Los 3 Sellos
Por: Princess Lalaith
Capítulo 6.- Hasta el día de hoy.
A la mañana siguiente Marina despertó temprano, se sorprendió al encontrarse a si misma en la cama en la recámara que compartía con Lucy.
"Que extraño. Pensó Marina. "Estoy segura que no vine a la recámara. Y lo último que recuerdo es que le estaba dando un masaje a Cleff, él se quedó dormido, y yo me recargué en el sofá, cansada. Es muy probable que me haya quedado dormida ahí pero...¿cómo llegué aquí?
Marina quitó las sábanas, y notó que aún llevaba la misma ropa de la noche anterior. Definitivamente ella no se había ido a acostar la noche anterior, pues de haberlo hecho se hubiera puesto el camisón.
"Quizá fue Cleff quien me trajo. Pensó Marina, sonrió y a la vez se sonrojó un poco.
Entonces Marina tomó un cambio de ropa que le había prestado Prisma y se metió a bañar.
-Guru Cleff... –murmuró Marina en voz baja, -¿Cuándo tendré el valor de expresarte mis sentimientos?
Cuando se iba a lavar el cabello pasó una mano por su mejilla y sintió algo extraño, especial.
"Siento algo muy especial. Pensó Marina con una mano en su mejilla. "Como magia.
Unos minutos después Marina salió de la ducha, con una blusa azul marino, falda negra y zapatos negros, su cabello recogido con la toalla.
-Te levantaste temprano. –dijo Lucy mientras se trenzaba el cabello. –Por cierto. No te vi llegar anoche.
-Estuve en la sala, le di un masaje a Guru Cleff. –dijo Marina.
-Ah, ya veo, -dijo Lucy con una mirada pícara y arqueando la ceja.
-¿Qué? –preguntó Marina.
-No, nada. –dijo Lucy son sarcasmo y una sonrisa.
Los años habían pasado, y Lucy ya no era tan ingenua como antes.
-¿Y ya le dijiste? –preguntó Lucy.
-Yo no... –comenzó Marina, luego se detuvo, y vio a Lucy con mirada ceñuda. -¿Decir qué cosa? ¿A quién?
-Ji! Ji! Ji! –se rió Lucy. –No finjas conmigo. No soy tan ingenua como antes. Sé que tú sientes por Guru Cleff algo más que amistad.
-Él es muy bueno, -dijo Marina. –Y le tengo mucho cariño, pero nada más.
-Si, -dijo Lucy con ironía. –Cariño, y el 'sólo cariño' provoca que sudes, tiembles y te sonrojes de esa manera.
Las palabras de Lucy, y el tono de éstas sólo hizo que Marina se sonrojara más. Lucy se echó a reír.
-Era más que obvio, -dijo Lucy dejando de reír. –Si no era Ascot, ¿de quién más podría ser? Y seguramente fue él quien te trajo anoche. Uyyyy!
-¡Ya Lucy! –exclamó Marina poniéndose morada(ya no se podía poner más roja).
Lucy comenzó a reír nuevamente y salió de la recámara, para ir a desayunar.
Unos minutos después Marina salió de la recámara y fue al comedor a desayunar.
-Prisma, ayer pregunté a Paris por Xiao, -dijo Anaís.
-¡¿En serio hiciste eso?! –exclamó Prisma emocionada.
-Si, -dijo Anaís, sin entender por completo la razón de la emoción de la armera. –Paris me dijo que él está bien, al menos con vida, y que te manda saludos y besos.
-¿Besos? –preguntó Lucy.
-Prisma, -dijo Marina, -Creo que se te pasó decirnos algo.
-Xiao, -dijo Prisma. –Es el sub-comandante de la guardia. Y...mi prometido.
-¿Tu prometido? –preguntó Lucy sorprendida.
-¡Felicidades amiga! –exclamó Anaís.
-Eso significa que tenemos que rescatar a los demás pronto, -dijo Lucy sonriendo. –Así podremos asistir a la boda.
-Y yo seré la niña de las flores, -dijo Sora sonriendo. (Ya saben, la que va tirando pétalos en el camino que debe recorrer la novia).
Todos sonrieron, parecían haber amanecido con mucho ánimo.
Fue justo en ese momento que entró Guru Cleff.
-Buenos días a todos. –saludó el hechicero.
-Buenos días, -saludaron todos, o bueno, casi todos.
Marina con sólo velo se sonrojó hasta las orejas, de inmediato se agachó y ocultó su rostro detrás de una tostada.
-Bu...buenos días Cleff. –murmuró Marina.
Guru Cleff sonrió, le gustaba escuchar a Marina llamarlo Cleff a secas. Caldina de inmediato se olió que algo estaba ocurriendo, pero no dijo nada; Prisma también pareció notar algo, pero pensó que debía ser parte del buen humor.
-Ya me voy mamá, -dijo Sora poniéndose de pie una vez que terminó de desayunar.
-¿A dónde vas Sora? –preguntó Anaís.
-Ayer te dije que Lira me invitó a una montaña en los límites del bosque, desde donde se puede ver todo Céfiro. –explicó Sora.
-Si, ya recuerdo. –dijo Anaís. –Pero tengan cuidado, y si ven cualquier cosa sospechosa o peligrosa vuelvan de inmediato.
-Claro mamá. –dijo Sora sonriendo y salió.
-Yo también ya me voy. –dijo Tristán poniéndose de pie, y poniéndose la capa, luego agregó: -Quede de acompañar a Jari a ver a algunas de las criaturas que fueron heridas en la última batalla, Primavera irá para ayudarnos a curarlos.
-De acuerdo, -dijo Caldina. –Cuídate.
-Si mamá, -dijo Tristán saliendo.
-Pues a mi me gustaría saber más acerca de lo que han hecho en éstos últimos años, -dijo Lucy.
-Es cierto. –apoyó Marina sonriendo. –Ascot, me gustaría saber más de ti, de tu esposa y tu hija.
-Si, -apoyó Anaís. -¿Cómo se conocieron?
-Nos conocimos en Cizeta, pocos meses después de que ustedes se fueron. -dijo Ascot. –Yo soy el Consejero Real de las Princesas Tata y Tatra de Cizeta. Ahí conocí a Jessenia, ella era dama de compañía de Tata.
-Yo atendía a la Princesa Tata desde niña, -dijo Jessenia. –Y conocí a Ascot en una fiesta, cuando lo presentaron como el nuevo Consejero. Esa noche él me invitó a bailar.
-Después de eso nos seguimos viendo dentro del castillo, -siguió contando Ascot. –Hasta finalmente, en una ocasión la invite a cenar.
-La princesa Tata me dio la tarde libre cuando se enteró. –dijo Jessenia. –Parecía muy feliz.
-Tata y Tatra siempre han sido personas muy buenas, amables y comprensivas. –dijo Marina, sonriendo al recordar a las princesas, buenas amigas suyas.
-Es cierto, -dijo Ascot también sonriendo. –El hecho es que después de ese día nos fuimos viendo más seguido.
-Estuvimos saliendo cerca de un año, cuando finalmente decidimos casarnos. –dijo Jessenia. –Y fue justo entonces que las Princesas me nombraron Curandera de la Familia Real.
-Además Tata y Tatra nos obsequiaron una casa cerca del palacio, -siguió Ascot. –Donde estuvimos viviendo. Nació Jari, y Tatra fue su madrina de bautizo, junto con su esposo, Shamed.
-Así que ahora Tatra está casada. –dijo Lucy sonriendo.
-Así es, -dijo Jessenia. –Y ella y Shamed son los actuales Reyes de Cizeta. Tata está comprometida, y mantiene su título como princesa.
-¿Cómo fue que volvieron a Céfiro? –preguntó Anaís.
-Jessenia y yo pensábamos venir de vacaciones, -explicó Ascot. –Además que Jari aún no conocía Céfiro, más que por las proyecciones mágicas que yo hacía, y por las historias que contaba yo, o a veces las princesas.
-En el camino Ascot recibió un mensaje de Guru Cleff, -prosiguió Jessenia. –Le dijo que Céfiro estaba en serio peligro, pues aquellos que habían llegado a visitarlos hacía poco más de un año los estaban atacando. Ascot quiso que Jari y yo nos regresáramos, pero yo no estaba dispuesta a dejarlo solo, ni Jari tampoco.
-Son necias... y por eso las amo. –dijo Ascot sonriendo y abrazando a su esposa. –Cuando llegamos ya la guerra había comenzado. Jessenia y yo de inmediato nos unimos a la lucha, y en cuanto Prisma, Lira y Caldina le enseñaron unas cosas a Jari, ella se unió también. Eso fue hace un año.
-Y así llegamos al día de hoy. –dijo Jessenia. –Las batallas continúan día tras día, pareciera que ésta es una guerra que nunca terminará.
-Terminará, te lo prometo, -dijo Marina hincándose junto a Jessenia.
-Rescataremos a todos. –agregó Anaís inclinándose detrás de Marina.
-Céfiro volverá a brillar. –completó Lucy de pie junto a sus dos amigas.
-Es una promesa. –declararon las tres juntas.
Mientras tanto, Jari y Primavera se dedicaban a curar a las criaturas que habían sido heridas en las batallas más recientes. Tristán las ayudaba en lo que podía, y a la vez se mantenía alerta para que no los fueran a atacar.
-Al menos ésta vez fueron menos los heridos, -opinó Jari mientras usaba sus dones curativos sobre una hermosa águila de cabeza blanca.
-Es cierto. –dijo Primavera. –El regreso de las Guerreras Mágicas nos ha ayudado mucho. No sólo con sus poderes; pero pareciera que con su simple presencia los cefirianos tuvieran más esperanzas, y más fuerzas al momento de pelear.
-Y también éstas criaturas. –dijo Jari acariciando a un pequeño pony.
-Chicas, -dijo Tristán retrocediendo.
-¿Qué ocurre? –preguntó Primavera.
-No lo sé, -dijo Tristán volteando en todas direcciones. -¿No sienten nada extraño?
-Ahora que lo mencionas... –comenzó Primavera.
En ese momento Haldir llegó volando, directo hacia Jari.
-¿Qué pasa Haldir? –preguntó Jari confundida.
El hipogrifo la sujetó con el pico y la jaló detrás de un árbol; llevándose también al pony bebé que Jari aún sostenía entre sus brazos.
Un segundo después un rayo negro cruzó por donde Jari se encontrara segundos antes.
-¡Ataque! –gritó Tristán desenvainando la espada. -¡Alerta!
-Primavera protege a los animales. –dijo Jari sacando su espada corta. –Nosotros los cubriremos.
Primavera asintió, retrocediendo, y jalando a todos los animales con ella; mientras los dos niños se ponían en posición de ataque, ya listos para la batalla.
Y mientras ellos dos se preparaban para su lucha, Sora y Lira estaban en la cima de una montaña. Sora se encontraba de pie sobre una solitaria rama de un árbol, y caminaba sobre ella, de un lado a otro, de pronto dando giros, saltos y marometas. Después se colgó de otra rama y empezó a balancearse, girándose entre dos ramas.
-¿Qué haces? –preguntó Lira.
-Practicando. –dijo Sora.
-Practicando, -repitió Lira. -¿Para qué?
-Habrá una competencia de gimnasia en Tokio, en una semana. –dijo Sora mientras seguía girando entre las dos ramas.
-Por como están las cosas dudo mucho que regreses a tiempo. –dijo Lira siguiendo con la vista los movimientos de Sora.
-Ese no es problema. –dijo Sora. –Mi mamá me dijo que mientras ella, Lucy y Marina estén en Céfiro por una misión el tiempo en Mundo Místico no pasaría.
-¡Súper! –exclamó Lira. -¿Y qué pasará cuando termine la misión?
-No lo sé. –dijo Sora colgada de las piernas. –Me imagino que las cuatro volveremos a Mundo Místico y el tiempo volverá a correr.
-¿Y no podrían quedarse? –preguntó Lira.
-No lo sé. –dijo Sora pensativa. –Sé que a Lucy le gustaría quedarse, y creo que a Marina también; y además, mi madre a estado actuando muy extraña desde que llegamos.
Parecía que Lira iba a decir algo más cuando de pronto Sora se enderezó.
-¿Qué ocurre? –preguntó Lira.
-¡Cuidado Lira! –gritó Sora, hizo un movimiento brusco para indicarle a Lira que se moviera.
Lira se movió, inconscientemente, hacia el lado donde había señalado Sora, esquivando en el último momento un rayo negro.
-¿Estás bien Lira? –preguntó Sora asomándose desde atrás de las hojas del árbol.
-Si, eso creo, pero...¿cómo pasó eso? –preguntó Lira.
-¿Cómo pasó qué? –preguntó Sora muy alerta.
-Estaba parada, hablando contigo, de pronto me gritaste, sentí como si me empujaran, ¿o realmente yo me arrojé a un lado? –reflexionaba Lira, negó con la cabeza. –Nada importante.
-Estamos bajo ataque. –exclamó Sora bajando del árbol de un salto y sacando su arco.
-Aquí vamos otra vez. –murmuró Lira poniéndose de pie, y sacando su arco.
Aquí vamos otra vez...otra batalla.
Si quieren saber qué pasa, lean el siguiente capítulo
