Los 3 Sellos

Por: Princess Lalaith

Capítulo 10.- Nunca pierdas la esperanza.

Lucy abrió los ojos y lo primero que sintió fueron sus muñecas adoloridas, sujetas con unos grilletes y encadenada a la pared; volteó a sus lados y vio a los demás: Marina, Anaís, Guru Clef, Caldina, Ráfaga, Prisma, un hombre que no conocía(Xiao), y entonces vio frente a ella, encadenado a la pared opuesta, al amor de su vida.

-Latis... –murmuró Lucy esbozando una sonrisa.

-Que bueno que estás bien preciosa. –dijo Latis en voz baja.

-¿Qué lugar es este? –preguntó Lucy observando a su alrededor.

-Éstos son los calabozos de la Torre Oscura, la fortaleza del enemigo, mi lady. –dijo Xiao.

-¿Cuánto tiempo llevamos aquí? –preguntó Marina abriendo los ojos.

-Las trajeron hace unas cuatro o cinco horas. –dijo Ráfaga. –Aunque estoy seguro que antes de traerlas aquí las llevaron a otras habitaciones para desarmarlas.

Fue entonces que las Guerreras Mágicas notaron que efectivamente ya no llevaban sus guantes con las espadas ni sus armaduras.

-Sólo espero que Jessenia y Jari estén bien. –dijo Ascot en ese momento.

-Y Tristán. –agregaron Caldina y Ráfaga.

-Todo estará bien. –dijo Paris tratando de sonar más seguro que como se sentía realmente.

-Nunca debemos perder la esperanza. –dijo Anaís alzando un poco la cabeza.

Un rato después la puerta del calabozo se abrió, dejando entrar a quien parecía ser el líder de los enemigos.

-Para las damas que no me conocen les informo que soy el Comandante Golbar, líder del ejército que muy pronto dominará Céfiro.

-No lo harás. –dijo Lucy con decisión.

-¿Y qué harás para impedirlo niña? –preguntó Golbar riendo.

-Céfiro no te pertenece a ti, sino a su gente. –dijo Lucy. –Y tú nunca podrás vencer a los cefirianos.

-Estás muy confiada jovencita. –dijo Golbar. –Pero yo bien sé que no pueden detenerme, si pudieras ya lo hubieras hecho...Primera Dama de Céfiro.

-¡¿Cómo sabes...?! –comenzó Lucy muy sorprendida.

-Yo sé muchas cosas mi lady. –dijo Golbar. –Pero con quien venía a hablar era con el príncipe Paris.

Con eso Golbar fue a pararse cerca de Paris.

-Muy bien príncipe, -dijo Golbar seriamente. –Dime ahora mismo, ¿Dónde está el tercer sello?

Paris permaneció en silencio.

-¡Dime! –gritó Golbar, luego se calmó. –De acuerdo, te propongo un trato: tú me dices donde está el sello y yo los dejo a ti y a tu novia en paz.

-De ninguna manera. –intervino Anaís, quien estaba en el muro opuesto a Paris. –Él no tiene por qué hacer tratos contigo por mi libertad, prefiero morir antes que entregarte Céfiro.

-Quizá tú prefieras eso preciosa. –dijo Golbar pasando una mano fría sobre la mejilla de Anaís. –Pero está el príncipe dispuesto a perderte.

-Por mucho que me duelan el corazón y el alma, Céfiro está primero. –dijo Paris. –No te diré dónde está el tercer sello.

-Tú no lo tienes, eso es seguro. –dijo Golbar. –Pero quizá tu noviecita si lo tenga, o sepa dónde está.

Y con eso Golbar se acercó a Anaís con ademán amenazador.

-¡No la toques! –gritó Paris.

Pero Golbar no le hizo caso, y siguió acercándose a Anaís.

-¡No! –gritó Paris, fue tal su furia que logró mover una piedra del suelo con la suficiente fuerza como para golpear a Golbar en la cabeza. –A Anaís no la tocas.

-Maldito príncipe. –dijo Golbar furioso. -¡Truenos negros!

El ataque golpeó a Paris y lo dejó seriamente herido.

-¡Argggg! –Paris no pudo reprimir el grito de dolor.

-¡Paris! –gritó Anaís sumamente preocupada, pero las cadenas le impedían acercarse a Paris.

-De acuerdo, no habrá tratos. –dijo Golbar furioso. –Tengo a los tres portadores, no necesito los sellos, con ustedes será suficiente para dominar Céfiro. Mañana al mediodía todo Céfiro sabrá que Golbar es el nuevo gobernante de Céfiro.

-¡Nunca lograrás apoderarte de Céfiro! –gritó Lucy a Golbar cuando salía.

-Paris...Paris ¿estás bien? –preguntó Anaís.

-El príncipe está inconsciente. –dijo Xiao.

-¿Cómo hizo eso? –preguntó Marina.

-Es el poder del príncipe Paris. –explicó Ráfaga.

-¿Poder? –preguntó Anaís.

-Si, -dijo Ráfaga. –Lo desarrolló poco después de comenzada la guerra; primero pensamos que tenía la magia del viento, por la manera en que podía mover objetos sólo con hacer ademanes con las manos, pero después comprendimos que en realidad era telekinesis. Es un don muy raro, la única persona además de él que se supo tenía ese poder era su hermana, la Princesa Esmeralda.

Todos estaban muy sorprendidos.

-Paris... –murmuró Anaís. –Despierta por favor. Vien...

-No lo hagas Anaís. –dijo Latis. –No funcionará. Las cadenas que nos atan absorben la magia, sólo desperdiciarías tus energías. Es imposible que logres curar a Paris.

-Nada es imposible. –dijo Anaís. –Nuestra Fe es nuestro poder, y yo tengo mucha Fe. –Con eso Anaís cerró los ojos y extendió la mano, y se concentró todo lo que pudo, hasta que su cuerpo empezó a despedir un aura verde esmeralda.

-¡Anaís! –gritaron Marina, y Caldina.

-Está juntando un gran poder. –dijeron Lucy y Guru Clef.

-¡¡Viento Curativo!! –gritó Anaís abriendo los ojos de golpe y fijando su vista en Paris.

De sus manos empezó a surgir una ola de magia que empezó a ser retenida en los grilletes, pero fue tanta magia que los grilletes no pudieron sostenerla, y dejaron que la magia llegara hasta Paris y lo curara.

-Es increíble. –dijo Latis sin poder creerlo.

-Lo logró. –dijo Prisma.

Paris abrió los ojos lentamente.

-Estoy curado...entonces... –alzó la vista. -¡Anaís!

-Estoy...bien...sólo...un po...un poco...agotada. –dijo Anaís alzando la vista lentamente.

-Muchas gracias... mi amor. –murmuró Paris en voz baja.

Anaís logró esbozar una sonrisa.

-¿De qué hablaba Golbar cuando mencionó los tres sellos? –preguntó Marina.

-Los tres sellos. –dijo Guru Clef. –Son los talismanes de poder, los tres amuletos con mayor poder en Céfiro. Los sellos le fueron asignados a tres personas sabias, fuertes, con poder y voluntad reconocida. Cuando los portadores de los sellos tenían hijos se lo debían entregar al que tuviera una presencia más fuerte, por lo general era el primogénito.

-¿Qué tienen de especial esos sellos? –preguntó Lucy.

-Aún cuado el pilar mantenía la paz en Céfiro con sus rezos, en realidad lo que sostiene este mundo es la magia de esos tres sellos. –explicó Latis. –Sólo los pueden llevar aquellos que fueron destinados o que tengan lazos muy fuertes con ellos. Cuando el hijo de un portador nace, obtiene el derecho a llevar el sello, y será el único que podrá descubrir y usar el poder que contenga el sello, hasta que muera o nazca otro portador.

-Además de que Golbar no puede apoderarse de los sellos. –dijo Guru Clef. –No los puede usar, puesto que no es el portador.

-¿Entonces mientras él no consiga el tercer sello no podrá apoderarse de Céfiro? –preguntó Prisma.

-Hay una manera en que podrían. –dijo Latis. –Si reúnen los tres sellos, y sacrifican a los portadores, los sellos perderán su poder; y aunque no tengan uno de los sellos es probable que si derraman la sangre de los tres portadores sea suficiente para deshacer la magia de los 3 Sellos. Claro que tendrían que ser los últimos descendientes de esa línea, ya que si los matan, nadie quedaría que pudiera usar el poder de estos talismanes.

-Tengo el presentimiento de que no quiero saber quienes son los portadores... –murmuró Marina volteando para ver a Guru Clef a los ojos.

-Somos Latis, Paris y yo. –dijo el hechicero.

-Aún no está todo perdido. –dijo Paris, alzó la cabeza. –Anaís, dime, ¿dónde está el regalo que te di?

-¿El regalo? –preguntó Anaís confundida por un momento.

-Si, -dijo Paris. –El regalo que te di la última vez que lo vimos.

Anaís recordó, pero permaneció en silencio.

-No me digas que te lo quitaron... –comenzó Paris.

-No, -dijo Anaís. –Porque no lo traía conmigo cuando nos atraparon.

-¿Entonces dónde está? –preguntó Paris perdiendo la calma. -¿Quién lo tiene?

-Lo tiene... –comenzó Anaís, respiró hondo antes de concluir: -Mi hija.

-Tu...tu...¿hija? –preguntó Paris abriendo mucho los ojos.

-Si, -dijo Anaís. –Mi hija Sora.

Paris sintió un dolor más grande que el que sintiera cuando Golbar lo electrocutara; un dolor que sabía que Anaís no le podría curar, pues ella misma se lo provocaba.

"¿Una hija?" Se preguntó Paris. "Anaís...mi Anaís tuvo una hija en Mundo Místico..."

Tanto Anaís como Paris permanecieron en silencio después de eso. Marina, Guru Clef, Lucy, Prisma, Ascot y Caldina se miraron en silencio; sabían que a Paris no le iba a gustar enterarse que Anaís tenía una hija, pero en verdad la reacción que él había tenido no estaba entre las que ellos habían esperado.

-¿Cómo está eso de que Anaís tiene una hija? –preguntó Ráfaga en voz baja a Caldina a su lado.

-Es una larga historia. –respondió Caldina. –La cual nadie conoce completa en verdad, salvo la propia Anaís sospecho.


Mientras tanto Sora, Tristán, Jari, Jessenia, Primavera, Lira y todo el séquito de cefirianos que habían quedado convencidos con el discurso de Sora se detuvieron a descansar un rato; apenas aparecía el alba en el horizonte.

-Niña... –comenzó un hombre acercándose.

-Mi nombre es Sora. –dijo ella sonriendo y extendiendo la mano.

-Yo soy Gomen. –dijo él. –Soy tío de Lira.

-Hola tío. –saludó Lira con una sonrisa.

-Quiero que sepa Srita. Sora que yo la apoyo mucho. –dijo Gomen. –Confío en todo lo que usted dijo hace unas horas. Además aún tengo una deuda con la Guerrera Mágica del Fuego, Lady Lucy, por haber salvado a mi amada sobrina.

-¿Lady? –preguntó Primavera volando a su lado. -¿Usted sabe...?

-Si, -dijo Gomen. –Algunos de nosotros si sabemos que la Guerrera Mágica del Fuego, la elegida por la corona para el pilar, aún conserva el poder; Lady Lucy, la Primera Dama de Céfiro.

Sora asintió.

-Bueno, Srita. Sora... –comenzó Gomen.

-Por favor Sr. Gomen. –dijo Sora. –Llámeme Sora, nada de Señorita.

-Está bien, Sora. –dijo Gomen. –Lo que quería era saber si tú o tus amigos tenían planeado algo para cuando lleguemos a la Plaza Principal.

-A decir verdad si tengo algunas ideas. –dijo Sora. –Si se hacen las cosas como tengo planeado ninguno de ustedes correrá peligro.

Así Sora empezó a explicar su plan, y poco a poco los demás Cefirianos se fueron acercando para escuchar. Era increíble ver a todos los adultos, altos, fuertes, todos juntos, prestando atención al plan de una pequeña de seis años. Una vez que ella explicó su plan, todos aceptaron y se retiraron a dormir. Jari dejó a varias de sus criaturas para cuidar el campamento.

-¿No te parece que ese plan es muy arriesgado? –opinó Jessenia.

-Mamá tiene razón. –dijo Jari. –Te expones demasiado.

-No tengo miedo. –dijo Sora con seguridad. –Y confío, en mi, en ustedes, y en toda la gente de Céfiro, sé que podremos lograrlo.

-Yo confío en Sora. –dijo Lira poniendo una mano al frente.

-Yo también. –dijo Tristán poniendo su mano sobre la de Lira.

Sora puso su mano, luego Jari, luego Jessenia, y hasta Primavera puso su pequeña mano.

-Todo estará bien. –dijo Primavera.

-¡Si! –exclamaron todos y luego se separaron a dormir

-Mami... –murmuró Sora sujetando con fuerza el collar. –Tú siempre dijiste que era tu esperanza, no te defraudaré. Lo prometo.


Y de vuelta en el calabozo, Anaís seguía despierta, y no dejaba de ver a Paris.

-Mi amor...temía que reaccionarías así. –murmuró Anaís. –Pero es que no podía seguir ocultándote que tenía una hija...mi niña...mi cielo...mi esperanza.

-Anaís...mi amor...¿por qué? –preguntó Paris entre sueños.

Anaís suspiró, no podía hacer nada más, al menos por el momento.

-Aún recuerdo el día en que me diste esa esperanza... –murmuró Anaís viendo las estrellas por a través de los barrotes de una ventana. –Sora...hija mía...nunca pierdas la esperanza.



Notas de la autora: Lo sé, ésta vez sólo fue un capítulo, pero eso es porque estamos a punto de entrar a la batalla principal. No se desesperen. Al menos ya saben qué son los tres sellos( a los que se debe el título del fic). No se pierdan el ´róximo capítulo, muy pronto.

P.D. Y por favor no olviden dejar review.