Capítulo 17- Un Mago Nato Desatado.
Remus y Sirius siguieron preocupados a Dumbledore, el cual llevaba fuertemente agarrada la planta de Radkassar que tanto había costado conseguir a los Merodeadores. Dumbledore les guiaba rápidamente hacia los pisos inferiores del colegio de Hogwarts. Durante este descenso pudieron oír dos fuertes explosiones que provenían del interior del colegio. Estas explosiones hicieron que Remus y Sirius se mirasen todavía más desconcertados, sobre todo teniendo en cuenta que Dumbledore parecía no prestarles atención. Fueron por pasillos que inequivocadamente hacia las mazmorras, dónde al parecer estaba encerrado Harry. Después de unos minutos en los cuales el silencio existente hacia cada más tensa la situación, llegaron hasta una gran puerta negra de metal. Dumbledore se detuvo delante de la puerta y con un movimiento de su mano les pidió que retrocedieran un par de pasos. Saco su varita y con unos movimientos suaves y preciso dijo unas palabras que ni Sirius ni Lupin fueron capaces de entender. Tras decir las palabras las puertas se abrieron con un ruido estridente que hizo que los dos Merodeadores se tuvieran que cubrir las orejas con las manos. La puerta dejo ver una pequeña sala cuadrada que no tendría más de 20 metros cuadrados, y que estaba claramente dividida en dos partes. Estaban divididas por lo que parecía ser un escudo mágico pero uno como nunca habían visto, seguramente obra de Dumbledore. Del escudo hasta donde estaban no había nada excepto cuatro sillas viejas y llenas de polvo. Pero lo sorprendente era lo que había del escudo hacia la pared que limitaba la sala al fondo. Encerrado tras el escudo se encontraba Harry Potter, si esa persona que tenían delante suyo podía ser el chico al que tanto querían.
Harry ofrecía una imagen escalofriante, terrible, en realidad a Sirius se le había erizado la piel inconscientemente al verlo. Estaba sentado en el suelo mirando hacia abajo, mientras su rostro era ocultado por una mata de pelo largo y sucio. Su ropa estaba ajada y solo quedaban unos pocos jirones que apenas ocultaban el sudorosos cuerpo de Harry. Esto de por si ya sería malo, peor lo que en verdad le había hecho sentir miedo a Sirius era el campo blanco que rodeaba a su ahijado. Todo el cuerpo de Harry estaba rodeado por esta misma luz blanca, con una fuerza y una constancia que hasta entonces no había tenido. La luz lamía el escudo y bailaba de una forma pausada e hipnótica. Sirius no pudo ahogar un gemido de dolor al ver el estado de Harry, el cual levantó suavemente la cabeza y clavó sus ojos en las personas que habían entrado a verle. Una cruel sonrisa se dibujó en sus labios, y sus ojos, unos ojos vacíos, sin rastro de humanidad alguna, brillaron con maldad. Sin levantarse del suelo extendió la palma de su mano derecha y se pudo oír un sonoro ruido a la vez que un rayo rojo chocaba fuertemente contra el escudo que resistió sin problemas. El ruido era semejante a las explosiones que se habían oído por el colegio. Era Harry, Harry había sido el causante de las explosiones que oyeron. En el exterior el tiempo empeoró y los rayos sonaban cada vez más cercanos. La sonrisa desapareció del rostro de Harry el cual volvió a posar su mirada en el suelo, sin prestar atención a los tres magos que le observaban. Éstos salieron de la sala y Dumbledore volvió a cerrar la puerta dejando nuevamente a Harry solo en su prisión. Los rostros de Sirius y Lupin mostraban una palidez mortecina y miraban con ojos expectantes a Dumbledore esperando una explicación de lo que acababan de observar.
-Dumbledore, ¿Qué ha pasado desde que nos fuimos para llegar a esto?.-Pregunto Sirius que parecía haber recibido una herida enorme. Así había sido su corazón estaba destrozado al ver el estado en que se encontraba Harry.
-Lo que yo más temía, y que no pude evitar a causa de las prisas de la situación.-Dijo Dumbledore tristemente mientras emprendía de nuevo el camino hacia los niveles superiores de Hogwarts seguidos por los asombrados magos.-Harry esta ahora mismo totalmente dominado, y lo que le domina sabe utilizar mejor su poder que él mismo. Le encerré en una prisión de la que no pudiera escapar, y evitando que su magia saliera de la prisión. Todo eso habría bastado si no hubiera cometido un error. Admito parte de mi culpa, pero la rapidez era algo esencial, y no me podía permitir demasiado tiempo para forjar el encierro de Harry.
-¿A que te refieres?.-Pregunto Lupin intentando evitar que Dumbledore se fuera por las ramas y fuera a la parte importante, a la parte que ansiaban saber.
-Se me olvido preparar la prisión para que no pudiera ejecutar magia. La preparé solamente para que ninguna magia pudiese salir del encierro, pero que si pudiera entrar en la misma. De ese modo en el momento de darle la poción con dormirle habría bastado.-Dijo Dumbledore dando un fuerte suspiro, intentando reunir fuerzas para expresar todos los detalles a aquellos adultos que tan desvalidos parecían en ese momento.
-Esa era una idea excelente, entonces, ¿por que no podemos ejecutarla?.-Preguntó Sirius sin llegar a entender lo que ocurría.
-¿Acaso no has visto el problema?. Cierto la magia de Harry no puede salir de la prisión, pero dentro de ella la puede ejecutar perfectamente. Incluso ha logrado que su estado de animo este presente en el tiempo, aunque no logro explicarme como lo ha conseguido. Si Harry puede hacer magia dentro de la prisión, ¿como haremos para que nuestros hechizos le hagan efecto?.-Preguntó Dumbledore mirando con sus intensos ojos azules a Sirius y a Lupin a la vez que empezaban a subir las escaleras, en dirección hacia el despacho de Dumbledore.
-Tu le venciste una vez, Albus podrías derrotarlo de nuevo para que acabase desmayado.-Dijo Lupin que recibió una mirada enfadada de Sirius por dar aquella sugerencia.
-Hay que tener en cuenta dos factores que han cambiado desde mi enfrentamiento con Harry. El primero es que durante nuestro enfrentamiento Harry estaba herido, lo cual ahora ya no sucede. El segundo y más importante, Harry antes era el que dominaba su cuerpo, por mucho poder que tuviese, mi experiencia en estos duelos era mayor. Pero ahora no es Harry el que domina su cuerpo, sino una parte de Voldemort, un mago terriblemente poderoso y sabio en los duelos.-Dijo Dumbledore con un tono de voz pesimista.
-Pero su magia no puede salir de la prisión, tarde o temprano acabaría por ceder. Además incluso él debe dormir, ese momento sería nuestra ocasión.-Dijo Lupin entusiasmado creyendo haber encontrado la solución.
-Es una idea muy buena, pero hay algo con lo que parece que no has contado. Harry estaba utilizando la magia nata a un nivel que nunca había alcanzado. A ese nivel de poder su cuerpo no durará más que unas horas. Es sorprendente que haya logrado resistir hasta vuestra llegada. Nos esta forzando a que actuemos pronto, no quiere que podamos atraparlo desprevenido e indefenso. Temo verme obligado a luchar con él dentro del castillo, puede que el viejo Hogwarts no resistiera la ferocidad de la batalla. Es demasiado peligroso.-Dijo Dumbledore abriendo la puerta de su despacho al cual ya habían llegado y esperando a un lado de la puerta esperando a que Sirius y Lupin entraran delante suyo.
-Entonces solo queda una solución.-Dijo Sirius de forma muy seria a la vez que se sentaba en la silla y clavaba la mirada en el viejo director que esperaba expectante.
-¿Y cual es esa solución si se puede saber?.-Pregunto Dumbledore interesado a la vez que juntaba sus manos y apoyaba su barbilla en las mismas.
-Tenemos que llegar a Harry. Seguro que él es capaz de luchar contra esa influencia, sombra o como la quieras llamar.-Dijo Sirius sin apartar en ningún instante su mirada del Dumbledore para poder observar sus reacciones.
-Sirius has visto a Harry, en su cuerpo ya no queda nada de él. Es poco probable que lograse recuperar el control de si mismo.-Dijo Dumbledore tranquilamente.
-Pero podemos intentarlo, no perdemos nada por hacerlo. Si lo consiguiéramos, evitaríamos tanto conflicto. Alguien cercano a él, al que quiera creo que podría llegar hasta donde se encuentre y hacerlo reaccionar.-Dijo Sirius esperanzado intentando disimular que se refería a si mismo al hablar de ese alguien. Tenía que llegar a Harry, él le quería, y Sirius notaba que se lo debía. Le había fallado, le había dejado caer en la oscuridad que habitaba dentro de él. Pero le haría volver, sabía que podía conseguirlo, necesitaba intentarlo.
-Esta bien, lo intentaremos, pero será difícil llegar hasta Harry. Es posible que no lo consigas, pero eso no querrá decir que te quiera menos o que le hayas fallado.-Dijo Dumbledore con un suspiro adivinado lo que había motivado las palabras de Sirius.
-Lo lograré, Albus. Tengo que hacerlo.-Dijo Sirius con una sonrisa a la vez que se levantaba de la silla sin poder evitar sentir su cuerpo de una gran excitación.
-Yo te acompañaré, Sirius, también quiero ayudar.-Dijo Lupin levantándose también de golpe y mostrando una gran sonrisa de confianza.
-Podéis ir, yo mientras terminaré de preparar la poción, supongo que en media hora estará lista. Tenéis ese tiempo de margen para encontrar a Harry dentro de su cuerpo.-Dijo Dumbledore a la vez que Sirius y Lupin salían corriendo por la puerta del despacho sin haber prestado atención a Dumbledore.
Bajaron las escaleras que llegaban al despacho de Dumbledore como una exhalación. Antes de pasar por la estatua que custodiaba la entrada al despacho del director de Hogwarts, Sirius se transformó en perro, para que ningún estudiante viera a un asesino buscado en el colegio. Tardaron pocos minutos en llegar hasta las mazmorras, y en más de una ocasión estuvieron a punto de tirar a algún alumno al suelo. Lupin pedía perdón de forma rápida cuando esto pasaba y continuaba la veloz carrera, dejando más de un confuso alumno a su espalda. Cuando llegaron a la puerta que daba acceso al cuarto donde Harry estaba retenido, se detuvieron un par de minutos para recuperar el aliento, y en el caso de Sirius recuperar la forma humana. Entraron en silencio a la habitación, como si tuvieran miedo de que todo aquello no fuera más que un sueño, una débil esperanza a la que aferrarse desesperadamente. Cuando entraron en la sala encontraron que Harry seguía en la misma posición, y que la luz que rodeaba su cuerpo era cada vez más potente y mayor su tamaño. Harry ni siquiera alzó la mirada para observar el ilusionado rostro de los dos Merodeadores, que lo miraban ilusionados, pensando que pronto volverían a encontrar al Harry de siempre.
-Harry, soy yo, Sirius. Mírame, por favor. Lucha con él, lucha con ese demonio que se ha apoderado de ti.-Dijo Sirius con voz tranquila sosegada y tranquila. Después de terminar de hablar Sirius, Harry lo miró y enarcó una ceja que expresaba claramente su confusión ante lo sucedido. Una leve sonrisa se dibujó en el rostro de Harry que dio paso a unas sonoras carcajadas, que helaron la sangre de los dos adultos que estaban en la sala. La crueldad que expresaba esa risa era tremenda, no había nada de Harry en ese ser que reía alocadamente, pero seguro que serían capaces de sacarlo. Sirius apretó fuertemente los puños a la vez que su rostro de determinación que incluso Lupin había visto muy pocas veces.
-Eso es todo, Black. ¿Unas simples palabras y crees que tu ahijado saldrá de la oscuridad en la que navega totalmente perdido para adueñarse de nuevo de su cuerpo?. Es lo más divertido que he visto en tiempo, tan divertido como patético, y sobretodo ineficaz.-Dijo Harry con una voz que no era suya, que era propiedad de la parte de Voldemort que vivía en su interior.
-Infravaloras la fuerza de Harry, y ese será tu gran error. Vamos Harry, lucha por tu cuerpo, lucha una última vez y podrás dejar de hacerlo. Yo te protegeré.-Dijo Sirius intentando no perder los nervios, y tratando de no olvidar que aquel no era Harry, a pesar de que el cuerpo fuera el de su ahijado.
-¿Protegerle?. ¿Cómo protegiste a James y a Lily?. ¿Acaso crees que Harry te perdonó por la muerte de sus padres?. Tu mismo lo dijiste, que no acabaras con sus vidas, no te hacia menos culpable. Fue por tu culpa que el traidor de Petrigew recibió la información que llevaría a la muerte a los Potter. Esa idea lleva en la cabeza de Harry desde hace dos años, dos años, obligándose a querer a alguien a quien en el fondo de su corazón culpa de la muerte de sus padres.-Dijo Harry levantándose del suelo para poder mirar a Sirius a la cara. Un Sirius que poco a poco iba perdiendo el color de su rostro.
-¡Cállate!. No sabes lo que dices, solo intentas hacerme enfadar. Harry no piensa eso de mí.-Grito Sirius controlando a duras penas el deseo de arremeter contra el que así le hablaba.
-¿Entonces por que no has sido capaz de que salga del lugar donde lo mantengo prisionero?. Para lograrlo deberías ser una persona de la que Harry nunca hubiese dudado. Eso implica que guarda esos sentimientos en su interior, que en el fondo no soporta verte, recordándole cuanto se parece a su padre, cuando en el fondo de su alma te culpa de todo. Tú no puedes ayudar a tu ahijado, no eres capaz de ayudarte ni siquiera a ti mismo. Eres un fracasado, Black, has fallado a todo aquel que depositaba en ti su confianza, lo mismo que vas a fracasar ahora.-Dijo Harry acercándose a los límites del escudo protector que lo mantenía alejado de su padrino y de un silencioso Lupin.
-Todo es mentira. Harry lucha, eres fuerte, mucho más fuerte que esa sombra de un mago acabado.-Dijo Sirius con debilidad, mientras unas lágrimas recorrían su rostro. Sabía que Harry no era el que hablaba, pero a pesar de todo le estaba afectando profundamente. Le estaba echando en cara todo aquello por lo que Sirius se sentía culpable, y en el fondo de su corazón le daba razón a las crueles palabras que lo estaban hiriendo en lo más profundo.
-¿Eso es todo?. ¿Hasta ahí llega tu aguante?. ¿Así pretendes salvar a Harry? Llora mientras me adueño del cuerpo de Harry, mientras me adueño de su vida. Llora y arrepiéntete más tarde, cuando ya sea tarde.-Dijo Harry mientras se reía como un poseso ante el impotente Sirius que temblaba sin poder evitarlo.
-Ya es suficiente.-Dijo la voz seria y autoritaria de Albus Dumbledore, el cual había entrado en la sala con un caldero humeante, levitando al lado de su cabeza. Una persona le acompañaba con una varita en la mano, la cual apuntaba hacia el caldero flotante y ocultaba su rostro tras una capucha.
-¿Tú también, quieres ayudar a que Harry domine de nuevo su cuerpo?. ¿O vienes a terminar el trabajo que esta panda de necios no te dejó acabar?. Espero que por lo menos no te pongas a llorar como esa parodia de mago.-Dijo Harry señalando a Sirius con la cabeza y disfrutando de todo el dolor que sus palabras producían.
- La verdad es que dudo sinceramente que Harry sienta hacia mí el aprecio necesario para alejarlo de tu influencia, el tiempo necesario para desmayarte.-Dijo Dumbledore sonriente mientras Harry miraba receloso el rostro sonriente del director de Hogwarts, no se fiaba de lo que era hacer ese viejo loco.-Pero he traído a alguien que creo que conseguirá, lo que yo no podría. Por favor acércate.
-No hay nadie en este colegio que tenga actualmente esa influencia sobre este joven, Albus.-Dijo Harry con una sonrisa, que desapareció de su rostro al ver el rostro del extraño que se había quitado la capucha mientras hablaba. Ante él tenía el dulce rostro de Fleur Delacour, que miraba a Harry con ojos llenos de un amor que le daba nauseas a la parte de Harry que dominaba en esos momentos su cuerpo.-Tú no. ¡Aléjate muchacha!. No me obligues a hacerte daño.
-Harry, tú no me harías daño, no me permitirías que nadie me hiciera daño. Pero la presencia de ese ser maligno en tu interior, me duele en lo más profundo. Si él te domina, nunca podremos estar juntos de nuevo.-Dijo Fleur dulcemente a la vez que apoyaba las yemas de sus dedos en el escudo de protector.
-¿Estas seguro que es una buena idea, Albus?.-Preguntó Sirius, tras haber recuperado la compostura.
-Creo que sí, esa chica ama a Harry, y espero que Harry sienta lo mismo. Ese amor puede que sea lo único a lo que se pueda agarrar Harry para salir de la oscuridad en la que esta envuelto.-Dijo Dumbledore sin perder ni un detalle de lo que ocurría, Harry no había articulado palabra alguna desde que Fleur comenzó a hablarle.
-¡Cállate!. No sigas hablando. ¿Acaso crees que Potter te ama?. Ha estado jugando contigo, te hace creer que te quiere para poder olvidar la traición de la chica que en verdad ama.-Dijo Harry mirando a los ojos de Fleur y bajando poco a poco la voz hasta que su frase acabó en un susurro.
-Mírame a los ojos Harry, y dime que no me amas. Hazlo y no volverás a verme.-Dijo Fleur serenamente sin apartar sus preciosos ojos azules del rostro crispado por la ira de Harry. Le producía escalofríos verlo así, pero sabía que detrás de esos ojos que la miraban con desprecio, estaba el chico al que había besado hace unos días.
-Yo…no…te. Yo no te… qui…-Empezó a decir Harry sin poder decir el final de la frase, parecía que algo se lo impedía, y la esperanza de que fuese Harry el obstáculo que impedía terminar la frase alegraba el corazón de todos los presentes.
-Dilo, Harry, y me iré.-Repitió Fleur sin dejar un momento de tregua, viendo como el plan estaba funcionando, pronto Harry vendría y podría abrazarlo una vez más.
-Yo…, ¡Vete de aquí! Vete o acabaré con nuestra vida.-Dijo Harry agarrando con fuerza su propio cuello a la vez que su mano emitía un leve resplandor rojizo. Fleur abrió los ojos de forma desmesurada y dio dos pasos hacia atrás a la vez que ahogaba un pequeño grito poniendo su mano derecha sobre sus labios. No había contado con eso, con el hecho de que la sombra prefiriese morir a dejar que Harry volviese al control de su cuerpo.- Así me gusta sigue alejándote, si dejo que el chico vuelva, haréis que desaparezca, y si voy a morir prefiero llevarlo conmigo.
-Harry, ahora es el momento, lucha por todo lo que has querido alguna vez, por todo aquello que querrás. Lucha por todos los que quieres, lucha por ti mismo. No permitas que te arrebaten tus sueños antes de que se vean cumplidos, no dejes que nos arrebaten nuestro amor.-Dijo Fleur en voz alta e imperativa, a la vez que la mano que Harry tenía en la garganta empezaba a temblar y se retiraba poco a poco hacia abajo. Unas lágrimas salieron de los ojos de Harry confundiéndose con el sudor que empezaba a salir en su crispado rostro. Apretaba fuertemente los labios, de los cuales empezó a manar pequeñas gotas de sangre, que demostraban que estaba mordiéndose los labios.
-Albus… hazlo ahora, no se… cuanto podré resistir.-Dijo una voz entrecortada y débil que era la de Harry, el Harry que conocían, no aquella versión oscura del Niño que Vivió.
-¡Desmaius!.-Dijo Dumbledore apuntando el cuerpo de Harry, antes de que ninguno de los presentes hubiera sido capaz de asimilar las palabras de Harry, el cual cayó desmayado al suelo pesadamente. La cabeza del Gryfindor golpeó con fuerza el suelo y de un lado de su frente se podía ver como empezaba a salir sangre que empezaba a teñir el suelo de rojo. El Director e Hogwarts se acercó al escudo, y con un gesto de su varita lo rompió, con un gesto autoritario impidió que el resto de los ocupantes se acercaran al inconsciente Harry. En el caso de que fuera una trampa sólo Dumbledore podría detener al joven Potter. Dumbledore tomó el pulso de Harry en el cuello y éste era normal, le abrió los parpados y no pudo ver ningún signo de que estaba fingiendo, cuando estuvo seguro de ello sacó un pañuelo blanco y lo colocó sobre la frente de Harry.
-Señorita Delacour, sería tan amable de acercarme el caldero que contiene la poción.-Dijo Dumbledore a la vez que examinaba cualquier posible herida que le hubiese pasado desapercibida hasta ahora.
-Aquí tiene la poción, señor director.-Dijo Fleur con voz débil, no se atrevía a decir nada más, a pensar nada más. Todo iba bien, pronto Harry volvería, y no quería que nada de eso se rompiese por cualquier acto. Deseaba estrechar el cuerpo del Gryfindor, pero sabía que lo más importante era darle la poción…y que funcionase.
-Pequeña, no me trate con tanto respeto. Llámame Albus, o en su defecto Dumbledore. Ahora, ¿serías tan amable de sujetar el pañuelo sobre la frente de Harry para que no pierda más sangre mientras yo le doy la poción?.-Preguntó Dumbledore sonriendo pero no pudiendo ocultar la seriedad del asunto.
-Claro que no, será un placer poder ayudar.-Dijo Fleur a la vez que acompañaba sus palabras con actos, ejecutando aquello que Dumbledore le pedía. Desde esa posición Fleur podía ver perfectamente el rostro calmado de Harry, parecía que no tenía preocupación alguna, parecía estar en paz. Que lejos de realidad estaba esa imagen, Fleur sabía que aunque Harry se librase de la influencia que había dominado su cuerpo, no tendría paz alguna y sus preocupaciones no harían más que aumentar. ¿Por qué una persona tan joven tendría que cargar con todo este peso, con tanta responsabilidad?. ¿Por qué veía su adolescencia marcada por el dolor constante?. Dumbledore le había explicado poco de Harry y el porque de su importancia, más bien no había sido nada, sólo que ahora mismo en Harry habitaba una parte de su mayor enemigo y que había que salvarlo. Solo eso, y no era para nada suficiente, aún quedaban muchas dudas sobre el joven que parecía dormir tan placidamente.
Dumbledore se acercó al caldero que había traído Fleur por sugerencia suya y lo agitó primero con la varita con cara seria, sin prestar atención a lo que ocurría a su alrededor. Tras un minuto de agitar la varita dentro de la poción, la guardo en su bolsillo, y agarró un cazo con el que recogió parte de la poción. Lentamente intentando no derramar nada por el suelo, se fue acercando a donde yacía el inconsciente Harry. Dumbledore le abrió la boca con firmeza y depositó el contenido del cazo en el interior de la boca, para cerrarla a continuación. Pasaban los segundos y no parecía que Harry pudiese tragar la poción en ese estado, pero Dumbledore tapó su boca con una mano, mientras que con la otra apretaba la nariz para que no pudiese respirar. Al cabo de unos instantes el cuerpo de Harry empezó a moverse violentamente a la vez que buscaba el modo de conseguir el ansiado aire, tras unos instantes se vio obligado a ingerir la poción. Dumbledore sonrió y liberó a Harry permitiéndole respirar de nuevo. Dumbledore se alejó del cuerpo de Harry e hizo un gesto con la mano a Fleur para que la siguiera. Pasaron los minutos y no pasaba nada, Sirius empezaba a impacientarse, pero refrenaba su impulso de preguntar a Dumbledore a que estaban esperando.
-Bueno, parece que todo ha salido bien.-Dijo Dumbledore con una sonrisa a la vez que con su mano derecha buscaba su varita.
-¿Cómo?. Pero si no ha pasado nada.-Dijo Lupin pensando que el director había perdido la cabeza.
-Exacto. Por eso mismo se que todo ha salido bien. ¿Acaso esperabais algo espectacular?.-Preguntó Dumbledore extrañado.
-La verdad es que después de tanto misterio, si que lo esperábamos.-Dijo Sirius con un poco de amargura en su voz. Al verse desilusionada una parte de si mismo.
-¡Enervate!.-Dijo Dumbledore apuntado el cuerpo inconsciente de Harry, el cual al recibir el impacto del rayo abrió bruscamente los ojos.
Harry abrió los ojos y pudo ver a todos los ocupantes de la sala, lo miraban con ansía pero sus ojos no podían ocultar el recelo que sentían. Querían saber si había vuelto, si la poción de Dumbledore había surtido efecto. Vaya que si lo había hecho, por lo menos si lo que deseaba era dejarle el cuerpo destrozado. Sentía el cuerpo muy cansado, excesivamente cansado, le dolía todo, pero el efecto del hechizo que Dumbledore le había lanzado le impedía sumirse en un sueño revitalizante. ¿Qué quería saber?. ¿Si su estúpida poción había hecho efecto?. Sí, si que lo había hecho, sentía en su interior un vacío atroz, una sensación extraña, como si algo el faltara. Odiaba admitirlo pero se sentía inseguro y débil. Una parte de si mismo había desaparecido para siempre, aunque fuera malvada y horrible, era parte de si mismo. ¿Pero que estaba diciendo?. ¿Finalmente se había vuelto loco?. Vio como Dumbledore sonreía satisfecho. ¿Satisfecho de que?. ¿Satisfecho de haber traicionado mi confianza, de haber arrancado cualquier atisbo de fidelidad que sintiera por él?. En el fondo de su corazón, Dumbledore había muerto para él, nunca lo perdonaría, nunca jamás. Ya no puedes engañarme con esa falsa sonrisa de bondad, Albus, guárdala para los que aún creen en ti.
-¿Harry estas bien?.-Preguntó Fleur sin poder aguantar la silenciosa espera.
-Estoy bien, Fleur.-Dijo Harry con voz ronca mientras miraba los ojos de Fleur que empezaban a llorar desconsolados. ¿Qué le ocurría a Fleur?. ¿Por qué lloraba?. No lo entendía, una parte de sí quería abrazar a Fleur, besar sus labios, pero sabía que la joven francesa no sentía eso por él. ¿Lo sabía?. Algo bloqueaba parte de sus recuerdos, recuerdos importantes, recuerdos en los que aparecía Fleur. Solo recordaba a Dumbledore, el odio que había sentido por él, el odio que aún sentía, lo intransigente de sus actos. También recordaba a otro, un mortifago, no recordaba su nombre, no recordaba nada de él, solo que lo odiaba, por haber hecho daño a alguien, ¿pero a quien?. Recordaba el rostro del mortifago mientras moría, pero no a aquel que había acabado con su vida. La cabeza le empezaba a doler, y unas lágrimas empezaron a bañar sus mejillas. Se sentía impotente, le habían quitado una parte de si mismo, se sentía perdido, sólo, extrañamente solo. Parte de sus recuerdos habían desaparecido, al igual que muchas de sus esperanzas, ¿De que servía luchar?. Al final todos iban a morir.
-Vamos, Harry, no llores, finalmente todo ha salido bien.-Dijo Dumbledore, el cual se acercó a Harry y apoyó su mano izquierda sobre el Gryfindor para darle ánimos. Cuando sintió la mano de Dumbledore sobre su hombro Harry se apartó bruscamente mirando al viejo director con ojos llenos de odio.
-No me toques. No se te ocurra volver a tocarme nunca más. No he olvidado lo que intentaste hacer. Querías matarme, querías utilizarme como un arma, pero al escaparme de tu control, quisiste tirarme a un lado. Eres un hipócrita Dumbledore.-Dijo Harry enfadado a la vez que buscaba con ansía su varita para poder alejar al psicópata en el cual tanto había confiado antes. No la encontraba, seguramente se la habían arrebatado, pero vio como en el bolsillo de Sirius se podía vislumbrar parte de una varita. Extendió su mano para atraparla, y poder echar a aquella persona que había hundido su escala de valores para siempre. Pero inexplicablemente la varita no se movió de su lugar, no podía ser, él era capaz de hacer magia sin varita, lo sabía. Un hechizo convocador no debería ser problema. Lo siguió intentando sin resultado alguno. ¿Qué había pasado?. ¿Qué le habían hecho?
-No te esfuerces, Harry, ya no puedes hacer magia sin varita. Perdiste gran parte de tu poder al tomar la poción, cuando la parte de Voldemort que vivía en ti murió.-Dijo Dumbledore acercándose nuevamente a Harry, el cual se arrastró por el suelo alejándose del Director de Hogwarts. Llegó hasta una de las paredes y apoyó su espalda contra ella, mirando con ojos asustados a Dumbledore. Parecía un animal asustado, y sin ninguna escapatoria.
-¿Qué me habéis hecho?.¿Cómo haré ahora para detener a Voldemort?. Maldita sea. ¿Qué habéis hecho?.-Preguntó Harry desesperado, empezando a entender lo que había sucedido. Se miraba las manos como si en ellas pudiera encontrar la respuesta a lo que estaba pasando. Cerró los ojos durante unos instantes y cuando los abrió echó a correr con todas las fuerzas que su dolorido cuerpo tenía. Todos a su alrededor dijeron su nombre con distintos grados de preocupación, pero no le importó. Tenía que huir, pensar, asimilar que ya no sería nunca más rival para el mago que ansiaba destruirle. Comprendía los motivos pero eso no dejaba de molestarle, le habían servido a Voldemort lo que más quería en bandeja de plata. Le habían servido la vida de Harry Potter, preparada para cogerla cuando él desease.
Cuando ya estaba a punto de salir por la puerta dejando atrás a los sorprendidos magos que en ella se encontraban, un dolor abrumador se apoderó de su cabeza. Sentía como la cicatriz le empezaba a arder de una forma que no había sentido en meses, concretamente desde el ataque de Voldemort a Pritet Drive. Cayó al suelo de rodillas, haciéndose daño con la caída, pero ese dolor no era nada comparado a la sensación que se había adueñado de su cabeza. Quería caer inconsciente para no poder sentir nada, para huir del sufrimiento que se adueñaba de su cuerpo. Apretó sus dos manos contra la cicatriz, el foco de todo el dolor, pudo ver como sus manos eran bañadas por una extraña luz verde, que era desprendida por su cicatriz. Eso nunca había pasado hasta ahora, o por lo menos, no lo recordaba. Poco a poco la sala en la que había estado cautivo iba perdiendo consistencia, la oscuridad la envolvía, una oscuridad que le llevaría a la paz, al descanso. No sabía lo mucho que se estaba ocupando. La oscuridad dio paso a un lugar extraño, parecía un centro comercial muggle, ¿qué haría en ese lugar?. Obtuvo la respuesta, cuando un hombre moreno y de piel pálida llamó su atención. Tenía agarrado por el cuello de la camisa a una persona que parecía un muggle, el cual tenía los ojos abiertos de par en par, llenos de un miedo que no sabía expresar. Esa persona era Lord Voldemort, el cual parecía extremadamente enfadado, sus mortifagos estaban acompañándole, pero pocos eran los que se acercaban a él. Los ojos, que era lo único que las capuchas permitían ver, de sus mortifagos demostraban un miedo atroz. A unos metros de donde Voldemort estaba con el muggle y su varita en la mano, se podían ver los cuerpos de tres muggles que yacían muertos. Harry había aprendido a reconocer esa palidez mortecina en las víctimas del asesino de sus padres. Intentando obtener todos los detalles posibles del lugar, para informar cuando se despertará pudo ver como inmovilizados por ataduras mágicas, otros seis muggles yacían en el suelo esperando su terrible destino.
-¡Harry Potter!.-Gritó Voldemort de repente asustando tanto a Harry como a los mortifagos que lo acompañaban. ¿Era posible que el Señor Tenebroso supiese de su presencia en aquel lugar?. No, era imposible, tenía que ser imposible. –Sé que estas ahí, Harry Potter, también sé que no te puedo ver, ni que puedo tocarte, ya que solo es tu mente la que esta aquí. Pero te puedo asegurar que puedo notar tu presencia, tenía sospechas de que podías ver lo que sucedía cuando me enfado, después del ataque frustrado a la casa de tus tíos. Ahora por fin lo sé, la poción que tome, no me permitió adueñarme de ti, aún no se porque razón, pero me hace sensible a la presencia de tu mente.
-Sabe que estoy aquí, sabe que estoy aquí. Quiero salir de aquí ya he visto suficiente.-Empezó a susurrar Harry nervioso al saber que Voldemort sabía de su presencia.
-No quieras abandonarnos tan pronto Harry. Creo que debo comentarte que también puedo oírte, la poción fue buena, eso hace más extraño que no funcionase cuando trate de meterme en tu mente.-Dijo Voldemort extrañado a la vez que soltaba al muggle que tenía sujeto y apoyaba la mano en su barbilla de manera pensativa. El muggle empezó a alejarse a rastras lejos de aquel extraño asesino que portaba un arma de madera terriblemente eficaz.-Avada Kedavra.
-¡NOOOOOO!.-Gritó Harry a la vez que una punzada de dolor atravesaba su cerebro, no pudo evitar gritar, a pesar de que no quería darle ese gusto al oscuro mago que tenía delante.
-No te gusta, Potter. Me alegro, puede que así aprendas a no matar a ninguno de los míos.-Dijo Voldemort enfadado a la vez que se pasaba la mano por la frente inconscientemente como solo le había visto hacer a una persona. Pero esa persona era él, no tenía sentido, ese gesto lo hacía Harry cuando alguna vez recordaba lo doloroso que le resultaba la cicatriz. Pero Voldemort no podía entender ese dolor. Sería casualidad, no había otra explicación. Salió de sus cavilaciones cuando las palabras de Voldemort por fin fueron asimiladas por su cerebro. ¿Qué el había matado a uno de los suyos?
-Debes estar equivocado, Tom, yo nunca he matado a nadie, le reservo a esa primera vez a un asesino muy especial.-Dijo Harry sin poder esconder el odio que sentía hacia esa persona, por llamarlo de alguna manera.
-Avada Kedavra.-Gritó Voldemort mientras otro muggle caía al suelo muerto, y una nueva oleada de dolor se hacia presa de Harry que casi no podía pensar con claridad. Unas imágenes se formaron en su mente, él luchando contra un mago, un mortifago, un intercambio de maldiciones. Ron. Ron herido por el mortifago, Ron convaleciente como un cadáver. Odio, puro odio, y paz al tomar la vida de aquel asesino que había herido a su amigo. Puede que últimamente no se llevasen bien, Ron lo odiaba de hecho, pero eso no evitaba que sintiese ganas de matar por vengar a su amigo. Lo había hecho, había matado a una persona.- ¿No mataste a nadie?. No intentes jugar conmigo Potter.
-¿Y qué si lo mate?. Se lo merecía, era un asesino, como tu.-Grito Harry enfadado por sentirse juzgado por alguien que había cometido tantos asesinatos.
-¿Y que si lo mataste?. Era de los míos. ¿Merecía morir me dices?. ¿Según quien? ¿Según tu forma de ver las cosas?. Yo creo que esta escoria muggle que mira con miedo su momento, que ensucia solo el aire con su hedor merece morir. Pero yo soy llamado asesino, loco, homicida. Pero si tú matas a un mortifago, sólo con la noble excusa de que se lo merecía te conviertes en un héroe, en un salvador.¡Avada Kedavra!.-Dijo Voldemort cada vez más enfadado a la vez que otro muggle perdía la vida, y Harry emitía otro grito de dolor.
-No intentes venderme tu forma de pensar. Yo no soy como tú, no soy un asesino.-Dijo Harry con voz ahogada.
-Si que lo eres Harry. No solo mataste a Rodolphus, sino que has matado a todos estos muggles. Su sangre te pertenece. Si no hubieras matado a mi seguidor, yo no me hubiera visto obligado a matar tan pronto. Ten esto presente, por cada mortifago que mates, mataré primero diez, como en esta ocasión, luego serán cien, mil, los que haga falta para que comprendas que esas muertes te pertenecen, que no tiene sentido que luches contra mí. No puedes ganar Harry Potter, tarde o temprano lo comprenderás. ¡Avada Kedavra!.-Dijo Voldemort mientras mataba otro muggle y Harry apretaba los dientes para esta vez no proferir un grito, pero no lo consiguió.
-Para ya, por favor.-Dijo Harry débilmente, estaba cansado de ver como mataba a tanta gente, quería irse de ese lugar.
-No Harry, todavía quedan unas pocas personas que deben morir para que esta lección se te quede bien grabada en tu cabeza.-Dijo Voldemort mientras poco a poco iba matando a los muggles que quedaban. Harry iba notando como parte de su corazón moría con ellos. Sabía que no era su culpa, su cerebro se lo decía, pero su corazón lloraba cuando veía como aquellos temblorosos rostros perdían para siempre cualquier expresión. Nunca olvidaría esos rostros de personas que no conocía, personas que aparecerían en sus pesadillas para el resto de su vida. Personas por las que lloraría, aunque no sabría porque nombre llorar. Esos pensamientos invadían su cerebro mientras aquel lugar de muerte desaparecía de su mente, para ser ocupado por la oscuridad que precedía al sueño.
