Capítulo cuatro. Mensajes.
Pues bien, ahí estaba. No había ninguna duda: era la pintura original, la famosa marca que indicaba su procedencia original se veía claramente bajo la luz ultravioleta. Genzo y Taro se miraron, desanimados.
Bueno, pues sí es la original.- suspiró Genzo.- ¿Ahora qué?
Pues... Podemos empezar a buscar rastros que nos indiquen que alguien entró anoche y la dejó aquí.- contestó Taro, con desgana.- Aunque no sé por qué presiento que no vamos a encontrar nada...
Y efectivamente, el departamento estaba intacto. Obviamente ninguno de los dos tenía ni el equipo ni la habilidad necesaria para detectar huellas digitales, pero ni falta que hacía: en ninguna de las ventanas o las puertas había señales que indicaran que alguien hubiese entrado por la fuerza; además de que estaba el hecho de que Misaki vivía en el quinto piso y era un tanto difícil entrar por la ventana a menos que se poseyera la habilidad del Hombre Araña.
No quiero aceptarlo, pero todo parece indicar que yo robé la pintura... .- murmuró Taro.
Me gustaría contradecirte, pero... .- comenzó a decir Genzo.
¿Qué haré ahora?
Pues... Creo que lo mejor será tratar de descubrir si robaste la pintura en un acto inconsciente y después tratar de devolverla sin causar un alboroto.
Eso va a estar difícil...
¿Por qué habría de serlo? Eres el hijo del director del museo, puedes entrar a la hora que gustes pretextando que estás ahí por encargo de tu padre. En algún momento tendrás la oportunidad de devolver la pintura sin que lo noten. Te aconsejaría que fueras a la policía y la devolvieras sino fuera porque la detective Del Valle estará más que dispuesta a colgarte...
Ya sé, ya me lo has dicho varias veces... .- Misaki suspiró.- ¿Por qué será tan terca? En fin... Creo que no me quedará más remedio que volver en la noche a regresar el Monet...
En esos momentos sonó el teléfono. Taro se apresuró a contestar y se sorprendió al oír la voz enérgica de Lara Del Valle por el otro extremo del auricular.
¿Señor Misaki? Habla la detective Del Valle. Necesito que venga ahora mismo al museo, por favor.
¿Qué ocurre?
Hemos encontrado una pista muy importante y solo usted nos puede ayudar a descifrarla.
¿Y mi padre?
Su padre tuvo que salir a atender una llamada urgente de un grupo de conservadores histéricos que temen por el resto de las obras de arte del museo.- dijo Lara, con desagrado.- Por eso necesitamos que usted venga. Acá le explicaré de qué se trata, no tarde por favor.- y colgó.
Vaya.- musitó Taro.- Qué cosa más rara...
¿Qué ocurre?.- inquirió Wakabayashi.
Era la detective Del Valle. Dice que encontró algo y que solo yo puedo descifrar el acertijo.
¿Cuál acertijo?
Nada más ella sabe de qué habla...
Así que, por tercera vez en ese día, Misaki y Wakabayashi se dirigían al Louvre. Al llegar, Lara Del Valle ya los estaba esperando en la entrada.
Venga conmigo, por favor, señor Misaki.- le dijo a Taro.- Y usted.- continuó, refiriéndose a Genzo.- Haga el favor de esperarnos aquí.
Lara condujo a Taro hasta el lugar de los hechos.
Perdone usted que lo haya hecho venir tan tarde, pero alguien tomó mi lámpara de luz ultravioleta prestada y tuve que esperar a que me consiguieran otra.- dijo Lara.
Misaki sintió un ligero remordimiento de conciencia.
¿Y qué fue lo que encontró?.- preguntó Taro, con inocencia.
Algo muy, muy extraño.- respondió Lara.- La persona que se llevó la pintura dejó un mensaje en la pared, escrito con la tinta especial que usan los conservadores para marcar las pinturas originales.
"Me lleva...", pensó Taro.
¿Y qué es lo que dice ese mensaje?
Eso es lo que queremos que usted nos diga...
Por fin llegaron al lugar. Lara tomó una lámpara y dirigió su luz contra la pared, al lado izquierdo del marco vacío. Taro se sorprendió muchísimo al descubrir una frase escrita... en japonés.
Dígame, señor Misaki, ¿son esos caracteres japoneses?.- preguntó Lara, en tono acusador.
Sí... Pero no entiendo...
Nosotros menos, así que por eso quiero que usted nos diga qué es lo que dice allí.
Eh... .- Taro leyó la frase del muro.- Dice: "Delfos será el siguiente". Y firma... "El Artista de la Noche..."
¿El Artista de la Noche?
Eso dice.
¿Será acaso el alias del ladrón?
Todo parece indicar que sí.
¿Y Delfos será el siguiente?
Así es.
¿Y qué quiere decir eso?
Si usted no lo sabe, yo menos...
Pero Taro sí sabía. "Delfos será el siguiente" quería decir que lo próximo en ser robado sería alguna obra de arte que se relacionara con eso. ¿Cómo lo sabía? No tenía ni idea, pero algo le decía que él mismo había escrito la frase. El apodo de "el Artista de la Noche" era lo que lo tenía más desconcertado. ¿De dónde se había sacado ese nombre? En algún lugar de su memoria retumbaba ese alias, pero no podía relacionarlo con nada en concreto
Es increíble... Ese desgraciado nos anda dejando pistas de una manera muy cínica.- dijo Lara, con enojo.
¿Y ya encontraron alguna huella digital?.- preguntó Taro.
Ninguna... Bueno, eso es todo, muchas gracias por su ayuda, señor Misaki.
¿Siempre tienes que tratarlos a todos con tanta formalidad?.- cuestionó Taro, mirando a la detective a los ojos.
Eh... No tengo por qué ser cordial con nadie, no vine a aquí a hacer amistades.- respondió Lara.
Supongo que debes de llevar una vida muy triste y solitaria, si siempre te escondes de las personas.- murmuró Taro.
Lara miró aquellos ojos cafés y por un momento se perdió en esa mirada de confianza con la cual el joven la miraba. Era un muchacho muy atractivo, con un aire de niño tierno que lo hacían verse muy inocente. Pero Lara sabía que eso era falso, todos los hombres fingían ser lo que no eran para aprovecharse de ella...
Estoy seguro de que debes de tener una sonrisa muy dulce, aunque en todo este tiempo no te he visto sonreír ni una sola vez... .- murmuró Taro.
Lara se sentía peligrosamente cerca de un enorme abismo. El pasillo estaba solo y a oscuras (para poder ver con rayos ultravioleta se debe de tener la menor cantidad de luz posible), Taro estaba peligrosamente cerca de ella... Sin querer, Lara se acercó un paso más a Misaki...
Detective Del Valle, ¿ya resolvió el enigma?.- dijo de pronto el capitán Sauniére.
Sí, capitán.- Lara inmediatamente saltó hacia atrás, muy colorada.- El señor Misaki nos ayudó. Dice: "Delfos será el siguiente". Y el ladrón se hace llamar "el Artista de la Noche".
Ya veo.- el capitán Sauniére miró unos segundos a los jóvenes, que se veían un tanto confundidos y emitió una breve sonrisa.- Tal vez se trate de un anagrama, no creo que se trate de una pista directa... En fin, le diré a los criptólogos que se encarguen de esto.
Sí, capitán. Iré a rendir mi informe.- anunció Lara.- Gracias nuevamente por su ayuda, señor Misaki.
La detective se alejó a paso veloz por el pasillo, al tiempo que Misaki la seguía con la vista.
Si me permites decírtelo, muchacho, creo que pierdes tu tiempo.- comentó el capitán.- La armadura de esa mujer es impenetrable.
Uhm... Algo me comentó Lily, acerca de que desconfía mucho de los hombres... ¿A qué se deberá?
Yo no soy nadie para decírtelo ni tú eres nadie para saberlo, pero... Hace unos cuantos años, cuando ellas aún vivían en México, fueron invitadas a una fiesta por un muchacho que había estado cortejando a Lara. Durante esa fiesta, el tipo en cuestión distrajo a Lara toda la noche con el fin de que su amigo pudiera embriagar a Lily y tratar de aprovecharse de ella. Ése había sido el único interés del sujeto en Lara, su amigo tenía muchos deseos de echarse a Lily al plato pero Lara nunca lo había dejado acercarse a ella, así que idearon el plan de entretener a Lara para que el otro pudiera aprovecharse de Lily. Afortunadamente, Lara se dio cuenta a tiempo y evitó que abusaran de su hermana, pero el acto causó heridas psicológicas mucho más graves. Lara desconfía de los hombres desde entonces, ella cree que lo único que quieren es aprovecharse de ella o de Lily.
Ahora entiendo el por qué Lily decía que ella tenía la culpa de la desconfianza de su hermana en los hombres...
En realidad no fue la culpa de ninguna. Lily tenía apenas 17 años y era una niña muy inocente, ella no habría sabido defenderse sola del ataque de un abusador. Y Lara... Bueno, Lara se había enamorado del tipejo ése. El amor es ciego, uno no puede evitar cometer errores estúpidos cuando se está enamorado...
Ya veo... .- Misaki suspiró, sintiendo algo de pena por Lara.- ¿Y cómo es que usted sabe todo esto?
Bueno.- el capitán Sauniére sonrió.- Soy un amigo muy cercano de la familia Del Valle, Lara y Lily son como una especie de nietas para mí, yo he estado al pendiente de ellas desde el momento en que se vinieron a París. Y no le quito más el tiempo, señor Misaki, muchas gracias por su ayuda.
El capitán Sauniére le extendió la mano a Misaki. Éste se despidió y caminó hacia la salida, pensando en varias cosas a la vez. Por una parte, no podía dejar de sentir cierta compasión por Lara, y al mismo tiempo, le inquietaba el mensaje escrito en la pared. Algo le decía que él mismo había dejado ese mensaje, pero por otra parte, ésa no era su letra. Suspiró y se frotó la frente con fuerza; comenzaba a dolerle la cabeza. Wakabayashi seguía esperándolo en la entrada, a la espera de noticias.
¿Y bien?.- le preguntó.
Todo parece indicar que dejé un mensaje indicando que voy a robar otra cosa.- dijo Misaki.
¿En verdad?
Eso parece. Yo cada vez entiendo menos, me gustaría muchísimo irme a descansar un poco...
Pues vámonos entonces, ya es tarde.
Esa noche, antes de quedarse dormido, Misaki pensaba en qué cosa relacionada con Delfos podría robarse esta vez. Recordó entonces que, cuando recién acababan de nombrar a su padre director del museo, se paseó por una de las salas y vio algo que llamó muchísimo su atención: las hachas dobles que habían pertenecido a las sacerdotisas del templo de Delfos. ¿Sería eso a lo que se refería el mensaje? Quien sabe, pero recordaba perfectamente esa obra de arte debido al comentario que le hizo un coleccionista, amigo de su padre, acerca de aquellas hachas: "Son una de las miles de cosas que hacen alusión al adoramiento de la divinidad femenina". Misaki recordó en ese entonces que muchas de las antiguas culturas adoraban a un dios y a una diosa como los gobernantes del universo. "¡Qué cosa más rara!", fue lo último que alcanzó a pensar Taro antes de quedarse dormido.
Y nuevamente, tuvo un sueño muy extraño. Regresaba al Louvre, burlaba toda la seguridad del edificio y tomaba un objeto, para después escribir otro mensaje, esta vez en el suelo...
Misaki ya no se sorprendió cuando al despertar encontró las hachas dobles recargadas con mucho cuidado contra su mesita de noche.
Notas:
Los criptólogos son los encargados de resolver mensajes cifrados y anagramas en los casos policiacos.
