Los 3 Sellos

Por: Princess Lalaith

Capítulo 4.- Nueva magia.

Era de mañana, y todos se encontraban desayunando. Anaís y Sora fueron las últimas en llegar.

-¿Cómo amanecieron? –preguntó Lucy sonriendo.

-Bien, -dijo Sora.

-Muy bien, -dijo Anaís, vio atentamente a Lucy. –Y te veo más alegre que ayer.¿Pasó algo?

-Si, -dijo Lucy sonriendo, sacó del cuello de la blusa el medallón –Pude sentir a Latis.

-Yo pude hablar con Paris. –dijo Anaís sonriendo ampliamente.

-¡¿En verdad pudiste hablar con el Rey?! –gritó Prisma. -¿No sabes algo de Xiao?

-¿Xiao? –preguntó Marina.

-No nada, -dijo Prisma. -¿Qué decías Anaís?

-Si pude hacerlo, -dijo Anaís, sacó la joya. –Con ésta joya.

-¿Esa no es la joya que Paris te regaló la primera vez que lo vimos? –preguntó Marina.

-Si, -dijo Anaís. –Cuando volvimos la primera vez a Mundo Místico la joya desapareció de mis manos, para volver a él. Y cuando volvimos a Céfiro él me la volvió a dar. Y cuando volvimos a Tokio la busqué y no la tenía, supuse que había vuelto a Paris; Pero ayer cuando llegamos, al ver mis bolsas me di cuenta que la joya había aparecido mágicamente.

-Quizá tu deseo de comunicarte con Paris hizo aparecer la joya. –sugirió Jessenia.

-Si es posible, -dijo Anaís. –Ah, Caldina, me pidieron que te dijera que Ráfaga los extraña, a ti y a Tristán.

A Caldina se le pusieron los ojos llorosos al escuchar eso.

-No te preocupes Caldina. –dijo Lucy poniendo una mano en el hombro de la bailarina. –Te prometo que los rescataremos, a él, a Latis, a Paris, a todos.

-Mami, dijiste que hoy me pondrían a prueba. –dijo Sora.

-Así es. –dijo Guru Cleff.

Minutos más tarde todos estaban afuera de la casa

-¡Poderes mágicos! –exclamó Guru Cleff.

La pequeña Sora se envolvió en líneas de dos colores: blanco y amarillo. Cuando la luz se aclaró Sora quedó vestida con una blusa blanca de manga larga, encima un vestido amarillo de tirantes hasta las rodillas, además de zapatillas blancas de piso con cintas hasta media pierna. Llevaba una armadura parecida a la de las Guerreras Mágicas, pero la joya del guante era amarilla.

-Se parece a la que usamos la primera vez. –dijo Lucy.

-Así es. –dijo Guru Cleff. –Sólo que la armadura de Sora no necesita evolucionar.

-Ahora que les parece si probamos sus habilidades. –sugirió Guru Cleff.

Sora entendió y de inmediato se tensó, como si se pusiera en alerta.

-¿Lista? –preguntó Guru Cleff.

-Si, -dijo Sora.

Guru Cleff alzó su báculo y empezó a lanzar hechizos. Sora empezó a correr y saltar y girar con una agilidad y velocidad sorprendentes. Guru Cleff pareció notar sus habilidades y lanzó un hechizo de cadenas que surgían de la tierra. Sora estuvo saltando muchas veces, y finalmente dio un salto y se subió a un árbol. Guru Cleff lanzó más hechizos, pero no distinguía a Sora.

-Jari, -llamó Jessenia.

-Si mami, -dijo Jari y sacó su abanico, al instante empezó a bailar y el árbol empezó a vibrar.

Se escucharon golpes, al parecer Sora estaba cayendo; pero en el último momento se sujetó de la piernas a una rama, quedando colgada boca abajo con los ojos cerrados.

Jari siguió bailando; pero Sora seguía inmóvil colgando del árbol.

-¿Qué pasa? –preguntó Jessenia. -¿Por qué no funciona?

-Yo lo estoy haciendo como me enseñaron. –dijo Jari. –No sé por qué no le afecta.

-Yo sé que son ilusiones. –dijo Sora abriendo los ojos. –Por eso no me afecta.

-Eres muy ágil, -dijo Tristán.

-Practico gimnasia desde los cuatro años, y de hecho he estado practicando mucho porque tengo una competencia en una semana. –dijo Sora sonriendo mientras bajaba del árbol dando un duro giro.

-¿Gimnasia? –preguntó Caldina.

-Es algo que practicamos en Mundo Místico, -explicó Marina. –Consiste en todos los saltos, giros y movimientos que hizo Sora, y algunos otros.

-Ahora sólo faltan las armas, -dijo Ascot.

-Toma mi mano. –dijo Prisma extendiéndole las manos a Sora.

Sora tomó ambas manos de Prisma y cerró los ojos. Después de unos segundos apareció una luz. Sora soltó a Prisma; Prisma empezó a mover las manos, haciendo que la luz tomara forma, hasta convertirse en un fino arco y un carcaj con flechas de pluma blanca. Sora se colgó el carcaj en la espalda y tomó el arco con ambas manos.

-¿Sabes usar esas armas? –preguntó Prisma.

-Seguro, -dijo Sora.

En ese momento Sora sacó una flecha del carcaj, se volteó hacia un árbol que había a unos diez metros; tensó el arco y apuntó hacia una marca que tenía el árbol, tensó la cuerda, y soltó. La flecha pasó silbando y fue a clavarse justo en la marca.

-Es increíble, -dijo Jessenia.

-Estoy en el Club de Tiro con Arco desde hace un año. –dijo Sora sonriendo.

-Vaya que tu hija resultó ser una caja de sorpresas Anaís. –dijo Caldina.

-Esto resuelve lo de la armadura, las habilidades, las armas, -dijo Guru Cleff. –Respecto a la magia: puedo decirles que la magia de Sora está relacionada con el viento y la luz.

-¿La luz? –preguntó Anaís.

-Si, -dijo Guru Clef. –No sé que clase de hechizos pueda usar con esos poderes, ni de dónde los obtuvo; Respecto a la magia del viento, es probable que uno o dos de sus ataques sean parecidos a los tuyos. Pero eso no lo sabremos hasta que no use su magia. –ve a las Guerreras Mágicas. –Será como ustedes, cuando usaron su magia la primera vez.

-Aunque ella no va a pelear con una vieja bruja como Alanis ¿verdad? –preguntó Marina riendo.

-Esperemos que no. –dijo Lucy también riendo.

Entonces el arco y el carcaj desaparecieron dentro de la joya amarilla del guante de Sora.

-¡Lucy! ¡Lucy! –gritó una chica corriendo hacia ellos.

-¡Hola Lira! –gritó Lucy al verla.

-Hola maestro Guru Cleff, -dijo Lira con una inclinación. –Prisma, Caldina, Tristán. –luego volteó a ver a los demás. –Me temo que no nos conocemos, mi nombre es Lira.

-Yo soy Ascot, soy un hechicero y tengo el poder de convocar monstruos, -dijo él. –Mi esposa es Jessenia, ilusionista y curandera, mi hija Jari tiene las mismas habilidades que mi esposa, y logra hacer algunos hechizos e invocar algunas criaturas.

-Yo soy Marina, Guerrera Mágica del Agua. –dijo ella sonriendo.

-Y yo soy Anaís, Guerrera Mágica del Viento, -dijo la última. –Y mi hija Sora.

-Es linda, -dijo Lira acercándose a Sora –Hola.

-Hola –saludó Sora sonriendo.

-¿Qué poderes manejas tú? –preguntó Lira.

-Como armas manejo el arco y las flechas, -dijo Sora, -Respecto a la magia, nunca la he usado.

-¿Nunca la has usado? –preguntó Lira.

-No, -dijo Sora, -Llegué ayer de Mundo Místico, junto con mi madre, Lucy, y Marina.

-¿Llegaste ayer? –preguntó Lira.

-Si, -dijo Sora. –Yo he vivido toda mi vida en Tokio, en Mundo Místico. Mi armadura, y armas las acabo de recibir. Mi magia se supone que la heredé de mi madre.

-¡Súper! –exclamó Lira. –La única persona que había conocido que fuera de Mundo Místico era Lucy, aunque nunca pude platicar con ella. ¿Qué dices si vienes conmigo? Vamos a pasear por el bosque y mientras tanto conversamos. Claro, eso si tu madre está de acuerdo.

-Seguro, -dijo Anaís. –Pueden ir, pero por favor cuídense.

-Si mamá. –dijo Sora sonriendo.

-Y si hay problemas vuelvan de inmediato. –agregó Lucy.

-Si Lucy, -dijo Lira.

Y con es ambas jóvenes se alejaron caminando.


Mientras las jóvenes se alejaban los demás se separaron. Al cabo de un rato Anaís se sentó un rato en la entrada de la casa; después Marina se sentó a su lado.

-Anaís, -dijo Marina.

-¿Qué pasa? –preguntó Anaís.

-Eso te pregunto yo. –replicó Marina.

-No entiendo. –dijo Anaís confundida.

-Dices que aún amas a Paris ¿no? –preguntó Marina.

-Claro que sí, -dijo Anaís. –Lo amo con todo mi corazón. Siempre lo amaré.

-Y pese a que dices amarlo tienes una hija –dijo Marina. –Tuviste una hija mientras estábamos en Mundo Místico. Creo que por eso te desapareciste por ocho años. El punto es que tienes una hija de seis años, no quieres decirnos quién es el padre.

-Creo que ya habíamos decidido que no volverían a preguntarme eso. –dijo Anaís.

-Si pero, -dijo Marina, -¿No crees que Sora merece saber?

-Ella sabe lo que necesita saber. –dijo Anaís. –Y lo demás lo sabrá cuando llegue el momento.

-¿Y cuándo le dirás a Paris que tienes una hija de Mundo Místico? –preguntó Marina.

-Yo...no lo sé –dijo Anaís. –Por ahora sólo me preocupa salvar a Paris, y a los demás.

Marina parecía estar a punto de decir algo más cuando Lucy se acercó, apoyándose en un árbol.

-Marina, Anaís, -dijo Lucy con seriedad. –Hay problemas.

-Problemas, -dijo Marina. –Entonces es hora de pelear.

-Esperen, -dijo Anaís, -¡Sora!

-Ella estará bien, -dijo Lucy. –Está con Lira, y además ya viste que es muy ágil.

-Si, -aceptó Anaís.

Con eso las tres sacaron sus espadas y se dirigieron a los límites del Bosque de los Espíritus, listas para luchar.


Mientras tanto, del otro lado del Bosque ya habían llegado los monstruos.

-Son como los de mi sueño, -murmuró Sora

-¿Qué dices? –preguntó Lira.

-Nada importante, -dijo Sora.

-Debemos ayudar a éstas personas. –dijo Lira, tomó el arco que tenía en la espalda.

-Si, -dijo Sora con un movimiento el carcaj apareció en su espalda y el arco en su mano.

Lira volteó a su alrededor, buscando un blanco.

-¿Y tus flechas? –preguntó Sora.

Lira puso la mano en la cuerda del arco y lo tensó, entonces apareció una flecha. Lira la lanzó, entonces se colgó el arco del codo, juntó dos dedos de cada mano frente a su rostro.

-Truenos... –murmuró ella.

La flecha se rodeó de electricidad, destruyendo a un enemigo.

-Increíble, -dijo Sora lanzando otra flecha.

-Es mi única habilidad mágica. –dijo Lira. Vio algo, -¡Cuidado Sora!

En eso un monstruo llegó por detrás de Sora; ella fácilmente saltó, dio una marometa hacia atrás, y a media vuelta le lanzó una flecha a los ojos.

-¡Ahh! –gritó Lira cayendo al suelo muy herida.

-¡Lira! –gritó Sora. –Demonios.

Sora echó a correr en el camino lanzando flechas a todos los monstruos que se le ponían en frente.

Justo en ese momento llegó Tristán, acompañado de otros cefirianos con espadas y arcos.

-¿Lira estás bien? –preguntó Sora.

Lira no respondió, sólo pudo hacer una mueca de dolor.

-Maldición. –dijo Sora. –Guru Cleff no está aquí, tampoco Primavera, ni Jari, ni Jessenia, ni mi madre.

Tristán notó a Lira herida e indicó a los cefirianos que no permitieran que los monstruos se acercaran a las niñas.

-Tengo que hacer algo. –murmuró Sora.

-Ve...y...busca...ayuda. –tartamudeó Lira.

-No, -dijo Sora. –Si te dejo podrías morir. Yo...mi madre tiene el don de curar...y yo...yo debo tenerlo también. Pero no sé cómo usarlo.

-¡Pu! ¡Pu! –gritó una criatura.

-¿Quién eres tú? –preguntó Sora.

-Es...Nikona... –murmuró Lira. –Ella te puede ayudar.

Sora miró a Nikona atentamente. Entonces la joya de la frente de Nikona se puso amarilla, y proyectó una luz a la frente de Sora.

-¿Qué me pasa? –preguntó Sora. –Siento algo...

-¿Lo sientes? –preguntó una voz en su cabeza. –Es el poder dentro de ti.

-Si lo siento. –dijo Sora. –Siento palabras, llegan palabras a mi cabeza.

-Esa es tu magia. –dijo la voz.

Con eso Sora cerró los ojos y puso sus manos sobre Lira, concentrándose tanto como podía. Sintió como el poder comenzaba a recorrerla, y se concentraba en sus manos.

-Brisa Sanadora. –murmuró Sora.

De sus manos salió una suave brisa que rodeó a Lira y curó todas las heridas.

Sora abrió los ojos y vio a Lira sonriéndole.

-¡Lo logré! ¡Lo logré! –exclamó Sora felizmente y abrazando a Nikona. –Muchas gracias Nikona.

-Muchas gracias Sora, -dijo Lira poniéndose de pie. –Es hora de terminar con esos monstruos.

-Si, -dijo Sora poniéndose de pie igualmente.

Nikona se alejó dando saltos, no tardó en ocultarse detrás de unos árboles.

Y con eso ambas chicas volvieron a la batalla.


Mientras tanto, del otro lado del Boque las Guerreras Mágicas llevaban su propia batalla contra otros monstruos. Entonces vieron que llegaban monstruos mucho más grandes (más de diez metros).

-¿Qué haremos ahora? –preguntó Anaís.

-Tenemos que llamar a los genios. –dijo Marina.

-¿Crees que todavía respondan a nuestro llamado? –preguntó Lucy.

-No perdemos nada con intentarlo. –dijo Anaís.

Lucy y Marina asintieron.

Las tres mujeres salieron corriendo hasta quedar fuera del bosque. Luego quedaron de pie, sacaron sus espadas y las alzaron.

-¡Windom! –gritó Anaís.

-¡Ceres! –gritó Marina

-¡Rayearth! –gritó Lucy.

-¡Legendarias Guerreras Mágicas del Mundo Místico...! –comenzó una voz.

-¡Estamos aquí para ayudarlas nuevamente...! –siguió otra voz.

-¿Están dispuestas a luchar otra vez por Céfiro? –preguntó una tercera voz.

-¡¡Si!! –gritaron las tres Guerreras Mágicas a la vez.

-Anaís... –comenzó Windom apareciendo.

-Marina... –comenzó Seres también apareciendo.

-Lucy... –comenzó Rayearth también apareciendo.

-Hemos aceptado sus corazones una vez más, -dijeron los tres. –Ahora muéstrense como verdaderas Guerreras Mágicas.

Al instante las ropas de las tres se convirtieron a sus trajes de Guerreras Mágicas; una luz del color respectivo rodeó a cada una y la hizo entrar al genio.

-Anaís, Marina, ¿están listas? –preguntó Lucy.

-¡Si! –exclamaron Anaís y Marina al unísono.

-¡Miren! –gritó un cefiriano. -¡Son los genios de las Guerreras Mágicas!

En ese momento uno de los monstruos gigantes atacó.

-¡Viento de Defensa! –el escudo fue suficiente para protegerse ellas tres y todos los cefirianos.

-¡Rayo Rojo! –atacó Lucy.

-¡Dragón de Agua! –atacó Marina al mismo tiempo.

Y después las tres sacaron las espadas y comenzaron a luchar contra los enemigos.

Al cabo de media hora la batalla terminó. Las tres Guerreras Mágicas salieron de sus genios.

-Y no olviden... –comenzó Seres.

-...cuando nos necesiten... –siguió Windom.

-...sólo griten nuestro nombre. –completó Rayearth.

Las tres guerreras asintieron.

-¡Mamá! –gritó Sora abrazando a su madre.

Entonces notó que tanto su madre, como Lucy y Marina estaban un poco heridas. Sora junto los brazos frente a su pecho(como abrazándose a si misma), y luego los extendió a los lados, un aura amarilla se empezó a formar en sus brazos.

-¡Brisa Sanadora! –exclamó Sora. Pequeñas luces amarillas rodearon a las tres guerreras, como llevadas por el viento, y las curaron.

-¡Sora! –exclamó Anaís al verse a si misma curada(ya tenía su armadura sencilla).

-Es mi primer hechizo, -dijo Sora y volteó a ver a Lira. –Lo descubrí hoy.

-Muchas gracias, -dijeron Anaís, Lucy y Marina sonriéndole a la niña.

Sora sonrió satisfecha.



Notas de la Autora: Vaya que Sora resultó ser toda una cajita de sorpresas, eh? Y ya empezaron las preguntas sin respuesta(aunque creo que ya habían empezado desde antes). Pero bueno, no importa. La historía seguirá, subiré más capítulos en unas dos semanas más o menos.

Y por cierto. Muchas gracias a las dos personas que dejaron los primeros reviews. No olviden seguirlos dejando