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Por Liandana
Las flores caían sin cesar, las hermosas hojas de cerezo caían sin dar tregua a las demás, el viento cantaba entonando una canción maravillosa, los árboles le sonreían al sol, mientras sus hojas tomaban un sin fin de tonalidades verdes.
Al pie de un árbol una chica con un vestido largo, color azul marino, estaba sentada con sus rodillas entre sus brazos mirando hacia la nada. Su mente voló rápidamente hacia una escena vivida hace ya tiempo.
Estaba sentada al pie de un árbol, observando como los pétalos de sakura caían lentamente. Alguien se acercó.
- Hola- saludo con voz
tranquila
- Hola- respondió con una sonrisa
- Es
hermoso, ¿no crees?- la chica asintió en silencio
mientras el joven se sentaba a su lado.
Estuvieron segundos, quizá minutos, horas, observando el espectáculo, totalmente en silencio. Ninguno de los dos quería estropear aquel momento, se sentía un aroma reconfortante en el ambiente.
- ¿cómo se siente ser mágico?- preguntó con espontaneidad y inocencia
Eriol meditó un poco
- No sé explicarlo, dímelo tú- tomo una de sus manos y pronuncia unas palabras. Él la miró y sonrió suavemente- Inténtalo
Tomoyo extendió su mano e hizo un movimiento de la palma de su mano salieron pequeñas luces, Eriol hizo lo mismo, sin embargo esta vez en lugar de salir luces, salió humo de colores, se formaron diferentes siluetas dando paso a una función de ballet. Tomoyo miró con detenimiento, estaba fascinada. Las figuras se mezclaban con las luces y las flores de cerezo. Miró a Eriol y descubrió una sonrisa pero sus ojos demostraban tristeza.
- ¿Te sientes sólo?
Eriol salió de sus pensamientos y dirigió su mirar hacia esa hermosa joven que estaba a su lado. La pregunta le había tomado por sorpresa. No supo en que instante dejo salir una lágrima, ni el por qué de ella. Tomoyo sonrió y tocó la mejilla de él limpiando la lágrima.
- No deberías- comenzó
Tomoyo- tienes a Nakuru y a Suppi-chan- deseo haber continuado pero
las palabras no surgieron de su garganta
- ¿También
te tengo a ti?- no pudo evitar preguntar con melancolía.
Tomoyo se sorprendió y después de unos segundos acepto con la cabeza.
- A mí también... siempre
Eriol tomo entre sus manos las de ella y la miró a la cara
- Ahora no estoy sólo- había dicho suavemente y con alegría en su rostro
Pasaron unas semanas y en el mismo lugar se encontraban de nuevo.
- Eres y serás una
persona muy valiosa para mí... siempre.
- Eriol...- la
silencio poniendo un dedo sobre sus labios
- No existe la soledad
entre nosotros y recuerda siempre cree en la magia, porque es eterno
y yo seré eterno si tú crees en ella- finalizó
Tomoyo lo abrazó con urgencia y él se aferró a su fino talle.
Una entrega...
Una comunión...
Sus almas se unieron...
- Gracias- se oyó al unísono
Lágrimas...
Una despedida....
Más lágrimas...
Suspiros...
Tristeza...
Lágrimas...
Tomoyo esbozó una sonrisa melancólica y se limpio las lágrimas que había dejado salir.
- Eres eterno y te amo- susurró al viento
Estrecho fuertemente sus rodillas y hundió su cabeza entre ellas.
- Eriol...
Las flores de cerezo no dejaron de caer y el viento no dejo de cantar, los árboles seguían sonriéndole al sol todo ajeno a la mujer, todo menos un hombre en Inglaterra que la añoraba y deseaba tanto como ella a él. Un hombre inglés...
Fin.
Notas de la autora:
Primeros trabajos, primeros fics y se esperan críticas o comentarios. Debo agregar que son fics muy queridos por mi... ya saben nostalgia de autoras jejejej
