Cap 3


De Remus Lupin y una selección inusual


Al llegar al castillo subieron por la escalinata de piedra, James y Sirius iban detrás del resto de alumnos, preocupados aún por el chico enfermo.

- Los de primero, formen una fila por aquí – La vieja mujer estaba ahora al frente de unas grandes puertas de caoba – en este momento se abrirán las puertas e ingresarán todos para ser seleccionados a sus casas. Silencio.

- ¿Tú crees que esté muy mal? – le susurró Sirius a James por lo bajo

- Habrá que preguntar – le respondió James, y al tiempo dijo en voz alta – Eh, Profesora… - todos voltearon, incluyendo la mujer – Quisiéramos saber si el chico que se llevó hace unos minutos está en alguna enfermería o algo parecido.

La mujer crispó sus arrugas hasta límites insospechados. Sirius le dio a James con el codo.

- Eso – dijo, mientras se acercaba a los chicos – no es de su incumbencia.

- Sí es de nuestra incumbencia, porque nosotros lo intentamos despertar.

- ¿Pero cómo se atreven…?

- Profesora McGonagall – dijo una voz femenina a sus espaldas. Se trataba de una enfermera – el chico no necesita ser enviado a un hospital, sólo está recaído y necesita reposo en la enfermería…

- Muy bien, Srta. Pomfrey – le cortó la profesora McGonagall – puede ir atenderlo. En cuanto a ustedes, ni una palabra más – señaló mirando a los chicos.

La profesora McGonagall se dio media vuelta y fue seguida por la fila de alumnos entrando a un gran salón lleno de gente.

- ¿Qué dices si es que vamos a la enfermería? Me gustaría saber qué fue del chico, porque… - empezó Sirius.

Pero James no lo escuchaba. De repente, algo había llamado su atención: por un segundo, sus ojos se habían cruzado con otros de color verde brillante, pertenecientes a una chica que nunca había visto. Pero la magia se desvaneció por completo cuando Sirius lo jaló.

- ¿Vamos? – lo apremió su amigo

- Esteee… sí, vamos…

Preguntándose aún por esos ojos, James siguió a Sirius, quien a su vez seguía a la enfermera. En una distracción de ésta, los chicos entraron a la enfermería sigilosos. En la camilla del último pasillo estaba el chico enfermo, pero ya no se encontraba inconsciente, sino que miraba al techo, muy tristemente, a decir verdad. James y Sirius se acercaron a la camilla, pero el chico no se percató de su presencia. Colgado en la pared había un rótulo que decía: Remus Lupin.

- Eh… hola – murmuró James, y al instante, el chico que se llamaba Remus giró su cabeza con brusquedad para poder mirarlos seriamente.

- Perdón – soltó Sirius, un poco avergonzado – por lo del agua, ya sabes, fui yo el que te la hecho, es que quería despertarte para ir al colegio, no era mi intención desmayarte…

- Sí, nosotros sólo queríamos ayudar pero…

- Luego vino la vieja esa, ¡y te llevo así de la nada!

- Por eso te quitamos el pasamontañas, cuando el tren…

Remus, pese a cualquier predicción de enojo, esbozó una sonrisa que se convierto en una sonora carcajada. James y Sirius se miraron y entonces… rieron junto a él. Al parecer, Remus consideraba esto como un acto de amistad.

- No se preocupen, no es nada – dijo Remus educadamente, después de reír un buen rato – Más bien gracias, por ayudarme…

- Por tratar de ayudarte, querrás decir – asignó James

- Pero, ¿Por qué te desmayaste? – inquirió Sirius - es decir, no todos nos desmayamos al contacto con el agua…

- Fue una recaída – dijo apresuradamente Remus, de repente se había puesto nervioso – porque… no comí nada durante el día, sí, eso fue…

- Ah bueno, eso lo explica todo – James ya se estaba poniendo cómodo en la camilla de Remus - ¿qué te parece si vamos por comida? Creo que en ese salón están sirviendo la cena…

- Sí, vamos – apremió Sirius – vayamos al Gran Com…

- ¡USTEDES NO IRÁN A NINGÚN LADO! – bramó una voz.

Los tres dieron un respingo y se volvieron. La profesora McGonagall había llegado más enojada que nunca, dando fuertes pasos al caminar. Atrás suyo estaba la Srta. Pomfrey haciendo ademanes de pedir silencio.

- Nunca, en todo este tiempo al servicio del colegio… - la profesora temblaba - ¿cómo pudieron…? ¿Cómo se escaparon de…? ¡Es su primer día en este colegio! ¡SE PERDIERON SU SELECCIÓN!

- Por favor, discúlpelos, profesora, ellos sólo vinieron a verme…

- SILENCIO, SR. LUPIN, Y AGRADEZCA QUE NO LE QUITARÉ PUNTOS A SU CASA… ahora veamos – añadió, mirando a los otros dos – serán 100 puntos por cada uno… sí, eso estará bien…

- Me temo que no podrá quitarles puntos aún, profesora McGonagall – dijo una voz pausada y serena.

Había entrado alguien más a la enfermería. Esta vez se trataba de una hombre viejo, de barba blanca no muy larga y profundos ojos azules con gafas de media luna. Llevaba en sus manos un sombrero muy viejo y raído.

- Como podrá usted fijarse – continuó el hombre, acercándose – estos chicos aún no tienen casa, y debido a que el sombrero seleccionador sólo puede elegir casas esta noche, es preciso realizar la selección ahora mismo…

Sin permitirle a la profesora ni una sola palabra, colocó el sombrero en la cabeza de Sirius. Éste quiso alejarse en un momento, pero luego accedió. Entonces, el sombrero habló…

- Mmmm, valiente, sí, muy valiente… y una lealtad que muchos envidiarían… sí… ¡tú debes ser un GRYFFINDOR!

Sirius sonrió sin saber por qué, y el hombre le colocó el sombrero a Remus.

- Ah, sí… una mente brillante… inteligencia te sobra, muchacho… ¿Ravenclaw? No.. no lo creo… ¡Mejor que seas un GRYFFINDOR!

Remus miró satisfecho a Sirius, e inmediatamente el sombrero fue a dar a la cabeza de James.

- ¿pero qué es lo qué tengo por aquí? Coraje puro… todo lo que un buen gryffindor debe de ser…amistad verdadera… ¿estarás siempre dispuesto a luchar por lo que quieres? Yo creo que sí… ¡Por eso serás un GRYFFINDOR!

James no cabía de contento; ¡estaba junto a sus amigos! Sólo había alguien que no parecía muy feliz. La profesora McGonagall parecía apunto de colapsar.

- Ahora bien, mi querida profesora, me tengo que retirar. Creo que estos chicos no merecen que les baje puntos, ya que lo que hicieron fue antes del comienzo de curso, ¿no es así? – dijo el hombre, tranquilamente – y ahora, Sr. Potter – James lo miró asombrado, ¿Cómo sabía su nombre? – y Sr. Sirius – Sirius también lo miró – espero que se comporten bien con su nueva Jefa de Casa – al oír esto, la profesora arrugó el entrecejo – y la sigan hacia sus dormitorios, en la torre de Gryffindor. Muy buenas noches a todos.

Y dicho esto, el hombre volvió sobre sus pasos hacia la puerta de la enfermería, cerrandola al irse.


o.O mi primer review! gracias, FLORCHA! me emocioné... espero que sigas leyendo la historia! byes!