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Y volví!! Después de unos agradables quince días de vacaciones, ¡estoy de regreso! Perdón por no responder todos los reviews que me dejaron. Prometo que en cuanto pueda los respondo. Por el momento, creo que lo mejor es darle este capítulo, el cual se merecen por esperarme tan pacientemente ^_^ ¡Gracias!
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Capítulo X: La visita a Hogsmeade
-¡Harry! Despierta. Tenemos que bajar de urgencia al Gran Salón-le dijo ron la mañana del domingo, sacudiéndolo bruscamente.
-Pero si es domingo.-se quejó Harry mientras se ponía de pie y se vestía con una de sus nuevas y elegantes túnicas.
-Parece que sucedió algo importante-dijo la voz de Neville, cerca de ellos.
-¿Algo como qué?-preguntó Potter. Todos se encogieron de hombros. Ninguno tenía una respuesta. Harry terminó de vestirse y se miró en el espejo del dormitorio. Tomó un peine que tenía sobre su mesita de luz y logró dominar por completo su pelo, peinándolo de una manera muy elegante.
-Tu pelo está raro-señaló Ron, con una expresión algo desconfiada. Harry ni siquiera lo miró. Estaba demasiado ocupado mirando su reflejo en el espejo, y acomodándose la túnica.
-No entiendo a lo que te referís. Tan solo me lo dejé crecer un poco. Supongo que al tenerlo mas largo se volvió más... dócil.-la explicación de Harry tenía bastante coherencia, y Ron no volvió a preguntar.-Está túnica es asquerosa-se quejó Harry, mirando su reflejo con asco. Rápidamente se quitó la túnica y la remera que tenía debajo. Ron pudo ver que la espalda de Harry lucía unas grandes cicatrices, como si una bestia lo hubiera arañado.
-¿Qué te sucedió en la espalda?-exclamó Ron sorprendido. Harry puso los ojos en blanco y tuvo que tomar una gran bocanada de aire para conservar la calma.
-Me lastime. Nada más.-respondió en tono cortante mientras se ponía otra remera y otra túnica.-Mucho mejor-dijo mientras miraba su reflejo con expresión arrogante y satisfecha.-Vamos-dijo, mientras salía de la habitación.
Detrás de él salieron los que quedaban en la habitación. En la sala común, los alumnos de Gryffindor cuchicheaban y hacían posibles hipótesis sobre el motivo por el cual se había citado a todos en Gran Comedor. Hermione localizó a Harry y a Ron entre la multitud y fue con ellos. Tenía una terrible expresión. Parecía sumamente nerviosa.
-Será mejor que bajemos. Hay mucha gente acá y el clima es asfixiante, ¿no lo creen?-les dijo cuando estuvo junto a ellos. Los tres salieron de la Sala Común escuchando en el camino todo tipo de historias, la mayoría demasiado imaginarias, incluso en el mundo mágico.
Hicieron todo el camino en silencio. Hermione dirigía de vez en cuando una que otra mirada nerviosa en dirección a Harry. Finalmente, habló.
-Talvez... talvez sea mejor que no vayamos... no vale la pena-dijo, quedándose quieta en el lugar. Harry y Ron la miraron extrañados.
-Hermione, ¿te sientes bien? ¿Tienes fiebre o algo?-le dijo Ron en tono de burla. Hermione lo miró enojada.-Vamos Hermione, no podemos faltar, somos Prefectos.-le recordó Weasley. Granger pareció dudar. Finalmente, asintió y siguió caminando.
Llegaron ante las puertas de Gran Comedor. En su interior ya había gran cantidad de alumnos. Notaron que todo el salón estaba decorado en tonos negros. Se acomodaron en la mesa de Gryffindor, y esperaron en silencio. Tras varios minutos de espera, el Comedor finalmente estuvo lleno, y las puertas se cerraron. Dumbledore se puso de pie, y todos callaron. El director parecía agobiado y cansado, como si repentinamente el peso de todos esos años le hubiera caído encima. Se aclaró la garganta.
-Alumnos, los he reunido aquí para dar un trágica noticia.-un murmullo creció entre la gente, y Dumbledore tuvo que alzar su mano nuevamente.-Ayer, durante la noche, mientras la mayoría dormía tranquilamente, una alumna fue asesinada cruelmente... dentro de Hogwarts.-esta vez no fueron murmullos. Eran palabras, e incluso gritos. El terror se esparció entre la multitud.-Esta mañana, la alumna fue encontrada por la prefecta de Gryffindor, Hermione Granger, mientras iba a la biblioteca a regresar unos libros. La encontró en uno de los pasillos secretos, tumbada en el suelo. El medimago dijo que llevaba varias horas muerta, y que probablemente, había sido asesinada durante la plenitud de la noche. La alumna de la que hablo es Megan Railan, Prefecta de Hufflepuff.-gritos y llantos estallaron en la mesa de Hufflepuff, y en otras mesas. Harry pudo distinguir entre las personas que lloraban a Daiara y a Priscila. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para contener la risa que pugnaba por salir- Megan era una excelente alumna y persona. Y fue injustamente asesinada de una puñalada en el estómago. No sabemos todavía quien fue el asesino, pero no descansaremos hasta encontrarlo. Ahora, pediré a todos los presentes que guarden conmigo un minuto de silencio para Megan Railan.-el director bajó la cabeza, y la mayoría de los presentes lo imitaros. Harry miró a su alrededor. Todos lucían caras tristes y turbadas. Se les leía el miedo en la cara. Miedo a algo que pocas veces había acechado los pasillos de Hogwarts: la muerte. Escuchaba a algunas personas sollozar en silencio. Ahogarse en penas y lamentos por alguien que ya estaba muerta. No valía la pena llorar. No valía la pena hacer silencio. No importaba lo que hicieran, ella no volvería a la vida. Y ese sentimiento; ese poder; el saber que todos estaban ahora doblegados a su voluntada, causaba en Harry una alegría y un regocijo inexplicables. Todo Hogwarts estaba ahora a sus pies.
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Los carruajes iban a paso sumamente lento. A su lado, el paisaje campestre iba quedando atrás para dejar lugar a los comienzos de un pueblo. Era temprano y tenía por delante toda una tarde. Trató de recostarse y calmarse, pero en compañía de Ron y Hermione, era imposible.
-Hermione... debes relajarte... no fue tu culpa.-la consolaba Ron.
-Lo se... pero, tuviste que verla, Ron! Fue aterrador. Yo... yo jamás... jamás había...-trataba de explicarse Herm. Las manos le temblaban, y estaba sumamente pálida.
-¿Jamás habías visto a un muerto?-le preguntó Harry, internándose en la conversación. Hermione lo miró profundamente a los ojos. Harry leyó en aquellos ojos almendra el miedo. El espanto. El pánico. Estaba aterrada. Y sin embargo, su mirada era profunda y calculadora, como si quisiera ver más allá de los ojos verdes de Harry.
-No.-le respondió finalmente.-Pero no fue solo ver a un muerto, Harry. Vi la sangre en el pasillo, y la seguí, y cuando corrí el tapete y entré en el pasillo secreto...-la voz de Hermione se quebró, y sus ojos se llenaron de lágrimas. Harry dejó de mirarla, y volvió a centrar su vista en el paisaje.-Fue horrible. Estaba toda manchada en sangre... y esa herida... –Hermione se tapó la cara con las manos. Era demasiado para ella-No entiendo porqué ella.
-Pasa todo el tiempo, Hermione-dijo la voz fría e impecable de Harry. Era como si nada de lo que había pasado hubiera llegado a él. Se hallaba inmutable.-La gente debe morir, y otras deben nacer. No importa como mueren. Cientos de personas mueren todos los días, y nosotros ni nos damos cuenta. Hagamos como si Megan fuera una de esas personas, y olvidémonos del tema. Ni siquiera la conocíamos.-Potter hizo un movimiento con la mano para restarle importancia al caso. Ron le dirigió una mirada de espanto.
-¿Cómo puedes decir eso, Harry? ¿De qué material estas hecho, compañero?-le dijo bastante alterado. Harry lo miró inexpresivo. No podía creer que se tomaran todo esto tan en serio.- ¿Olvidarnos del tema? Harry, una muchacha fue asesinada dentro de Hogwarts. ¿entiendes lo que eso quiere decir?- le dijo Ron completamente fuera de si, y casi a los gritos. Hermione miró a sus amigos por entre sus dedos. Harry se mantuvo unos segundos en silencio, y luego, dejando ver una sonrisa de lado, habló.
-Ya entiendo.-le dijo, mientras que se peinaba su pelo negro con una mano-No es Megan la que los preocupa. Son ustedes mismos. Claro...-Harry hablaba con una voz profunda y de fingida comprensión.-¿qué importa Megan? El hecho es que si pudieron matarla a ella, los pueden matar a ustedes.-dijo dejando ver una falsa sonrisa.-¿Quién es ahora el de la mente fría, Ron?-le preguntó en tono de burla. Ron se quedó de piedra. No sabía que decir.
-No es así, Harry. –trató de explicarse Ron. Harry levantó una ceja, y sin decir nada, volvió a fijar su vista en el paisaje. Hubo un largo rato de silencio.
-Harry...-lo llamó débilmente Hermione. Harry hizo un ruido parecido a un gruñido para dar a entender que la escuchaba- ¿no lamentas la muerte de Megan?
Potter giró la cabeza para mirarla-¿por qué me preguntas eso?
-¿Qué no era tu novia?-inquirió Granger.
-No, estábamos tan solo empezando a conocernos. –le aclaró Harry.
-Entonces, ¿lamentas su muerte?-volvió a preguntarle Hermione. ¿A dónde diablos quería llegar?.
-Si... lo lamento-mintió Potter, y volvió a fijar su vista en el paisaje, el cual había cambiado. Ahora se podían ver varias casas a los costados del camino. Estaban llegando. El carruaje se detuvo repentinamente.-Llegamos-informó Harry, mientras abría la puerta y bajaba apresuradamente. Miró a su alrededor. Alumnos de todas las casas y edades bajaban de los carruajes... se preguntó dónde podría encontrar a...
-Harry, ¿puedo hablar contigo?-le dijo una voz débil y llorosa. Parada junto a él se hallaba Priscila. Tenía los ojos rojos, y la cara surcada por varias lágrimas. Su pelo largo se hallaba atado en un prolijo rodete, y vestía con una túnica negra que no era de Hogwarts. Estaba de luto. Harry la miró desconcertado. ¿Por qué todos siempre querían hablar con él? Asintió con un movimiento de cabeza. Priscila lo tomó de la mano y lo arrastró entre la multitud hacia "Las Tres Escobas".
Entraron al famoso bar. Había gran variedad de personas allí, riendo y tomando. Todas despreocupadas. Priscila recorrió el lugar con la mirada y se detuvo en una pequeña mesa libre. Harry y ella se sentaron allí.
-Harry... esto es muy difícil para mi, y también lo es para Daiara. Éramos las mejores amigas de Meg, y nos duele muchísimo su pérdida. Daiara ni siquiera fue capaz de levantarse esta mañana, así que soy yo la que tiene que venir a hablar contigo.-la muchacha miraba a Harry seriamente, y de vez en cuando, derramaba una lágrima.- La noche en que la mataron... el sábado... ella antes de salir le dijo a Daiara que iba a encontrarse contigo, y que no la esperara despierta. Y Daiara la esperó hasta las tres de la mañana, cuando calló dormida. Y al otro día nos enteramos de que ella había sido asesinada.-Priscila hizo una pausa. Potter la miró con desconfianza. ¿Acaso ella podía saber algo? ¿Lo estaba acusando? ¿Era una especie de interrogatorio? -¿sabes algo de lo que sucedió esa noche?
-Yo no me reuní con ella esa noche. Ni siquiera estuve despierto la noche del sábado. Si le preguntas a cualquiera de Gryffindor, te dirán que incluso me fui a dormir temprano porque estaba cansado debido al entrenamiento-le explicó Harry en el tono mas calmo que logró.
-No me malinterpretes, Harry. No te estoy acusando de nada-aclaró la muchacha, esbozando una débil sonrisa. Y Harry notó que le hablaba con sinceridad. Nunca había desconfiado de él.- Y me imaginaba que esa iba a ser tu respuesta. Daiara dudó de que Megan realmente fuera a reunirse contigo. Debes saber que las tres somos muy unidas, y nos damos cuenta cuando alguna miente, o algo está mal. Y esa noche, Daiara vio en los ojos de Meg algo extraño, diferente. Como un miedo, un nerviosismo... no encuentro las palabras indicadas...-Priscila soltó un leve sollozo, y más lágrimas salieron de sus ojos.
-Yo no estuve con ella esa noche. No se que fue lo que sucedió, pero te aseguro que no se nada- le dijo Harry. La chica le sonrió.
-Gracias. Me imaginé que esta iba a ser tu respuesta. Pero en el fondo, tenía la esperanza de que me dijeras que en realidad si te habías juntado con ella, y que me pudieras echar alguna luz sobre tanta oscuridad. Esperaba que supieras algo sobre quien la atacó-
-Es una pena que no sepa nada.-agregó Potter, sin mostrar demasiado interés.-Ahora, tengo que irme. Espero que resuelvas el misterio.-y diciendo eso, se puso de pie y se dirigió hacia la salida.
Aún no había llegado a la misma, cuando vio a la persona que estaba buscando. Sentada en una mesa, junto a un grupo de jóvenes de su misma edad, estaba la Profesora Simspell. Sonrió con malicia. Ahí estaba su presa. Y él ya estaba listo para atacarla.
Salió de la taberna. Una brisa otoñal hizo que su pelo flameara libremente. Cerró los ojos durante unos instantes para saborear la pureza de la tarde. Un atardecer que se teñiría en sangre.
Caminó tranquilamente con las manos en los bolsillos. No había de qué preocuparse. Todo estaba saliendo a la perfección. Su único obstáculo en el camino era Megan, y ella ya estaba muerta. Sonrió recordando el momento.
La gente se perdía en la distancia, mientras que él se encaminaba por caminos vacíos y silenciosos, llenos de historias perdidas en el tiempo y el olvido. Calles que gente recorría, calles que llevaban a distintos destinos, calles sin salidas, calles angostas, calles amplias, pero siempre calles. ¡Quien sabía todo lo que había sucedido en esas calles! Y nunca nadie lo sabría con seguridad.
Se detuvo al doblar en una esquina. Hacia rato que estaba caminando y había perdido noción del tiempo. Miró hacia el cielo. El sol estaba desapareciendo en el horizonte. Era hora de buscar a Nicole. Retomó su camino hacia el centro del pueblo.
-¿A dónde crees que vas?-le preguntó una voz femenina. Potter se detuvo y comenzó a reír.
-¿Cómo es que haces para siempre estar en el lugar indicado, en el momento indicado, y siempre tomarme desprevenido?-se burló, girando a mirar el rostro pálido de Nicole, que le hablaba desde la ventana de una de las casas, escondida de los últimos rayos de luz.
-Parece que tenemos gustos parecidos. Elegí esta casa para esconderme del sol durante el día. No me imaginé que fueras a venir por esta zona-le confesó la dama.-En cuanto a tomarte desprevenido... pues tendrías que estar mas atento, más prevenido.
-La casa se encuentra en perfecto estado para ser abandonada-le dijo Potter, mirando la estructura exterior de una casa grande y lujosa.
-No estaba abandonada-le respondió Nicole, enjugándose los labios.
-Entonces ya comiste-exclamó Harry entre risas.
-A una deliciosa parejita millonaria. Para la madrugada debo estar aquí de regreso. Quiero ver el nacimiento de mis engendrados.-dijo Nicole mirando hacia el interior de la casa, y con una extraña expresión maternal.
-Nos tomará menos tiempo del que te imaginas-
-¿Dónde esta?
-En las Tres Escobas
-¡Sácala de ahí de una vez! ¿Acaso crees que la mataré frente a toda esa gente?
-No estaría mal...
-No, no estaría. Pero a menos que quieras sobrevivir a esta noche, será mejor que la saques de ahí. ¿vino Dumbledore?
-¿Importa?-
-¡Claro que importa, Potter! ¿Desde cuando eres tan descuidado?-se quejó Nicole. Lanzó una mirada al horizonte. El sol ya casi desaparecía.
-No, no está.- le contestó Harry de mala gana. El Sol ya se había escondido.
-Bien... es hora de empezar la cacería.-pronunció Nicole en un tono de ultratumba. Antes de que Harry pudiera agregar algo, la dama había saltado el marco de la ventana y se hallaba parada a su lado. Vestía con un vestido negro largo, y al cuerpo. El cabello negro se hallaba peinado prolijamente sobre sus hombros. Su piel seguía tan blanca como siempre, pero ahora Nicole se había delineado los ojos de negro, haciéndolos resaltar. Harry la miró de arriba abajo, maravillado. El vestido le quedaba muy bien. Delicadamente, la dama se colocó una capa negra sobre los hombros, y le colocó un bellísimo broche en plata. Harry notó algo conocido en aquel broche: era un dragón enredado en una "B". Nicole notó la atención que Harry ponía en el broche.-¿hermoso, no lo crees?-le dijo, sonriendo mientras acariciaba el broche con sus largos dedos.-Es el símbolo de mi familia. ¡Oh, si Harry! Aunque no lo creas, yo tengo una familia. Y pronto la conocerás...-le dijo riendo fríamente. Potter meneó la cabeza, al tiempo que Nicole se colocaba la capucha de la capa sobre su cabellera negra.
Caminaron uno junto al otro, en silencio, apreciando el lento nacimiento de una noche prometedora. Las voces alegres de cientos de personas llegaron a los oídos de la pareja a medida que avanzaban por el angosto camino. Nicole se detuvo.
-Hasta aquí llego, Harry. Ahora, ve por nuestra presa. Y asegúrate de que nadie los siga.-le dijo la dama, escondiéndose en un callejón sin salida. Potter asintió y se encaminó hacia las Tres Escobas. Estaba a una cuadra del local cuando vio a Guadalupe saliendo del mismo, sola. Sonrió. Era su oportunidad. Corrió hacia ella, esquivando a la gente que iba de un lado al otro. En su mente circulaban cientos de mentiras y excusas para arrastrar a Simspell hasta Nicole. Una mas incoherente que la anterior. Guadalupe se empezaba a perder entre la multitud, y la sonrisa se borraba de los labios de Harry.
-Parece que la muerte de tu novia no te ha hecho ningún efecto, ¿eh, Potter?-le dijo una voz desafiante. A su lado, con una gran bolsa de Honeydukes, estaba Kevin Ross. Harry lo miró unos segundos, y volvió a mirar hacia donde estaba la profesora de DCAO. Pero era tarde. Había desaparecido. Irritado, volvió a mirar al muchacho.
-Hay distintas formas de sufrir una muerte, Ross, y la mía es completamente diferente a todas.-le respondió tratando de mantenerse calmo. El joven rió.
-No entiendo como nadie se ha fijado en ti-le dijo entre risas. Harry levantó una ceja.-Me refiero a que... Megan Railan se muestra muy cercana a Harry Potter durante su última semana. Pero cuando aparece misteriosamente asesinada, nadie sospecha de ti. Al contrario, todos hablan del dolor que debes sentir tras perder a otro ser querido.-
-Por tu pensamiento tan frío, creo que deberías haber sido un Slytherin, Kevin-le contestó con calma Potter.
-Y yo no te diré lo que creo de ti porque me tomaría demasiado tiempo-
-Ni siquiera tienes las agallas para hablarme de frente-lo comenzó a desafiar Harry. Kevin alzó su cabeza en alto.
-¿Crees que te tengo miedo?-
-Si...-siseó Potter.
-Te equivocas-
-Demuéstralo-
-Cuando quieras.-
-Ahora-
-¿Dónde?
-A dos cuadras de aquí hay un callejón oscuro, y sin salida. Te espero en veinte minutos, solo.-le susurró Potter, y giró sobre sus talones. Si no podía sacarse del medio a Guadalupe, al menos se desharía de ese muchacho entrometido. Se dirigió hacia el lugar donde había visto a Simspell por última vez, en un intento desesperado por encontrarla de nuevo. Pero no lo logró. Era imposible saber hacia donde había ido. Se encaminó con tranquilidad hacia el callejón donde había citado a Ross. Pero todavía faltaba para que los veinte minutos se cumplieran.
Se encaminó hacia el interior de callejón, sus pasos casi inaudibles. Miró a su alrededor. La oscuridad era muy profunda.
-No conseguí a Guadalupe Simspell.-habló al vacío. Nada respondió.-Pero pronto llegará otra persona a quien tengo que sacar del camino.-metió su mano en el bolsillo, y extrajo la varita.
-Que venga... estoy sedienta-respondió una voz profunda y femenina. Nicole yacía escondida en lo más profundo de la oscuridad. Harry soltó una risa alegre, mientras se recostaba sobre la pared... esperando.
Y la espera se hizo valer. Pocos minutos mas tarde, unos pasos rápidos se comenzaron a escuchar. El contorno de una figura masculina se vislumbró al comienzo del callejón, lejos de Nicole, y de Harry. Potter se separó de la pared.
-¡Lumos!-dijo, y una luz apareció en la punta de su varita. Kevin lo miraba con sus grandes ojos marrones, desafiante.-Creí que no vendrías.
-No tengo por qué temerte. No puedes hacerme nada.-le respondió el, pasando a Harry de largo, y enfilándose más profundo en el callejón, hacia la muerte segura.
-¿No puedo?-
-No. Te descubrirían-
-Entonces, yo no haré nada.-le respondió Harry guardando la varita en el bolsillo de la túnica, y sonriendo de lado. Kevin giró para mirarlo, sorprendido.
-Entonces, vine para nada-se quejó.
-No... viniste para morir-le dijo una voz fría al oído. Pero Kevin no tuvo tiempo de girar. Nicole lo tenía agarrado. Con una mano lo tomó del pecho, y con la otra le tapó la boca, al tiempo que clavaba sus largos colmillos en el cuello del Gryffindor de séptimo año. Se escuchó un leve quejido, y Harry vio como Kevin forcejeaba por liberarse de Nicole, quien de a poco, le estaba absorbiendo la vida. El joven comenzó a tantear en su túnica, tratando de alcanzar la varita, y Harry abrió grandes los ojos al notar sus intenciones.
-No lo creo... Kevin. ¡Accio varita!-gritó, y la varita de Ross voló directo a sus manos. La expresión de pánico fue obvia en el rostro del muchacho. Ahora, forcejeaba con más fuerza para liberarse de Nicole. Pero la vampiresa era muy fuerte.
De a poco dejó e forcejear, hasta quedar colgando entre los brazos de Nicole, quien no separaba su boca del cuello, aprovechando cada gota de su sangre. Finalmente, los ojos de Kevin Ross se cerraron. Estaba muerto. Nicole separó su boca del cuello de él, y con un dedo se limpió la sangre que tenía en los labios. Había sido una cacería impecable. Nicole no había derramado ni una sola gota de sangre. La dama soltó el cuerpo inerte del joven, el cual golpeó durante con el piso. Luego, caminó hacia Potter, quien la miraba con los brazos cruzados y la varita de Kevin en una de las manos.
-Gracias, Harry, lo necesitaba-le dijo mientras que se acercaba. Potter le sonrió.
-Y todavía quedan muchas otras víctimas-le dijo el muchacho. Nicole levantó las cejas al tiempo que se acercaba más y más a Harry. Finalmente estuvo a pocos centímetro de él.
-Ten-le dijo extendiéndole el dedo empapado en la sangre de Ross-Pruébala. Verás que es deliciosa.-le dijo sonriente. Harry descruzó los brazos, y estiró la mano libre hasta tomar la pálida de Nicole, y la acercó a sus labios. Con cuidado y delicadamente, Potter bebió la sangre que había en el dedos.
-Muy sabrosa- concordó Harry tras tragarla.
-Y todavía encontrarás de ese sabor en mis labios-le susurró Nicole al oído. Harry entendió el significado de aquellas palabras, y sin que Nicole tuviera que decir nada más, unió sus labios con los de ella. La mujer vampiro tenía razón. Todavía quedaba en sus labios el sabroso sabor a sangre humana... sangre fresca. Y también estaba nuevamente esas sensación de frío y poder que irradiaba Nicole. La dama se separó repentinamente de él.-¿tienes la daga que te di en el verano?-inquirió. Harry asintió. Sacó del cinto de su túnica la espada corta con la cual había asesinado a Megan.-Dámela-le ordenó la dama.
-¿Cómo se pide?-se burló Potter. Nicole sonrió de lado y le arrebató la daga de las manos. Se separó de Potter y se encaminó hacia Kevin, quien yacía tirado en el suelo, completamente pálido... y muerto.-¿Qué piensas hacer?-preguntó Harry al ver que Nicole se agachaba frente a él. Caminó hacia ellos.
-Hacer un corte en el cuello para que no se noté mi mordedura. No queremos que sospechen de los vampiros. Dejemos que culpen a los idiotas de los mortífagos y a su líder. –explicó Nicole, mientras que con la daga cortaba la garganta de Kevin. El corte había sido perfecto, y escondía las heridas de la mordida sin margen de error. Pero fue muy poca sangre la que brotó de la herida.
-No pensaste en que si bebías demasiado de él, luego no habría sangre para derramar, ¿verdad?-dijo Harry, en tono sarcástico.
-Si... lo pensé-lo contradijo la dama. Antes de que Harry pudiera reaccionar, Nicole lo había tomado del brazo izquierdo y había hecho un profundo corte con la daga en las venas de su muñeca. La sangre brotaba de su brazo en grandes cantidades.
-¿Qué diablos te pasa? ¿Te has vuelto loca?-dijo Potter fuera de sí, haciendo presión con la mano derecha sobre la herida. Sus ojos se clavaron en Nicole con inmenso odio, y repentinamente, todo rastro de sus ojos claros había desaparecido, para dar lugar a unos ojos negros y malévolos. Nicole rió fríamente.
-No te enojes, pero necesitaba sangre-
-Pues usa la tuya, perra-se quejó Potter, mientras sacaba la varita y con un hechizo hacía aparecer unas vendas en la muñeca. Nicole seguía riendo.
-¿Qué hacemos con él?-preguntó la dama, señalando con la cabeza a Kevin. Harry lo miró con asco.
-Déjalo aquí. ¿Qué esperas? ¿Qué entre en algún local con él en brazos gritando desesperadamente por ayuda?-
-No sería mala idea-
-Sobre mi cadáver.-
-¡Esta bien, esta bien! Pero será mejor que te largues de aquí.-
-Vine aquí esperando sacarme de encima a Simspell, y todo lo que logré fue matar a Ross y encima, salir herido.-se quejó Potter, de muy mal humor.
-Ya basta, Harry. No es para tanto. Ahora, regresa con tus amigos y finge estar mal por la muerte de Megan Railan-
-¿Cómo te enteraste?-
-Las noticias vuelan Harry... por cierto, tengo que irme. Mis pequeños están por nacer-comentó Nicole, mirando al cielo, completamente estrellado y sin luna. Sonrió hacia Harry.-Nos vemos.-Potter asintió ante el saludo. Giró para mirar a Kevin, todavía en el suelo, y empapada ahora en la sangre de él, en un intento de fingir la del muchacho. Volvió a mirar hacia donde estaba Nicole... pero ella ya no estaba. Sacó su varita y apuntó hacia el cuerpo tirado en el suelo.
-Será mejor que borre mi ADN de esa sangre...-se dijo a si mismo.-Limpus!-exclamó.
