Nunca los abandonaré
Por: Angy Black Mizuhara
Hola!! de nuevo!!! quiero agradecer a Shu Kudou por sus palabras de aliento; por cierto, mi intención no era cuasarte asco...bueno tal vez un poquito... pero me alegra que me lo digas por que sí ya se que tan lo menos si logro crear la imagen en tu cabeza, muchas gracias!!!
Capitulo 4:
Las luces de las calles, el ir y venir de la gente y todo ese ruido que las personas son capaces de crear, habían desaparecido hacía unas horas; la quietud y el silencio reinaban por doquier, todos los habitantes de Japón se habían dormido y solo algunos animales nocturnos deambulaban por las calles vacías de la ciudad del sol naciente.
En cierto departamento; los chicos descansaban placidamente en sus respectivas habitaciones; sus rostros tranquilos reflejaban sus sueños, que a simple vista eran agradables, pues en ocasiones, se formaba una pequeña sonrisa en los labios de los adolescentes; mas sin embargo, no todo el mundo tenía un sueño tranquilo, en un callejón cercano al edificio, cierto vagabundo se retorcía gracias a una pesadilla.
:: sueño del vagabundo::
En aquella casa, tan grande como un castillo y tan hermosa como negra era el alma de su dueño, habitaba un hombre de edad madura.
Sentado frente a su ostentosa y costosa mesa de caoba, adornada apropiadamente con un mantel blanco, finos cubiertos de plata y vajillas de porcelana, se encontraba aquel vagabundo disfrutando los exquisitos platillos que en ella se encontraban; él comía con delicadeza y educación propia de la realeza, lucía aseado, las costras y suciedad habían desaparecido, quedando, simplemente, el hombre de negocios que alguna vez fue; Vestido con un elegante traje y con el cabello suave y sedoso, este anciano, recordaba sus años mozos, cuando él habitaba en una casa así, cuando vestía de aquella manera y cuando su paladar disfrutaba manjares parecidos, cuando era dueño de un gran imperio y tenía la vida de muchas personas en sus manos.
Dio un breve sorbo a la copa de vino que estaba frente a él y disfrutando su sabor cerró los ojos, exhaló un pequeño suspiro y al abrir sus frías y calculadoras orbes pudo ver a su lado a su amado hijo, con su esposa junto a él, se veían sonrientes, felices,
¿ Por qué estaban alegres?, Fijó entonces su mirada en el pequeño bulto que traía en brazos la dulce mujer y notó que este se movía '¿un niño?' Pensó.
--¿quiere verlo?--preguntó la dama como adivinando lo que en esos momentos pensaba el viejo.
--Si,... ¿es mi nieto?--cuestionó dudoso al tiempo que con un movimiento afirmativo la feliz pareja mostraba a una tierna criatura de hermosos ojos rojizos y piel tan blanca que se confundía fácilmente con la frazada, sus cabellos eran de un tono color azuloso y una linda sonrisa apareció al ver al anciano que a su vez rió también.
--¿Puedo?-- dijo mientras estiraba los brazos para recibir a su nieto, pero en cuanto sus manos tocaron la manta, el niño se evaporó en el aire, al igual que su padre y su madre, la mesa se calcinó y se redujo a cenizas, los platillos en ella se transformaron en gusanos y cucarachas, y el vino se tornó rojizo, cuajazo, en sangre, él volvió a estar sucio, manchado por la muerte de tantos, se vio rodeado de cadáveres y se sintió acorralado; Corrió, corrió tanto como sus piernas se lo permitían, mientras se repetía una y otra vez que era culpa del niño, pensando en lo cobarde que era en esos instantes, pues Él jamás había tenido miedo, y nunca había huido de algún lugar, como conejo asustado; pero por mas que corría no llegaba a ningún lugar, la muchedumbre que yacía en el suelo muerta, mutilada y hasta moribunda, seguían junto a Él y fue entonces cuando se dio cuenta que nunca lo abandonarían, a donde quiera que Él mirara, ellos estarían allí, haciendo lo sentir sucio.
¿Pero que pretendían? ¿Acaso no lo conocían? ¿No se daban cuenta que conforme el tiempo transcurría Él se sentía como en casa? ¿Qué ya los cadáveres no lo incomodaban en los mas mínimo? ¿Y que era capaz de hacer eso y más?, Se sentó encima de unos de los cuerpos mutilados y tomó un brazo cercano, jugueteó con el un poco y se rascó la espalda con la mano que pendía solamente del blanco hueso; al poco tiempo se aburrió de su 'juguete' y lo arrojó lejos, levantando solo un poco del polvo que había por el lugar.
--¿Te aburres tan pronto?-- dijo una voz conocida
--¿qué haces aquí?—dijo y pronto un escalofrío recorrió su espalda al escuchar un 'vine a acabar algo que empecé hace mucho tiempo', en realidad, la voz no era lo que lo perturbó, sino el frío metal en su cuello lo que lo sobresaltó de esa manera.
:: fin del sueño del vagabundo::
Se despertó repentinamente, con la respiración agitada y completamente sudado, lo que acentuaba su mal olor, haciéndolo tan agudo que hasta él mismo de dio cuenta de su hedor, pero su aspecto físico no era algo que le preocupara en esos momentos; para él era más importante encontrar algo, ese algo que ahora lo tenía buscando como loco por todo el basurero.
--¿Donde diablos está?—dijo al tiempo que levantaba una cobija sucia y apestosa para poder observar bien que debajo de esta estaba lo que tanto anhelaba; la tomó con delicadeza, como si fuese un copo de nieve, frágil y efímero, y la pegó a su pecho, dando un suspiro de bienestar -- no sabría que hacer si la perdiera—dijo, pues esa fotografía era lo más valioso que tenía, era su único vinculo con su pasado y se negaba a deshacerse de él.
La despegó un poco de sí, para poder verla, y en cuanto sus ojos chocaron con la imagen, se perdió en ella; era en blanco y negro, mas era tan detallada, que podía sentirse parte de ella.
Había cuatro personas, tres de ellos eran varones y una hermosa dama, uno de los hombres no tenía más de 3 años, era bastante lindo y tierno, sus ojos color oscuro, grandes y expresivos, reflejaban todo el amor que un niño de esa edad puede tener, la inocencia en su rostro pálido se mezclaba con la alegría y la ternura, mientras que su cabello claro, revuelto lo mostraba travieso y juguetón; tenía una enorme sonrisa en su pequeña carita y vestía elegantemente, estaba en los brazos de un anciano de porte majestuoso, más cuando los ojos del vagabundo y los del anciano se enfrentaron, el primero los apartó repentinamente y los fijó en el sujeto maduro de mas abajo.
Este, por su parte, parecía tener 25 años, distinguido, refinado, altivo, sereno, y hasta un poco frío, el obviamente padre de la criatura, se mostraba feliz en el dibujo, sus ojos eran mas oscuros que los del pequeño, pero menos cálidos que los de este, su boca formaba una casi línea recta, curveada hacia arriba del lado derecho y solo un poco del lado izquierdo; su cabello claro como el de su hijo se hallaba completamente arreglado, digno del traje que llevaba puesto en ese instante, por la tonalidad de la vestimenta podría decirse que era azul marino, pero no era posible esta seguro de ello, sus brazos estaban ocupados, pues sus manos sostenían entre ellas a otra, pero mucho mas delicada y blanca que las de él; era la mano de su cónyuge, que sentada a su lado, sonría orgullosa, altiva, tranquila, distinguida, magnífica, sublime, sus ojos como los de su hijo, mostraban toda la felicidad que pudiera existir, su rostro perfecto, su tez blanca y tersa, su cabello mucho mas oscuro que el de su marido, la vestimenta aristocrática y la joyería decían claramente que pertenecían a una familia adinerada, que gozaba de una muy buena posición social y que estaban viviendo sus mejores años de vida; pronto el vagabundo sintió envidia hacia aquellas personas que reían, y los observó con odio, pensó él que también lo miraban, pero se dio cuenta que era tan solo un error, únicamente el padre lo observaba, la madre y el pequeño niño veían al anciano que, sostenía con un solo brazo al niño y su otra mano descansaba sobre el hombro de la cortesana.
Distinguió entonces al viejo que estaba parado tras la dama, con porte solemne, soberbio e imponente, con mirada fría y cara dura, ataviado con ropas ricas y oscuras, siendo abrazado sutilmente por unos pequeños brazos, pertenecientes al infante; tenía arrugas en el rostro, que mostraban su madurez y sabiduría, su cabellera blanca y larga caía por detrás de sus anchos hombros, su mirar era sombrío, imponía miedo y respeto, más un poco, solo un poco de calor se reflejaba en ellos y una diminuta sonrisa se había alojado en su rostro.
--¿qué tanto le ves a esa vieja y gastada fotografía? – preguntaron a sus espaldas
--no es de tu incumbencia!—esa voz él la detestaba, mas tenía que soportarlo, pues él era parte clave para realizar su venganza; volvió su vista ala imagen y sonrió ligeramente al ver la familia, ala madre, el padre y sobre todo al pequeño; sin embargo eso no pasó desapercibido para el recién llegado.
--¿no te estarás sensibilizando? ¿Verdad?—dijo para molestar al vagabundo, quien se giró solo un poco y le lanzó una mirada asesina que le puso los nervios de punta.
--eso es otra cosa que no te importa – pronunció estas palabras con todo el veneno que tenía en esos momentos -- ¿para qué haz venido? Sabes que no deben vernos juntos... ¿quieres que se arruine MI plan?
--Pues no puedes culparme por tener curiosidad -- dijo despreocupado—por cierto, ya conseguí a los muchachos que harán el 'trabajito'
--Excelente... solo me falta una cosa... pronto Kai... pronto –rió ruidosamente al pensar lo que sufriría.
--solo tengo una pregunta –dijo el otro --¿qué vas a ganar con esto Voltarie?
--eso es otra cosa que tampoco te interesa... JAJAJAJA... pero ya lo veras a su momento... ya lo veras... y tu también nietecito... ya lo veras.
