Capítulo cinco.- Doble personalidad.
"Otra vez", pensó Misaki, apesadumbrado. "Lo hice otra vez. ¿Cómo demonios lo hago sin que me dé cuenta?" "Pero sí te das cuenta", respondió una voz, "De lo contrario no tendrías esos sueños".
Misaki se levantó y fue a buscar a Wakabayashi. Afortunadamente, su padre ya había salido rumbo al museo. Genzo estaba hablando por teléfono cuando Taro salió a la sala. Inmediatamente, su amigo le hizo señas para que se acercara.
Es Azumi.- le dijo en voz baja.
¿Hola?.- saludó Taro, tomando el auricular.
¿Taro? ¿Qué pasa contigo, en donde te has metido?.- le reclamó Azumi.- Prometiste que me llamarías ayer y no lo hiciste.
Perdóname, lo olvidé.- con tanto lío, Taro olvidó que había quedado de verse con Azumi.
¿Tú olvidando las cosas?.- preguntó Azumi, con incredulidad.- El mundo se va a acabar...
Oye, lo lamento mucho, de veras...
Está bien, te perdono por esta vez pero tendrás que recompensármelo. Esta noche Nicole hará una fiesta y estamos invitados.
"Me lleva...", pensó Misaki.
Este... Me encantaría ir pero Wakabayashi está aquí y pues no puedo dejarlo solo...
Traélo también, no hay problema.
Pero espera, ¿qué no Nicole es prima de Nadia?
Ajá, ¿y eso qué? Ha pasado mucho tiempo, no creo que ni Wakabayashi ni Nadia se sigan guardando rencores.
Este... No creo que sea lo mejor.
Sin excusas, me la debes. Los espero a ti y a Wakabayashi en casa de Nicole, a las 8 en punto. ¡Y sin pretextos!
De acuerdo.- Taro colgó el teléfono.
¿Fue idea mía o escuché el nombre de Nadia?.- preguntó Genzo, con cara de pocos amigos.
Este... Azumi nos invitó a ambos a una fiesta en casa de Nicole...
Ni creas que voy a ir...
Vamos, no puedes dejarme solo en esto... Además, eso no importa ahora, tengo otro problemita mucho más importante en mi habitación...
No me digas...
Sí te digo...
Genzo miró a Taro con cara de desconcierto cuando descubrió las hachas dobles.
¿Cuánto quieres apostar a que, si vamos en este momento al Louvre, encontraremos a toda la policía francesa vuelta loca por la desaparición de estas hachas?.- preguntó Misaki.
Ya no queda duda, tú eres quien se está llevando estas cosas...
Muy observador de tu parte. La pregunta es: ¿Por qué rayos estoy haciendo todo esto? No tiene ningún sentido...
¿Sabes? Tal vez tengas algún trastorno de la personalidad...
Misaki le dirigió a Wakabayashi una mirada furibunda.
No, espera, me refiero a que tal vez tengas algún desorden que te está haciendo tomar las cosas sin que estés plenamente conciente de lo que haces.
¿Cómo si fuera cleptómano?
Más o menos, solo que si fueras cleptómano robarías todo y no únicamente obras de arte...
Pues, eso podría hacer... .- Misaki pensó unos momentos.- Tal vez debería ir a buscar a un psicólogo, pero... ¿Qué crees que pase si llego con un doctor y le digo que necesito una consulta por que tengo la mala costumbre robar obras de arte?
Te denunciaría sin dudarlo...
Uhm...
El celular de Wakabayashi emitió un pitido. Genzo lo revisó y segundos después, sonrió.
Amigo, hemos encontrado la solución a tu problema.- anunció.
¿Cómo?
Tsubasa y Anego vienen de visita a París, podrías pedirle ayuda a ella.
Sanae Ozhora tenía una maestría en Psicología; si alguien podía ayudarlo, sería ella.
Así que, hora y media después, Wakabayashi y Misaki recibían al matrimonio Ozhora. Tsubasa era la estrella del Barcelona y Sanae era una de las mejores psicólogas de España. Rápidamente los pusieron al tanto de la situación; tanto Sanae como Tsubasa estaban muy sorprendidos y preocupados, pero prometieron guardar el secreto y hacer todo lo que estuviera de su parte para ayudar a su amigo.
Esta conspiración se hace cada vez más grande.- Taro suspiró.
Me suena al "Código Da Vinci".- comentó Sanae, de pasada.
Solo que esto es real...
En fin... Dime Misaki, ¿has tenido algún problema muy fuerte en los últimos días?.- cuestionó Sanae.- Aparte de esto, claro está.
Pues... No realmente, me ha estado yendo de maravilla con el Paris St. Germain y estoy muy feliz por volver a Francia.- contestó el aludido.
Uhm... Es que debe de haber algo que expliqué el por qué estás haciendo esto... Muchas veces, estos comportamientos son maneras de escape que la gente usa cuando se enfrenta a un problema muy grande...
Pues en mi caso sería al revés, este "escape" me está creando un problema muy grande...
Entonces... Tal vez sea un caso de doble personalidad.
¿Te refieres a que Misaki es una persona de día y otra diferente de noche?.- intervino Wakabayashi.
Algo así.
¿Pero que no los casos de ese tipo se manifiestan desde antes? Misaki siempre ha sido muy normal, bueno, dentro de lo que cabe, creo que si tuviera algún problema de ese tipo ya nos habríamos dado cuenta.- señaló Tsubasa.
No forzosamente, muchas veces los síntomas se mantienen ocultos hasta que hay algo que los hace salir.- explicó Sanae.- Tal vez el volver a Francia ocasionó todo esto... Tal vez en el fondo no estás de acuerdo con que tu padre sea el director del Louvre...
No, no creo que sea eso... .- Taro dudó.- Aunque... El estar como director del museo lo ha apartado de su sueño de seguir pintando...
Ajá, ahí lo tienes. Esto podría ser tu manera de protestar por el cambio de rumbo que siguió tu papá. Deberías hablar con él de lo que piensas.
¿Serviría de algo?
Tal vez con eso dejes de robar el museo a media noche...
Así que, una vez más, los cuatro jóvenes se dirigieron al museo. Taro fue directamente a buscar a su padre, mientras que los Ozhora y Wakabayashi se quedaban en los alrededores, contemplando la pirámide de cristal que había a la entrada del museo.
Taro se dirigía al despacho de su papá cuando sintió el impulso de ir a la sala en donde se habían estado exhibiendo las hachas dobles. Allí se encontró a Lara al borde de la desesperación, buscando alguna pista que la ayudara a descubrir la verdad. Taro se sintió sumamente culpable...
Es que no es posible.- musitó Lara, cuando vio a Taro.- No es posible que entre y salga sin dejar ni una sola pista, aparte de estos malditos mensajes...
¿Qué mensaje dejó esta vez?.- preguntó Taro, con curiosidad.
Al menos tuvo la decencia de escribirlo en francés... .- Lara apagó las luces y dirigió el chorro de luz ultravioleta hacia el piso.
En él, había escrita una sola frase que decía: "El turno es de Leonardo. El Artista de la Noche".
Ya no sé que hacer, estoy muy cansada y no hemos podido avanzar gran cosa.- Lara se llevó las manos a la cara, con desesperación.- Y si piensa robar esta vez una pintura de Leonardo Da Vinci estamos fritos, hay muchas obras de él en este museo.
Tranquila, relájate un momento. Ven conmigo.
Taro la tomó suavemente de los hombros y la condujo a un jardín exterior. Allí la hizo sentarse en una banca y se apresuró a traerle un refresco (No me pregunten de dónde lo sacó). Lara destapó la lata y bebió con avidez.
Esto es delicioso.- comentó.- Tenía horas de no llevarme nada a la boca.
Y supongo que también debes de tener horas de trabajar sin descanso.- comentó Taro.- Te ves cansada.
No puedo descansar ahora, tengo que descubrir quién es el culpable de todos estos robos.
Pero eres humana y necesitas cuidarte. ¿Por qué no le pides a alguien que te sustituya por unas horas?
Porque no me gusta que alguien más haga mi trabajo, no estoy a gusto sino lo hago yo misma.
Eso es de admirarse, pero si sigues así tu salud se vendrá abajo.
Ninguno de los dos había notado que ya habían comenzado a tutearse.
De verdad que agradezco que me estés apoyando, después de lo mal que te traté... .- comentó Lara, mirando a Misaki a los ojos.
Sin rencores.- Taro sonrió.
Él no entendía por qué se sentía tan confundido cada vez que veía aquellos bellos ojos grises azulados. El cabello negro de Lara le caía sobre la cara, cubriéndosela parcialmente. Taro estiró una mano y retiró con suavidad ese brillante y sedoso cabello, y sin saber muy bien por qué, acarició con ternura la mejilla de Lara. Ésta se ruborizó a más no poder y se levantó de la banca de un brinco.
Bueno, ya debo irme, muchas gracias por el refresco.- anunció, al tiempo que se alejaba a paso veloz.
Misaki la miró irse con cierta tristeza y después regresó a donde estaban sus amigos.
¿Hablaste con tu padre?.- preguntó Tsubasa.
No. Después lo haré, ahora no estoy de humor.
Wakabayashi, Tsubasa y Sanae se miraron con sorpresa, pero ninguno hizo preguntas. Misaki, por su parte, no dejaba de pensar en lo que sentía cada vez que veía a Lara. Era un sentimiento que nunca antes había experimentado, tenía muchos deseos de estar a su lado y convencerla de que él nunca, jamás, le haría daño...
Notas:
El Código Da Vinci fue escrito por Dan Brown.
Un cleptómano es aquella persona que siente el impulso incontrolable de tomar los objetos que tiene al alcance de su mano.
El museo Louvre tiene una ultramoderna entrada constituida por una pirámide de cristal diseñada por el arquitecto I. M. Pei, por encargo del expresidente francés Francois Miterrand.
