Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada y toda su pandilla.
Regulus se removió debajo de las sábanas. Era un martes por la mañana en medio de las vacaciones de verano; había pasado las primeras dos semanas recostado en su cama, viendo anime, leyendo algunos mensajes de sus amigos de Japón y espiado a Kaiser, dispuesto a averiguar por qué cuando estaba cerca de su tío comenzaba a estornudar como cuando un gato lo rodeaba. En resumen, sus vacaciones de verano habían comenzado siendo muy, muy aburridas.
Salió de la cama a las once de la mañana, agotado por estar acostado toda la mañana. Podría ser vacaciones para él, pero para los demás miembros de su familia las vacaciones no existían; sus padres y tíos estaba ocupados en sus trabajos, Aioros estaba finalizando el papeleo de su título universitario y Aioria salía con sus amigos, disfrutando su nueva etapa como soltero, además de tener sus propios asuntos con sus estudios. Era común para Regulus en esos días no ver a nadie de su familia por las mañanas, sus primos salían a primeras horas del día, Aioria a veces no regresaba hasta el día siguiente; y tal vez por eso le sorprendió cuando notó que, ese día, sus primos estaban en el comedor, junto con Deathmask.
Esa era su oportunidad, Regulus había esperado el momento perfecto para poder salir con sus primos, como en los viejos tiempos. A pesar de la presencia de Deathmask, y lo levemente intimado que se sentía con el médico forense (intimidación que lo llevó a preguntarse cómo Aioros era amigo de un ex delincuente juvenil, como Kanon también lo era, por ejemplo. De hecho, entre más lo pensaba, más se preguntaba cómo sus primos eran capaces de juntarse con hombres peligrosos) eso no lo detuvo a acercarse.
—Vaya, qué milagro —dijo Aioria en cuanto lo vió—. Creí que nunca más te vería tan temprano.
—¿Temprano? Aioria, es medio día.
Aioros mostró el reloj de mano que traía, señalando su punto, a su lado, Deathmask sólo rodó los ojos y comenzó a hablar sobre lo complicado que era para un joven de su edad despertar temprano, según él, todavía parecía que a Regulus le faltaban algunas horas de sueño. Él asintió con pesadumbre, aún se sentía cansado pero no iba a regresar a la cama, lo dijo con total seguridad cuando Aioros anunció que era hora de irse. Al parecer sus primos y Deathmask tenían una actividad en conjunto, fuera de lo común pero no lo suficiente extraño considerando su cercana relación. Y él no estaba invitado, Deathmask se lo dijo cuando lo sostuvo de la camisa para evitar que los siguiera.
—No, no, no, niño, esto es algo de adultos —manifestó con tono tranquilo.
—Pero… ¡Tengo veinte años! ¡Soy un adulto!
—Ja', si tu lo dices…
Regulus se sintió triste, todas sus vacaciones habían sido aburridas y cuando por fin podía hacer algo productivo lo detenían. Deathmask debió verlo, puesto que le comentó a Regulus en dónde estaría su medio hermano, para que se juntara con alguien de su edad si tanto quería salir.
A pesar de dudarlo, el joven terminó poniéndose los zapatos y saliendo rumbo a una cafetería de tonos pastel con un luminoso letrero; nunca había visto ese lugar, y más importante aún, no se había perdido camino hacia él, así que sin duda el día se estaba poniendo bueno. Ingresó al lugar recordando cómo se veía el chico que había conocido en el restaurante del tío de Shura, y lo encontró en una mesa del fondo, hablando con otro chico, uno rubio cuyos ojos eran de dos colores diferentes. Lentamente se acercó a ellos; apenas y los conocía, pero se sentía lleno de expectativa ante la idea de tener nuevos amigos, así que se aclaró la garganta e inició:
—Hola… Mei… —dijo, ocultando su inseguridad con una sonrisa digna de la naturalidad de Aioros.
—Mmm… Regulus, ¿cierto? —Mei asintió y señaló la silla a su lado — Amigo, él es Shōichirō, ¿qué estás haciendo aquí, viejo?
—Tu hermano me dijo que estarías aquí.
—¿Viste a Deathmask? ¿Te dijo algo sobre sus planes de hoy? ¿Algo ilegal o peligrosos que esté planeando?
—Lo dudo mucho… —Regulus negó lentamente. Si estaba con Aioros, no habría nada que atentara contra algo o alguien en sus planes— ¿Por qué preguntas eso?
—Mei está desesperado por agradarle a su hermano mayor, así que está dispuesto a cometer una ilegalidad con tal de que su hermano se sienta orgulloso de él —explicó Shōichirō con simpleza, antes de darle un sorbo a su malteada.
—Shōichirō es brutalmente honesto, así que no te sientas atacado, Regulus, si alguna vez dice algo sobre ti —Mei le dió un par de palmadas en el hombro a su amigo rubio mientras miraba a Regulus—. Y lo que dijo podría ser cierto, por eso estamos aquí, queremos planear un movimiento…
Mei comenzó a hablar de sus planes para ese día; todavía no sabía si quería hacer un robo, alguna maldad a un viejo enemigo, un plan de venganza o destruir el mundo tal y cómo se conocía.
—¿Qué creen que impresione más a Deathmask? Hipotéticamente hablando…
—Definitivamente no la destrucción de toda la vida en la Tierra —afirmó Regulus, a su lado, Shōichirō asintió, no tan convencido.
—Si hablas sólo de la muerte de la humanidad eso podría no ser tan malo para el planeta —murmuró Shōichirō—. En fin, sea cual sea tu plan, yo estoy adentro.
—¿Por qué? Entiendo la situación de Mei, ¿pero qué ganas tú con esto?
Ante la pregunta de Regulus, Shōichirō optó por revelar su verdad, tampoco era que pudiera mentir: Shōichirō quería entrar en los planes malvados de Mei para poder ser aceptado en el extraño grupo de amigos de Rhadamanthys, si tuviera que decir que quería impresionar a alguien, ese sería Minos. Minos todavía se mostraba algo hostil con él y por lo que había escuchado de su hermano y amigos sólo existía una forma, ilegal, de impresionar al rudo peliblanco.
Los tres chicos comenzaron a hablar de sus planes, discutiendo sobre lo que harían ya que Mei y Shōichirō estaban resueltos a hacer algo digno del libro de los records de la maldad.
—¿Por qué no mejor vamos al karaoke? En Japón solía ir con mis amigos todo el tiempo…
Ignorando la sugerencia de Regulus, y después de pagar su cuenta como buenos ciudadanos (y dejarle algo de propina a la mesera, con la que Mei habló sobre su hermano), salieron de la cafetería en búsqueda de algún crimen que pudieran hacer, algo que sorprendiera a su respectivo hermano y a uno de los amigos de su hermano. El joven castaño sólo los estaba acompañando, feliz de por fin salir con chicos de su edad y ser invitado a una actividad. Una actividad peligrosa, sí, pero una actividad al final del día.
—¿Y si secuestramos a alguien? —preguntó Shōichirō, ganándose la mirada de varias personas que caminaban a su alrededor.
—No lo sé —Mei negó—. Podría ser demasiado complicado.
—Shaka, amigo de mis primos es multi-archi-recontra millonario, si lo secuestramos sería el crimen del siglo —sugirió Regulus—. Sólo tenemos que llamarlo diciéndole que algo pasó y cuando llegue… ¡pam! Lo golpeamos en la cabeza y lo amarramos a una silla… ¿me pregunto cuánto pagarían por su rescate?
—Me sigue pareciendo mucho trabajo, y mucho tiempo de planeación…
—¿Y si armamos un robo? —volvió a sugerir Shōichirō, señalando la tienda frente a la que pasaban.
Sólo había un cliente dentro del local, y parecía que también sólo había una empleada. Un trabajo sencillo. Los tres jóvenes se vieron entre sí, cuestionándose en silencio si estaban preparados para eso, hasta que Mei decidió tomar la iniciativa y entró al lugar, indicándole a sus nuevos amigos con una mirada que se distribuyeran a lo largo del lugar.
Regulus entró con tranquilidad, hasta que se dió cuenta de lo que minutos atrás estaba sugiriendo y lo que podían hacer los dos nuevos chicos que acababa de conocer. Todo eso, sus planes e ideas eran ilegales, incorrectos, todo lo contrario a lo que le habían enseñado. Era una locura, no podía hacerlo, y tenía que hacer que sus amigos entraran en razón, por más complicado que pudiera resultarle.
Justo cuando estaba por acercarse a sus amigos, notó que había una chica pelirroja, bajita, que se había acercado a Mei y lo miraba fijamente mientras el teñido caminaba. Shōichirō también lo había notado, pero no tuvo tiempo de alertar a Mei, puesto que alguien lo había tomado del hombro.
—Oye, niño… —Shōichirō saltó en su lugar, el hombre que estaba a su lado era Milo, lo reconoció Regulus de inmediato, con una expresión seria y tal vez algo siniestra.
—¡Yo no he hecho nada! Sí planeaba hacerlo, pero todavía no lo hago —se defendió Shōichirō, poniendo las manos al frente, como si estuviera evitando que le dieran un golpe—. Y no lo haré, lo prometo…
—¡Tonto! —Mei se acercó a ellos y tomó al rubio del brazo— ¡Vamonos! —gritó, mirando a Regulus y echándose a correr sin soltar el brazo de su amigo.
Dentro de la tienda, Milo miró a los jóvenes correr, sin entender nada de lo que había sucedido. Él sólo se le había acercado para sugerirle al rubio una de sus múltiples ofertas.
—¿Ves lo que haces? Los asustaste —lo reprendió Shoko, con las manos en la cintura—. Debe ser por tu cara, da miedo.
—¿Qué?... —Milo miró con desconcierto a la joven frente a él— Shoko, ¿de verdad piensas eso de mi?
—Todo mundo piensa eso de ti —contestó de inmediato Katya, detrás del mostrador.
Afuera, los jóvenes corrieron entre las calles, sorteando a la gente, empujando a algunos, con Regulus detrás de ellos disculpandose con toda la gente con la que chocaban. Corrieron hasta que Shōichirō dijo que estaba cansado y no podía más, era músico, el ejercicio no estaba en su sangre.
Los tres terminaron por recargarse contra una pared, exhaustos; Mei estaba por reprender a Shōichirō por revelar todos sus planes malvados y acobardarse a la mera hora, pero Regulus lo interrumpió. El joven había visto, como caída directamente del cielo, a Lithos, al otro lado de la calle, riendo en voz alta, con una sonrisa que le robaba el aliento a cualquiera que la viera. Regulus no había tardado en gritar el nombre de tan idílica mujer, intentando llamar su atención.
Cuando Mei la vió, se congeló en el acto, pero no porque sintiera lo mismo que Regulus, sino por molestia. Acompañando a la tal Lithos, estaba Celintha, la chica a la que Deathmask quería verdaderamente como si fuera su hermana; la primera vez que la vió fue cuando su hermano lo engañó para ponerlo a lavar trastes, la habría ignorado como a todo el mundo sino hubiera sido porque ella sostuvo a Deathmask del brazo y juntos se pelearon con Afrodita, y después Deathmask la abrazó y rió con ella, ambos felices, con una relación de hermandad bien construida, él incluso utilizaba el arete de ella, el otro par colgaba orgulloso en la oreja del verdadero hermano de la chica.
Mei puso la mejor expresión de molestia que pudo y siguió a Regulus cuando este, sin fijarse, atravesó la calle para hablar con Lithos. Detrás de ellos, Shōichirō avanzó sin problemas, esperando que por fin hiciera algo más divertido que entrar a una tienda e ir a una cafetería.
—Chicos, ¿qué tal su día? —les preguntó Celintha después de ver a Regulus babear y presentar a los desconocidos, incluído el medio hermano de Deathmask que sólo había visto a lo lejos.
—Agotador —contestó Shōichirō, dramático—. Casi asalt…
—Ha sido un día normal —Mei interrumpió a Shōichirō cubriendo la boca del rubio con su mano—. Tenemos cosas que hacer, si nos disculpan…
—Oh, ¿tienen planes? Nosotras todavía no decidimos lo que vamos a hacer hoy —acompañando a Lithos y Celintha, Mariya usaba un vestido veraniego y miraba a los chicos con esperanza.
—Iremos al karaoke —dijo de inmediato Regulus.
—¿Y cuándo decidimos eso? —murmuró Mei, ahora tentado a también taparle la boca a Regulus para que no hablara de más.
—La idea del karaoke me parece bien, desde la primera vez que la escuché, cualquier cosa que tenga que ver con música me parece excelente—dijo de inmediato Shōichirō, asintiendo—. ¿Dónde hay uno de esos karaokes?
—Hay algunos locales cerca de la playa —pensó en voz alta Mariya, antes de sonreír y saltar de alegría mientras sacaba su celular—. Hay algunos bares que también tienen karaoke, mis hermanos saben más, ¡voy a preguntarles! Pero apuesto a que hay alguno o dos en Anargiron —dijo, dándo la vuelta y comenzando a caminar mientras tomaba la mano de Celintha, que era quien estaba más cerca de ella, hasta que se detuvo de golpe y vió a los chicos y Lithos, que se habían quedado atrás—. Todos son mayores de edad, ¿verdad?
—Por supuesto.
—Obviamente.
—Yo nunca dije que iba a ir a un Karaoke.
Mei cruzó los brazos, esperaba obtener algo de apoyo de sus nuevos amigos, pero tanto Regulus como Shōichirō comenzaron a caminar, siguiendo a las dos chicas delante de ellos.
—¡Apúrate Mei! ¡O serás el último en elegir canción! —le gritó Shōichirō, volteando levemente antes de continuar charlando con Lithos y Mariya.
Por su parte, Regulus sonrió al percatarse de que al fin estaba teniendo un día de diversión dentro de sus vacaciones, esperando que todos los días fueran como ese. Excepto por la parte del robo, por supuesto, de ahora en adelante intentaría llevar a sus nuevos amigos por la senda del bien, pero primero estaba el karaoke.
Comentarios:
¡Gracias por leer!
Un dato importante antes de los anuncios: Anargiron es una de las avenidas más famosas de Atenas, en esta hay varios bares y terrazas que se suceden uno tras otro, siendo uno de los lugares más vivos, y transitados, de la ciudad. Esta calle forma parte del Barrio Psiri, que se compone, principalmente, además de Anargiron, de la calle Theklas, Taki y Aristofanous, además de la Plaza Iroon (o Plaza de los Héroes), que está rodeada de cafés, terrazas y enormes murales. De hecho, los murales son una de las escencias del Barrio y hay cientos por todo el lugar.
Ahora, esta es la historia número 99, así que oficialmente estamos a punto de llegar a los cien relatos dentro de este universo. Planeo que el relato 100 sea en diciembre, exactamente el primer día, que coincide con nuestros dias de actualización, así que nos veremos en quince días, con la historia 100, que tendrá varias partes.
De nuevo, y como siempre, gracias por leer!
