Capítulo 19.-Vida Muggle

Harry se encontraba enfrente de una panda de chicos que no parecían ser mucho mayores que él. No sabía donde estaba, ni como había llegado allí, maldita sea ni siquiera sabía quien era. Su propio nombre se escapaba de su memoria, y por las expresiones de sorpresa que tenían los jóvenes que tenía delante suyo, ellos seguro que tampoco sabían quien era.  Debían ser unas cinco personas o seis personas, no estaba seguro todavía, su vista le estaba jugando malas pasadas, no podía enfocarlos con claridad. Examinó el terreno para ver si encontraba algún objeto, cualquier cosa, que le resultase familiar, pero nada, un brillo en el suelo le llamó la atención, y se agachó para ver que era, sin prestar atención a los cada vez más nerviosos jóvenes que lo miraban. Ya cerca del suelo pudo ver que el brillo provenía de unas gafas que estaban en el suelo, sin pensar siquiera se las puso, y la visión mejoró, ese era el problema, él usaba gafas, pero ni de eso se acordaba. Con las gafas ya puestas pudo ver que las personas que tenía delante eran seis, concretamente cinco chicos y una chica, uno de ellos estaba armado con una navaja, con la que le apuntaba. Cuando vio que Harry no hacia nada la bajó un poco para que no pareciera amenazante, pero no guardándola, y dio dos pasos hacia  Harry. Era un chico moreno y pelo largo, sus ojos eran marrones que intentaban mantener una seguridad que no sentía. Los rasgos de su cara eran angulosos y una nariz algo grande dominaba el centro de su cara. Sus ropas estaban bastante sucias, y parecían negras, pero un lavado podía demostrar que se equivocaba. Con la mano en la que  no tenía la navaja se rascaba inconscientemente la nuca, seguramente solo lo hacía cuando estaba nervioso, Harry sonrió inconscientemente al ver que ellos que eran muchos se encontraban nerviosos ante él que solo era uno. Era una pena que no supiese a que se debía ese nerviosismo, pero le armó de seguridad en medio de un mundo que desconocía.

-Te he hecho una pregunta, ¿Quién eres?.-Dijo el chico sin dejarse intimidar, por la actitud prepotente de ese desconocido.

-No lo sé.-Dijo Harry de manera natural sin apartar la mirada de esos ojos que lo miraban interrogantes. No bajó la mirada en ningún momento, no quería dar muestras de debilidad.

-¿Cómo has aparecido aquí?.-Dijo el muchacho apretando inconscientemente el arma blanca que portaba, se estaba empezando a molestar y eso no era bueno.

-No lo se.-Dijo Harry mostrando una sonrisa extraña, si se estaba enfadando le daba igual estaba cansado de que lo pisotearan. ¿Cansado de algo que no recordaba?. Esto cada vez tenía menos sentido.

-¿Sabes decir algo más?.-Preguntó irónicamente el muchacho imitando el tono con el que Harry había hablado hasta ahora.

-Eres de lo más gracioso y ocurrente, debes ser el chico más listo de esa panda de genios que te rodea.-Dijo Harry de malas maneras, disfrutando de la cara de enfado del chico, que volvió a levantar la navaja y se dirigía hacia Harry. Pero una chica rubia y de ojos azules le detuvo en mitad de su trayecto. Le sonaba esa chica, o se parecía a alguien, pero no sabía quien. Le empezaba a doler enormemente la cabeza.

-Déjalo ya, Eric, no creo que sepa siquiera quien es. Mírale a los ojos un momento, parece tan  perdido como estuvimos nosotros hace mucho tiempo. Con la diferencia que dudo siquiera como se llama.-Dijo la muchacha, era muy perspicaz había que concedérselo, pero demasiado para su gusto. Vestía con unos pantalones vaqueros que estaban rotos a la altura de las rodillas, una camiseta azul que le quedaba demasiado grande y que dejaba a la visto uno de sus hombros. Completaba su indumentaria una cazadora vaquera azul, con cadenas en sus hombreras. Era una belleza, había que admitirlo y más lista que esa panda de incompetentes. Por lo menos le debía un favor gracias a ella sabía el nombre  aquel chico con el que se había estado encarando.

-Rachel, se lo esta buscando. He ido de buenas formas y encima se ha burlado de nosotros. No podemos dejar eso así, tenemos que hacernos respetar, lo sabes muy bien.-Dijo Eric intentando apartar de su lado a Rachel pero sin hacer mucha fuerza.

-Eric cuando dejes de esconderte detrás de esa cualquiera podemos seguir manteniendo nuestra agradable conversación.-Dijo Harry socarronamente. Sin siquiera a tener tiempo a prepararse Rachel se giró y con dos veloces pasos se acercó hasta Harry al cual le dio una sonora bofetada en la mejilla derecha. Con la mano todavía en su mejilla contrajo los dedos y tiró hacia ella, desgarrando con sus uñas la cara de Harry. Tuvo que apoyar fuertemente el eso de su cuerpo sobre sus piernas para no perder el equilibrio, echó una mirada asesina a la muchacha, que le miraba desafiante. Cada vez le gustaba más.

-Vuelve a decir una cosa así de mí y la siguiente vez no podrás mear en un mes por lo menos.-Dijo Rachel arrastrando su pie derecho por el suelo, los ojos de Harry se abrieron desmesuradamente al entender el significado de las palabras de la chica.

-Eres una chica de armas tomar.-Dijo Harry esbozando una sonrisa y limpiándose con el dorso de la mano, la mejilla en la que le había golpeado que empezaba a sangrar por culpa del arañazo.-Pero por mucho que queráis hacerme solo obtendréis de mí, no lo se, como respuesta. No recuerdo nada de mi vida, ni siquiera mi nombre.

-Tal vez, ese escudo que lleva tu ropa, tenga algo que ver.-Dijo Eric a la vez que vio un gran escudo que tenía un enorme H en medio, rodeada por cuatro animales. Esa inicial, tal vez fuera la inicial de su nombre, su nombre empezaba por esa letra, tal vez fuera…

-Creo que me llamó Henry, pero no estoy demasiado seguro.-Dijo Henry llevándose la mano a su largo pelo.

-Con eso nos basta. Sea o no tu nombre serás Henry para nosotros.-Dijo Rachel mirándolo de arriba abajo.-¿Qué me dices Eric?. Podía unirse a nosotros, será un bocazas, pero hay que admitir que tiene agallas. Esta perdido, solo, no sabe nada, solo nos conoce a nosotros, si no viene con nosotros engordará las filas de otro grupo.

-No lo se, es demasiado engreído y arrogante, como si no tuviera miedo a nada. Es muy valiente o muy estúpido, ninguna de las dos cualidades me gusta.-Dijo Eric mirando desconfiado a Henry que sonreía de manera exagerada intentando ignorar los comentarios despectivos hacia su persona.

-Me recuerda a alguien cuando era más joven.-Dijo Rachel mirando a Eric de forma acusadora, haciendo innegable que se refería a él.

-Está bien. Tú, joven alocado, si quieres puedes unirte a nuestra banda.-Dijo Eric guardando la navaja en su bolsillo demostrando que la amenaza por su parte había cesado.

-Es una propuesta interesante.-Dijo Henry mirando a  Rachel con interés a la vez que esbozaba una sonrisa.- Pero nunca más se te ocurra llamarme joven, niño, o algo por el estilo. No sois mucho mayores que yo, tendréis todos unos 16 años.

-Sube un poco más Henry, el más joven de nosotros, Zack, tiene 19 años. Yo en particular tengo ya 22 años.-Dijo Eric a la vez que se acercaba y  le ofrecía su mano a Henry, el cual iba a estrechar. De repente Eric cerró el puño e intentó golpear a Henry, pero este esquivó el golpe agachándose por debajo del puño, con un movimiento rápido se giró quedando de espaldas a Eric. Agarró su brazo por la altura del codo y aprovecho su impulso para lanzarlo por encima de su hombro. No sabía como había hecho eso, ni como se había podido mover tan rápido.

-Lo siento, yo no quería hacerte daño, pero has empezado tú.-Dijo Henry intentando disculparse pero sin sentirlo en absoluto.

-No importa, solo quería comprobar una cosa.-Dijo Eric a la vez que se reía en el suelo sin parar mirando hacia arriba.-

-¿Te dejaste golpear por mi?.-Dijo Rachel extrañada mirando de nuevo a Henry el cual se acomodaba la ropa.

-Por supuesto. Aunque ahora me arrepiento.-Dijo Henry tocándose la magullada mejilla.

-Estás loco.-Dijo Rachel mirando a Harry extrañada y un poco indignada, a la vez que ayudaba a levantarse a Eric.

-Es posible pero ahora es nuestro loco particular.-Dijo Eric alegremente a la vez que rodeaba con su brazo a Harry.-Por cierto habrá que hacer algo con esas ropas.

-Nada en concreto, pero pareces salido de una fiesta de disfraces, aunque todavía sigo sin entender de donde saliste.-Dijo Eric evaluando la rasgada túnica negra de Henry.

-No te entiendo, simplemente, estaría ahí. No recuerdo nada hasta que os presentasteis delante de mí.- Dijo Henry confuso por las palabras de Eric.

-No te preocupes, seria cosa de magia, un gran misterio.-Dijo Eric que se calló repentinamente al ver el rostro serio de Henry.

-La magia no existe, es un cuento de niños.-Dijo Henry de manera grave y se soltó de Eric el cual le miraba con la ceja arqueada.

-Es un chico muy extraño, pero nos será de ayuda, y quien sabe tal vez le podamos ayudar algo.-Dijo Eric en un susurro a Rachel que miraba con enojo al altanero personaje que se habían encontrado. Le estaba sacando de los nervios esa soberbia, ese intento de demostrar que no necesitaba a nadie. Tal vez el tiempo le hiciera cambiar, más le valía por su bien, el mundo en que vivían no era para nada agradable.

Había pasado un mes desde que encontraron a ese muchacho perdido, y lo habían acogido en su pequeño grupo. Nadie que lo viese ahora podría reconocerlo, no solo su atuendo había cambiado, sino también su actitud.  Ya no era el jactancioso y arrogante chico que creía que podía comerse el mundo con su sola presencia. La primera que acabó tirado en el suelo vomitando sangre por culpa de una pelea callejera su arrogancia se esfumó. Ese día salvó su vida porque Eric le ayudó, sino tal vez ahora mismo sería otra víctima más de la guerra de bandas que asolaba la ciudad. Eso cambió su actitud hacia el jefe de su banda, al cual no había respetado demasiado desde su ingreso. Ahora el chico que bebía tranquilamente una cerveza en la taberna en la que se reunía el grupo, conocía lo que era la humildad.  A pesar de que le intentó convencer no consiguió que accediera a cortarse el pelo, pero había que admitir que no le sentaba nada mal. Más aún con el cambio de imagen que le había hecho. Llevaba unas botas de cuero negro que le llegaban hasta la mitad del gemelo, por encima llevaba unos pantalones ajustados negros. Un cinturón negro se enredaba en su cintura, lo más gracioso del cinturón era su hebilla en forma de dragón, eso le causó mucha gracia, aunque no sabía porque, él seguramente tampoco. Su memoria no había mejorado nada, pero siempre se despertaba gritando en mitad de la noche, tenía terribles pesadillas en las que una risa siniestra y una luz verde lo dominaba todo. También recordaba a veces los gritos de una mujer.  Muchas veces Rachel había tenido que tranquilizarlo en mitad de la noche, en esos momentos parecía un muchacho asustado y necesitado de cariño, no el  ladrón y gamberro que en realidad era.  Vio como una chica en el bar observaba atentamente a Henry y sobre todo a los músculos marcados que marcaba su camiseta ajustada. Una cosa era segura de ese chico, antes de juntarse con el grupo debió haber sido algún tipo de deportista.  Era extremadamente ágil y rápido, y tantas peleas habían aumentado su fuerza y su musculatura. Sintió como un brazo le rodeaba y miró como Eric le sonreía abiertamente.

-Como sigas mirando así a nuestro Henry, vas a acabar por desgastarlo.-Dijo Eric burlonamente, y se echó hacia atrás justo a tiempo para esquivar el golpe que Rachel le había lanzado.

-¿Qué estas insinuando?.-Preguntó Rachel señalando a Eric de forma amenazadora con su dedo apretado contra su pecho.

-¿Yo?. Nada, jamás se me ocurriría, todavía aprecio mi vida-Dijo Eric abriendo los brazos en cruz, e intentando buscar la vía más rápida de escape. Rachel enfadada era lo único que le daba miedo en este mundo.

-Más te vale. ¿Has visto como lo mira esa buscona?. Como se atreva a acercarse a él, le arrancaré ese pelo teñido que tiene.-Dijo Rachel enfadada empujando a Eric contra la barra.

-Eso no sería muy inteligente por tu parte, y deja de lado esa actitud de soy más dura que el cemento. Si te gusta el chico, admítelo abiertamente, y deja ya ese cuento de lo protejo como si fuera mi hermano pequeño. Cada vez esta peor, no creo que aguante mucho más aquí. No soporta este tipo de vida, todo el día huyendo y durmiendo donde podemos. Dentro de poco se irá sin dar ninguna explicación ni despedirse.-Dijo Eric seriamente.

-Ya lo sé. No estoy ciega. Por eso me preocupa tanto, ese mal nacido se hace querer.-Dijo Rachel intentando contener la furia que sentía por haber sido descubierta tan fácilmente por Eric.

-¿Mal nacido?. Entonces seguro que habláis de mí.-Dijo Henry irónicamente agarrando por encima de los hombros a Rachel, la cual se puso pálida como si hubiera visto a un fantasma.- ¿No estaríais hablando de mi, verdad?

-Claro que no. ¿Qué tal estás hoy Henry?.-Dijo Rachel mirando con preocupación sus ojeras.

-Bien.-Mintió Henry, no quería preocupar a Rachel, si le decía lo que le pasaba no lo dejaría en paz. Le sobreprotegería de nuevo, como aquella vez que lo encontraron con el cuerpo lleno de golpes tirado en un parque, consecuencia de un encuentro desafortunado con una banda rival. No lo dejó levantarse en una semana, en el fondo se lo agradecía pero no quería ser una carga para nadie, sabía cuidarse solo. Siempre que lo trataba de esa manera le recordaba a alguien, pero nunca conseguía acceder a esa perdida información. Estaba cansado de esa sensación frustrante de estar a punto de recordar para caer de nuevo en la triste realidad. No recordaba nada, solo a sus amigos, su única familia ahora.

-No me mientas, Henry, no sabes hacerlo..-Dijo Rachel duramente acorralándolo para que no pudiera escapar. Esos ojos azules no apartaban la mirada y intentaban descubrir lo que le ocurría.-¿Has tenido otra vez esas pesadillas?.

-Si. Cada vez son peores, oigo los gritos de esa mujer, creo que grita mi nombre pero no estoy seguro. Luego todo es verde, y una risa lo invade todo.-Dijo Henry odiaba sentirse tan débil, tan inseguro, no sabía porque le estaba contando esto. Tal vez porque si se despertaba en medio de la noche gritando por culpa de los sueños, solo podía volver a dormir abrazado a Rachel. Tal vez porque se sentía cómodo con ella, tranquilo no en una constante alerta que lo mantendría vivo un día más.-Creo que esa mujer era mi madre Rachel, y digo era porque creo que es el día en que murió, pero nunca puedo estar seguro de nada. Odio esta situación.

-Lo sé, Henry.-Dijo Rachel abrazando al desconcertado muchacho a la vez que el traidor de su corazón se ponía  a latir con fuerza. Podía sentir su respiración entrecortada, lo débil que le hacia sentir esa amnesia prolongada, de la cual nada había mejorado. Sintió como después de unos segundos de indecisión Henry rodeaba fuertemente su cintura. Era sorprendente como una persona con la mente tan frágil podía poseer tanta fuerza en sus brazos.

-Bueno, chicos, ya veo que os habéis olvidado de mi. Así que os dejo solos pareja.-Dijo Eric burlonamente pero a suficiente distancia de Rachel para que no peligrase ninguna parte de su cuerpo. Los dos muchachos le miraban enfadados, hasta en esa mirada se parecían, era curioso, estaba seguro que no era casualidad que Henry hubiera aparecido ante ellos literalmente de la nada hacia un mes. Los otros lo habían olvidado, o simplemente no creían que fuese cosa de magia. Pero, él, estaba seguro de lo que había visto y después de tantos años en la calle había aprendido a confiar en sus instintos. Tal vez no fuera magia, como se empeñaba en afirmar Henry en sus primeros días, argumentando que la magia no existía. Pero estaba seguro de que había algo. Estaba tan seguro como también lo estaba de que Henry se iría en no más de dos semanas de su lado.

-Eric, cómprate  un bosque y piérdete en él.-Dijo Rachel de malos modos a la vez que se soltaba de Henry que no comprendía muy bien las palabras de su amigo.

-Procuraré no olvidarlo. Vosotros no olvidéis que tenéis que estar a las diez de la noche como muy tarde en el cuartel. No es seguro salir estos días más tarde.-Dijo Eric seriamente y sin ningún atisbo de broma. En momentos como esos se le veía como el líder serio y eficaz que en realidad era.

-No te preocupes, llegaremos sin ningún problema.-Dijo Henry viendo como Eric  se daba la vuelta y se marchaba del bar.

-Podemos ir yendo ya. Total aquí no tenemos nada que hacer, y tú tienes que descansar un poco. Si no duermes me obligarás a dejarte inconsciente.-Dijo Rachel agarrando a Henry del brazo y tirando de él para que la siguiera. Éste no dijo nada ya que sabía que era imposible discutir con Rachel cuando había decidido algo.

-Tranquila, tranquila, ya te sigo, pero no me arranques el brazo por favor, le tengo mucho cariño.-Dijo Henry sonriendo a la vez que Rachel volteaba la cabeza y arqueaba la ceja extrañada.

-En verdad, después de tanto tiempo aún no me has convencido de que no estés loco. De hecho cada día que pasa pienso que lo estas más.-Dijo seriamente sin apartar la mirada de los verdes ojos de Henry, tras lo cual empezó a sonreír y luego a reír abiertamente.-¡Vamos!

Tardaron media hora en llegar hasta el cuartel, durante el camino estuvieron hablando de cosas sin sentido. Henry estaba extrañado, Rachel no era así normalmente, algo debía preocuparle, y si actuaba así seguro que era él  el que le preocupaba.  Henry le siguió el juego, como si no hubiera notado nada, pero cada vez se el hacia más difícil. Tanto le costaba contarle lo que le pasaba en vez de andar con evasivas constantemente. Lo que más le gustaba de Rachel era que nunca se callaba lo que pensaba, te fuera a gustar o no. ¿Por qué entonces ahora dudaba?. ¿Tan malo era lo que le iba a contar? Por fin llegaron a la casa abandonada a la que llamaban cuartel y en lo más recóndito de sus corazones hogar. No conocían nada más, en especial Henry que no recordaba nada de su vida anterior. El Cuartel era una casa destartalada de dos plantas, pero por dentro, la imagen era otra. Estaba bien cuidada y aseada, a pesar de que el mobiliario fuera escaso, era un lugar al que volver. Un lugar donde dormir sin miedo, donde estar con tus amigos, tu familia. Gente que daría su vida por ti sin dudarlo. Era un lazo muy estrecho. Iba a sentir mucho tener que dejarles, ¿Cuándo?. Cuando se armase del valor necesario. Estaba seguro de que Eric ya sabía que se iba  a ir por como lo miraba. Pero había que admitir que pocas cosas se el escapaban a ese estúpido al que llamaban jefe. Nunca parecía muy listo, la gente solía subestimarlo por esa apariencia, pero no sabían como se equivocaban, detrás de toda esa imagen había un cerebro brillante. Era una pena que no lo pudiera aprovechar para otra cosa, que tuviese que vivir esa pesadilla constante.  ¿Podría ser eso? ¿Sabría Rachel que si iba a ir?. ¿Por eso actuaba de esa forma?. No, eso no era posible, había intentado ser cuidadoso. Entraron por la puerta y comprobaron por el extraño silencio que no había nadie en  la casa. Fueron Al  salón y se sentaron el ajado sofá, había un incómodo silencio, y Harry supo que Rachel por fin iba a hablar de lo que le estaba preocupando.

-¿Te vas a ir, no?.-Preguntó Rachel sin ningún rodeo mirando intensamente a Henry que desvió la mirada contestando sin querer a la pregunta que le habían planteado. Rachel se hundió un poco más en el sofá, sabía que se iba a ir pero ahora era seguro, sus ojos habían dicho las palabras que sus labios no se habían atrevido a pronunciar. No se podía haber marchado antes, antes de que todos lo quisieran como un hermano antes de que ella lo quisiera.

-Si, me iré, en dos semanas como muy tarde. Hasta ahora no había reunido el valor necesario para decírtelo.-Dijo Henry sin levantar la vista del suelo, no podía mirar esos ojos azules,  que siempre le habían recordado a su pasado, siempre le hacían latir el corazón, aunque no sabía si latían por el recuerdo o por la persona que ahora lo miraba suplicante. Le era incómodo ver a una persona tan orgullosa en ese estado. A él también le dolía, estaba seguro de haberse enamorado de la ruda muchacha, y creía que ella le correspondía, pero aún así se tenía que ir. Había demasiadas incógnitas en su pasado, en un pasado que quería recordar.

-¿Te ibas a marchar sin decirnos nada?-Preguntó Rachel apretando los puños fuertemente, a la vez que unas lágrimas empezaban a asomar por sus ojos.

-Yo…Sí.-Dijo Henry evitando excusas estúpidas que no llevarían a ningún lado.

-Eres como todo el mundo. Te vas sin importar nada más que tu mismo, sin pensar en lo que los demás puedan sentir.-Dijo Rachel levantando inconscientemente la voz.

-¿Qué quieres decir?. No te entiendo.-Pregunto Henry sin comprender a que venían esas palabras y la ira con las que las expresaba.

-Claro que no lo entiendes. Nunca preguntaste porque vivíamos de esta forma, nunca te importó nada más que tu preciosa memoria, tus recuerdos.-Espetó Rachel temblando de furia.

-Yo no quería entrometerme, ni molestar a nadie.-Dijo Henry intentando disculparse.

-Todos nosotros no tenemos padres. Bueno es probable que aún los tengamos pero no nos importa. Nos abandonaron a todos hace años. Eric fue el primero de nosotros, ya con diez años vivió alejado de sus padres, él nos recogió y nos ayudó a darnos cuentas de que podíamos seguir solos. Cada uno tiene un destino, esas eran sus palabras, y esta en sus manos hacer que ese destino fuera lo mejor posible. Pensar en el pasado siempre nos paralizaba, había que saber aceptar las cosas,  no que te importen menos, solo saber aceptarlas, y que eso no te afecte negativamente, que no te domina.-Dijo Rachel con palabras ahogadas

-Entonces no sería destino, si lo puede uno cambiar.-Dijo Henry recapacitando en sus palabras.

-Esa es la idea, cada uno forja su propio destino, nada esta escrito son tus decisiones las que forjan el camino. Nos enseñó a no amargarnos por el pasado, que no pensáramos en que nuestros padres nos habían dejado tirados. Nos enseñó a mirar hacia delante, a no llorar por lo que no se puede cambiar, y a luchar por aquello que nos devolviese la sonrisa.-Dijo Rachel tomando la mano de Henry, al cual estas últimas palabras le llegaron muy hondo. Sentía que le había abierto los ojos, lo malo es que no recordaba con que. ¿Qué afectaba a su antigua vida el no llorar por el pasado, el luchar por el presente y el futuro?. No lo sabía, pero sentía que eran las palabras que siempre había necesitado oír.

-Es una idea muy bonita. Por esa misma idea debes entender que tengo que irme para buscar lo que me devuelva la sonrisa.-Dijo Henry, estrechando con fuerza la mano que le había tendido Rachel y llevándosela a los labios.

-Eres un idiota y un estúpido peor a pesar de todo no puedo evitar quererte, maldito mocoso. Vete de una vez si es lo que necesitas.-Dijo Rachel, intentando levantarse, cosa que no consiguió ya que Harry tiró con fuerza para hacerla sentar y le dio un suave beso en los labios, que luego aumentó en fuerza y en pasión.

-Tengo que irme, quiero saber quien soy, quiero encontrar a alguien que me conozca, da igual que sea amigo o enemigo. Lo necesito.-Dijo Henry en un susurro, pero Rachel le cerró los labios con un dedo y le volvió a besar haciendo fuerza con su cuerpo para tumbar a Henry en el sofá. Iba a ser la última vez que lo iba a ver, quería tener un bonito recuerdo de él.

A miles de kilómetros de distancia y en dos lugares muy distintos, dos personas muy diferentes dijeron las mismas palabras. Uno era un mago oscuro de con el corazón negro y un odio acérrimo hacia el chico llamado Harry Potter. Otra era una muchacha rubia y de ojos azules, que amaba con locura a Harry Potter. Uno era Lord Voldemort, la otra Fleur Delacour y ambos dijeron.

-Ya sé donde esta Harry Potter.