Esto es una reescritura de un fic que escribí hace ya un tiempo, así que la trama e historia es básicamente la misma. Eso, chau.
Una gran tormenta se aproximaba, la lluvia y los relámpagos se intensificaron, y en el desolador centro urbano de Pale City dos pequeñas figuras recorrían la azotea de un edificio.
A través del hormigón húmedo corrían lo más rápido que sus pequeñas piernas les permitían. Debían encontrar refugio pronto, y lo único que lograron divisar por el momento era una ventana que daba a un cuarto oscuro. Ambos subieron cuidadosamente por las escaleras de un balcón, procurando que sus manos no resbalaran por las gotas de lluvia.
Se habían conocido por casualidad en los bosques, en donde debieron trabajar juntos para escapar de un monstruo despiadado. Fue desde ese momento en el que emprendieron su viaje en búsqueda de una mejor vida, unidos por el mero instinto de supervivencia. Los pequeños tenían como único objetivo el encontrar un escondite seguro para mantenerse a salvo, algún lugar para estar protegidos del terrible clima y las criaturas hostiles, además de tener cercanía con algún lugar en donde poder encontrar agua y comida para sobrevivir. Una tienda abandonada sería ideal para esta ocasión.
El chico, que se hacía llamar Mono, tenía la costumbre de traer puesta una bolsa de papel de tal forma que le cubriera por completo su cabeza, en ella había recortado unos círculos para poder ver y respirar con comodidad. No le importaba lo extraño que esto pareciera para los demás, pues le hacía sentir seguro al saber que así no le podrían juzgar por su apariencia.
En cuanto a Six, la chica, no recordada haber podido confiar en alguien durante toda su vida. Esta era quizás la primera vez que había estado tanto tiempo junto a alguien sin estar constantemente preocupada de ser asesinada.
Aun así, no lograba mantener confianza con su compañero. Estaba segura de que en el fondo era como cualquier otra criatura de este mundo, alguien vil que solo piensa en su propio bienestar. Sabía que solo la ayudaba porque las circunstancias lo requerían, al igual que ella lo necesitaba a él. Cada día estaba presente el temor de que se fuera a deshacer de ella en cuanto ya no le sea necesaria. No se podía confiar en nadie.
Reflexionando, casi parecía que el único recuerdo agradable que tenía era el de una caja de música que había en la cabaña del bosque. Su melodía le hacía sentir segura y le calmaba de sus miedos, logrando olvidarse momentáneamente del horrible mundo que la atormentaba. Odiaba pensar en que había abandonado esa tranquilidad para escapar junto a este chico, solo para terminar afrontando todo tipo de peligros. Era consiente que todo aquello no era culpa de él, que aún siendo así velaban por la seguridad del otro, pero a pesar de todo eso, Six llegaba a desear nunca haberlo conocido.
"Hey…"
Six fue sacada de sus pensamientos no tan agradables cuando de entre el ruido de la lluvia escuchó la voz de su compañero llamándole. Al parecer había encontrado una manera de atravesar por la ventana, dentro encontrarían un lugar para pasar la noche y ocultarse de la lluvia.
Se esforzaron por llegar lo más pronto posible al interior de aquel lugar y poder protegerse del frío. Dentro les esperaba una habitación oscura en deterioradas condiciones, había polvo por todas partes y lo único que se escuchaba era el sonido de algunas goteras. Concordaron en que lo mejor sería recorrer el lugar para asegurarse de no hubiese nadie más que ellos dos.
Mientras exploraban el lugar tomados de las manos, como solían hacerlo, llegaron a la conclusión de que el lugar estaba en efecto, abandonado. Y no solo eso, que debió de estarlo durante muchos años, evidenciado por el estado de los muebles y la pésima condición de las paredes y el suelo, además de que todo parecía estar en completo desorden. Sin embargo, todo esto era algo bueno para los dos pequeños, pues significaba que podían descansar y dejar de ocultarse por un tiempo.
O al menos eso parecía al inicio. Algo andaba mal.
De pronto, Mono alcanzó a oír un sonido inusual, silencioso y casi imperceptible, similar a las pisadas de un roedor. Jaló a Six del brazo, indicándole que prestara atención a aquel sonido.
Ambos se quedaron completamente quietos mientras se esforzaban por intentar descubrir el origen del ruido, hasta que coincidieron en un punto, el techo. Entonces se percataron, un enorme agujero parecía estar expandiéndose lentamente entre las viejas tablas del techo por el peso de algunos muebles acumulados en la planta superior.
Una tabla grande cayó, asustando a ambos. El sonido chirriante de la madera crujiendo se volvía cada vez más intenso. Pronto caerían más trozos del techo generando un efecto en cadena, provocando que la planta superior colapse completamente con la de abajo.
Mono se percató de esto y tomó iniciativa, agarró fuertemente a su compañera de la mano y juntos huyeron lo más rápido posible. Otra vez se encontraban asustados y trabajando en equipo para sobrevivir. Una puerta se les cruzó en su camino, y no parecían contar con suficiente tiempo para alcanzar la manija. Ambos pequeños comenzaron a empujarla con toda la fuerza que sus delgados cuerpos les permitían. Para fortuna de ellos, las bisagras de la puerta se encontraban flojas por el paso del tiempo, y de un golpe lograron derribarla por completo, haciendo que esta cayera con fuerza al suelo.
Mientras continuaban corriendo lograban oír el desastre que se generaba a sus espaldas. Tanto era el terror que sentían que no se atrevían a mirar atrás. Siguieron huyendo del peligro hasta que se toparon con otro gran agujero, esta vez en el suelo. Al no tener otra alternativa se prepararon para saltar desde una altura que desconocían. Sin embargo, en el último momento Six se acobardó y quedó en el borde del agujero, mientras que Mono había saltado sin percatarse de que su compañera había soltado su mano.
Fue demasiado tarde para Six. El techo colapsó sobre ella derrumbado también las tablas en las que se encontraba.
Pasaron unos instantes de completo silencio después de lo que se sintió como un estruendo insoportable. Mono abrió los ojos, estaba tumbado en el suelo con su bolsa de papel aparentemente intacta, se levantó para mirar a su alrededor. De entre todo el polvo que se había levantado solo podía distinguir muebles, basura y diversos aparatos acumulados a montones por el desastre. Buscó en sus alrededores a su compañera que debió haber saltado junto a él, pero por más que la buscaba no la lograba encontrar. Le aterrorizó pensar que podría estar atrapada entre los escombros y la buscó desesperadamente mientras luchaba por quitar las tablas rotas que podrían estar aplastándola. No logró encontrar nada.
Empezó a entrar en pánico. Gritó con la esperanza de que su compañera le respondiera y así ir en su ayuda. En estos momentos no le importaba si algún monstruo lo escuchaba, para él sería mucho peor tener que abandonar a Six en este lugar.
Hasta que, de entre todos los montones de muebles acumulados logró ver su impermeable amarillo que sobresalía entre los escombros y un enorme sofá que amenazaba con aplastarla. Sin pensarlo ni un segundo fue deprisa a ayudarle. Mono se emocionó mucho al verla, la sacudió un poco para asegurarse de su condición, a lo que Six respondió con un leve gemido de dolor, estaba herida, pero con vida. Mono intentó levantar algunas tablas de alrededor pero no lo lograba, todo estaba muy pesado. Volvió a intentarlo, esta vez tirando de Six para sacarla de los escombros. Con mucho esfuerzo logró liberar a su compañera, provocando que algunas tablas se deslizaran, haciéndole tropezar y ambos terminaron cayendo al suelo.
Inmediatamente Mono se levantó para ayudarla, esperaba que con esa maniobra no le hubiera lastimado más las piernas, pero su temor fue disipado al ver a Six levantándose lentamente del suelo y caminando algo adolorida hacia él.
Al llegar donde él, solo se le quedó mirando a sus "ojos" con una expresión seria, emitió un leve murmullo para darle a entender que se encontraba bien y le volvió a tomar de la mano para continuar. Sin embargo, él parecía negarse a avanzar, solo se quedó de pie en el lugar. Six no entendía que le sucedía por lo que le empezó a jalar del brazo. Luego, Mono hizo algo que ella no se esperaba para nada. Envolvió sus brazos alrededor de ella y la acercó a él. ¿Qué estaba haciendo? Intentó moverse, pero los brazos de Mono le impedían salirse de ahí. ¡Que molesto! Comenzó a sacudirse bruscamente, esto no le gustaba para nada.
De pronto, un sonido la distrajo de querer liberarse. Era la bolsa de papel de Mono, se la estaba quitando con un brazo. Ella se quedó mirando muy atenta la escena, sería la primera vez que vería el verdadero rostro de su compañero. Una vez se quitó la bolsa, Six quedó asombrada, contempló detenidamente cada aspecto de su cara, se fijó en la forma de su nariz, en su piel y en su cabello color marrón, pero lo que más llamó su atención fueron sus ojos, sus verdaderos ojos, más oscuros y profundos de lo que jamás se hubiera imaginado. Pero no era precisamente eso lo que le llamaba la atención, los ojos de Mono parecían estar… ¿Goteando? Probablemente era la mejor forma de describirlo.
Para ese entonces Six ya había cesado de luchar por liberarse, a lo que Mono volvió a apretarle con fuerza. Mientras tanto, ella pensaba en lo que vio. ¿Por qué el rostro de Mono está mojado? No era como si la lluvia lograra entrar a través del techo. No tenía sentido.
Entonces lo recordó. Recordó haber experimentado lo mismo cuando se encontraba completamente sola en la cabaña, acompañada solo por la melodía de la caja musical, o cuando estaba tan asustada que apenas se lograba mover. Ambas situaciones no le resultaban precisamente agradables, pero ahora Mono no parecía estar asustado, y mucho menos estaba solo. Eso solo le generó más dudas. ¿Será quizás…? ¿Porque no le hizo lo mismo con los brazos? Queriendo hacer que su compañero salga de aquel estado, Six le respondió con el mismo gesto, envolviendo sus brazos alrededor de él, esperando que surtiera algún efecto.
Lo único que consiguió, fue hacer que Mono le quitara la capucha de su impermeable y le comenzara a acariciar el cabello. Six estaba confundida, todo esto se le hacía muy nuevo y extraño, le empezó a imitar con la esperanza de que su compañero volviese a la normalidad. Pudo tocar su cabello, estaba sucio y desordenado, pero eso no le importaba. De hecho, la sensación le agradaba. Casi logró comprender por qué a Mono le gustaba tanto hacerle eso a ella.
Quitó la mano de su cabello para esta vez apretarle con fuerza tal como lo había hecho antes, a lo que él respondió soltando un leve jadeo. Le echó un vistazo a su rostro y logró notar que sus ojos ya no goteaban como antes, y que ahora tenía una gran sonrisa en su lugar. Al parecer, su método de apretarle con los brazos estaba surtiendo efecto. Pero aun así no lo quiso soltar, había algo en esto que disfrutaba mucho. No pudo identificar lo que era específicamente, solo sabía que estando tan cerca de él, le traía una sensación de seguridad, dejaba de sentir frío, dejaba de tener hambre y estar asustada. ¿Podría ser? ¿Acaso Mono estaba haciéndole sentir lo mismo que su caja de música? No. Esto parecía ser incluso más. Six cerró sus ojos como si intentara dormir, por alguna razón pensó que de esa forma disfrutaría más el momento.
El tiempo pasó y ninguno de los dos se atrevía a terminar con ese abrazo. De pronto, uno de los muebles entre los escombros se deslizó hasta golpear el suelo, distrayendo a ambos pequeños y de inmediato volvieron a estar en alerta. ¿Cuánto tiempo había pasado? Lo único que sabían era que se había sentido como una eternidad. Enseguida se separaron y continuaron con su viaje lo más deprisa posible.
Mientras caminaban agarrados de las manos, Six miraba discretamente a Mono. Tal vez no era tan malo como se lo imaginaba. Es más, incluso sentía que podía acostumbrarse a estar junto a él. Recordó todas las veces que él la rescató y se preocupó de mantenerla segura, las veces que le prestó su abrigo o le convidaba de su comida. Se dio cuenta que todo este tiempo había estado confiando en él, y no solo por mero instinto de supervivencia. Y más importante, se dio cuenta de que él realmente la quería a salvo.
Six observó la forma en la que se tomaban de las manos. Quizás, y solo quizás, Mono no solo era su compañero, él era su… ¿Él era su…? En realidad no conocía una palabra para lo que estaba pensando.
De repente, lo detuvo jalándole el brazo. Él se volteó mirándola algo confundido, luego Six agarró la bolsa de papel que traía en su mano y se la puso encima de la cabeza, cubriéndole la cara. Le volvió a tomar de la mano y siguieron con su camino.
Aún no se había acostumbrado a su rostro. Eso era todo.
