DARK POTTER

Por: Mirlaure

Advertencia: Para aquellos que NO leyeron el quinto libro, les recomiendo que no lean mi FF, porque se van a enterar de las mejores partes del libro. Por cierto, y antes de que me olvide... LOS PERSONAJES DE ESTE FANFICTION PERTENECEN PURA Y EXCLUSIVAMENTE A J.K. ROWLING. TAN SOLO ME PERTENECEN PERSONAJES QUE NO FIGURAN EN LOS LIBROS YA EDITADOS. ESPERO QUE DISFRUTEN MI FF. Y NO SE OLVIDEN DE LOS RR!!

Capítulo I: Nicole

Una brisa se coló por la ventana del cuarto. En la cama, un muchacho de unos dieciséis años de edad se movía impaciente. Se sentó sobre la cama. No podía dormir. Cada vez que cerraba los ojos, terribles recuerdos regresaban a su mente, torturándolo por hechos del pasado sin remedio. Se refregó los ojos verdes, y se colocó los anteojos para poder ver mejor. Pasó sus dedos por entre su cabellos negro enmarañado, en un inútil intento de peinarlo. Resignado, se puso de pie y se acercó a la ventana. ¿Acaso era tan difícil poder tener una vida normal? ¿Tan complicado era pasar un año tranquilo? Sí, lo era. Cinco años en Hogwarts se lo habían demostrado.

Harry miró hacia el exterior. Las calle de Privet Drive estaba silenciosa, como era de esperar a las dos de la mañana de un caluroso día de Julio. Trató de poner su mente en blanco. Rió con amargura al comprobar que era imposible.

"Así que esta es mi vida" pensó Potter "Esto es mi vida. Estoy condenado a sufrir. Talvez hubiera sido mejor la muerte. ¿Por qué no dejé que Voldemort me matara cuando tuvo la oportunidad? Soy un verdadero estúpido!" se criticó a su mismo. Meneó la cabeza en signo de desaprobación. Escuchó un ruido de afuera. Tomó instintivamente la varita de su mesita de luz y buscó con la mirada. Sintió un inmenso alivio al ver que solo era una lechuza.

Un bellísima lechuza negra entró trayendo con ella un gran sobre. Le arrebató el sobre del pico del ave con brutalidad y rompió el sobre.

Cayeron sobre el piso otros tres sobres, que se hallaban dentro del grande. Los tomó del piso y los dejó sobre su mesa de luz. Tomó uno de los tres y lo abrió mientras se sentaba en la cama. Era la letra de Hermione

Querido Harry:

            Espero que te encuentres bien. La verdad es que no tengo mucho que contar. Estoy pasando las vacaciones en casa de Ron. La Madriguera. Todo parece tranquilo, considerando lo que está sucediendo. Dumbledore ha hecho de la casa de los Weasley una guarida increíble. Ojalá puedas venir estas vacaciones.

Si necesitas algo, por favor, no dudes en decírmelo Harry. Sabes que somos amigos. Puedes confiar en mí. Tus cartas me tienen preocupada. Y creo que no solo a mí. ¡Respondes de vez en cuando, y tan sólo nos escribes unos reglones que no nos dicen nada! ¿Estas seguro que te encuentras bien? Realmente así lo espero.

Cariños,

            Hermione

Harry se quedó mirando la carta unos segundos. Hermione le había escrito durante aquel verano unas veinte cartas, minimamente. Pero Harry solo le había enviado cinco, o seis, y realmente cortas. Tomó con desgano un pedazo de pergamino que tenía por ahí, y con una birome muggle garabateó un intento de carta.

Hermione:

            Ya no te preocupes por mí. Estoy bien. Si necesito algo te lo haré saber. Dalé mis cariños a los Weasley.

            Saludos,

                        Harry

Dobló el pergamino por la mitad, y en el frente escribió "Hermione". Luego lo metió dentro del gran sobre en el cual había llegado la carta. Tomó otra de las cartas. Al abrirla notó una letra que le era familiar también. Remus Lupin.

Harry:

            ¿Cómo te encuentras? Ha de ser una pregunta estúpida, ¿verdad? Pero no puedo dejar de hacerla. Me imagino que has estado leyendo "El Profeta", así que estarás al tanto de los ataques por parte de Voldemort y sus servidores. Por nuestra parte, la Orden del Fénix está trabajando como nunca. Las cosas están difíciles, y el Ministerio es un completo descontrol. El mundo entero esta conmocionado.

Debes tener cuidado, Harry. Te pido que seas precavido, cuidadoso. No salgas durante la noche, y si puedes, tampoco de día! Ya ni a la luz del Sol estás seguro. Estamos arreglando para sacarte de la casa de los Dursley cuanto antes. Mientras tanto, mantente alerta.

Saludos,

Remus Lupin

Harry tomó un pedazo de pergamino grande, cortó una parte de él, y sobre ella escribió:

Remus:

            Gracias por preocuparte. Me encuentro bien. Sí, he leído "El Profeta", y estoy al tanto de todo. No te preocupes por mí, se cuidarme solo. Te agradezco tus intentos por sacarme de acá.

            Saludos,

            Harry

Nuevamente dobló el pequeño papel por la mitad, pero esta vez escribió sobre él el nombre de "Remus Lupin". Lo metió junto con el de Hermione en el sobre grande, y se dispuso a leer la tercera carta. La letra era inconfundible. Aquel era su amigo Ron.

Harry:

            Amigo, no sabes lo que es mi casa. ¡No te haces una idea de la cantidad de lechuzas que nos visitan a diario! Estoy con Hermione. Llegó hace unos días. También llegó Charlie de Rumania. Parece que tuvo unos problemas serios. Pero como siempre, la Orden del Fénix tiene sus puertas cerradas para menores de edad.

            ¿Has leído "El Profeta"? De seguro que sí. ¡Te consideran un héroe Harry! No hay nota en la que no se te nombre. Vaya que te has vuelto famoso, compañero.)

            Escuché la otra noche a mamá hablando con el Prof. Lupin, y parece que dentro de poco te vienes para casa. Ojalá todo salga bien.

            Saludos,

                        Ron

P.D: Trata de escribir algo mas largo, Harry. Mamá está preocupada, ¿sabes? Dice que tus cartas no dan mucho a entender el estado en que te encuentras...

Harry meneó la cabeza. ¿Por qué diablos todos se preocupaban tanto por él? ¡Que cada uno se preocupe de si mismo! Tuvo que cerrar los ojos para calmarse y no hacer añicos la carta. Últimamente, se disgustaba con mucha facilidad. Le ponía nervioso que lo trataran como a un niño, porque no lo era. Y si sus cartas eran cortas... pues así seguirían siendo. Harry no se sentía con ganas de escribir un libro cada vez que alguien le enviaba un sobre.

Tomó otro pedazo de pergamino, y escribió nuevamente una de sus cartas cortas.

Ron:

Me alegro de que Hermione y Charlie estén ahí. Tu padre debe estar ocupado con las cartas. Lamento preocuparlos por la brevedad de mis cartas, pero no me siento como para escribir mas. Espero poder ir este verano a tu casa.

            Saludos,

                        Harry

Nuevamente, y por última vez en aquella noche, dobló el pergamino y esta vez escribió sobre él: "Ron". Lo metió en el sobre grande y luego lo cerró. Volvió a dárselo a la lechuza negra.

-Ahora, llévalo con sus dueños, ¿si?-le dijo a la lechuza de manera irritada. La lechuza ululó de manera desaprobarte y salió por la ventana. Harry vio como la lechuza se alejaba, y tras perderla de vista, se desplomó sobre su cama.

Cerró los ojos, en un intento de descansar, pero era imposible. Demasiados recuerdos en su mente para torturarlo durante las noches. Una sucesión de imágenes y recuerdos aterradores se mostraban ante sus ojos cerrados con tanta claridad como si los estuviera viviendo en aquel momento. Con los ojos aún cerrados, Harry frunció el ceño. Estaba arto de todo aquello. Se puso de pie, se ató los cordones de las zapatillas, y abriendo la puerta en el mayor silencio posible, salió de su cuarto en la casa número 4 de Privet Drive. Iba a desobedecer a Lupin. Y no le importaba. Necesitaba salir.

Cerró la puerta de entrada de la casa de los Dursley con cuidado, y comenzó a caminar en dirección a la calle Magnolia, ya conocida de memoria. Las luces titilaban débiles en los faroles, amagando con apagarse en cualquier momento. Se detuvo tras caminar unas cuantas cuadras, y acalorado por el verano, se sentó en el cordón de la vereda. Entrecerró los ojos, mirando en dirección al piso. Repentinamente escuchó unos pasos ahogados. ¿Quién podía estar caminando a esas horas de la noche? Abrió los ojos envuelto en pánico al formularse aquella pregunta en la mente. Saltó de su lugar como propulsado por un resorte

Miró hacia adelante. Caminando por la calle había una figura femenina envuelta en una capa negra. Caminaba con lentitud, y abrazaba su cuerpo con sus propias manos, como si tuviera un inmenso frío. Tan solo se le veían las manos. Dos manos delgadas, de dedos y uñas largas. Dos manos de piel completamente blanca, hasta el punto de parecer sin vida. La dama avanzó con decisión hacia donde se hallaba Harry, inmóvil.

Reaccionando ante la visión, cuando la mujer estaba a pocos pasos de él, Harry sacó la varita y le apuntó al pecho.

-¡Detente!-ordenó Potter, con voz segura y agresiva. La mujer detuvo abruptamente su caminar.

-Baja la varita Harry-dijo una voz fría y punzante a través de los pliegues de la capa. Era más que una orden. Inconscientemente, Harry bajó la varita. –Buen chico-volvió a hablar la mujer, en tono burlón. Harry trató de levantar nuevamente el brazo. Imposible, no podía moverse. Prestó atención a la mujer. -¿Por qué atacas a una pobre dama que anda tranquila por las calles?-preguntó la mujer en una voz más dulce que la anterior, y Harry notó que la voz no era de una mujer adulta, sino de una joven.

-Yo no te ataqué-contestó Harry entre dientes.

-OH! Claro, claro.-dijo en tono sarcástico la muchacha, haciendo un movimiento con la mano que irritó un tanto a Harry. Le estaba tomando el pelo-Estas demasiado acostumbrado a ser el héroe, Harry.

-Yo no soy ningún héroe-respondió Potter más fastidiado todavía.

-No, no lo eres. Pero pensé que talvez alguien te lo había hecho creer-habló la muchacha, y esta vez, su voz volvió a ser tan fría y escalofriante como en un comienzo. Estaba hablando en serio.-Y me alegra que te des cuenta que nada de lo que has hecho ha valido la pena.

-¿A qué te refieres?- preguntó Harry. ¿Qué podía saber ella de lo que él había hecho?

-Tu sabes. La muerte de tus padres, la derrota de Voldemort, la piedra Filosofal, la Cámara de los Secretos, el basilisco, Tom Riddle, los dementores, el Torneo de los Tres Magos, tu encuentro con Voldemort, la muerte de Diggory, la muerte de Sirius Black...-la muchacha se apoyó contra una pared entre las sombras mientras enumeraba una serie de hechos que de a poco, iban cobrando vida en la mente de Harry. No podía ser verdad. Ella no podía saber aquello.

-¿Cómo lo sabes?-preguntó Potter, completamente sorprendido.

-¿Cómo lo se?-repitió la muchacha riéndose de manera escalofriante-¿Qué importa cómo lo se? Lo importante es que lo sé.

 -¿Quién eres?-preguntó Harry, comenzando a desconfiar de la dama. Notó que la sensibilidad volvía a su cuerpo. Empezaba a tener dominio de si mismo. Apretó la varita con fuerza en su mano. Estaba listo para un duelo.

La dama se separó de la pared y avanzó unos pasos hasta quedar a dos metros de Harry. Levantó las manos, y Harry preparado, levantó la varita. Ella, ignorándolo por completo, colocó sus manos al borde de la capucha de la capa, y la bajó con lentitud.

Una larga cabellera de color negra azulada calló en prolijos bucles, que no llegaban a ser rizos. Dos ojos turquesas relampagueaban malignamente en aquel rostro blanquecino, casi fantasmal. Harry hubiera jurado que veía a un fantasma. Sus labios, de un extraño color casi morado, se curvaban en una sonrisa altanera. Tenía largas pestañas negras, y las cejas estaban perfectamente curvadas. La muchacha era de una belleza aterradora.

-Quien soy... ni yo misma lo se. Pero los mortales me conocen como Lady Nicole Ariadna Daphne Banquershire de Gonlord. Puedes llamarme Nicole.-respondió la joven. –Ahora que sabes quien soy, no tienes necesidad de apuntarme con eso-volvió a hablar, moviendo la cabeza en dirección a la varita de Harry, que aún permanecía extendida entre los dos.

-Saber tu nombre no me dice nada. ¿Qué es lo que buscas acá?-preguntó Harry con dureza.

-A ti-le respondió Nicole. Harry sintió un escalofrío que recorría lentamente su cuerpo. Pero no sintió miedo. Nicole avanzó lentamente hacia él. Debía atacarla... pero no podía. Algo en aquella dama lo detenía y al mismo tiempo lo atraía. Algo misterioso. Algo oscuro. Algo maligno. Nicole llegó hasta donde la mano de Harry permanecía extendida sosteniendo la varita, y estiró su propia mano posándola delicadamente sobre la de Potter. Un frío recorrió al muchacho de pies cabeza, erizándole los pelos de la nuca. La mano de Nicole estaba helada. Lentamente, la dama hizo que Harry bajara la varita. Se detuvo a poco centímetros de Harry, fijando sus ojos fríos y malvados en los de Potter.-te dije que no tenías necesidad de apuntarme con tu varita-dijo casi en un susurro.

-¿Qué quieres de mi?-preguntó Harry, tratando de no cortar la conexión visual con Nicole. Ella dejó ver una sonrisa de lado.

-Ayudarte. Salvarte-dijo sencillamente.

-No necesito que me ayudes, y menos que me salves. Estoy a salvo-dijo Harry, seguro de si mismo. Nicole levantó una ceja.

-A salvo. Tú.-dijo en tono sarcástico. Separándose unos centímetros mas de Harry, comenzó a caminar en círculos, dejándolo a Potter en el medio, atrapado.-No estas a salvo Harry. Te tienen engañado. Atrapado. Están celosos, Harry. Todos ellos están celosos.-dijo Nicole, con lentitud, midiendo claramente sus palabras, eligiéndolas con cuidado.

-¿Quiénes son "ellos"?-preguntó Harry mirando a Nicole de manera calculadora.

-Todos. Tus amigos. Tus enemigos. La Orden del Fénix...-Nicole pronunció a esto último en un tono más elevado al que estaba usando antes, y Harry lo notó.

-¿Por qué habrían de estar celosos?-volvió a preguntar Potter, aún seguro de lo que decía.

-Porque tú tienes algo que ellos no, Harry.-Nicole dijo esto e hizo una pausa, en la que fingió tomar aire. Pero él sabía que lo hacía par acaparar su atención- Poder - pronunció esta palabra mientras se detenía frente a Harry, fijando nuevamente sus ojos en los del muchacho.-Estan celosos porque eres poderoso Harry. Y quieren tu poder. Por eso hacen lo que hacen. ¡Ellos no te quieren! Te tienen engañado, Harry. ¡Abre los ojos!-Nicole fue elevando la voz a medida que avanzaba hacia Harry. El muchacho la miraba con una extraña expresión. Ella estaba loca. Sí, debía estarlo.

-Estas loca-Harry pronunció lo que estaba pensando.

-¿Loca? Si, estoy loca. Pero solo los locos vemos con claridad las cosas, Harry. ¿No te has dado cuenta aún? Todo lo que sucedió en tu vida, fue por culpa de ellos. ¡De todos ellos! Fingen querer ayudarte, pero... ¿qué es lo que han hecho hasta ahora para ayudarte? Dilo, Harry. Vamos, defiéndelos. Si es que puedes...-le dijo Nicole con un extraño brillo en los ojos, y volviendo a su tono suave y frío. Harry enmudeció. Empezó a sentir un rencor creciendo adentro de él. Rencor hacía todos. Nicole tenía razón. Todos eran culpables de las desgracias que él había sufrido. Nicole miraba a Harry en silencio. Ella podía sentir algo cambiando en el muchacho, y una sonrisa se dibujó en su pálido rostro.-Fue culpa de ellos que tus padres murieran. Y fue culpa de ellos que Sirius muriera, Harry. Culpa de sus celos.-Nicole volvió a hablar usando una voz extremadamente dulce y relajante. Harry cerró los ojos, y tan solo dejó que las palabras de la dama entraran por sus oídos.-Talvez, si te hubieras unido a Voldemort, todo hubiera sido diferente, ¿no lo crees? Sirius estaría vivo.-Harry notó que Nicole le estaba hablando al oído, en un susurro.-Pero también debemos recordar que Voldemort te envidía. ¿por qué? Porque eres mas poderoso que él. El también es culpable de todo-la voz de Nicole se iba haciendo cada vez más profunda, como si ahora estuviera hablándole a Harry desde adentro de su cabeza.-Nadie te quiere Harry. Y los que te quisieron alguna vez estan muertos, por culpa de los que te envidian.-la voz de Nicole había empezado a perder su dulzura, y comenzaba a ser nuevamente fría y malvada.-Debes vengarte, Harry. Dejame ayudarte. Déjame salvarte de todos ellos. A ellos no les importas. Ellos quieren tan solo que mates a Voldemort y que los salves. No les importa si mueres en el intento. No les importa nada de lo que te suceda. Es por eso que te dejaron con los Dursley hace dieciséis años atrás. Es por eso que en los veranos te dejan aquí, abandonado. Es por eso que sus cartas siempre son vacías. Es por eso que todo te parece tan lejano mientras estas aquí. Porque cuando estás aquí, ves las cosas con claridad, como realmente son. Estas solo, Harry. Solo. Te han engañado toda tu vida. Es hora de la venganza. Déjame que te ayude a vengarte.-Nicole terminó su monólogo,  y Harry abrió los ojos nuevamente. Nicole estaba parada frente a él, a escasos centímetros de su rostro. Harry la miró fijo a los ojos. Y ella notó en aquellos ojos verdes algo diferente. Un poder nuevo, y oscuro. Harry sonrió de lado, y una risa fría y cortante salió de entre sus labios.

-Nos vengaremos-dijo Potter al terminar de reírse. Nicole sonrió satisfecha mientras acariciaba con sus frías manos el rostro de Harry.