DIARIO PARA TINO

CAPÍTULO CUATRO: Sin decir adiós.

¿Cómo explicarlo sin entrar en detalles...? Lo amé inocente y desesperadamente al mismo tiempo; le dije cosas que jamás le hubiera dicho a otra persona... le entregué todo de mí esa noche. Y en esos momentos, aunque efímeros como después comprobé, me sentí la mujer más dichosa del mundo. Quizás te parezcan cursilerías, o simples mentiras que la gente inventa para vender telenovelas, que un sentimiento así no existe, que no es más que un utopía. Pero llegará un día, tarde o temprano, en que sentirás que el ángel del amor toca a la puerta de tu corazón; y aunque te resistas y lo niegues o trates de luchar contra él verás que es imposible no darle paso. En mi caso, esa puerta sólo la abrí una vez, y fue a él. Espero que cuando ese ángel venga por ti, desee quedarse allí, en el rincón más profundo de tu alma.

-¿Estás bien...? –preguntó él en voz muy baja- Hace mucho que estás callada... ¿Hice algo mal?

-¿Eh? No... bueno, creo que no... ¿Y yo?

-No... tampoco... sabría decirlo exactamente... –hizo una pausa mientras acariciaba su mejilla –Entonces... ¿te arrepentiste...?

-No, claro que no... ¿cómo podría? –sonrió tímidamente.

-¿Y entonces, en qué pensabas? –preguntó con la voz y con sus dulces ojos.

-Es que nunca voy a poder olvidarme de este día, nunca...

-Ni yo. Te lo prometo. –le dio un suave beso- Ahora duerme un poco, ¿si?

-Taro... eso que dijiste antes de que... que me amabas... ¿lo dijiste en serio? –preguntó mientras se apoyaba sobre su pecho. Pero él no le contesto más que con el sonido de su respiración, pues ya se había dormido. "Supongo que sí... sino no estarías aquí conmigo ¿verdad? Porque yo sí te amo con todo mi corazón.." –alcanzó a pensar antes de que el sueño se la llevara también.

Hijo, espero que nunca pases tengas que pasar por eso, pero yo sé que el corazón de los humanos esconde en ocasiones crueldad. Si alguna vez alguien y te dice cosas feas sobre tu nacimiento y trata de hacerte sentir distinto a los otros niños, ignóralo; no sabe lo que dice. Todos los hijos son del amor, aunque haya amado uno sólo; no lo olvides nunca por favor. De todos modos y aunque únicamente puedas escuchar mi versión, yo seguiré creyendo que sus palabras y su amor fueron sinceros, al menos en esos momentos. Pero... las cosas se ven diferentes a la luz del día.

El ruido de su celular me despertó. Lo busqué a mi lado, al no encontrarlo prendí la luz. Entonces lo vi poniéndose su chaqueta oscura y buscando su cartera rápidamente, era evidente que llevaba mucha prisa. Me miró... por última vez. Pero sus ojos ya no eran aquellos ojos protectores y tiernos de la noche anterior, eran muy distintos. Su mirada, no, su expresión toda, reflejaban un sentimiento de temor o de... ¿culpa?. Incluso su sonrisa era más bien una mueca, si es que sonreía. Un sentimiento extraño, ahora pienso que fue temor, me invadió pero sólo pregunté...

-Taro... ¿Qué pasa, ya te vas?

-Sí... no te despiertes... Tengo que irme...

-Pero si aún no ha amanecido... Espera un poco más...

-No puedo, es urgente.

-Pero...

-No te preocupes. Te llamaré en cuanto pueda. –rápidamente salió por la puerta y cerró.

-Pero... –vio el teléfono sobre la cama- ¡Espera! ¡El teléfono!

Corrí hacia la puerta a ver si lo alcanzaba, pero cuando salí al pasillo ya se había marchado. "Te lo olvidaste...", murmuré para mí misma; pero me tranquilicé en que se lo devolvería apenas lo viera. En vano lo busqué por toda la Côte d'azur. Le pregunté a cuanta persona pudiera, pero realmente no eran muchas; en el hotel sólo supieron decirme que había buscado sus cosas muy rápidamente y se había ido sin mayores excusas. La semana de vacaciones pasó y llegó el día de volverse a Paris.

-¡Qué diablos tiene este colectivo! ¡Vino con una hora de retraso y ya está deberíamos haber llegado!

-Así es la carretera después de la temporada de vacaciones, Charlotte... no te ofusques. –respondió Azumi, con tono pesaroso.

-¡Ay, lo siento! ¿Estabas pensando... en él... verdad? –preguntó titubeante.

-Me dijo que me amaba... –dijo, más para sí misma que para su amiga- ...qué tonta, si no se había acordado de mí en tanto tiempo, lo lógico era que me olvidara igual de pronto...

-¿Y tú le creíste?

-...

-Mira amiga, yo sé que es duro de aceptar, pero se fue y no le importó lastimar tus sentimientos cuándo él sabía que tú sí lo querías. No te quiere; nunca te quiso.

-No estoy sintiendo su partida. Lo que no entiendo es porqué ni siquiera se despidió... –una lágrima cayó por sus ojos.

-¿Por qué? Porque es un cobarde; y un idiota. No llores por él, no te merece. –sentenció Charlotte, pero su amiga seguía mirando al suelo. –Lo siento linda, no quise lastimarte...

-Sólo... sólo tenía que decírmelo... yo no iba a lloverle con reproches... decirme que confundimos las cosas o no sé... que no iba a poder ser... con una explicación bastaba... o una nota en la mesa de luz, al menos...

-Bue... bueno... quizás sí te llame después de todo... –pensó unos momentos- Además.. fíjate que tienes su teléfono celular, en algún momento va a volver aunque sea para reclamarlo.

-Entonces no creo que pueda devolvérselo. Me lo robaron...

-¿Qué? ¿Cuándo?

-Hace un rato, cuándo te fuiste a comprar los boletos en la estación...

-¿Y porqué no me dijiste nada? Le hubiéramos dicho al policía...

-No creo que lo hubieran encontrado, la moto de los ladrones iba muy rápido... además quizás sea lo mejor... así voy a dejar de pensar que en cualquier momento me va a llamar...

-Azumi...

-No te preocupes por mí, Charlotte... –sonrió –Estaré bien...

Pasé muchos días pensando en nuestra conversación, tratando de encontrarle una respuesta lógica a su desaparición. Aunque no se lo dije a Charlotte, sí lloré, varios días; pero poco a poco la tristeza le dio paso al orgullo y dejé de lamentarme. Después de todo, en algún momento tenía que superarlo y continuar con mi vida. Cuando pude hacerlo me prometí empezar a olvidarlo. Pero... eso sí que no pude...

Volví a la universidad, a tratar de dar los exámenes pendientes...

-Ese profesor loco debería entender que hay gente a la que el humo del cigarrillo le hace daño... si a mí también me dio un dolor de cabeza... y todavía le falta preguntarme a mí... ¿Qué haré?–se quejó la francesa, como lo hacía habitualmente –No fue el cigarrillo, Charlotte... –dijo cómo al pasar mientras abría el grifo del agua fría...

-¿Ah, no? ¿Entonces te mandaste la parte? Bueno, se ve que funcionó porque te molestó bastante poco. Además ya te dijo que te iba a aprobar. Hum... quizás también debería marearme... O sino...

-Estoy embarazada...

-...podría ser un sincope... no, eso suena muy exage... ¿Qué dijiste...?

-Que voy a tener un bebé, eso dije...

-¿Eh? ¡Ay, Dios! ¡Y con la naturalidad que lo dices! Pe... pero... ¿no estás segura, verdad? –rió, nerviosa.

-¿Cómo quieres que lo tome? Y sí, sí lo estoy... –contestó con la vista fija en el agua que corría.

-¿Es... es de ese muchacho? –preguntó mientras se sostenía a la pared -¿O saliste con alguien más?

-No... no salí con nadie más...

-¿Y.. qué vas a hacer...?

-No lo sé... todavía no pensado bien...

-Si no lo quisieras... nadie podría culparte, Azumi...

-¿Qué estás tratando de decirme, Charlotte?

-¡Qué no es justo que tengas que cargar el resto de tu vida por una tontería de ese... de un tipo que no te quiere y al que no le importas! ¡Él seguro que esta a miles de kilómetros de aquí viviendo su vida tranquilamente mientras tú sola tienes este problema! ¡¿Y por qué, eh?! ¡¿Sólo porque tuvimos la mala suerte de haber nacido mujeres; eso lo libera de la responsabilidad?!

-Es verdad, nadie podría culparte... pero en algún momento de tu vida te sentirás sola y pensarás en como habría sido tu vida si lo hubieras tenido... –dijo una voz femenina que salía de una de las puertas del baño.

-¡Profesora Millicic! –exclamó Charlotte. -¿Acaso usted...?

-Sí, sí. Estuve escuchando todo...

-Profesora... yo... –dijo Azumi...

-Shhh. Nada, primero tienes que secarte esas lágrimas –con su pañuelo despejó la cara de Azumi- Y después tienes que comer algo, y luego, y sólo si quieres, puedes hablar conmigo.

-Pero...

-No te preocupes Charlotte. Tú tienes que dar tu examen todavía, yo me encargo de ella; ve tranquila. Y nada de fingir enfermedades, ¿eh?

-¿Vas a estar bien, linda?

-Sí Charlotte, no te preocupes. Estoy bien.

-Mademoiselle Poitier es una buena muchacha, pero es tan joven como tú; si no lo es más...

-Ella.. tiene buenas intenciones, profesora...

-Dime "madame". Por alguna razón así lo hacen todos mis amigos... y eso que no soy casada... –bromeó mientras llamaba al mozo de la cafetería- No dudo de las intenciones de tu amiga, pero no está capacitada para aconsejarte demasiado... ¿Qué te gustaría tomar?

-Nada... tengo el estómago revuelto.

-Justamente por eso debes comer algo. En tu estado no puedes darte el lujo de estar débil... –agregó mientras pedía dos desayunos de la carta.

-Supongo.. que está esperando una explicación...

-No, yo no espero nada. No soy un juez para pedir declaraciones... aunque no te niego que me preocupas un poco. Hace varios días que te notaba cambiada; iba a preguntarte el porqué pero creo que ya no es necesario...

-Entonces no me he comportado tan naturalmente como dice Charlotte... No crea madame que no me afecta, es que simplemente no terminé de reaccionar... Desde que... me enteré de esto he tratado de pensar, pero siento que todas las ideas me dan vueltas pero ninguna se queda en su lugar...

-Probablemente estés en shock; no es necesario darse un golpe en la cabeza para tener una conmoción...

-¿Qué voy a hacer? –se preguntó mientras se tomaba la cabeza con las manos- ¡No tengo familia ni aquí ni en Japón! ¡Ay, no quiero ni pensar lo que diría mi papá! ¡Seguramente se decepcionaría de mí!

-No lo creo. Además sería una vanidad de tu parte pensar que eres la única, hay chicas en peor situación que la tuya.

-Ojalá supiera que hacen todas esas chicas...

-Más bien deberías tratar de saber que quieres hacer tú. –dijo la señora Millicic mientras llegaba el café- ¿Y no tienes posibilidades de arreglarte con el papá del bebé? Quizás, de esa manera...

-Yo no contaría con eso, profesora... –pensó unos momentos- ¿Qué haré?

-Sobrevivirás a esto, y a mucho más. No te preocupes, yo te ayudaré. Siempre cuidé a todos los hijos de mi hermana cuando eran chicos. Y son cuatro, así que entiendo bastante de niños... Charlotte seguramente te terminará ayudando tarde o temprano...

-Sí, cuando se le pase la rabieta y las ganas de matar a .. bueno, al padre del bebé. ¡Como si así se solucionara algo!

-Es que yo la vi y créeme, está mas asustada que tú... –dijo madame, guiñando un ojo.

-Por eso la echaron de los boyscouts cuando niña... –rió Azumi, por primera vez en el día.

-Entonces mejor que no se inscriba en un reality show jamás... –sentenció madame mientras tomaba un sorbo de su café.


13 de diciembre de 2004

Bueno... creo que ya lloraron bastante por hoy (y yo lo disfruto, ¡qué maldita que soy!) Este fue uno de los capítulos más difíciles de escribir; generalmente mis fics son de un tono mucho mas alegre pero últimamente me ando inclinando por las cosas difíciles... espero que me haya quedado bien. Muchas gracias a todos por sus lindos comentarios del capítulo anterior, ese también me resultó bastante difícil... (tampoco son estrictamente románticos, así que temía que fuera muy cursi). Bueno, por ahora los dejo ¡Hasta la próxima!