Los 3 Sellos
Por: Princess Lalaith
Capítulo 5.- Algún día.Habían pasado un par de días desde la batalla donde reaparecieron los genios y Sora desarrolló su primer poder mágico. Y ahora tenía lugar otra batalla:
-¡Marina cuidado! –gritó Sora girándose al sentir peligro.
(Nota: Sora se llevaba tan bien con todos que los llamaba por sus nombres, sin decir Señor, Señora, Señorita ni nada de eso; nada más a Anaís seguía diciéndole mamá).
-¡Marea defensora! –se defendió Marina.
Lucy, Marina y Anaís se encontraban dentro de sus genios. Ascot, y Jessenia se encontraban sobre monstruos peleando. Jari peleaba junto a una criatura, pero no subía a ella. Guru Cleff, Prisma, Caldina, Tristán, Lira, Sora y el resto de los cefirianos seguían peleando en tierra.
-¡Tiembla! –gritó Lira después de lanzar una flecha.
La flecha que acababa de lanzar vibró con tal fuerza, que parecía que el monstruo estuviera en una licuadora.
Jari hipnotizó a otro monstruo lo suficiente para que Tristán lo decapitara con su espada.
-Chicos, -dijo Caldina. –Tengan cuidado.
Y una vez dicho esto Caldina sacó su abanico y empezó a agitarlo a la vez que recitaba un hechizo de ilusionismo. Este hechizo hizo vibrar todo, y hacer parecer que los árboles y las rocas de una montaña cercana se caían.
Al instante Jari se subió a su criatura, jalando a Tristán con ella. Lira, Prisma y todos los cefirianos se hincaron en el suelo y cerraron los ojos. Guru Cleff siguió peleando, a él no le afectaban las ilusiones de Cizeta. Sora cerró los ojos, pero no se hincó, sino que siguió peleando y lanzando flechas.
-¿No es peligroso que Sora siga peleando con los ojos cerrados? –preguntó Marina.
-No, -dijo Lucy. –Me parece que ella siente todo a su alrededor, estoy segura que no lastimará a nadie indebidamente.
-Quizá es como Guru Cleff, -murmuró Marina, -Que las ilusiones no le afectan.
-Si le afectan, porque tiene que cerrar los ojos. –dijo Anaís. –Pero como dijo Lucy, sabe manejarse.
Sora estuvo moviéndose, con los ojos cerrados era un poco difícil, pues debía matar a los monstruos, y al mismo tiempo proteger a los cefirianos, y asegurarse de no lastimarlos a ellos.
"Es extraño." Pensó Sora. "Puedo sentir las presencias de los cefirianos y de los monstruos. Así puedo esquivarlos fácilmente, aún con los ojos cerrados, y sé donde golpear y atacar y donde no. Esto no lo podría hacer en casa."
Justo en ese momento los cascabeles dejaron de sonar, lo que significaba que la ilusión había terminado. La batalla continuó como antes.
En cierto momento, un monstruo logró golpear a Sora fuertemente en el brazo, tirándole el arco fuera de su alcance e hiriéndola.
-¡Ah! –gritó Sora sujetándose el antebrazo herido.
-¡Sora! –gritó Lira, pero entonces un monstruo la golpeó a ella. -¡Ah!
-Lira... –murmuró Sora. "Debo hacer algo, un hechizo.
En ese momento Sora sintió como si algo frío le recorriera todo el cuerpo. Entonces ella puso las dos manos al frente, juntas, luego las fue subiendo lentamente, después las bajó de golpe hasta quedar con los brazos abiertos, palmas extendidas, a los lados, y atacó:
-¡Agujas de Cristal! –gritó Sora.
De sus manos salieron decenas de agujas cristalinas que se clavaron en todos los monstruos que había cerca, y si estaban a punto de tocar a algún cefiriano, se convertían en aire y pasaban por un lado sin tocarlo.
-¡Viva! –exclamó Sora feliz pese a su herida. –Tengo otro poder mágico.
-Déjame curarte, -dijo Guru Cleff acercándose a ella y aplicando un hechizo de sanación sobre su brazo.
-Muchas gracias. –dijo Sora sonriendo y levantando su brazo curado.
Entonces Sora fue corriendo a levantar su arco y preparase para seguir peleando.
Y mientras tanto, en la batalla de monstruos y genios, las cosas iban considerablemente bien.
-¡Viento Guardián! –exclamó Anaís.
Varios remolinos de aire atraparon a unos monstruos que estaban ahí.
-¡Dragón de Agua! –atacó Marina.
-¡Flecha de Fuego! –atacó Lucy.
Los monstruos se destruyeron.
-¡Haldir ataca! –gritó Jari alzando la mano.
Debajo de Haldir, la criatura mágica, y de Jari apareció el sello mágico de los dos círculos con la estrella. Haldir era un monstruo más alto que Jari, un hipogrifo; batió las alas fuertemente, creando dos olas que cortaron todo a su paso como si fueran navajas.
Al ver el ataque, todos los cefirianos se apartaron.
Justo después de eso Prisma mató a los dos últimos monstruos.
-Listo, -dijo Tristán envainando su espada.
-¡Brisa Sanadora! –exclamó Sora curando a todos los que la rodeaban.
-¿Estás bien Sora? –preguntó Anaís llegando con Lucy y Marina.
-Si mamá. –dijo Sora sonriendo, aunque estaba un poco cansada.
-¿Cómo puedes pelear con esos lentes? –preguntó Lira.
-Igual que Anaís peleaba con los suyos, creo yo, -dijo Marina.
-Yo no recuerdo que Anaís diera tantos giros y piruetas como Sora a la hora de pelear. –comentó Lucy.
-Bueno, quizá es porque yo no quiero que se dañen, -dijo Sora, -Después de todo ustedes dijeron que Céfiro se rige por la voluntad y el deseo de sus habitantes.
Todos los demás asintieron.
-Ya es tarde, -dijo Prisma al ver a algunos de los más jóvenes bostezar. –Será mejor irnos a descansar.
-Yo iré a ver que los guardias estén en sus posiciones. –dijo Ascot subiendo a su monstruo, de nombre Celegor, era como un murciélago de gran tamaño.
-Yo también voy, -dijo Jessenia subiendo a su criatura, llamada Dazalia, parecía una libélula gigante.
-Yo me voy a casa, -dijo Jari montándose en Haldir.
-Te acompaño, -dijo Lira, montando junto a ella.
Jari asintió y ambas chicas se marcharon.
De esa manera, Caldina, Tristán, Prisma, Guru Cleff, Sora, Anaís, Marina y Lucy entraron a la casa donde vivían ellos. Caldina y Tristán de inmediato se fueron a acostar a su habitación, Anaís se llevó a Sora a acostar, Lucy y Prisma decidieron irse a acostar también; sólo Guru Cleff y Marina se quedaron en la sala.
Guru Cleff se sentó en un sofá, dejando su báculo recargado en la pared.
-¿Estás bien? –preguntó Marina.
-Si, -dijo Guru Cleff. –Sólo un poco cansado. Cada día éstas batallas se vuelven más cansadas.
-Si, -murmuró Marina. –Es increíble que Sora tenga tanta energía.
-Y es muy poderosa, -dijo Guru Cleff. –En apenas éstos pocos días ya ha desarrollado dos poderes mágicos.
Marina asintió.
Guru Cleff se recargó en el sofá, pero no podía relajarse.
Marina se puso de pie, y fue detrás del sofá donde estaba Guru Cleff, una vez ahí bajo las manos y empezó a dar un masaje en los hombros al hechicero.
-¡¿Qué haces?! –preguntó Guru Cleff exaltado.
-Sólo te quiero dar un masaje, -dijo Marina sonriéndole tiernamente. –Te ayudará a descansar.
Guru Cleff ya no dijo nada, sintió las manos de Marina masajear suavemente sus hombros, poco a poco todos sus músculos se fueron relajando. Guru Cleff también se fue relajando poco a poco.
Marina se sentía muy a gusto ahí, aunque no fuera ella quien estuviera recibiendo el masaje, también se sentía calmada. Tener a la persona que amaba tan cerca...era simplemente maravilloso.
Un par de horas después Guru Cleff abrió los ojos, tal parecía que se había quedado dormido en el sofá; al voltear a su derecha vio a Marina recargada en el descansa-brazos del mismo sofá, profundamente dormida.
-Será mejor que vaya a su habitación, -dijo Guru Cleff viéndola. –No va a descansar ahí.
Guru Cleff estaba a punto de despertar a Marina cuando se detuvo.
-No, mejor no, -dijo Guru Cleff. –Mejor dejarla que duerma.
"Se ve tan hermosa cuando duerme." Pensó Guru Cleff. "Como un verdadero ángel, mi ángel."
Guru Cleff se inclinó junto a Marina y lenta y suavemente la tomó en brazos, así la llevó hacia la habitación donde ella dormía. El tenerla así, tan cerca, su cabello acariciando el rostro de él, su suave aroma inundando sus sentidos, era a la vez una bendición y una tortura.
"Mi querida Marina. Pensó Guru Cleff. "Me pregunto si algún día podré decirte lo que siento, si algún día tendré el valor de verte a los ojos y confesarte mis sentimientos, decirte...te amo.
Guru Cleff usó magia para abrir la puerta de la recámara, y una vez dentro depositó a Marina suavemente en una cama. La cubrió con las sábanas y sonrió. Después, sin pensarlo dos veces (para no arrepentirse), se acercó a ella y la besó suavemente en la mejilla.
-Mi amada Marina... –susurró Guru Cleff.
Lucy se movió en sueños.
Y fue justo esto lo que hizo a Guru Cleff volver a la realidad, y él abandonó de inmediato la habitación, para dirigirse a la suya. Justo antes de perderse en la oscuridad de su recámara suspiró, y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.
-Algún día, -murmuró Guru Cleff en voz baja. –Marina, algún día te diré lo que siento por ti.
Y sin más, cerró la puerta de su recámara.
Creo que con este capítulo ya voy a dejar bien marcado cuál es la pareja de Marina. Todavía hay muchas preguntas sin respuesta, pero no se preocupen, todo llegara en su momento
