Capítulo 5.-Dumbledore
Harry cerró la puerta sigilosamente sin hacer ningún ruido, y la hechizó para que nadie pudiera entrar. Incluso a los propios profesores les costaría romper su hechizo, y para cuando lo lograran ya sería tarde para ellos. El único problema que podía existir era que la profesora hubiera concertado para esa misma tarde alguna cita con un alumno, pero eso sería demasiada mala suerte. Se recriminó no haber contado con ese detalle hasta ahora que ya era tarde, no podía lograr sus planes confiando en la suerte o la casualidad, tenía que ser más perfeccionista o lo pagaría. Se puso la capucha de nuevo para ocultar su rostro y para más precaución, conjuró de nuevo el hechizo que le haría invisible. Ya tenía la contraseña para llegar a Dumbledore y su ubicación, estaba siendo decepcionante su incursión a Hogwarts. En verdad esperaba conseguir sus proyectos, pero no de una manera tan sencilla, sin oposición alguna, lo podría haber logrado si hubiera querido sin matar a nadie. Una sonrisa de cruel gozo se dibujo en los labios de Harry, aunque una pequeña muerte sin importancia siempre le daba algo de color a las incursiones clandestinas. Harry oyó las voces de dos chicas que se acercaban por el pasillo en el que ahora mismo estaba el nuevo Señor Tenebroso. Se pegó a la pared para que no pudieran toparse con su cuerpo, ser invisible no le hacia intangible. Con cuidado sacó la daga con la que se ayudó para torturar a Moody, en el caso de que lo descubriesen con dos rápidos movimientos acabaría con ellas, con suerte no les daría tiempo a gritar. Harry observaba las costillas de las muchachas para saber donde golpear, sabía que si golpeaba entre las costillas, la herida haría que los pulmones se inundasen de sangre, lo que les impediría poder gritar. Harry miró el rostro de las dos estudiantes y se arrepintió de haberlo hecho, de haber perdido de vista su objetivo, que eran sus vidas. Una de ellas, lucía una larga melena castaña, algo alborotado, como ella. Su sonrisa era tan parecida, no podía ser, estaba muerta igual que él, aunque él se llevaría a muchos por delante. Su rostro, sus mejillas, eran tan parecidos, su piel parecía tan suave como lo era la suya, sintió la tentación de rozar esas mejillas para comprobar que no era un sueño, pero logró resistirse. Cuando la chica se acercó más Harry pudo comprobar que aunque su pelo era del mismo color y era igual de alborotado, no se parecía en nada más. Todo había sido culpa de su imaginación, su maldita y estúpida imaginación, tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no lanzar un alarido de furia. Por fin se alejaron doblando una esquina, y Harry tuvo que apoyarse durante unos minutos en la pared para recuperar la compostura. ¿Cómo era posible que aun le doliera tanto?. Ahora estaba enfadado, y alguien iba a pagar por ello, y Dumbledore era el mejor candidato para pagar con creces toda su ineptitud. Él era Harry Potter, el Señor Tenebroso, y la sola visión de una niña parecida a ella le hacia estremecerse, su solo recuerdo le hacia temblar. ¿Dónde estaba su magnifico poder ahora?. En el mismo lugar que cuando intentó matar a la mujer de Ron, a la cual no pudo matar porque esa imagen era familiar a la que le había pasado con su madre. ¡Malditos fueran todos!. Él ya había dejado todos estos sentimientos atrás hace tiempo. ¿O solo se estaba engañando a si mismo?. ¿Todavía seguía siendo el mismo niño asustado que perdió todo hace unos años?. ¡NO!. Ese niño había muerto el mismo día en que ella murió. Ahora solo quedaba un ángel de venganza que acabaría con la felicidad del mundo mágico. Así sabrían lo que él había tenido que sufrir.
Harry siguió caminando hacia el cuarto de Dumbledore a pasos agigantados y sin sigilo alguno. Estaba más enfadado de lo que había estado en años, y por el bien de los estudiantes, y de su misión, esperaba no encontrarse con nadie más en su trayecto. Si lo hacía no habría duda alguna, lo mataría y seguiría hacia delante. Pero durante el resto del viaje nadie más se interpuso en su camino, nadie más lo distrajo y poco a poco, Harry recuperó la serenidad, y la sangre fría que le había caracterizado en los últimos años. Eso era bueno, ya que para conseguir lo que necesitaba de Dumbledore necesitaba su astucia y sus dotes interpretativas. Con el antiguo director de nada serviría el uso del poder, sería una perdida inútil de tiempo. Antes de poder darse cuenta Harry llegó a la estatua que franqueaba el paso hasta su objetivo, para esto se había preparado durante tantos años. Para eso exactamente no, pero contaba con que Dumbledore sería un obstáculo en sus proyectos, aunque siempre lo hizo contándolo como enemigo. Pero ahora era un pobre loco que era una sombra del antaño grandioso mago.
-Oscuridad.-Dijo Harry viendo como la estatua se hacia a un lado y le dejaba paso libre a unas escaleras de caracol que ascendían hasta que la vista se perdía. Le extrañó la contraseña. Una parte de sí mismo creyó que McGonagall le había mentido, pero parecía que la profesora sabía lo que el convenía al colegio y a sus estudiantes. Harry no hubiera dudado en derrumbar medio colegio para llegar a Dumbledore sin importarle cuantos estudiantes murieran en el camino. La contraseña era tétrica, muy alejada de las normalmente graciosas contraseñas que el Director de Hogwarts solía poner. ¿Intuía lo que estaba a punto de suceder?, ¿por eso lo de Oscuridad?, no era probable, pero si acaso lo había descubierto no lo sorprendería, estaría preparado. Harry sonrió y empezó a ascender las escaleras. Tardó varios minutos en subir la larga escalera, debía haber subido hasta lo más alto, no recordaba haber subido nunca tantas escaleras cuando estudiaba en Hogwarts. Una puerta dorada estaba delante suyo, y detrás de ella, Dumbledore. Cada vez el paradero de Nicolás Flamel estaba más cerca, por fin conseguiría lo que en realidad buscaba. Harry abrió la puerta suavemente y pudo acceder a una habitación pequeña y bastante poco iluminada, mejor así, de esa forma Dumbledore no podría observar los cambios obvios que había sufrido desde que le vio por última vez.
-¿Quién esta ahí?.-Preguntó una voz debilitada desde lo más profundo de la habitación. Esa voz era la de Dumbledore, pero nunca la había oído de esa forma, tan carente de fuerza. Tan falta de la seguridad y el aplomo que caracterizaban al antiguo director de Hogwarts. Todavía no había visto el rostro del antiguo director de Hogwarts pero la decepción ya se había adueñado de Harry. Una calma pasmosa en un terreno delicado, Harry se detuvo y se colocó unos guantes en las mismas. De esta forma conseguiría esconder el frío antinatural que tenían sus manos. Se acercó unos pasos, pero la oscuridad del cuarto seguía siendo excesiva para ver nada a su alrededor. Finalmente musitó una palabra mágica y su varita empezó a brillar con una tenue intensidad. Al fin pudo ver a Dumbledore delante de él. Su rostro estaba abarrotado de arrugas que antes no tenía, sus ojos azules estaban hundidos y habían cambiado el brillo de sabiduría por el de la demencia. Su pelo estaba horriblemente sucio y despeinado, su antigua reluciente barba caía ahora sucia y llena de fluidos salivales. Lo que más impresión le causó a Harry fueron las manos de Dumbledore, sus largas y ágiles manos habían sido sustituidas por arrugadas garras terminadas en sucias y demasiado largas uñas.
-Soy yo, profesor, soy Harry.-Dijo el nuevo Señor Tenebroso a la vez que se iba acercando al mago que tantos problemas le podía haber dado, y que en ese momento no era más que un montón de basura con demasiados años encima. Se arrodilló delante de Dumbledore para que le pudiese ver el rostro, Harry puso una cara de inocencia que hacia años que no había utilizado.
-Harry, has regresado, sabía que regresarías, sabía que no nos abandonarías. No sabes cuanto te he echado de menos, chico, no me dejes más. La soledad es un terrible enemigo con el cual es muy difícil pelear, pero tú no tienes ese problema, tienes a Hermione a tu lado, me alegro que hayas vuelto.-Dijo Dumbledore a la vez que débilmente se llevaba la mano al rostro para limpiar una lágrima. Fue una suerte que hiciera ese gesto, ya que eso impidió que Dumbledore viera la mirada llena de odio que Harry le echó cuando mencionó a Hermione. Lo hubiera matado en ese mismo momento, pero necesitaba la información que solo ese demente tenía, con un enorme esfuerzo de voluntad logró sonreír antes de que Dumbledore posara su cansada mirada de nuevo sobre él. ¿Cómo era posible que Dumbledore hubiera olvidado el acto que lo llevó a la locura?. De nuevo un estremecimiento se apoderó de Harry, y decidió que tenía que ir con pies de piedra. Puede que en verdad estuviese loco, pero si no lo estaba, tendría que andar con cuidado.
-Albus he vuelto, y aunque me alegra volver a verle, no he venido sin motivo alguno, necesitó su ayuda.-Dijo Harry asiendo entre sus manos las marchitas manos de Dumbledore.
-¿Qué quieres mi niño?. ¿Qué te preocupa?. Te pareces tanto a James, niño, ¿te ha dicho alguien lo mucho que te pareces a tu padre? Hacían una pareja tan encantadora, tu padre y tu madre, a ellos me refiero. Sí, encantadora, creo que tuvieron un hijo, ¿lo sabías?-Dijo Dumbledore con voz obsesiva apretando su mano entre las de Harry, clavando inconsciente sus largas uñas en Harry que no profirió ninguna queja, a pesar de que sabía que había empezado a sangrar.
-Yo soy el hijo de James y Lily. Albus, mírame, es muy importante. Las sombras han regresado, Voldemort ha regresado y amenaza de nuevo al mundo. Necesitó tu ayuda.-Dijo Harry viendo que por fin un brillo de reconocimiento asomaba en los ojos del director de Hogwarts.
-Pero eso no puede ser, tú lo venciste, la profecía se cumplió, no puede volver, no debe volver.-Dijo Dumbledore asustado y moviendo la cabeza como un animal acorralado que busca una escapatoria.
-Ya regresó de la muerte antes, no sería la primera vez. Esta vez habrá que derrotarlo de una manera por la cual no pueda regresar. Pero primero hay que detener sus planes.-Dijo Harry sonriendo para sí mismo, al ver como su plan parecía estar dando resultado.
-¿Caramelos?. No, lo siento no tengo caramelos, pero mira tengo un fénix. Ven, Fawkes, este niño te quiere conocer.-Dijo Dumbledore de repente sin motivo alguno, la sonrisa de Harry se desvanecía al comprobar lo vano de su esperanza, la conversación que estaba teniendo no era normal. Pero ese estúpido viejo ya lo pagaría en su momento, le haría sufrir como a nadie. Incluso se podría decir que comparado con lo que Dumbledore iba a sufrir, Colagusano no sufrió daño alguno. Harry a hablar cuando Fawkes se acerco volando y se posó en el hombro de Dumbledore, miró fijamente a Harry, el cual simplemente esperó que el fénix no fuera capaz de ver su verdadero interior. Pero Fawkes simplemente se posó en el hombro de Dumbledore sin prestar atención a Harry.
-Albus sé que es difícil, pero debes prestarme atención, concéntrate, ¿no querrás que mueran de nuevo inocentes cuando puedes salvarlos?.-Dijo Harry a la vez que apoyaba su enguantada mano derecha por el rostro de Dumbledore. El antiguo director le miró directamente a los ojos y se puso a llorar, haciendo que a Harry estuviese a punto de darle un colapso nervioso.
-Siento tanto lo que pasó con Hermione y Ginny, Harry. No sabes como siento que tuvieses que cargar con todo eso tú solo. No eras más que un mocoso.-Dijo Dumbledore entre lágrimas a la vez que su cuerpo se tensaba de nuevo al oír el nombre de su amada en esos viejos y viles labios. ¿Lo sentía?. No. Por lo menos, todavía no.
-Albus, Voldemort ha regresado, y busca de nuevo la inmortalidad, como ha perdido la piedra filosofal, esta buscando, a su creador.-Dijo Harry apremiante al sentir la emoción de poder hacer por fin la pregunta que necesitaba.-¿Dónde esta Nicolás Flamel? Necesitó saberlo, es la única forma en que puedo evitar que la oscuridad se adueñe de nuevo del mundo mágico. Hemos luchado mucho por curar las viejas heridas, por regresar a la normalidad, no podemos dejar que todo esto deje de ser por culpa de Voldemort.
-¿Voldemort busca a Nicolás Flamel?. Pero es imposible que sepa donde se encuentra.-Dijo Dumbledore a la vez que se llevaba la mano derecha a sus gafas y las colocó adecuadamente. Por un momento parecía ser el Dumbledore de siempre, y Harry temió haber hecho una pregunta estúpida, daba igual si no conseguía la información con esta actuación de niño bueno, lo conseguiría por las malas.
-No subestimes al Señor Oscuro, también debería ser imposible que regresará por segunda vez de una muerte aparente pero lo ha hecho. ¿Vas a arriesgar la vida de millones de inocentes solo por un imposible?. ¿Vas a dejar que les pasé a otras personas lo mismo que a Hermione y a Ginny?. ¿No llevan ya tus manos demasiada sangre inocente encima?.-Dijo Harry duramente viendo con placer como cada palabra parecía abrir un poco más la herida que durante tantos años Dumbledore no había podido curar.
-Es cierto, han caído tantos por mi culpa, por mis sueños, por no tener la suficiente fuerza para acabar con Voldemort cuando aún no era tan poderoso. Decían que yo era al único al que el Señor Tenebroso temía, pero yo temía hacer lo que tenía que hacerse, y por esa debilidad han caído tantos, tantas vidas destruidas, tantas almas que solo conocieron el odio. No pienso permitir que eso ocurra de nuevo, pero ya no tengo fuerzas suficientes, Harry. Estoy cansado y viejo, la llama que brillo una vez en mí se ha apagado. Yo ya no puedo detenerlo.-Dijo Dumbledore cansinamente apagándose el fervor que durante unos instantes se había apoderado de su cuerpo.
-Pero yo puedo detenerlo, ya lo derroté una vez y puedo volver a hacerlo, pero tengo que impedir que encuentre a Flamel o ya será demasiado tarde para hacer nada.-Dijo Harry a la vez que su corazón bombeaba con fuerza en su pecho a causa de la emoción que se adueñaba de su ser.
-Sí… Nicolás… Prometí no desvelar su paradero a nadie pero si el mundo corre peligro tendré que romper mi promesa. Se encuentra en un lugar lejano, un lugar mágico, se encuentra en Stonehenge, muchacho. Ahora debes impedir que Voldemort lo encuentre.-Dijo Dumbledore agarrando con fuerza las manos de Harry.
-Sí, Dumbledore, te aseguro que Voldemort nunca encontrará a Nicolás Flamel.-Dijo Harry acercándose a Dumbledore y dándole un abrazo a la vez que su boca quedaba a la altura del oído del antiguo director.-Las sombras han llegado y del dolor de la muerte un nuevo Señor Tenebroso nacerá. Creo que no era así la profecía, déjame recordar.
-¿De que estas hablando Harry?. ¿Qué profecía?.-Dijo Dumbledore mientras Harry se alejaba y le miraba con una mirada cruel. Sus labios se curvaron en un intento de sonrisa, que heló los viejos huesos de Dumbledore.
-De la única profecía que debería haberte importado, de la que llevará la destrucción al mundo mágico. Creo que empezaba de esta forma.-Dijo Harry secamente a la vez que se encaraba a Dumbledore y sus ojos quedaban conectados.-Cuando venga la noche de Brujas, cuando los sueños parezcan cumplirse, cuando el niño criado en el dolor, Se enfrente por ultima vez , al causante de su agonía. ¿La recuerdas ya, Dumbledore?
-El destino de la propia magia estará en juego. Cuando el puro y el corrupto, luchen en la soledad. Solo un sacrificio de amor, Salvará la magia y la pureza. Esa era la profecía, ya se cumplió hace años, no fue justo intenté impedir la muerte de Hermione pero fue imposible.-Dijo Dumbledore totalmente agitado al verse atacado de esa manera tan cruel y despiadada por el joven al que quería tanto como a un hijo.
-Si esa era la profecía tal como vosotros, estúpidos engreídos, creíais que era, pero no os fijasteis que esa profecía estaba incompleta, no os interesaba, solo queríais recobrar la esperanza y salvar vuestros miserables cuellos. Hace tres años que descubrí el resto de la profecía y la identifiqué conmigo, poco antes de su muerte la propia Hermione leyó la parte que vosotros conocéis. Era muy lista, seguramente lo relacionó y creyó que con lo que hacia daba esperanza al mundo mágico. Que noble pensamiento, ella era así, se daba a si misma por salvar a un mundo de hipócritas. Donde muchos magos prepararon este final. ¿Te sorprende que haya descubierto tantas cosas, Albus? Eres un mentiroso, un asesino, pero que a diferencia de Voldemort deja que otros se ensucien las manos. Voldemort era un asesino, pero por lo menos no era un cobarde. Pero todos cometisteis, también Hermione a pesar de lo lista que era, ninguno conocía el final. ¿Quieres conocer el final de la profecía, Albus?.-Dijo Harry a la vez a que su voz recobraba ese tono aburrido que adoptaba con aquellos que consideraba inferiores a él. Dumbledore asintió suavemente, sin salir de su asombro. Cada vez reconocía menos a Harry en el mago que se encontraba delante de él. Con movimientos discretos fue moviendo la mano hacia el interior de su túnica, hasta que el contacto de la madera le indicó que había encontrado su objetivo.-Solo un sacrificio de amor, Salvara la magia, y la pureza Del niño que vivió, morirá. Del dolor y la locura, Un nuevo señor tenebroso nacerá. Y su reinado terrible será.
-No puede ser Harry tu no.-Dijo Albus al recibir una herida en su pecho mayor que la que la peor maldición podría haber logrado causar.
-Sí puede ser y es. ¿Sabes una cosa, Dumbledore?. La noche en que Voldemort murió quedamos en tablas en muertes. Él mató a Hermione y a mi bondad, yo lo maté a él, pero también murió la joven Weasley a mis manos. Me encantó ver tu dolor, ver como te culpabas de la muerte de Ginny, como pensaste que fue Voldemort el que la mató. Ahora te toca morir a ti.-Dijo Harry sin darse cuenta que los azules ojos de Dumbledore resplandecieron con una fuerza que creía olvidada, al hablarle de la muerte de su joven alumna. El viejo director sacó su varita con una velocidad tal, que Harry apenas pudo ver su movimiento. El nuevo señor Tenebroso sacó su propia varita pero fue demasiado lento, y apenas logró disminuir el efecto del hechizo del antaño gran mago que resurgía de sus cenizas, como el ave fénix que revoloteaba nervioso por la habitación. Harry golpeó con su cuerpo en la pared y se quedó momentáneamente sin aliento.
-¡Eres un asesino! Vivirás para arrepentirte de este día, Harry Potter, el día en que sacaste de la oscuridad a Albus Dumbledore. No será hoy, ya que estoy aún débil, pero tarde o temprano nos volveremos a encontrar Harry, y te haré pagar por tus crímenes.-Dijo Dumbledore a la vez que corriendo saltaba por la ventana, seguido por Fawkes al cual se agarró Dumbledore cuando estaba en el aire. De esta manera el fénix lo cargó por el aire. Harry se asomó renqueante por la ventana pudiendo ver como Dumbledore llegaba al suelo y echaba a correr como alma que lleva el diablo. Maldiciendo Harry saltó a su vez y apuntando hacia el suelo con su varita disminuyó la velocidad de su caída, para caer tranquilamente en el suelo.
-Maldito viejo, lo tenía que haber echó por las malas.-Dijo Harry al posarse en el suelo y divisar con los ojos inyectados en sangre toda la ventaja que le sacaba Dumbledore. Su capucha había caído a causa del aire, y dejaba al descubierto su rostro descompuesto por la ira. Oyó los gritos de varios alumnos que estaban al lado suyo, y que se alejaban de él torpemente. El lugar se inundó de un intenso color verde a la vez que varios de los gritos cesaron para siempre. Vidas inocentes acabaron a la vez que la guerra empezaba y el sigilo acababa. Muchos de los profesores salieron por la puerta principal de Hogwarts, a tiempo de ver como el joven Potter salía a la carrera en pos de un Dumbledore cada vez más lejano. Si corría con todas sus fuerzas Harry esperaba alcanzarlo, pero no se podía permitir distracción alguna, como matar a los profesores que habían sacado ya sus varitas. No sabían la suerte que tenían, de todas formas no podía permitirse que llegaran los aurores del ministerio, a pesar de ser bueno solo era uno. El viento echaba su pelo hacia atrás, mientras corría con la varita firmemente agarrada, le dolían las piernas a causa de la velocidad con que estaba corriendo pero por lo menos estaba logrando alcanzar a su objetivo. Estaba ya cerca de Dumbledore cuando una figura vestida con una túnica blanca le cortó el pasó y le lanzó un hechizo que rechazó con facilidad. Delante de él, un bruja morena le hacia frente con cara de pocos amigos. Pensó que nunca la volvería a ver, y menos en ese momento, su intromisión había hecho que perdiera a Dumbledore. Pudo leer en sus ojos el odio que le profesaba y su humor mejoró.
-¡POTTER! POR FIN TE ENCONTRÉ MALDITO BASTARDO, HOY PAGARÁS POR LA MUERTE DE MI MADRE.-Gritó la bruja lanzando otra maldición que Harry desvió con facilidad, Harry oyó como los profesores de Hogwarts se acercaban, la joven tenía suerte, no acabaría la pelea que había empezado ella, aunque fuera él el provoco ese odio hace cuatro años.
-Lo siento, dulce Catherine, pero hoy no puedo atender tus deseos, aunque como de costumbre me ayudarás.-Dijo Harry apuntando a la bruja y lanzándola con un hechizo contra sus perseguidores que tuvieron que detenerse dándole el tiempo que necesitaba para escapar. Hoy su secreto se había roto, el mundo mágico conocería su amenaza, Dumbledore seguía activo y dispuesto a derrotarlo, pero había conseguido lo que quería. Ya sabía donde estaba Nicolás Flamel, y de paso había matado a unas cuantas personas. Había sido un gran día. Echó una mirada hacia atrás para recordar los rostros que deberían pagar en el futuro por haberle hecho huir. Después ya fuera de los límites de Hogwarts se desapareció.
Desde una alta torre una pálida figura de cabellos rubios miraba con dolor en sus ojos los cadáveres de los estudiantes que ese monstruo había asesinado solo por estar ahí. Unas gordas lágrimas emanaron de sus ojos azules a la vez que lanzaba al aire una pregunta desesperada.
-¿Qué has hecho Harry?. ¿En que te has convertido?.
