Specula dei Ánima

Daniela Lynx

PG-13 Parejas varias Angst (creo), lime suave, shounen ai.

Heme aka otra vez. He vuelto a fallar con la fecha de entrega, la reflautas. Maten a las profes satánicas de Química everywhere around-the- world. "In te midel of te strit", agregarían en un programa de radio otaku ke dan en mi país, riéndose del idioma gringo. Mi examen semestral fue esta semana... junto con todos los otros. Horrible. En fin, perdonen las incoherencias, otra vez. El capítulo en sí está confuso, como un montón de pensamientos desordenados. Algo no anda bien en mi mente, y lo peor de todo es que aún no consigo hacer yaoi decente.

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3. Paranoia (Yo, Ello, y Súper-yo.)

Ryuichi caminaba con la muchedumbre por las sobre pobladas y sobre iluminadas calles de Shibuya. Empujado por el amasijo humano que no dejaba de avanzar por la calle sin lugar específico, había echado un vistazo fugaz a los karaokes, sushi-bar y teatros que estaban abiertos en su locura non- stop de sábado por la noche. No se había decidido a entrar a ninguno. Las diversiones habituales de la "juventud" tenían para él sabor a aire contaminado cuando estaba en ese estado de ánimo. Sentía la necesidad de hacer alguna cosa, el problema era el "qué". Por otro lado, se hallaba completamente solo y en silencio. Se le erizó la piel, como un anticipo a lo que temía: "soledad y mutismo" significaba que las voces al interior de su mente podrían comenzar a molestar en cualquier momento, y no era algo que deseara oír.

"-Mejor me voy a casa"- se lamentó, deseando compañía. La necesitaba con urgencia, no importaba de quien fuera. Lo que fuera. Por su cabeza pasó a toda velocidad la tonta idea de hacerle caso a alguna muchachita de los grupos de Ko-Gals que le hacían señas desde las esquinas, pero se dio cuenta de inmediato de que tal cosa era una estupidez. Aún no había necesidad de que las voces se lo recordaran. En el fondo, nada era cierto, nada, se hallaba en algún lugar del Vacío – el Infierno –el Universo –la Matrix; cualquier estupidez de esas. Durmiendo aún. Soñando.

Sin quitarse ni el gorro ni los ray-ban que lo camuflaban, subió a un taxi. Era todo un acontecimiento encontrar uno vacío en esa ciudad atestada de gente. Alcanzó a ver de reojo la pantalla gigante de uno de los edificios allá afuera pasando el último videoclip de Nittle Grasper. Era una de las razones principales por las que había decidido no seguir intentando: afuera había por todas partes letreros promocionando el último single, y ringtones de celulares que sonaban enervantemente parecidos a Shining Collection. Necesitaba arrancar de allí, irse a casa para no seguir dando vueltas.

Emborronados por la rapidez del vehículo, afuera había gente, gente, gente. Una mueca de nausea cruzó su rostro, y se sintió mareado por la agresividad de Tokio. La irrealidad. ¿Había algo más parecido a un cuadro surrealista que ellos? Había gente muriendo en las fachadas de los hoteles de lujo, sin que a nadie le importara más que para burlarse de ellos, o verlos morir como espectáculo; y salary-men trabajando como autómatas en los rascacielos de oficinas, deseando de forma casi lujuriosa un puesto más alto, solo uno. Masa, ganado, una manada de personas que iba sin saber a donde y caminaba sin saber por qué. Para gastar una ficha en las máquinas de baile, comprar compañía, vender diversión y drogarse con la noche. Seguro que varios de ellos serían fans suyos. ¿De que le servía saber semejante cosa, si seguía solo? Aunque aquello era cuestionable: las chiquillas de los backstage, las mujeres del equipo de producción, las muchachas que siempre estaban donde quiera que fuera.

Pero no, todas aquellas deseaban a "Sakuma-sama", a la imagen del genio musical extravagante, al loco que hallaba la cordura solo subiéndose a un escenario. También por la ternura que les inspiraba "Ryu-chan", el niñito malcriado e hiperactivo, Kumagoro na- no- da. Aquellos solo eran personajes, cáscaras, disfraces. En el mejor de sus casos, sólo aspectos de su personalidad.

¿Había alguien que amara a Ryuichi, al auténtico? Por cierto que lo había.

-Tome a la izquierda, por favor.- señaló al taxista. Quiso hundirse en la tibieza del asiento de cuero sintético y desaparecer. Noriko era hermosa, y le conocía muy bien; muchísimo más que casi todo el resto del mundo. Noriko era también casada, y con una hija. La "super-sexy Noriko-chan" le había dicho ya demasiadas veces que lo amaba.

"-Supongo que deberías sentir culpa por eso, Ryuichi."- Le reclamó una voz, tan real como la de un interlocutor sentado a su lado. Casi pudo sentir el siseo recriminatorio acariciando su oído. El aliento tibio de una persona invisible.

"-Oh, si. Pobrecita Noriko, pobre de tu amiga de la infancia"- comentó otra, remarcando el veneno sarcástico en las palabras. Ryuichi clavó las uñas en la palma de las manos, deseando oírlas morir. En más de una ocasión había gritado un "¡Cállense!" desesperado a mitad de la calle, de un programa de televisión, de un concierto. Ese tipo de cosas propiciaron su fama de cantante desequilibrado

"-Cariño, no te quejes de estar solo. Ya sabes, lo que siembres. . ."- le pseudo aconsejó otra, con un tono meloso, falso y sádico. Bipolaridad. Tohma había creido conveniente explotar esa imagen. Nunca se atrevió a decirle que las voces eran de verdad, y no una pantomima. Un recurso de marketing.

Malditas voces. Nunca pudo ponerse de acuerdo con ellas, ni siquiera lo intentaba, le hacían sentir como un hombre a punto de perder la razón. Si es que todavía la tenía. Desde que podía recordar estaban allí, pero fue de joven cuando comenzaron a hacerse insistentes, molestas, antagónicas. Aparecían cuando él se hallaba solo, y así aprendió a controlarlas; evitando andar solo y, cuando no quedaba otro remedio, usando un walkman permanente enchufado a sus orejas.

Las voces se apagaron de golpe cuando una sacudida del auto lo empujó contra el asiento de adelante. Bajo el taxi sonó un lóbrego aullido agónico.

-Lo siento- se disculpó el taxista, sin hallar un sitio por donde esconderse de la mirada acusadora de su pasajero.- se atravesó de repente, y no alcancé a frenar.

Ryuichi descendió del vehículo. Aplastada por una de las ruedas delanteras, con el espinazo partido, había una perra callejera. Y parecía haber tenido cachorros, a juzgar por las mamaderas flacas y colgantes. Los ojos opacos y el hocico abierto revelaban mejor que una autopsia el estado de ánimo del animal.

Escuchó unos metros más atrás el lloriqueo agudo y quedo de un cachorrito. Se hizo el cuadro: la perra intentaba atravesar la calle con una cría en el hocico, y la soltó al ser impactada. Seguramente el auto pasó sobre el perrito, sin reducirlo al silencio por milagro, pero aquel bulto inmóvil bajo el neumático no corrió la misma suerte. Lo que siguió fue una secuencia de movimientos: Sacudió la cabeza, tomó al perrito en brazos, lo abrigó con su chaqueta, y volvió a subir al auto. El taxista seguía deshaciéndose en disculpas por lo de la perra, pero Ryuichi le indicó que siguiera camino con un gesto de la mano. Quizá no estaría tan solo ahora. Al menos tendría algo como compañía, aunque. . .

La imagen de unos ojos amatista, grandes y alegres, repercutieron en su memoria, doliéndole. Como si el atropellado fuese él mismo.

"-La razón actual por la que continúas rechazando a Noriko-chan."

-"Niño, no puedes tenerlo todo. No pidas en exceso."

Ryuichi les dio la razón por una vez, cansado de debatir. Ellas siguieron cuchicheando entre sí en su mente, y él procuró ignorarlas de igual manera. Se quedó observando su propio reflejo en la ventana trasera del taxi, soñando que la mirada que le devolvía el vidrio tenía los ojos un poco más violáceos.

Maldijo al escritor que se había llevado al chico; al hombre que era capaz de escribir canciones de amor, pasión y esperanza tan poderosas como Shining Collection. Él la había cantado en el Festival con su alma hecha pedazos, con pleno conocimiento de no ser más que el mensajero de Eiri. Pero con la potencia de su voz, la había convertido en algo propio: era tambien su canción para Shuichi.

Suspiró, mientras el cachorrito se acurrucaba más en su regazo. Acarició la espesa pelambre, húmeda y corta, del animal. Aunque sonase cursi y repetido él necesitaba tanto como cualquiera que alguien sanase su corazón herido.

"-Y que la esquizofrenia no reapareciese jamás"- acotó la tercera voz.

"-Curioso que seas tú quien lo diga"- se contestó fastidiado. Por suerte, el taxista preguntó si podía poner música en el equipo del auto. Ryuichi asintió con energía, agradecido y sujetándose los lentes de sol con una mano para que no resbalaran. Una sonrisa le iluminó el rostro cuando vio al hombre sacar una tarjeta de la guantera para colocarla en el aparato de MP3. Se acomodó en el asiento, sintiéndose libre. Iban a irse. Por un rato, pero iban a irse. Comenzaron a sonar los primeros acordes de una canción.

"Garasu no bedo ni toraware no motion Tesaguri de shukujo wa kamikudaku Soliday na tail de midara na hane collection Hime hodo mujaki na yoruga hoshii"

Su propia voz. La expresión se le congeló en el rostro. Sintiendo risas sarcásticas en su mente burlarse de él.

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Hiroshi encendió su primer cigarrillo de la mañana. No fumaba muy a menudo, pero estaba cansado de ver a Sakano dar vueltas por el estudio de grabación, a Suguru beber café de forma compulsiva, y el ojo crispado de K. Todo un espectáculo. Expulsó el humo con brusquedad y miró la hora. ¿Dónde demonios se había metido Shuichi?

Claro, comprendía que su amigo fuese a llegar tarde, después de todo hacía dos meses que no veía a su rubio y malhumorado conviviente.

"-Probablemente"- pensó para sí- "se ha quedado haciendo cosas 'tontas, dulces y húmedas' con Yuki-san."

Dirigió una mirada fastidiada a Sakano que, cansado de sacarle brillo al piso con los zapatos, se había desplomado en el suelo con aire derrotado. El pobre tipo tenía serias razones para sentir preocupación: acababan de terminar la gira, pero las órdenes expresas eran reiniciar el trabajo enseguida.

Mientras, K intentaba comunicarse con la oficina de Tohma mediante un celular. Su imagen se veía menos brillante y nítida a través del humo gris del cigarrillo. Hiro decidió darse vuelta, no seguir viendo. Era más divertido contemplar a Suguru ejerciendo de neurótico como reemplazo de Sakano. ¿verdad?

-¿What? Hmm, okay. Gracias, Tamaka-chan. Bye.- Captó Hiro en el enredado nihonglish del manager. Sonrió, sabiendo que no era porque K no pudiese hilar una frase coherente en japonés: a él le gustaba hablar y mezclar así. Harto de no hacer nada, se giró hacia él. K pidió la atención general con un tiro al aire de La Mágnum. De forma instantánea, los otros tres se hallaron sentados ordenadamente en las sillas de la salita.

-Don't worry, muchachos. El 'Querido' Mr. Seguchi tampoco ha llegado hoy.- guardó La Magnun, y suspiró. Hiro lo notó exasperado y tenso.- Larguémonos de aquí a continuar el weekend.

No necesitaba oír más: tomó su guitarra y su mochila, y salió de ahí haciendo un gesto de despedida con la mano. Aquello le caía como del cielo, y probablemente así era, tratándose de Seguchi Tohma. El ascensor estaba en reparaciones desde la última vez que Ryuichi había puesto a jugar con los botoncitos, y gruñó de frustración cuando la espalda comenzó a reclamarle la bajada por las escaleras. Hiro estaba muerto de cansancio y sueño: Ayaka lo había llamado por teléfono la noche anterior, y apenas había alcanzado a abrir la puerta de su departamento y sentarse en el sofá por un minuto antes de hallarse envuelto otra vez en esas conversaciones larga-distancia- non-stop-de-diez-horas.

-Just where I wanted you to be. . .- susurró una voz en su oído, y fue arrastrado a un armario de la limpieza en el entrepiso.

Unos labios húmedos se posesionaron en forma fiera de los suyos, sin pedir autorización, sin ningún pudor. Pensó en lo cliché de la situación, empujado contra la pared y sujeto allí por las muñecas. Así no podía moverse.

-¡Suèltame!- logró decir. Estaba oscuro, pero no necesitaba luz para reconocer el agradable y salvaje aroma de ese cuerpo.- K, dèjame en paz.- repitió con mayor seriedad.

K se detuvo, y se alejó un poco, sin soltarle las muñecas. A Hiro le hubiese gustado saber qué expresión tenía en ese momento.

-¿Why not? Recuerdo que te encantaba que hiciera estas cosas.- su voz sonaba sorprendida. Tal vez su rostro también lo demostrara.

Intentó que le soltase de nuevo, pero K no cedió. Su fuerza era superior, y Hiro creyó conveniente aclarar bien las cosas. Nada de malas interpretaciones.

-K. Esto es Tokio. Aquí. . . – No supo como seguir. No supo como decirle que aquí tenía a una persona que no era él. Tampoco hacía falta, el otro no era tonto.

-Great.- Sin darse cuenta, K comenzó a hablar en inglés y Hiro apenas entendía lo que le estaba diciendo.- This is really... "Hey, let's go into bed with my manager. Let's fool him, make him fuck me up, and then leave him!". . . Really. . .

-¿Qué- las frases no le salían bien.- qué estás diciendo?- No había comprendido el discurso, pero había escuchado la amargura en aquella voz.

-Esto es muy bonito.- Gruñó K, con sarcasmos helados. Parecía querer que doliera, lo más posible.- Ahora que tienes a tu perrita, yo me largo. Ella es más disponible, ¿no? ¿Mas útil?

-No, no es eso- intentó disculparse Hiro. Pero fue interrumpido por las palabras violentas de K:

-¿Y qué es entonces?- probablemente, de pura rabia, separó las piernas de Hiro con una rodilla y se presionó contra él. El muchacho reprimió un gemido al sentir ese tipo de caricia, pero no pudo evitar estremecerse. K lo besó. Profundo. Lo hizo desear volver el tiempo atrás, a la gira, a la infinidad de noches que pasó dominado por ese hombre. Lentamente, comenzó a mover su pelvis, a frotarla buscando la misma sensación de ese antes. K soltó una de las manos de Hiro, quien la hundió enseguida en sus cabellos dorados y largos.

-¡Déjame!- gritó, porque se dio cuenta de haber estado a punto rendirse, de dejarse tomar por él otra vez. El estupor que provocó su reacción fue similar al de un bofetón. Pero estaba aterrado de la influencia que K podía llegar a tener para hacerle cambiar de opinión. Temía a esas hambres pecadoras, crímenes contra natura, que podía inspirarle. Su mejor amigo era una cosa, y sin importar lo que fuera, nunca lo dejaría abandonado. Aún así, nunca pensó en llegar a vivir el mismo una pasión así con un hombre.

-Entonces, acuérdate de dos cosas.- replicó el otro, soltándolo del todo. De todas formas, Hiro no se movió.- First: tú eres mío. ¿Understand that? Yo no te obligué. Tú viniste voluntariamente. Second: your relationship with that bitch is completly fake. Ese noviazgo siempre ha sido una farsa. Y esas cosas nunca, òyeme bien, nunca funcionan.

No quedaba alguna excusa a la que pudiese apelar. Hiro recurrió a cerrarse como última alternativa de defensa.

-¡¿Y tú que sabes de eso?!

-Lo mismo que tú. Ella no ha dejado de amar a Yuki Eiri. Yo me acuerdo muy bien de cómo fue que aceptó salir contigo. ¿And you?

K salió del armario dando un portazo. Hiro se quedó dentro, recordando.

Después de todo, ¿Qué era su relación con Ayaka? Salían un par de veces al año a los karaokes. Hablaban horas de horas por teléfono. Apenas se veían, ella vivía en Kyoto, la relación era casi a nivel de témpano. Ni siquiera habían hecho el amor alguna vez.

-Dios. . . –arrastró la espalda hacia abajo, y terminó sentado en el suelo, apoyado en el muro.

Por otro lado, la relación con K no era de las más constructivas. La primera noche que pasó con él, que pasó con hombre alguno en toda su vida, duró horas. Al terminar, jadeando aún, se habían jurado no involucrarse emocionalmente. Pero era evidente que uno de los dos no había sabido mantener la promesa.

"-¿Tiene que importarte? Fue un error de él, no tuyo."- escuchó decir a una voz en su cabeza, con acento infantil. El parecido con su propia voz siendo niño era perturbador.

"-¡Es obvio que importa!"- se respondió, comenzando a enojarse.- "Yo. . . – dudó un momento- no quiero que sufra. No se merece algo así."

"-Admite que tienes miedo a llevar esto más allá."- le reclamó otra voz, desafiándolo, con tono de voz más maduro.

"-¡No lo haré!"- su réplica tuvo la equivalencia a un grito mental.

De repente, se dio cuenta de lo ridículo de la situación: sentado en el suelo de un armario de limpieza, sin luz, peleando consigo mismo. Se levantó, sin saber por qué se sentía tan frustrado, y salió corriendo de ahí.

-Maldición, Shuichi. . . – suspiró, colocándose los anteojos de sol- pensar que todo este lío se armó porque no viniste. . .

"-Nones, no funciona echarle la culpa al resto."- acotó la menor de las voces, con un acento burlesco.

Afuera del edificio de NG, pasaba una multitud de gente. Se sintió rodeado, invadido en su espacio personal. Peor que recién en el armario. Tener conciencia es una joda, por lo general. Como diría Huxley, "Todos estamos de acuerdo en que los remordimientos son una sensación sumamente desagradable." Pero esto era más horrible: Grupitos de muchachitas aprendices de Ko-gal vestidas exactamente iguales pasaron al lado suyo; un rebaño de salary man cruzó la calle, cada uno con un traje similar; gente uniformada, denotando su clase social o condición. En el fondo, todos tenían el cerebro lavado en esa ciudad futurista. Hiro deseó no haber leído "Un Mundo Feliz". A veces pensaba que el condicionamiento existía realmente en aquel país de obsesivos. Siempre se sintió libre de las obsesiones, pero al final le habían dado alcance como a todos. Queriendo huir del ruido ambiental, accionó el botón de "reproducir" de su discman, con la voz de Sakuma Ryuichi cantándo "Jiyuu to uso ni tsuda nukare / moroku maichiro puzzle". La frase le calzaba justa a su situación.

Las voces rieron en su oído, recordándole que revolcarse en el barro no es la mejor manera de limpiarse de él.

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N.de A.: Ufff... esto fue psicópata. Me dio miedo. Lo siento, pero de pronto tuve la imperiosa necesidad de contagiarle a un par de personajes mi fobia a lugares sobrepoblados. Perdóooon! No queda mucho que agregar. No sé si poner traducciones de las frases en inglés, creo que no, mal que mal casi todos a este lado del mundillo han visto Gravi como fansub en ingurishuu. Y la canción es Shining Collection, la que le genera problemas mentales a Ryuichi. La frase de Hiro ("Jiyuu to uso ni tsuda nukare") corresponde a "Me están torturando la libertad y las mentiras / el frágil puzzle se desparrama.". Ni idea si era adecuada XD, pero él cree que si.

Perdón por el jugo. Gracias a quienes lo soportan. Los del capítulo anterior son:

Dark: hola! ehh... qué es este fic? U sip, ya sé que es una mugre, jajaja.

Bishoujo-Hentai: Oh, siii! Je, es que siempre ponen al pobrecito Tohma como le pobrecito tipo que nunca, pobrecitamente, logra su objetivo.

Vaslav: Vaslav-Sensei! Lo leíste! Lo leíste! Jeje, me pone muy feliz que te haya gustado. Amo tus fics!

Se! Se! Ah, y soy vegetariana, así que si van a arrojarme algo, traten de que sea comida verde. . . XD XD XD el mail para ensaladas surtidas, chuchadas varias y demases

O aquel cuadrado y bello botón de por ahí...

Ja ne!