Los 3 Sellos
Por: Princess Lalaith
Capítulo 9.- Valor o locura.A la mañana siguiente Marina y Guru Clef se dirigieron al lugar donde se habían separado de los demás la tarde anterior. Ahí se encontraron nuevamente con Lucy y Anaís.
-¿Están bien amigas? –preguntó Marina.
-Si, ¿y ustedes? –preguntó Anaís. –Lucy me contó lo ocurrido.
-Todo está bien. –dijo Guru Clef. –Marina me curó, y aquí estamos.
-Me da mucho gusto que estén bien. –dijo Anaís.
-Pero aún tenemos que encontrar a Ascot, Caldina y Prisma. –dijo Marina.
-¡¡Cuidado!! –gritó Lucy de pronto.
-¡Escudo Protector! –exclamó Guru Clef alzando su báculo.
-Sabía que volverían. –murmuró el líder de los enemigos.
-No nos vencerán ésta vez. –dijeron las tres Guerreras Mágicas sacando sus espadas.
-¿Pero que tal con ellos? –preguntó el enemigo.
Detrás de él aparecieron tres esferas oscuras que mantenían encerrados a Ascot, Caldina y Prisma.
-¡Prisma! ¡Caldina! –gritó Lucy, quiso correr pero Anaís la detuvo.
-¡Ascot! –gritó Marina, se movió tan rápido que Guru Clef no alcanzó a detenerla.
-¡Cadenas de oscuridad! –atacó el enemigo.
-¡¡¡Ah!!! –gritó Marina al sentir las cadenas en su cuerpo.
-¡Marina! –gritó Guru Clef corriendo hacia ellos.
Ese descuido fue suficiente, un ejército salió de entre las sombras y los atrapó antes de que tuvieran oportunidad de defenderse.
De vuelta en el refugio, Jari no había parado de dar vueltas de un lado a otro en toda la mañana.
-No podemos hacer nada hasta que regresen. –dijo Lira con calma. -No te preocupes tanto Jari.
Pero nadie más hablaba, parecía como si Sora y Tristán supieran o temieran algo que no decían.
De pronto entró Primavera corriendo.
-¡Sora! ¡Jari! ¡Vengan pronto! ¡Necesito su ayuda! ¡Es urgente! –gritó Primavera.
Todos salieron detrás de ella.
Al llegar afuera vieron a Dazalia, algo herida, llevaba a Jessenia.
-¡Mamá! –gritó Jari corriendo hacia su madre.
Entre Tristán, Lira y Primavera bajaron a Jessenia y la llevaron dentro de la casa; ella estaba muy herida e inconsciente.
-Esto es muy grave. –dijo Lira.
-¡No! Mamá...no...despierta por favor... –sollozó Jari.
-Calma Jari. –dijo Sora acercándose a ella. –Todo va a salir bien, tu mamá va a estar bien, pero necesito que me ayudes, no puedo hacer esto sola, ¿esta bien?
Jari asintió.
Entonces ambas niñas se acomodaron, cada una a un lado de Jessenia.
Jari sacó su abanico y esparció los polvos mágicos sobre su madre, mientras bailaba y recitaba un cántico curativo.
-¡Brisa Sanadora! –exclamó Sora.
Primavera las apoyó con sus propios poderes.
Después de unos segundos a la expectativa, el cuerpo de Jessenia comenzó a curarse.
-Sra. Jessenia...Sra. Jessenia... –la llamaba Sora.
Jessenia abrió los ojos lentamente.
-¡Mamá! –exclamó Jari sonriendo, apoyada en una silla.
-Lo ves Jari. –dijo Sora, sentándose, agotada. –Te dije que todo saldría bien.
Nadie más hablaba. Todos sentían la tensión del silencio.
-¿Qué ocurre? –preguntó Tristán.
-No todo está bien. –dijo Jessenia tristemente. –Después de que Jari me dijo que sentía que algo muy malo había pasado yo temí lo peor, y me fui a buscar a Ascot. Dazalia pudo seguir la presencia hasta la fortaleza enemiga; y pude ver cuando un grupo de soldados negros guiaban dentro nuevos prisioneros...eran Ascot, Prisma, Caldina, Guru Clef y las Guerreras Mágicas.
Tristán se quedó callado, pero en sus ojos se veía que estaba enojado.
Jari al instante se soltó a llorar, aunque Primavera trató de consolarla.
Pero Sora se mantuvo extrañamente calmada, no sabía por qué pero aún sabiendo que su mamá estaba prisionera del enemigo no se desesperó.
-Yo llegué en ese momento. –dijo Jessenia. –Y los escuché. Los soldados decían algo de que finalmente la espera había terminado, de que ahora al fin podrían apoderarse de Céfiro, que ya no había nada que los detuviera. También mencionaron algo de unos guardianes, unos elegidos, unos sellos...aunque esa parte no la entendí. Lo que si supe fue que mañana al mediodía llevarían a cabo una ceremonia para sacrificar a los tres líderes y dominar Céfiro.
-¿Sacrificar a los tres líderes? –preguntó Jari.
-El príncipe Paris, el espadachín Latis, y el hechicero Guru Clef. –dijo Lira.
-Pero obviamente también están en peligro los demás capturados. –dijo Tristán tratando de mantener la calma. –Podrían usarlos para dominar a los cefirianos que aún se oponen a su gobierno.
-Matarán a mi papá, a mis tíos, a las Guerreras Mágicas, y a todas las personas buenas que podrían querer defender Céfiro. –dijo Jari.
-Eso no pasará. –dijo Sora poniéndose de pie con decisión. –Yo no lo permitiré.
-¡Sora! –exclamaron todos sorprendidos.
-Yo no voy a abandonar a mi mamá, ni a Lucy ni a Anaís. –dijo Sora decidida. –Los conozco poco a ustedes los cefirianos, pero quiero ayudarlos; y la única manera es rescatando a los cautivos y liberándonos para siempre de esa sombra que nos amenaza.
-¡¿Piensas enfrentarlos sola?! ¡¿Estás loca?! –gritó Tristán.
-Si, los enfrentaré, y si nadie me apoya y tengo que ir sola lo haré. Y acerca de la locura, ¿es una locura arriesgarlo todo por ayudar a las personas que amas? –preguntó Sora. –Sea valor, o locura, no importa cómo lo nombres, eso no me detendrá.
-Yo iré contigo. –dijo Lira dando un paso al frente. –Lucy me ha protegido muchas veces, también las otras Guerreras Mágicas.
-Lira tiene razón. –dijo Primavera con seriedad.
-Entonces nosotros también iremos. –dijeron Jari y Tristán.
-No los detendré. –dijo Jessenia poniéndose de pie. –Porque yo también iré.
-Deberemos partir al anochecer. –dijo Primavera. –Así llegaremos a la Plaza Principal frente a la fortaleza del enemigo a media mañana.
-Tendremos suficiente tiempo para analizar el lugar. –dijo Lira.
-Por ahora lo mejor será dormir un rato. –dijo Tristán.
-Es cierto. –apoyó Jari. –Nos espera un largo camino en la noche.
Todos asintieron y se fueron a dormir.
Unas horas después el sol se puso, Sora acababa de despertar. Se vistió con un vestido amarillo de tirantes gruesos, con un pantalón blanco abajo, además de un cinturón beige y botines beige. Después se puso el guante donde guarda el arco y el carcaj de flechas. Estaba a punto de salir cuando notó que la cadena que llevaba al cuello era la de su madre.
-No entiendo... –murmuró Sora sosteniendo el dije. –Mi mamá adora este medallón. ¿Por qué me lo dejó.
-¡PU! ¡Pu! –grita Nikona entrando a la habitación.
-Nikona, -dijo Sora cargándola. -¿Tú sabes algo?
Por respuesta la joya en la frente de Nikona brilló de color amarillo, proyectándose hacia Sora y haciéndola escuchar lo que Anaís había dicho antes.
Las reacciones en Sora fueron muy variadas: primero se sorprendió, luego se quedó confundida, después palideció, casi se desmaya, estuvo a punto de gritar, y por último se calmó.
-No te fallaré mamá... –dijo Sora con decisión, aferrando el medallón. –Yo los rescataré, lo prometo.
Con eso Sora escondió el medallón detrás del cuello del vestido, y luego salió de la habitación.
-¿Listos? –preguntó a los demás.
-Si, -dijeron Tritán y Jari a la vez.
Los tres salieron hasta la puerta y se encontraron con Lira, Jessenia y Primavera, sólo que ellas no estaban solas.
-Parece que no todos piensan que Sora esté loca. –dijo Lira sonriendo.
-Las Guerreras Mágicas ya salvaron Céfiro dos veces, es nuestro turno de salvarlas a ellas. –dijo un hombre.
-También la Srita. Prisma trabajó muy duro haciendo armas. –dijo una mujer.
-Y el Sr. Guru Clef, el Sr. Ascot y la Sra. Caldina nunca dejaron de luchar. –dijo otro hombre.
-Y nosotros tampoco. –dijo otro a su lado.
-Ahora nos toca a nosotros luchar. –dijo otra mujer.
-Pero es que el enemigo es muy fuerte. –dijo un hombre. –Y no hay nadie poderoso que nos ayude.
Algunos empezaron a murmurar, de acuerdo con él.
-¿Están dudando de ustedes mismos? –preguntó Lira. -¿Entonces a qué vinieron?
-Es que no te das cuenta muchacha. –dijo otro más. –Es inútil oponerse a esos enemigos.
-Insensatos. –dijo Sora.
-¿Qué? –preguntó el primer hombre.
-¿Quién eres tú? –preguntó el otro. -¿Y con qué derecho nos insultas?
-Mi nombre es Sora. –dijo ella subiéndose en una piedra para que la vieran todos. –Soy hija de Anaís Hououji, la Guerrera Mágica del Viento.
-Eres sólo una niña pequeña. –dijo una mujer.
-¿Acaso fuiste tú la de esta idea suicida? –preguntó otra.
-Es cierto que soy pequeña en edad y tamaño, pero no me acobardo. –dijo Sora con decisión. –Yo estoy dispuesta a darlo todo por mi familia y mis amigos. Y si ustedes no lo están entonces no veo razón para que estén aquí. Las Guerreras Mágicas: Lucy, Marina, Anaís, la armera Prisma, la ilusionista Caldina, los hechiceros Guru Clef y Ascot, así como el príncipe Paris, el espadachín mágico Latis, el Señor Xiao y el General Ráfaga defendieron Céfiro con todas sus fuerzas; sin importarles que pudieran ser capturados, heridos o asesinados, nunca se acobardaron, ni la más grande amenaza los amedrentó. Ellos aman Céfiro y harán lo que sea por protegerlo. Debemos demostrar que podemos hacer lo mismo.
Tristán, Jari, Jessenia, Lira y en especial Primavera estaban muy sorprendidas de la manera de hablar de Sora, tenía tal seguridad y su tono de voz sonaba autoritario.
-Céfiro le pertenece a su gente. –dijo Sora. –Y por lo mismo es a los cefirianos a quienes les corresponde protegerlo y defenderlo.
-Pero si tú ni siquiera eres de Céfiro. –replicó otra mujer
-Lo sé. –dijo Sora. –Pero eso no significa que no lo ame. En el poco tiempo que he estado aquí, este lugar se ha convertido en un segundo hogar para mí, y lo protegeré con todas mis fuerzas.
-Cuando la Princesa Esmeralda nos gobernaba no sucedían estas cosas. –murmuró otro hombre a lo lejos.
Lira estaba a punto de intervenir, cuando Sora siguió hablando.
-Es cierto. –dijo Sora –Cuando la Princesa Esmeralda era el pilar de Céfiro nadie los invadía; pero también es cierto que no tenía relaciones con Autozam, Farem y Cizeta. Además, ¿cómo pueden ustedes ser felices a costa de la felicidad y libertad de una persona inocente? Fue por eso que Lucy decidió abolir el Sistema del Pilar, ella sabía que si el Sistema continuaba la tragedia se repetiría una y otra vez; y además confiaba en que el pueblo de Céfiro eran lo suficientemente capaces y responsables como para dirigirse a si mismos y a su mundo.
-¿Pero es que qué podemos hacer nosotros contra un enemigo tan poderoso? –preguntó un joven.
-Nosotros tenemos una ventaja sobre ese enemigo. –dijo Sora sonriendo con calma.
-¿Cuál? –preguntó el joven.
Ahora hasta Tristán, Jari y Jessenia estaban confundidos; Primavera era la única que entendía, mas o menos.
-Un poder ilimitado. –respondió Sora.
Al instante una ola de murmullos estalló.
-Así es, -siguió Sora, logrando que su voz se escuchara sobre los murmullos. –Porque nunca debemos olvidar que nuestra Fe es nuestro mayor poder aquí en Céfiro. Mientras nosotros mantengamos nuestra Fe, y nuestra confianza, en nosotros mismos, en los que nos rodean, y en Céfiro.
Algunos personas empezaron a decir que Sora estaba loca, desquiciada, que había perdido el juicio; otros pensaban que lo que ella decía era muy cierto, y estaban convencidos de poder vencer.
-No me importa lo que piensen de mí, ni de mi madre, ni de las otras Guerreras Mágicas. –dijo Sora. –En este momento lo único que importa es que ustedes decidan si pelearán por Céfiro, por ustedes, o no. Mis amigos y yo partiremos ahora mismo, y ustedes decidirán si nos siguen o no.
Con eso Sora bajó de la piedra y se dirigió a la entrada del bosque, seguida de cerca por Jari, Tristán, Jessenia, Lira y Primavera.
-Hablaste con gran seguridad, y sabiduría. –dijo Primavera.
-No había oído a nadie hablar así desde que el príncipe Paris fue secuestrado. –agregó Lira.
-¿Qué fue lo que te hizo hablar así? –preguntó Jessenia.
-Mi madre me dijo que nunca perdiera la esperanza. –dijo Sora poniendo una mano sobre su pecho(el medallón estaba debajo) –Y no pienso hacerlo.
-Fue un discurso muy hermoso. –dijo Jari. –Los cefirianos realmente se sorprendieron
-Y parece que los convenciste. –agregó Tristán viendo sobre su hombro.
Los demás voltearon y vieron a muchos cefirianos que salían de sus casas vestidos y armados, y se unían al grupo que caminaba, dirigidos por esa niña de seis años, que ni siquiera pertenecía a Céfiro, pero les había hablado con una seguridad y una firmeza que quedaron completamente convencidos.
-Nunca perderemos la esperanza. –dijo Sora con seguridad.
Sus amigos asintieron, siguiéndola.
Notas de la autora: ¿Y ahora qué será de nuestras queridas guerreras mágicas? Eso sólo yo lo sé...Y ustedes lo sabrán muy pronto si no dejan de leer esta historia.
P.D. por favor no olviden dejar review.
