Capitulo 14-Harry dominado

El ambiente en Hogwarts era de total abatimiento, algunos de los caídos durante la Batalla de Azkaban eran padres de alumnos. Harry los comprendía perfectamente, ese sentimiento de rabia e impotencia por no poder hacer nada. El saber que el maldito asesino que se encontraba tras esos sucesos se encontraba todavía libre y regodeándose de su victoria, mientras veía como el mundo se veía sumido en una oleada de terror que hacía años que no experimentaba. El día después de conocer la noticia de la toma de la Prisión de los Magos Harry despertó con los ojos hinchados y su almohada estaba mojada de lágrimas que no había podido evitar verter. Sueños de muerte llenaron su cabeza esa noche sumiéndole en una desesperación que hacía tiempo que no sentía. Se sentía derrotado, ni siquiera había notado el ataque a Azkaban. Su cicatriz debería haberle dolido ante una demostración de violencia tan evidente por parte de Voldemort. Pero no había sido así, no sintió nada, se enteró de los acontecimientos a la par que sus compañeros, él que normalmente era el primero en enterarse de estos sucesos. El año anterior Voldemort le privo de la defensa mágica que le concedió su madre al morir, y ahora cercaba sus pensamientos a la mente de Harry. Ahora las esperanzas de una victoria eran menores que nunca. ¿Cómo iba a saber cuando sería la próxima vez que Voldemort atacase?. Dumbledore no podía estar siempre protegiéndolo, el propio Director de Hogwarts había reconocido que se estaba debilitando por la edad. ¿Cuánto tiempo tardaría Voldemort en darse cuenta y volver más osados sus ataques?.

Harry se dio una larga ducha para alejar de su cuerpo cualquier evidencia de esa desazón que le atrapaba. Ahora más que nunca sentía sobre sus hombros esa terrible responsabilidad, esa presión que le ahogaba por dentro. No podía mostrarse débil cuando seguramente era la persona que tendría que derrotar al Señor Tenebroso. Harry sabía que para derrotar a Voldemort tendría que matarlo, esa idea provocaba en su interior sensaciones opuestas. Por una parte quería vengar todas las muertes de sus seres queridos matando a ese asesino con sus propias manos, pero otra parte de su ser no quería acabar con el mal con sus propias técnicas. ¿No le acercaría ese acto un paso más a la horrible visión que tuvo hace unos meses?. ¿No sería un primer paso para terminar de liberar el mal que anidaba en él?. ¿Por qué tenía tantas dudas?. ¿Nunca estaría seguro de sus actos?. Era un niño todavía, uno al que le habían robado la infancia a base de dolor. Harry envidiaba al resto de los alumnos de la escuela que nunca tendrían que sentir ese maldito peso que oprimía su corazón. Harry se sentó en su cama y se echó las manos a la cabeza intentando asimilar como podía tal cúmulo de emociones. Pero no podía, estaba sólo, nadie le ayudaría a aligerar su carga. Eso no era del todo cierto, Fleur estaba junto a él, pero el joven Gryfindor no quería atormentar con tanto caos a la estudiante francesa. Harry Potter el niño que Vivió, ¿a esto le llamaban vida?. Una extraña y cínica sonrisa se dibujo en su rostro. No, esto no era vida. Harry no se había fijado al volver a entrar en el cuarto que no estaba sólo, Neville y Ron estaban también en el cuarto. Ron miraba con ojos entristecidos a su antiguo amigo, dio unos pasos hacia él extendiendo una mano abierta que cerró con fuerza al dar unos pasos, y bajó rápidamente por las escaleras que daban a la sala Común sin mirar a Harry.

Neville vio con ojos esperanzados el acto de Ron, que parecía que iba a dar el primer paso para arreglar una amistad que tanto necesitaban los dos. Pero vio decepcionado como en el último momento optó por no acercarse a un Harry, que vio con ojos sorprendidos como Ron bajaba por las escaleras sin hacerle nada de caso. Neville suspiró ante la ceguera de la que hacían gala los dos chicos. Decidido inhaló fuertemente una bocanada de aire y se encaminó a intentar ayudar a su compañero de casa. Harry siempre había sido bueno con él a pesar de su eterna torpeza, y no se la iba a pagar con desprecio o ignorancia cuando éste necesitaba tan evidentemente la ayuda de alguien. Neville se paró delante del cabizbajo Gryfindor, que lo miró con una mirada extrañada al verlo parado delante suyo y con una expresión en la cara que todavía no le había visto nunca.

-¿Te encuentras bien Harry?.-Preguntó Neville sin ningún rodeo a un ahora más sorprendido Harry.

-Me encuentro perfectamente.-Dijo Harry con una sonrisa irónica en los labios, y esperando que Neville se percatara de que no quería seguir hablando.

-Sé como te sientes Harry.-Dijo Neville casi en un susurro, que no escapó a los oídos de Harry.

-¿Tan seguro estas de ello?.-Dijo Harry sonriendo aún mas y echándose hacia atrás en la cama para poder ver mejor a la persona que creía saber como se sentía. ¿Cómo iba a saberlo? Saber que tu vida esta condenada a una tristeza eterna sin haber tenido siquiera la oportunidad de elegir.

-Sí...Lo sé...Mis padres...-Empezó a decir Neville tartamudeando al intentar explicar lo que más le dolía de su vida.

-No hace falta que digas nada Neville.-Dijo intentando cortar a su compañero. Ahora no necesitaba eso. Ahora no Neville, por favor no sigas.

-La razón por la que vivo con mi abuela es que mis padres están en el hospital de San Mungo. Desde que era pequeño mis padres nunca me han logrado reconocer por culpa del ataque de unos malditos mortifagos. Ahora las mismas personas que les hicieron eso a mis padres están en libertad. Sé como te sientes, Harry.-Dijo Neville con tristeza pero sus ojos desprendían una rabia que nunca había sospechado en su torpe compañero de Casa. Harry sabía lo duro que debería haber sido para Neville decirle eso, y en el fondo le agradecía que le confiara voluntariamente ese suceso, pero en su estado emocional actual no le ayudaba demasiado.

-Lo siento, Neville, no lo sabía.-Mintió Harry para no dejar ver que averiguó esos hechos el año anterior al entrar en el pensadero de Dumbledore. En el rostro de Harry ya no estaba dibujada esa extraña mueca que habías mostrado desde el principio de su conversación.

-Gracias, solo quería que supieras que aunque no pueda entender todo lo que sucede en tu interior, comprendo al menos una parte. Si alguna vez necesitas hablar ya sabes donde encontrarme.-Dijo Neville débilmente a la vez que salía de la habitación para bajar por las escaleras.

-Gracias a ti, Neville.-Musitó en leve susurro Harry a la vez que se levantaba intentando dejar de auto compadecerse. De esa manera nunca lograría nada, sólo sumirse en un dolor que le corroía por dentro.

Harry bajó por fin por las escaleras que descendían a la Sala Común de Gryfindor en silencio para que nadie más decidiese sincerarse con él en ese día. Prefería estar sólo durante unas horas para poder aclarar un poco sus revueltos pensamientos. Pasó por la sala como una sombra sin ser advertido por nadie y caminó sin rumbo fijo durante varios minutos en los cuales solo pudo ver rostros que expresaban con claridad cual era el ambiente en la escuela. Terror. Harry podía sentir en las miradas furtivas de los alumnos del colegio un miedo terrible. Suspirando profundamente decidió que tal vez comer algo ayudaría a deshacer el nudo que tenía formado en el estómago y que parecía no querer desaparecer. Entró al Gran Comedor a la par que muchos otros alumnos que también sentían la urgente necesidad de alimentarse. Se sentó en una de las esquinas de la mesa de Gryfindor, lo cual venía haciendo ya desde hacia un tiempo. La comida no estaba preparada cuando Harry se sentó delante de uno de los ahora vacíos platos que adornaban la mesa de Gryfindor. En la mesa de los profesores había un ambiente muy tenso y Harry pudo notar que faltaba alguien en la mesa. La silla de Dumbledore estaba vacía, el Director no se encontraba ahí como solía acostumbrar. No podía ser. Pero y si lo fuera, ¿si Dumbledore cayó en la tarde del día anterior?. Una sensación de ira  descontrolada se empezó a apoderar de Harry a la vez que apretaba con fuerza una cuchara de  metal. El joven Gryfindor apretaba con fuerza los dientes mientras intentaba calmarse y buscar otra explicación, tal vez solo se hubiese retrasado, no tenía porque haberle pasado nada. Sin que se percatase los platos que había cerca de él empezaron a temblar furiosamente y de manera descontrolada, llamando la atención de unos pocos alumnos que ahogaron un grito de sorpresa. Cuando Harry empezaba a perder el control de sus emociones una voz cansada y amable le sacó de ese estado de ira que amenazaba con romper todas las defensas que se había impuesto.

-Terrible día el de hoy, en el que muchos de ustedes, jóvenes alumnos han tenido la desgracia de perder a miembros de sus familias. Terrible el día en que todo el mundo sabe por fin que Lord Voldemort ha vuelto. Muchos me llamaron loco por hacer tales afirmaciones pero desgraciadamente eran ciertas y su regreso público provoca una desazón que desde hace mucho no era conocida. Ahora muchos de los mortifagos cautivos están libres y sirven de nuevo a su señor. Mucha gente dirá que no es adecuado deciros toda la verdad de la situación, pero creo que con mentiras e ignorancia sólo acabamos provocando situaciones como la de la Caída de Azkaban.-Dijo Dumbledore con voz pausada y triste, sus ojos reflejaban una ira tremenda y Harry pudo ver que en la frente de Dumbledore se podía ver una fea herida. Al verle ahí enfrente sereno aunque herido Harry se calmó y los platos que se movían se pararon en seco llamando ahora la atención del joven mago que no sabía que había sucedido con esos platos. Así que Dumbledore estaba bien, se sentía tonto por haberse preocupado de esa forma tan desquiciante, pero el sólo pensar en perder al Viejo Director de Hogwarts le hacía estremecer por dentro. A pesar de estar más calmado por su presencia, le inquietó la herida que mostraba ya que estaba seguro de donde se la podía haber hecho.- Estos hechos me obligan a tomar medidas de seguridad para con ustedes, por lo cual las salidas a Hogsmeade serán canceladas al parecerme el riesgo implícito en ellas demasiado elevado. De todas formas para compensar este pequeño inconveniente y sabiendo de antemano que no palia para nada el hecho de no poder visitar Hogsmeade, he decidido que dentro de un mes se organizará un pequeño baile, en el cual todos los alumnos están invitados a asistir.

Muchos murmullos de desagrado se habían oído al saber la noticia de que las visitas a Hogsmeade quedaban prohibidas, pero quedaron ligeramente apagados ante la perspectiva de un baile. Esta noticia provocó también cierto alboroto pero eran más que nada susurros en el oído de personas que al momento se ruborizaban. A Harry ver esas reacciones le asqueaba, hace un momento estaban casi de luto, por lo sucedido el día anterior, y ahora se preocupaban por la banalidad de un estúpido baile. ¿Por qué esos adolescentes eran tan distintos que él? ¿Cómo era posible que olvidasen tan rápido el dolor y el miedo, cuando a él le era simplemente imposible?. ¿Sería porque nunca habían visto ese dolor como cercano, pensando que era algo que sólo les pasaba a otras personas?. ¿Cuántos tendrían que morir para que se dieran cuenta de la situación en la que se encontraba el mundo mágico?. De repente sintió que el apetito se esfumaba a la vez que la efímera alegría de comprobar que Dumbledore se encontraba perfectamente desaparecía. El desayuno apareció por arte de magia en los platos que había distribuidos por todo el Gran Comedor. Harry hizo caso omiso de ellos y se marchó furioso a la vez que era observado por varios de los alumnos, que siguieron cuchicheando, pero seguramente ahora sería el propio Harry el que estaría en el centro de esas insidiosas conversaciones. Harry caminaba por los pasillos como una exhalación, y no miraba realmente por donde andaba, cuando tropezó con alguien que cayó al suelo por culpa del impacto. La persona con quien había tropezado era una alumna que vestía los colores de Ravenclaw, de moreno pelo largo y rasgos orientales. Harry había tropezado con Cho Chang, aquella chica que conseguía que su mente se turbase y su corazón se acelerase. La había visto varias veces desde el comienzo del curso pero nunca tuvo ni el valor ni el tiempo necesario para hablar con ella. Harry le ofreció la mano para levantarse, pero Cho la rechazó y se levantó por sus propios medios. Harry se quedó sorprendido por el desprecio con el que la alumna de Ravenclaw le había mirado.

-Lo siento, no miraba por donde iba.-Dijo Harry algo contrariado y retirando la mano que acababa de ofrecer.

-No importa.-Dijo Cho que parecía dispuesta a seguir su camino sin dirigir ninguna palabra más a Harry.

-Hace mucho tiempo que no tenemos tiempo de hablar, Cho. Tal vez algún día...-Empezó a decir Harry intentando comenzar una conversación con una Cho a la cual nunca había visto mostrarse tan fría y desinteresada con él.

-No creo que sea posible, no tengo nada que hablar contigo. Prefiero estar lo más alejada posible de ti.-Dijo Cho que se había dado la vuelta y se le había encarado en un agrio trono que hizo retroceder al confuso Gryfindor.

-Pero...-Empezó de nuevo a decir Harry, intentando aplacar sin conseguirlo la furia que cargaba contra él la alumna de Ravenclaw.

-No hay ningún pero que valga. No quiero estar cerca de ti. Atraes los desastres y a la muerte. No puedo mirarte sin pensar que si Cedric no hubiera estado contigo tal vez ahora estuviese vivo y conmigo. Para mi eres tan responsable de su muerte como el verdadero asesino.-Dijo Cho enfadada y con unas pequeñas lágrimas en los ojos que amenazaban con descender por sus mejillas. Tras decir esto, se dio la vuelta y prosiguió su camino dejando sólo a un Harry que todavía no sabía que había pasado.

Esto no podía ser real se decía Harry mientras todavía miraba caminar a Cho furiosa, parecía que se había quedado petrificado. ¿Cómo podía haberle dicho eso?. Harry siempre había pensado que tal vez Cho sintiera algo por él. De hecho él pensaba que quería a la alumna de Ravenclaw, pero las palabras que le acababa de pronunciar habían arrancado ese sentimiento de su corazón con una crueldad inusitada. Harry estaba herido por dentro y a la vez furioso. No pensaba que nadie aparte de los alumnos de Slytherin le creyeran responsables de la muerte de Cedric, y aún así estos sólo lo hacían por molestar, pero Cho era de Ravenclaw. ¿Cuánta más gente pensaría eso de él? ¿Por qué lo tenía que pensar precisamente la chica de la que creía estar enamorado? A Harry le dolía, pero no tanto como esperaba, se sentía más desilusionado porque le creyesen culpable de muerte de Cedric que por el hecho de que Cho no le quisiera cerca de ella. Unos ojos azules que le miraban atentamente hacía que ese dolor fuera soportable, la presencia de Fleur evitaba que el golpe hubiera sido más duro. ¿Se estaría enamorando de la joven francesa?. No, no lo creía, ella lo quería como amigo y la soledad a la que había estado sometido le hacía pensar que Fleur podía sentir algo por él. Y hacer a Harry confundir amor por amistad.

-Vaya, Potter, parece que esa Ravenclaw es más lista de lo que parece y te ha calado perfectamente.-Dijo una desagradable voz demasiado conocida por Harry. Volteó la cabeza y pudo ver a Draco Malfoy que le miraba con una sonrisa de superioridad y reflejaba en sus ojos un desprecio terrible hacia la persona que tenía delante suyo. Desprecio que era compartido por los dos alumnos.

-Malfoy te advierto que no has elegido un buen momento, no me encuentro de humor para tus idioteces.-Dijo Harry temblando de furia y llevando inconscientemente la mano derecha al cinto en que colgaba su varita.

-Vaya, ¿Así que el pobre Harry Potter no esta de humor para charlar con su amigo Draco?. Eres un desagradecido Harry, con lo que yo me preocupo por ti.-Dijo irónicamente Malfoy acercándose unos pasos a Harry quedando los dos a escasos centímetros el uno del otro.-Ya todos te desprecian Potter, tus amigos te dan lado, incluso la chica que te gusta no te puede tener cerca. Pronto el Señor Tenebroso te tendrá en sus manos y te destrozará, lo de ayer fue sólo el comienzo.

-Te equívocas, Malfoy, lograré detener a ese maldito asesino, y de paso me aseguraré de que tu padre sea enviado a Prisión como el vulgar mortifago que es.-dijo Harry sonriendo con crueldad y disfrutando de manera involuntaria del pequeño estremecimiento de Draco al referirse a su padre.

-¿Y como lo detendrás?. ¿Gimoteando? ¿De aburrimiento haciéndole saber lo sólo y triste que estas?.-Dijo Draco poniendo un tono infantil en su voz que logró molestar aún más a Harry. Tras decir esas palabras lo agarró por la pechera de la túnica con fuerza con su mano derecha.-Y te lo advierto Potter, no te acerques a mi padre, si le haces algo te lo haré pagar muy caro, tal vez revele al Señor Tenebroso como conseguir atrapar a tu amiga Sangre Sucia. Tal vez hasta le ayude, y con un poco de suerte me dejará contemplar como grita de dolor preguntándose porque su amigo el héroe no viene a rescatarla. Pero el héroe no vendrá, porque estará acurrucado en un pequeño rincón temblando de miedo demostrando lo cobarde que puede llegar a ser.

-No haces más que decir necias palabras, Malfoy. Nunca le harás daño a Hermione. Si te atreves a intentarlo me encargaré de hacértelo pagar personalmente. Y yo a diferencia de ti cumplo con lo que digo.-Dijo Harry en un tono helado a la vez que esbozaba una burlona mueca, ante la sorprendida cara de Malfoy.

-Así que el gran Harry Potter me haría daño. No tienes las agallas suficientes para hacerlo.-Espetó Malfoy ante la divertida mirada de Harry que hacía recorrer un estremecimiento por todo el cuerpo del rubio alumno de Slytherin.

-¿Eso crees?.-Preguntó con sorna Harry a la vez que una luz blanca que salía del cuerpo de Harry levantaba a Draco y le apretaba con fuerza contra una pared. Draco intentaba moverse pero le era totalmente imposible lograrlo. La invisible fuerza que le había levantado cada vez le apretaba contra la pared con más fuerza, haciéndole casi imposible respirar a un asustadísimo Draco.

-Potter, déjame en paz. Le diré lo que has hecho al profesor Snape.-Dijo Draco con voz ahogada, su respiración ahora era entrecortada y miraba los fríos de Harry con un miedo que solo servía para que el joven Gryfindor sonriese más abiertamente. El rostro de Draco se estaba empezando a poner  morado por la falta de aire.-Potter...detente...Potter...Harry...por favor.

Harry sólo quería asustar un poco a Draco, pero ahora le resultaba difícil contenerse. Intentaba retirar el hechizo pero algo dentro de él se lo impedía. Tuvo que utilizar toda su fuerza de voluntad para conseguir retirar el hechizo que estaba arrebatando la vida de Draco. Cuando lo hizo Draco cayó violentamente al suelo y empezó a respirar con dificultad a la vez que se llevaba ambas manos al pecho, que latía desenfrenadamente. Harry lo miro durante unos instantes en esa posición, para darle la espalda y seguir su camino. Harry sabía que había estado a punto de acabar con la vida del alumno de Slytherin y viejo enemigo suyo. Una voz en la cabeza aún le susurraba que debía acabar con lo que había empezado. De nuevo esa maldita voz le había engañado durante unos instantes lo había dominado por completo y ese minúsculo espacio de tiempo casi le había servido para convertir a Harry en un asesino.

Harry necesitaba salir del colegio. Las paredes parecían aprisionarle dentro, quería respirar un poco de aire puro, para poder quitarse de su interior esa sensación de suciedad que le invadía por culpa de su debilidad. Tambaleante y totalmente confuso, llegó hasta las grandes puertas del colegio que estaban abiertas de par en par. Harry salió sin dudarlo como una exhalación y respiró fuertemente cuando estaba fuera, el aire fresco le ayudó a calmar un poco el calor que recorría sus venas, pero no evitó que su cabeza siguiera siendo un hervidero de ideas contradictorias. Harry notaba su labio superior húmedo y se frotó con el dorso de la mano que apareció manchado de sangre. Harry no sabía cuando había empezado a sangrar, seguramente poco después de hacer de nuevo magia sin varita, pero vio que la parte superior de su túnica estaba manchada de sangre que recorría sus mejillas, y que hasta el momento no había sido capaz de sentir. Decidió ir al lago para poder limpiarse un poco el rostro ya que la túnica seguramente no tendría solución. Sabía por experiencia que la sangre no salía con facilidad de la ropa, ni siquiera con la magia a su favor. Otra hemorragia más por culpa de utilizar  magia sin varita, ¿servía de algo ese don si cada vez que lo utilizaba se ponía en serio peligro?. ¿De que le servía ser un mago nato, excepto para no saber identificar la voz que le hablaba de muerte en susurros pausados?. Se sentía horriblemente mal, estaba muy cansado, durante la noche apenas había podido conciliar el sueño más de veinte minutos seguidos, aparte de no haber comido nada en el desayuno, y esta reciente perdida de sangre. Además de eso estaba terriblemente enfadado consigo mismo por no ser capaz de controlarse a sí mismo, y eso le hacía sentirse peor todavía, ya que empezaba a comprender, que cuanto mayor fuera su enfado, mayor también era la posibilidad de caer bajo el control de la sombra de Voldemort que habitaba en su interior.

Harry llegó por fin al lago y se pudo lavar rápidamente la cara. El agua del lago estaba tan fría que su simple contacto con su piel le sentó como un golpe físico. Harry por lo menos agradecía el hecho de que ningún alumno le hubiese visto en ese estado, quien sabía que ideas podían surgir en sus cabezas ante la imagen que daba en ese momento Harry. El día de hoy amenazaba con ser un día largo, un  día muy largo de esos en los que a veces es mejor no levantarse de la cama. Harry oyó en esos instantes el fuerte aleteo de unas alas que se dirigía velozmente hacia don de se encontraba. Giró la cabeza lentamente para ver como una lechuza marrón  dejaba con gran habilidad un pergamino en su mano. No esperaba correspondencia de nadie y durante unos instantes estuvo pensando de quien podría ser la carta, pero tras un tiempo la abrió con desgana, reprochándose ser tan lento, al no darse cuenta que el nombre del destinatario estaría dentro. Su cerebro parecía querer funcionar hoy la mitad de rápido que el de una persona normal durante ese día, y eso ya le había causado excesivos problemas para el corto tiempo en el que había estado despierto. Harry extendió  a lo largo el pergamino y pudo leer una escueta carta escrita con una letra que conocía a la perfección.

Te espero hoy en el despacho de Lunático. Tengo que hablar contigo urgentemente. No tardes.

Hocicos

La carta era de Sirius y parecía seria y preocupada. ¿Por qué ahora tenía tanta prisa por habar con él?. Desde que se separaron en la casa de Dumbledore no había vuelto a saber nada de su padrino. Ni siquiera se molestó en mandarle una muestra del apoyo que necesitaba tras la muerte de Bill. Parecía haberse olvidado por completo de él. Y ahora después de tanto tiempo, solo recibía una brevísima carta de su parte con un tono claramente imperativo. Le decía que debía reunirse con él en el despacho de Lupin, seguramente su Profesor también estaría presente, cosa que tampoco le hacía gracia. Sirius por lo menos no estaba en Hogwarts pero Lupin tampoco había hablado con él aparte de lo meramente académico, no entendía la actitud del antiguamente siempre dispuesto profesor. Pero era algo que averiguaría, pensaba decirles a la cara todo lo que pasaba por su cabeza.  Por lo menos podían fingir que se preocupaban por él, para que pudiese hacer lo único que todo el mundo esperaba que lograse. Necesitaba apoyo emocional y nadie parecía estar dispuesto a dárselo, mientras que Harry ya no quería pedirlo. El aislamiento de noticias por parte de Sirius y la indiferencia de Lupin le habían herido tanto como el desprecio de Ron.

Harry terminó de secarse rápidamente la cara y se dirigió de nuevo hacia el interior del castillo, para dirigirse de inmediato al despacho del profesor Lupin. A pesar de estar furioso con Sirius también quería verlo, no lo podía evitar, Harry quería mucho a su padrino. Cruzo los pasillos donde se podían ver a pocos alumnos y en unos pocos minutos llegó a la puerta tras la cual estaba el despacho de Lupin. Tocó fuertemente la puerta sin poder controlar la fuerza por culpa de la mezcla de emociones que recorrían ahora su cuerpo. Un suave adelante se pudo oír a través de la puerta, y Harry abrió la puerta  sin dudarlo y entró rápidamente al despacho.  Delante suyo había una mesa en la cual se podían ver tres sillas, dos de las cuales estaban ocupadas por Sirius y Lupin, que lo miraban sonrientes, a la vez que dejaban apoyadas sendas tazas humeantes de café en la mesa. Sirius se levantó y al momento estaba delante suyo abrazándole por encima de los hombros fuertemente. Harry no correspondió al fuerte abrazó de su padrino y se quedo rígido mientras recibía ese afectuoso saludo. Sirius se echó hacia atrás y miró con ojos extrañados a su ahijado del cual no comprendía su fría actitud. Miró un instante a Lupin que se encogió sus hombros dando a entender que no sabía que podía ocurrir.

-¿Qué te ocurre, Harry?.-Preguntó Sirius, aún confuso ante la actitud de Harry, mientras se sentaba en la silla que había ocupado instantes antes y ofreciéndole con la mano la que se encontraba a su lado.

-¿Dónde has estado todo este tiempo?.-Pregunto Harry precipitadamente mientras miraba al vacío para evitar mirar a los ojos a Sirius.

-¿Cómo?. Ya sabes donde he estado Harry. He estado escapando de los aurores del Ministerio todo este tiempo. He estado en muchos lugares, los cuales me llevaría demasiado tiempo enumerar. ¿A qué viene esa pregunta?.-Preguntó un Sirius al cual cada vez se le veía mas extrañado ante el tono hostil que parecían llevar marcadas las palabras Harry.

-¿Y en todo ese tiempo no has sido capaz de escribirme ni una sola vez para saber que estabas bien? ¿Ni siquiera para interesarte por como me encontraba?.-Preguntó Harry mirando por primera vez a los ojos de su padrino que se echó hacia atrás sin poder evitarlo al ver la furia reflejada de una forma tan clara en los ojos del joven Gryfindor.

-No podía. Corría el riesgo de que las cartas fueran interceptadas. ¿Acaso piensas que no he pensado en otra cosa que no fuera como te podías sentir?.  Incluso he cometido la temeridad de venir hasta el colegio para poder verte personalmente, algo que Dumbledore me había pedido que no hiciera. De todas formas Remus estaba aquí contigo.-Dijo Sirius dolido por las insinuaciones de Harry.

-El año pasado no te importaba que las cartas fueran interceptadas, hasta utilizaste una chimenea para hablar conmigo. ¿Acaso ya no confiáis en mí?. ¿Es por eso que usted profesor apenas me ha dirigido la palabra durante este curso? ¿Temen que me pueda descontrolar?.-Preguntó Harry a la vez que apretaba los puños, sin mirar a Lupin que lo miraba con una gran tristeza en los ojos y meneaba ligeramente la cabeza en signo de negación.

-Te confundes, Harry claro que confiamos en ti, pero las cosas no son tan fáciles. Yo no puedo hablar tanto contigo sin temer que los alumnos me acusen de un favoritismo que me sería desafortunado para seguir con mi cargo y poder estar cerca de ti. En referente a las cartas, el año pasado era distinto, el año pasado sólo teníamos que preocuparnos del Ministerio. Pero ahora las fuerzas de Voldemort también querrán conseguir información con la que hacerse fuertes.-Dijo Lupin intentando llamar la atención de Harry que seguía mirando desafiante a un entristecido Sirius.

-Ni siquiera me mandaste nada cuando Bill murió, ninguna palabra de animo, Sirius. Solo un maldito vació de información. ¿Cómo crees que me sentía? ¿Piensas que pensaba en el Ministerio?. Todos me dieron de lado y no me pudiste mandar una maldita palabra de apoyo, para que no sintiera que estaba solo..-Dijo Harry que se levantó bruscamente haciendo que Sirius levantara las cejas totalmente sorprendido ante la furia de la que hacia gala Harry.

-Harry, yo no sabía que estabas tan mal. Pensé que no querrías que cometiera ninguna locura. Me cuesta cumplir con el papel de James a veces. Eres lo único que tengo.-Dijo Sirius con un nudo en la garganta.

-Pero sabes que, Sirius. ¡TU NO ERES MI PADRE!.-Gritó Harry dándole la espalda a un Sirius que se encogió como si acabaran de darle un golpe físico. Harry se dirigía hacia a la salida sin ver como Sirius se levantaba ahora totalmente enojado por la actitud de su ahijado.

-¡HARRY JAMES POTTER! QUEDÁTE QUIETO EN ESTE MISMO INSTANTE.-Gritó Sirius a su vez a la espalda de un Harry que se detuvo en el acto con la mano derecha ya encima del pomo de la puerta.

-"Mátalo".-Dijo una conocida voz fuertemente en la cabeza de Harry provocándole un breve mareo. Harry se encontraba demasiado débil e irritado en ese momento. Tenía que recobrar el control para impedir hacer algo de lo que se arrepentiría el resto de su vida.

-"No lo haré. No hay nada que puedas hacer para obligarme a ello".-Protestó Harry débilmente en su cabeza, intentado aplacar de nuevo en su interior a esa sombra asesina.

-"Mátalo. Lo estás deseando. Y al licántropo también.".-Dijo la voz más fuerte que la vez anterior.

-"No. Déjame en paz, no te dejaré hacerlo. No lograrás dominarme nunca más".-Dijo un angustiado Harry que inconscientemente iba dirigiendo la mano hacia su varita, para apretarla con fuerza al siguiente momento.

-"Lo harás, y cuando lo hagas serás mío para siempre. Solo necesito que mates a una persona y te podré controlar fácilmente".-Rió la voz de la sombra en la cabeza de un Harry que se daba la vuelta para mirar a un Sirius que todavía le miraba enfadado sin comprender el grave peligro en el que se encontraba.

-Sirius...Por favor...Huye...Por favor...Huye.-Empezó a decir Harry a trompicones mientras sudaba de manera abundante por la frente y unas lágrimas luchaban por salir de sus ojos.

-No te entiendo Harry. ¿Si es una clase de broma no tiene ninguna gracia.-Dijo Sirius cruzando los brazos y resoplando de furia al ver como Harry le apuntaba con la varita.

-Vete...No puedo detenerlo...Confía en mi.-Siguió diciendo Harry a través de sus dientes que estaban apretados y no conseguía separar. Sirius pareció darse cuenta del peligro que corría, pero Harry sabía que sería demasiado tarde. No tendría tiempo de huir.

-¡DESMAIUS!.-Gritó Lupin que agarraba fuertemente la varita, mientras Harry caía duramente al suelo desmayado a causa del efecto del hechizo de su profesor. Por suerte Harry parecía no haber prestado atención a Lupin que había seguido con atención los acontecimientos, por si debía actuar. Finalmente se vio obligado a lanzar un hechizo que detuviese a Harry, para que no cometiese por equivocación algo que acabaría para siempre con su alma.

Harry se encontraba acostado en una suave cama que le era bien conocida, estaba en la enfermería, a veces pensaba que tendría que empezar a pagar un alquiler por pasar tanto tiempo en ella. Logró coger sus gafas de la mesilla sin siquiera volver la vista, siempre estaban en el mismo lugar. Lo único que parecía distinto esta vez era una acalorada discusión que se mostraba delante de él. Dumbledore, Lupin y Sirius discutían seriamente, Sirius en particular levantaba tanto la voz que podía despertar a todo el colegio sin moverse del lugar.

-Me lo has explicado ya varias veces desde ayer, y aún no me entra en la cabeza como le has podido hacer eso.-Dijo Sirius delante de la seria cara de Dumbledore que le miraba con ojos entrecerrados.

-Es necesario hacerlo Sirius. Tenemos que saber en que situaciones el chico puede explotar. No podemos llevar un arma, que se pueda volver contra nosotros si la presión es demasiada para él. Por eso le prohibí a Remus que hablará con Harry durante el curso.-Dijo Dumbledore señalando a un reticente Lupin que mostraba un feo moratón en su mejilla derecha.

-Lunático ya me ha explicado sus razones, Albus, y siento de verdad haberlo golpeado ayer. Pero tu... ¿Cómo te has atrevido hacerle eso a Harry?.-Dijo Sirius apartándose de Dumbledore que le empezaba a mirar con cara de pocos amigos.

-Sirius no espero que entiendas mis razones, pero si que espero que como mínimo las respetes. Yo soy el Jefe de la Orden del Fénix, y creo que he demostrado en más de una ocasión lo acertado de mis ideas.-Dijo Dumbledore con una frialdad extraña en el normalmente afable Director de Hogwarts.

-Creo que yo también tendría algo que decir al respecto. Es mi vida y mi cordura la que peligra en ese extraño juego que se trae entre manos.-Dijo Harry con voz profunda, debido a lo seca que tenía la garganta.

-Eso es cierto, pero es el mundo mágico el que caerá si no sabemos lo que puedes resistir contra tu interior. Cuando luches contra Voldemort estarás solo Harry, tus amigos no te podrán seguir. Tendrás que ir en busca de tu destino en solitario. Tu lucha será contra dos Voldemort, el real y el de tu interior. Apenas eres capaz de controlar a uno, ¿Cómo lo harás contra dos?. Es necesario saber cuan fuerte es tu voluntad.-Dijo Dumbledore mirando a Harry por encima de sus gafas y sin emitir el más leve parpadeo.

-Y no ves que esa misma prueba puede llevarme a que logren controlarme. ¿Cómo puede estar así de ciego?.-Dijo Harry sintiendo como sus entrañas ardían con un fuego voraz desprendido de la furia que le hacían sentir las palabras de Dumbledore.

-Es una posibilidad, pero si eso pasa prefiero que sea aquí. No lo entenderías.-Dijo Dumbledore remarcando cada una de las palabras.

-¿Qué quieres decir con que prefieres que sea aquí, Albus? Casi parece que quieres tenerlo vigilado por si hay que detenerlo.-Dijo Sirius en un tono que era mitad broma mitad incredulidad.

-Eso es exactamente a lo que me refiero. Si finalmente no hay salvación posible, y acaba siendo devorado por la oscuridad, prefiero matar a Harry que dejar que se una a Voldemort.-Dijo Dumbledore muy serio, sin prestar atención a la airada reacción de Sirius que había tenido que ser detenido por Lupin para que no se abalanzara sobre el viejo Director de Hogwarts. Harry se mostraba alicaído, viendo que realmente nadie parecía creer en su fuerza. Ni siquiera el mismo Dumbledore que lo consideraba la única salvación, confiaba en él. En ese mismo instante notó un tremendo vacío en su ser, quería llorar pero no podía. Ni podía ni quería llorar delante de un Dumbledore que todavía lo miraba como si pudiese ver a través de sus emociones. Ni en sus peores pensamientos se podía haber imaginado algo parecido, Dumbledore no dudaría en matarlo en caso de acabar siendo dominado por la sombra de Voldemort. Mataría a un niño sin ningún remordimiento pensando que hacía lo correcto. La imagen de Dumbledore que siempre había tenido había dado un cambio terrible.  Delante de él ya no estaba el distraído mago que siempre trataba ayudarlo, sino un mago que utilizaría cualquier medio posible para derrotar la oscuridad, uno que usaría las mismas armas del Enemigo para derrotarlo.

Dumbledore se marchó de la enfermería sin decir ninguna palabra más y dejando a Sirius forcejeando entre los brazos de Lupin, que lo soltó cuando el Director ya se hubo marchado. En ese preciso momento se hizo un incomodo silencio durante el cual nadie quería mirar a los ojos a los demás ocupantes de la enfermería. Harry no sabía que decirle a Sirius, se sentía mal por haberle hablado de esa manera, pero sabía que lo había dicho de corazón. En esas palabras no había habido ninguna voz que lo influenciará, sólo sus emociones ocultas durante todo el curso. Harry levantó la vista y miro directamente a un Sirius que sólo lo miraba de reojo con miedo a que la discusión que tuvieron se pudiese volver a repetir.

-Sirius...Siento haberte hablado de esa manera. Yo no quería decirte esas cosas.-Mintió Harry para intentar romper el vacío que le separaba en esos instantes de su padrino.

-Yo también, siento no haber estado más pendiente de ti. Después de nuestra discusión de ayer me enteré de muchas cosas que habían decidido no contarme.-Dijo Sirius intentando calmarse.

-¿Ayer?. ¿He pasado un día entero en la enfermería?.-Preguntó Harry sorprendido y a la vez molesto al haber tenido que perder otro día más de su vida inconsciente en la enfermería.

-Sí, el hechizo que te lanzó Remus fue bastante potente. Aparte del hecho que  tu cuerpo estaba bastante agotado. Me preocupa que no te alimentes lo suficiente. Remus me ha dicho que apenas comes y solo cuando una jovencita te obliga a  hacerlo. Eso no esta bien.-Dijo Sirius seriamente pero intentando no molestar demasiado a su ahijado.

-Siento haber tenido que hechizarte, Harry, pero no me dejaste ninguna opción. También siento no haber podido hablar contigo, pero como ya has oído Dumbledore no me lo permitía. No estoy de acuerdo con sus métodos, pero si que creo que es necesario saber a que nos podemos enfrentar. Tienes que entender todas las partes.-Dijo Lupin suavemente a un Harry que no quería oír disculpas por el comportamiento del Director.

-Lo entiendo perfectamente.-Dijo Harry fríamente mirando la puerta por donde Dumbledore había salido, al momento giró de nuevo la cabeza con una amplia sonrisa en los labios y cambió el rumbo de la conversación. Preguntó a Sirius por los lugares que había visitado y así estuvieron una hora hasta que la Señora Prompfey les dijo que Harry podía marcharse, pero que debía descansar esta noche. Echó una mirada desconfiada al perro negro que había sustituido a Sirius y se marchó como una exhalación. Harry salió de la enfermería acompañado de Lupin y su padrino, que caminaba a su lado en su forma de animago. Se despidió con un rápido gesto y se dirigió hacia la sala Común.

Harry caminaba despacio pensando en cuantas cosas habían pasado en tan poco tiempo. Se sentía profundamente decepcionado con Dumbledore, al cual siempre había considerado un modelo a seguir. Pero lo que le había dicho hoy le había dejado totalmente desconcertado, después de hacerle cargar con tanto peso sobre sus hombros resultaba que ni siquiera confiaba en él. Peor aún, si Harry no podía terminar de dominar la parte oscura de su ser, Dumbledore no dudaría en matarlo por la seguridad del mundo mágico. Si lo pensaba detenidamente podía llegar a entender al Director de Hogwarts, pero ahora mismo no quería entender nada, sólo descansar. Llegó a la sala Común y dijo la contraseña con desgana, y se dirigió hacia las escaleras que le llevarían a su cuarto y al descanso. Pocas personas había en ese momento y pocas le prestaron la más mínima atención. Harry pudo ver de reojo como Ginny le dirigía una fugaz mirada que desvió enseguida al ver que la había sorprendido. Harry siguió su camino sin dar importancia a las miradas de Ginny y empezó a subir por las escaleras. Dormir le vendría bien, en el caso extraño de que lograse conciliar el sueño. Harry entró en la habitación, que estaba vacía en esos momentos, y sin molestarse en dar luz alguna llegó hasta su cama donde se sentó y procedió a quitarse la ropa. Tumbado ya en la cama miraba distraído el techo intentando no pensar en nada para que el sueño se hiciera dueño de él pronto, cosa que consiguió a los pocos minutos, cuando su respiración adquirió un ritmo constante.

Ron se despertó a mitad de la noche con la urgente de necesidad de ir al baño, lo cual hizo intentando no hacer demasiado ruido y no levantar a ninguno de sus compañeros de cuarto. Cuando ya más tranquilo y relajado se dirigió de nuevo hacia su cama pudo comprobar que la cama de Harry estaba vacía. ¿Dónde se podía haber metido su antiguo amigo?. Ron tuvo un primer impulso de no darle importancia y volver a  la cama, pero no pudo hacerlo, ya que sabía que si lo hacia no pegaría ojo en toda la noche. Acabaría toda la noche dando vueltas en la cama preocupándose por el paradero de Harry. Aunque no le gustaba admitirlo aún se preocupa mucho por el único amigo verdadero que había tenido. Ya hace tiempo Ron vio que en realidad no le echaba la culpa de la muerte de Bill a Harry, ¿Entonces por que no haber intentado volver a la normalidad?. ¿Por qué no tratar de hacer las paces?. Sabía perfectamente porque no lo había hecho pero admitirlo no le hacia sentirse orgulloso para nada. Sin hacer ruido Ron busco en el baúl de Harry el Mapa del Merodeador que sabía que guardaba allí, y dijo en un mero susurro las palabras que activarían el hechizo. Un mapa del colegio y parte de los terrenos se dibujo delante del cansado pelirrojo, y éste se puso a buscar una etiqueta donde pusiese Harry Potter. Tardó en encontrarla, al estar sólo buscando en el interior del colegio, pero pudo ver con sorpresa que la etiqueta que llevaba el nombre de Harry estaba en los terrenos y se dirigía claramente hacia el Bosque Prohibido. Extrañado por la dirección que llevaba Harry Ron no supo que debía hacer. Finalmente decidió seguirlo con ayuda del Mapa, si Harry se dirigía al Bosque porque estaba en un apuro, podría ayudarlo. Y si solamente estaba paseando podría tener una charla con él lejos de ojos curiosos, tenía tantas cosas que decirle, tantas cosas por las que pedirle perdón que la charla seguramente les llevaría un buen rato.

Ron cogió en un momento sin hacer ruido ropa de abrigo y su varita, agarró firmemente el Mapa del Merodeador y lo examinó para asegurarse de que no hubiera nadie en la Sala Común. Después de comprobar que estaba desierta empezó a bajar las escaleras sin hacer ruido, ya que si Hermione lo encontraba sólo y a estas horas por la Sala Común, le daría un sermón eterno. El pensar en Hermione provocó un pequeño rubor en las mejillas de Ron mientras salía por el retrato de la Señora Gorda. Desde el año pasado ya había empezado a ver a su amiga de una forma distinta, pero en esa ocasión solo se fijaba en Krum. Él siempre sería el amigo, el que estaba para ayudar, pero solo discutían, y eso hacia más enojar a Ron. Al comenzar este año se dijo que no discutiría con ella, que lograría que le viera como algo más. Pero esas esperanzas se derrumbaron cuando vio como miraba Hermione a Harry, a él nunca lo había mirado así. En ese mismo momento empezó a crecer un extraño rencor hacia su mejor amigo, que fue aumentando sobre todo cuando Hermione le ayudo a Harry a seguir en el equipo. Ella se quedó toda la noche por ayudarle, se les veía tan unidos en ese momento, que Ron no pudo soportarlo. Luego tras la muerte de su hermano, Ron realmente culpó a Harry por lo sucedido, pero solo durante la primera semana. Pero logró ver algo curioso, Hermione se había quedado a su lado, eligió apoyarlo mientras estuviera enfadado con Harry, esa era la oportunidad que había esperado. Por eso prolongó tanto la enemistad, pero ya no podía más, se sentía horriblemente mal por lo que había hecho a su amigo. Todo por unos estúpidos celos, había aislado de forma deliberada a su mejor amigo. No se merecía que Harry le perdonase, pero lo intentaría, por lo menos era necesario que Harry supiese que él no tenía la culpa de nada. Que se diese cuenta que todo era por la locura temporal de esa persona que se hacía llamar su amigo.

Sin darse cuenta ya había salido por las puertas de Hogwarts y se dirigía hacia el Bosque prohibido. Ron ya había estado antes en ese bosque y no guardaba un buen recuerdo de sus anteriores visitas, pero si tenía que entrar ahí para poder hablar con su amigo así lo haría. Caminó con especial sigilo cuando paso por las cercanías de la cabaña de Hagrid. No quería que ni el Guardabosques ni su perro pudiesen oírle y sacarle de la cabeza la determinación de entrar en un lugar tan peligroso. Avanzó unos metros y se quedó en el linde del bosque mirando en su interior sin atreverse a entrar. Pero un ruido en el interior, y la visión de lo que parecía un rayo rojo le hizo entrar sin pensar.

Dos hombres esperaban con impaciencia en el interior del bosque esperando cumplir el encargo de su señor. No había conversación alguna debido al gran desprecio que sentía Lestrange por Avery. El chico ya debería haber llegado hace un tiempo, pero no querían volver ante su señor con las manos vacías. Avery estaba excesivamente nervioso por la idea de que Dumbledore se encontrara tan cerca. Lestrange estaba apoyado sobre un tronco de una árbol sin dirigir una sola mirada a su obligado compañero y aguzando los oídos para poder captar al chico antes de que llegase. Sabía que Avery estaba inseguro ante la idea de enfrentarse a ese Potter, pero ¿Qué daño podría hacerles?. ¿No eran acaso dos mortifagos perfectamente entrenados?. Una luz rojiza a unos cuantos metros de distancia le hicieran dar un pequeño salto de sorpresa. En verdad no se esperaba que algo en el bosque se les adelantase. Aunque preferiría llevarlo muerto, Voldemort había ordenado claramente que lo quería muerto. Eso conllevaba la desagradable tarea de salvarlo de los peligros del bosque. Con un rápido gesto indicó a Avery que le siguiera, el cual lo hizo al momento, Lestrange llevaba la varita en su mano y avanzaba con rapidez entre los árboles, ligeramente encorvado para ser más difícilmente avistado.

Cuando llegó a lo que parecía un claro vio una escena que le dejo perplejo. Esperaba ver a Harry Potter herido o luchando por su vida, pero no a un Harry triunfante y sin herida alguna, que parecía estar convocando a todo tipo de criaturas tenebrosas que se postraban ante él. Eso lo paralizó durante unos instantes y lo paro en seco, haciendo que Avery chocase con él al no esperarse una parada tan en seco de su compañero. El golpe le hizo trastabillar hacia el interior del claro haciendo un ruido tan claro que no le extraño verse observado por el niño que tenían que llevar ante el Señor Oscuro. Pero esa mirada no era normal, lo miraba como si le conociese, como si supiera porque estaba allí, esa mirada le hacía estremecer sin poder evitarlo. Le hacía estremecer a él que había pasado tanto tiempo encerrado en el infierno que era Azkaban. Lestrange le apuntó con su varita totalmente decidido a no dejarse llevar por tontas imaginaciones suyas. El chico sólo sonrió de manera despectiva y le miró con un divertido brillo en los ojos.

-Ven con nosotros pacíficamente o iras igualmente pero por la fuerza.-Dijo Lestrange claramente.

-Interesante, veamos si tu hechizo logra romper este pequeño escudo. Yo creo que solo una maldición mortal podría romperlo, pero solo es mi opinión. Y veo por la expresión de tus ojos que no se te ha ordenado llevarme muerto.-Dijo Harry a la vez que levantaba su mano derecha sin varita alguna y delante suyo empezaba a brillar una luz plateada. Lestrange lanzó enfadado un fuerte hechizo que reboto en el escudo y fue a golpear en la figura de un joven pelirrojo que acababa de entrar en el claro con rostro preocupado. El impacto lo lanzó hacia atrás violentamente golpeando su cabeza contra uno de los árboles que rodeaban el claro. El cuerpo cayó pesadamente en el suelo haciendo un ruido muy desagradable. Ron no se levantó y parecía medio muerto. Lestrange miró el cuerpo del joven de manera incrédula, razón por la cual el hechizo de Harry le pillo por sorpresa lanzándolo hacia el interior del bosque con fuerza. Avery se quedo mirando a Harry y echó a correr en busca de su compañero.

-Ron, háblame, por favor háblame.-Dijo Harry con un nudo en la garganta. No sabía como había llegado hasta allí, pero vio como Ron había impactado con ese árbol por un hechizo que él había rechazado. Después enfurecido se había librado de aquel mortifago que recordaba haber visto el año pasado en el pensadero de Dumbledore. Ron estaba así por su culpa. ¿Pero por que estaba Ron ahí?. ¿Por qué lo estaba él?. ¿Había controlado su cuerpo por primera vez?. ¿Era tan peligroso como Dumbledore creía?. Eso no importaba ahora, solo importaba sacar a Ron de ese bosque, antes de que los dos mortifagos volvieran. Había vencido ese asalto gracias a la experiencia en combate de la sombra que llevaba dentro, la siguiente vez podría ser peor. Harry se agachó y cogió  a Ron en brazos.-Aguanta Ron, yo te sacaré de esta, y luego volveré a por el culpable.

Harry se dirigió hacia el exterior del bosque y camino con dificultad hasta la cabaña de Hagrid. Cuando llegó ante la puerta dejo el cuerpo cada vez más frío de su amigo en el suelo y llamó a la puerta dela cabaña. Cuando oyó la inconfundible voz de Hagrid en el interior salió corriendo de regreso hacia el bosque. Encontraría a esos mortifagos y los mataría con sus propias manos. El odio le dominaba y esta vez no era por culpa de una influencia externa o interna.

Hagrid abrió la puerta con ojos somnolientos  y bostezando ampliamente. Cuando no vio nadie delante de su cabaña iba a cerrar la puerta enfadado, pero un ladrido de Fang, le hizo percatarse del cuerpo casi sin vida que había en el suelo. Hagrid lo tomó en sus brazos y miro alrededor, viendo como Harry se internaba hacia el bosque. Hagrid quería seguir a Harry, pero ahora Ron era más importante, su vida corría serio peligro. Esperaba de corazón que Harry supiese cuidarse sólo.

En una lejana mansión un hombre sudoroso y con varios rasguños en su cara apareció ante la figura de un hombre de crueles ojos rojos. Avery miro con temor a su Señor mientras trataba de recuperar la respiración. El mortifago había vuelto solo y eso le extrañaba mucho.

-Señor...El niño Potter apareció pero nos derrotó. No parecía el mismo y estaba haciendo algo extraño en el bosque. Rodolphus no quiso venir. Creo que matará al niño si lo ve..-Dijo de manera entrecortada Avery.

-¿Harry Potter fue al Bosque?.-Pregunto Voldemort visiblemente extrañado.-No puede ser, no logré acceder a la mente de Potter. Me cerró todas las puertas. Entonces, ¿Cómo es que estaba ahí? Es algo que tengo que averiguar.

-¿Y Rodolphus? ¿No iremos a buscarlo?.-Pregunto Avery más tranquilo al ver que no iba a recibir un castigo.

-Rodolphus ha tomado su decisión sabiendo el riesgo que corría. No voy a mandar a nadie más al bosque cuando probablemente este ya lleno de profesores con Dumbledore guiándolos en la búsqueda.-Dijo Voldemort dando la espalda a Avery y enfrascándose en sus pensamientos. Un nuevo misterio se plantaba delante suyo en respecto a ese maldito niño. Y no pararía hasta averiguar de que se trataba.