Specula dei Ánima

Daniela Lynx

PG-13

Parejas varias

Angst (creo), lime (ya ni tan suave), shounen ai.

En pleno proceso de bloqueo para otros proyectos, he vuelto. Tarde… (Creo que hace como seis meses que fue el último update de este Fanfic) pero como una gripe, o una canción mala, esto todavía no se acaba. Mi muso/a se fue de vacaciones, pero por milagro se me ocurrió una forma de seguir en esto.



4. Obsesión (Placebos)

En la penumbra, el hombre se inclinó sobre el televisor, atrapado por las visiones en blanco y negro que surcaban el vidrio. Y que nadie le preguntase por qué estaba usando un aparato tan anticuado en la patria de la tecnología.

¿Era idea suya, o el nudo de la corbata le estaba apretando demasiado?

Se la soltó un poco. Cochina ropa formal, que estaba obligado a usar seis días a la semana. Odió su terno azul, la camisa. El ambiente de dos por dos lo angustiaba de manera inexorable, con aquella temperatura sobre 25 Celsius. Afuera llovía de manera intermitente, y el sistema de calefacción central del edificio de NG Records se encargaba de mantener el ambiente caldeado, en contraste con las brisas heladas. Tan así que el aire estaba caliente y seco. Eléctrico. Solamente su respiración lograba humedecerlo un poco.

Jadeó de pronto. Sin duda, no se esperaba aquel movimiento.

Al mismo tiempo, un gemido suave resbaló de la boca del muchacho en la pantalla.

"-i…to…ko…"- articularon los labios, quedando entreabiertos para otros jadeos, otros gemidos. Unos labios lúbricos, una boca pequeña.

Fujisaki Suguru, volviendo de la ducha, se había quitado la toalla de la cintura; tendiéndose de espaldas en esa cama enorme, como un ángel desnudo y blanco. De forma descuidada, su mano izquierda vagó por el pecho, el abdomen. Luego ambas delinearon el contorno de sus pezones, los dedos moviéndose de forma tan delicada que parecía estar tocando música en su cuerpo.

Tal vez era así.

Cerró los ojos. El no debería estar presenciando esto. Otro sonido proveniente de la pantalla, increíblemente cercano y real, le obligó a abrirlos nuevamente. Tan simple, como que "no debía", pero no podía evitarlo. "Charmed", hubiese dicho K. Ojalá el rubio se tardara suficiente en llegar, y no le viera en ese estado. La situación en si era embarazosa. Y el parecido de Fujisaki a Seguchi, indiscutible.

¿Su imaginación lo estaba poniendo a prueba, o sentía apretados los pantalones? Sin pensar, se quitó el cinturón. Pero se detuvo cuando iba a medio camino de bajar el zíper, asustado de sí mismo. ¿Dónde demonios se había metido su recato¿Su represión? Antes de poder cambiar de idea, se amarró las muñecas con el cinturón, ayudándose a anudarlo apretado con los dientes. Todavía podía desatarse con relativa facilidad, pero aquello sería un recordatorio de que debía contenerse.

-"…Ah… Tohma…"- Gimió Suguru en la pantalla. Su espectador inesperado no daba crédito a su sentido de la audición: El muchacho se encontraba fantaseando con su primo. Pero pronto pasó por alto aquel simple detalle, porque tampoco confió luego en sus ojos.

El movimiento de aquellas manos era ahora violento, parecido más al de una sonata in forte de Grieg al suave divagar de un Chopin o un Debussy. Era admirable la coordinación que ostentaba entre el movimiento de dos de sus dedos en su interior, y la otra mano cerrada sobre su excitación. Los ojos cerrados, la espalda arqueada y esos suspiros brotando de su garganta. Suguru era la representación visual de una sinfonía.

Su "auditorio" se maldijo por haberse atado de manos, mientras la parte racional que aún le quedaba insistía en dejar la situación así. Como aquellos ancianos adinerados de Kyoto, hace cientos de años, que pagaban enormes sumas de oro por pasar la noche en la cama de sus amadas… a condición de no poderlas tocar. Ellas estarían narcotizadas, dormidas. Ellos estarían agonizantes de líbido frustrada. Y con la llegada del amanecer, el contrato acababa.

Pero la realidad no era tan romántica. Y él temblaba observando el curso de las acciones del muchacho, tan parecido en las facciones a Tohma, que costaba creerlo. La televisión en blanco y negro les hacía verse particularmente iguales. Soñó por un momento en ser él quien provocaba el deseo de Suguru, o de Seguchi… a estas alturas daba igual: Ambos eran una sola cosa, una imagen de la misma perfección cuasi andrógina. Pero no se tocó, a pesar de que se lo pedía la entrepierna dolorida dentro de sus pantalones. No quería caer tan bajo como la multitud de voyeurs, que tanto abundaban, que calmaban sus bajos instintos sólo con imágenes. Él tenía su propio concepto del honor.

Así y todo, se sintió al borde de perder la cordura cuando, a punto de terminar, Suguru aumentó el ritmo y la intensidad de sus exclamaciones. Estaba solo en casa, y por eso podía permitírselo, confiado en que nadie se enteraría. Gritaba. El espectador, en contraparte; se hallaba sumido en un silencio devoto, pero parcial, roto solamente por su respiración agitada hasta el jadeo. Se revolvió en el asiento, clavándosele en las muñecas el cinturón apretado de manera excesiva, y el roce del pantalón y sus piernas en la erección despierta le envió una sensación placentera. Una onda que recorrió su columna y se detuvo en sus caderas, haciéndole sentir alivio. De forma inconsciente, antes de darse cuenta había iniciado una cadencia que iba al mismo tiempo que la de Fujisaki.

El muchacho alcanzó el orgasmo, gritando el nombre de su primo y maestro, desplomándose luego. Por espacio de unos segundos, pareció muerto, fulminado por el momento cúlmine, pero al final tomó una gran bocanada de aire, y se sentó en la cama. Algo más calmo, recogió la toalla del suelo, y se sentó procediendo a limpiarse con la meticulosidad característica de su familia. Otra similitud.

Apartando por fin los ojos del televisor, el hombre se quitó el cinturón de las manos, suspirando de alivio. El cuero había dejado marcas rojas y punzantes en su piel. A la molesta prenda la tiró lejos, tal vez con algo de despecho.

La puerta del cuartucho se abrió, casi provocándole un infarto.

-Hey, Sakano…- Lo llamó un rubio armado desde la entrada.- Did you get something? Dime tus conclusiones.

-Por lo que puedo ver, Seguchi-sama no está en casa, K.- Replicó éste, procurando aparentar normalidad. ¿Había sido demasiado ronca su voz¿Demasiado agitada? Se arregló con disimulo el nudo de la corbata.- Parece ser que Fujisaki-kun le está cuidando el sitio.

-Really? Cuando instalé la cámara pensé que sólo estaba fuera por un rato… doing paperwork, or something… - comentó K, pensativo.- Estoy acostumbrado a que Shuichi haga esto, y ni hablar de Ryuichi. Pero que Seguchi Tohma se desaparezca así me da mala espina.

-Vámonos. He estado todo el día pendiente de esa maldita cámara.- se dio cuenta de que estaba hablando de forma poco usual, puesto que él no usaba esa clase de apelativos. Ojalá K no pensase que pasaba algo raro.- Necesito descansar.

Suspiró. El cuartito empezaba a marearlo.

-Let's go, then. Parece que mis dotes de espía no han sido de gran utilidad esta vez.

-Avisa a los muchachos que tenemos vacaciones hasta nuevo aviso, entonces.- Sakano se levantó de la silla con cierta dificultad que K no pareció notar y caminó hacia la puerta.

-Great.- suspiró su interlocutor. A nadie le caía mal un descanso, pero luego el trabajo atrasado los iba a condenar. En fin, con Shuichi desaparecido en acción y con Tohma en las mismas condiciones, no podían hacer nada. El nuevo trabajo de Bad Luck iba a ser en conjunto con Nittle Grasper, y faltaban dos componentes demasiado importantes como para obviarlos y empezar sin ellos.

De repente, la mirada de K se clavó de forma sospechosa en Sakano, poniéndolo nervioso de nuevo.

¿Pasa algo- articuló, inseguro. K se la pensó un poco, y negó con la cabeza.

-Nada grave.- dio media vuelta para irse, saliendo primero. Al pasar junto a Sakano, agregó- por cierto, you should clean that.

Entendiendo el mensaje, Sakano dirigió la mirada hacia su entrepierna, pálido de vergüenza.

Tenía los pantalones manchados.


El citófono del departamento sonó con insistencia. Ryuichi lo ignoró, procurando que los panqueques que estaba friendo no se dorasen en exceso. Dándole un vistazo al cachorro que había recogido lo observó mover la cola y ladrar, lo cual le indujo a pensar que tal vez el timbre no se había pegado, si no que tenía visitas. Sacó el más reciente panqueque, lo agregó a la torre de ellos que se tambaleaba sobre el plato, y apagó el gas.

-"Más vale que sea importante… o se van a enfriar"- pensó. Apretó el botón del citófono que abría el portón de abajo sin esperar identificación, puesto que este seguía con el intercomunicador malo, y esperó en la puerta, mirando por el ojo de vigilancia.

Pasado un rato, volvió a la cocina. Nadie había subido.

-Tal vez sea algún niñito haciendo bromas.- Se dijo, en voz alta. Aún quedaba algo de mezcla en el bowl, pero decidió que serían suficientes, y no frió más.

"-Está lloviendo, genio. ¿Qué niño sale afuera con este clima?"- le reprochó una de las voces, siempre ahí, siempre acompañándole. El cachorro gruñó, con el pelo erizado, y la voz se calló de inmediato.

-Gracias, Okashi.- le sonrió Ryuichi. Desde que Okashi estaba ahí, al menos se mantenían a raya. En agradecimiento, apartó un par de panqueques y los dejó en el plato del perrito. Puso el plato y un frasco de mermelada en una bandeja, dirigiéndose a su dormitorio. Dejó todo sobre la cama, y se tiró de espaldas unos segundos, suspirando.

Recordó prender la radio antes de sentarse a comer.

Levantó todo, volvió a la cocina, y empezó a lavar platos. La vida no era muy diferente a como la tendría cualquier otra persona… salvo que su trabajo era menos estresante, y su depâto tenía más metros cuadrados. Prefería no tener a alguien que le ayudara con las cosas de la casa. De eso se había encargado él toda su vida, y le servía de distracción. Además, con aquel frío, era agradable sentir la espuma caliente en las manos.

Secó todo y tomó la bolsa de basura del tarro, para irla a dejar al tarro de la esquina. El incinerador se había tapado con una bolsa excesivamente grande que a alguien le había dado por arrojar el día anterior. Y, siendo fin de semana, el administrador no había conseguido que alguien lo fuese a reparar. Cogió el ascensor, aliviado por no haberse encontrado con nadie.

"¿Y desde cuando tan misántropo?"- preguntó la voz burlona.

"-Desde que anduve por Shibuya esa vez."- contestó, fastidiado.

Saliendo por la puerta de entrada, tropezó con un bulto sucio que se había instalado justo bajo los citófonos, en una zona del pórtico que estaba más o menos cubierta de la lluvia. Alguien se había enrollado ahí, prácticamente en posición fetal.

-Perdón.- se disculpó apresuradamente, y tomó camino hacia el tarro basurero.

"-sería algún borracho"- comentó una de las voces.

Pero Ryuichi, que hace tiempo había aprendido que lo mejor que podía hacer era llevarles la contraria, le dedicó una segunda mirada al bulto y estuvo al borde del colapso al notar mechones rosados asomando entre el papel periódico que este había utilizado para cubirse la cabeza de la lluvia. Dio un grito, soltando la bolsa.

¡Shuichi- se apresuró a levantarlo. El muchacho olía fuertemente a alcohol, y estaba sin sentido.¿Cuántos días llevas vagando así- preguntó Ryuichi, asustado, aunque no esperaba respuesta. Sacando la cuenta de los días que llevaba perdido; adujo que Shindou Shuichi, el idolo de masas, el más famoso cantante de Japón desde el mismo Ryuichi, había pasado alrededor de una semana viviendo en la calle.

"-La vida es irónica, Ryu-Chan."-comentó la voz más venenosa de todas. Su interlocutor la ignoró, y cargó a Shuichi hasta el departamento. Okashi le esperaba moviendo la cola, y se apartó de la puerta para no estorbar.

Cuando Shuichi despertó, no tenía idea de donde demonios estaba. Sus facultades no le respondían bien todavía, ni hablar de su cuerpo. Pero estaba en una cama, y limpio. Se preguntó si no le habrían recogido los de asistencia social, lo cual era poco probable para la suavidad de la cama. Sentía la garganta extraña y adolorida, por lo que tanteó su nariz y encontró una sonda. Tosió, debido a la desagradable sensación de tener algo incrustado en su laringe. Trató de incorporarse, y un tirón doloroso en la mano derecha le obligó a moverse con más cuidado. Se miró: un catéter unido a una bolsa de suero, colgando de un ganchito.

Le latían las sienes.

¡Shu-chan¡Despertaste- Lo saludó Ryuichi, desperezándose. Había estado durmiendo en una silla junto a la cama.

Shuichi reconoció el lugar como la habitación de Sakuma, algo cambiada debido al montón de material médico que antes no había allí. Volvió a incorporarse, e iba a preguntar algo, pero el dueño del lugar lo detuvo.

-Silencio, na-no-da. El doctor dice que te portaste muy mal, Shu-chan, así que ahora no te debes esforzar.- Ryuichi cambió su rostro a uno serio.- Pero quiero saber que te pasó, de modo que haremos una excepción.- sonrió de manera sombría.- después de todo, jamás he hecho mucho caso a los médicos.

El interpelado se lo pensó un poco, y replicó con voz pastosa.

-No me acuerdo.

Silencio. Por una respetable cantidad de segundos.

-Perdona… lamento haberte apresurado.- Suspiró Sakuma.-Ya recordarás.- Sacó el conejo rosado de entre las almohadas, y se lo entregó con expresión infantil.- Duerme, Shu-chan, na-no-da. Kumagoro te cuidará.

Shuichi agradeció con una sonrisa soñolienta, cogió el conejo, y se dio la vuelta para dormir. No vio salir a Ryuichi, a punto de hundirse de preocupación.

-Entonces¿de verdad no vas a avisar a nadie- preguntó el médico, bebiéndose un café en la cocina.

-Si él no lo hizo tendrá sus razones.

-Bueno, ya convertiste tu pieza en clínica para no tener que moverlo. Pero no estoy de acuerdo, Ryuichi. Lo examiné, el chico incluso está desnutrido. Se ha estado alimentando exclusivamente de alcohol por una semana, y estaba intoxicado por completo cuando lo recogiste. Tuve que hacerle un lavado de estómago, y…

-Toshi… ya me lo dijiste.- suspiró Ryuichi, mirando al médico con algo ligeramente parecido al fastidio. Pero la confianza estaba. Eran amigos desde la secundaria, y hubiesen sido compañeros de banda si Toshi no hubiera dejado el grupo para entrar a la universidad. Había sido entonces cuando Tohma lo reemplazó con Noriko.

-Haz como gustes… pero en un par de días, tendrá que hacerse unos exámenes. No sea que su escapada le haya ocasionado daño neuronal.

¿Cuánto te debo?

-Mira, diría "para qué están los amigos", pero el carbono para el lavado de estómago y el suero los tuve que sacar del hospital. Paga eso, y me doy por servido.- sonrió Toshi.

Cuando él se fue, puso la radio de inmediato. A Okashi lo tuvo que dejar encargado con la vecina, para poder dedicarse por completo a Shuichi. Lo vio dormir largo rato, pensando en que haría cuando él se despertara. Seguro estaría más lúcido que la primera vez.

El equipo de música de Ryuichi tenía capacidad para ir rotando tres Cd a la vez. No supo cuantas veces cambió los tres. Incluso se abstuvo de comer. Las palabras "daño neuronal" le hacían doler el estómago. Anochecía de nuevo, y el seguía sentado en la silla que instaló junto a la cama de Shuichi. Sólo se movía para cambiar los Cd, y evitar así un ataque de esquizofrenia justo cuando menos falta le hacía.

El cuarto seguía siendo el de Ryuichi y el muchacho suspiró de alivio al despertar, comprobando que no lo había alucinado, aunque no vio al dueño del lugar. Estaba oscuro, y comprobó mediante el tacto que ya no estaban ni el suero ni la sonda. Probablemente, el doctor había quitado ambos antes de irse. Una música triste a la que no prestó mayor atención sonaba en el equipo de música.

Shuichi lloró. Le había fallado a todo el mundo escapando así. A Hiro, a Fujisaki, a la gente de NG, a su familia. No guardaba mayores recuerdos de los días en la calle, pero si podía acordarse con claridad de todo lo que había pasado antes. Esas llamadas telefónicas que había hecho durante la gira, contestadas con frialdad agresiva por el escritor; el desplante matutino; que Eiri no hubiese llegado a dormir. Su intuición le gritaba que esa noche había estado con alguien con quien él no podía competir. Estaba tremendamente solo. Lo peor era que se había fallado a sí mismo. En vez de buscar un sitio decente donde quedarse y esperar tranquilo a que todo se diera solo, tal como había pensado, se borró por una semana. Siete días sosteniéndose de alcohol. En un principio, lo había hecho por tristeza, pero había llegado al punto en que seguía bebiendo sin siquiera saber por qué.

C'est le malaise du moment
L'épidémie qui s'étend
La fete est finie on descend
Les pensées qui glacent la raison
Paupières baissées, visage gris
Surgissent les fantomes de notre lit
On ouvre le loquet de la grille
Du taudit qu'on appelle maison

Y ahora estaba en el departamento de Sakuma, quien seguro se había olvidado hasta de si mismo por cuidarle. Las lágrimas seguían fluyendo, con el revoltijo de emociones diluidas en ellas. Fracaso, temor, culpa. Todo.

Y Yuki Eiri como trasfondo.

Sommes nous les jouets du destin
Souviens toi des moments divins
Planantséclatés au matin
Et maintenant nous sommes tout seuls
Perdus les reves de s'aimer
Les temps où on avait rien fait
Il nous reste toute une vie pour pleurer
Et maintenant nous sommes tout seuls

¿Shuichi¿Te sientes bien- Ryuichi prendió la luz de la mesita de noche. Venía saliendo del baño con un vaso en la mano.- Fui a buscar un poco de agua y… -No obtuvo una respuesta coherente. Solo sollozos entrecortados, por lo que se sentó junto a Shuichi en la cama, luego de dejar el vaso en la mesita. Interiormente, estaba ardiendo de rabia hacia el imbécil que se atrevía a dañar así a su persona más amada. Atrajo al muchacho hacia sí, prestándole el hombro para que llorase. Gruñó en voz baja.- Lo voy a matar.

Protect me from what I want
Protect me from what I want
Protect me from what I want
Protect me
Protect me

¿Ah- Shuichi se detuvo un momento, mirándolo con pena.¿A Yuki- Ryuichi meditó si repetir o no sus palabras durante unos instantes, y dijo más fuerte:

-El error que ese desgraciado cometió no lo voy a disculpar.- aquí dudó, pero continuó.- No sé que hubiera hecho si te pasaba algo en la calle. Lo voy a matar.

Observó a Shuichi, que le miraba con los ojos brillantes. Amatistas pasadas por agua, ligeramente teñidas de sangre. Gemas violeta aproximándose, cada vez más cercanas, y… Ryuichi sintió unos labios fríos posarse sobre los suyos, con una delicadeza que más parecía falta de convencimiento. Pero antes de empezar a disfrutar del contacto, Shuichi se separó de él.

-Mejor… - parecía dudar de sus palabras, pero logró decir la frase.- Mejor… ayúdame a olvidarlo.

"Protege moi"


TO BE CONTINUED

Otro capítulo, finished. Me voy de vacaciones, pero a la vuelta tenga probablemente otro… le he cogido el ritmo de nuevo.

Por cierto… la cancion aquí presente, es "Protege moi" y es de Placebo… pegaba bastante nn así que no me maten.

Los Reviews de los esforzados lectores del chap. anterior, son de:

Annia, Kinoyubi y Vaslav

QUE MERECEN TODO MI AGRADECIMIENTO! Snif, nadie mas dejó nada… no importa, aunque tenga una pura persona que diga que le gusta el fic, yo sigo igual! Por otro lado, es difícil que me pesquen mucho si no actualizo seguido… it's my fault… gomen-ne.

Dejad reviews! No saben lo feliz que me hacen!