Cacería.

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Capítulo uno. Una mujer en una vieja carretera.

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Sakura conducía de regreso a Konoha, por la vieja carretera que conectaba a su hogar con Suna. Llevaba puesta una chamarra rompeviento bien cerrada, pues el frío era intenso en vísperas de Navidad y aunque el Jeep tenía encendida la calefacción, a Sakura le gustaba la sensación protectora de la prenda. Además, decía, que permitirse un poco de frío filtrarse a su piel, la mantenía despierta y bien atenta al volante.

A su lado un bulto suspiró tenuemente. Sasuke dormía plácidamente sobre el asiento del copiloto mientras llevaba encima una manta que le cubría el cuerpo hasta el cuello. Sakura sonrió dulcemente, le bajó un poco a la música del radio que en ese momento transmitía Help de The Beatles, y manejó con precaución para evitar despertarlo, sabía que estaba muy cansado, él había manejado toda la tarde al salir del hotel. Este era el final de una semana perfecta de vacaciones en la casa del lago de la familia Uchiha. «Te va a decepcionar, es una pocilga», había dicho él semanas antes, pero no tenía idea, la cabaña era preciosa, acogedora, rodeada de un paisaje boscoso, bellísimo. Sakura no quería regresar a su rutina en Konoha.

Era medianoche, no se habían detenido desde hace cinco horas. Sakura creyó que podría soportar estar despierta hasta la mañana siguiente. Necesitaba café. Estiró la mano para tomar el termo que había llenado en la última estación de gas, pero no estaba en su lugar. Lo rebuscó hasta darse cuenta que lo dejó en el asiento de atrás. Creyó que podía alcanzarlo y estiró el brazo. No, necesitaba estirarse más. Sakura optó por dejar de ver el camino, brevemente, mientras alcanzaba el termo, lo cual logró hacer con éxito; pero cuando puso los ojos de nuevo a la carretera, la imagen de una mujer corriendo hacia el coche la sobresaltó y gritó espantada, girando el volante con rapidez. Sasuke abrió los ojos de golpe, conmocionado, oyendo el chillido de llantas. «¡Sakura!», gritó Sasuke. El vehículo perdió el rumbo y Sakura tuvo que maniobrar el volante hasta que presionó el freno, evitando que el Jeep se saliera de la carretera.

―¿Qué mierda fue eso? ―preguntó Sasuke notablemente confundido. Luego miró el semblante tieso de su novia que apretaba firmemente el volante―. ¿Estás bien?

Sakura respiraba entrecortadamente pero pronto salió de su estado catatónico. Miró atrás, a través de la ventana, pero no vio ninguna presencia, tan sólo la vieja carretera oscura rodeada de árboles. Una punzada atravesó su pecho al imaginarse lo peor. Miró a Sasuke asustada, mientras él continuaba sin comprender absolutamente nada.

―¡La maté!

―¿Qué?

―¡No, no, no, la maté!

Sakura abrió la puerta del coche, el corazón le bombeaba con locura. El frío de la noche la impactó brutalmente pero nada la detuvo, hizo oídos sordos cuando Sasuke le dijo que no se bajara, el aturdimiento de una trágica y horrible experiencia estaba por volverse real. Sin embargo no vio ningún cuerpo. Caminó un poco, tratando de comprender qué había visto. Una mujer. Sí, fue real. Los costados del camino eran una masa negra, la carretera era visible solo por las luces del coche.

Sasuke bajó del coche, le habló, pero Sakura estaba ocupada buscando a alguien. Nada, no había rastro de haber arrollado a una mujer en la carretera.

―Tal vez era un animal ―dijo Sasuke, imaginando de qué se trataba todo esto.

Sakura negó con la cabeza y volteó a verlo, iba a decirle exactamente lo que vio, pero se detuvo. La mujer que creyó haber atropellado estaba a un lado del coche, de pie, intacta. Sasuke miró a su espalda y sus ojos se toparon con una muchacha rubia, sola, con el rostro temeroso.

―Lo siento, lo siento mucho… ―La voz de la joven temblaba. Llevaba la ropa sucia y tenía el cabello desalineado, no se movía y se aferraba de aquel montón de garras que llevaba en las manos.

Claramente encontrarse con una mujer que salió de la negrura del bosque, a diez kilómetros de la estación de gasolina más cercana no les causó la impresión más conmovedora. Sakura observó a Sasuke, notó que estaba incómodo con la situación.

―Por favor, ayúdenos… Por favor, se los ruego.

¿Ayúdenos?

Sakura pudo ver que lo que la mujer sostenía no era ropa, sino un bebé.

―Sasuke… ―susurró alertada de lo que acababa de comprobar, y él también lo comprendió.

Sakura se despabiló y caminó hacia ella. Sasuke la llamó con tono preventivo pero Sakura no se detuvo. Pero cómo podía saber él que no era una trampa y que la mujer en realidad necesitaba ayuda. Estaban en medio de la nada, quizá había un pueblo cercano. ¿Esta mujer podría sólo robarles para después huir? Sin embargo, verla con un bebé tan pequeño le hacía pensar que necesitaba de su ayuda y que ellos eran los únicos que podían hacer algo.

―¿Estás bien? ―preguntó Sakura. La muchacha tenía un nudo en la garganta y enseguida comenzó a llorar―. Oh, dios mío. Ven, entra al coche.

Sakura abrió la puerta trasera del Jeep intentando guiarla pero ella no se movió, parecía dispersa, congelada en su sitio. Sasuke suspiró incómodo y se acercó a ellas. La muchacha lo vio y retrocedió asustada, apretando al bebé contra su cuerpo. Sasuke se detuvo.

―No vamos a hacerte daño ―Sakura trató de calmarla―. ¿Puedes decirnos qué te pasó?

―Por favor, sáquenme de aquí, por favor ―La mujer estaba desesperada y volvió a llorar.

―¿De qué estás escapando? ―La voz seca de Sasuke la hizo vibrar.

―Se los diré, lo prometo, pero por favor, vámonos de aquí. Necesito salir de aquí.

Sakura observó a su novio, quería tener su consentimiento para llevar a esa muchacha a un lugar seguro. Aunque supiera que todo era extraño, ella no se iría dejando a una mujer y un bebé solos en medio de la nada, y además con las temperaturas tan bajas del clima que podrían dañarlos, por no mencionar la lista de peligros que corrían allí en la intemperie. Sasuke tuvo un presentimiento de que esta mujer les iba a traer problemas, así que pensó en sacarla de la carretera y dejarla en un lugar seguro.

―Vamos.

La mujer entró a la parte trasera del coche. Sasuke tomó las llaves, él manejaría en esta ocasión. Cuando el motor se encendió, Sasuke acomodó el espejo retrovisor; pudo conectar su mirada con la mujer, ella se había hecho ovillo en el asiento, acunando al bulto que llevaba en brazos, destapando una parte de la manda para verle el rostro delbebe, que en ningún momento hacía hecho ruido alguno. Sakura le tomó una mano a su novio, y le sonrió. Ya no había marcha atrás. Con el Jeep rodando, continuaron el viaje a través de la vieja y lóbrega carretera.

Después de una hora de camino, llegaron al motel más cercano. La rubia notó esto y pidió que no se detuvieran, pero Sasuke dijo que era necesario descansar. Ella suplicó, sin atender a las explicaciones de la pareja, parecía que no escuchaba, miró a todos lados con notable terror, y luego pidió que le abrieran la puerta del coche, se marcharía sola. Esto los desconcertó. Sasuke creyó que si ya la habían sacado de la carretera, no podían dejar que volviera a ella, así que no removió el seguro y se lo dijo. Ella palideció, forcejeó la puerta. Los peores escenarios surcaron su mente y la amenaza parecía estar moviéndose a ella. La desesperación la envolvió, comenzó a llorar en un ataque de pánico.

―¡Nos va a encontrar! ¡Nos va a encontrar! ―chilló y esta vez despertó al bebé que se unió a su llanto.

Sakura se sintió fatal, no quería equivocarse al hacer lo que hacían.

―Tranquila. Sea quien sea que te quiera hacer daño, no lo logrará. No estás sola, no te vamos a abandonar. Por favor, debes confiar en nosotros. Te vamos a poner en un lugar seguro a ti y a tu bebé. Ambos necesitan descansar en un lugar cálido. Te prometo que después de esto volveremos a la carretera y nadie sabrá que estuviste aquí.

―Él lo sabrá… ―murmuró sollozando, tratando de controlar su ataque de pánico―. Él siempre encuentra la manera de saberlo.

―No, no lo hará. Sasuke nos registrará en el hotel solo a mí y a él, nadie te verá entrar a la habitación. No quedará registro. Estarán a salvo.

Ella los miraba entre las hebras rubias que cubrían su cara. Quería confiar, quería estar segura que no había de qué temer, pero le costaba. Pareció meditarlo un momento, pero después de unos minutos accedió a entrar al hotel. Apretó al bebé contra su pecho, cerca de su cara, le susurraba palabras mientras temblaba. Estaba petrificada. Sakura la observó con tristeza.

Sasuke le pidió a Sakura que estacionara el Jeep mientras él se registraba. No tardó demasiado, pues el recepcionista, que era un viejo cansino y distraído, sólo requirió una identificación para hacer el registro. Sasuke eligió una habitación con cama doble, y para no pecar de desprevenido, comentó en tono casual que viajaba con su hermana. El encargado iba a salir para acompañarlo hasta la habitación, pero Sasuke le arrebató la llave con cuidado.

―No se preocupe, ya nos hospedamos aquí antes, sé dónde está el camino.

El hombre frunció el ceño, como intentando recordar el rostro del muchacho en visitas anteriores. Luego pensó que quizá se había hospedado en el turno matutino, cuando él dormía plácidamente en su hogar. No hizo más preguntas, y Sasuke salió, dirigiéndose al Jeep. Sakura ya había apagado las luces del coche, y por medio de una señal de mano, supo que debían salir.

Las mujeres caminaron con cautela detrás de Sasuke mientras cargaban sus pertenencias. La habitación estaba en el segundo piso y él se apresuró a abrir la puerta. Una vez dentro todos, Sasuke cerró la puerta con seguro, y aunque no reconociera que estaba nervioso, soltó el aire que estaba contenido en sus pulmones.

Sakura acomodó sus cosas en el suelo y se acercó a la muchacha, que se había sentado en la alfombra cerca de la cama para inspeccionar al bebé. Lo había arropado con una mantita y algunas camisas y suéteres, nada apropiado para andar vagando por un bosque inhóspito. Ella a su vez llevaba un pantalón deportivo, una chamarra y tenis blancos. Sasuke frunció el ceño cuando notó manchas rojizas en sus zapatos. Parecía ser sangre.

―¿Cómo está el bebé? ―La mujer no respondió pero le tomaba la temperatura del pequeño cuerpo con la mano―. Deberían tomar un baño caliente ambos, los ayudará a sentirse mejor―Entró al baño y encendió la luz―. Aquí hay una tina. Les prepararé el agua.

―Después de que tomen ese baño hablaremos.

Ambas mujeres observaron a Sasuke al decirlo. Claramente estaba impaciente por conocer a la muchacha y comprender su situación.

―¿No puede ser mañana? ―preguntó Sakura―. Todos deberíamos descansar.

―No, no vamos a descansar por ahora ―luego se dirigió a la rubia―. Piensa bien cómo vas a explicarlo todo. Más te vale decirnos la verdad si es que quieres que te mantengamos segura.

―¡Sasuke! ―A Sakura le molestó el tono y las palabras que usó para hablarle a una muchacha vulnerable que sufría.

La rubia escuchó pero intentó sentirse perturbada y se enfocó en su bebé. Lo acostó en una de las camas y lo destapó con cuidado. Sakura estiró el cuello para verlo mejor, abriendo los labios de asombro cuando lo notó demasiado pequeño. El bebé dormía, con sus manitas cerradas, debajo de los harapos. La mujer revisó el interior del pañal.

―¿Necesitas alimentarlo?

―Cuando despierte lo haré.

Era la primera vez que decía algo tranquilamente, sin la voz rota. Sonaba diferente, menos indefensa. Sakura comenzó a observarla mejor. Era muy joven, tal vez era menor de edad. Tenía el cabello platinado, larguísimo y estropeado, como si hubiera estado mucho tiempo en ese bosque. Era bonita, tenía la mirada azul. Estaba muy delgada. Sakura miró a su novio, que estaba recargado en una pared, observando también.

―Deberíamos pedir algo de comer para ella… antes del interrogatorio, ¿no lo crees?

Claro que debía comer, todos debían hacerlo. Sasuke suspiró y usó el teléfono para ordenar la cena. Sakura le recordó que sólo debía pedir comida para dos, pero él ya lo tenía en mente. La situación era que no había comida. El recepcionista dijo que tenían una máquina de sándwich a un lado de la oficina. Sasuke rodó los ojos y dijo que estaba bien, así que salió al pasillo en busca de la cena para vagabundos.

Para Sasuke, esto podrían ser muchas cosas. Una muchacha que escapaba de un esposo abusivo o quizá una ladrona de bebés. De lo que sí estaba seguro, es que debía saber todo acerca de esa mujer si en realidad iba a ayudarla. Él no era cálido al hablar, así que estaba preparado para sacar la verdad de mala gana, aun con la desaprobación de Sakura.

Al volver a la habitación con varios paquetes de sándwich y leche de cartón, Sasuke encontró solo a Sakura buscando ropa de su maleta, los otros dos estaban tomando el baño. Sakura se acercó en busca de un abrazo y él la rodeó con ambos brazos. Todo había sido tan inesperado. Sakura pegó el rostro en el cuello de él y suspiró.

―¿Notaste la sangre de los zapatos? ―preguntó ella sin romper el abrazo.

―Sí.

―¿Deberíamos llamar a la policía?

―Dejemos que hable primero. Sabré si miente.

Ambos tomaron una cama y se sentaron a discutir en voz baja lo que preguntarían. Dentro del baño la muchacha estaba sumergida en el agua con el bebé sobre su pecho. Les hacía bien la ducha. Parecía que todo estaba en calma ahora. Sin embargo, nadie podía escuchar su llanto silencioso, las lágrimas que caían sobre las mejillas y se mezclaban con el agua de la tina, mientras susurraba «nadie te hará daño mi amor», y acariciaba la cabeza del niño.

―Ven a comer ―dijo Sasuke seriamente.

La muchacha había salido del baño minutos antes, y llevaba puesta la ropa cálida que Sakura le dio. También puso ropa limpia que llevaba consigo al bebé. Lo estaba alimentando del pecho bajo una cobija cuando escuchó a Sasuke.

Colocó al bebé en la cama. La criatura estaba a punto de quedarse dormida. Su rostro parecía exhausto, lleno de pena, dolor. Sakura le ayudó a abrir el paquete del sándwich, y después tomó uno. Le hizo una seña a Sasuke para que comiera, pero él negó con la cabeza.

Una vez que terminó de comer, la mujer volvió a la cama para revisar al bebé. Sasuke se estaba impacientando, y Sakura temía que él hiciera algo que pudiera asustarla. Se acercó a la muchacha, pidiéndole que dejara al bebé dormir, asegurándole que todo estaba bien ahora. La rubia se puso de pie y Sasuke le señaló con la mirada la silla. Ella parecía nerviosa. Sakura se sentó en la cama desocupada, pidiéndole a Sasuke que se sentara a su lado. Él tomó su lugar en la cama, mientras la rubia parecía achicarse en aquella silla.

Hubo un momento de silencio, donde ella mantenía la vista en sus pies y ellos en el rostro escurridizo de la chica. Era difícil comenzar esta conversación.

―¿De quién estás huyendo? ―demandó Sasuke, rompiendo el silencio.

Ese era el comienzo del interrogatorio, y del relato que debía contar, pero del que no quería ni recordar. No había dejado de pensar en el motivo que la hizo huir, pero ahora, cuando sentía que podía respirar un poco, la visión de su tormento se hizo nítida, real. Su voz, su mirada, y todas aquellas palabras aparecieron en sus recuerdos. ¿Y debía contárselos todo? El sólo hecho de pensar en él y en la última vez que se vieron, la rompía por dentro, de nuevo. Y lloró, sin poder reprimir el sufrimiento que la perseguía. Lloró sin contención, como quien no soporta la carga del dolor de su interior, de las decisiones que marcaron su camino, de una pesadilla hecha realidad. Ni Sasuke ni Sakura pudieron hacer nada más que observar y permitirle derrochar sus lágrimas y dejar entrever su dolor.

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