Alistair y Freyja apenas habían sobrevivido, solo habían salido de ese maldito lugar gracias a la intervención de Flemeth la bruja de la espesura que les había dado los tratados de los guardas.
Freyja se sentía culpable había fallado a Duncan, a Cailan, a Fergus y la familia que había dejado en Pináculo pero no podía desfallecer su padre le había dicho siempre que si se encontraba en alguna situación que la sobrepasara se levantara mirara al cielo y siguiera adelante porque si se paraba a rememorar lo ocurrido no podría sobrevivir.
Alistair estaba enormemente apenado sentía la muerte de Duncan como la muerte de un familiar muy querido, el había sido el único que se había preocupado el único que había visto que no era feliz con su suerte. Después miraba a su lado y encontraba aquella bella mujer que era lady Cousland, Cailan le había pedido cuidar de ella pero como iba a hacerlo si ni tan solo podía tener cura de el mismo.
En su trayecto se le unieron Morrigan la hija de Flemeth, Leiliana una hermana de la Capilla que era mucho más que eso y Sten un Qunari.
Alistair odiaba a Morrigan no porque antes fuera templario si no porque tenía la intuición que la bruja escondía algo. En cambio con Leiliana era fácil llevarse bien aunque no creía del todo sus visiones sí que creía en sus ganas de ayudar al prójimo y la valentía que suponía unirse a los dos únicos guardas grises que quedaban en Ferelden para hacer una tarea casi imposible, decía mucho de ella. Sten era un poco taciturno pero lo respetaban, como mínimo era fiel a sus convicciones.
Freyja decidió poner rumbo a Risco Rojo y Alistair accedió. No le gustaba nada tomar las riendas de la situación era mucho más fácil seguir a alguien.
Cuando llegaron a Risco Rojo la población estaba siendo atacada por un mal que provenía del castillo, Alistair no quería pensar que el que había sido como un padre para él estaba rodeado de bestias. Uno de los habitantes los llevo ante la presencia de Bann Teagan.
-Mi señor, Bann Teagan- dijo en tono de disculpa el hombre.
-Ahora no tengo tiempo Thomas estoy muy ocupado- dijo Bann Teagan.
-Bann Teagan seguramente no os acordareis de mí, la última vez que nos vimos yo era más joven y estaba cubierto de barro- dijo Alistair.
-Cubierto de barro... ¿Alistair? nos dijeron que todos los Guardias Grises habían muerto en Ostagar.
-No, no todos morimos ahí- respondió Freyja
-Lo siento mi señora, me alegro mucho que al menos dos de vosotros hayas sobrevivido a la traición de Loghain- les dijo Bann Teagan – puedo preguntaros vuestro nombre.
-Freyja Cousland...eh...quiero decir Freyja de los Guardias Grises.
-Lady Cousland...siento mucho lo de vuestra familia –
-Gracias sois muy amables, ¿qué es lo que está ocurriendo, porque no podemos entrar en el castillo? –
-Por desgracia el pueblo está siendo atacado cada noche por unas alimañas sobrenaturales, no me atrevo a dejar esta gente desprotegida –
-¿En qué podemos ayudaros? –
-Esta no es vuestra guerra mi hermosa señora –
A Alistar no le hizo la menor gracia que Bann Teagan usara sus encantos y flirteara con Freyja, le sobrevino una oleada de celos que no sabía de donde procedían ¿Era el sentimiento de haber fallado a su hermano en el único cometido que le había pedido o era algo más?
-Es igual, soy la hija de un Teyrn mi honor y mi preocupación por el bienestar de esta gente es lo que me impulsa a prestaros mi espada-
Esa mujer realmente era hija de su padre, todo el mundo sabía que el Teyrn no se dejaba amedrentar ni tan solo por Cailan, muchas veces le había plantado cara si las decisiones del Rey influían negativamente para Ferelden y Cailan le agradaba puesto que Bryce no hablaba por hablar.
-Realmente sois la hija de Bryce le he visto a él en vuestra mirada mientras me decíais eso, estoy seguro que vuestro padre hubiera estado tremendamente orgulloso de vos, acepto vuestra ayuda de buen grado – le dijo Bann Teagan.
-¿Que necesitáis que hagamos? – dijo Alistair.
-Creo que Murdock y Ser Perth necesitan ayuda, hablad con ellos para saber más detalles – les dijo Bann Teagan.
Alistair y Freyja asintieron con la cabeza y salieron de la Capilla. Cuando hubieron acabado las tareas para mejorar las defensas del pueblo Alistair se fue a la posada, para su sorpresa no quedaban habitaciones libres y la única que había tendría que compartirla con Freyja. A Alistar le retumbaba el corazón en los oídos nunca había estado con una mujer y tener que compartir habitación con ella despertaba el monstruo que tenía entre las piernas. Intento relajarse y aplicar lo que los templarios le habían enseñado para menguar el deseo, no tenía ganas de que su masculinidad diera señales de vida cuando hablara con ella.
-Freyja...yo...no- empezó a tartamudear Alistair.
-Escúpelo ya Alistair, estoy deseosa de sentarme un rato-
-El caso es que todos están compartiendo habitación y...vamos que solo hay una para nosotros dos... ¡pero con camas separadas!-
-Alistair tranquilo no voy a violarte- le dijo guiñándole un ojo, mientras se acercaba a la mesa donde estaba sentada Leiliana.
Alistair se quedó ahí parado unos instantes sin saber cómo tomar sus palabras, pero la visión del atado a una cama desnudo mientras ella lo montaba era de lo más sugerente, entonces se dio media vuelta y se dirigió a la habitación, deshacerse de esos pensamientos subidos de tono sería mucho más difícil de lo que pensaba.
Alistair se quitó la ropa quedando solo en calzones y se lavó, necesitaba descansar habían pasado casi cinco semanas des de Ostagar y casi no había podido conciliar el sueño.
Cuando se levantó vio a Freyja dormir en la cama de al lado, estaba muy hermosa durmiendo plácidamente con los labios sonrojados un poco entre abiertos, Alistair pensaba que sería feliz viendo a alguien como ella cada mañana al despertarse. Él no se había portado muy bien con ella ni tan solo había preguntado cómo se encontraba, ella había perdido mucho también y aun así tiraba del carro de todos.
Entonces ella repetido su nombre varias veces en sueños y Alistair se llenó de orgullo, ¿sería posible que el llenara sus sueños como ella llenaba los del?
-Freyja levanta-
Entonces abrió los ojos y Alistair se estaba poniendo los pantalones y todavía tenía el torso totalmente descubierto, Hacedor que torso que tenía bien formado y musculado. Alistair se sonrojo al ver que ella empezaba a incorporarse mordiéndose el labio inferior mientras no dejaba de mirarle.
-Freyja... ¿ocurre algo? has repetido mi nombre varias veces mientras dormías-
-Solo tenía un sueño muy raro- le dijo haciéndose un ovillo con las mantas.
-Si quieres puedes contármelo, todavía faltan un par de horas para que anochezca.
-La verdad es que me da vergüenza-
-¿Vergüenza tú? si eres doña confianza -
-Tengo confianza en mí misma en muchas cosas...en otras estoy totalmente perdida-
-Venga habla seguro que te sentirás mejor, no soy bueno dando consejos ni hablando pero se escuchar-
-Estaba en Pináculo y toda mi familia estaba viva...-
-Ya veo, a veces me olvido que hace poco que los perdiste –
-Eso no es lo raro, lo raro es que era la fiesta del solsticio y Cailan, Duncan y tú estabais ahí...-
-¿Qué se supone que hacíamos ahí? Duncan había nacido en Pináculo, pero creo que el Rey nunca estuvo ahí, yo te aseguro que tampoco-
-Ya me lo imagino, no sé qué hacíais ahí pero sé que estabais y Cailan me hizo poner nerviosa y quería salir pitando de ese baile, cuando Cailan te pidió que me acompañaras a dar un paseo y notaba como se me faltara el aire y el corazón me rebotaba en los oídos no sé porque ni que significa o si tiene algún significado pero ahí es donde me he despertado.
-Realmente es extraño Cailan no me hubiera pedido a mi algo parecido seguramente te hubiera sacado el, era todo un Don Juan o al menos eso se rumorea en Denerim, se dice que tenía más de una amante-
-¿Y la Reina?-
Alistair solo levanto los hombros como diciendo que no tenía ni idea. Luego se levantó y empezó a colocarse su armadura.
-Ven déjame que te ayude – le dijo mientras se levantaba de la cama.
Le ayudo a colocarse la armadura de escamas ahí pudo realmente apreciar lo apuesto que era Alistair, tenía la sensación que lo había visto anteriormente pero Freyja no podía ubicar donde
-Esta armadura está hecha añicos –
-La tuya tampoco está mucho mejor-
La verdad es que ambas armaduras habían pasado por muchas cosas des de que se habían aventurado por primera vez a la espesura de Korcari.
-Tendremos que remediarlo-
Freyja sentía cómoda con él, con él podía ser ella misma sin tener que aparentar nada.
Cogí la bolsa del dinero y empezó a contar las monedas.
-¿Crees que tendremos para todos?-
-Hay 30 soberanos algo podremos hacer para equiparnos mejor-
-¿Freyja y esa espada de ahí? –
-Ah me la ha dejado un muchachito del pueblo, quiere que la usemos en su nombre para proteger a su hermana de los monstruos, se ve que su abuelo fue un cazador de dragones se llama la hoja verde, cogerla tu, tu espada no está en muy buenas condiciones-
-¿Y tú? –
-Yo tengo la espada de mi familia la tenemos des de tiempos de la primera Ruina y con ella pienso cortarle la cabeza a Howe- le dijo cogiendo la empuñadura con fuerza, tanto que empezó a sangrarle la mano.
Alistair me cogió la espada de la mano y la examino.
-Yo te ayudare en eso – le dijo mientras le vendaba la herida que se había hecho.
-No tienes por qué hacerlo, esa no es tu lucha-
-Eres mi amiga, la única que he tenido si es importante para ti entonces también lo es para mí, si fuera al revés tú también me ayudarías-
Alistair cada día le sorprendía más, bajo esa fachada de bufón había un hombre cariñoso y noble.
-Alistair...- le dijo.
-¿Qué? –
-Ya puedes soltarme la mano, ya está vendada –
-Eh...ha si claro, perdona ven que te ayudare a ponerte la armadura-
-Primero tendría que vestirme ¿no crees? a no ser que no quieras que lo haga.
-¡Freyja!- grito – Hacedor siempre sabes sacarme los colores.
-¡Es broma hombre! –
Alistair pensaba que esa mujer seria su perdición poco a poco lo iba embrujando, el contacto de su mano con la suya fue electrizante esperaba que con el tiempo la pudiera hacer sonreír de verdad.
