Capítulo 22.-Unidos

La lluvia era intensa en esa fría mañana y no parecía que quisiera remitir. Parecía el tiempo indicado para ese día, el tiempo estaba acorde con el espíritu dolorido de un joven moreno, el cual estaba empapado totalmente. Sus gafas permanecían secas, gracias a un hechizo, su pelo mojado estaba pegado a su cara, y su rostro no estaba empapado solamente de agua. Saladas lágrimas bañaban su rostro, mientras permanecía de pie delante de un par de tumbas, que cobijaban a un amigo y a parte de su corazón. Solo lo habían acompañado tres personas al entierro de Rachel y Eric. Dumbledore, Sirius y Lupin se mantenían de todas formas alejados de Harry, el joven Gryfindor no quería su ayuda y su apoyo. Si había permitido que le acompañaran, era por una razón muy sencilla, no le habían dejado otra alternativa. Harry pidió a Ron y a Hermione que no acudiesen al entierro, y a pesar de que discutieron sobre ello largo y tendido, al final acabaron haciendo lo que su amigo les había pedido. Había que admitir que tampoco querían tensar demasiado la hace no mucho retomada amistad. No hubo palabras bonitas hacia los muertos, ningún discurso ensalzando las virtudes de los que habían partido. Harry se había negado rotundamente a ello, no quería que un desconocido dijera cosas bonitas de personas que ni siquiera conocía. No quería burlar su recuerdo de esa manera, no quería más hipocresías en su vida. Harry llevaba una hora debajo de la intensa lluvia sin haberse movido ni un momento, sin desviar la mirada de las dos tumbas, llevaba en sus manos dos rosas blancas que estaban dobladas a causa del peso de la lluvia. Con un suspiro Harry avanzó hacia las frías y húmedas lapidas donde estaban escritos sólo los nombres de sus amigos, avergonzado tuvo que reconocer que nunca había sabido sus apellidos. Con movimientos pausados dejó una de las rosas al lado de la lápida de Eric.

-Ojalá hubieras podido saber que la magia existía realmente, y ojalá ese mismo conocimiento no te hubiera matado. Ahora sabes por la vía más dura lo que es en realidad la magia. Cuida de ella amigo, mientras yo terminó esta locura que nos toca vivir. Si no lo haces te las tendrás que ver conmigo. Fue un placer conocerte Eric, un placer el haber podido llamarte amigo, el haber podido llamarte hermano.-Dijo Harry a la vez que empezaba a hacer gestos rápidos y precisos con su mano derecha, por encima de la rosa. La rosa fue bañada por una luz azul que salía de los dedos de Harry, y se irguió en toda su longitud y pasó a brillar con fuerza. La luz de la planta reflejaba en la lápida, dejando ver el nombre en ella escrito a pesar de la oscuridad que hubiese.-Es mi último regalo, mi último adiós, una muestra de la magia que tanto pareció gustarte en vida. Que ahora esa misma magia vigile el lugar donde yace tu cuerpo, y te guié en la oscuridad de la muerte. Adiós hermano.

Harry estuvo varios minutos con la cabeza gacha, mientras la lluvia seguía cayendo incansable sobre la empapada ropa de Harry. Por fin cuando decidió moverse parecía totalmente desorientado, y apretaba con gran fuerza la rosa blanca que quedaba en su mano. Giró hacia la izquierda y quedó enfrente de la tumba de Rachel, la chica muggle a la que había amado, la chica muggle que se parecía por fuera a Fleur. Pero por dentro eran diferentes, Fleur era más cariñosa y protectora, Rachel había tenido una fuerza interior que había hipnotizado al perdido Harry. Quería a las dos chicas, a Fleur la quería antes de perder la memoria, y debía admitirlo aún la quería, pero a Rachel la quiso de una manera tan intensa como a la estudiante francesa. Peor aún, Rachel había muerto por su culpa, si él no se hubiera cruzado en su camino ella seguiría viva. Tal vez fuera mejor para Fleur que toda su relación acabase ahí, no quería perderla, no quería que Voldemort la utilizase para hacerle daño.

-Adiós mi amor, poco tiempo ha sido el tiempo que la vida nos ha permitido estar juntos. Todo ha sido mi culpa, yo lo he estropeado todo, pero me gustaría creer que el tiempo que pasamos juntos no fue un error, que mereció la pena. Siempre te querré, nunca te olvidaré, viviré mi vida para vengarme de quien te alejó de mi lado. Pero quisiera hablarte de una chica a la que quería antes de conocerte, una a la que aún quiero, por mucho que intenté engañarme. Es una chica dulce y buena, una chica que me quiere tanto como me querías tú. Es posible que nunca le diga nada, para mantenerla a salvo, pero me gustaría tener tu bendición. También me gustaría que no olvidases que a pesar de que enamoré de nuevo en esta vida, nunca te olvidaré.-Dijo Harry mientras dejaba la otra rosa blanca en la tumba de Rachel, esta rosa brilló roja en vez de azul, y sus rayos se fundían con los de la rosa de Eric, formando un precioso espectáculo. Harry miró la lápida de Rachel y tras meditarlo brevemente, hizo otros movimientos con sus dedos. En la lápida empezaron a formarse nuevas palabras hasta que todo se detuvo dejando el siguiente epitafio: "AQUÍ YACE RACHEL, ASESINADA EN LA FLOR DE SU VIDA, QUE ESTA FLOR LE SIRVA DE GUÍA Y RECORDATORIO DE QUE HENRY NUNCA LA OLVIDARA"

Harry se levantó y dio la espalda a las dos tumbas que guardaban bajo tierra los cuerpos de sus amigos muertos. Avanzó con pasos lentos, pero decididos, hacia donde le esperaban su padrino, su director, y su actual profesor de Defensa Contra Las Artes Oscuras. Éstos lo miraban con tristes expresiones en sus rostros, no estaban así por motivo de los difuntos, sino por el joven que cada día moría un poco más. Harry se dirigió hacia el carruaje que los había llevado hasta Hogsmeade sin dirigir una palabra a los hombres que lo habían acompañado. Cuando había dado unos pocos pasos notó como una mano lo agarraba fuertemente del hombro, volvió la cabeza y vio el rostro sombrío de Sirius. Su padrino lo estaba pasando mal, pero todo ese mal era culpa suya, lo había tratado muy mal desde que había vuelto. Harry apretó suavemente la mano de Sirius buscando el calor de un amigo, buscando el apoyo de alguien que había sufrido tanto como él. El aún prófugo de Azkaban se sorprendió al ver como su muestra de apoyo era correspondida, había esperado otra muestra de desprecio por parte de su ahijado, otra herida en su cada vez más destrozado corazón. Por fin parecía que Harry estaba volviendo a ser el adolescente que él conocía, no ese extraño con el que había tenido la desgracia de hablar.

-Harry cuando lleguemos de nuevo a Hogwarts me gustaría que vinieses a mi despacho para discutir sobre como enfocaremos el asunto de Voldemort.-Dijo Dumbledore seriamente sin prestar atención al breve momento de unión que hubo entre padrino y ahijado.

-No hará falta no hay nada que discutir.-Dijo Harry secamente acelerando un poco más el paso, para no tener que estar cerca de Dumbledore. Todavía no había olvidado la verdadera cara del director de Hogwarts, todavía no había desaparecido el odio que sentía por él, y en el fondo de su corazón sabía que nunca lo haría. Albus Dumbledore había muerto para siempre en su corazón.

-¿Acaso olvidas que muchas vidas dependen de cómo nos organicemos para parar a ese asesino?.-Preguntó Dumbledore intentado minar en la conciencia de Harry, para poder conseguir el resultado requerido para sus planes.

-No olvidó nada, pero tampoco volveré a cooperar contigo. No suelo trabajar con gente que quiere mi muerte. La verdad es un acto que no me inspira confianza.-Respondió Harry fríamente y con un tono de desdén que sorprendió a los tres adultos.

-Harry me parece que estas siendo irracional.-Dijo suavemente Remus intentando hacer reflexionar a su joven alumno de lo infantil de su reacción. Hacerle ver que con esa actitud sólo Voldemort resultaría beneficiado, pero también sabía que los actos de Dumbledore hacían esto como mínimo complicado.

-¿Irracional? O perdonarme por valorar un mínimo mi vida, pero claro sigamos al racional Dumbledore que quiso asesinarme para poder dormir tranquilo. ¿Cuántos niños has dejado morir para conseguir tu paz, Dumbledore?-Preguntó Harry aumentando el tono de su voz y echando miradas furibundas al cada vez más enfadado director.

-Harry sigo siendo tu director y no permitiré que me hables de esa forma.-Dijo Dumbledore poniéndose cada vez más pálido ante el virulento ataque de Harry.

-¿Y sino que hará?. ¿Me expulsará?. Hágalo si lo desea, pero no seré nuca más su marioneta, nunca seré la marioneta de nadie. A partir de ahora viviré mi propia vida. Si le molesta ya sabe lo que tiene que hacer, atáqueme por la espalda.-Dijo Harry esbozando una sonrisa cruel y girando sobre sus talones a la vez que le daba la espalda a un Dumbledore que no sabía donde meterse. Lo había provocado de una forma que no creía posible, y en esos momentos desearía darle un correctivo al arrogante muchacho, pero al final su sentido común no se lo permitió. Vio con mirada triste como Harry se alejaba deprisa sin esperar a nadie, le enfurecía que el muchacho lo tratase de esa forma. No entendía lo duro que había sido para él tomar la decisión de matarlo, una decisión de la cual aún se arrepentía. Quería poder explicárselo, pero también sabia que no serviría para nada.

-No te preocupes algún día lo entenderá.-Dijo Sirius intentando animar al director de Hogwarts, pero su sonrisa mostró lo poco que creía en sus propias palabras.

-¿Y sino lo hace, Sirius? ¿Y sino lo hace?.-Preguntó sin esperar respuesta Dumbledore empezando a caminar suavemente siguiendo las profundas huellas dejadas por un furioso Harry

-Esperemos que por lo menos que no haga una tontería.-Dijo Remus con voz suave y maldiciendo con un gruñido al incansable lluvia que no paraba de mojarlos.

-Seguro que la hará.-Dijo Sirius de forma indiferente.

-¿Por qué dices eso?.-Preguntó Lupin con las cejas arqueadas ante el tono de voz de su amigo.

-Porque James siempre hacía tonterías cuando estaba furioso de esa forma con Snape. Después de eso siempre hacia alguna tontería, normalmente acababa haciendo el ridículo delante de Lily.-Dijo Sirius restándole importancia al asunto.

-Pero esto no es lo mismo Sirius.-Dijo Dumbledore sin dejarse convencer por el Merodeador.-Esperemos de corazón que solo una equivocación en el amor sea la única tontería que haga Harry Potter. Pero me temo que será algo mucho más grave.

Harry seguía caminado con furia debido a Dumbledore, ¿quién se creía que era para hablarle de esa manera?. ¿Pensaba que iba a olvidar todo lo que había hecho?. Nunca. Jamás olvidaría que el director de Hogwarts, el único pilar que lo había sostenido durante estos duros y largos años, le hubiera traicionado de esa forma. Había encontrado en él la fuerza necesaria para seguir adelante, siempre intentando demostrar que era digno de su confianza, pero nunca había sido así, Dumbledore no confiaba en él, solo veía en Harry una herramienta con la que librarse de Voldemort, un arma que apuntar contra su enemigo y de la que deshacerse cuando todo hubiera acabado. Aún le dolía más que Sirius y Lupin, se pusieran del lado del director, no comprendían como se sentía, nadie lo hacia, como de costumbre estaba solo en un mundo que se esforzaba en deleitarse con su sufrimiento. Pero estaba cansado de sufrir, tal vez iba siendo hora de abandonarles a todos. Les estaría bien empleado, aunque sabía con certeza que no haría tal cosa, pero necesitaba desahogarse aunque solo fuera por un momento, pensar que tenía opciones, que no tenía que seguir el camino marcado delante suyo. El camino, un camino que llevaba directamente a Voldemort, al ser que menos quería ver en esos momentos, Voldemort era más fuerte que él, de eso no cabía duda alguna. Cuando mató a Rachel y a Eric, se enfrentaron brevemente, fue un duelo corto pero quedó claro que no era rival para el Señor Tenebroso, y tampoco lo era Dumbledore, ya no lo era. Se pasó instintivamente la mano por la frente intentando comprender porque brillo una cicatriz similar en la frente de Voldemort. ¿Sería posible que su unión fuese más profunda de lo que nadie se había imaginado? Pero no podía saberlo, solo sabía que el asesino de sus padres estaban unidos.

-Unidos. No puede ser, no de tal forma.-Gruño una voz que normalmente no demostraba emoción alguna pero que en este momento denotaba una furia inhumana que parecía no querer aplacarse de ninguna forma. Ninguno de los pocos mortifagos que lo observaban sabían muy bien si debían hacer o decir algo. Nunca habían visto a su señor tan furioso, y la verdad es que tenían un miedo a lo que pudiese acontecer.

-¿Señor... Amo... A que se refiere?.-Preguntó entre tartamudeos Colagusano que demostró un valor que ninguno de sus compañeros le había visto demostrar anteriormente.

-¡Crucio!.-Dijo Voldemort con voz fría posando una mirada glaciar en el ahora dolorido mortifago. Colagusano gritaba con fuerza apretando fuertemente contra su pecho la mano plateada que su señor le había otorgado hace unos meses. No podía creer haber cometido la temeridad de hablar al Señor Tenebroso cuando éste demostraba tal estado de animo. Pero ahora mismo, mientras su cuerpo se convulsionaba por un dolor terrible, no era el momento para pensar en ello, solo de pensar que tarde o temprano el dolor pasaría, y con suerte cuando eso ocurriera todavía seguiría vivo y su mente intacta. Pero cuando el tiempo y el dolor aumentaba, por primera vez Colagusano empezó a tener miedo de verdad, los dedos de su mano de palta estaban ahora clavados en su pecho, en un intento de anclarse en algo para que el dolor no le llevase a perder al cordura como tantas veces había visto antes.-¿A que me refiero?. Con tu diminuto cerebro serías incapaz de ver a que me refiero.

-Amo. Tal vez si nos lo explicase, podríamos llegar a entenderlo, con su ayuda podríamos lograr cualquier cosa.-Dijo Dubitativamente y de manera respetuosa Bellatrix que se relajó visiblemente cuando Voldemort esbozó una extraña sonrisa tan característica en él. Vio como Colagusano seguía de rodillas con su frente perlada en sudor y que miraba la sangre de sus dedos desconcertado, sin saber como había llegado hasta allí. Bellatrix comprendió en ese mismo momento lo cerca que había estado el Señor Tenebroso de matar a su vasallo en un ataque de rabia. Confío con todas sus fuerzas en que el enfado se hubiera pasado, ya que si no había sido así no sabía que esperar de su señor.

-Estamos unidos Bellatrix. Unidos. Ese maldito niño y yo estamos unidos.-Exclamó más calmado Voldemort hasta que vio la expresión consternada de sus mortifagos que parecían no entender nada. Cuando vio esos gestos de incomprensión sintió como si su sangre ardiese, quiso matarlos a todos, pero logro controlarse.-Él lleva la marca de su unión en su frente visible para todo el mundo, pero yo no, mi cicatriz es mucho más profunda. Lo peor de todo es que ni yo mismo sabía que tenía esa cicatriz, aunque lo sospechaba.

-Pero no creo que sea para tanto. Simplemente una coincidencia, una demostración, de la maldición que falló hace tantos años. No debería preocuparse.-Dijo Lucius Malfoy arrastrando las palabras a la vez que agarraba fuertemente con su mano derecha el extremo de un largo bastón. Tal vez si apretaba el bastón podría dejar de temblar de una maldita vez.

-Marcharos. Quiero estar solo.-Dijo fríamente a la vez que sus ojos parecían estar a punto de arder. Lucius y Bellatrix se llevaron a Colagusano, agarrando cada uno por un brazo al todavía confuso mortifago. No entendían nada, y en el fondo Voldemort pensaba que tal vez fuese mejor que no supiesen nada. ¿Cómo decirles que creía que si mataba a Harry Potter eso acarrearía su propia muerte? ¿Cómo decirles que tal vez la unión fuese tan profunda que no podrían vivir el uno sin el otro? Los enemigos no deberían enfrentarse, ya que si uno moría el otro lo seguiría, eso pensaba, pero no sabía si podía confiar en sus impresiones. Tenía demasiadas dudas al respecto. Si dejaba vivo al muchacho por miedo a que matarlo supusiese su propio final, y descubría demasiado tarde que se había equivocado, tal vez Harry Potter se volviera demasiado poderoso para él. Era un tormento, normalmente podía conseguir lo que quería quitando a la persona que se oponía del medio. Pero ahora no, ahora tenía que estar encerrado en el salón de su refugio con miedo de enfrentarse a un miserable niño. Sabía que era su superior en estos momentos, también superior a Dumbledore, pero en su momento de mayor triunfo, languidecía como un espectro, temeroso de atacar a su rival. Si alguno de sus mortifagos, conociese este secreto, tal vez intentase matar a Harry, no podía permitir eso, ¿y desde cuando se había convertido en Harry ese niño indeseable? Debía reconocer que el muchacho se sabía defender, de hecho había logrado ,matar a uno de sus mejores mortifagos, pero aún así no era rival, para una unión de sus ambiciosos vasallos. Se preguntó quien sería tan osado para realizar tal empresa. Lucius seguramente, era el único con agallas suficientes, o mejor dicho ambición suficiente, ya que sabía que el rubio mortifago en su interior no era más que un redomado cobarde. En realidad como la mayoría de sus mortifagos.

Voldemort apoyó su barbilla entre sus largos y pálidos dedos a la vez que soltaba un suspiro fruto de la frustración que sentía en esos mismo instantes. Tenía que encontrar la forma de romper el vínculo que lo unía al joven Potter, y después acabaría con su vida. De esa forma la venganza por la muerte de su hijo sería por fin completa. Aparte del placer añadido de poder saborear una vez más esa sangre tan mágica, que haría de él, el mago más poderoso de todos los tiempos. Todavía tenía tiempo, Harry aún no estaba en condiciones de luchar contra él, pero también sabía que había matado a alguien importante para su frágil corazón. Era muy probable que hiciera una tontería que le costase cara a los dos. Tendría que enviar a alguien para vigilarlo, y para guiarlo si era necesario guiarlo hasta su presencia. Una sonrisa iluminó su rostro, había encontrado a la persona perfecta para tal misión, y tal vez así demostrase ser digno de su confianza, y si fallaba, que más daba, no sería una perdida demasiado importante.

Harry se llevó la mano a la frente, a su cicatriz en el momento mismo en que Voldemort recuperó la alegría. Durante la última hora Harry había sentido dolores similares en su famosa cicatriz, pero sabía que era por culpa de que Voldemort estaba furioso y que seguramente estaba pagando su ira con sus mortifagos. Harry disfrutó y saboreó el dolor que sentía sabiendo que a mucha distancia Voldemort sufría y por ende lo hacían sus seguidores. Pero el último dolor lo había desconcertado, estaba feliz, el Señor Tenebroso estaba feliz. Y el joven Gryfindor sabía que cuando Lord Voldemort, asesino de muggles y magos, estaba feliz solo podía significar problemas, y la mayoría de las veces un dolor atroz en el alma atormentada del mago.

-¿Harry, estas bien?.-Preguntó Hermione mirando preocupadamente la mano de Harry apoyada en la cicatriz, sabía lo que eso significaba, nada bueno, nunca era nada bueno. Harry apartó rápidamente la mano de su frente maldiciéndose a si mismo por haber hecho ese gesto instintivo delante de sus amigos. Debía haberse imaginado que el mismo gesto provocaría preguntas que no quería responder ni ahora ni más adelante.

-Claro que sí, Hermione, no es nada.-Mintió Harry haciendo caso omiso de las cejas enarcadas de su amiga y desviando la vista para evitar la mirada interrogante de Hermione. Pero al hacerlo pudo ver como unos ojos azules estaban posados en su persona, pudo ver durante un segundo el rostro de Fleur que lo observaba desde al distancia. Tras este pequeño momento vio que Fleur subía de nuevo por las escaleras. Harry no sabía como sentirse, una parte de él quería acercarse a Fleur y hablar con ella, aliviar el peso que estaba destrozando su corazón. La otra le decía que eso era lo mejor, que la estaba protegiendo. Pero tal vez era demasiado egoísta no dejando a Fleur tomar parte de esa decisión, o simplemente la muerte de Rachel era demasiado reciente. Solo tenía clara una cosa, y esa era que estaba hecho un lío.

-¿Harry? ¿Me escuchas?.-Preguntó Ron que lo miraba desconcertado. Harry lo miró distraídamente sin prestarle todavía demasiada atención.-Parecía que estabas en otro mundo. ¿Has escuchado algo de lo que he dicho durante los últimos cinco minutos?

-Pues la verdad es que no.-Dijo Harry sintiéndose un poco mal por la falta de atención que había demostrado, no quería ofender a Ron, pero ciertamente la visión de Fleur le había transportado a otro mundo. Una sonrisa pícara iluminó el, últimamente, taciturno rostro del Gryfindor.-Aunque seguro que no era algo demasiado importante.

-¿Desde cuando Ron dice algo interesante?.-Preguntó seriamente Hermione habiendo entendido que las palabras no eran más que una broma, y aprovechando para seguir el juego entre amigos.

-La verdad es que muy pocas veces.-Dijo Fred, que pasaba a su lado en ese preciso momento, lo cual derivó en unas sonoras carcajadas por parte de los tres amigos.

-Ahora en serio, te estaba diciendo que dentro de dos semanas habrá un nuevo baile en Hogwarts.-Dijo Ron con seriedad, e intentó no mirar a Hermione en ese momento, si lo hacía seguramente te pondría rojo como un tomate. O peor aún, vería como Hermione miraba con ojos soñadores a Harry.

-La verdad es que no tengo muchas ganas de ir a un baile, Ron. No en este momento.-Dijo Harry suavemente a la vez que la sonrisa que se había formado en su rostro durante la broma a su amigo se borraba. Había vuelto a su melancolía, y en ese estado era imposible estar junto a Harry.

-Vamos Harry, no seas tonto, tienes que animarte un poco, empezar a vivir la vida con más entusiasmo.-Dijo Hermione a la vez que se sonrojaba y desviaba la vista de Harry que la miraba fijamente con esos profundos ojos verdes que la hacían estremecer. Harry se sorprendió al ver como las palabras de Hermione coincidían con los suyos propios tras la discusión con Dumbledore. Tal vez fuera una buena idea después de todo, admitía que un poco de diversión le vendría bien, había estado muy tenso en los últimos días, de hecho pensaba que llevaba más de un año en ese estado.

-Creo que es una buena idea. Ya es hora de que me lo pase bien durante este año.-Dijo Harry sonriente a la vez que se quitaba las gafas para limpiarlas con un borde de su túnica.

-¿Y ya sabes con quien iras?.-Preguntó Ron en un susurro como si en el fondo no quisiese conocer la respuesta.

-No lo sé, Ron, la verdad es que no tengo ni idea.