Hola!!!!
Siento muchísimo haber tardado tanto en publicar, pero tengo un horario que es un asco y no me deja mucho tiempo libre.
También siento mucho que esto se esté convirtiendo en algo tan largo, cuando no tenía intención de que fuera así. Se supone que todo esto iba a ser solo un capítulo y si hay suerte se quedará en tres (aunque tengo la sospecha de que seguirá creciendo y creciendo y creciendo...) y eso que quería hacer más cosas bajo este título que hablar de Shu y Yuki, pero bueno, mejor dejaré de divagar y me dedicaré a responder a los revs que tan amablemente me habéis dejado.
Miki. Jejeje. Me alegro de que te esté gustando aunque sea un porquito, y Yuki lo intenta aunque le está costando un poquito... jooo, pobre Tohma! Con lo bien que me cae! Besitos y gracias por el mensaje.
jakito yui ishida, jejeje, creo que "adorar" es un poco exagerado, pero entiendo el punto. Supuestamente iba a ser mas "sin trama" aún, pero se estira como un chicle masticado (pues vaya una comparación) pero me alegro de que te esté gustando. Besitos mil y gracias por escribirme.
kinyoubi, bueno, pronto no ha sido, pero aquí está al fin! Oyes porbre Tohma, ¿por qué a todos os gusta hacerle daño? Bueno, yo le hago sufrir un poquitito... pero más que nada es por su bien. Gracias por dejarme tu opinión, besitos!
nat-chan07, aquí tienes más Yuki en plan raro... digo... cariñoso, a Shu haciendo de... Shu y a Tohma no siendo del todo maltratado pero sí un poquitito puteadillo. Gracias por haber llegado hasta aquí y haberme dejado mensaje, besitos mil!
Grissey Key, si, definitivamente estabas desvariando, porque eso de que teencanteteencanteteencanteeeee es un poco raro, ¡pero si prácticamente no ha pasado nada! Pues me alegro de que no se te hiciese largo, aunque aún así he tenido que volver a partirlo porque se alargaba demasiado (¿cuándo aprenderé a ir directa al grano???) Muchas gracias por hacerme saber tu opinión, me alegra de que te esté gustando y espero que no te decepcione demasiado este cap. Besitos mil!
Y gracias a todos los que aún tenéis el ánimo suficiente para leer este tercer capítulo (os merecéis un premio, de verdad!) y no me importa que no me dejéis review, me basta con saber que alguien lo lee, aunque me han emocionado mucho los mensajes que he recibido, gracias!!!
LA ENTREVISTA, LA SILLA, EL SEXO Y SEGUCHI THOMA (II parte)
Shuichi se despertó esa mañana con una gran sonrisa en el rostro y se desperezó lentamente, notando con un poco de frustración que Yuki ya no estaba a su lado en la cama. En esas dos semanas de ausencia había echado muchísimo de menos encontrarlo allí al abrir los ojos, era la mejor manera de empezar el día que podría imaginar. Sonriendo tontamente recordó la noche anterior mientras se abrazaba al lado de la almohada que correspondía al escritor, hundiendo la nariz en ella para captar su aroma.
En realidad no se terminaba de creer su buena suerte. Después del larguisimo baño que habían compartido (con ración de sexo incluída) Yuki había encargado la cena a su restaurante favorito y después de devorarla habían visto una película romántica abrazados en el sillón. Al terminar la cinta Shuichi estaba medio dormido, aunque no tanto para no darse cuenta cuando el escritor lo cargó en brazos y lo llevó al dormitorio que compartían, arropándolo con cuidado antes de acostarse a su lado y dejar una mano, como el que no quiere la cosa, apoyada en su cintura. El chico había temido que las palpitaciones de su corazón alertaran a su amante de que no estaba dormido y se enfadase con él por hacer que le cargase igualmente. Pero Yuki estaba tan cansado que se durmió enseguida y el cantante pudo dedicarse a uno de sus hobbies favoritos, acurrucarse contra su cuerpo usando su pecho como almohada para escuchar el tranquilo ritmo de su corazón.
Shu se estiró como un gatito satisfecho, renuente a levantarse todavía e intentando aguzar el oido por si Yuki hacía algún ruido en la casa, aunque todo estaba muy silencioso.
"¿Dónde estará?" pensó mientras bostezaba perezosamente. En realidad no tenía muchas ganas de verle, no fuera a ser que el buen humor del día anterior se hubiera disipado y empezase la mañana recriminándole por cualquier tontería, o peor aún, ignorándole. Habían sido tan pocos los momentos en los que Yuki se había mostrado cariñoso con él a lo largo de su relación que Shuichi temía que lo de ayer no hubiese sido más que algo aíslado y que hoy volvería a ser tan frío y huraño como tenía por costumbre. Ahora no podría soportarlo después de haber experimentado su parte dulce.
Pero por otra parte se moría de ganas de abrazarse a él, repirar su aroma, besarle, oír su voz... Suspiró ensimismado.
- Ojalá no tuviera que ir a trabajar – lloriqueó volviéndose hacia el reloj. Al ver la hora casi colapsó del susto - ¡Qué tarde es! ¡K me mata! – casi gritó, histérico. Se levantó de un salto, casi acabando de morros en el suelo por enredarse los pies con la sábana y abrió el armario para sacar un par de pantalones, ya que no sabía dónde había podido dejar los del día anterior (N/A una pista, mira en el despacho). Fue entonces cuando se dio cuenta de que había una nota pegada al armario con cinta adhesiva. Intrigado la despegó para leer la estilizada letra de su amante.
"Baka:
Vuelve a la cama, hoy no vas a trabajar. He llamado a Thoma para decirle que no te encuentras bien. He salido a hacer unas cosas, traeré el desayuno. Vuelve a dormirte, te despertaré cuando llegue.
Yuki"
A pesar de lo fría que era la nota a Shuichi se le iluminaron los ojitos de felicidad.
- ¡¡¡KYYYAAAA!!! ¡Voy a pasar el día con Yukiiii! ¡Y me va a traer algo rico de desayuno! ¡¡¡Qué feliz que soyyyy!!!
Cuando el escritor entró a la habitación diez minutos después se lo encontró saltando en la cama como un crío de cinco años.
- ¿Se puede saber qué haces? – preguntó con su tono de voz habitual (seco tirando a irritado) haciendo que el pelirrosa perdiera pie en medio de un espectacular salto y terminase dando con el culo en el suelo.
Se asomó por encima del colchón mirando al rubio con ojitos lagrimosos.
- Yukiiiii...
El aludido suspiró cansado.
- Ya, ya, ya... – poniendo los ojos en blanco se dejó caer sentado en la cama a su lado y le revolvió el pelo con una mano mientras que en la otra sostenía un cigarrillo a medio fumar – Pobrecito, pobrecito – dijo con voz monótona.
Shuchi, que ya sólo con el roce de su mano casi se puso a ronronear como un gatito, saltó encima de él antes de poder contenerse.
- ¡Yukiiii!
- Vaya, veo que no te has hecho mucho daño – comentó Yuki para nada sorprendido, con el cuerpo de su amante encima.
Shu alzó una ceja intrigado desde su refugio entre la camisa del escritor. Vaya, así que le estaba consolando por el golpe. Qué cosas, Shuichi creía que era por su fría actitud. Sea como fuere se alegraba mucho de que se preocupase aunque fuese un poquitito por él. Se restregó mimoso contra la tela de la camisa con una sonrisa boba.
- ¿Vamos a pasar el día juntos? – preguntó melosamente.
Yuki expulsó el humo de sus pulmones mirando al techo abstraído y acariciando erráticamente el pelo rosado de su amante.
- Hmmmm – fue todo lo que dijo.
- ¡KYAAAA! – Shuichi apretó aún más su abrazo, emocionado, haciendo que al escritor se le acabase la poca paciencia que tenía. Se levantó bruscamente haciendo a un lado al cantante con muy poca delicadeza.
- Vamos a desayunar.
El enfurruñamiento que Shu pudiera haber sentido por ser rechazado de esa manera se le escapó por las orejas ante la idea de un desayuno. Se levantó de un salto y fue trotando tras su amante hasta la cocina, de buen humor.
- Seguro que Hiro y Suguru están muy enfadados conmigo por no haber ido hoy a trabajar – comentó con una gran sonrisa que demostraba lo mucho que le preocupaban sus compañeros -. Y a K no le habrá hecho nada de gracia tampoco, jijiji.
- Shuichi
- ¿Sí? – el chico de pelo rosado miró expectante a su pareja, que a pesar de que se había girado hacia él estaba mirando el suelo con una actitud un tanto extraña – Yuki, ¿estás bien? – preguntó el cantante preocupado acercándose a él. El escritor suspiró pesadamente, como tomando una decisión y le miró muy seriamente.
- No quiero que grites, llores, rías, saltes, corras o te abraces a mí como si te fuera la vida en ello.
Shuichi parpadeo genuínamente confuso.
- ¿Nani?
Yuki carraspeó un poco.
- Hay algo para ti en el comedor – farfulló dándole la espalda para ocultarle su sonrojo.
Al chico se le iluminaron los ojillos.
- ¡¿De verdad?! ¡¿Me has traído algo?!
- ¿Qué te he dicho? No quiero que me montes un espectáculo, ¿estamos?
Shuichi sonrió de oreja a oreja sin importarle para nada el tonito molesto de su amante. A sus pies les faltó tiempo para salir corriendo hacia el comedor, donde encontró un paquete encima de la mesita del café con un primoroso lazo rojo en lo alto.
Shu se quedó mirándolo embelesado, arrodillándose en el suelo para tener el regalo a la altura de sus ojos. Estaba tan emocionado que le temblaban las manos.
Yuki, que había intentado por todos los medios resistirse a ello, no había podido evitar seguirle con sigilo y espiar sus reacciones desde la puerta del comedor. Se quedó estupefacto cuando vio que el chico abrazaba el regalo con mimo, como si se tratase de un peluche, y no parecía dispuesto a abrirlo todavía. Pensó que no estaba acostumbrado a que le regalase cosas y eso tendría que solucionarlo de alguna manera, porque esas reacciones no eran nada normales, más bien resultaban un poco bochornosas.
Con infinito cuidado, Shuichi volvió a dejar el paquete encima de la mesa y procedió a soltar el lazo con dos deditos. Se tomó su tiempo en despegar el celo de los lados para poder quitar el envoltorio plateado. Yuki estaba que arañaba el marco de la puerta. Estaba a un paso de abrir el regalo él mismo para que su amante se dejase de tonterías, pero prefería mirarle "a escondidas" y ver si le gustaba lo que le había comprado.
Shuichi tardó una eternidad en terminar de librarse del papel, que parecía gustarle mucho (Yuki estaba seguro de que lo conservaría hasta el fin de los tiempos solo porque era de algo que él le había regalado) y sacó con mucho cuidado la tapa de la caja. Cualquiera diría que estaba tratando con explosivos plásticos, desde luego ese chico tenía un serio problema exagerando las cosas.
Sin embargo no hubo ninguna reacción por su parte cuando vio lo que había dentro de la caja. Yuki, desde donde se encontraba, no podía ver su rostro, porque lo tenía inclinado hacia el regalo, pero empezó a sentirse algo inquieto muy a su pesar. ¿Y si no le gustaba?
El chico avanzó un dedo para tocar la tela casi con temor reverente. Soltó un suspirito incrédulo. El único indicio que tuvo Yuki de que estaba emocionado fue cuando empezó a frotarse los ojos con los puños, como haría un niño. Parecía intentar reprimir los sollozos, tal vez porque él había dicho que no quería que montase una escenita.
- ¿Qué pasa, baka? ¿No te gusta? – preguntó avanzando unos pasos. Estaba un poco preocupado por su reacción -. La podemos cambiar, si quieres.
- Yukiiii... – gimió el cantante mirándole con ojitos llorosos – Lo siento, no quería llorar, pero es que es... ¡¡¡Es tan preciooooosaaaaa!!!
- Shuchi, no es para tanto – dijo el escritor cortante -. Sólo es una bata.
- ¡¡¡Es maravillosa!!! – sollozó el chico intentando reprimirse sin conseguirlo.
La verdad es que bonita era. Y cara también, saltaba a simpre vista. Era una bata de seda blanca con bordados hechos a mano de pájaros cantores y notas músicales. Predominaban los tonos rosas y violetas, haciendo juego con los ojos y el pelo del cantante. Era demasiada casualidad que Yuki hubiera encontrado algo que le fuera tan bien tanto por los colores como por las notas musicales. Era muchísimo más problable que el escritor la hubiese mandado confeccionar especialmente para él y eso, además de costar una pequeña fortuna por la calidad de la prenda y los bordados, era un claro indicio de que había pensado en él. Considerar eso hizo que Shuichi gimotease aún más fuerte, aunque intentó meterse un puño en la boca para que Yuki no le regañase por el ruido.
- Déja de hacer un drama, ¿quieres? – dijo el escritor disgustado –. Mejor pruébatela, a ver cómo te queda.
Shuichi le miró con un dedo en la boca, indeciso, con los ojos aún húmedos.
- ¿Y si la estropeo? Mejor la dejamos en la caja.
Yuki no se pudo contener de pegarle una colleja.
- ¡No te la he comprado para que se quede en la caja! ¡Pontela ahora mismo!
Shuichi le miró con un pucherito sobándose el golpe, pero sacó la prenda de la caja cogiéndola con dos deditos, como si temiese romperla. Suspiró maravillado al verla entera.
- Es demasiado bonita para mí – dijo con humildad.
Yuki se marchó refunfuñando a la cocina a terminar de hacer el café. Le exasperaba la actitud reverente de su amante por el regalo, ¡coño que sólo era una bata!, ¡ni que le hubiera regalado el santo grial! Aunque Yuki tenía la firme sospecha de que el chico actuaría exactamente igual si le regalase un paquete de chicles.
- ¿No puedo darte ni un abracito? – dijo la vocecilla de Shuichi desde la puerta de la cocina minutos después. Yuki se giró hacia él molesto para contestarle y se quedó con la boca abierta. Por fin se había puesto la bata, aunque se había quitado todo lo demás y lo único que le cubría era la seda blanca y un suave rubor rosa en sus mejillas. El escritor pensó que nunca había visto nada más bonito en su vida, claro que se lo calló con eficacia.
- Bueno, uno pequeño – refunfuñó aparentando estar molesto pero sin dejar de mirar de reojo el cuerpecito que mostraba la bata descuidadamente abierta.
Shuichi dio un gritito de alegría y se abrazó a él con todas sus fuerzas, cubriéndole de besos que Yuki fingía que le eran indiferentes. Claro que el cantante sabía muy bien que si realmente a su amante le molestaran sus atenciones haría ya rato que lo hubiera apartado. Así que, viendo que no era rechazado, Shuichi se puso de puntillas para tomar sus labios con un beso apasionado. Tan apasionado que Yuki casi perdió el equilibrio y tuvo que apoyarse demasiado cerca de la encimera donde aún se hacía el café. En pocos segundos un olor a quemado invadía el lugar y Shuichi golpeaba el trasero de su amante con una espumadera intentando apagar las llamas.
- Ya... esto... ya está – dijo Shu intentado espantar un poco el humo que aún salía de los pantalones, ahora completamente arruinados – Ummm, Yuki, ¿estás enfadado? – preguntó con cautela el chico al ver que el rubio no reaccionaba. Estaba inclinado hacia delante, con la cabeza entre los brazos, apoyado sobre la mesa de la cocina. Shuchi no podía ver su cara pero intuía que debía estar más que molesto por lo ocurrido, por eso se preocupó muchisimo al ver cómo sus hombros de agitaban - ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? – preguntó casi con pánico, temiendo que estuviera herido. El que no le contestara y pareciera estar llorando era muy preocupante. En esto Yuki echó la cabeza hacia atrás y de su boca salió:
- ¡¡¡JUAJUAJUAJUA!!!
Shuichi se quedó estático, no asimilando demasiado bien el que Yuki se estuviera riendo con ganas cuando tenía que estar echándole por la puerta. Miró la espumadera que seguía en su mano como preguntándose si no le habría dado demasiado fuerte después de todo.
El rubio se incorporó para sujetarse el estómago aún muerto de risa. Y ésta pareció aumentar al ver la pinta de desconcierto del cantante. Le señaló con un dedo mientras se revolcaba por la mesa presa de las carcajadas.
A Shu se le llenaron los ojitos de lágrimas por el comportamiento tan poco propio de su Yuki. Que fuera amable ya era toda una sorpresa, pero esto... esto era demasiado. Le habían hecho un lavado de cerebro, le había raptado un extraterrestre y había ocupado su lugar, era Tatsuha teñido, era un malvado plan de Thoma para deshacerse de él, estaba en una cámara oculta, en una dimensión paralela o teniendo un pesadilla muy surrealista, pero ¡ese no era el Yuki de siempre! ¡Tal vez la constante combinación de pastillas y cerveza le había afectado definitivamente al cerebro!
Al considerar todas estas posibilidades y encontrar la última como más probable, Shuichi rompió a llorar con fuerza. Por un momento se mezclaron sus ruidosos berreos con las carcajadas medio histéricas de su amante formando una escandalosa combinación. Vamos, que los vecinos estarían contentos. Pronto Yuki se dio cuenta del estado en el que se encontraba el pelirrosa y su risa se fue apagando, se limpió las lágrimas del rostro y se acercó al chico para abrazarlo.
Ante esta protectora muestra de cariño Shuchi lloró más fuerte aún, casi rompiéndole los tímpanos.
- Baka, ¿qué te pasa ahora?
- ¡Es-estas muy-y ra-aro! – logró decir entre hipidos agarando puñados de su camisa –. No te-te has enfa-fadado ni me-me has dicho que-que me vaya ni na-nada.
Yuki lo miró sorprendido.
- ¿Querías que me enfadara?
- Buuuhhh – fue todo lo que pudo decir Shu, mirándole con los ojos imitando las cascadas del Niágara y el moquillo colgando.
- Ya veo, si no me enfado contigo, te grito y te echo de casa no eres feliz, ¿no? – preguntó el rubio mortalmente serio. Cogió a Shuichi por una muñeca y lo arrastró hasta la entrada -. Venga, vamos, si te doy con la puerta en las narices tal vez dejes de llorar.
No pudo seguir avanzando porque Shuichi se había agarrado con los dientes al marco de la puerta del salón.
- ¿No querías que te echara? – preguntó el escritor con sorpresa fingida.
Shuichi negó con la cabecita y solo se soltó del marco para abrazarse a él llorando.
- Baka, si no dejas de llorar me enfadaré de verdad – resopló Yuki sin devolverle el abrazo.
Al chico le costó aún un rato calmarse lo suficiente para preguntarle si estaba bien.
- Síiii, estoy bien – dijo el escritor con impaciencia, acariciando el escandaloso pelo -. Tengo el culo un poco resentido por los golpes, pero al menos no se me ha chamuscado.
- Gomen, no quería pegarte tan fuerte, pero las llamas... – se disculpó Shuichi bajando la cabeza avergonzado.
- Bueno, las apagaste ¿no? – dijo Yuki con poco humor, un poco cansado ya de la situación. A Shuichi, por alguna misteriosa razón, le apareció una sonrisita en el rostro. Yuki temió conocer el motivo.
- Ne, Yuki, ¡te he salvado la vida! – dijo el cantante empezando a emocionarse - ¡Soy tu héroe!
El escritor se frotó el puente de la nariz con los dedos temiendo mucho la llegada de una de esas maravillosas migrañas que su amante le proporcionaba cada cierto tiempo. Se obligó a contar hasta diez en silencio para intentar relajarse, escuchando de fondo la charlatina del pelirosa sobre su heróica intervención para rescatarle del fuego que le tenía amenazado. Escuchándolo cualquiera pensaría que era uno de los protagonistas de "El coloso en llamas".
- En primer lugar, ha sido por tu culpa que se me prendieran los pantalones – recordó el rubio, lo que hizo que Shuichi esbozase una sonrisita comprometida y suspendiese su monólogo de bombero al instante -. Y en segundo, como sigas con eso conseguirás que de verdad te plante en la calle.
El abrazo en torno a su cintura se estrechó un tanto.
- ¡Me portaré bien! – se apresuró a prometer el cantante ansiosamente con tonito lastimero. Y para desviar la conversación, no fuera a ser que la cosas se pusiese fea (con Yuki nunca se sabía) se alejó un poquito de él para sonreirle con cara de niño bueno y proponer: - Vamos a desayunar, ¿vale? Haré otra vez café.
El escritor aún pensó que debería agradecerle al chico que no se le hubiera ocurrido la idea de lanzarle el café encima para apagarle las llamas. Eso le hubiera dejado escaldado por una buena temporada, bastante irritable y, sin duda, con pocas probabilidades de tener sexo por tiempo indefinido. Temió que le volviese a dar un ataque de risa con imaginarse la situación (aunque de haberse dado en la realidad no le hubiera hecho ni puta gracia), era una de esas cosas que solo podían pasar si Shuichi estaba por medio.
Desayunaron con tranquilidad, sin ningún nuevo extraño incidente que les afectase, aparte del lloriqueo de Shuichi cuando casi se le calló en su bata nueva el trozo de pastel de chocolate que estaba devorando. Eso terminó con Shu vestido de nuevo y Yuki fastidiado por no tener tan buena visión como antes.
- Estaba muy rico, Yuki – sonrió Shuichi un rato después con toda la cara manchada de chocolate. El escritor, aún impactado, le observaba con su café a medias mientras el chico cazaba migajas de su plato con un dedito y se lo llevaba a la boca satisfecho.
Había comprado un pastel de cinco raciones, lo que en un principio le había parecido excesivo para ellos dos, pero Shuichi se había tragado cuatro y media y se había quedado tan ancho. Y aún miraba con ansias el pedacito que Yuki había cogido para sí. Y luego no engordaba un gramo, increíble.
- Ehh, ¿te lo vas a comer, Yuki? – preguntó Shu como el que no quiere la cosa mirando de reojo su plato. Yuki frunció el ceño.
- ¿Es que no has tenido aún bastante? Un dia de estos te va a dar un ataque con tanta porquería como comes. No me extrañaría nada que tuveras el azúcar por las nubes, y el colesterol – le dijo molesto por su hábitos alimenticios. Bueno, vale, el pastel lo había llevado él, pero no esperaba que se lo zampase todo sin pestañear.
Shuichi le miró con carita triste por debajo de sus pestañas y se quedó calladito un momento. Lo único que se oía en la cocina era el tintineo de la cucharilla de Yuki contra la taza mientras revolvía lo que quedaba de café pensando que tal vez se había pasado un poco con el chico.
- Yuki... ¿estás molesto conmigo? – preguntó el cantante con una vocecita lastimera mirando la mesa.
- No, baka, no estoy molesto – suspiró el escritor, desarmado por su actitud desvalida. Shuichi levantó la cabeza y le brindó una sonrisa esplendorosa.
- Entonces... ¿me puedo comer tu trozo de pastel?
Dos segundos después se sobaba la cabeza con lagrimitas en los ojos.
- ¡Itte! ¡Eso dolió, Yuki!
El escritor solo le gruñó de vuelta y salió de la cocina sin recoger nada.
Shuichi, vigilando la puerta, se acercó el plato sin terminar de Yuki y cogió la cucharilla con toda la intención de acabar con ese pedacito de pastel. No podía desperdiciarlo y necesitaba un consuelo después de la colleja que su amante le había dado.
- Malo Yuki – lloriqueó entre cucharada y cuacharada.
Yuki, mientras tanto, había huído hasta el comedor para poder respirar un poco. Se dejó caer en el sillón, estirándose cuan largo era y apoyando la cabeza en el respaldo con actitud derrotada.
- ¿Y yo he echado esto de menos? – se cuestionó con seriedad a la par que encendía un cigarrillo buscando poder calmar sus nervios.
Cuando había decidido ser amable y cariñoso con Shuichi no había tenido en cuenta el carácter de su amante, que en muchas ocasiones le sacaba de quicio con sus chiquilladas.
Expulsó el humo con un hondo suspiro y sonrió para sí mismo."Claro que lo has echado de menos, estúpido" se dijo mientras evocaba la carita de Shu-chan manchada de chocolate con aquella sonrisa satisfecha. "Le has añorado tanto que hasta vas a..."
- ¡Yukiii!
Shuichi interrumpió sus pensamientos sentándose sobre sus rodillas como si nada hubiera ocurrido minutos antes.
- ¿Vamos a salir a algún lado? – preguntó ilusionado.
- Baka, tienes la cara llena de chocolate – le dijo Yuki seriamente, aplastando el resto del cigarro en el cenicero. Seguidamente cogió el mentón de Shuichi con firmeza y lo acercó para lamer sus labios.
Shuichi se sonrojó un tanto por el comportamiento de su amante, pero no se quejó. Lejos de eso, abrió un poco la boca para que Yuki pudiese explorarla con su lengua, pero ésta se quedó lamiendo sus labios con dedicación por unos momentos, después se desplazó hasta su mejilla, limpiando los restos de chocolate, seguidamente la barbilla y tras dejarla limpia se entretuvo en su otra mejilla. El recorrido lo terminó volviendo de nuevo a sus labios y hundiendose en ellos una y otra vez, haciendo que el pelirrosa suspirase extasiado, se abrazase al cuello del escritor buscando profundizar el contacto y se prometiese a sí mismo no volver a utilizar nunca una servilleta.
Las manos de Yuki se habían desplazado hasta su cintura, acariciándola levemente antes de iniciar su marcha subiendo por su espalda, por debajo de la camiseta. Shuichi gimió, tal y como Yuki esperaba que hiciera, cuando sus dedos desviaron el rumbo y capturaron uno de sus pezones, acariciándolo apenas por debajo de la tela. Shu se acomodó mejor sobre el escritor, moviéndose sobre su regazo de manera totalmente intencionada, buscando rozar su incipiente erección con la suya propia, desabotonando la camisa con lentitud torturante sin abandonar el contacto de sus lenguas, que se lamían la una a la otra sin inhibiciones.
Yuki retuvo un sonoro gemido por el movimiento de su amante, escuchando el del chico cuando sus durezas hicieron contacto.
- Así que quieres guerra, ¿eh? – murmuró Yuki entre lamida y lamida a su lengua.
A Shuichi le pasaron totalmente desapercibidas sus palabras, tal vez porque estaba más atento a las manos que habían empezado a desabrochar sus pantaloncitos, pero éstas se detuvieron abruptamente y se desplazaron hasta su trasero para presionarle hacia delante. Al rozarse más bruscamente con el cuerpo del escritor a Shuichi le invadió una oleada de placer tan intensa que se su espalda se arqueó involuntariamente, teniendo que sostenerse de la camisa de Yuki para no derrumbarse. Yuki tuvo una reacción similar, aunque más controlada, gimiendo ahogadamente y clavando los dedos con descuido en las caderas de su amante. Cuando se dio cuenta se detuvo maldiciéndose interiormente. Ahora seguro que quedarían marcas y con la poca ropa que usaba se le verían enseguida. No tuvo tiempo de preocuparse demasiado por ello, pues Shu se recuperó rápidamente y con un jadeo atacó su boca con una fiereza que pocas veces demostraba.
Yuki, más que excitado por su reacción, no tardó en tumbarlo sobre el sillón para violarlo allí mismo si hacía falta. Mientras sus manos desabrochaban el pantaloncito con eficiencia su lengua lamía ese ombliguito que tanto le gustaba saborear, haciendo que Shuichi enviara su nombre a las alturas. De verdad que no había sonido que más le gustase que ese. Había veces que Yuki pensaba que si Shu-chan se limitara a gemir en sus canciones en lugar de cantar sería récord mundial de ventas. Pero, por otro lado, se moriría de celos si alguien más le escuchaba gemir así... bueno, alguien más a parte de los vecinos, por supuesto, que más de una vez se habían quejado de lo delgadas que eran las paredes de la casa... aunque no es que la paredes fuesen el problema, sino más bien su escandaloso amante, que gemía, gritaba, y recitaba su nombre con un tono de súplica que se asemejaba a una plegaria por su vida.
Justo y como estaba haciendo en ese momento, modulando los "Yuki" que salían de su garganta de un millón de maneras distintas mientras él le torturaba rozando su erección por encima de la tela sin intención de atenderla todavía. Shuichi, presa de la frustración, se retorcía bajo él con los dedos enredados en su pelo, dándole pequeños tironcitos para tratar de hacerle obedecer su voluntad y rozando como al descuido su nuca, enviándole ligeros escalofríos columna abajo.
- ¡Yuki, por favor! – lloriqueó, haciendo sonreír al escritor contra su ombligo. Decidió no ser tan bastardo y complacerle un poquito.
El sonido del teléfono le distrajo un poco, pero se olvidó de él, pasando los dedos sobre la piel desnuda que había dejado al descubierto la cremallera del pantalón. Notó a su amante tensarse con el segundo timbrazo.
- ¡Mierda! ¡Como sea Seguchi! – gruñó el chico incorporándose sobre sus codos. Yuki siguió a lo suyo, sin hacer caso a lo que sucedía a su alrededor – Yuki, ¿no vas a contestar? – consiguió gemir el chico, notando como los largos dedos del escritor se perdían bajo la tela, rozando su erección.
- Puse el contestador esta mañana – sonrió Yuki, mirándolo con malicia.
Y era cierto porque segundos después, entre los gemidos de Shuichi porque no fuese malo con él, se escuchó saltar el contestador.
"Yuki-san, siento tener que molestarle" dijo la voz de la supervisora editorial. Yuki, para frustración de Shuichi, dejó lo que estaba haciendo para mirar el teléfono desconcertado. La mujer parecía un poco extraña, como si se temiese una bronca por su parte ". Se ha adelantado la publicación de la entrevista que le hicieron ayer. Aunque estaba prevista para la semana que viene ha salido publicada hoy... y..."
Yuki se impacientó un poco. Sabía que eso no era todo, porque no le importaba lo más mínimo cuando se publicase la dichosa entrevista y que se hubiera adelantado no merecía una llamada de su supervisora
"... bueno, el caso es que... está también involucrado Shindo-san... pensé que era mejor que lo supieran ya que no estaba previsto que saliera..."
Yuki ni siquiera escuchó el resto del mensaje. Se levantó bruscamente y procedió a abonotanse de nuevo la camisa ante la mirada incrédula de su amante.
- ¿Yuki? – gimoteó.
- Voy a comprar una de esas dichosas revistas, a ver que sucede. Mizuki no hubiera llamado si no lo considerase importante – rezongó el escritor, que aunque no tenía muchas ganas de suspender sus placenteras actividades estaba lo bastante preocupado para decidir posponerlas.
- Pero a mí no me importa esa estrevista... – dijo Shuichi enfurruñado.
Yuki ni siquiera le contestó. Solo le miró de soslayo, como no creyéndose su afirmación. Se arregló un poco la ropa, se pasó los dedos por el pelo y cogió su cartera, llaves y zapatos para salir de la casa.
Shuichi se quedó de rodillas en el sillón, con los pantalones medio bajados, haciendo pucheros.
- Va a ser que este sillón de mala suerte – decidió dándole un resentido golpe al respaldo.
- Sí, claro, enfermo – dijo Hiro con una media sonrisa, mientras toqueteaba las clavijas de su guitarra, tensando una cuerda -. Apuesto lo que quieras a que no sale hoy de la cama y no precisamente porque se encuentre mal.
Suguru, que seguiría siendo un mojigato hasta que alguien le diese un buen repaso de una vez, enrojeció hasta las orejas y metió la nariz entre medias de sus partituras para que nadie se diera cuenta.
Sakano tenía su habitual ataque de nervios en un rincón, parecía estar golpeándose repetidas veces la cabeza contra una pared, pero nadie le estaba prestando atención. K, al contrario de todas las predicciones, estaba de muy buen humor.
- Ahora que Yuki-san ha vuelto tendrá más energía – sonrió.
- O menos, depende de lo activo que venga Yuki-san – se rió Hiro, logrando que Suguru conectase los cascos a su teclado con la intención de aislarse del mundo. K lo observó divertido y después de volvió hacia Sakano.
- ¿Y qué le pasa ahora a ese? – preguntó extrañado.
- Ni idea – dijo Hiro encogiéndose de hombros con una tranquilidad pasmosa -. Ha llegado ya así esta mañana. Creo que ni siquiera sabe que Shuichi no va a venir...
A K le brillaron los ojos. Sacó su mágnum y se acercó a Sakano, que seguía golpeándose contra la pared como si quisiera quedarse inconsciente gimoteando algo que se parecía sospechosamente a "Shindo-kun". Al sentir el cañon de la mágnum contra su sien se lo pensó mejor y dejó de inmediato su actitud para quedarse congelado en el sitio, llorando a mares, con un hilillo de sangre bajando por su frente.
- Así me gusta – dijo K satisfecho por haberle intimidado - ¿Ocurre algo?
Sakano por toda respuesta alzó la revista que estaba sosteniendo con dos dedos, como si le quemase, y repitió una vez más "Shindo-kun" con vocecita lastimera.
K pardadeó. Volvió a parpadear. Incluso guardó su mágnum de manera casi ausente. Parpadeó una vez más y entonces cogió la revista mirando fijamente la portada sin terminar de creérselo.
En su despacho, Seguchi Tohma tenía una reacción similar, solo que sin pistola. Cogió la revista de manos de Mika y miró incrédulo la portada.
- Eiri no me dijo nada – dijo su mujer, luciendo muy satisfecha -, casi me da un ataque cuando lo vi en el puesto de revistas. ¡Casi me tuve que pegar con una mujer para conseguirla! Parece que se están vendiendo muy bien.
Tohma no lo dudaba, porque no era habitual ver una fotografía de Yuki Eiri y Shindo Shuichi juntos. De echo, la única vez que se les había visto juntos en público fue cuando Eiri declaró que eran amantes. Y esta fotografía en particular tampoco era lo que se dice normal si se tenía en cuenta que se trataba de dos hombres besándose, algo bastante escandaloso para la portada de una revista tan conservadora como aquella.
Tal vez Yuki aparecía un tanto sorprendido, Shuichi ligeramente ansioso y habían tratado de disimular que la imagen estaba ligeramente desenfocada añadiendo un idílico fondo de ensueño, pero aún así resultaba una fotografía lo suficientemente impactante a primera vista para atraer a los compradores. Y desde luego resultaba bastante impactante para Tohma, que ya después de lo de la tarde anterior andaba un poco alteradillo.
El titular, que pecaba de poco imaginativo, rezaba "La historia más romántica de Yuki Eiri" y sevía para revoverle aún más las tripas al presidente de NG. Aún así, con naúseas atacándole indiscriminadamente y todo, sonrió a Mika aparentando estar contento.
- Parece que les van bien las cosas, ¿eh? – comentó por decir algo. Mika le sonrió de vuelta, sentada sobre su escritorio de manera que sus espectaculares piernas enfundadas en una cortísima minifalda su lucían en todo su esplendor. En otra ocasión Tohma hubiera admirado activamente esas piernas, pero ahora no podía despegar los ojos de la revista, pasando las páginas rápidamente hasta llegar al extenso articulo sobre su cuñado y su amante, coronado con unas cuantas fotos más.
- Oh, esta me encanta, ¡se ven tan tiernos! – comentó Mika señalando una de ellas con una de sus cuidadas uñas rojas.
En la foto Shindo miraba con evidente embeleso al escritor, quien sorpresivamente tenía una mano enredada entre los mechones rosados, devolviendole la mirada con la misma intensidad. Tohma pensó que vomitaría allí mismo o que la acidez en su estómago acabaría con él. La sonrisita calmada que siempre lo acompañaba se había congelado en su rostro y sus oídos zumbaban, sin dejar que pudiese escuchar nada de lo que Mika le estaba contando, aunque podía suponer perfectamente de qué se trataba.
Por cómo le relucían los ojos a su esposa deducía que estaba más que feliz con aquella entrevista y que se la habría leído de cabo a rabo casi en el puesto de revistas donde la había comprado. Siempre se había preocupado mucho por su hermano menor, y aún más desde que éste les dio a todos lo sorpresa de estar viviendo con un cantante hiperactivo capaz de crisparle los nervios a cualquiera. Y Eiri no tenía un carácter paciente o amable, precistamente. Pero así y todo habían aguantado, superando por mucho las cuentas que todos habían echado sobre esa relación. En realidad era más que sorprendente que fuesen capaces de aguantarse el uno al otro y por muchas peleas sonadas que tuviesen entre ellos siempre volvían a reconciliarse.
Ahora Tohma entendía por qué.
Porque Eiri no se habría dejado tomar esas fotografías ni muerto con ninguna otra persona.
Porque nunca nadie le había visto con esa expresión ensimismada que mostraba en esa imagen estática.
Porque realmente parecía feliz por estar ahí sentado con ese irritante y extravagante muchacho.
Porque (se le encogió el estómago bruscamente al comprenderlo) Eiri estaba, por primera vez en su vida, enamorado.
Si Mika no hubiera estado ahí se le habrían llenado los ojos de lágrimas.
"Ahora ya no puedo hacer nada" pensó Tohma con tristeza, mirando una vez más la imagen de ese crío y su cuñado poco más que adorándose en silencio. "Si es feliz ya no me queda hacer nada".
Ignorando a Mika, que seguía hablando como si realmente creyera que él la estaba escuchando, tomó el teléfono y marcó una serie de números.
- Anulalo todo – fue lo único que dijo. Cuando colgó se quedó mirando el auricular como perdido, casi sin atreverse del todo a soltarlo. Pensó que de no haber visto esa revista Eiri habría sufrido mucho al final del día y se sintió más que angustiado.
"Solo quería protegerle y casi le hago más daño del que podría soportar" se dijo mirando una vez más la expresion medio sonriente del rubio escritor. Una sonrisa reticente, invisible casi para todo aquel que no le conociera, pero una sonrisa al fin y al cabo.
Suspiró y se echó hacia atrás en su silla, mirando con nostalgia la imagen, recordando cuando un Eiri jovencito era capaz de esbozar una completa y reluciente sonrisa verdadera. Le hubiera gustado haber sido él quien rescatase esa sonrisa para traerla de vuelta a sus labios y se moría de celos pensando que había sido ese crío el que lo había logrado.
- Tohma, llevas media hora mirando esa foto, ¿algo está mal? – preguntó Mika preocupada, viendo la seriedad de su esposo. Este, al darse cuenta de su actitud, volvió a sonreir con esa expresión tan suya y contestó casi al instante.
- Es esa silla de tu hermano. Tiene que ser muy incómoda y como pasa tantas horas ahí sentado escribiendo... ¿no crees que estaría mejor con una silla como la mía?
Mika le sonrió de vuelta con un poco de tristeza, aceptando por buenas sus palabras y prometiendo encargarse de todo. Tohma pareció ir a replicar un momento y después asintió fingiéndose complacido.
- Dile que es un regalo de nuestra parte – dijo con fingida animación.
Eso la dejó perpleja, porque sería la primera vez en seis años que él no se ocupaba de todo lo que ocurría en la vida de Eiri, hasta el más mínimo detalle.
¿Sería que al fin estaba decidido a olvidarle?
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Bueno, ahora un par de notitas...
- Thoma, Tohma, Tôma, Touma??? En realidad creo que ha quedado bastante claro que no sé como se escribe su nombre. En la serie lo ponen cada vez de una manera, en el manga spanish se escribe Tôma, en los fics cada cual lo escribe como le cuadra y el los ovas... ¡no sé como se escribe porque los he dejado!!!! Creo recordar en la presentación sale el nombre del personaje al lado de su imagen, pero no me di cuenta de mirarlo hasta que era demasiado tarde y hasta que no me lo devuelvan me quedaré con la duda, buaaaaa!!!
- Bata o Yukata? En esto tengo cierta duda, porque según una amiga debería ser Yukata, pero tengo entendido que es más bien un kimono ligero que una bata de andar por casa, que es a lo que me refiero, así que lo dejé como bata. En realidad yo tengo una roja con un dragón en la espalda (ya está un poco deshilachado el pobre) y me hizo ilusión que Shu tuviera una (llamadme rara)
- Editora, supervisora editorial o Mizuki? Según el manga (o al menos los dos números publicados hasta ahora, ¿alguien sabe si ya salió el tercero de una buena vez???) en lugar de ser una editora es una supervisora editorial y se llama Mizuki, así que aunque en el capítulo anterior no lo sabía en este sí y por eso lo corrijo nn.
Y eso es todo amigos, a la proxima, más. Gracias por leerme, besitos mil!!!!
