando pierdo los nervios. De todas formas me gustaría que te quedases.-dijo Dumbledore sonriendo.
Harry no se estaba enterando de nada de lo que pasaba. ¿Por qué se habría enfadado Sirius?. El comentario del cansancio no le gustó nada, sabía que sólo Dumbledore se interponía entre Voldemort y su triunfo final. Por lo menos parecían haberse olvidado de su escucha a escondidas. Otra pregunta nació en su cabeza,¿Por qué Voldemort lo quería muerto antes de que creciese su poder?. No tenía la respuesta y no era el mejor momento para averiguarlo.
-Bien Harry vayamos directamente a la razón por la que te he hecho venir. Será sólo un momento y podrás ir a descansar. La razón es que quiero que continúes dando las clases que comenzamos durante el verano.-dijo Dumbledore.
-Por mí estaría encantado pero cuando podríamos darla. No he visto el horario pero con la nueva clase de duelo estará bastante apretado.-respondió Harry.
-Esa es la cuestión. Las clases tendrían que ser después de las clases ordinarias. Exactamente las quería impartir en el tiempo en que tú entrenas al quidith. Ahí esta el problema. Tendrías que elegir.-dijo Dumbledore.
-Pero el quidith es lo que más me gusta.-dijo Harry amargamente.
-Lo sé, Harry. No te estoy imponiendo nada y eres libre de elegir lo que creas necesario. Comprenderé perfectamente una respuesta negativa.-comento Dumbledore.
-¿No hay otra manera?.-pregunto Harry.
-Lamentablemente no se me ha ocurrido ninguna.-respondió Dumbledore tristemente.
-¿Usted qué opina profesor Lupin?.-preguntó nuevamente Harry cada vez más abatido.
-Es difícil porque tengo emociones encontradas al respecto. Por una parte creo que las clases te vendrían estupendamente y te ayudarían en caso de necesidad. Pero también creo que sólo hay una infancia en la vida y que hay que disfrutarla. Así que la verdad no se responderte. Como ha dicho Dumbledore la decisión es tuya y te apoyaremos sea cual sea tu respuesta.-Concluyó Lupin.
-Sé que no es mucho tiempo pero necesito la respuesta para mañana a la tarde. Siento que las cosas estén así Harry. Puedes ir a la sala común a reflexionar. Toma un pase para las cuatro de la tarde. Le comunicaré al profesor Snape que no podrás asistir a su primera clase.-dijo Dumbledore dándole un papel.
Harry se encaminó a la sala común de Gryfindor con el alma en los pies. La decisión no era fácil. Quería jugar al quidith pero no quería que nadie más muriese porque él no estaba preparado. El quidith le relajaba, le hacía olvidar las tensiones tanto de las clases como las personales. Ahora ese pequeño bálsamo iba a ser sustituido por una tensión añadida más. Cuando se encontró delante del retrato de la Señora Gorda dijo la contraseña y esta se hizo a un lado. La sala común estaba casi vacía. Ron y Hermione le esperaban sentados en una mesa. Ron parecía estar muy contento.
-Harry han puesto una nota diciendo cuando serán las pruebas para el nuevo guardián. Es dentro de tres días. Me presentaré. Te imaginas jugando juntos en el equipo.-exclamaba Ron ilusionado.
-Tal vez tengan que hacer pruebas para buscador.-dijo Harry.
-Pero si tu eres el buscador.-repuso Ron ingenuamente. La mirada de su amigo le hizo comprender.
-¿Qué ha pasado, Harry?.-pregunto Hermione.
Harry les explicó sin entusiasmo la reunión que había tenido con Dumbledore y Lupin. Los dos comprendían como se sentía Harry. Le habían quitado una de las cosas que más valoraba de Hogwarts. No sabían que hacer. No les gustaba ver a su amigo así.
-¿Y qué vas a hacer?.-pregunto Ron.
-Tú que crees. Tendré que dejar el quidith. Es cuestión de prioridades..-dijo Harry en apenas un susurro.
-Pero el equipo confía en ti para ganar la copa.-dijo Ron.
-Y hay gente que confía en mi para vencer a Voldemort, aunque no sé que esperen que haga. Que acabe con él haciéndole reír hasta que no pueda más. Ni siquiera Dumbledore pudo derrotarlo en su momento a pesar de que Voldemort le temiese.-dijo Harry.
-Deja de decir ese nombre por favor.-siseó Ron con los dientes apretados.
-Si no les importa me voy a la cama. Estoy cansado. Hasta mañana...-dijo Harry.
Harry se dirigió hacia la habitación con un caminar lento y alicaído. La mirada de sus dos amigos le acompañaba en su trayecto.
-Nunca lo había visto tan alicaído.-dijo Hermione.
-Y más que lo estará cuando se lo cuente a mis hermanos. Seguro que lo matan.-dijo Ron.
-Pero deben comprender.-repuso Hermione.
-No, no lo harán. Se enfadarán mucho. Confiaban en Harry para ganar la copa. Por eso decidieron ayudarme a regalarle el libro de quidith a Harry.-dijo Ron.
-Entonces hay que buscar una manera de ayudarlo.-dijo Hermione.
-Déjalo Hermione si Dumbledore no lo ha encontrado será por algo..-dijo Ron bostezando.-me voy a la cama.
-Siempre hay una manera. La tiene que haber.-murmuró para sí misma Hermione tenazmente.
Hermione no siguió a Ron para ir a los dormitorios. Murmuraba cosas con un pergamino y una pluma en las manos. Cuando se acercaba diciéndole que ya era tarde o si estaba bien, sólo recibían un seco dejadme en paz. Hasta que se quedo sola en la sala iluminada tan sólo por la tenue luz de su varita.
A la mañana siguiente Harry se levantó temprano, sobre las seis de la mañana. Sabía que no iba a conseguir nada pero no quería renunciar al quidith sin luchar. Se vistió rápidamente y se aseo un poco. Bajo a la sala común despacio para no despertar a nadie. Estaba animado, algo le decía que lo iba a conseguir. Y aunque no estaba seguro no quería dejar ir ese estado de animo de su cuerpo. La sala común estaba vacía, ¿o no?. Un bulto en una mesa se movía rítmicamente. Harry sacó la varita y se acercó sigilosamente. No creía que fuera una amenaza, pero mejor ser prudente. Se acercó un poco más y por fin vio quien estaba ahí.
-¿Hermione?, Despierta Hermione. ¿Qué haces aquí. A estas horas?.- dijo Harry a la vez que movía a Hermione para que despertara.
-¿Qué haces aquí Harry?. Sabes que no puedes entrar al cuarto de las chicas. Como prefecta es mi deber...-empezó a decir Hermione pero su cabeza volvió a caer en la mesa y se quedó dormida otra vez.
-Hermione. ¡Despierta!.- dijo Harry esta vez con más fuerza y agitándole esta vez sin delicadeza.
-Bueeeenos días, Harry.-dijo Hermione con un enorme bostezo.
-¿Por qué has dormido aquí?. ¿No sabes que puedes enfermar?.-dijo Harry algo enojado.
-Gracias por tu preocupación. Tenía una razón.-comentó brevemente Hermione a la vez que se sonrojaba.
-¿Podría saber cual es?.-pregunto Harry pensando que Hermione trataba de hacerse la importante al saber algo que él no.
-He estado pensando la forma de que puedas jugar al quidith y dar las clases de Dumbledore.-Dijo Hermione con arrogancia.
-Eso no es posible. Ni siquiera Dumbledore lo encontró.-repuso Harry.
-Eso sólo demuestra que Dumbledore está más cansado de lo que pensábamos. Es algo muy sencillo. Mira te hecho un horario que compaginaría tus clases y tus entrenamientos.-dijo Hermione dándole un pergamino.
Harry empezó a leer el pergamino y la cara se le iluminó por momentos. Esta podría ser la solución.-pensaba Harry-Dumbledore no se podrá negar. De improvisó se levantó se levantó bruscamente de la silla y se quedó mirando el pergamino extasiado. Hermione también se levantó. Harry avanzó rápidamente hacia ella y le dio un beso en la frente.
-Eres fantástica Hermione. Una autentica genia.-dijo Harry a la vez que salía corriendo a través del retrato.
-Gra..., gracias..- dijo Hermione poniéndose más roja que pelo de Ron.-Pero Harry donde vas Dumbledore estará durmiendo.
Harry no le escucho. Y si le escucho no le hizo caso. Pasó como un rayo por el retrato de la señora gorda. Era gracioso verlo tan entusiasmado. Le alegraba el corazón como nunca lo hubiera creído posible. ¿Qué le estaba pasando?, ¿por qué había reaccionado de esa forma ante el beso de Harry?. Al recordar el beso se puso más roja todavía. Le dio un escalofrío por todo el cuerpo al que le siguió una extraña calidez. Se fue a los dormitorios de las chicas a asearse y pensando que iba a tener que tomarse diez tazas de café para mantenerse despierta en clase.
Mientras estos sentimientos atormentaban a Hermione. Harry corría como un relámpago con el pergamino de Hermione en la mano. Estaba entusiasmado, la idea de Hermione no podía fallar. Se plantó en el despacho del director y dijo la contraseña. Subió las escaleras de tres en tres y se plantó en el despacho jadeante y con el pergamino en alto. Una sonrisa cruzaba sus labios. Vio a Dumbledore en su mesa ojeando seriamente unos pergaminos. Dumbledore levantó la vista y miró extrañado a Harry.
-¿Qué haces aquí a estas horas, Harry?.-pregunto Dumbledore extrañado.- ¿Acaso te ha vuelto a doler la cicatriz?. ¿Has soñado con Voldemort?.
A Harry de repente se le borró la sonrisa de los labios. Por fin fue consciente de la hora que era. Sabía que no debía estar ahí. Los ojos cansados de Dumbledore se lo decían. Ahora comprendía que podía haber esperado hasta la cita que tenía a la tarde. También vio porque Dumbledore estaba tan cansado. Se pasaba las noches ojeando libros y anotando datos en pergaminos. Harry logró ver que tenía tres pergaminos escritos. Pudo ver el encabezamiento de uno decía: Poderes de Slytherin y heredero. En el otro pudo ver: ..indor y heredero. El tercero fue rápidamente ocultado y no vio nada de él. El libro que estaba consultando desapareció de la mesa.
-¿Y bien Harry?.-inquirió Dumbledore.
-He conseguido una forma de poder dar las clases y jugar al quidith a la vez.-respondió Harry con la cabeza baja.
-Harry, si no me equivoco te dije que me contestaras a las cuatro de la tarde.-comentó Dumbledore.
-Lo siento, director. Con la emoción se me había olvidado completamente la hora que era.-dijo Harry cada vez más avergonzado.
-Por lo cual he de deducir que no has sido tú el que ha hallado la respuesta. Bueno ya que estás aquí déjame ver lo que ha pensado la señorita Granger.-dijo Dumbledore alargando el brazo para que Harry le diese el pergamino.
Harry le dio el pergamino a Dumbledore, que empezó a estudiarlo y murmurar por lo bajo palabras que no llegaba a entender. Harry estaba muy nervioso, antes la idea de Hermione le había parecido genial. Pero ahora ya no estaba tan seguro y la tensión empezaba a crecer.
-No está mal. No sé como se me pudo pasar algo tan obvio y útil para los dos. Felicita por mi parte a la señorita Granger de mi parte. Esto se merecería puntos para Gryfindor, pero compensa los puntos que debería quitarte por venir a estas horas. Así que todo quedará igual..-dijo sonriendo Dumbledore.
-Gracias director. Le aseguro que no volverá a pasar.-dijo alegre Harry.
-Eso espero. Bien según este horario tus clases no cambiarían en absoluto, asistirías a todos los entrenamientos y partidos de quidith., y los sábados y domingos por la mañana impartiríamos las clases. ¿Estás seguro de poder con todo Harry?. Recuerda que este año son los exámenes TIMO.-dijo Dumbledore.
-Seguro que podré. Y si no siempre tendré amigos que me ayudaran a superarlo.-dijo Harry muy seguro de sí mismo en ese momento.
Dumbledore le miro serio por encima de las gafas de media luna. Tras un tiempo sonrió. Harry vio como se le relajaban las facciones de la cara. Hacia tiempo que no veía al divertido director de Hogwarts tan sosegado.
-Bien, pues así sea.. Te espero el sábado en el despacho a las ocho de la mañana. Ahí te explicaré el resto de los detalles. Ahora si no te importa tengo que continuar con unos asuntos.-dijo Dumbledore despidiendo a Harry.
Harry salió del despacho de Dumbledore con una alegría que casi no podía contener. Tenía ganas de gritar de felicidad pero sabía que eso le costaría un castigo y una nueva bajada de puntos para Gryfindor. No tenía la capa invisible, que se la había olvidado con las prisas y Filch estaba merodeando por los pasillos. Esta vez fue en silencio y con mucho más cuidado. Harry pensaba en la suerte que tuvo de no ser descubierto la primera vez. En su cabeza también estaban los pergaminos que Dumbledore tenía en su mesa. Con lo que había oído de la conversación de Dumbledore con Lupin tal vez podría averiguar que estaba pasando. Para eso necesitaría la ayuda de Ron y Hermione. Tendría que contarles todo. No se había dado cuenta hasta ahora de que no les había contado esa parte de la reunión con Dumbledore.
-Parece que yo también estoy algo cansado.-murmuro para oír su voz.
Por fin logró llegar a la sala común. Todavía seguía vacía ya que era pronto. A Hermione no se le veía por ningún sitio. Dedujo que habría ido a la cama para descansar algo. Harry subió al cuarto de los chicos y cogió un libro de quidith de su baúl, el mismo libro que le había regalado Ron. Harry se sentó en una mesa y empezó a leer. Pronto comenzaría su primera clase del curso. Miró el horario que le había hecho Hermione.
8:00-10:00...............................................Transformaciones
10:00-12:00.............................................Encantamientos
12.00-13:00.............................................Duelo
16:00-18:00.............................................Pociones
-Vaya día. Por lo menos tenemos duelo con Dumbledore, pero dos horas con Snape. Y pensar que me podía haber librado si hubiese ido a la hora correcta donde Dumbledore.-dijo tristemente Harry.
A las 7:00 la sala común empezó a cobrar vida. Los alumnos de Gryfindor bajaban somnolientos. Parecían una panda de zombis. Un chico pelirrojo bajó corriendo las escaleras y suspiró aliviado al ver a Harry.
-Me has dado un susto de muerte.-dijo Ron enojado.-Podías haberme avisado.
-Para que me mandes a freír espárragos. No gracias.-contestó Harry.
-¿Y porque te has despertado tan pronto?.-preguntó Ron.
-Quería ver si encontraba una forma de jugar al quidith. Además llevo despierto desde las seis. Si te levantó me matas.-dijo Harry sonriendo.
-¿Has encontrado algo?.preguntó nuevamente Ron.
-Yo no. Por ahí se acerca mi heroína particular.-dijo Harry señalando a una Hermione recién duchada.-La encontré dormida en una mesa y me contó que había encontrado una forma para que pudiese jugar.-dijo Harry.
-Harry, ¿qué ha dicho Dumbledore?.-preguntó Hermione.
-Ha aceptado tu idea. Aunque no le ha hecho gracia que fuese a verle a esas horas.-dijo Harry sonriendo cada vez más.-Parece Ron que igual si que formamos parte del equipo los dos.
-Que bien. Vamos a desayunar.-dijo Ron malhumorado mientras no apartaba la vista de Hermione, que no apartaba la vista de Harry. Se levantó de golpe y salió por la puerta sin esperar.
-¡Ron!. Espera.-exclamó Harry a la vez que le seguía corriendo.
-¡Chicos no os vayáis sin mí!.- dijo Hermione.
