Syaoran Li/Saga Darklight
Kaleido Star
El vuelo de dos ángeles
Nota el autor: Hola de nuevo. Creyeron que los iba a dejar con la duda, pues no, como ven estoy de regreso para continuar con lo dejado pendiente en "El protector de mis sueños". Por si alguno de ustedes no lo ha leído, les recomiendo que lo hagan, para que disfruten de la historia. No duden en escribir a mi correo ó bien a sagadarklightyahoo.es por cualquier duda, comentario, reclamación o sugerencia, les aseguro que todas son bien recibidas. Basta de hacerles esperar, vamos a la historia.
Retomamos el último punto en la historia anterior "El protector de mis sueños" donde Sora cuida de Ken para que este se recupere por completo de la caía sufrida al salvarle la vida. .
La doceava campanada determinaba que la media noche por fin había llegado. El movimiento dentro del hospital era casi nulo, solamente el médico de turno (el Dr. Smith), algunas enfermeras, Leon y Sora eran los únicos que hacían compañía a quienes se recuperaban ahí; entre ellos Ken. Sus signos vitales se tornaron estables el día anterior, por lo que era muy probable que de un momento a otro despertara de su largo sueño. El joven Leon se encontraba sentado en una butaca fuera de la habitación, atento a cualquier petición de Sora, quien procuraba molestar en lo más mínimo. Ella permanecía junto a Ken sentada en un cómodo sofá, el cual le permitía estar despierta, además de que llevaba un vendaje en su pierna derecha, esto con el objetivo de que su tobillo sanara correctamente. Cada vez que bajaba la mirada y posaba su vista en el vendaje, recordaba que fue por eso que toda esa situación estaba sucediendo. De haberle dicho a los demás de su lesión, se hubiese sentido menos culpable y tal vez, sólo tal vez, nada de eso hubiese pasado. Rara vez cabeceaba ante el cansancio, pues quería estar despierta cuando Ken abriera sus ojos, quería que sus miradas se cruzaran de inmediato, quizás de esa forma tendría menos vergüenza de hablarle sobre sus sentimientos. Ahora que estaba conciente de ellos, no podía ocultar su felicidad al saber que la vida le dio una segunda oportunidad, algo que muy pocas veces sucede. La realidad era esta; por nada del mundo iba a permitir que esa felicidad se le escapara de las manos; había conquistado el sueño de ser la verdadera estrella del escenario Kaleido, ahora era tiempo de permitirle a su corazón el conquistar el suyo propio.
-"No imagino la expresión que pondré cuando le confiese mis sentimientos, después de todo, siempre era él quien trataba de hacerme saber los suyos sin que alguna vez me diera cuenta siquiera" – pensaba Sora, evitando que Morfeo le ganara la partida que había estado jugando con él durante los últimos dos días.
-Disculpa Sora – el joven Leon había entrado en la habitación –. No crees necesario tomar una siesta, has pasado despierta los últimos dos días, recuerda que tú también deberías estar descansando como lo dijo el doctor.
-Agradezco que esté preocupado por mi joven Leon – contestó Sora con una voz muy callada – En verdad no me siento cansada, además quiero estar despierta cuando Ken abra los ojos, y no quiero perderme ese momento por un capricho como lo es tomarme una siesta.
-De acuerda, que sea como tú digas – respondió Leon viendo lo decidida que estaba su compañera -. Veo que no hay forma de que pueda convencerte, así que también me quedaré despierto por si necesitas algo – Leon le hizo una negativa con su dedo cuando Sora se apresuraba a contestarle -. Y no quiero que me des más excusas, estaré afuera si me necesitas.
-"Me alegra saber que cuento con el apoyo del joven Leon, imagino que ha dejado atrás el dolor que le causaba estar en un sitio como este, después de todo, Sophie…"- antes de que Sora recordara la tragedia ocurrida a la hermana de Leon, un pequeño y casi inaudible sonido llamó su atención. Cuando se dio la vuelta para comprobar que era aquello, su corazón se aceleró; eran Ken quien movía la cabeza lentamente de izquierda a derecha, aún aturdido por los sedantes administrados. Con el corazón en la mano, Sora se acercó lentamente, teniendo cuidado de no lastimarlo. De nuevo un suave gemido y esta vez fueron las manos del muchacho las que dieron señales de movimiento, en efecto, Ken estaba despertando…
-Abre los ojos Ken… – decía una dulce voz que se escuchaba muy cerca de él -. No sabes cuanto tiempo he esperado a tu lado para verte despertar… - una mano cálida se posaba sobre su frente, luego un par de suaves caricias sobre el contorno de su rostro le hicieron sentir muy bien, era parecido a la suavidad de la seda más fina, de la misma que utilizaban para hacer las alas para el atuendo de Sora -. Sora…
-Aquí estoy a tu lado, y jamás en la vida volveré a estar lejos de ti – esta vez la dulce voz se escuchó con mayor firmeza y proximidad; al igual que las caricias sobre el contorno de su rostro se hacían sentir más, sintiendo un sentimiento de gozo en su corazón, el muchacho se atrevió a abrir los ojos para ver quien era la persona que seguramente estaba a su lado.
-Buenas noches, has dormido demasiado en los últimos días – dijo una silueta que de a poco se tornaba más y más clara -. Por supuesto que nadie te reprochará eso, en especial después de lo que has hecho por mí – Ken tardó un par de segundos en entender el significado de esas palabras, hasta que por fin la silueta si hizo clara -. Gracias por haberme salvado la vida…
Ken no pudo hacer más que seguir los impulsos de su corazón; Sora había sellado sus labios con los de ella, tan suaves y dulces como los había imaginado. Ninguno dijo nada, simplemente dejaron que el momento tomara las riendas del amor, que por fin había encontrado un camino puro para expresarse. El beso fue acompañado por suaves caricias que recorrían el cuerpo de Sora, quien suspiraba cada vez que un pequeño cosquilleo la hacía temblar. No había dolor, no había malos recuerdos, sólo eran ellos dos, profesando su amor de una forma sencilla, tierna, con sentimientos de alegría, nostalgia, alivio, la última barrera que los separaba por fin estaba destruida. Recuperando el aliento, ambos abandonaron ese placer que les producía aquel beso, reemplazándolo por un abrazo que hizo sentir a Ken vivo nuevamente.
-Pensé que te perdería – comenzaba a decir Sora entre lágrimas silenciosas y súbitos suspiros -. Sabías el riesgo que corres debido a tu enfermedad y aún así saltaste para evitar mi caída, tonto, tonto, tonto, tonto, tonto… - pequeños golpecitos acompañaban cada palabra, cada lágrima, cada pensamiento -. Y aún así, a pesar de todo, me siento muy feliz porque me has hecho ver lo que por mucho tiempo no pude… perdona que no me diera cuenta antes, perdóname por no percatarme que tu corazón anhelaba decirme el afecto que guardabas para mí¿puedes perdonarme?
¿Perdonarte? – le murmuró al oído -. No sería capaz siquiera de sentir alguna clase de rencor hacía ti, y preferiría morir a saber que mi corazón ha negado este sentimiento – la calidez de sus palabras llenaron por completo el corazón de Sora, dejándose atrapar por ese encanto que había en él -. Me enamoré de ti desde que llegaste al escenario Kaleido; no sólo tu belleza, sino también tu alegría, tu determinación, esa vitalidad y entusiasmo que muy pocas personas demuestran en los momentos más difíciles; tú nunca titubeaste, no aceptaste un no como respuesta; peleaste hasta el final por conseguir cada sueño, conquistar cada meta entregándolo todo. Cuando me di cuenta estaba perdidamente enamorado, sin embargo, tú no parecías notarlo, así que decidí seguir a tu lado, estar presente para ayudarte en cualquier dificultad, darte la mano cuando tropezaras para levantarte e intentarlo de nuevo. Mientras tú fueras feliz, mi corazón era capaz de soportar el dolor de no tenerte a mi lado… quiero que me dejes cambiar esos recuerdos tristes, quiero que me ayudes a construir nuevos recuerdos, en donde ambos brillemos con la misma luz.
-Sólo si prometes seguir siendo mi ángel guardín – respondió Sora a punto de empezar a llorar.
-Ahora y siempre lo seré – las voces se acallaron, dando paso a la al dulce sabor de un beso. Sobraban los argumentos, quedaban despejadas las dudas del corazón. El pequeño Fool apareció en la puerta de la habitación con su esfera de cristal, en la cual todo era claro: "ellos dos estaban destinados el uno para el otro, y fue el mismo destino quien se encargó de mostrarles el camino para que descubrieran la verdad. La vida sólo te muestra la puerta, tú debes ser quien decida si cruzarla o no".
Después de estar cinco días en el hospital, a Ken le fue otorgada la alta médica, por lo que él y Sora podían regresar juntos al escenario Kaleido, en donde los esperaban sus amigos sin saber que un asunto del corazón había sido resuelto ya. Leon se encargó de los trámites correspondientes con el hospital (ese era el trabajo de Ken); inusualmente agradecido con los médicos por el trato que Sora y Ken recibieron; el joven Leon dejó de sentir aquella incomodidad que le causaba estar en un hospital, quizás el recuerdo de Sophie era su fuerza, o talvez el saber que su compañera encontró la felicidad; ni el mismo lo sabía.
Los medios de comunicación fueron muy respetuosos a la petición de Sora, por lo que no se hicieron presentes al momento que salieron del hospital, donde un taxi los esperaba para llevarlos de regreso a los dormitorios de los acróbatas, donde Mya y los demás les esperaban con una gran fiesta de bienvenida. El camino de regreso parecía ser tan largo, más Ken y Sora deseaban que fuera así. Al llegar, Leon le dio las gracias al taxista, bajó las maletas del portaequipajes y enfiló rumbo al dormitorio de Sora sin ser visto, dejó las cosas frente a su puerta y regresó a toda prisa con la pareja. Presintiendo que sus amigos saldrían en cualquier momento para recibirles, prefirieron esperar afuera.
-Que extraño – dijo Sora –. Les dije que vendríamos pronto, no creo que el taxi se haya demorado tanto.
-Lo más seguro es que se encuentren en el escenario Kaleido – mencionó Leon con indiferencia – quizás se les olvidó el mensaje de Sora…
¡¡¡Sorpresa!
Escondidos tras unos arbustos y palmeras, Rosetta, May, Mya, Anna, Sarah, Marion y Jonathan salieron para darles un buen susto; en especial a Ken, quien no pudo evitar balancearse para atrás y caer de bruces contra el suelo. Sora no tardo ni un segundo en ayudarle a incorporarse extendiéndole la mano, a lo cual Ken sonrió y se levantó de un solo.
-No te paso nada – preguntó Anna mirando la escena -. ¡Te lo dije Anna! No es gracioso asustar a alguien de esta forma, y mucho menos si ha salido de una situación tan complicada.
-Lo lamento mucho – se disculpó Anna – estaba segura que no sería para tanto.
-Descuiden chicas – respondió Ken con una risa forzada -. Ya estoy acostumbrado a las bromas de Anna.
-Y también veo que te has acostumbrado a otras cosas – interrumpió May señalando a ambos chicos que, sin darse cuenta, estaban tomados de la mano -. Veo que Sora no es tan torpe como imaginaba.
¡¿Qué! – exclamaron todos cuando vieron a lo que May hacía referencia; en efecto, estaban tomados de la mano, y ni siquiera el comentario de May hizo que se soltaran.
¡Vaya! Al parecer este tiempo en el hospital dio sus frutos – exclamó Mya con picardía, mientras que Marion y Rosetta tenían los ojos llorosos -. ¡¡Sora, muchas felicidades! – hasta Jonathan, a su modo, les hizo entender que también le daba gusto verles juntos.
-Entonces la fiesta tendrá que ser más grande – dijo Sarah, quien iba con su tradicional atuendo karateca -. ¿Qué estamos esperando¡Que comienza la diversión!
Sin tiempo para pronunciar algo más, Ken y Sora fueron llevados a rastras al interior de los dormitorios, en donde les aguardaba un banquete que jamás hubiesen imaginado. Entre May y Rosetta se encargaron de cocinar los platillos, que iban desde la comida china, pasando por la japonesa, hasta comida francesa. Ese sentimiento que flotaba en el aire era agradable, porque esa alegría que siempre transmitía Sora había contagiado a sus amigas. Leon observaba todo desde un rincón, aunque era cierto que su actitud era otra, algunas costumbres no podían modificarse fácilmente, y el ser sociable era una de ellas.
-Disfruta de estos momentos Sora, porque el trabajo nos espera – viendo que era inútil permanecer en esa atmósfera festiva, Leon buscó la salida para regresar al escenario Kaleido, estaba seguro que algo estaba a punto de suceder.
-Sora es una jovencita muy fuerte, logró recuperase rápidamente de la lesión sufrida a penas hace cinco días – exclamó un señor de avanzada edad ante los presentes.
-Así es Sr. Kennet, Sora siempre ha demostrado tener lo necesario para superar cualquier dificultad, y no importa que tan grande sea esta, ella sabrá como salir adelante – respondió una segunda persona, sentada tras un escritorio – Estoy seguro que ella podrá interpretar el papel en la siguiente obra.
-Te dejo a cargo del proyecto Kalos – el Sr. Kennet tomó su bastón y se incorporó del sofá -. También no me olvido de ti joven Yuri, cuento con ustedes.
-No lo decepcionaremos – respondía el tercer individuo presente en la habitación -. Layla está lista.
-En cuanto al otro asunto que platicamos…
-Eso ya está arreglado, los resultados pronto podrán ser vistos – respondió Kalos sabiendo a qué se refería el Sr. Kennet.
¡Excelente! Después de tanto tiempo… aquel sueño se hará realidad.
-Si señor… Yuri, por favor acompaña al Sr. Kennet hasta su limosina, tengo un asunto muy importante que tratar con Leon Oswald – exclamó Kalos mientras veía por su ventana como el joven Leon caminaba decidido hacía su oficina -. Creo que podremos contar con él también…
La fiesta en el comedor se extendió hasta entrada la tarde, todos estaban a gusto con la charla, las risas, un par de bromas echas por Anna, todo con la intención de hacer sentir cómodos a Sora y Ken, ellos que habían intentado mil y una formas para verles como pareja, les costaba asimilar que ese par de chicos lo consiguieran por si mismos. Sintiendo que era justo dejarles un momento de privacidad, de a poco, todos e fueron retirando a sus distintas actividades y habitaciones; Sarah debía seguir con su ronda por si algo estaba averiado. Marion fue al estanque para dejar a Jonathan y de paso darle algo de comer, Mya parecía ansiosa de regresar a su habitación para continuar con el libreto de la siguiente obra (no es la que Kalos y el Sr. Kennet tienen en mente), mientras que Anna le insistió a May para que fuera su audiencia en la que ella llamaba "etapa de prueba" de las nuevas bromas y chistes que tenía en su repertorio. Sabiendo cuales eran las intenciones de sus amigos; Sora condujo a Ken hasta su habitación para que éste descansara un poco más, pues a su parecer, Ken necesitaba recuperar más energías. Sin embargo, antes de subir las escaleras, Ken siguió caminando recto en dirección del mirador que estaba al otro lado de los dormitorios, conciente de que no podría hacerle desistir, Sora le siguió tomándolo del brazo. Al llegar tomaron asiento en una banca colocada frente al barandal. El sol se estaba a punto de ocultarse por el horizonte, escena que hizo recordarles aquel día…
-Fue tan rápido – comenzó a decir Ken mientras observaba el sol descender lentamente -. Cuando fallaste tu intento de alcanzar el trapecio sentí que perdería… muchas imágenes pasaron frente a mis ojos, tú eras la protagonista en todas ellas. Por un momento me olvidé de mí, tú eras mi única razón en ese momento, y sin ti, ya nada hubiese tenido sentido. Y entonces, por un momento sentí algo muy cálido en mi interior al colocar mis manos en el trapecio, aquel deseo que me trajo hasta Kaleido estaba rebosante de alegría, olvidando que me era imposible disfruté de esa sensación, esa emoción que tú seguramente sientes sobre el trapecio… recordar mi sueño me dio el valor necesario para alcanzarte sin importar las consecuencias de mi acción. Tenerte a mi lado el día de hoy es prueba fehaciente de que en esta vida nada es imposible. – Ken acariciaba con ternura el cabello de Sora, quien se había recostado en su regazo mientras dejaba que aquel atardecer le diera más motivos para fortalecer el amor por él.
-Nada más me gustaría que el compartir escenario contigo Ken… – exclamó Sora casi dormida debido a lo acogedor y cálido que resultaba el regazo del muchacho -. Daría lo que fuera por ver ese escenario… sería más feliz, más que un escenario en el que las rivalidades no existan…
¿Acaso no lo sabes? El mundo entero es nuestro escenario, es ahí donde interpretaremos nuestras obras, donde tú y yo crearemos grandes recuerdos al lado de nuestros amigos, también es un escenario donde no existen las rivalidades y las sonrisas son lo más importante. Quizás, algún día, pueda subir al escenario que tú has creado.
-Si ese día llegara, sería el días más feliz de mi vida – respondió Sora al tiempo que besaba a Ken en la mejilla, haciendo que este sintiera el toque de un ángel, un ángel lleno de sentimientos hacía él -. A partir de ahora tú serás mi sueño Ken, porque gracias a ti soy feliz – ninguno podía ocultar sus emociones, amaban de igual forma al escenario, sin importar que uno de ellos lo viera desde la distancia, mientras sus corazones sean uno solo, podrán sentir el cariño del público y recibir la mejor de las ovaciones.
El último destello solar se ocultaba tras el horizonte, tornando el cielo de un precioso rojo carmesí a violeta profundo, acompañado por las estrellas que dibujaban sobre el firmamento hermosas imágenes, las que emulaban varias figuras; sin mencionar las constelaciones del zodiaco que brillaban con su propia luz. Virgo y Sagitario parecían tener un mayor brillo aquella noche, quizás inspirados en la linda pareja que desde la Tierra las observaban con admiración. La noche era joven y el tiempo eterno para quienes apenas daban sus primeros pasos por la vida de la mano.
-Está haciendo un poco de frío, será mejor que entremos – dijo Ken cubriendo a Sora con su chaqueta -. Recién te recuperas de una lesión y no quiero que atrapes un resfriado.
-No me pasará nada, no te preocupes, solo déjame disfrutar un poco más… por favor – le era imposible darle una negativa ante aquel rostro angelical.
-Como tú digas – el frío de la noche parecía apagarse mientras estuviesen juntos; Sora recostaba en el regazo de Ken, quien jugueteando con los cabellos de Sora, hasta que ella lentamente fue cerrando los ojos, perdiendo esa batalla que durante varios días libró contra Morfeo.
-"Que linda te vez cuando duermes" – pensaba Ken contemplando a Sora, delineando el contorno de su rostro con la punta de sus dedos. No importaría cuanto tiempo transcurriera, la protegería a toda costa, no permitiría que nadie lastimara su corazón; que hiriera sus sentimientos, que se burlara de sus ideales, sería capaz de hacer lo imposible para que Sora siguiera siendo la chica alegre e incansable que era. Conciente de que ya estaba haciendo mucho frío, la tomó entre sus bazos para llevarla hasta su habitación. Abrió la puerta con cuidado, caminó a oscuras el tramo entre el recibidor, la cocina y la puerta de su dormitorio sin hacer ruido para no despertarla, colocó a Sora sobre la cama y le cubrió con unas frazadas que estaban en el armario. Dándole un tierno beso en los labios, Ken se reincorporó para abandonar la habitación, pero antes de que lo hiciera, una mano le detuvo súbitamente. Sora acababa de abrir los ojos, le sonreía con tal ternura que no le fue posible resistirlo, y sin tiempo para reaccionar ella dijo: "quédate conmigo". No fue necesaria decir más, bastó con esa simple mirada para convencer al chico que eso era lo correcto, hizo a un lado la frazada que recién había colocado sobre Sora, se recostó a su par y la abrazó. Ella respondió al abrazo, colocando los brazos alrededor de su cuello, recostando su cabeza junto al pecho de Ken.
-"Quiero escuchar los latidos de tu corazón, quiero saber como laten por mí" – fue lo único que pudo decir Sora antes de caer rendida entre el cándido abrazo de Ken.
-Que descanses – fueron las últimas palabras que pronunció Ken antes de acompañarla al mundo de los sueños de la imaginación; un mundo que ya no era tan ajeno a ellos. Mientras tanto, Fool observaba a la pareja desde fuera del balcón, en su semblante no había la menor duda.
-El destino les tiene preparado un futuro que deberán afrontar juntos, sin temor, dispuestos a entregar la mejor de sus interpretaciones – dicho esto, el espíritu del escenario desapareció tras una estela luminosa A lo lejos, las luces del escenario Kaleido eran apagadas en la espera de un nuevo día, un nuevo amanecer lleno de expectativas… Kaleido estaba preparado para ser testigo de algo maravilloso.
Un precioso día comenzaba a nacer entre las aguas del basto océano, que traía consigo un majestuoso y radiante Sol dispuesto a cubrirlo todo con su esplendor. Las aguas que rodeaban al escenario Kaleido se mantenían en calma, las puertas permanecían cerradas en espera de su próximo espectáculo, del cual sólo unos pocos estaban enterados. Por supuesto no incluía a Mya, quien se había quedado dormida sobre el teclado de la computadora en un intento por terminar el guión de la obra que Kalos le había entregado dos semanas atrás. "La bella durmiente" se alcanzaba a leer en el monitor de la computadora, algunos dibujos relacionados con este cuento y demás se encontraban sobre su escritorio. La joven escritora no sabía que todo ese esfuerzo sería en vano, ya que los planes de Kalos eran otros…
-Leon interpretará el papel del príncipe… Anna, Rosetta y yo seremos las tres hadas madrinas, mientras que May será la malvada bruja – decía entre sueños Mya, moviendo por reflejo sus manos sobre el teclado, dando como resultado un montón de garabatos en su computador.
¡Noc¡Noc!
-… el rey y la reina serán…
¡Noc¡Noc!
-… Sarah puede hacer su aparición justo cuando…
¡Mya despierta!
-Ahh... ¿quién está haciendo ese ruido? – se decía Mya aún dormida ignorando por completo que alguien estaba llamando a su puerta.
¡Mya! Abre ya esa puerta.
-Cinco minutos más… por favor - de pronto, como si un balde de agua fría cayera sobre su cabeza, Mya despertó dando un sobresalto al escuchar los insistentes gritos que provenían del exterior. A paso lento se dirigió a la puerta para atender a quien hacía todo ese escándalo. Al abrir la puerta se encuentra con May, quien tenía cara de pocos amigos.
-Ya era hora – masculló May aún con la voz irritada – tengo cinco minutos de estar llamando a tu puerta sin recibir respuesta.
-Lo siento mucho May – se disculpó Mya frotándose los ojos -. No tuve una buena noche, hago lo posible por tener listo el guión para nuestra siguiente obra.
-No me digas eso, igual no será conmigo con quien tengas problemas – respondió en un tono más amable -. Kalos ha venido para charlar contigo con relación al siguiente espectáculo.
¡Oh no! Seguramente viene a ver el progreso que llevo – se apresuró a decir -. Me faltan varios detalles por definir¿qué haré?
-Deja eso por un momento quieres – le reclamó May -. Él no viene a conversar sobre el guión de esa obra.
-Ah no… ¿entonces? – se preguntaba intentando analizar la situación.
-Te han estado esperando por más de diez minutos en el comedor, por lo que es mejor que te des prisa.
-Espere, pensé que sólo el jefe estaba aquí – inquirió Mya, no imaginaba quien más tenía relación con las decisiones del escenario Kaleido.
-Parece que el Sr. Kennet y el joven yuri lo acompañan, así que mejor deja de hacer más preguntas y ve a poner una mejor cara, porque con la que tienes ahora – exclamó May en forma de reproche.
-bajaré en un segundo, gracias por avisarme – Mya cierra la puerta.
¡Oye! Acaso crees que soy tu mensajera o que – refunfuño May al ver la actitud de Mya -. Por esta vez lo haré, pero que sea la última - y enfadado como sólo ella puede se marchó.
Cuando bajaba los escalones, May recordó las palabras de Sora cuando brindaron en el balcón de su habitación... "May, por qué no intentas llevarte mejor con los chicos del elenco".
-Esa Sora, como espera que pueda llevarme bien con ellos si no son más que una partida de aburridos, insensatos e inmaduros que no tienen noción de lo que es estar en un escenario. Además¿quién dijo que debamos ser amigos? Tengo pendiente mi desafío con Sora… - May iba tan furiosa que olvidó que bajaba las escaleras, tropezando en el penúltimo escalón y cayendo sentada en el suelo. El golpe le dolió mucho, pero lo que más le dolía era el orgullo, pues su caída fue presenciada por Leon.
¿Te encuentras bien? – le preguntó Leon a la vez que extendía su mano par ayudarle a levantarse.
-Si, estoy bien – respondió de manera cortante aceptando la ayuda de Leon.
-Ten más cuidado para la próxima vez, por más habilidades que poseas, un accidente como este puede causarte más de un problema – era difícil admitirlo, la actitud de Leon era distinta comparada a la que era cuando llegó a Kaleido – "Habrá sido por Sora" – se preguntaba May viendo directamente a los ojos de Leon -. "Su corazón angelical fue capaz de convertir a un demonio en ángel".
¿Te sucede algo? – le interrumpió Leon -. Parece que algo te preocupa.
-No, no es nada en verdad jajaja – esa risa falsa no hubiese engañado a nadie, pero comprendiendo como era May, Leon dejó de insistir, se despidió de ella y desapareció tras doblar por una esquina.
¿Por qué¿Qué es este sentimiento? Acaso esto es…
Los rayos del sol se colaban entre las cortinas de la última habitación del tercer nivel más próxima al mar; donde el silencio reinaba apaciblemente, dejando descansar plácidamente a Sora, acurrucada al rincón de cama, abrazada a la almohada de plumas que Rosetta le dio en su cumpleaños. Intentando permanecer en ese estado, entreabrió los ojos para ver si Ken estaba despierto, cual fue su sorpresa al ver que no estaba a su lado. Un poco acelerada, se levantó de la cama pensando si aquello había sido sólo un sueño. Recorrió el dormitorio con la vista sin tener éxito, ni siquiera Fool daba señales de vida (para suerte suya) por lo que pensó que había sido sólo un sueño. De pronto un agradable olor llegó hasta ella proveniente de la pequeña cocina que había en el dormitorio. Al llegar ahí encontró a Ken preparando unos tostadas a la francesa, a la vez que una tetera hervía agua para el té; la mesa estaba preparada para dos personas, con un florero en el medio. Sora notó que Fool estaba tras el florero, hizo una reverencia ante ella luego irse volando fuera de la cocina. Si no fuera por estar medio dormida, Sora hubiese creído que Fool los estaba dejando a solas. Prestándole poca importancia a ese detalle, Sora se acercó lo suficiente para abrazar a Ken por la espalda, haciendo que volteara para verla.
-Buenos días Ken – dijo Sora besando al chico en los labios.
-Sora… buenos días – respondió Ken tras terminado el beso -. ¿Dormiste bien?
-Claro que sí – respondió con efusividad -. Teniéndote a mi lado era difícil pasar una mala noche.
El rostro de Ken se tornó un poco colorado; le costaba un poco acostumbrarse al hecho de que él y Sora eran pareja. Estaban comenzando, era obvio sentirse de esa forma.
-Disculpa que no te haya despertado – se apresuró a decir para evitar que Sora notara aquello -. Dormías de una forma tan apacible que no me atreví a despertarte.
-Que dulces eres – de nuevo esa sonrisa que hace olvidar cualquier problema -. Huele delicioso.
-Imaginé que no has comido nada mejor que lo servido en el hospital durante estos días, por lo que decidí prepararte un desayuno diferente – respondió Ken viendo como Sora apagaba el fuego a la tetera.
-Déjame ayudarte, no es justo que tú prepares el desayuno.
-Es que yo… - Ken era muy débil ante las peticiones de Sora -. Está bien, creo que tú preparas mejor el té que yo.
-Verás que será el té más exquisito que hayas probado en tu vida –
Sora jamás había estado en una situación parecida, por lo que ella también estaba un poco nerviosa. ¿Eso era el amor? Por más que intentaba descifrarlo, estar cerca de Ken representaba un sentimiento maravilloso que nada más lo podía remplazar, ni siquiera la hermosa técnica angelical o la técnica fantástica. Ciertamente eran parte de sus recuerdos más preciados, pero pasaron a un segundo plano comparados con la felicidad que siente por haber descubierto sus sentimientos por Ken. Quería hacer lo que fuese por compensar todo lo que él hizo para ayudarla desde su arribo a Kaleido, ya que sin él, de alguna forma jamás habría conseguido todo por lo que luchó.
Juntos prepararon el desayuno, deseosos de poder congelar esa escena para siempre, su espíritu no podía estar mejor; Sora entendió que aquel sentimiento de felicidad que sentía por el escenario fue creciendo gracias a que en ningún momento estuvo sola, ya fuese Ken, la señorita Layla, Anna, Mya, Rosetta, incluso May. Con Ken y sus amigas a su lado, estaba llena de esperanzas por el futuro que les aguardaba sin saber que este ya tenía algo listo en sus designaos para ambos. Antes de que terminaran de comer, la joven encontró el valor para decir.
-Oye Ken, no crees que debemos ir a la casa de tus padres – esto último lo dijo con una voz temblorosa -. Bueno, ya sabes, ahora que tu y yo… además, imagino que estarán preocupados por ti; llevas un día fuera del hospital y no te has comunicado con ellos.
-Estaba pensando en lo mismo – respondió Ken sin apartar su mirada de Sora -. Mis padres siempre han tenido un cariño hacía ti, por no mencionar que la relación entre nuestros padres es maravillosa, imagino que estarán esperando nuestra visita.
-Si verdad – lo mejor que pudo hacer Sora fue reír ante semejante comentario; era cierto, todos menos ella sabían de los sentimientos de Ken por ella desde hacía tiempo, no era de extrañare que sus padres también lo supieran.
-Porque no te preparas en lo que yo m encargo de limpiar esto.
-Está bien.
-Y Sora…
-Si, dime – preguntó Sora.
-Te prometo que cumpliré mi promesa de compartir el escenario contigo, no me importará si sea solo por unos minutos, quiero experimentar y sentir el escenario que tu técnica angelical cultiva en los corazones del elenco y los espectadores.
-Ken… cuando esa oportunidad llegue, prometo dar la mejor de mis interpretaciones a tu lado, esperaré el tiempo que sea necesario, procuraré cuidar del escenario para que te reciba con los brazos abiertos.
¿Estaba soñando de nuevo? Ahí estaban, conversando sobre lo extraordinario que sería poder subir al escenario, a sabiendas de la enfermedad del corazón que ha impedido a Ken cumplir con su anhelo, pareciera que al estar ellos juntos, sus corazones sienten que no hay nada imposible de realizar. Pensando en ello, Sora fue a tomar una buena ducha, dejando a Ken encargado de recoger la mesa. El agua caliente ayudó a relajar los músculos de Sora, quien trataba de imaginarse realizando alguna técnica, la que fuese, en compañía de Ken. "Conoce muy bien los entrenamientos básicos, las técnicas, los movimientos, si tan sólo su corazón no fuera tan débil…" – muchas ideas se atropellaban en su cabeza, su corazón palpitaba a mil por hora, era un deseo que no podía controlar, quería con todo su alma hacer realidad el sueño de Ken. ¿Era imposible?
-En esta vida no hay imposibles mi pequeña Sora – dijo una voz muy familiar para Sora.
¡¡¡¡Fool! – exclamó enfadada suponiendo que estaría frente a ella, pero se equivocaba, el espíritu del escenario estaba a su espalda, con un pañuelo que le cubría los ojos. Esto sorprendió a Sora, no esperaba semejante actitud de su parte.
¿Qué quieres? – preguntó cerciorándose de que Fool no podía verla.
-Te repito que en esta vida no existen imposibles, eso aplica para el joven Ken Robbins – sentenció Fool.
¿Qué tratas de insinuar?
-Significa que los milagros en la vida no son obra de una fuerza divina o de la casualidad; este jovencito ha luchado y sacrificado por ti para ser tu ángel guardián; por lo tanto, el escenario ha decidido darles a ti y a él la oportunidad de brillar como una sola estrella sobre el escenario.
-Espera Fool – exclamó Sora sorprendida ante semejantes declaraciones – Tienes que estar equivocado, no es posible para Ken, su corazón es muy débil y no resistiría…
¿Sigues sin entenderlo Sora? El escenario elije a quienes poseen la actitud, el coraje y la valentía de llevar a cabo las pruebas más difíciles y así conquistar sueños que para otros parecen inalcanzables – una extraña aura había rodeado por completo a Fool -. La constelación de Virgo fue elegida para formar parte del escenario desde su nacimiento, sin embargo, otros planes se fueron formulando para él con el paso del tiempo. Ahora que Virgo ha recuperado su brillo, tiene la oportunidad de ser bendecido por el escenario, en forma de agradecimiento por no permitir que Aries, Tauro, Leon y Sagitario extinguieran su luz.
-May… señorita Layla… Rosetta…
-El joven Ken Robbins cedió su lugar en innumerables ocasiones para que otros artistas consolidaran y descubrieran su propio camino. Ha llegado la hora de mostrarme ante él y… - Fool detuvo su discurso al sentir que Sora estaba llorando ¿Son esas lágrimas de alegría?
-No podrían… ser por otro motivo… más que ese… Fool – respondió con voz entrecortada – No sabes lo feliz que me has hecho.
-Los elegidos por el escenario siempre mostrarán su lado fuerte ante cualquier situación; ahora es cuando debes demostrar tu fortaleza; tu confianza, esos sentimientos que han sido tu llave del éxito. Mi pequeña Sora, el destino de Virgo está en tus manos, utiliza tu sabiduría para guiarle adecuadamente.
-Lo haré – respondió Sora apartando sus lágrimas con el rose de su brazo.
Fool daba nuevos ánimos a las esperanzas de Sora; quien estaba segura de poder llevar a cabo aquella promesa que ha dejado de serlo, puesto que dentro de poco podrá ser una realidad.
FIN.
Esta historia aún no termina…
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