Epilogo Cuatro años después…
No sé lo que me pasa. Me siento un tonto, sentado en lo alto de este roble. El hecho es que me gusta la tranquilidad que reina aquí arriba. Pero da la casualidad que de aquí puedo verte entrenar. No se hace cuanto adquirí esta extraña costumbre. Pero verte me da una gran tranquilidad, quizás sea ese fuerte lazo que me une a ti.
A veces, el día me sorprende pensando en ti y como un tonto trato de apartarte. Sin darme cuenta, a veces, te observo si darme cuenta de lo que realmente hago, hasta que tu te das vuelta y me saludas dedicándome una de tus dulces sonrisas. Salgo del trance en el que me encontraba para preguntarme ¿qué me pasa?.
Te conozco desde que tengo dieciséis años. Estamos siempre juntos. Salimos juntos. Los demás no pueden entender como es que solo somos amigos…hay veces que yo tampoco lo comprendo.
Parezco un bobo, aquí sentado. Pero cuando no se donde estas me asalta un temor de que algo pueda sucederte. ¿Qué es lo que me pasa? Arrrgggg, no entiendo.
No sé en que momento empezó a pasar esto. Es que contigo puedo se como realmente soy. Esto suena cada vez más cursi.
Hubo una tarde en la que realmente me sentí como un reverendo idiota. Estabamos sentados bajo la sombra de un árbol. Habíamos estado entrenando toda la tarde. Tu te recostaste y cerraste los ojos. El sol, que ya se ocultaba, iluminaba tus facciones y yo como un bobo me quede observandote. Quede observando como las luces y las sombras, que se filtraba atraves de la copa del árbol, danzaban en tu rostro. Quede observando como la cálida brisa de primavera mecía tus cabellos. En ese momento sentí que mil emociones bullían dentro mío, pero no entendí a ninguna. Tu abriste tus ojos y me miraste con esa ternura que siempre habita en ellos. Con esas miradas que solo me dedicas a mi. No pude hablar, me condenada lengua se rehuso a responder las ordenes de mi cerebro. Quería levantarme y salir corriendo, pero mis piernas estaban paralizadas. Me sonreiste y me dijiste que ya era tarde y tenias que volver. Me dejaste solo con mis sentimiento que no entendía, bajo la sombra del árbol.
Entonces ahora, mientras observo; desde lo alto de este roble; como se oculta el sol. Vuelvo a preguntarme¿Por qué me siento así?.
Encima, para colmo, hace una semana que huso la camisa turquesa que me regalaste para mi cumpleaños n°24. Sinceramente, parezco un sucio. Es mas, me lo han dicho.
Terminas de entrenar y te distes cuenta de que estoy aquí arriba. Entonces me dejo caer por que tu vienes a mi encuentro. Me apoyo en el tronco y te veo venir. Tus mejillas están roas por haber entrenado. Te miro como si fuese la primera vez que lo hago. 'Idiota, reacciona' me reprendo ya que estabas enfrente mío.
"Hola Aioria¿Cómo estas?" Me saludas y yo como un tonto solo te sonrío "Sácate esa camisa, mira la mugre que tiene" Me reprendes
"Es que las demás camisas están sin planchar" Te miento y al instante me siento mal por que nunca te miento
"Si quieres yo te labo la camisa. Los demás pensaran, o que no tienes ropa o que eres un sucio" Vuelve a reprenderme con una dulce sonrisa
"Luego te la alcanzo"
"Esta bien. Me iré a dar un baño, estoy toda sudada" me dices
"Ven a cenar" Te invito, como todas las noches, desde hace siete años, cenamos juntos
"Lo haré. Nos vemos luego Aioria" Te despides
"Nos veremos luego, Marin" Me despido y observo tu espalda mientras te alejas. Observo tu cabello, que la levantarce viento parecen rojas llamas que se extienden por tus hombros. Me doy vuelta para retornar a mi templo. He pasado toda la tarde aquí y el tiempo se me ha pasado volando.
Me cambiare la camisa y preparare la cena. ¿Por qué me siento tan nervioso?. 'Tonto, tonto'. Me reprendo. 'Es tu amiga y la quieres mucho, es común que al estar solo como un perro te sientas confundido', pera ya hace mucho tiempo que me siento 'confundido'.
Ya basta, estoy harto de analizar estos raros sentimientos. Que el destino elija por mi. Yo mientras tanto me sentare a esperar, a esperar mientras descifro lo que siento.
Fin epilogo
19-01-05
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