Capítulo dos. Lara y Lily.
Taro miraba con espanto la pintura que había a un lado de su cama. "Voy a gritar, me lo noto", pensó. "¿Qué rayos está haciendo esa pintura aquí?". "¿No es obvio? ¡Te la robaste!" gritó una vocecilla en su interior. "¿Pero cómo? ¿Seré sonámbulo?". "¡No seas idiota! Lo más seguro es que se trate de alguna copia, igual y tu padre te la dejó aquí ayer y no lo notaste. Conserva la calma", gritó una segunda voz.
Sí, eso debía ser. Cuando entró a su recámara la noche anterior no encendió la luz, así que era muy posible que no se hubiera dado cuenta de la presencia de la pintura. Un poco más tranquilo, Taro se vistió para ir a desayunar. En la cocina encontró a Genzo devorando un plato de hojuelas cubiertas de chocolate, cosa que lo sorprendió un poco.
¿Qué? También tengo mis gustos.- dijo Wakabayashi al notar la expresión de sorpresa de su amigo.
No, si no dije nada.- Misaki sonrió.- ¿Aún no se levanta mi padre?
Se fue hace 10 minutos al museo.
Pero hoy es su día libre...
¡Ah! Es que pasó algo anoche. Hubo un robo, se llevaron una pintura muy valiosa.
Al oír esto, Misaki sintió que el frío se apoderaba de su ser.
¿Cómo?.- preguntó, con un hilo de voz.
Sí, no supe bien qué pasó, solo sé que anoche alguien entró y se llevaron una pintura. Tu padre no dijo bien cual había sido, solo mencionó que se trataba de un Monet.
"¡No es posible!", pensó Taro, con angustia.
Tengo que ir al museo.- anunció, de pronto.
¿Qué? ¿Para qué?.- preguntó Genzo, sorprendido.
Tengo que averiguar cuál pintura es la que falta.
¿Desde cuando eres detective?
¡Debo irme ya!
Y sin decir nada más, Misaki salió del departamento. Wakabayashi, de mala gana, dejó su plato de cereal y salió tras él. Ambos subieron al automóvil rentado de Wakabayashi (hágase notar que Misaki aun no se compraba un coche) y partieron a toda velocidad rumbo al Louvre. Taro no dijo ni media palabra durante todo el camino, su mente creaba mil y una teorías que pudieran explicar el por qué la pintura que faltaba en el Louvre se encontraba en su departamento. Pero, por más que lo pensara, solo podía llegar a una conclusión: él la había tomado...
Al llegar al museo, Taro se bajó rápidamente y corrió hacia el interior. Debido a que era el hijo del director del museo, los guardias lo dejaron pasar sin problemas. Caminó, más bien corrió hacia el sitio en donde se suponía que se debía encontrar el dichoso Monet. "Por favor, por favor, que la pintura siga ahí, que se hayan robado otra", repetía una y otra vez. Sin embargo, al llegar al lugar se topó con la terrible realidad... La pintura ya no estaba.
Taro contempló con ojos como platos el sitio vacío que hasta apenas ayer ocupaba el Monet. Su mente momentáneamente se había quedado en blanco...
¡MANOS ARRIBA!.- gritó una enérgica voz femenina a sus espaldas, tomando a Taro por sorpresa. Éste tardó un poco en obedecer la orden.
No hay que ponerse así, no estoy haciendo nada malo.- se defendió.
¡Haga lo que le digo! ¡Ahora!.- siguió gritando la voz. Taro lentamente subió los brazos.
Ya voy...
¡Ahora dése la vuelta! ¡Despacio, no haga ningún movimiento brusco o disparo!
Al darse la vuelta, Taro se encontró con una chica que le apuntaba firmemente con un arma. Era esbelta, más o menos de su estatura; su reluciente cabello negro le llegaba por debajo de los hombros y estaba cortado en capas y era la dueña de unos sorprendentes ojos grises que en esos momentos lo miraban con fiereza.
No tienes por qué tratarme así.- dijo Taro.- Soy el hijo del director del museo...
¡No me mientas! Los ladrones siempre regresan al lugar del crimen.- replicó la muchacha.
¡Yo no me robé esa pintura!.- gritó Taro, indignado.
"¡Mentiroso!", gritó una vocecilla en su interior. Él no le hizo caso.
Eres sospechoso hasta que se te demuestre lo contrario.
¿Qué no es al revés?
¡Guarda silencio!.- la chica se acercó con cautela a él, sin dejar de apuntarle con el arma, sacó una esposas y se las colocó a Misaki en las muñecas.
¡Oye, tranquila! ¡Esto no es necesario!.- gritó Taro.
Después de inmovilizar a Taro, la chica sacó un radiocomunicador y comenzó a dar informes:
Capitán Sauniére, tengo a un sospechoso.- anunció.
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Genzo, mientras tanto, se paseaba por las afueras del museo, esperando a que Taro saliera y le explicara qué rayos estaba pasando. Debido a que era un completo desconocido, los guardias no lo dejaron pasar, por lo que tuvo que conformarse con quedarse en los jardines del museo. No se explicaba el por qué la reacción de angustia de su amigo, tal pareciera que hubiese sido él quien se robó la pintura.
Bonjour.- saludó una suave voz a sus espaldas. Genzo volteó y se topó con la chica que había visto la noche anterior, frente a la pintura que se acababan de robar.
Vaya, así que usted sí es real.- comentó Genzo, con una sonrisa.
¿Cómo dice?.- preguntó la joven, sorprendida.
Lo que pasa es que ayer que la vi me pareció estar observando una ilusión.- contestó Genzo, galantemente.- Realmente me agrada sobremanera el volvérmela a encontrar y comprobar que usted es una persona de carne y hueso.
La chica se ruborizó a más no poder y soltó una pequeña carcajada de nervios. Genzo notó que, de día, se veía un poco mayor de edad que la noche anterior, aunque de cualquier manera no podría tener más de 23 años.
A mi también me da muchísimo gusto encontrármelo de nuevo.- dijo la joven, mirando hacia el piso y jugando nerviosamente con un mechón de su pelo castaño oscuro.- ¿Tampoco lo dejaron entrar al museo?
No, los guardias son inaguantables.- respondió Genzo, tratando de hacer que ella lo mirara a los ojos.
¡Ah! No son tan malos, a mí siempre me han dejado pasar cuando quiero pero hoy es diferente... No puedo creer que alguien se haya robado una pintura... La misma que estuvimos admirando ayer usted y yo.
Genzo pensó que él no había estado contemplando la dichosa pintura, sino que más bien había estado admirándola a ella, pero no la sacó de su error.
Sí, es una lástima. Era una pintura muy especial... .- comentó Genzo
Es verdad.- ella al fin clavó sus pupilas negras en los ojos de él.
Era algo extraño, pero momentáneamente algo le dijo a Genzo que la chica se sentía atraída hacia él, dado el nerviosismo que mostraba. Curiosamente, ese sentimiento era más que correspondido, esa niña era realmente una preciosidad.
En ese momento, un grupo de policías pasó corriendo rumbo a la entrada del museo. Uno de ellos gritaba órdenes por su radiocomunicador:
¡Atención! ¡Han atrapado a un sospechoso, necesitamos refuerzos!
Una corazonada le hizo saber a Genzo que era Misaki el sospechoso. Volteó la mirada hacia la chica para despedirse de ella e ir a investigar qué pasaba cuando se dio cuenta de que la muchacha había desaparecido sin que él se diera cuenta. Otra vez. "¿Acaso ya estaré alucinando?", pensó, "En fin... Luego me ocuparé de eso, primero tengo que averiguar sino es Misaki el arrestado". Y aprovechó el desconcierto de los policías para entrar al museo detrás de ellos.
Al llegar al lugar de los hechos se dio cuenta de que, efectivamente, era Misaki el sospechoso del robo. En esos momentos el padre de Taro estaba enfrascado en una disputa en francés con el que parecía ser el capitán del cuerpo de policías. No entendía lo que decían de lo rápido que hablaban, pero todo parecía indicar que el señor Misaki le estaba explicando al otro que el supuesto ladrón no era otro que su propio hijo. Wakabayashi vio que al lado de Misaki hijo había una policía joven que lo sostenía con fuerza contra la pared, era obvio que ella era quien lo había arrestado.
Detective Del Valle.- anunció el capitán.- Suelte al sospechoso, ya comprobamos que es el hijo del señor Misaki.
¿Y ya por eso deja de ser sospechoso?.- protestó la detective.- ¡Todo lo contrario! ¡Él debe de saber como entrar y salir del museo sin problemas!
Mi hijo no es ningún ladrón.- reclamó Ichiro Misaki.- Déjenlo ya, por favor.
Eso es una violación a los derechos humanos.- intervino Wakabayashi, en esos momentos.- Podemos demandarla por abuso.
La muchacha volteó a ver a Wakabayashi con rabia, pero no soltó a Misaki; éste ya de plano no decía nada, se había dado cuenta de que la detective era muy terca.
Lara, basta ya, por favor.- dijo una voz.
Todos voltearon hacia el sitio de donde había provenido y vieron a la chica misteriosa con la cual Genzo había estado hablando caminar hacia ellos.
Lily, no te metas.- gruñó la detective.
Es que él tiene razón, Lara.- dijo Lily, señalando a Genzo.- Estás pasándote con el pobre muchacho, no tienes ni una sospecha comprobada de que él haya sido el ladrón, ¿o sí?.
Detective Del Valle, suelte al señor Misaki en este momento.- ordenó el capitán.- Es una orden.
De acuerdo, capitán Sauniére.- aceptó Lara a regañadientes.
Tomó una llave y abrió las esposas que sujetaban a Taro; éste miró a la detective por unos instantes a los ojos y notó que de cerca tenían un ligero tinte azulado, muy hermoso. Ella se ruborizó ligeramente al ver a Taro tan de cerca e inmediatamente se hizo para atrás.
Muy bien.- anunció la detective.- Me voy a continuar con las investigaciones. ¡Pero si lo vuelvo a ver cerca de aquí lo arresto por alterar la escena del crimen!.- continuó dirigiéndose a Taro.
Lara, te espero en el depa, no me agrada ver tantos policías, contigo me basta.- anunció Lily.
De acuerdo. Lo más seguro es que hoy no llegue a comer.
Ambas chicas se alejaron por el corredor por donde llegó Lily, al tiempo que los demás policías regresaban a sus puestos. Taro observaba a Lara y Genzo no le quitaba los ojos de encima a Lily.
Las hermanas Del Valle, Lara y Lily.- anunció el capitán Sauniére, a sus espaldas.
¿Son hermanas?.- preguntó Genzo, sorprendido.- No lo parece. Por lo poco que pude observar, sus caracteres son muy diferentes.
Así es, como el día y la noche. Lara es la mayor, tiene 25 años y ya ven que es una mujer de armas tomar, es una de las mejores detectives que hay pero primero dispara y después pregunta. Lily tiene 23 años y es la dulzura andando, confía mucho en la gente. Ella está estudiando Historia del Arte. Aunque... Dicen por ahí que ninguna es lo que aparenta ser...
No son francesas, ¿verdad?.- preguntó Taro.
No, son mexicanas.- respondió el capitán Sauniére.
¿Y qué hacen en Francia?.- preguntó Genzo.
Pues... Lara se decepcionó mucho de su país por toda la corrupción que hay allá y se vino a París para huir de eso. Y pues Lily se vino con ella porque es una gran amante de las artes y deseaba conocer y estudiar las obras del museo. Ella viene muy seguido al Louvre, tanto que ya los guardias la dejan pasar sin preguntas.
Pues ella también podría ser la culpable.- anunció el señor Misaki, de pronto.- Incluso es más sospechosa que mi hijo.
Se nota que no la conoce, señor Misaki.- dijo el capitán Sauniére.- Ella sería incapaz de hacer algo así. Además, tiene coartada, la detective Lara ya declaró que no salió de su hogar en ningún momento.
¿La vigilo toda la noche?
Bueno, no, pero en el edifico en donde viven hay un guardia en la única entrada las 24 horas. Si Lily hubiera salido inmediatamente se habrían dado cuenta...
Taro dejó de ponerle atención a la plática. No sabía por qué, pero a pesar de que habían estado a punto de arrestarlo y a pesar de que acababa de comprobar que en realidad él se había robado el Monet, lo que más ocupaba su mente en esos momentos era el fulgor que vio reflejado en los ojos de Lara cuando la tuvo cerca de él.
