Capítulo doce. Con las manos en la masa.

Misaki estaba más que furioso. ¿Quién se atrevería a denigrarlo de esa manera?

¿Cómo se atreven? ¡Yo no soy un simple aficionado!.- gritó, con la voz cargada de ira.

Tsubasa y Wakabayashi se dieron cuenta inmediatamente de que algo había cambiado en su amigo.

Eh... ¿Misaki? ¿Estás bien?.- aventuró Tsubasa, aunque ya sabía cual sería la respuesta.

Taro Misaki se ha ido por ahora.- contestó éste, con una voz muy diferente a la de siempre.

El Artista de la Noche.- murmuró Wakabayashi.

Ni más ni menos.- dijo el ladrón, con una sonrisa.

¿Pero cómo es posible...?.- preguntó Tsubasa.

Cada vez tengo más control sobre el cuerpo de este hombre. Pronto, el Taro Misaki que ustedes conocen dejará de existir. Ahora... ¡Me gustaría muchísimo saber quién rayos tiene el descaro de pensar que yo soy un simple aficionado!.- el Artista de la Noche apretó los puños.

Wakabayashi y Tsubasa lo miraron sin saber qué responder. Realmente no se esperaban esto...

Como sea.- continuó el ladrón.- Le demostraré a quien sea que escribió eso que yo no soy un simple aficionado.

El Artista de la Noche se alejó velozmente por el pasillo. Wakabayashi y Tsubasa se miraron unos instantes antes de salir tras él, con el fin de detenerlo. Sin embargo, aun cuando éstos dos eran tan rápidos y fuertes como el primero (incluso Wakabayashi era más fuerte y Tsubasa más veloz), no pudieron detenerlo, debido a la gran ventaja con la cual contaba el Artista de la Noche de conocer el museo mejor que nadie. El ladrón se dirigió hacia la sala, en ese momento vacía, en donde se encontraba la Virgen de las Rocas, cuyos sensores que activaban la alarma antirrobo aun no habían sido reconectados. El Artista de la Noche descolgó la pintura, la enrolló y se dispuso a salir con ella del museo.

¿Qué haces?.- preguntó Tsubasa.

¿Acaso te has vuelto loco?.- gritó Wakabayashi.- ¡No puedes salir con eso a plena luz del día, con cientos de policías buscándote por todas partes!

¿Y quién dice que no puedo?.- gritó el alter ego de Misaki.- ¡Así demostraré que no soy un simple aficionado!

Pero esta vez sus amigos no estaban dispuestos a dejarlo escapar. Tsubasa lo detuvo por un lado y Wakabayashi por el otro.

¡Esto ha llegado demasiado lejos!.- gritó Wakabayashi.- ¡Debes detenerte ahora! ¡Misaki, tienes que regresar!

No funcionará, no lo harán volver.- gruñía el Artista de la Noche, tratando de zafarse de los hombres.

¿Cómo rayos le hacemos para que Misaki vuelva?.- preguntó Tsubasa, angustiado.

No lo sé... La otra vez respondió cuando la detective Del Valle dijo su nombre... .- refunfuñó Wakabayashi.- Pero creo que solo funciona si ella lo dice...

Lara... .- musitó Misaki, el verdadero.

Ya veo.- dijo Genzo.- No es necesario que ella le hable, con su solo recuerdo su mente regresa.

¡Vaya, menos mal! Empezaba a preocuparme por la posibilidad de entregar a Misaki a la policía para que deje de portarse como un loco.- musitó Tsubasa.

¡Vamos, Misaki! ¿Qué esperas para volver? ¿Acaso quieres que Lara te odie toda su vida por ser tú el ladrón que ella ha estado persiguiendo?.- gritó Genzo.

No... Lara... .- Taro luchaba para recuperar el control.

Eso es, amigo, piensa en ella.- lo animaba Tsubasa.

Los tres muchachos seguían forcejeando; sin embargo, poco a poco Taro iba recuperando el control y la calma, aunque de vez en cuando el Artista de la Noche luchaba por volver a tener el dominio de la situación.

Yo... No soy... Un simple aficionado... .- decía.

Vamos, Misaki, no dejes que te derrote.- insistían Wakabayashi y Tsubasa.

¿Qué es lo que ocurre aquí?.- preguntó Lily, de pronto.

Tan ocupados estaban todos que no la vieron llegar, en compañía de una Sanae muy triste y angustiada.

Wakabayashi y Tsubasa no supieron qué decir. Misaki al fin recobró el control de su cuerpo y se quedó mirando a las dos mujeres con cara de inocencia.

¿Por qué están sujetando a Misaki de esa manera?.- preguntó Lily, cada vez más extrañada.

Lo siento muchísimo, no pude detenerla.- les avisó Sanae, en japonés.- Su hermana le avisó que había otro mensaje oculto en el museo y ella entró para ayudar en la búsqueda.

Wakabayashi y Tsubasa soltaron a Misaki; éste se incorporó (con el forcejeo se había inclinado tanto que casi caía de rodillas al suelo), y al hacerlo, la pintura enrollada que llevaba bajo el brazo cayó al suelo. Al mismo tiempo, la lámpara de luz ultravioleta que cargaba Tsubasa resbaló de su mano y también cayó. Lily miró ambas cosas sin comprender.

¿Qué es eso y que hacen ustedes con una lámpara de la policía?.- preguntó Lily, muy seria. Todos notaron que había dejado de ser la niña dulce e inocente de siempre.

Te lo podemos explicar.- dijo Wakabayashi.

No.- lo cortó Misaki.- Ellos no saben nada. Pero yo sí.

Lily se agachó y tomó la pintura y con cuidado la desenrolló sobre el suelo; la contempló unos instantes, con la cabeza inclinada.

No es lo que tú crees.- intervino Sanae, muy nerviosa.

¿Ah, no? ¿Y me pueden explicar qué hace esta pintura aquí.- Lily estaba muy enojada.

Yo la robé.- confesó Taro, sin que nadie pudiera detenerlo.- Yo soy el Artista de la Noche.

Lily enrolló nuevamente la pintura con cuidado, se levantó y golpeó a Misaki en la cara con fuerza.

No puedo creer que le haya dicho a mi hermana que tú eras el hombre indicado para ella.- le dijo.

Taro la miró con tristeza.

Espera, no saques conclusiones precipitadas.- dijo Genzo.- Él no sabe lo que hace, robó todas las obras de arte en un periodo de...

¿Tú lo sabías?.- gritó Lily, mirándolo con ira. Sin esperar respuesta, levantó su mano y lo golpeó también en la cara. Él se sorprendió por la fuerza de la muchacha.

Espérate por favor, deja que te explique.- Genzo intentaba que Lily lo escuchara.

Lara tenía razón.- dijo Lily, con la tristeza, la rabia y la desilusión reflejada en los ojos.- Ustedes solo querían engatusarnos para quedarse con todas las obras del museo...

Lily tomó la pintura del suelo y caminó con ella hacia la sala a la cual pertenecía.

No te vayas así.- Genzo la tomó del brazo.- De verdad, por favor, escúchame...

No me toques.- Lily lo miró con tanta furia que él la soltó.- Ni se te ocurra volver a ponerme la mano encima otra vez. No puedo creer que haya sido tan estúpida como para haber caído en tus redes... Y yo que pensé que en verdad eras alguien diferente... Maldita la hora en la que te conocí, espero sinceramente no volver a verte jamás en toda mi vida...

Wakabayashi la miró irse, sumamente decaído. Tsubasa y Sanae intercambiaron una mirada de tristeza. Misaki miró a sus amigos y se sintió muy mal: sabía que todo esto era su culpa...

Lily desapareció por los corredores; los demás no sabían si daría o no la voz de alarma, pero como lo más seguro era que los delatara, Tsubasa y Sanae animaron a sus amigos para salir del museo cuanto antes. Wakabayashi y Misaki los siguieron, aunque más bien los otros dos casi tuvieron que sacarlos a fuerza del edificio, ya que estaban tan deprimidos que a ninguno parecía importarle si los atrapaban o no. Subieron al auto rentado de Wakabayashi, aunque tuvo que ser Tsubasa el conductor, ya que los otros dos aun parecían estar en trance.

Todo se acabó.- musitó Taro.- Lily le dirá a Lara quién soy... Es cuestión de horas, minutos tal vez, para que tengamos detrás de nosotros a toda la Interpol...

¡Aun no te rindas!.- le dijo Sanae.- No todo está perdido, podemos alegar demencia temporal...

¿Y eso de qué me serviría, si de todas maneras Lara me odiará?.- gritó Taro.- Ella no querrá volver a verme jamás...

¡Ella tendrá que entender que tú no lo hiciste a propósito!.- gritó Sanae.- Si te quiere, te dará otra oportunidad...

Si es como Lily, no lo hará.- sentenció Genzo, con amargura.

Ya dejen de ser tan pesimistas los dos.- los regañó Sanae.- Ustedes no son así, ambos luchan siempre por lo que quieren, nunca dejan que las adversidades los derroten. ¿En dónde quedaron sus ánimos?

Los perdí la primera vez que robé el Louvre... .- murmuró Misaki, con tristeza...

Sanae y Tsubasa optaron por no decir nada más.

Llegaron todos al departamento de Misaki. Ninguno sabía que hacer, en cualquier momento la policía llegaría a arrestar a Taro, y tal vez también a los otros tres... Taro les decía a sus amigos que aprovecharan el tiempo y se marcharan para que no los capturaran a ellos también.

No tienen por qué hundirse conmigo.- les decía.- Yo los metí en esto y no puedo permitir que los inculpen también.

De ninguna manera.- dijo Wakabayashi.- Yo te dije que no te iba a dejar solo en esto y lo voy a cumplir.

Nosotros tampoco te dejaremos, Misaki.- terció Tsubasa.

Somos tus amigos, ¿no?.- añadió Sanae.- ¿Y para qué son los amigos sino para apoyarnos en situaciones como ésta?

Se los agradezco de todo corazón, amigos.- Misaki por fin sonrió.- Pero sus carreras están en juego, esto no es una simple lesión o la imposibilidad de jugar un partido. Estamos hablando de robos de obras de arte, esto es muy serio.

¿Y? Ya después te la cobraremos.- contestó Wakabayashi.

Taro volvió a sonreír.

En esos momentos sonó el timbre. Todos se levantaron de sus asientos y se miraron unos otros.

Es la policía.- susurró Sanae, temerosa.

Ya se habían tardado.- masculló Wakabayashi.

Yo abriré.- dijo Tsubasa.

No, yo lo haré.- dijo Misaki. Se dirigió a la puerta y la abrió.

En la entrada estaba parado el capitán Sauniére. Misaki esperaba que en cualquier momento sacara su arma y le apuntara con ella, o que un montón de policías le cayeran encima.

Buenas tardes, señor Misaki.- lo saludó el capitán, amablemente.- Disculpe que lo molestemos nuevamente.

Buenas tardes, capitán Sauniére.- saludó Misaki.- ¿En qué lo puedo ayudar?

Los otros tres los miraban a la expectativa.