DIARIO PARA TINO

CAPÍTULO CINCO: Sobreviviente

Quizás no encuentres demasiados detalles sobre lo que fue nuestra vida en esos primeros meses; pero hay algunas cosas que ya he olvidado y otras que prefiero olvidar. No voy a mentirte: los primeros tiempos fueron los más difíciles. Trabajé hasta que pude, pero al final tuve que dejar mi puesto en la fotocopiadora de la universidad. La señora Millicic me ayudó mucho con los exámenes y las materias, sino creo que hubiera dejado la universidad también. Desde allí tuve que empezar a gastar un dinero que había cobrado del seguro del accidente de tus abuelos. Nunca había querido usarlo, me provocaba algo extraño gastar algo que había obtenido por tan terrible circunstancia, pero creo que tu abuelo se habría puesto contento de saber que le sirvió a su nieto. Seguramente le hubieras querido mucho.

No te cuento esto para apenarte Tino. No estoy arrepentida de las decisiones que he tomado; pero creo que debes saber las cosas tal y como fueron.

Naciste dos semanas antes de lo previsto, el día en que naciste yo había ido al cementerio de Père Lachaise, a visitar a tus abuelos...

-Escuche señor Morrison, entiendo que tenga muchas visitas de sus fans y que consideren este lugar un santuario, pero por favor dígales que no tiren tanta basura... yo sé que no es su culpa realmente, pero no es la única alma que desea descansar en paz... –dijo Azumi mientras juntaba unos papeles de galletitas. –Ay, papá; tú que odiabas los departamentos porque no soportabas a los vecinos... mamá tenía razón en que por algo el lote debía ser tan barato... -Luego, desvió su atención de la tumba del músico norteamericano y se concentró en cambiar unas flores en otra; en la lápida se podía leer "M.et Mme Hayakawa. 196X-199X".

-Papá, mamá... perdonen que no haya venido antes, han sido días bastantes complicados para mí... voy a tener que mudarme pronto, el contrato vence en dos meses... Ayer fui al médico, dijo que todo está bien. Aún no sé el sexo, me estoy reservando la sorpresa.. tú no te hubieras aguantado ¿no, mami? –pensó unos momentos mientras se sentaba sobre le mármol; en su estado no resistía mucho parada- creo... que en todos estos pocos meses pasé por todos los sentimientos... la alegría, la incertidumbre, la duda, la pena, la desolación, la resignación y hasta el odio.. sí, a veces pienso en que odio a Taro por haber sido tan cobarde de no haberme dicho de frente que no me amaba... Pero al final madame Millicic tenía razón: he sobrevivido... sobrevivido a todos los sentimientos posibles.... lo único que no me llegó... fue el arrepentimiento. Por mucho que he tratado de sentir un poco de culpa, auque no más sea para calmar mi conciencia.. pero no puedo... no sé cómo llamarlo... orgullo tal vez... sí, eso puede ser, porque si pudiera volver en el tiempo y cambiar algo.. creo que lo haría todo igual... arrepentimiento es lo único que no me llega... –cuando terminó de decir esto, vio que unas lágrimas habían mojado el cemento; pero después vio que no eran lágrimas; tampoco era lluvia. Pensó en que debía hacer, y afortunadamente recordó que había un hospital a pocas cuadras...

-¿Señorita, en que puedo ayudarla? –preguntó la recepcionista.

-Creo que... voy a dar a luz... Un médico... por favor... –alcanzó a decir antes de que se derrumbara en el suelo. Por fortuna un médico y una enfermera la tomaron del brazo.

-¿Señora? ¿Para cuándo tiene fecha?

-Para.. dentro de... ay.. dos semanas... pero creo que se adelantó.

-¿Cómo llegó hasta acá? ¿Quien la trajo?

-Vine yo sola, caminando...

-¿¡Qué?! ¡Lo qué usted hizo es una locura! ¿Hay alguien que podamos llamar?

-Antoniette Millicic... 40... 87... ay.. 52.. 34.. ¡Está en la cartera.. con los papeles del... del seguro médico!

-Respire. Le vamos a poner la anestesia... –dijo el médico mientras le acercaba una mascarilla.

-No, yo no quiero nada, yo...

-¡Qué alguien me ayude, por favor!

-¡Azumi! –se sintió la puerta del quirófano abrirse.

-¡Taro! ¡Viniste! ¿Cómo...?–gritó ella sonriendo entre las lágrimas del dolor del parto.

-Claro... no te iba a dejar sola en este momento... –tomó su mano.

-¡Me hiciste mucha falta! ¡Te extrañé tanto!

-Yo yo a ti...

-¿Ya no te vas a ir verdad? –súbitamente él soltó la mano de la muchacha y comenzó a alejarse de ella. –Taro, no te vayas, no nos dejes...

-Por favor, no nos dejes... Taro... ¡Taro!

-¡Azumi! –se abrió la puerta de la sala, pero la que entró fue la señora Millicic.

-Póngase el barbijo. Tómela de la mano y no deje que se duerma. –le dijo el médico. –Quisimos ponerle anestesia general, pero se negó.

-Madame... quiero ver a mi bebé...

-Ya falta poco... aguanta un poco más, linda...

-¡No voy a poder!

-Sí que podrás. Puja, por favor...

-Yo... ¡¡¡ayyy!!! –gritó desde lo más profundo de sí misma. Y su grito se unió con el llanto de una criatura recién llegada al mundo.

-Ya está... ya está.. lo hiciste muy bien, ma cherié....

-¿Qué es? –pregunta la muchacha.

-Es un varón. Felicitaciones. Acaba de ser mamá de un hermoso varón.

-¡Un varón! ¡Es un niño! –exclamó mientras la enfermera le ponía el bebé en su pecho. Y al sentir la piel de su bebé por primera vez, toda su pena se transformó en una felicidad inexplicable.

Como te dije, pasé muchos momentos amargos, pero cuando naciste fue como si todo lo antes vivido dejara de importarme La primera vez que te vi, decidí que dedicaría mi vida. Espero que para cuando leas esto no sientas que te he fallado...

Después de que naciste me dejaron dos días en el hospital. Charlotte vino a visitarme a diario y la profesora Millicic se quedó conmigo todo el tiempo. Realmente le debemos mucho a ella.

-Ya hablé con el doctor –dijo la profesora Millicic- Dice que todo ha salido bien y que no tendrán que dejarte más tiempo en observación... No tienes que preocuparte por nada, yo te cuidaré este primer tiempo.

-Muchas gracias, madame. No sé que hubiera echo sin usted

-Claro que no... Siempre quise tener un hijo a quien cuidar, pero tuve que conformarme con lo que tuve en suerte... No sabes lo afortunada que eres, Azumi.

-Sí... supongo que sí... –su mirada se entristeció al tiempo que miraba a Tino.

-Mira Azumi, perdona que te lo diga, pero ¡que mal lo de ese muchacho...! Ni siquiera llamar para saber de su hijo... eso no se hace.

-No se preocupe profesora Millicic. Tendrá que vivir con eso en su conciencia el resto de su vida. Y todo vuelve, lo bueno y lo malo –respondió Charlotte.

-Taro no sabe que estuve embarazada...

-¿¡Qué!? –exclamaron ambas mujeres.

-¿Pero por qué no se lo dijiste? –preguntó madame Millicic.

-Cuando traté de hablar con él no pude encontrarlo por ningún lado. ¿Adónde le iba a avisar?

-¡Eso es una excusa Azumi! ¡Si quisieras encontrarlo pudiste llamar a la embajada... o a la Federación Nacional de Fútbol de Japón... o alguna revista de deportes! Si le decías que eras periodista te hubieran dado el teléfono o algo...

-Todavía no soy periodista, Charlotte...

-¡Ese no es el punto! –exclamó su amiga, enojada -¡No lo hiciste porque no quisiste!

-¿Tanto así lo odias, Azumi? –preguntó la profesora- Entiendo que no tengas ya nada que ver con él, pero tiene derecho a saber que tiene un hijo...

-¡Si lo encuentras, y rechaza al niño, pues entonces no tiene derecho a nada! ¿Pero y si no? Yo creía que se lo habías dicho....

-Entiendo lo que dicen amigas, pero no fue por rencor que no lo busqué...

-¿Y entonces, muchacha?

-Si lo encontraba, como dicen, y me dijera que no quiere saber de mí, yo... ¡yo no lo podría soportar! Al menos así me van a quedar un buen recuerdo de él... Además... aparecerme así de la nada.... ¿Con qué derecho?

-¿Todavía lo amas, no? –preguntó Charlotte.

-Sí –susurró, con lágrimas en los ojos.

-Pero... ¿qué le dirás a Tino cuando crezca y te pregunte por su padre? –inquirió la profesora- Querrá saber quién es, qué hace...

-Le diré la verdad. Que yo estuve enamorada de su padre, pero que yo no fui más que una noche en su vida y que no tenía derecho a cargarlo con algo que ni siquiera pensó en que pasara.

Y eso es todo, Tino. Como le expliqué a madame Millicic, si no busqué a Taro es porque quise guardarme para mí al menos esos pocos momentos, esas pocas palabras que significaron tanto para mí, auque no fueron más que unas breves vacaciones en su vida. Él tenía su vida ya en Japón, empezó a cumplir sus sueños y que yo sé bien que le costaron. No tenía derecho a estropearlo todo por algo de lo que yo fui la responsable, y asumí la responsabilidad. Tal vez pienses que soy una tonta sentimental, que como dijo Charlotte debería odiarlo pero por más que lo intente, no puedo. Si pese a todo lo malo me dio lo más querido para mí que eres tú.

La luz baja unos instantes en el pequeño departamento del 1025 de la rue l'Odeon. Afuera cae con violencia una tormenta de nieve como no ha habido en años en Paris.

14 de diciembre de 2004

¡Hola a todos! Para hoy una sola aclaración. El cementerio de Père Lachaise, en París, es un lugar con doscientos años de tradición, allí hay muchas tumbas famosas como la de Oscar Wilde por ejemplo, además de la de Jim Morrison (tumba que los franceses preferirían quitarse de encima, porque los fans hacen todas clases de barbaridades que alteran el orden público, pero como los norteamericanos tampoco lo quieren se la tienen que aguantar)