Crónica De Un Suicidio

"Ella miraba por la ventana con sus claros ojos, como hermosos espejos que solo reflejaban la noche. Miraba la lluvia, pero solo veía sangre que caía sobre un mundo impotente, que no podía hacer nada para cambiar el destino. Miraba la Luna, pero solo veía el portal de un túnel de recuerdos que prefería olvidar. Miraba el mar, pero solo veía un gigante oscuro que se tragaba todo, menos las penas que la agobiaban. Miraba los animales que corrían por el bosque que tantas veces con ÉL había visitado, pero solo veía bestias que mostraban indiferencia ante su llanto. Una lagrima se deslizó por su mejilla y ella no le dio importancia, solo era una lagrima más. Una de las tantas que había caído de sus ojos, que había ido resbalando por su rostro, hasta terminar en su boca suave, haciéndole sentir su sabor salado, un sabor que conocía muy bien, desde que ÉL se había ido, dejándola sumida en la desesperación, en el frío abismo de su ausencia.
Ella no sentía miedo, ya no sentía felicidad, ni tristeza, ni siquiera amor, nada...Estaba atrapada en una sutil, pero poderosa indiferencia. Y esa era una lagrima más hasta que lo comprendió. La vida le había robado todo, pero no su muerte. Esa no iba a ser una lagrima más, iba a ser su última lagrima.
A la mañana siguiente, la encontraron bañada en sangre, extendida sobre la alfombra de su habitación. Pero lo que nadie advirtió, lo que nadie comprendió, fue el cambio que se produjo en su corazón. Esa noche diluviaba oscuridad, pero en el momento en que la bala penetró en su cuerpo, un sol de encendió sobre ella. Por fin, la indiferencia se iba, dándole paso a la alegría de saber que ÉL, el que la había hecho llorar por primera vez, en unos momentos desaparecería de su mente. Desaparecería para siempre.

Amy Morwen